El Encanto de la Bestia (Beastly)

Para ahorrar tiempo diré desde el principio que El Encanto de la Bestia es exactamente lo que parece: una tediosa amalgama de Twilight y La Bella y la Bestia, cuyos absurdos intentos por parecer "dark" y sofisticada solo van de lo risible a lo irritante, empezando por las afectadas actuaciones de la pareja principal y terminando con un libreto que constantemente tropieza con sus mal planteados momentos románticos. Si algo tuviera rescatable sería su decente producción y un estilo visual que combina la decadencia urbana de los barrios bajos con la elegancia "bohemia" de los viejos edificios neoyorquinos (aunque, naturalmente, se filmó en Canadá). Y, claro, también me gustó la participación de Neil Patrick Harris como "comic relief" que realmente nos da un gracioso respiro del insípido romance.

A pesar de lo que pudiera pensarse, el argumento de El Encanto de la Bestia no está basado directamente en el relato folklórico original de la Bella y la Bestia, ni en el cuento de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve de 1740, ni en la película de Jean Cocteau de 1946, ni en la adaptación animada de Disney de 1991, sino en la novela Beastly, de Alex Finn, cuya innovación en este regurgitado material fue contar la historia desde el punto de vista de la "bestia" (aunque, para ser justos, los fans del libro señalan que todos los elementos de acción y aventura fueron omitidos de la película, quizás por razones económicas).

Como sea... el punto es que la bestia no comienza como tal, sino como Kyle Kingson (Alex Pettyfer), un arrogante y absolutamente odioso, pero muy apuesto estudiante, cuyo padre tiene muchísimo dinero y es muy famoso. Por eso el joven creció con la idea de que la gente atractiva es mejor que los demás, y merece mayores privilegios. Definitivamente necesita que alguien le de una lección... y por casualidad entre los estudiantes hay una bruja llamada Kendra (Mary-Kate Olsen), quien usa sus poderes mágicos para transformar a Kyle en un "freak" sin cabello, lleno de tatuajes y profundas cicatrices, destruyendo su confianza y su amor propio (pero no su arrogancia ni su estupidez). La única manera para recuperar su antigua belleza será logrando que una mujer se enamore de él antes de que pase un año. Y por alguna razón la mejor candidata es Lindy (Vanessa Hudgens), cuya integridad y conciencia ecológica la hacen inmune a los costosos regalos que Kyle le compra. Sin embargo, por circunstancias absolutamente ridículas, Lindy tiene que mudarse al elegante departamento de Kyle, donde el joven tratará de enamorarla con ayuda de un reloj y una tetera; o, mejor dicho, con ayuda de su ama de llaves Zola (Lisa Gay Hamilton) y su tutor invidente Will (Neil Patrick Harris). ¿Encontrará el amor a tiempo para romper el hechizo? ¿O tendrá que vivir su vida como nosotros los feos? ¡Qué suspenso!

Aunque no me gustaron sus actuaciones, tampoco quiero culpar exclusivamente a Alex Pettyfer y Vanessa Hudgens por las intolerables fallas de El Encanto de la Bestia. A decir verdad, en un par de escenas lograron una conexión vagamente creíble, fundamentada en emociones tenuemente sinceras; pero el libreto se empeña en arruinarlas con "gestos románticos" tan forzados que solo funcionarán para niñas pre-adolescentes que llegaron tarde al fenómeno Twilight, y por lo tanto nunca han tenido contacto con los más rancios clichés del romance juvenil (ya sea en su forma literaria o cinematográfica). Imagino que el resto de la gente encontrará el "drama" tan elemental y previsible que resultará imposible sentir el menor interés por los personajes, sobre todo cuando sabemos de antemano que el obligatorio final feliz llegará sin importar que el desarrollo lo justifique; en otras palabras, el director y guionista Daniel Barnz no siente necesidad de emplear lógica o suspenso, o siquiera "integridad narrativa" al contar la historia, pues sabe que todo se resolverá tan mágicamente como la bruja Kendra convirtió en monstruo al apuesto protagonista.

Por otro lado, la triste realidad es que estoy escribiendo esta crítica desde el punto de vista de persona fea; así es la vida. Quizás por eso no pude apreciar el intenso drama de la historia, ni me conmovieron sus más trágicas escenas (como cuando Kyle decide borrar su cuenta de Facebook... ¿habían visto tanto sufrimiento?). Por eso quiero dejar abierta la posibilidad de que El Encanto de la Bestia dejará satisfechos a aquellos espectadores suficientemente hermosos para comprender el dolor de la Bestia, así como el sacrificio de enamorar a una mujer "fea" (traducción: de cabello castaño) para beneficio personal. Y, como dije, quizás la combinación de romance prohibido y atmósfera "goth" cautivará al público "tween" que aún toma en serio los clichés Emily the Strange/Anne Rice/Bauhaus que infestan la percepción pública de esta legítima sub-cultura. En lo personal, El Encanto de la Bestia fue una experiencia casi intolerable, que no funcionó como fantasía ni como romance, y mucho menos como simple entretenimiento de fin de semana. Aunque, habiendo dicho eso, reí en un par de ocasiones con las escenas de Neil Patrick Harris, y agradecí que la película se tome la molestia de repetir la vieja conseja de "lo importante está en el interior", aunque nadie vaya a hacerle caso en esta época de obsesión por la apariencia física. Alguna esperanza debemos tener los feos.

Calificación: 4