lunes, 28 de noviembre de 2011

Secreto de Estado (Secret Défense)

Me da pena confesarlo, pero las películas francesas que más me gustan no son las de François Truffaut, Claude Chabrol o Eric Rohmer, sino aquellas que tienden a copiar las fórmulas modernas de Hollywood, pero añadiendo un particular "sabor" europeo que puede crear la ilusión de originalidad hasta en los más rancios clichés de acción, suspenso o terror. Por eso me interesó ver Secreto de Estado; su argumento sobre espionaje e intriga política carece de pretensión y ofrece amplias oportunidades para emocionarnos, además de que su construcción emula las mejores historias del género, donde la división entre "buenos" y "malos" está determinada por meras facciones políticas, y no por las acciones de los personajes.

Al principio de Secreto de Estado nos enteramos de que un grupo terrorista en Damasco está organizando un ataque sobre Francia, como "castigo" por la política exterior intervencionista que ha afectado varios países islámicos. Al mismo tiempo, en París, una joven llamada Diane (Vahina Giocante) decide abandonar la prostitución para conseguir un trabajo como traductora en el Medio Oriente, pero reprueba su examen final. Sin embargo, el enigmático Alex (Gérard Lanvin) ve potencial en la chica, y la recluta como agente de la Dirección General de Seguridad Exterior (versión francesa del FBI y la CIA combinados), donde comienza su arduo entrenamiento. Simultáneamente vemos cómo Pierre (Nicolas Duvauchelle), un narcotraficante de poca monta, es arrestado y condenado a varios meses en presidio, donde es "adoptado" por una pandilla "jihadista" que quizás lo está preparando para algo más importante. Sobra decir que eventualmente se cruzarán los destinos de Diane y Pierre, con muchas vidas en juego.

Desafortunadamente Secreto de Estado llega a México con tres años de retraso, así que algunos de sus elementos ya se sienten anticuados (por ejemplo, las menciones de Osama Bin Laden o las críticas contra G.W. Bush); pero nada de eso impide disfrutar el excelente argumento, estructurado como un rompecabezas cuya solución parece cambiar con cada pieza revelada. Nunca es confuso ni tergiversado... pero definitivamente hay que prestar atención para seguir la complicada cadena de causas, consecuencias, trampas y traiciones que forman el diario entorno de los terroristas y los agentes que pretenden detenerlos. Me gustó mucho que el libreto de Julien Sibony y del director Philippe Haïm no recaiga en arbitrarios roles de héroes y villanos, sino que usa a los protagonistas como inocentes guías para mostrarnos las interioridades del combate contra el terrorismo, donde presenciamos el frío raciocinio que deben usar los líderes de ambos bandos, y los sacrificios personales de los "novatos", ya sea que estén aprendiendo el arte del espionaje, o entrenándose en los inmisericordes campamentos donde se gestan los "mártires" listos para morir en defensa de su religión.

Otra cosa que me gusta del cine francés es que desconozco a la mayoría de sus actores, y por lo tanto es más fácil aceptarlos como los personajes que interpretan, sin contaminación de previos papeles. Y, claro, ayuda que tengan talento. En este caso tenemos a Vahina Giocante como la agente primeriza, un poco insegura de su aptitud, pero con increíble valor y tenacidad para cumplir su misión (en retrospectiva siento que la serie televisiva norteamericana Covert Affairs podría haber sido inspirada por esta película). Gérard Lanvin es el inescrutable jefe del servicio secreto, posiblemente tan cruel y despiadado como los terroristas que persigue... aunque tal vez eso sea lo indicado para ganar una guerra invisible. Finalmente, Nicolas Duvauchelle no tiene dificultad para hacernos creer su conversión espiritual, e incluso logra mantener un aire de víctima cuando se prepara para asesinar a cientos de inocentes.

Realmente no tengo quejas sustanciales contra Secreto de Estado (excepto una horrible escena con un perro que me hizo cerrar los ojos), así que solo queda darle una sólida recomendación, especialmente para aficionados al cine de espías que prefieran el suspenso y la intriga por encima de la acción. Quizás la trama sea muy lenta para fans de The Bourne Identity, y desde luego vale aclarar que tampoco encontrarán las exageraciones y fantasías de James Bond. En mi humilde opinión, eso es lo que la hace buena, pero entenderé si otras personas lo consideran como un defecto. Después de todo, el "sabor europeo" del cine francés no será apetecible para todos los paladares.
Calificación: 9

domingo, 27 de noviembre de 2011

Los Muppets (The Muppets)

Como ocurrió con muchas personas de mi generación, los Muppets fueron parte importante de mi vida. Su "época dorada" se identifica con los años setentas (cuando se transmitía el exitoso programa The Muppet Show), pero creo que yo los disfruté más durante mi adolescencia a fines de los ochentas, cuando el ecosistema televisivo aún era suficientemente flexible para sostener series tan impredecibles y experimentales como Storyteller, Dog City y The Jim Henson Hour. Sin embargo, las décadas siguientes acarrearon dos tragedias... el fallecimiento de Jim Henson, y la posterior adquisición de los Muppets por el emporio Disney. Desde entonces solo los vimos en un par de mediocres películas y especiales televisivos donde brillaba por su ausencia la "voz" de Henson (literal y figuradamente), que siempre sentó el tono afable y subversivo de sus personajes. En resumen, parecía que el espíritu de los Muppets había sido diluido por la influencia corporativa de sus nuevos dueños.

Afortunadamente el actor, escritor y productor Jason Segel (más conocido por el sitcom How I Met Your Mother) y el director James Bobin (creador de Flight of the Conchords, nada menos) lograron reunir suficiente influencia (o favores) para crear una nueva película, titulada simplemente Los Muppets, con el fin de resucitar a los personajes, introducirlos a una nueva generación y (teóricamente) devolverles su original sentido del humor. No saben cómo me complace decir que, sin ser perfecta, Los Muppets logró generalmente todo lo que se proponía, y me dejó con ganas de verlos más seguido (¿quizás semanalmente en TV? No me atrevería a soñar con tanta felicidad), siempre y cuando puedan mantener este mismo nivel de energía, humor y "muppetosidad".

