El protagonista es Diego Sanz (Eduardo Noriega), doctor especializado en pacientes terminales que sufren mucho dolor por sus respectivas enfermedades. Constantemente rodeado de sufrimiento, Diego ha erigido una barrera emocional que le impide empatizar con sus pacientes, y es tan buena su estrategia que también ha alejado a su ex-esposa Pilar (Cristina Plazas) y su hija adolescente Ainhoa (Clara Lago). Sin embargo la actitud de Diego cambia cuando se ve envuelto en un caso de suicidio/asesinato frustrado, el cual le confiere el mágico poder de la curación. Pero... ¿es un poder real, o solo son coincidencias las inexplicables recuperaciones de pacientes al borde de la muerte? Quizás la previamente desahuciada Sara (Angie Cepeda) podría orientarlo al respecto. Y desde luego la respuesta será más peligrosa de lo que el doctor imaginaba.
La premisa es muy interesante, aunque tiende a perder enfoque por la cantidad de coincidencias y situaciones forzadas que el guionista Daniel Sánchez Arévalo emplea para impulsar la historia. Por otro lado, también consigue paralelismos ingeniosos y profundas analogías que revelan una narrativa ambiciosa y bien planeada. El problema surge cuando estos trucos se acumulan y el argumento pierde el equilibrio por el peso de las sub-tramas, cambiando varias veces de dirección en vez de seguir un flujo orgánico y continuo. A pesar de ello, estas excesivas sub-tramas no se sienten como relleno, sino como válidas exploraciones del tema principal. Quizás debieron dejarse para una hipotética secuela (mala solución) o hacer la película más larga para darles oportunidad de integrarse mejor a la narrativa (peor solución). Como sea, creo que una simplificación de temas, personajes y eventos hubieran hecho El Mal Ajeno más lineal y accesible, sin perder el impacto emocional de la premisa, ni su válida moraleja de "ten cuidado con lo que pides, porque puedes obtenerlo" (o algo así; el final es suficientemente ambiguo para que cada espectador extraiga su propia enseñanza).
Por el lado positivo destacan las actuaciones de Eduardo Noriega, Cristina Plazas y Angie Cepeda. La siempre interesante Belén Rueda contribuye con una decente participación, y alcanza fugaces momentos de virtuosismo histriónico; pero su personaje pertenece al elemento romántico de la cinta, el cual (en mi humilde opinión) salió sobrando. También es justo señalar la excelente cinematografía de Josu Inchaustegui, quien combina la estereotípica paleta fría del hospital con detalles cálidos para enfatizar la humanidad de los personajes; todo ello respaldado por un diseño de producción igualmente apto para crear un entorno clínico creíble, pero sin hacerlo monótono o estéril (¡ja!). Finalmente, la dirección del debutante Oskar Santos me pareció competente y moderada, lo cual es precisamente lo que necesitaba esta historia para sacar el máximo provecho de su densa narrativa y profundo significado. Lástima que el libreto pierda el rumbo en demasiadas ocasiones. Aún así creo que hay más aciertos que fallas en El Mal Ajeno, así que puedo recomendarla por sus actuaciones, refinada manufactura y provocativa intención de ponernos a pensar con una clásica fábula moralista disfrazada de drama moderno. Y lo digo como alguien indiferente a los dramas médicos que infestan la televisión contemporánea.
Calificación: 7.5
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