Siempre Hay Tiempo Para Reír (Funny People)

Quizás Judd Apatow reconoció que sus seguidores (e imitadores) ya explotaron hasta la saciedad el estilo de comedia que él popularizó, y por eso decidió hacer algo diferente en su tercera película como director, igualmente fundamentada en el inherente humor de adultos inmaduros, pero con un fondo emocional más sincero, que trasciende las simples risas con su mensaje sobre la amistad, el éxito y el humor mismo. El riesgo obvio que enfrenta Apatow es quedar como un pretencioso e insoportable "artiste" (leerlo con acento francés) cuya ambición excedió su talento... y aunque no siempre escapa tal calificativo, debo decir que me impresionó el sobrio tono de Siempre Hay Tiempo Para Reír, y muchos de sus acertadas observaciones sobre los temas que analiza.

La mezcla de drama y comedia comienza con la noticia de que George Simmons (Adam Sandler) tiene una rara forma de leucemia que le quitará la vida en poco tiempo. La ironía de la triste situación es que Simmons es un exitosísimo comediante que vive la relajada vida de una estrella en su gran mansión gracias a las fortunas que recaudaron sus bobas películas. Pero el golpe de enterarse que todo ese éxito no evitará su fallecimiento lo lleva a replantear su carrera y sus prioridades. Y por razones inciertas al principio, decide hacerse amigo de Ira (Seth Rogen), un inepto aspirante a comediante que apenas comienza con torpes rutinas de "stand up" mientras trabaja en un restaurante. Entonces Simmons le ofrece un puesto de asistente/escritor, y así comienza una amistad que de algún modo llena huecos en ambas vidas y quizás cumpla sus sueños... aunque no sean los que esperaban.

El principal problema que encontré con Siempre Hay Tiempo Para Reír fue su protagonista. Por lo general encuentro intolerable el estridente y nada gracioso estilo de Adam Sandler (los primeros segundos de la película me causaron dolor físico, y consideré salirme antes de que terminaran los créditos). Afortunadamente el resto de la cinta reduce el volumen del actor, y lo obliga a conciliar sus gracejadas con una actuación seria y hasta melancólica. No la considero tan buena como en Punch-Drunk Love, pero es del mismo estilo. Al menos lo suficiente para no sacarme los ojos viéndolo durante casi dos horas y media.

Lo cual me recuerda el otro problema de la película: ¡¿dos horas y media para repetir el clásico cliché del payaso que llora por dentro?! Me gusta que Apatow se haya atrevido a desafiar expectativas ampliando su ambición y alejándose de su cómodo nicho. Pero un poco de control y disciplina hubieran ayudado a enfocar su visión y desarrollar con mayor sustancia la historia principal, extirpando los abundantes personajes periféricos que distraen la atención. Lo malo... es que la mayor cantidad de risas provienen justamente de esos desechables personajes (por ejemplo, la frase que más me hizo reír es del doctor que atiende al protagonista). Desde Jonah Hill hasta Aubrey Plaza y Jason Schwartzman, sus interpretaciones de comediantes en distintas etapas de su carrera (¡qué original!) representan el lado ligero-triste de la película, a diferencia de Sandler, que se encarga del lado trágico-triste.

Suena raro, pero resulta apropiado para el tono de la historia. Y, descartando su excesiva duración, encontré bien balanceados los elementos trágicos y humorísticos del libreto (aunque de vez en cuando la comedia se siente incómoda y el drama cae en el sentimentalismo - como en los montajes musicales). Advierto que no será para todos los gustos, y quienes esperen otra obra en el mismo estilo de The 40 Year Old Virgin o Knocked Up, quedarán decepcionados (o confundidos). A fin de cuentas creo que Siempre Hay Tiempo Para Reír no es una película excepcional, pero sí una legítima reflexión que revela inesperada profundidad en Judd Apatow, el cineasta que (para bien o para mal) cambió el rostro de la comedia moderna. ¿Hará lo mismo con el drama? Lo dudo, pero fue interesante presenciar su experimento. Veremos si en el futuro regresa a la comedia "normal" tras exorcizar los demonios que lo llevaron a escribir una historia tan oscura; o si procede con temas más serios, que analicen con igual detalle otros aspectos de la experiencia humana. Pero, haga lo que haga, por favor menos Sandler.
Calificación: 7