Al principio de Los Muppets conocemos a Gary (Jason Segel) y su hermano Walter (Peter Linz), quienes crecieron disfrutando El Show de los Muppets, el cual inspiró a este último para enfrentar las dificultades de crecer entre humanos (¿mencioné que Walter también es un títere de fieltro?). Pero cuando Walter, Gary y su tolerante novia Mary (Amy Adams) viajan a Los Ángeles para visitar el legendario estudio de Los Muppets, descubren que está a punto de ser adquirido por el malévolo Tex Richman (Chris Cooper), quien pretende demolerlo para extraer petróleo del subsuelo. Para evitarlo, Walter, Gary y Mary localizan a Kermit (Steve Whitmire) y lo convencen de organizar un espectáculo final que les permita salvar el estudio. Y así comienza la aventura, primero reclutando a los antiguos miembros del elenco, como Fozzie (Eric Jacobson), Rowlf (Bill Barretta), Gonzo (Dave Goelz) y Miss Piggy (quien no está segura de querer participar, pues aún tiene sentimientos conflictivos respecto a Kermit); y después organizando el espectáculo, buscando la manera de transmitirlo por televisión y logrando que el público realmente lo vea. Sin embargo, Richman no quiere perder su petróleo, y con ayuda de sus fieles asistentes Bobo (Bill Barretta) y Deadly (Matt Vogel) se prepara para sabotear los esfuerzos de los Muppets...

La historia no es muy original, e incluso copia intencionalmente elementos de la original The Muppet Movie, con la que debutaron en cine allá por 1979. Pero no tiene importancia; después de todo, los Muppets tiene personalidades tan definidas y simpáticas que no necesitan un complicado "arco narrativo" para entretenernos y hacernos reír; por eso el clásico concepto de "salvemos el teatro" funciona a la perfección para motivarlos, crear un poco de drama, y mantenernos en suspenso hasta el final (que quizás no sea exactamente como esperamos). En cierto modo extrañé algunas voces originales (desafortunadamente Frank Oz se rehusó a participar en esta nueva producción, y algunos de los "performers" clásicos ya se retiraron, como Richard Hunt), pero los titiriteros que tomaron sus lugares muestran igual "chispa" y entusiasmo, aunque las voces no sean exactamente iguales (por cierto, es buen momento de señalar que vi la versión original en inglés con sub-títulos; no dudo que el gremio del doblaje hispano haya hecho un buen trabajo en la versión en español, pero prefiero escuchar las voces "reales" y el libreto genuino, en vez de una interpretación regional que quizás pierda algo en la traducción - sí, ya sé que soy un malinchista). Si tuviera alguna queja sería que el final se siente abrupto y un poco torpe; y además la sub-trama romántica entre Gary y Mary no funcionó para mí, a pesar de que me caen bien ambos actores. Por otro lado, el romance en peligro nos da uno de los mejores números musicales de la película, así que tampoco puedo quejarme demasiado (sí, hay varias canciones a lo largo de la película y, asombrosamente, todas son parte integral de la narrativa... bien planeado, Sr. Segel).

Entonces, Los Muppets me hizo reír, me hizo llorar, y revivió mi gusto por el legado de Jim Henson, que parece estar en buenas manos por primera vez en mucho tiempo. Anécdota personal: antes de que empezara la película pasaron en el cine los "trailers" de varias cintas familiares próximas a estrenarse. Todas estaban realizadas en animación por computadora, todas se veían idénticas, y todas vendían el mismo rancio humor, los mismos personajes pre-fabricados y la misma frenética acción para distraer a los niños. Por el contrario, Los Muppets no tiene mucha acción, mínimos efectos especiales y aunque sus personajes están literalmente pre-fabricados (con tela, fieltro y plástico), poseen mucha más vida y personalidad que cualquier creación digital. Su sentido del humor no insulta al público, los momentos emocionales se sienten honestos y, a fin de cuentas, me dejó más satisfecho que cualquier comedia en años recientes. Espero que no haya sido una reacción provocada por simple nostalgia; sinceramente pienso que hay magia en el arte de los títeres, y pocas personas han sabido aprovecharlo como Jim Henson. La prueba está en que sus creaciones trascendieron a su creador.
Calificación: 9

sábado, 26 de noviembre de 2011

La Cosa del Otro Mundo (The Thing)

La original The Thing, de 1982, no solo es una de mis películas favoritas de John Carpenter, sino quizás una de las mejores cintas de terror de los ochentas, pues combina sólidas actuaciones, increíbles efectos especiales (cortesía del legendario Rob Bottin), y un inteligente libreto que explota al máximo la paranoia y fatalista atmósfera del cuento corto Who Goes There? (escrito por John W. Campbell, Jr.) en el que se inspiró a grandes rasgos. Además, The Thing es frecuentemente mencionada como uno de los pocos re-makes que superan a la original, pues ya se había filmado una adaptación de esta historia en 1951, bajo el más sensacionalista título de The Thing From Another World. ¿Será posible que se repita la historia ahora que se estrena una nueva versión de La Cosa del Otro Mundo? No, pero al menos el resultado me pareció bastante aceptable.

La trama empieza cuando un grupo de geólogos noruegos descubre accidentalmente una estructura metálica bajo las nieves de la Antártida... junto con un extraño espécimen orgánico de procedencia desconocida. Reconociendo la importancia del hallazgo, el líder de la expedición contrata a la estudiante norteamericana Kate Lloyd (Mary Elizabeth Winstead) para que los ayude a extraer la criatura del hielo. Kate no solo tiene amplia experiencia en recuperación de tejidos fósiles, sino que por su juventud será fácil de controlar, lo cual es muy importante para mantener en secreto el descubrimiento. Sin embargo el éxito se convierte en terror cuando el espécimen de algún modo revive y procede a absorber a varios miembros del equipo, tomando su forma e identidad. Entonces Kate y los científicos restantes tratarán de exterminar a la criatura, evitar que escape a la civilización y, con suerte, sobrevivir hasta que llegue ayuda. Pero será muy difícil lograrlo sin saber quién es realmente humano y quién esconde a "la cosa" bajo su apariencia humana.

La dirección de Matthijs van Heijningen Jr. (famoso en Holanda como director de comerciales) se siente un poco restringida por las monótonas locaciones, y porque necesariamente debe respetar los hechos establecidos en la película de 1982, pero aún así logra encontrar su propia identidad... incluso cuando copia escenas de aquella cinta. Por otro lado, su manejo del elenco internacional es bastante bueno, y aunque la atmósfera se siente más ligera y menos claustrofóbica que en la versión de Carpenter, cumple su propósito de mantenernos en suspenso y sorprendernos con un par de grotescas transformaciones, un poco de "gore", y la necesaria incertidumbre sobre la identidad de los personajes y sus intenciones. Después de todo, puede haber villanos que no sean necesariamente alienígenas...

