Miracle at St. Anna

Miracle at St. Anna empieza con toda la sutileza que caracteriza las películas de Spike Lee: el militar retirado Hector Negron (Laz Alonso), de raza negra, ve en televisión la película The Longest Day, con John Wayne luchando heroicamente en la Segunda Guerra Mundial. Ante el despliegue de valor norteamericano y ferviente patriotismo de los soldados blancos, el hombre murmura: "Nosotros también peleamos en esa guerra". Al día siguiente encontramos al hombre en su modesto trabajo vendiendo estampillas en la oficina postal. Entonces un rostro familiar aparece en su ventanilla... y Negron le dispara con una antigua pistola alemana.

Investigando el crimen, un novato reportero se infiltra en el departamento del "asesino", y encuentra un invaluable artefacto histórico oculto entre sus humildes pertenencias. Entonces, interrogando al ex-militar sobre la procedencia del objeto, descubrimos mediante flashbacks (y flashbacks dentro de los flashbacks), la experiencia del veterano durante la Segunda Guerra Mundial como parte de los "soldados búfalo", el primer batallón africano-americano, que no sólo combatieron a los nazis en Italia, sino el menosprecio y segregación de sus superiores caucásicos.

Con ese provocativo inicio yo esperaba una película rebosante del clásico mensaje racial de Spike Lee, ciertamente justificado pero estridente y obvio. Sin embargo el exceso ideológico desaparece rápidamente cuando la historia se transforma en un rico tapiz de culturas y eventos que no sólo celebra a los soldados negros que combatieron, sino a los valientes miembros de la resistencia italiana... e incluso algunos nazis honorables que seguían órdenes, pero sin olvidar su compasión humana, y sin aceptar ciegamente los desvaríos del Führer.

En cierto modo esa inesperada ambición narrativa termina haciendo la película bastante cansada. Desviando la atención en individuos y situaciones tangenciales al regimiento negro, Lee deja que la trama siga un camino torcido y lleno de poco eficientes digresiones. La sub-trama del "niño mágico" me pareció particularmente exagerada e inútil, así como la rivalidad de dos soldados por el amor de una guapa mujer toscana. No me malinterpreten... Miracle at St. Anna es interesante escena por escena, y está repleta de agudos diálogos sobre la guerra, la camaradería en combate y, claro, el inherente conflicto racial; pero la historia principal desaparece durante largos ratos mientras contemplamos algún aspecto quizás histórico pero (perdón por decirlo) irrelevante para la trama. Sé que esas vertientes dramáticas son una válida herramienta frecuentemente empleada por Spike Lee; pero esta vez el resultado no fue tan bueno como, por ejemplo, en Do the Right Thing o Summer of Sam.

A pesar de todo eso hay mucho que admirar en Miracle at St. Anna, desde las multinacionales actuaciones hasta la excelente ambientación que pinta con vívidos trazos la campiña italiana bajo la opresión alemana... sin olvidar las brutales y crudas escenas de batalla. No estarán al nivel de Saving Private Ryan, pero reflejan similar intensidad, caos y sufrimiento.

He mencionado varias veces mi afición por la obra de Spike Lee. Entiendo que su usual postura, desafiante y explosiva, hace sus películas difíciles de asimilar para mucha gente. Pero creo que es innegable su talento como director, incluso si sólo tomamos en cuenta sus películas menos políticas (como la excelente 25th Hour y la tensa Inside Man). Miracle at St. Anna no se aproxima ni remotamente al mejor trabajo de Lee, pero aún así merece una tenue recomendación por su básica intención de mostrar un aspecto de la Segunda Guerra Mundial ignorado casi universalmente. Y porque poca gente se atrevería a filmar esta historia con el aplomo y arrogancia de este director. Sólo desearía que hubiera controlado su desmedida ambición para enfocarse de lleno en el tema principal. Estoy seguro de que los veteranos "soldados búfalo" también lo hubieran agradecido.
Calificación: 6.5