martes, 2 de octubre de 2012

Hick

El director Derick Martini tuvo un auspicioso debut en el 2008 con la cinta Lymelife, aclamada por muchos como una de las mejores "óperas primas" de la década. Y ahora en Hick, su segunda película, Martini nos cuenta una historia más ambiciosa, totalmente distinta en su premisa, pero sustentada en un similar examen de personajes trágicos que reconocen sus fallas y alcanzan a ver su inminente caída, aunque rara vez pueden hacer algo para evitarlo. No obstante el resultado me pareció menos satisfactorio en esta ocasión, pues el estilo abierto y difuso del cineasta pierde fuerza cuando se trasplanta a un formato de "road movie", el cual requiere una estructura mejor definida, sin tantas desviaciones tangenciales que ofuscan el desarrollo y crecimiento del personaje principal.

La historia se desarrolla a principios de los ochentas, y comienza en un pequeño pueblo agrícola donde vive la niña Luli McMullen (Chloe Moretz), atrapada en un terrible entorno social con pocas esperanzas de gozar una vida normal. Además de sufrir las burlas de sus compañeros, Luli debe lidiar con una madre alcohólica (Juliette Lewis) y un padre irresponsable (Anson Mount) que no muestran interés alguno por su hija (por ejemplo, cuando Luli recibe un revólver calibre .45 como regalo al cumplir 13 años, su madre solo se ríe, y su padre comenta "Ya era hora"). Entonces, ante la obvia indiferencia de sus padres y la opresiva ignorancia de la comunidad, Luli decide escapar a Las Vegas, donde espera encontrar la mágica existencia que le han prometido las revistas y la televisión. Y así comienza la niña su azaroso viaje, encontrando en el camino personas como Glenda (Blake Lively), una mujer experta en manipular hombres con su encanto; y Eddie Kreezer (Eddie Redmayne), un joven vagabundo con buenas intenciones empañadas por su violento carácter y peligrosos vicios. ¿Llegará Luli a su soñado destino, o será víctima de su propia inexperiencia?

Se nota que Hick está basada en una novela (escrita por Andrea Portes, quien también la adaptó a cine), pues su irregular estructura parece más apropiada para un libro, donde la autora tiene tiempo de profundizar en eventos pequeños que significan mucho para la protagonista. Sin embargo, cuando esos mismos eventos se reducen a cinco minutos de película, pierden relevancia y solo parecen obstáculos arbitrarios que frenan el ritmo de la historia y ni siquiera contribuyen significativamente a la evolución de Luli. Entonces tenemos básicamente una versión diluida de "Thelma y Nadie Más", donde la ingenua niña debe madurar rápidamente para lidiar con las amenazas (y posibles oportunidades) del camino. Lo único que rescata esta pesada narrativa son las increíbles actuaciones del elenco entero. Una vez más Martini encontró a los actores ideales para dar vida a los patéticos personajes de Hick, y tan solo con eso logra resolver muchos problemas potenciales de la película, invitándonos a seguir el viaje a pesar de sentirse ocasionalmente cansado y arbitrario.

Sin duda es Chloë Grace Moretz quien merece la mayor cantidad de aplausos. Ya conocíamos su sorprendente talento gracias a películas como Kick-Ass, Let Me In y 500 Days of Summer (por no mencionar su hilarante papel recurrente en 30 Rock como "némesis" de Jack Donaghy), y no solo lo confirmamos en Hick, sino que lo vemos florecer en terrenos dramáticos previamente inexplorados, enfrentando situaciones incómodas y peligrosas donde Moretz debe conciliar la inocencia de la niñez con el cinismo y desconfianza de la edad adulta, sin perder la honestidad emocional del personaje (aunque es probable que algunos espectadores perciban algunas escenas como burda explotación). Igualmente interesante es Eddie Redmayne como el impulsivo cowboy vagabundo, impredecible hasta el final, pero siempre creíble como un joven con más confianza que cerebro. Blake Lively me sorprendió con su emotiva interpretación de Glenda, al mismo tiempo víctima y culpable de su sórdida situación; casi podríamos verla como el futuro de Luli, lo cual hace más triste la historia conforme se va revelando su pasado (por cierto, creo que Lively solo se esmera en su actuación cuando aparece en cintas pequeñas como ésta y The Private Lives of Pippa Lee). Finalmente, Alec Baldwin tiene una participación demasiado corta (seguramente otra víctima de la "adaptación" literaria) y apenas alcanza a ser un simple deus-ex-machina para atar algunos cabos sueltos (y desatar otros).

A fin de cuentas no sé exactamente cómo evaluar Hick. Tiene elementos sobresalientes que me gustaría recomendar, pero la narrativa tiende a divagar hasta el punto de la frustración. Por otro lado, la dirección de Derick Martini conjura una indescriptible intensidad que, apoyada por las actuaciones, mantiene la atención del espectador en todo momento, creando suspenso y anticipación por la llegada de un final que podría ser trágico o feliz, ya que ambos encajan en el tono general de la cinta. Entonces, Hick es mitad "road movie" y mitad "coming of age", sin cumplir plenamente con los requerimientos de ambos géneros. El póster parece sugerir un violento thriller, pero en realidad se trata de un relato melancólico y reflexivo, de acuerdo a su naturaleza "indie". Supongo que tan solo por las actuaciones merece una cauta recomendación, aunque no son excusa de sus considerables problemas narrativos. Y quienes prefieran una versión post-moderna de Guncrazy o Bonnie & Clyde, mejor renten God Bless America... es muy exagerada, falsa e inverosímil, pero puede satisfacer en un nivel más mórbido y visceral.
Calificación: 7

2 comentarios:

Abraham dijo...

¿Las mejores óperas primas de la década?

Pablo del Moral dijo...

Abraham: No me queda claro si estás preguntando cuáles son mis "óperas primas" de la década, o si estás repitiendo irónicamente la aseveración sobre Lymelife... voy a inclinarme por lo segundo ;-) Gracias y saludos!