Al principio tuve dudas sobre el uso de una joven actriz norteamericana en el papel principal, pues parecía un débil intento por atraer al público adolescente y justificar el uso del idioma inglés en un elenco lleno de actores escandinavos. Afortunadamente Mary Elizabeth Winstead se gana rápidamente la confianza del espectador gracias a una actuación que evoca la vulnerabilidad de una típica "chica final", el pragmatismo de un científico enfrentando lo desconocido, y la convicción de una actriz que no toma a la ligera su papel solo por tratarse de un simple re-make de terror (vale decir que Winstead tiene amplia experiencia en el cine fantástico, con obras como Sky High, Final Destination 3 y la tristemente menospreciada Scott Pilgrim Vs. the World).

El resto de los actores encaja a la perfección en la trama, aunque la abundancia de espesas barbas, gruesos abrigos y cabello hirsuto hace muy difícil distinguirlos y preocuparnos por sus horripilantes muertes. Hablando de lo cual, lo más importante para muchas personas serán los efectos especiales, y me alegra decir que, sin alcanzar la demencial belleza y elegancia de la original, esta nueva La Cosa del Otro Mundo ofrece ingeniosos momentos de monstruosas manifestaciones donde combina la técnica tradicional de látex y animatronics con hábiles trucos digitales, no siempre realistas, pero con diseño suficientemente bueno para compensar sus imperfecciones técnicas. Hubiera sido fácil que van Heijningen y su equipo abusaran de los efectos, pero mostraron disciplina y se mantuvieron en el rango apropiado para aceptar la bizarra biología del alien, así como su facilidad para manipular tejidos y adaptarse a cualquier situación. Por cierto, me gustó que la nueva "prueba de humanidad" haya sido tan distinta de la que usó Carpenter hace casi treinta años.

Por el lado negativo, sentí el ritmo de la narrativa un poco acelerado. Los personajes aceptan la situación demasiado rápido y toman decisiones precipitadas que a veces se sienten como atajos del libreto, y no como reacciones naturales de gente sometida a circunstancias extraordinarias. De cualquier modo, La Cosa del Otro Mundo resultó mejor de lo que esperaba, especialmente si logramos evaluarla bajo sus propios méritos y sin expectativas irreales. De ninguna manera reemplaza a sus predecesoras, pero tampoco necesita hacerlo para que podamos disfrutarla como una entretenida precuela que respeta la saga y aporta algunos interesantes momentos de moderada originalidad. Habiendo dicho eso, creo que pudieron encontrar un perro que se pareciera más al de la película anterior...
Calificación: 8

viernes, 25 de noviembre de 2011

La Última Pelea (Warrior)

Cuando entré a ver La Última Pelea pensé que sería una pobre imitación de Rocky, pero ubicada en el violento mundo del MMA (Mixed Martial Arts - Artes Marciales Combinadas). Sin embargo la realidad fue muy distinta, pues resultó ser una sólida cinta más parecida a The Fighter, en la que igualmente seguimos el ascenso y rivalidad de dos hermanos en un brutal deporte, balanceando la acción con un denso drama familiar donde la reparación de rencores domésticos termina siendo tan importante como el triunfo en el inmisericorde cuadrilátero (u octágono, o lo que sea).

Los hermanos en cuestión son Brendan (Joel Edgerton) y Tommy Conlon (Tom Hardy), cuyas vidas tomaron rumbos muy distintos tras el fallecimiento de su madre hace varios años. Brendan formó una familia con su esposa Tess (Jennifer Morrison) y encontró trabajo como maestro de escuela, mientras que Tommy se enlistó en el ejército, donde sufrió experiencias sumamente dolorosas. Entonces, en parte por necesidad y en parte para superar traumas personales, ambos deciden regresar al deporte de las artes marciales combinadas, el cual abandonaron cuando se rompió su relación fraternal. Pero ahora la meta de los hermanos Conlon es el prestigioso torneo "Sparta", donde está en juego una cuantiosa suma de dinero que podría resolver sus respectivos problemas. ¿Tendrán la habilidad física y la fibra moral para llegar a la cima?

Primero lo bueno. Honestamente no esperaba ver una cinta de artes marciales tan bien actuada y producida. Para bien o para mal, este tipo de historias están usualmente relegadas al cine "B", donde la acción toma precedencia sobre elementos "triviales", como actuaciones y narrativa. Por el contrario, La Última Pelea cuenta con un libreto bien construido, actuaciones creíbles y precisa dirección de Gavin O‘Connor, quien nunca pone un aspecto de la película por encima del otro, sino que los transforma en ingredientes complementarios de una receta que culmina de manera catártica y satisfactoria, aunque no exenta de la melancolía que nos acompañó durante el desarrollo de la historia. Los actores Joel Edgerton y Tom Hardy quizás no estén al nivel de Marky Mark y Bruce Wayne en la mencionada The Fighter, pero de cualquier modo funcionan a la perfección como hermanos/rivales con turbulentas emociones por debajo de su lacónica superficie; y desde luego trabajan igualmente bien durante las peleas, vistosamente coreografiadas y editadas para hacernos sentir el sudor, los golpes y las complejas "llaves" utilizadas en este feroz deporte.

Por el lado negativo, el libreto hace uso excesivo de clichés deportivos y melodramáticos. Por ejemplo: dificultades financieras que impiden pagar la hipoteca (tema tópico que se está volviendo repetitivo); el ex-soldado que no encuentra su lugar en la vida civil; el rencor entre hermanos demasiado orgullosos para conceder el perdón; y los obligatorios "daddy issues", esta vez dirigidos en contra de Nick Nolte, quien interpreta (¿qué más?) al padre ex-alcohólico cuyo sincero arrepentimiento no basta para recuperar el amor, o siquiera el respeto de sus hijos. A decir verdad, todos estos conceptos parecen salir del "Manual Básico del Guionista"; pero eso no impide que ganen validez y resonancia emocional bajo la mano de un hábil director y un elenco apropiado.

