Frost/Nixon: La Entrevista del Escándalo (Frost/Nixon)

Aunque ha sido aclamada alrededor del mundo con múltiples premios y nominaciones (incluyendo al Óscar como mejor película), fui a ver Frost/Nixon con cierta duda sobre su relevancia social o política. Después de todo Richard Nixon murió hace quince años, y tanto su vida como el escándalo "Watergate" han sido profusamente examinados en cine, literatura y televisión (desde el drama biográfico Nixon, de Oliver Stone, hasta la comedia Dick, de Andrew Fleming, sin olvidar la más famosa, All the President's Men), y parecería que queda muy poco material fresco que no se limite a reciclar lo que ya sabemos.

Cuando salí del cine persistía mi duda... pero me quedó muy claro que, independientemente de su valor histórico, Frost/Nixon es una muy interesante película cuyo principal objetivo no es denunciar los múltiples pecados de Richard Nixon, sino examinar al hombre detrás del escándalo, y al mismo tiempo ofrecernos una fascinante mirada detrás de las cámaras a la entrevista que para muchas personas representó el juicio que Nixon nunca tuvo.

La película comienza con un breve pasaje documental para refrescar nuestra memoria sobre el escándalo Watergate, que incluyó muchas actividades ilegales durante la administración de Richard Nixon (Frank Langella), empezando por la famosa infiltración en las oficinas del partido opositor (en el edificio Watergate) con el fin de robar información e interceptar comunicaciones. Después nos enteramos de la forzada renuncia de Nixon a la presidencia, y posteriormente lo encontramos viviendo cómodamente en La Casa Pacífica, su pintoresca villa en la costa de California. Simultáneamente conocemos a David Frost (Michael Sheen), entrevistador y humorista británico que busca desesperadamente ser reconocido en los Estados Unidos. Entonces, en un momento de inspiración, Frost decide contactar a Nixon para organizar una serie de entrevistas, cuya intención será elevar la reputación del comentarista, generarle beneficios económicos y, si es posible, revelar la hipocresía mostrada por el dignatario durante su dimisión y obligarlo a tomar responsabilidad por todos los actos ilegales que cometió durante su presidencia. Y así somos testigos de las dificultades que el equipo de Frost tuvo que superar para llevar a cabo el proyecto, y eventualmente presenciamos el enfrentamiento intelectual entre entrevistador y entrevistado; el primero con poca experiencia en temas políticos y el segundo con la feroz intención de redimirse ante los ojos de la nación. Pero, como Frost sabiamente comenta, sólo uno puede resultar ganador.

Frost/Nixon está basada en una obra teatral escrita por Peter Morgan, pero la excelente adaptación cinematográfica que el mismo autor realizó expande la cobertura de la historia y añade gran dinamismo visual, que yo no esperaba en lo que es básicamente un relato sobre dos hombres hablando. Frank Langella merece toda la aclamación recibida por su interpretación de un Richard Nixon despojado de su poder, pero aún arrogante, mientras que Michael Sheen enfrenta el igualmente complicado papel de un hombre que debe conciliar su ambición profesional con el celo periodístico que le resulta poco familiar. También conviene señalar el notable trabajo de Oliver Platt, Sam Rockwell y Matthew Macfadyen como los asesores y amigos de Frost, Kevin Bacon en un corto pero intenso papel como uno de los pocos hombres fieles a Nixon, y Toby Jones en una breve pero divertida encarnación del legendario agente hollywoodense "Swifty" Lazar.

Sin embargo, creo que la estrella real es la diestra dirección de Ron Howard, cuya irregular carrera ha mostrado genuino talento, pero también un dudoso criterio para seleccionar proyectos. Por eso me alegra encontrar una perfecta unión de artista y material en Frost/Nixon, que pudo haber sido un seco semi-documental de interés sólo para estudiosos y académicos, pero que en manos de Howard se convierte en un tenso thriller político con firme fundamento en la humanidad de sus personajes y en el impacto emocional de sus acciones.

No la calificaría entre las mejores películas del 2008, pero sin duda Frost/Nixon merece una efusiva recomendación por su interesante historia, sus pulidas actuaciones y la sólida dirección de Ron Howard. Como dije, sigo cuestionando su relevancia política y cultural (quizás haya sido más satisfactoria y significativa para el público norteamericano que vivió los eventos retratados en ella), pero no pongo en duda su valor como experiencia cinematográfica de primer nivel. Sin embargo, entiendo que no será para todos los gustos debido a su anacrónico estilo y su "prehistórico" tema; incluso acepto que no es la mejor película sobre el escándalo Watergate (dudo que alguna supere a la mencionada All the President's Men). Pero de cualquier modo merece la oportunidad de mostrarnos el lado oculto de la infame leyenda de Richard Nixon... y del hombre que encontró el punto débil en su armadura.
Calificación: 9