
La película comienza con un breve prólogo ubicado en el año 2007 antes de saltar hasta el año 2018, una década después del "día del juicio" en el que la computadora consciente SkyNet trató de eliminar a la humanidad con un diluvio de bombas atómicas. El plan funcionó casi a la perfección; las grandes ciudades están destruidas y los escasos sobrevivientes se agrupan en aisladas comunidades, ocultándose del cada vez más sofisticado ejército de máquinas empeñadas en el exterminio de la "amenaza humana". Pero aún hay esperanza en la forma de la Resistencia, una bien equipada organización de soldados que luchan por retomar el control del planeta. Entre ellos está el audaz John Connor (Christian Bale), considerado por algunos como el futuro redentor de la humanidad... y por otros como un falso profeta con delirios de grandeza. Entonces, cuando los líderes de la Resistencia diseñan una estrategia casi segura para destruir a SkyNet, Connor se ofrece para dar el golpe final; pero para lograrlo deberá colaborar con un inesperado aliado, que podría ser esencial para la victoria humana... o para su destrucción absoluta.

A pesar de eso, me decepcionaron las abundantes incongruencias y fallas lógicas que presenta. Parece que por cada detalle ingenioso o escena interesante hay una forzada situación o increíble coincidencia que sabotea la película, no fatalmente, pero lo suficiente para desear que el director McG y su equipo de escritores hubieran cuidado más esos simples elementos (por ejemplo, ¿para qué necesitan monitories o teclados los robots? ¿Por qué el corazón mismo de SkyNet está protegido por un sólo androide? ¿Necesitábamos realmente un clásico monólogo de villano al final de la película?).

Los efectos especiales son vistosos y funcionales. Quizás los robots de Terminator: La Salvación no sean tan espectaculares como los autobots de Transformers 2, pero sus batallas realmente provocan emoción y suspenso... por no mencionar que se entiende lo que ocurre en la pantalla. Punto para McG. Las bien orquestadas secuencias de acción cumplen su función de impresionar sin descuidar los requerimientos de la historia. Y aunque no siempre sean creíbles, al menos tratan de mantenerse en los más nebulosos límites de la realidad (a pesar de ello encontré uno o dos momentos que me recordaron el satírico trabajo de McG en Charlie's Angels).

Calificación: 8