¿Ven? Cuatro párrafos y apenas he mencionado las peleas. Eso debe decir algo (y no me refiero a mi verborrea). Regresando al tema, creo que carezco de los conocimientos sobre MMA para evaluar los encuentros que luce La Última Pelea. Ciertamente me impresionó el desempeño de los actores (o sus dobles) en el octágono de alambre (seguramente tiene un nombre más "cool"), pero al mismo tiempo me sentí perdido durante escenas que requieren conocer las reglas del deporte (por ejemplo, no entendí el final de una tremenda pelea donde una señal parece darle el triunfo al luchador que parecía estar perdiendo). Pero bueno, aún así disfruté La Última Pelea y, a menos que tenga terribles errores que enfurezcan a los fans (lo cual dudo mucho), imagino que será doblemente apreciada por los seguidores de este controversial deporte. Entonces, no ganará premios por originalidad, pero la cinta merece una recomendación, no solo por contar bien su historia, sino por desafiar nuestras expectativas sobre lo que puede alcanzar una película fundamentada en tipos rudos golpeándose y ahorcándose para entretenimiento de un delirante público. Lo malo es que de ahora en adelante me costará trabajo tomar en serio la obra de Seagal, Van Damme y Lundgren. Mala suerte chicos... la competencia se puso difícil, y no podrán vencerla con simples golpes.
Calificación: 8

jueves, 24 de noviembre de 2011

The Captains

Aunque el reciente re-boot de Star Trek inyectó nueva energía en la veterana franquicia y le dio futuro como cine "blockbuster", el culto de fans llamados "trekkies", "trekkers" o "losers" gira primordialmente alrededor de las series televisivas ubicadas en el optimista y exótico futuro creado por Gene Roddenberry hace alrededor de 45 años. Yo soy uno de esos "trekkies" que durante la infancia esperaba ávidamente los "repetidos" de la original Star Trek, en la adolescencia devoré cada episodio de Star Trek: The Next Generation, y envejecí acompañado por las subsiguientes series, desde la grave y dramática Star Trek: Deep Space Nine hasta la "retro-ligera" Enterprise (sin olvidar la incomprendida y frecuentemente mediocre Star Trek: Voyager). Sin embargo estoy consciente de que los trekkies estamos en proceso de extinción (no solo por edad, sino por la hibernación de la franquicia), y por lo tanto el nuevo documental The Captains será de interés para una minoría cada vez más reducida. Pero decidí escribir sobre ella porque, a fin de cuentas, la encontré muy entretenida, manipuladora y hasta emotiva. No esperaba menos de William Shatner en su faceta de director.

El documental está formado por entrevistas entre William Shatner (el original Capitán Kirk) y los actores y actriz que dieron vida a los capitanes en sus respectivas series televisivas y películas: Patrick Stewart (Jean-Luc Picard en ST:TNG), Avery Brooks (Benjamin Sisko en ST:DS9), Kate Mulgrew (Kathryn Janeway en ST:V), Scott Bakula (Jonathan Archer en Enterprise) y Chris Pine (el joven Kirk en la reciente película Star Trek). También hay ocasionales contribuciones de gente relacionada con Star Trek (como Robert Justman, Jonathan Frakes, Nana Visitor, Robert Picardo y, sorprendentemente, Christopher Plummer - Chang en Star Trek VI: The Undiscovered Country), pero el grueso de la cinta son las interesantes conversaciones entre Shatner y sus colegas, a veces recordando nostálgicamente su paso por los escenarios de Paramount, o recontando sus inicios en el oficio de la actuación, o buscando sentido en el fenómeno Star Trek. Y, claro, el siempre oportunista director aprovecha la ocasión para incorporar pasajes auto-biográficos donde vemos su ascenso de actor radial en Canadá hasta ícono cultural contemporáneo.

En el pasado hemos tenido bastantes documentales sobre Star Trek (como los divertidos Trekkies y su secuela), pero en general se centraron en los fans, desde aquellos que fueron influenciados positivamente por la ciencia y utopía social, hasta los que cayeron en mórbidas obsesiones por algún aspecto de la franquicia. Por eso me pareció buena idea que The Captains decidiera alejarse del culto (no totalmente, pues también hay breves miradas a los asistentes de una convención de Las Vegas - no, desafortunadamente no aparecí entre las multitudes) para fijarse en los actores que fueron objeto de esa obsesión, lo cual ofrece una perspectiva curiosamente ignorada durante tantos años. Supongo que debió pasar mucho tiempo para que se sintieran cómodos hablando libremente sobre las experiencias, buenas y malas, que les dejó Star Trek.

Sin embargo, Shatner no busca escándalos ni chismes de la farándula, sino genuinas reflexiones sobre lo que representó para estos actores interpretar aquellos papeles, tanto interna como externamente. Así tenemos a Kate Mulgrew comentando sobre la dificultad práctica de actuar en una serie de televisión y criar por sí sola a dos hijos; a Patrick Stewart aceptando que su larga carrera en la renombrada Compañía Real de Shakespeare fue la preparación apropiada para encarnar al Capitán Picard; a Scott Bakula lamentándose por las consecuencias de su profesión en sus matrimonios; y a Avery Brooks evadiendo respuestas con su acostumbrada mezcla de profundidad espiritual e incoherencia, que hace imposible determinar si es realmente un genio de la actuación o si perdió la razón hace mucho tiempo (su respuesta a la pregunta "¿Qué hay después de la muerte?" es una improvisada pieza musical de jazz). Para bien o para mal, el que menos aporta al documental es Chris Pine; quizás por su juventud, o porque Star Trek fue para él simplemente otro trabajo, y aún no ha sentido (y quizás nunca sienta) los efectos a largo plazo de participar en el fenómeno.

Pero bueno... como dije al principio, este es un documental hecho para trekkies que trata de ver más allá de los aliens, las naves y el "techno-babble", para centrarse en los humanos detrás de los íconos. En ese aspecto es muy entretenido y razonablemente bien balanceado, aunque sus intentos de ponernos a pensar, hacernos llorar o iluminarnos sobre Star Trek a veces funcionan y a veces no. Para variar, es difícil determinar dónde termina la pomposidad de William Shatner y dónde comienza su sardónico sentido del humor... pero en el contexto apropiado resulta ser uno de sus mejores atributos. Entonces, no hace falta recomendar The Captains, pues cada quien sabrá si suena como un buen modo de invertir hora y media, o como un ridículo embuste para exprimir unos dólares más de una saga cuya caducidad expiró hace treinta años. Y, bueno, para fans del meta-Shatner, solo diré una cosa: sí, canta una canción. Con Avery Brooks en el piano. Casi pierdo el sentido.
Calificación: 8

martes, 22 de noviembre de 2011

Bunraku

La impresionante introducción de la película Bunraku parece tener dos propósitos: primero, establece el increíble estilo visual y narrativo que admiraremos durante dos horas, combinando los clichés del "western" con las acrobacias del cine "wuxia" y el lenguaje gráfico de los comics, todo ello ubicado en escenarios basados en el arte oriental del origami y los títeres "bunraku" (por si se preguntaban de donde viene el título de la cinta). Y en segundo lugar nos advierte que el argumento no estará a la misma altura de las imágenes, pues la experiencia nos ha enseñado que es virtualmente imposible la co-existencia de imágenes asombrosas con una historia interesante y bien escrita. Bueno, quizás no sea imposible, pero definitivamente es tan raro que se justifica mi escepticismo.

