La Última Vez que Vi a Mi Padre (And When Did You Last See Your Father?)

Tal como el título sugiere, La Última Vez que Vi a Mi Padre es un típico drama británico, quizás bien intencionado pero previsible y afectado. Si lo fui a ver fue sólo porque no pude resistir el excelente elenco, que además de lucir a los siempre entretenidos Colin Firth y Jim Broadbent, también incluye poco conocidos pero talentosos pilares del cine y teatro inglés, como Gina McKee, Juliet Stevenson y Elliot Avery. A fin de cuentas, la película resultó ser exactamente lo que esperaba, lo cual no es malo, pero tampoco lo suficientemente notable para recomendarse con demasiado entusiasmo.

Basada en la novela auto-biográfica del poeta Blake Morrison, la película retrata la larga y conflictiva relación del autor (interpretado en distintas edades por Bradley Johnson, Matthew Beard y Colin Firth) con su padre Arthur (Jim Broadbent), la cual evoluciona desde la característica idolatría infantil, hasta la tolerancia adulta, pasando desde luego por la rebeldía adolescente y el resentimiento al descubrir que el perfecto amigo, mentor y guía no resulta tan infalible como parecía originalmente. La estructura no podría ser más trillada: mientras contempla el deterioro físico y mental de su padre, con la muerte penosamente cercana, Blake recuerda momentos clave en su vida, que quizás tomen nuevo significado cuando sean examinados desde su más madura perspectiva actual, cuando enfrenta decisiones similares a las que tuvo que realizar su padre.

Francamente no hay mucho que decir al respecto. Como puede esperarse, las actuaciones son brillantes; además de las obvias estrellas, me gustó mucho el trabajo de Matthew Beard como el adolescente Blake, pues encuentra un buen nivel de rebeldía juvenil sin volverse odioso. Sus leves vicios son más simpáticos que peligrosos, y su relación con sus primos es graciosa y creíble. También disfruté la breve pero agradecida presencia de la guapa Carey Mulligan, más conocida como Sally Sparrow (los fans de Doctor Who sabrán a quién me refiero). Por su parte, la dirección de Anand Tucker (cuya previa cinta, Shopgirl, disfruté bastante) sabe aprovechar el lánguido ritmo de la narrativa, cuidando que no caiga en el aburrimiento, y editando las secuencias del pasado y presente para alcanzar la máxima emotividad. La rica cinematografía de Howard Atherton (¡Deep Rising!) separa cada década con sutiles cambios en la paleta de color, pero sin perder la calidez general que complementa la historia. En resumen, encontré competentes todos los niveles de la cinta, y sin embargo ninguno particularmente memorable.

Supongo que es buena estrategia estrenar películas "de arte" y delicados dramas como La Última Vez que Vi a Mi Padre en esta temporada, para balancear las ruidosas "películas evento" y no descuidar al público que aún prefiere ver el cine como genuino arte narrativo, y no como reemplazo del circo. Para ese tipo de audiencia recomiendo esta película, pues aunque no sea tan impactante o profunda como otras similares (Last Orders me gustó bastante), cumple su función recreativa y reflexiva, especialmente al final, cuando un sobrio pero intenso monólogo nos hace ver el título de la película con nuevo significado. Emotiva, pero no sentimental; provocativa pero no memorable; entretenida pero no apasionante... La Última Vez que Vi a Mi Padre cumple su misión y se va sin esperar aplausos o gimoteos forzados. Creo que eso basta y sobra para darle una merecida oportunidad.
Calificación: 7.5