Por muchas fallas que tengan los estudios de Hollywood, no puedo negar su tenacidad. A pesar del deprimente desfile de mediocres re-makes de cintas de terror asiáticas, aún quedan compañías productoras con la audacia de filmar otro más, con la ciega esperanza de despertar nuevamente la fiebre por este sub-género, que ellos mismos se encargaron de asfixiar hace media década. O quizás la situación sea aún más grave, y El Eco no resulte ser un tardío participante en esa irrelevante carrera, sino uno de los primeros integrantes de una nueva oleada, propiciada por frescos ejecutivos y productores que estaban demasiado jóvenes para presenciar la original "invasión asiática", y que ahora piensan haber descubierto algo realmente original e interesante. Como sea, El Eco es otro fracaso en la larga lista, y no hay razón alguna para recomendarla.
Basada en la cinta filipina Sigaw (que no vi, ni deseo hacerlo), El Eco se centra en Bobby (Jesse Bradford), ex-convicto con planes de reconstruir su vida, que arruinó cuando cometió un homicidio accidental años atrás. Recién liberado, pero sin dinero ni alternativas de vivienda, el joven debe regresar el decrépito departamento de su madre, quien falleció durante los años que él estuvo en presidio. A pesar de sus pobres expectativas la vida parece sonreírle, pues reinicia su romance con la atractiva mesera Alyssa (Amelia Warner) y encuentra trabajo en un taller mecánico. Pero cuando Bobby empieza a tener visiones fantasmales, pesadillas sangrientas y visitas de una misteriosa niña, se vuelve evidente que hay un horrible secreto en el edificio, que podría poner en peligro su futuro... y el de todos los inquilinos que tienen similares experiencias.
En efecto, tenemos otro trágico protagonista enfrentando fantasmas vengativos del pasado. No es una trama nueva pero, con el talento adecuado, aún puede dar resultados interesantes, o al menos entretenidos. Sin embargo el director Yam Laranas (quien también realizó la original versión filipina) prefiere conducir la historia con irritante lentitud, de modo que durante la primera hora no ocurre prácticamente nada, y nos vemos obligados a ver al protagonista sufriendo por su soledad, discutiendo con su casero, platicando con sus vecinos... y ocasionalmente reaccionando con terror ante una visión o pesadilla. Una y otra vez. Y cuando finalmente empieza a develarse el "misterio" que oculta el edificio, resulta tan evidente que podemos adivinarlo media hora antes del anti-climático final que, yo supongo, quiso parecer "artístico" pero solo se siente abrupto y predecible.
Entre los elementos rescatables de El Eco mencionaría la sombría atmósfera del edificio embrujado, acentuada por la cinematografía que emplea tonos cálidos para balancear el seco estilo de decadencia urbana presente en cada cuadro de la película. La sensación de polvo y moho casi me hizo estornudar en el cine. Y aunque el título se refiere a un eco psíquico, también se pone mucha atención en el diseño de sonido, que explota a la perfección los distintos canales de audio para generar inquietantes susurros y bajas frecuencias que me parecieron más tenebrosas que los genéricos fantasmas de ensangrentados rostros. También aprecié el trabajo de Jesse Bradford, decente actor que hace diez años se perfilaba como un inusual ídolo juvenil con credibilidad artística. Ignoro por qué no obtuvo más fama, pero es obvio que posee talento superior al de tantos otros modelos/actores que encuentran trabajo fílmico solo por sus pectorales, y no por su desempeño histriónico. La joven Amelia Warner muestra honestidad en sus emociones y una belleza sencilla y natural que rara vez vemos en el género del horror, donde es más común encontrar "starlets" voluptuosas y artificiales. Y, finalmente, me dio gusto ver a Pruitt Taylor Vince (el Vincent D’Onofrio de los pobres) en un corto papel que me recordó su mejor trabajo en cintas como Heavy y Beautiful Girls.
Sin embargo los actores no bastan para compensar la ausencia de suspenso, el flojo “terror” ni el glacial ritmo de El Eco, y quien haya visto cualquier otra película de horror asiático no necesitará gastar tiempo en ella, pues se trata de un mediocre refrito de la misma trama, los mismos temas y hasta los mismos efectos especiales. Los (las) fans de Jesse Bradford quizás encuentren más satisfactorio ver de nuevo Bring It On o Swimfan. Y, cuando recomiendo Swimfan en vez de El Eco, significa que estamos en problemas.
Calificación: 4
sábado, 17 de abril de 2010
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4 comentarios:
Qué horroroso poster...Con sólo verlo, se me quitan todas las ganas de ver esta película...
Alvaro: Pues sí; parece que hubo tanta creatividad en el diseño del póster como en el libreto de la película. Supongo que resulta apropiado ;-) Saludos y suerte!
Pues la verdad como bien dices Pablo ya este subgenero de remakes del cine de terror asiatico ya no tienen el mismo exito de antes como ocurrio a partir de El Aro que fue la causante de la explotacion de remakes, yo tampoco he visto la original y debo decir que a pesar de todo lo que escribiste en la reseña no me decepciono completamente aunque sea mas de lo mismo (fantasmas vengativos, el protagonista dudando de que si es real o no lo que le pasa, etc) pero la historia no es de terror mas bien es un drama y en ese sentido yo la compararia con Agua Turbia en donde el terror pasa a un segundo plano que es minimo. No es una maravilla pero no esta tan mal, el hacerla a la antiguita le da un pequeño plus, ademas de que ya que paso toda esa fiebre del terror asiatico y esta llego tarde a la fiesta minimo deberian de darle chance al menos para verla una vez, de hecho me gusto mas esta pelicula que La Maldicion 2 (The Grudge 2) que me parecio aburridisima y creo que por esa razon aun no me he animado a ver la 3a. parte. Saludos.
Anónimo: Me intrigó tu comparación con Dark Water... la verdad ya tiene mucho tiempo que vi The Echo, y no la recuerdo con mucho detalle, pero tu comentario me inspiró a verla de nuevo, con la esperanza de encontrarla más interesante que en mi opinión inicial. Gracias y saludos!
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