La trama se desarrolla en un bizarro mundo post-post apocalíptico, donde las armas de fuego están prohibidas y la civilización se reconstruyó como una oligarquía controlada por pandillas de asesinos que gobiernan por medio del terror y la violencia. A ese cruel y colorido lugar llegan dos extraños con propósitos distintos pero afines. El Vagabundo (Josh Hartnett) es un vaquero experto en peleas cuerpo a cuerpo, y lo único que quiere es jugar póker con Nicola el Leñador (Ron Perlman), el "hombre más poderoso de este lado del Atlántico". Y por otra parte encontramos a Yoshi (Gackt Camui), noble guerrero oriental en busca de un amuleto ancestral cuya posesión restaurará el honor de su familia. Eventualmente se cruzan los caminos de estos "lobos solitarios" y se dan cuenta de que solo cooperando podrán tener éxito en sus respectivas misiones. Pero... ¿podrán resolver sus diferencias personales y dispares estilos?

La historia suena simple, pero desafortunadamente se cumplió mi pesimista hipótesis de que sería confusa y pobremente estructurada. Con más de dos horas de duración, Bunraku se siente demasiado larga y sin rumbo concreto durante los largos períodos que invierte examinando la jerarquía de los asesinos, el pasado del villano y su relación con Alexandra (Demi Moore), la más exclusiva prostituta local. En lo que respecta a los anti-héroes, se la pasan peleando ante la más mínima provocación y tardan demasiado en implementar sus planes, o siquiera en definirlos. Por otro lado, es fácil aprovechar el tiempo admirando el impresionante diseño de producción y la creatividad visual del director Guy Moshe, quien creó un mundo nuevo con retazos de otras películas, comics y arquetipos de múltiples géneros. Creo que Bunraku es uno de esos raros casos donde la imitación es tan copiosa y diversa que termina convirtiéndose en algo único y casi original.

O quizás exagero. Después de todo, parece mala señal cuando cada escena me recordó situaciones similares en otras películas, ya fuera la pelea realizada en una larga toma continua (al estilo de Oldboy), o los trémulos monólogos de un filósofo-asesino (al estilo de Kill Bill), o incluso la plástica visual misma, que parece una abigarrada mezcla de Sin City, Beetlejuice y Kung Fu Hustle. Vamos, hasta la omnipresente narración que nos ayuda a seguir la obtusa historia suena como la voz de Morpheus mismo, aunque en realidad se trata de Mike Patton (sí, el cantante de Faith No More y Fantomas).

En películas como ésta los actores tienden a quedarse en segundo plano, y aunque Josh Hartnett y Gackt Camui cumplen decorosamente su función heroica, no son particularmente carismáticos o memorables. De hecho, me parecieron más interesantes las actuaciones del elenco secundario, incluyendo a Woody Harrelson en el papel del enigmático cantinero que sabe más de lo que aparenta; Shun Sugata como el anciano cocinero japonés cuya destreza culinaria oculta inesperado talento para las artes marciales; y desde luego el gran Ron Perlman interpretando al melancólico villano cansado de ser líder. Por el lado femenino tenemos a Demi Moore y Emily Kaiho en genéricos papeles de "cara bonita" y "damisela en peligro", respectivamente. En este aspecto el director debió emular mejor los fuertes personajes femeninos de las obras que lo inspiraron (como las mencionadas Sin City y Kill Bill), en vez de relegarlas a "props" desechables de agradable apariencia. Y en lo que respecta a las artes marciales, Bunraku resultó ser un poco irregular, pues así como hay peleas de impresionante coreografía (por ejemplo la del circo), también hay otras que decepcionan por su su simpleza y obvia artificialidad (como el primer encuentro entre los protagonistas).

Aún así pienso que Bunraku merece una recomendación por su ambición artística, logros técnicos (el "comentario del director" incluido en el Blu-Ray me sorprendió constantemente al desmentir mis teorías sobre lo que se realizó con maquetas, escenarios reales o gráficos digitales) y amplias dosis de entretenimiento, que en general compensan las partes cansadas o confusas. Es obvio que el director Guy Moshe posee una visión intensamente personal, y sin duda será interesante seguir su carrera para ver lo que puede lograr cuando se canse de homenajes e imitaciones, y decida crear algo genuinamente original. O, en su defecto, Hollywood podría seducirlo para llevar al cine algún super-héroe abstracto y poco convencional, como Plastic Man, Madman o Lobo. No sé si tendría éxito, pero definitivamente pagaría por ver este estilo complementando una historia que lo merezca.
Calificación: 8

domingo, 20 de noviembre de 2011

Boggy Creek

Aunque la leyenda de Sasquatch (o "Bigfoot", o Pie Grande, o como quieran llamarle) se ubica primordialmente en el noroeste de los Estados Unidos, existen testimonios (o mitos, ustedes decidan) de muchas otras regiones que aseguran tener su propia criatura humanoide viviendo en remotos bosques, pantanos y montañas deshabitadas. Así tenemos el "skunk ape" de Florida, el "Jersey Devil" de Nueva Jersey y, desde luego, el Monstruo Foukes en Arkansas. Este último fue por muchos años mero folklore regional, hasta que recibió fama internacional en 1972 gracias a la cinta The Legend of Boggy Creek, la cual fue bastante mediocre en muchos aspectos, pero con un fascinante aire semi-documental que capturó la imaginación de los fanáticos de la cripto-zoología. Luego vinieron varias secuelas que no fueron tan populares (tal vez la más famosa fue Boggy Creek 2: And the Legend Continues…, y eso solo porque apareció en un episodio de MST3K); y ahora, rescatando la leyenda de la oscuridad (o al menos intentándolo) nos llega a DVD (y al sistema de distribución digital Prescreen) la cinta Boggy Creek, al mismo tiempo remake, reboot y secuela de aquella popular original. Desafortunadamente sea cual sea su nicho, resulta ser tan mala como sus predecesoras... o quizás peor, pues además de las malas actuaciones y pobres efectos especiales, la historia es lenta, aburrida y no se preocupa por reflejar la realidad (o "realidad") de la criatura de Boggy Creek.

