Poultrygeist: Night of the Chicken Dead

Es imposible describir las películas de Troma Films a quien nunca haya experimentado la agresión sensorial provocada por la mezcla de entusiasmo amateur, ineptitud técnica y grotesco humor que ofrecen (o infligen) películas como Terror Firmer, Tromeo & Juliet, Class of Nuke'em High y desde luego la saga de The Toxic Avenger (cuatro películas hasta el momento). Este legendario estudio neoyorquino ha hecho de su filmografía una oda al mal gusto, la "incorrección política" y la desnudez innecesaria, preferentemente con lesbianas. En otras palabras no hay tabús para Troma Films, y aunque su director (corporativo y fílmico) Lloyd Kaufman no se canse de calificar sus películas como "arte" (irónicamente, espero), es obvio que su principal objetivo es hacernos reír, vomitar, reír de nuevo y quizás pensar un poco entre ataques de náusea. O tal vez Kaufman toma demasiado en serio su "arte", y simplemente se trata del director más ciego a su propia incompetencia (exactamente como el que interpretó en Terror Firmer). Pero no creo que sea así.

Poultrygeist es la décima película "tromática" de Kaufman, y dentro de todo hay que admitir que es la más ambiciosa y pulida del estudio, quizás con la única excepción de Tromeo & Juliet (la cual, según el rumor, fue realmente dirigida por James Gunn). Por "ambiciosa" quiero decir que tiene más efectos "especiales" que cualquier otra, más extras (sin costo, pues son fans reclutados en su página web) y más desnudos. Ah, y también es un musical.

La trama, si así puede llamársela, sigue las aventuras de Arbie (Jason Yachanin), un clásico perdedor que regresa de la universidad a su pueblo natal de Tromaville para recuperar a su novia Wendy (Kate Graham). Desafortunadamente la joven ya tiene nueva novia, y se ha aliado a un grupo activista lésbico que protesta la inauguración de un restaurante especializado en pollo frito... construido sobre un cementerio indio. Obviamente cae una maldición sobre el restaurante, y cuando los pollos fritos empiezan a resucitar y atacar a los clientes, el dueño trata de ocultar la tragedia. Pero los activistas descubren que algo raro pasa, y deciden atacar el establecimiento, morir grotescamente y de vez en cuando interpretar números musicales al desnudo. Para ese momento no conviene esperar mucha lógica, sino sólo "disfrutar" el desfile de escandaloso humor racista, vómito verde, numerosas escenas de gente en el baño e inapropiadas canciones que hacen burla de todo lo relacionado con la comida rápida.

Los personajes tienen nombres como Arbie, Carl Junior, Paco Bell y Denny; es obvio que Kaufman emplea el ridículo argumento de Poultrygeist para emitir un genuino mensaje político acerca de la obsesión norteamericana con la comida rápida. No sé si realmente funciona, pero al menos me hizo pensar que había propósito detrás de los excesos estilísticos y visuales. Y cuando digo “excesos” me refiero a cosas que John Waters consideraría de mal gusto. Por ejemplo, algunos espectadores podrían pensar que no hacía falta la escena de un hombre obeso defecando... filmada desde el punto de vista del inodoro. Pero bueno, esa es una de las cosas a las que uno se expone cuando ve una película de Troma Films. Acéptenlo o sálganse del baño.

Para este momento el lector sabrá si Poultrygeist suena como precursora del Apocalipsis o como una obligatoria obra de auténtico cine independiente. Yo me inclino por lo segundo, pero no culparía a nadie que pensara lo primero. Troma es definitivamente un "gusto adquirido" que no debe imponerse a nadie. Pero si se descubre en el momento apropiado puede abrir nuevas puertas en la mente del espectador. Quizás sean puertas que debían mantenerse cerradas... aunque puedo alegar que cualquier expansión de la mente es mejor que mantenerla cerrada a expresiones que contradigan nuestra opinión personal. Ese implacable mensaje de tolerancia es lo mejor que aporta la obra de Troma Films. Y al menos por eso debo respetarla.
Calificación: 8