Entré a ver esta película pensando que sería algo así como una versión "lite" de The Color Purple, y en cierto modo así es. Sin embargo, sería injusto llamarle una simple copia, pues aunque toca temas similares a los de aquella clásica cinta, Sabor a Miel añade una sensibilidad distinta, igualmente interesada en examinar el racismo e intolerancia, pero más optimista (y hasta graciosa) con su mensaje de vida... aunque a fin de cuentas no busca ser un sobrio recuento histórico, sino una simple fantasía un tanto espesa y empalagosa. Como la miel, já já (perdón).
La trama se desarrolla en el sur de los Estados Unidos durante la década de los sesentas, cuando empezó a tomar fuerza el movimiento a favor de los Derechos Civiles propuesto por Martin Luther King y Malcolm X. En ese entorno presenciamos la accidental muerte de Deborah Owens (Hilarie Burton) a manos de su pequeña hija Lily (Emily Alyn Lind), quien años después, como una adolescente rebelde e independiente (ahora interpretada por Dakota Fanning), se ve atrapada en una disfuncional relación con su bien intencionado pero torpe padre T. Ray (Paul Bettany). Su única amiga es Rosaleen (Jennifer Hudson), su niñera negra, quien es brutalmente golpeada por algunos racistas campesinos enojados por su nuevo derecho al voto. Entonces, sin el apoyo de su padre y con su amiga en peligro, Lily decide huir de casa con Rosaleen para refugiarse en una comunidad de mujeres dedicadas a la apicultura, donde las lecciones que recibe sobre la recolección de miel serán de gran ayuda para que Lily encuentre su camino futuro... y paz con su pasado.
A diferencia de otros ex-actores infantiles, Dakota Fanning está afrontando la adolescencia con aplomo, buena presencia y sin perder su tremenda habilidad histriónica. Incluso me atrevo a decir que su bizarra actitud de "adulto miniatura" está esfumándose conforme su edad real alcanza su aparente edad intelectual. Será interesante ver el futuro desarrollo de su carrera, esperando que tenga tanta suerte como Jodie Foster, Ron Howard y otras estrellas infantiles que lograron evadir los problemas emocionales y profesionales de una infancia sacrificada en aras del escenario. Jennifer Hudson y Queen Latifah tienen papeles convencionales (mujer independiente y sabia matrona, respectivamente), pero logran sacarles bastante jugo con su intensidad y férreo compromiso. Y aunque su participación sea corta, me impresionó mucho el británico Paul Bettany por su excelente interpretación de un padre de familia sureño, cuya ambigua actitud está dividida entre su protector instinto y el resentimiento por la muerte de su esposa. Hubiera sido fácil pintarlo como un ignorante campesino, pero el guión decide tomar un camino más realista, balanceando sus vicios y atributos sin comprometerse con una postura moral absoluta. Para villanos sobra con los vecinos del pueblo, no sólo racistas sino crueles y violentos. Supongo que lo primero era "normal" en el período histórico que retrata la película (ese es exactamente el punto de la película), pero no justifica sus despiadadas acciones. No obstante, su odiosa presencia es necesaria como motor de la trama, pues el crecimiento emocional de la protagonista (y la aceptación de sus propias acciones) comienza cuando huye de ese hostil ambiente.
Sabor a Miel está basada en la novela The Secret Life of Bees, de Sue Monk Kidd, y la adaptación cinematográfica que realizó la directora Gina Prince-Bythewood parece sufrir el clásico síndrome de "novela llevada a cine". Quizás la guionista quiso incluir momentos importantes para ella, pero no necesariamente para la trama, resultando en muchos pasajes lentos y otros que surgen de la nada sin contribución notable a la historia principal, excepto como obligatorias estaciones sentimentales cuya función es sacarnos lágrimas cada determinado tiempo. Hay momentos emocionales que se sienten naturales y realistas, pero muchos otros huelen a manipulación y artificio dramático orientado precisamente al público femenino. Claro que esa es tan sólo mi perspectiva personal, y advierto que me interesó más el misterio sobre el asesinato que inicia la película, y no tanto las repetitivas lecciones que la protagonista recibe de sus sabias tutoras. Tómenlo como la opinión de un troglodita que rara vez comprende las sutilezas del "chick flick".
Me gustó la primera media hora de Sabor a Miel, y su sobria pero satisfactoria conclusión. Sin embargo, la hora intermedia me pareció lenta, redundante y no siempre honesta. A pesar de todo, me siento inclinado a recomendarla por sus complejas actuaciones, su diseño de producción "gótico sureño", y sobre todo porque su mensaje sigue siendo importante, no sólo en relación con los asuntos raciales, sino con la aceptación de la responsabilidad personal y la búsqueda de redención por errores pasados. Cierto, son clichés y la película los trata como tales, pero hay verdades universales detrás de ellos, y al menos le doy crédito al equipo creativo por no perder de vista ese importante detalle. Sé que no pertenezco al público ideal de esta cinta, y sé que hay mejores "chick flicks", pero encontré este tolerable y ocasionalmente entretenido. Traducción: al menos no me arrepentí por no ver de nuevo Watchmen.
Calificación: 7
sábado, 14 de marzo de 2009
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