Para variar, la trama gira en torno a un grupo de jóvenes dispuestos a pasar varios días en una casa de campo a orillas de un lago, con el fin de relajarse y olvidar sus problemas (me da miedo investigar cuántas variantes de esta frase he escrito en años recientes), lo cual es particularmente importante para la joven Jennifer Dupree (Melissa Carnell), quien aún no se recupera por la reciente muerte de su padre, ocurrida en circunstancias misteriosas en esa misma región. Pero desde la primera noche los jóvenes se dan cuenta de que no habrá mucha relajación en sus vacaciones, pues algo extraño los acecha desde los árboles... algo que no solo quiere lastimarlos, sino que además podría tener perversos propósitos para las guapas muchachas de la casa. Y aunque un cazador local les advierte sobre el peligro de internarse en el bosque, los jóvenes no hacen caso... hasta que es demasiado tarde.

Como puede verse, la fórmula no es original ni pretende serlo; sin embargo, con un poco de ingenio Boggy Creek pudo haber sido una eficiente "creature feature" con bases pseudo-científicas para trascender su modesta manufactura. Lamentablemente el guión dedica demasiado tiempo al drama, romance y tribulaciones de los jóvenes (bastante aburridos, para empezar), y muy poco al monstruo, el cual solo aparece cuando hace falta despachar algunos de los irritantes y genéricos personajes. Obviamente no esperaba mucho de esta humilde cinta de horror independiente, y aún así me decepcionó por su absoluta carencia de ambición, energía y suspenso. Y ni siquiera intentemos compararla con recientes cintas de corte similar, como Abominable y The Wild Man of the Navidad, las cuales fueron indudablemente mediocres, pero al menos ofrecían interesantes perspectivas del clásico "homínido salvaje" (Abominable era básicamente Rear Window con Sasquatch en el papel del asesino, mientras que The Wild Man of the Navidad creó una atmósfera rural tan auténtica que daban más miedo los "extras" humanos que el monstruo del título). Y ni pensar en compararla con The Abominable Snowman (1957), mi favorita de este subgénero, la cual pertenece a un nivel totalmente distinto por su inteligente libreto y perfecta dirección.

Entre tantos recientes documentales, expediciones y revelaciones sobre el Yeti, Sasquatch y demás, Boggy Creek podría haber aprovechado el legado de su nombre para impulsar una nueva etapa de "cripto-cine" que parecería novedosa para las nuevas generaciones. Pero no... por alguna razón prefirió tomar el camino fácil de una rancia estructura, malas actuaciones y "gore" amateur, de modo que no merece recomendación ni como cine "B", ni como horror "indie", y mucho menos como entretenimiento apto para divertirse en un perezoso fin de semana. Es triste admitirlo (aunque en general me gusta mantenerme positivo sobre estos asuntos), pero ya debería estar acostumbrado a las imprecisiones, errores y poco respeto que la industria cinematográfica muestra por los temas cripto-zoológicos. Nada más pregúntenle a Loren Coleman.
Calificación: 4

sábado, 19 de noviembre de 2011

Crepúsculo La Saga: Amanecer, Parte 1 (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 1)

Lo mejor de Crepúsculo La Saga: Amanecer, Parte 1 es su título en México, tan revuelto y forzado como resultó ser la saga completa. Para variar, la cuarta parte introduce nuevos elementos tan solo para echarlos a un lado y desperdiciar su potencial; y aunque admito que en esta ocasión ocurren más cosas, el argumento se siente tan lento y aburrido como las anteriores (¿cuántas discusiones entre lobos y vampiros necesitamos para entender el punto?). Claro que no debería sorprendernos, pues en un transparente intento por prolongar el éxito económico de la franquicia, sus productores decidieron dividir el último libro en dos películas (al estilo de Harry Potter), cuando lo correcto hubiera sido lo opuesto: adaptar los cuatro libros en solo dos películas. Tal vez así no tendríamos que aguantar tantas escenas redundantes, personajes estáticos y situaciones recicladas hasta el cansancio. Pero bueno... valor, que ya casi termina el tormento.

La trama muestra la culminación del mágico romance entre el vampiro Edward Cullen (Robert Pattinson) y la joven humana Bella Swan (Kristen Stewart), quienes finalmente se casan (en una ceremonia católica, lo cual es perfectamente lógico para vampiros, ¿cierto?) acompañados de sus amigos, familiares... y algunos rivales. A continuación viene la idílica luna de miel (en Brasil, el sitio más lógico para vampiros que odian el sol, ¿cierto?) Pero cuando Bella y Edward finalmente "consuman su amor" (con clasificación PG-13, naturalmente) se desata una cadena de eventos que pondrán en peligro sus vidas, la estabilidad del submundo vampírico, y la tregua con los hombres lobo, incluyendo a Jacob (Taylor Lautner), quien aún guarda sentimientos por Bella. Y cuando las cosas finalmente se ponen interesantes... Continuará.

Honestamente ya perdí la paciencia con esta monótona saga. El supuesto "romance" que debería sustentarla sigue tan ausente en la cuarta parte como lo estuvo en la primera. La pareja protagónica carece de profundidad y los actores son incapaces de expresar sentimientos creíbles. El elenco secundario cobra su cheque y trata de ocultar su impaciencia por dejar atrás este fiasco y poder continuar sus respectivas carreras. El único actor que me puso a pensar fue Billy Burke en el papel de Charlie, el padre de Bella. Creo que Charlie es el auténtico villano de la historia, pues todo esto ocurrió por ser un padre demasiado complaciente y poco disciplinado. Es por padres así que tenemos programas de televisión como Teen Mom y 16 and Pregnant. No me hagan mucho caso; la película me hizo bostezar tanto que probablemente pensé esto cuando mi cerebro se encontraba embotado por sobre-oxigenación.

Hablando de pensar, creí sinceramente que con un director "real" Crepúsculo La Saga: Amanecer, Parte 1 (en serio, me encanta ese nombre; todas las películas deberían tener títulos similares: "Star Wars Serie: El Fantasma: Parte 1: La Amenaza") alcanzaría una cierta madurez dramática, pero el pobre Bill Condon está a merced del material, y aunque intenta incorporar un poco de la energía y exuberancia que vimos en Kinsey y Dreamgirls (sobre todo al final, durante la controversial secuencia del nacimiento), no basta para compensar el tedio de los previos noventa minutos. Supongo que la culpa debe ser compartida por la guionista Melissa Rosenberg (veterana de sólidas series televisivas, como Dexter, The O.C. y Dark Skies), quien tuvo la ingrata tarea de partir la novela a la mitad y crear suficiente relleno para justificar dos películas. Quizás Rosenberg dejó "lo mejor para el final" (como también ocurrió con Harry Potter), pero no será mucho consuelo para quienes gastamos dos horas en este inútil preámbulo.

