jueves, 15 de abril de 2010

The Skeptic

Me gustan mucho las películas de terror, en particular las que se enfocan en fenómenos paranormales. Sin embargo, no me considero creyente de esos temas en el mundo real, aunque tampoco niego por completo su existencia; simplemente creo que hay mejores explicaciones para resolver muchas de las incógnitas usualmente atribuidas a causas sobrenaturales. Tal vez por eso disfruto en particular aquellas cintas que presentan variaciones de la eterna batalla entre ciencia y superstición, ya sea de manera metafórica o literal. Y créanme que hay pocas tan literales como The Skeptic.

La trama se centra en Bryan Becket (Tim Daly), cínico y pragmático abogado que hereda una tétrica "casa embrujada" tras el fallecimiento de su tía. Bryan desde luego descarta los rumores de fantasmas como simples fantasías de una anciana senil, y decide mudarse temporalmente a la vieja mansión para cuidar los objetos valiosos que contiene... lo cual, de paso, servirá también para alejarse un tiempo de su esposa Robin (Andrea Roth), con quien pelea constantemente. Entonces, cuando Bryan empieza a notar extraños ruidos en la casa, su mente analítica se esfuerza por encontrar causas lógicas que expliquen las "manifestaciones"; pero cuando empieza a tener visiones de una misteriosa mujer, decide pedir ayuda a su psiquiatra, quien le revela ciertos secretos familiares que podrían explicar la motivación (e identidad) del espíritu inquieto que habita la mansión. ¿O quizás todo esté en su mente?

En muchos aspectos me identifiqué con el protagonista de The Skeptic, y me gustó que el director y guionista Tennyson Bardwell no hiciera trampas para "explicar" los eventos paranormales que ocurren en la lúgubre casona. El libreto está escrito con razonable inteligencia y suficiente imparcialidad para no definir alguna postura (creyente o escéptica) como errónea o acertada. De hecho, con cada nuevo evento o explicación nos hace cambiar de opinión sobre el origen de las perturbaciones, y aunque algunas revelaciones me parecieron un tanto convenientes, siguen siendo consistentes con la psicología del personaje y, hasta cierto punto, con la ciencia del mundo real. Por el lado negativo, diría que esa ecuánime estrategia dio como resultado un final confuso y abierto a la interpretación de cada espectador; entonces, aprecio que no trate de manipularnos; pero al mismo tiempo parece una salida oportuna de un problema imposible de resolver. En fin... tal vez le estoy pidiendo demasiado a una simple película directa a DVD.

Lo cual nos lleva a la obligatoria repetición de las clásicas advertencias sobre este humilde nicho cinematográfico: la producción de The Skeptic se siente barata y apresurada, con mundanas locaciones y dirección eficiente pero libre de adornos o visión creativa. Los actores son poco conocidos, aunque competentes y con rostros familiares por su amplia participación en programas televisivos. Tim Daly resulta particularmente efectivo como el escéptico abogado, pues aunque el personaje esté escrito como un insufrible "control freak", muestra suficiente humanidad para congraciarse con el espectador e interesarnos en su historia. También encontramos de nuevo a Tom Arnold en su eterno papel de "mejor amigo", que ya domina a la perfección gracias a su mezcla de humor y empatía. Edward Herreman aporta gravedad como el sereno psiquiatra, y Zoe Saldaña tiene una corta participación como una impulsiva "medium", casi intrascendente para la trama y obviamente contratada para tener un atractivo rostro femenino que alegre las lúgubres conversaciones, sesiones psiquiátricas y secos chistes teológicos a costa de la Iglesia.

Para bien o para mal, The Skeptic no pretende ser un tratado exhaustivo sobre la disyuntiva ciencia/superstición, ni busca convencernos para cambiar de bando, sea cual sea al que nos sintamos afiliados. Simplemente trata de darle una sobria mirada a una historia demasiado conocida (fantasmas vengativos), presentándola como una ambigua manifestación de fenómenos cuya incierta procedencia podría servir como ejercicio mental para el espectador o, en el peor de los casos, como un ligero entretenimiento para una de esas noches en las que no estamos seguros si escuchamos pasos o simplemente la contracción de objetos por el cambio de temperatura.
Calificación: 7

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