Identidad Sustituta (Surrogates)

Es cierto que la robótica ofrece fascinantes posibilidades para el futuro, auxiliando a la humanidad en tareas peligrosas o desagradables. Pero en mucho sentidos creo que el avance en telecomunicaciones e informática hizo obsoleta la automatizada utopía que los científicos pronosticaban desde los años cuarentas. No digo que el Internet haya eliminado la necesidad de robots; simplemente digo que al ser una tecnología más económica, simple y accesible, alteró el camino de la sociedad, así como las expectativas por las nuevas comodidades del "futuro". En otras palabras, creo que con los mundos virtuales compartidos, redes sociales y entretenimiento digital instantáneo, sería prácticamente incomprensible el impulso por regresar al mundo de los tornillos y tuercas, reemplazando el paradigma digital por uno mecánico, obviamente más costoso, inestable y propenso a fallas.

Con esta pobre emulación de Noam Chomsky quiero decir que, aunque me pareció levemente entretenida la película Identidad Sustituta, considero absolutamente inverosímil el futuro que plantea, donde la gran mayoría de la población emplea avanzados robots de casi perfecta apariencia como avatares mecánicos que realizan todas sus actividades diarias, desde el trabajo hasta el placer, mientras los "operadores" humanos descansan en sus casas, controlando a sus robots sustitutos desde camas con alta tecnología que los mantienen aislados y seguros de los peligros del mundo "real". O, dicho simplemente, como si nuestros personajes de World of Warcraft (pero con traje y corbata en vez de armadura) fueran a la oficina en nuestro lugar, mientras los manejamos en pijamas desde casa.

En ese inconcebible mundo encontramos al agente del FBI Tom Greer (Bruce Willis) y a su compañera, la Agente Peters (Radha Mitchell) investigando un extraño fenómeno: alguien está destruyendo robots sustitutos, con la inesperada consecuencia de que también mueren sus operadores humanos, lo cual es supuestamente imposible por los sistemas de seguridad establecidos para evitar tales "accidentes". Los crímenes parecen señalar a un culto de humanos anti-tecnología que se han albergado en pequeñas comunidades soberanas, a donde está prohibido el acceso de cualquier robot. Entonces, en una accidental visita a una de esas comunidades, el sustituto de Greer es destruido, y el agente debe continuar la investigación enfrentando al mundo con su cuerpo de carne y hueso, lo cual le da muchas desventajas... y algunos inesperados atributos.

Supongo que Identidad Sustituta tiene la buena intención de advertirnos sobre el desenfrenado uso de la tecnología en nuestra interacción con otros humanos. Pero, como dije, no encuentro creíble o lógica la premisa, por lo que su mensaje pierde fuerza y relevancia, dejándonos solamente con otra mediocre película de ciencia ficción con muchos efectos especiales, persecuciones, explosiones... y apatía total por el triunfo o fracaso de los protagonistas.

Lo cual no quiere decir que la película carezca de elementos interesantes. El director Jonathan Mostow tiene buen instinto para combinar drama humano con sólidas escenas de acción, ingeniosas y bien coreografiadas, aunque algunas sufran de mediocre "wire work" (no tan malo como en Wolverine, pero aún así notorio por su artificialidad). También me gustó la poco sutil diferencia entre los sustitutos y sus operadores humanos, no sólo en apariencia, sino en actuación. Y aunque Bruce Willis puede interpretar hasta dormido el clásico papel de policía apaleado, creo que nadie lo hace mejor (con la posible excepción de Al Pacino).

Entre más lo pienso, más ridícula encuentro la premisa de esta película. La tecnología de sustitutos robóticos debe ser costosa; sin embargo, el noventa y ocho por ciento de la población tiene acceso a ella; ¿eso quiere decir que viven en una perfecta sociedad comunista de recursos compartidos? ¿O lograron abolir la pobreza con algún otro mágico descubrimiento? No parece ser el caso pues, con la excepción de los robots, el mundo de Identidad Sustituta no se ve significativamente más avanzado que el nuestro. Creo que, simplemente, los guionistas no tuvieron mucha convicción en la idea, o los productores tuvieron miedo de afrontar la compleja cadena causal y llevarla a su lógica consecuencia. Como sea, el resultado fue una película torpe y mal planeada que al menos no aburre por su casi constante acción y por la buena química entre Willis y Radha Mitchell. Pero en los demás aspectos, es un fracaso narrativo que trata de sustentarse en ideas ilógicas mientras nos da un mensaje bien intencionado pero hueco e innecesario. Realmente no puedo recomendarla, y como sustituto (¡ja!) sugeriría mejor leer algún libro de William Gibson, Neal Stephenson o Philip K. Dick, en los que se proponen futuros plausibles, interesantes y coherentes. Quizás tome más tiempo, pero les garantizo que la experiencia será mucho más satisfactoria.
Calificación: 5