Fight Night (Rigged)

Recientemente se han producido varias películas acerca de peleas ilegales, como Never Back Down, Fighting y The Red Canvas. Como puede esperarse, todas siguen la tradicional fórmula del "perdedor" que debe luchar no sólo contra poderosos contrincantes, sino contra su inseguridad, tragedia familiar o algún otro cliché que haga más personal la historia. El cine independiente no está exento de seguir la misma tendencia pero, si tenemos suerte, podremos encontrar ahí una receta similar preparada con mayor sofisticación, o al menos con mejor narrativa.

Fight Night (también conocida como Rigged) logra exactamente eso. Su combinación de visión artística y sensibilidad comercial dan como resultado una película de difícil clasificación... en un nivel imita los temas que hemos visto en cintas pugilísticas desde Rocky hasta Million Dollar Baby (sin el depresivo giro final), pero también funciona como un interesante estudio de caracteres, en el que dos personas muy distintas encuentran una meta común gracias a su perfecto balance de habilidad, astucia y tenacidad, no sólo para alcanzar fugaz gloria en el ring, sino para obtener una nueva actitud frente a la vida y dominar sus “demonios personales”.

Al principio de Fight Night conocemos a Michael Dublin (Chad Ortis), negociante fracasado con sueños de grandeza, cuyo trabajo como promotor de peleas clandestinas resulta en tantos golpes para él como para sus boxeadores. Mas todo cambia cuando conoce a Katherine Parker (Rebecca Neuenswander), feroz pugilista cuyos puños de hierro e inquebrantable actitud se ocultan tras una engañosamente esbelta y atractiva figura femenina. Entonces, explotando la incredulidad de sus oponentes y el menosprecio que el público masculino muestra por ella, Katherine empieza a ascender en ese sórdido mundo, guiada por el astuto Michael... pero su relación podría arruinarse cuando la ambición del promotor lo orilla a “arreglar” peleas, sin que su boxeadora lo sepa.

Aunque las numerosas contiendas que ofrece la película son su punto fuerte, encontré igualmente interesante la relación entre los protagonistas, cuya evolución es creíble y sincera gracias a las excelentes actuaciones de Ortis y Neuenswander. Por cierto, esta desconocida actriz es aparentemente una genuina deportista haciendo su impresionante debut en Fight Night, y ojalá la veamos más seguido, pues además de su obvia habilidad física tiene carisma y arrolladora presencia en la pantalla.

El libreto tampoco decepciona; quizás sea poco original, pero añade suficiente suspenso a la fórmula gracias a su impredecible tono. Otro considerable acierto es la ausencia de un forzado romance entre promotor y boxeadora. De hecho, creo que esa simple omisión enriquece la historia, pues extiende la motivación de los personajes y da nueva dimensión a la explosiva dinámica que comparten durante toda la película. Además, por el simple hecho de ser una producción “independiente”, no podemos asumir que tendrá un final feliz al estilo Hollywood.

La cinematografía, edición y otros aspectos técnicos de Fight Night son competentes, aunque se notan sus limitaciones en las insípidas locaciones y genérico elenco secundario. No obstante, merece una recomendación porque, al igual que su indomable protagonista, superó mis expectativas al trascender la mera fórmula boxística con sólidos personajes, estilizada dirección y una económica narrativa que sabe cuándo abrazar los clichés y cuándo ignorarlos para beneficio de la historia. En resumen, Fight Night fue una agradable sorpresa que no recibirá trofeos, pero sin duda ha ganado una modesta y digna esquina en el nicho del cine deportivo.
Calificación: 8