Por otro lado, Crepúsculo La Saga: Amanecer, Parte 1 (je, je) ofrece cierto humor involuntario para hacer más amena la experiencia. Desde las planas e impersonales actuaciones de Robert Pattinson y Kristen Stewart hasta los deficientes efectos especiales, hay numerosas oportunidades para reír con las pifias técnicas, histriónicas y narrativas de la película. Hablando de efectos especiales, los hombres lobo (único elemento rescatable en las cintas previas) se ven aún más falsos, y deben cargar con una de las peores escenas que he visto... de esas que producen pena ajena mezclada con incredulidad de que alguien haya pensado que era buena idea. Y, finalmente, solo diré que la escritora Stephenie Meyer podría darle clases a J.K. Rowling sobre el uso de reglas arbitrarias y "deus ex-machina" para salir del paso cuando no sabe cómo resolver sus argumentos de manera lógica. Creo que el nombre científico de este fenómeno es "Síndrome Midichlorian".

Desde luego nada de esto será relevante para las auténticas fans de la saga, quienes son capaces de disculpar cualquier falla o inconsistencia siempre y cuando se respete la fantasía romántica de la novela... y siempre y cuando haya actores apuestos en la pantalla. No es mi intención disuadirlas ni criticar sus gustos; pero como espectador casual y aficionado al cine fantástico, Crepúsculo La Saga: Amanecer, Parte 1 me pareció el punto más bajo de la franquicia, no solo por sus problemas intrínsecos, sino porque su motivación fue la simple y llana ambición de ejecutivos codiciosos, siempre dispuestos a explotar la buena voluntad de los fans para llenar sus bolsillos. Aún así tengo cierta curiosidad por ver la última parte, ya sea como comedia accidental, o como el bendito final de un fenómeno cultural que parece inmune a su propia mediocridad. Además, quiero ver si el "Clan Volturi" va a encontrar algo que hacer, o si van a seguir siendo extras escapados de una novela de Anne Rice.
Final de Crítica: Parte 1: Calificación: 5

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A Serbian Film

La película A Serbian Film lleva más de un año causando revuelo, desde que circuló sigilosamente por festivales de cine fantástico y "underground", hasta que su lanzamiento en DVD encontró bloqueos, censura y retrasos por parte de distribuidores temerosos de convertirse en cómplices de delitos contra la moral. Pero bueno... gracias al derecho constitucional de "libertad de expresión", finalmente puede adquirirse un DVD legal y solo levemente censurado (menos de 15 segundos, los cuales naturalmente pueden encontrarse libremente en Internet) de esta notoria película. ¿Fue justificado el escándalo? Y, más importante... ¿será al menos una buena película, o un simple espectáculo amarillista diseñado para llamar la atención?

El argumento comienza con una mirada a la prosaica vida doméstica de Milos (Srdjan Todorovic), ex-estrella de cine "porno" ahora retirado, tratando de mantener a su esposa e hijo con el dinero que pudo ahorrar durante su "carrera". Pero sabe que el dinero no durará para siempre, y por eso acepta una reunión con Vukmir (Sergej Trifunovic), un excéntrico productor cuyo más reciente proyecto pretende iniciar un movimiento de "pornografía artística" refinada, de buen gusto y muy bien pagada. Sin embargo, las condiciones de trabajo son muy inusuales: Milos no conocerá de antemano el argumento de la película, para que pueda reaccionar naturalmente ante las situaciones que se le presentan. Con cierta reserva, pero atraído por la considerable suma de dinero ofrecida, Milos acepta... y así comienza un pesadillesco viaje por el más bajo nivel de la experiencia humana, del que será muy difícil escapar... o siquiera sobrevivir.

Respondiendo las preguntas que hice previamente... sí, no cabe duda que A Serbian Film tiene algunas escenas bastante gráficas que podrían afectar a la gente sensible o poco habituada al cine de terror “extremo“ (o como quieran llamarle). En este punto es difícil establecer un "criterio de repulsión"; cada quien tiene sus límites, e incluso dentro de esos límites hay variantes contextuales basadas en los gustos personales, costumbres y experiencias que sólo conoce cada individuo. Por ejemplo, hay gente que no tiene problema viendo cómo torturan a un animal EN LA VIDA REAL durante una corrida de toros (cosa que yo aborrezco como pocas), y sin embargo esas mismas personas no pueden tolerar una escena de ridículo "gore" ARTIFICIAL en Friday the 13th, Hostel o similares cintas de terror. Pensándolo bien, quizás ese sea el factor decisivo de A Serbian Film... la violencia, el sexo y demás grotesquerías que nos muestra son simuladas con efectos especiales, trucos de edición e ingeniosa composición digital. En ese aspecto la cinta me pareció fuerte, pero a fin de cuentas inofensiva.

Por otro lado, hay elementos conceptualmente desagradables que el director Srdjan Spasojevic emplea expertamente para sorprendernos y perturbarnos conforme la trama se interna más y más en la depravación de sus personajes. Al igual que ocurrió con The Human Centipede, A Serbian Film funciona mejor como horror cuando vemos menos e imaginamos más; y si bien cumple su propósito de escandalizar al espectador y provocar una reacción de repulsión instintiva, creo que termina saturándonos a tal punto que es difícil mantener la conexión emocional con el protagonista, la cual sería indispensable para apreciar el intenso final que (al menos en mi caso) inspiró apatía en vez de angustia y tristeza. Por eso sentí un poco desperdiciada la notable actuación de Srdjan Todorovic; desde el principio hace un excelente trabajo dando forma al personaje de Milos, cuyo previa vida como "estrella porno" no desmerita su humanidad, ni el genuino afecto que tiene por su familia. La primera media hora me gustó bastante por su tono realista y la sinceridad de las relaciones que retrata. Pero cuando el director "quita el freno" de la historia, termina sepultando esa humanidad bajo un alud de perversión que nos distrae de su mensaje original (sea cual sea).

