Enemigos Públicos (Public Enemies)

De niño me gustaba pasar tiempo en la habitación de mi abuelo, pues tenía una impresionante colección de revistas norteamericanas, desde Popular Mechanics (algo así como el Gizmodo de los cincuentas y sesentas) hasta Victory! (sobre la Segunda Guerra Mundial) y True Crime, en la que se describían las aventuras de famosos policías y criminales, empleando prosa maravillosamente amarillista y (ahora me doy cuenta) amplia "licencia creativa" para hacer las historias más emocionantes o heroicas. Ahí me enteré por primera vez (tal vez a una edad demasiado corta) de las "hazañas" de John Dillinger y su estoico rival Melvin Purvis, quien, con ayuda de sus "G-Men", combatían el crimen organizado con igual o mayor entusiasmo que los Intocables de Eliot Ness. Quizás la película Enemigos Públicos necesitó un poco de ese amarillista entusiasmo para hacerla más interesante, pues a pesar de sus buenas actuaciones y pulida dirección no me dejó del todo satisfecho por la falta de enfoque que sufre el libreto, al menos durante su primera hora.

La trama sigue la carrera criminal del célebre John Dillinger (Johnny Depp), experto ladrón de bancos cuya violenta carrera en la década de los treintas capturó la imaginación de los Estados Unidos como un desafiante anti-héroe que de algún modo distraía a la gente de los efectos de la Gran Depresión. Al mismo tiempo vemos cómo el misterioso J. Edgar Hoover (Billy Crudup) establece los cimientos del FBI, comenzando por el nombramiento del brillante agente Melvin Purvis (Christian Bale) como líder de un grupo especializado en la captura de Dillinger y su banda. Y así, a lo largo de varios meses se desarrolla una intensa rivalidad entre criminal y policía; mientras Purvis emplea métodos científicos para capturar al fugitivo, Dillinger usa su extensa red de contactos criminales (por no mencionar su gran suerte) para mantenerse un paso adelante de la ley. Sin embargo, el arrogante ladrón no se da cuenta de que su extravagante estilo de vida podría causar su caída...

Contemplando el increíble estilo visual que el director Michael Mann cultivó en décadas pasadas (desde la serie televisiva Crime Story hasta la cinta Heat) me ha decepcionado un poco el extraño giro manifestado en sus más recientes obras, mucho más crudas, realistas y casi libres de adornos visuales. Quizás ese nuevo estilo funciona bien en películas "contemporáneas", como Collateral y la adaptación fílmica de Miami Vice; pero no me pareció totalmente apropiado para una "cinta de época", como Enemigos Públicos. La fluida cámara digital de Mann (y su genial cinematógrafo Dante Spinotti) realza la intensidad de varias sobresalientes secuencias de acción (algunas copiadas de Heat), y también contribuye a la atmósfera de pasajes más relajados y dramáticos; sin embargo sentí un extraño anacronismo durante toda la película que me impidió "sumergirme" en la historia. Tal vez sean los decorados; por mucho que Mann use autos antiguos, ropa y sombreros, no hay gran sensación histórica en la película entera. O quizás sea simplemente ese fuerte contraste entre el tradicional cine de gángsters y las modernas técnicas (casi experimentales) empleadas por el director.

Otro problema, como mencioné al principio, es un argumento demasiado difuso, sobre todo al principio. El desarrollo de los personajes es extremadamente superficial, y la abundancia de rostros (tanto de parte de la ley como en el elemento criminal) invita a la confusión o, peor aún, a la apatía, pues es difícil establecer un lazo emocional cuando no sabemos quién es quién, o cuáles son sus relaciones. Por ejemplo, cerca del final muere un amigo de Dillinger, y supongo que el director quiere hacernos sentir ese "golpe" emocional. Sin embargo no ha habido escenas donde veamos la relación entre ambos, o al menos algo que lo separe de los anónimos esbirros que caen como moscas en las múltiples balaceras de la película. También hay una escena en la que una mujer le dice a Dillinger: "No te conozco". Él responde con una breve biografía, a la que añade "¿Qué más necesitas saber de mi?". Parecería que Mann está dirigiendo la pregunta al público, pues no hay esfuerzo alguno por establecer la motivación de los personajes. Y lo poco que se logra filtrar es gracias al excelente trabajo de Depp y Bale.

Lo cual me lleva a los muchos puntos buenos de la película. Johnny Depp y Christian Bale son rivales dignos, igualmente fuertes y carismáticos. La segunda hora de la película desecha gran parte del "relleno" melodramático y con ello encuentra finalmente el enfoque específico que tanto necesitaba. La "cacería" se vuelve más emocionante y los métodos de ambos bandos empiezan a fundirse en una nube amoral donde el fin justifica los medios. No hay mucha ambigüedad, pero su breve presencia eleva el drama y hace más tensas las confrontaciones, incluso si sabemos cómo terminará la película. Igualmente merece mención el talento de Mann para orquestar escenas de acción claras e impactantes, libres de la usual glamorización que vemos en el cine de Hollywood. Y no hace falta decir que el héroe (o anti-héroe) de la película es el villano. El trabajo de Christian Bale será muy bueno, pero Johnny Depp carga la cinta entera sobre sus hombros, y aunque tal vez decepcione a los fans del Capitán Sparrow, su actuación es sutil, detallada y brillante. Tiene que serlo, pues sólo así logra llenar parcialmente los abundantes huecos que deja el libreto.

Creo que Enemigos Públicos tiene muchas cosas recomendables, aunque nos haga esperar una hora antes de encontrar el camino correcto y el ritmo apropiado. Sigo teniendo fe en Michael Mann, pero ojalá no caiga en la trampa tecnológica que ha atrapado a otros directores, deslumbrados por las posibilidades del cine digital hasta perder de vista el genuino propósito del arte narrativo. Pienso que, en su más básico nivel, Enemigos Públicos no supera los logros de célebres cintas como The Roaring Twenties, la original Scarface o incluso The Untouchables; sin embargo es una notable interpretación de un género clásico filtrado a través de una dinámica sensibilidad contemporánea que quizás la haga menos "creíble", pero más intensa y real... incluso si no fue lo más apropiado para el tema que retrata. Como sea, es digna de ver en la pantalla grande, especialmente con buen sonido para sentir en los huesos el espeluznante rat-tat-tat de las ametralladoras Thompson, escupiendo mortales lenguas de fuego en la gélida noche urbana... tal como lo describían en True Crime.
Calificación: 8