The Theatre Bizarre

Me gusta el formato de antología, sobre todo en el género de terror, porque frecuentemente nos ofrece en una sola película la visión de varios cineastas libres de las restricciones narrativas y estructurales de un largometraje convencional. Claro, rara vez encontraremos un nivel uniforme de calidad en estas colecciones pero, si tenemos suerte, lo bueno compensará lo malo. La nueva cinta The Theatre Bizarre es una de estas antologías, y se distingue de la competencia porque no se limita a tres o cuatro relatos, sino que nos ofrece siete historias de sendos directores, todos ellos con amplia experiencia en el género de terror. ¿Servirá dicha experiencia para obtener un balance de calidad positivo? Veamos.

La historia que sirve de marco para los demás segmentos se titula “Theatre Guignol“, y sigue a una joven mujer (Virginia Newcomb) obsesionada con el teatro abandonado que puede ver desde su ventana. Una noche se abren misteriosamente las puertas del desvencijado edificio, y la mujer no resiste la tentación de entrar, encontrando un extraño anfitrión mecánico (Udo Kier), quien la invita a sentarse y disfrutar las historias que se presentarán en el escenario. La primera historia es “The Mother of Toads“, donde una pareja vacacionando en Francia encuentra una enigmática anciana que afirma poseer una copia del legendario libro Necronomicon, y los invita a su casa para que examinen el antiguo tomo. La segunda historia, “I Love You“, sigue la tensa discusión entre una pareja que ha destruido su relación a base de traiciones y comportamiento obsesivo. Después viene “Wet Dreams“, cuyo protagonista es un hombre atrapado en una pesadilla recurrente de venganza marital. A continuación tenemos “The Accident“, en la que una joven madre trata de explicar el concepto de la muerte a su pequeña hija. La quinta historia es “Vision Stains“, centrada en una escritora que está matando indigentes con un propósito ciertamente original y sorprendente. Luego viene “Sweets“, donde vemos la grotescamente torcida relación entre dos fetichistas de la comida. Y finalmente regresamos al desvencijado teatro para darnos cuenta de que la espectadora corre el riesgo de convertirse en participante del horror.

No hay un tema formal que unifique estas historias (bueno, más allá del horror mismo), aunque me llamó la atención que cuatro de los siete relatos incluyen personajes con problemas de pareja. Quizás esto refleja los temores e inseguridades de los respectivos cineastas, o tal vez es una estrategia útil para crear un cimiento emocional que el espectador pueda asimilar fácilmente, para luego destruirlo por distintos medios (casi siempre sangrientos). Hablando de lo cual, hay bastante "gore" en The Theatre Bizarre, pero nunca como un fin por sí mismo (bueno, con la posible excepción del segmento dirigido por Tom Savini). Casi todos los directores emplean la sangre como un refuerzo de la trama, y el resultado es una película más madura, cuyo énfasis reside en el impacto dramático de los relatos, y no en el simple horror visceral... aunque tampoco descuida ese aspecto.

Por el lado negativo, la breve naturaleza de los cortometrajes impide el desarrollo de una historia compleja, de modo que pueden sentirse superficiales y  apresurados. El que mejor funciona (en mi humilde opinión) es “The Accident“, pues en vez de intentar contarnos una historia, se limita a capturar un trágico momento a través de los ojos de una niña, lo cual se presta para crear un conmovedor contraste entre la inocente percepción de la protagonista y el horror de la situación que enfrenta. En el nivel dramático la que más me gustó fue “Vision Stains“; su premisa es al mismo tiempo científicamente ridícula y conceptualmente provocativa, convirtiendo el asesinato de indigentes en un proyecto artístico poderoso y hasta justificable... al menos desde el retorcido punto de vista de la protagonista. Por supuesto, como fan de Lovecraft, aprecié las demenciales criaturas, húmedos horrores y trajes prostéticos de “The Mother of Toads“. Y finalmente disfruté los fragmentos intersticiales de “Theatre Guignol“, pues aunque carecen por completo de narrativa, la interacción de Udo Kier como el siniestro maestro de ceremonias, y Virginia Newcomb como la espectadora, consigue algunos buenos momentos de angustia y tal vez más suspenso del que evocan los segmentos formales.

En cuanto al "pedigree" de The Theatre Bizarre, me temo que es más atractivo que la película misma. En orden de presentación los directores son: Jeremy Kasten (“Theatre Guignol“), cuya filmografía incluye obras como The Attic Expeditions y The Thirst; Richard Stanley (“The Mother of Toads“), igualmente famoso por su cinta de culto Hardware y por haber sido despedido del re-make de The Island of Dr. Moreau; Buddy Giovinazzo (“I Love You“), más activo en televisión desde que escribió la violenta Combat Shock hace casi treinta años; Tom Savini (“Wet Dreams“), legendario artista de efectos especiales y pionero en las técnicas que hoy usan sus discípulos; Douglas Buck (“The Accident“), egresado de Troma Films, para quienes escribió la memorable Terror Firmer; Karim Hussain (Vision Stains), talentoso cinematógrafo de Hobo With a Shotgun; y David Gregory (Sweets), director de incontables "detrás de las cámaras" y de la modesta cinta Plague Town.

Este talento detrás de las cámaras se ve complementado por un sólido ensamble de actores que incluye, además de Kier y Newcomb, a Harvey Friedman, Debbie Rochon, Kaniehtiio Horn y Lindsay Goranson, cuyos esfuerzos colectivos contribuyen a reducir la superficialidad narrativa de The Theatre Bizarre, dándole adecuada sustancia a sus excéntricos personajes. Entonces, creo que puedo recomendar esta cinta para fans del horror interesados en fugaces bocadillos que no ofrecen la satisfacción de una comida completa, aunque pueden servir para saciar la sed de sangre y melodrama durante un par de horas. Con estas antologías hay que saber tragar lo bueno junto con lo malo, y creo que The Theatre Bizarre se inclina por lo bueno... aunque no logra evitar la indigestión causada por sus menos apetecibles ingredientes. Y no me refiero al fluido ocular de “Vision Stains“.
Calificación: 7.5