Hablando de lo cual, me pareció más interesante el material extra del Blu-Ray, donde se recuenta la controversia provocada por A Serbian Film, así como la revelación de que el director trató de expresar un mensaje político sobre la situación en Serbia y su descontento con el gobierno que "viola" a los ciudadanos, coarta sus oportunidades de avance y manipula las comunicaciones (particularmente el cine) según los caprichos de inversionistas extranjeros. No estoy seguro cómo todo eso se traduce en "porno-tortura", pero bueno... prefiero darle el beneficio de la duda a Spasojevic, y suponer que A Serbian Film tiene un noble propósito oculto tras su mal implementado contenido emocional, extremo "gore" y rechazo absoluto de toda "corrección política". Como simple fan del cine de terror me pareció un experimento interesante pero fallido, a veces aburrido, a veces demasiado obvio, y al final carente de la sustancia que dio auténtico impacto y permanencia a otras obras "transgresoras", como Martyrs, A l’interieur y Glitter. En una nota personal, la película de este estilo que más me afectó fue Bloodsucking Freaks; su "gore" es patéticamente falso, sus actuaciones son risibles y su producción no podría ser más barata... y sin embargo me dejó la impresión de que fue realizada por gente genuinamente cruel y perversa. Por su parte, A Serbian Film fue realizada por un cineasta normal tratando de buscar atención para su mensaje político. Respeto su esfuerzo, pero no lo recordaré por mucho tiempo.
Calificación: 7

lunes, 14 de noviembre de 2011

Another Earth

Aunque ciertamente me atraía el tema de ciencia ficción presente en la película Another Earth, la verdad es que no esperaba mucho de ella, pues todos sus demás elementos sugerían otro típico melodrama "indie", en igual medida melancólico y pretencioso. Y aunque esa fue una descripción acertada, terminó sorprendiéndome por su genuina visión artística, honestas actuaciones y pericia narrativa que normalmente no esperaría en un cineasta primerizo. Aunque, sí, el ángulo de ciencia ficción resultó ser una conveniente excusa para canalizar las emociones de los personajes en la dirección que el libreto necesita. ¿O acaso habrá sido una brillante metáfora sobre la condición humana? No lo sé. Ustedes decidan.

Excusa o no, la premisa es difícil de tragar. El día en que la joven Rhoda Williams (Brit Marling) celebra su ingreso a la prestigiosa universidad MIT, se anuncia el descubrimiento de un planeta idéntico a la Tierra, el cual es apenas visible como un punto azul en el cielo. Por estar viendo este nuevo planeta (y por haber bebido demasiado durante su celebración), Rhoda estrella su auto contra el de John Burroughs (William Mapother), matando a su esposa e hijo. Tras cumplir cuatro años en presidio Rhoda recobra su libertad, aunque persiste el remordimiento por la tragedia que ocasionó; entonces, quizás como penitencia, la brillante chica decide buscar trabajo como intendente de limpieza en una escuela preparatoria. Sin embargo, en los cuatro años transcurridos, la llamada "Tierra 2" se ha acercado considerablemente a nuestro planeta, y Rhoda está cada vez más interesada en el fenómeno. Después de todo, sería posible que el accidente que cambió su vida no hubiera ocurrido en la Tierra 2... ¿será posible visitarla aunque sea para aliviar el sentimiento de culpa que la aflige, y que le impide retomar su vida normal?

Les dije que era difícil de tragar, pero el director Mike Cahill y la co-guionista Brit Marling (también actriz principal) se ganan nuestra credibilidad a base de emociones honestas y personajes realistas, los cuales son indispensables para balancear las extraordinarias circunstancias presentadas en la historia. Como actriz, Marling también muestra inusual talento en un papel al mismo tiempo convencional (víctima del remordimiento) y bizarro (¿el alivio de su culpa podría estar en el espacio exterior? Apuesto que ni a A.G. Iñárritu se le hubiera ocurrido esto). Respaldándola tenemos al inesperadamente excelente William Mapother, cuya actuación de "hombre abrumado por la tragedia" rivaliza la de algunos más célebres aspirantes al Óscar. Y, por cierto, no digo "inesperadamente excelente" como insulto disimulado, sino como reconocimiento de que Mapother (más conocido como "el primo de Tom Cruise") nunca había encontrado un papel suficientemente sustancioso para demostrar su considerable talento (no, su breve papel en Lost no cuenta).

En cuanto a la dirección, Mike Cahill presenta la historia en trazos breves y económicos que parecen poco pero expresan mucho. Para no revelar spoilers, mencionaré un detalle dentro de los primeros minutos de la película: cuando Rhoda regresa a su casa tras cumplir su condena penitenciaria, entra a su cuarto y examina sus antiguos artículos de belleza, en particular un pequeño frasco de "glitter". Sin palabras, con ese minúsculo gesto, queda claro que la mujer de hoy es completamente distinta a la muchacha que abandonó esa habitación cuatro años atrás. Claro, dentro del cósmico argumento de Another Earth este es un detalle minúsculo, pero conforme se acumulan los detalles de este tipo nos damos cuenta de la madurez y confianza de estos cineastas, que no temen contar el relato en sus propios términos, pues al mismo tiempo nos dan las pistas y herramientas necesarias para seguirla claramente, y para sumergirnos en las experiencias de los protagonistas. En el aspecto técnico la cinta es visualmente impecable, y lo mismo aplica a su banda sonora. Lo que debo advertir es que, a pesar del tema fantástico, no hay efectos especiales, excepto la creciente presencia de la Tierra 2 en el firmamento terrestre. Les aseguro que con eso basta y sobra para obtener la atmósfera surrealista que la trama requiere para subsistir.

Entonces, si reducimos Another Earth a su forma más simple, encontraremos otro drama de bajo presupuesto donde un accidente automovilístico provoca una avalancha de sentimientos e inspira la búsqueda de la redención. Y si bien he expresado mi desagrado por esa barata fórmula cinematográfica, nunca la había encontrado expresada en un contexto tan original e inesperado, así que tan solo por eso merece una entusiasta recomendación, a pesar de su rebuscada premisa (que nunca se explica satisfactoriamente), su nulo interés en el aspecto científico del evento (¿por qué la fuerza gravitacional de la Tierra 2 no provoca catástrofes en nuestro planeta?) y algunos cuestionables giros que da la historia en su tercio final (los cuales no impiden llegar a un final más perfecto de lo que me atrevía a imaginar). Pero, a fin de cuentas, no importan tanto esas "fallas", ni me interesa ubicar la cinta en un género o nicho específico. El efecto emocional que provoca y el delicioso balance narrativo bastan para crear una experiencia única que se quedó en mi cabeza durante días después de verla, lo cual no ocurre seguido, y por consiguiente lo valoro más que la credibilidad de un relato, o su precisión científica. Además, Another Earth me recordó mucho a Journey to the Far Side of the Sun, una de mis películas favoritas de niño; eso siempre ayuda.
Calificación: 9