The Wild Man of the Navidad

Aunque me interesa la "criptozoología" desde niño, no sé si realmente puedo creer el testimonio, fotografías, etc. de gente que afirma haber visto a Sasquatch, el Yeti, el Monstruo del Lago Ness y demás "críptidos" que hacen más interesante la vida en la Tierra. Me fascina la posibilidad de su existencia pero el sentido común sugiere lo contrario. Como sea, me atraen las películas que giran alrededor del tema, incluso cuando su intención sea meramente comercial y amarillista, en vez de científica o racional. De hecho, he notado que entre más fervientemente prometen estar "basadas en hechos reales", resultan más absurdas, exageradas y hasta involuntariamente graciosas. The Wild Man of the Navidad presenta un caso único, pues aunque no sea particularmente buena, su manufactura semi-documental pone igual énfasis en el "realismo" de su criatura epónima, en los elementos sangrientos típicos en una película de terror, y en la perturbadora atmósfera que fomenta su leyenda.

The Wild Man of the Navidad dramatiza los testimonios de un tal Dale Rogers (Justin Meeks), granjero en el estado norteamericano de Texas que durante muchos años protegió celosamente su rancho de intrusos. Sin embargo la dura situación económica lo obliga a vender permisos para que cazadores y campistas se internen en su propiedad, aunque les advierte vehementemente que se mantengan alejados de cierta zona cercana al río Navidad... pues por ahí ronda desde hace mucho tiempo una violenta criatura bípeda, matando aves, ganado... y de vez en cuando turistas despistados. Desde luego los campistas y cazadores ignoran su consejo, y son rápidamente despachados por el monstruo. Entonces, en la mejor tradición tejana, se organiza una expedición para cazar de una vez por todas al hombre salvaje, y poner fin a su ola de terror... aunque sobra decir que los papeles de cazador y presa podrían invertirse sin previo aviso.

Tanto por la naturaleza del "críptido" que retrata, como por la genuina atmósfera "hillbilly" que se esfuerza en conseguir, The Wild Man of the Navidad muestra obvia influencia de la clásica cinta The Legend of Boggy Creek, que en 1972 dramatizó de manera solemne y realista los encuentros entre una similar criatura humanoide y los habitantes de las pantanosas regiones que forman la frontera entre Texas y Arkansas. Ahora, casi cuarenta años después, los directores Justin Meeks y Duane Graves emplearon una estrategia similar, usando actores improvisados y extras locales, seleccionados justamente por su "sabor" rústico y poco sofisticado, reclutados en bares y granjas de la región para, a fin de cuentas, repetir las mismas leyendas que escucharon desde pequeños sobre el "hombre salvaje" del río Navidad. El inflexible (y hasta repulsivo) realismo conseguido por ese elenco elevó mi aprecio por la película, aunque eventualmente terminó alejándome. No quiero sonar snob o racista, pero los burdos e ignorantes habitantes del pequeño pueblo no son exactamente personajes gratos para acompañarnos durante hora y media. O, para ser más claros, son exactamente el tipo de personas que pusieron a George W. Bush en la presidencia... 2 veces.

Pero bueno, no hablemos de política. Como película de terror, creo que The Wild Man of the Navidad es cansada, predecible e incómoda. La primera media hora de lento drama familiar y ocasionales visitas al bar no contribuyen a la trama y sólo aburren al espectador. Sin embargo no puedo negar que forman parte importante de esa opresiva atmósfera que tanto me impresionó, incluso si al mismo tiempo la sentí desagradable. Como se puede esperar, los rudimentarios efectos especiales son toscos y eficaces, complementando apropiadamente el tono de la película. Y es ese tono lo que me obliga a darle una moderada recomendación. No disfruté la experiencia fílmica, pero como artefacto cultural me pareció fascinante, pues ilustra con precisión un entorno socio-económico perfecto para perpetuar leyendas que, independientemente de su "veracidad", expresan los vicios, recelos y temores de una comunidad sumida en la ignorancia... o quizás libre de los prejuicios culturales que impiden a los "citadinos" asimilar eventos que escapan nuestra comprensión por no ajustarse a una más simple y ordenada interpretación del mundo. Indudablemente ambos enfoques son válidos... sobre todo cuando la “realidad” ofrece más terrores que la inocente criptozoología.
Calificación: 7