lunes, 13 de abril de 2009

Prometheus Triumphant - A Fugue in the Key of Flesh

Lo que empezó como un experimento humorístico ha crecido paulatinamente hasta convertirse en un pequeño nicho cinematográfico de irregular calidad: películas que simulan provenir de una época pasada. Tan sólo en los últimos cinco años hemos visto obras como The Call of Cthulhu, The Lost Skeleton of Kadavra, Dracula: Pages from a Virgin's Diary, Grindhouse y Alien Trespass (y seguramente otras que no recuerdo o no conozco). Entiendo perfectamente el atractivo de esta "innovadora" corriente; no sólo explota la nostalgia natural asociada a décadas pasadas, sino que paradójicamente aprovecha las más modernas herramientas digitales para simular el paso del tiempo sobre el material fílmico, complementando así su anacrónica narrativa (en teoría) y haciendo más creíble la ilusión de edad, de tradición, de valor artesanal... en resumen, de todo aquello que parece estar ausente en el sofisticado cine contemporáneo.

Prometheus Triumphant - A Fugue in the Key of Flesh pertenece a ese nicho, y a pesar de que hace su mejor esfuerzo por emular el cine mudo de principios del siglo veinte falla en varios niveles, evitando que la experiencia sea del todo satisfactoria... aunque eso no resta cierto interés por lo que intentó realizar.

Como el título sugiere, la trama es una variación más "realista" de Frankenstein, empleando el clásico tema de “ciencia fuera de control” como fondo de un triángulo amoroso que persiste más allá de la tumba; la película se desarrolla en un pequeño pueblo europeo, agobiado por una misteriosa epidemia a fines del siglo diecinueve. El Dr. Janick (Josh Ebel) propone un radical tratamiento electromagnético para curar la enfermedad, pero sus avanzadas teorías son rechazadas como herejía por los médicos locales, y resultan en el exilio del joven científico. Janick se marcha del pueblo abandonando a su amada Esmeralda (Kelly I. Lynn), quien muere al poco tiempo por causa de la plaga. Pero su descanso no será eterno, pues inmediatamente después del funeral una extraña figura enmascarada desentierra el cuerpo y lo lleva a su guarida, donde practica extraños experimentos... que podrían devolverle la vida a la fallecida mujer.

Prometheus Triumphant trata de respetar las convenciones del cine mudo, pero no logra (o no supo) hacerlo en todos los aspectos de su producción. Cierto, usa carteles para narrar la historia y subraya sus emociones con un melancólico acompañamiento musical de cello y violines... pero los co-directores Mike McKown y Jim Towns debieron comprender que la belleza del cine expresionista no radica en esos elementos, ni en la granulosa cinematografía en blanco y negro, ni en el filtro digital para añadir rayaduras a la película... Si hubieran estudiado con más cuidado obras clásicas como The Cabinet of Dr. Caligari, Nosferatu o Metrópolis hubieran notado que el lenguaje cinematográfico trasciende las limitaciones técnicas que aquellos directores enfrentaron. En otras palabras, la dirección de Prometheus Triumphant carece de imaginación visual y estilo narrativo, confiando demasiado en que la magia digital en post-producción aportaría el "sabor" necesario para convertirla en un "clásico perdido" de la infancia del arte cinematográfico.

Quizás resulte injusto, pero como claro contraste puedo señalar la increíble película Dracula: Pages of a Virgin's Diary, del visionario cineasta canadiense Guy Maddin. También es una película muda narrada en carteles y apoyada por una excelente banda sonora... pero no se detuvo ahí. Maddin reprodujo fielmente el estilo de actuación, iluminación, escenografía y dirección de aquel período. Los demás elementos visuales (cinematografía en blanco y negro, apariencia granulosa, “flicker”, deterioro de la emulsión) son un mero complemento de la técnica empleada, y no su principal fundamento.

Entiendo también que Prometheus Triumphant contó con muy poco dinero para su producción, y merece aplauso su diseño, vestuario y ambientación. Nadie le exigiría los elaborados escenarios que usaron Murnau, Lang o Wiene para realizar sus clásicas cintas. Pero no hacía falta dinero para aplicar ese mismo estilo narrativo y estético... simplemente talento y atención a las más importantes características del cine que trataron de imitar. Como dicen, "el genio está en los detalles", y aunque vale la pena ver esta película por su historia y ambición, creo que fue una oportunidad tristemente desperdiciada para lograr algo de verdad único y relevante. No obstante, es un impresionante debut de dos jóvenes cineastas, y será muy interesante ver qué nos ofrecen cuando encuentren su propio estilo y dejen de copiar el pasado para enfocarse en el futuro.
Calificación: 6.5

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo : además de Dracula : Pages of a Virgin´s Diary, ¿ qué otras cintas de Maddin viste ? ¿ Qué calificación les darías ?

Gracias y saludos

@lfredo dijo...

Hola, Pablo; cuando te refieres a que este género de películas empezó como experimento humorístico, ¿te refieres a Zelig? Bueno, es la primera referencia que me entra en la memoria... Aunque debe haber otros precedentes que no conozco, supongo.

Saludos.

Pablo del Moral dijo...

Anónimo: He visto Brand Upon the Brain, The Saddest Music in the World y Cowards Bend the Knee, y creo que les pondría 9 a todas, aunque siento que debo verlas un par de veces más para apreciar realmente la onírica visión de Maddin. Sus películas son experiencias realmente fascinantes. Muchos saludos y gracias.

@lfredo: Bueno, no estaba pensando específicamente en Zelig, pero creo que diste con el origen exacto. Yo estaba pensando más en The Lost Skeleton of Kadavra y Grindhouse, pues aunque esta última no sea propiamente comedia, su uso de la técnica de envejecimiento es un travieso homenaje al cine de antaño. Pero es cierto que Zelig evoca mejor ese tono e intención. Muchas gracias por recordármela!