miércoles, 14 de septiembre de 2011

Ironclad

No entiendo bien la razón de su súbita popularidad, pero me da gusto que estén produciéndose tantas películas de tema medieval dedicadas a mostrar la brutalidad de aquel período en combinación con historias maduras e interesantes. Quizás son un poco repetitivas y vienen acompañadas por su propia variedad de fórmulas y clichés... pero definitivamente representan una agradable variación después de tantos robots gigantes, superhéroes atormentados y anti-héroes criminales que durante un buen rato han acaparado el cine “de acción“. Ironclad es un claro ejemplo de este nuevo cine medieval, fundamentado en hechos históricos, repleto de estereotipos, y orgulloso de empapar la pantalla con sangre derramada durante las violentas peleas con espadas, mazos y flechas. En otras palabras, es cine épico en un nivel íntimo (?) fundamentado en la fuerza de sus personajes y en la intensidad de sus emociones, y no en el número de "extras sintéticos" que pueda meter en un campo de batalla digital.

Al principio de Ironclad recibimos una pequeña lección de historia sobre las circunstancias que llevaron a la firma de la Magna Carta, semilla ideológica del sistema social y político que gozamos actualmente. En las primeras décadas del siglo trece, el Rey John de Inglaterra oprimía con tal despotismo a su pueblo que los barones del reino se rebelaron con ayuda de ciertas facciones religiosas, obligándolo a firmar el famoso documento que proclamaba los derechos de los ciudadanos y limitaba el poder de la monarquía. Pero después de ese final feliz, el Rey John (Paul Giamatti) decide recuperar su antiguo poderío y, con el apoyo financiero del Papa, organiza un ejército de mercenarios nórdicos con el fin de reconquistar Gran Bretaña. El primer paso será tomar el castillo de Rochester, cuya ubicación le da enorme valor estratégico; pero cuando el Arzobispo Langdon (Charles Dance) se entera de los planes de John, encomienda al Barón Albany (Brian Cox) la tarea de defender el castillo para impedir que caiga en manos de la corona. Para realizar esa imposible labor, Albany recluta a los soldados que colaboraron con él durante la rebelión, incluyendo al ex-templario Marshal (James Purefoy), quien perdió su fe y su entusiasmo por la guerra después de presenciar tantas atrocidades durante las Cruzadas; al experto arquero Marks (Mackenzie Crook); y el cínico Becket (Jason Flemyng), ahora más interesado en vino y mujeres que en ideologías políticas. Y así comienza el sitio de Rochester, con una veintena de hombres defendiendo el futuro del reino contra un ejército invasor de miles, encabezado por el cruel Rey John...

El marco histórico le da cierta profundidad y quizás un aire de "cine de arte", pero no nos engañemos... Ironclad es una película de acción que se regodea en la brutalidad de sus peleas y en la valentía de sus héroes. Quizás por su origen británico se siente más "culta" que similares obras norteamericanas, como The Eagle o Season of the Witch; pero eso no le impide usar los mismos clichés y personajes arquetípicos del cine de acción. Por ejemplo, todos conocemos la escena en la que el malo usa una mujer como escudo mientras amenaza con matarla; entonces el héroe hace un preciso disparo que mata al villano y deja asombrada a la chica. En Ironclad tenemos exactamente esa escena (pero con espadas, naturalmente), así como muchas otras que salen del más trillado cine de acción ochentero (otro ejemplo: la mujer cura tiernamente las heridas del héroe mientras el aire se carga de romance... ugh). Y ni hablemos del villano... Paul Giamatti se divierte de lo lindo interpretando al Rey John como un psicópata hambriento de poder y enamorado de su propia grandeza (en otras palabras, una mezcla de Al Pacino en Scarface y Gary Oldman en True Romance). Su actuación es tan exagerada que bordea en la comedia... y sin embargo sirve perfectamente para sentar el tono de la película y poner en el contexto adecuado a sus melodramáticos héroes.

Lo cual nos lleva al abigarrado grupo de soldados, mercenarios y criminales que defienden el castillo Rochester. Como podemos suponer, se trata de una colección de pintorescos "desadaptados" con personalidades bien definidas, desde el templario hastiado de la guerra hasta el ex-soldado que solo pelea por dinero (y mujeres), sin olvidar al monosilábico titán que compensa su corto intelecto con devastador talento para matar a sus enemigos (o a quien se le ponga enfrente, para el caso). En el papel de "héroe por default" tenemos a James Purefoy (sin duda aprovechando la experiencia con espadas que ganó en Solomon Kane y en la serie Rome) como el trágico y lacónico guerrero que no necesita muchas palabras para expresar el remordimiento que carga en su interior. Brian Cox merece mención como el Barón Albany, quien acepta la misión suicida con la pragmática filosofía del auténtico patriota. Me gustó en particular su monólogo sobre "amar a su país, pero no a su gobierno", lo cual sigue tan vigente hoy como hace ochocientos años (cada quien busque sus propios paralelismos). Desafortunadamente el lado femenino del elenco carece del mismo detalle y variedad, aunque no es culpa de las actrices, sino del libreto. Kate Mara tiene el papel de Lady Isabel, cuyas insinuaciones amorosas hacia el callado y misterioso Marshal se vuelven cansadas y hasta irritantes. Supongo que el director Jonathan English quiso sazonar la violencia con un poco de romance prohibido pero, en mi humilde opinión, no funcionaron esas escenas, y siento que Ironclad debió omitirlas para tener un ritmo más ágil que permitiera enfocar por completo la narrativa en el conflicto de rebeldes e invasores.

Aunque tenga algunas quejas sobre Ironclad, la verdad es que me entretuvo muchísimo, no solo por las súper-violentas peleas, sino por las balanceadas actuaciones y los coloridos personajes, que podrán ser clichés, pero no por ello carecen de humanidad para alejarlos de la caricatura. Comparándola con la nueva ola de cine medieval, la pondría por encima de The Eagle, Season of the Witch y, por supuesto, Your Highness; y más o menos al mismo nivel de Black Death y Centurion. Sus respectivas historias, áreas geográficas y períodos culturales son muy distintos, pero todas ofrecen el puro deleite de aventuras sangrientas, batallas por honor, y ausencia total de "corrección política". Quizás los puristas preferirán el celo histórico y atmósfera épica de obras clásicas como Excalibur o Braveheart, pero yo prefiero estas modernas interpretaciones tan solo por su alto coeficiente de diversión y desvergonzada violencia. Por otro lado, tal vez la decepción que me provocó el re-make de Conan the Barbarian influyó en mi percepción de Ironclad; la única manera de resolver el dilema será en una brutal pelea entre espada y “morning star”; escojan a su favorito (pero no se sienten muy cerca, o podrían terminar accidentalmente decapitados).
Calificación: 8.5

4 comentarios:

CESAR dijo...

Pablo.. a mi me pareció super jarta.. y lo miiiiismo de siempre.. pero con más sangrecita...

Pablo del Moral dijo...

César: No sé qué quiere decir "jarta", pero asumo que no es nada bueno ;-) Y tienes razón al decir que es lo mismo, pero me gustó la combinación de actores, sangre y posturas heroicas dignas de novela barata. Saludos y feliz fin de semana!

Anónimo dijo...

Muchas gracias por su ayuda sr. Pablo. Suena complicadísimo comprar por Amazon. Ya me he registrado pero sólo cuento con una tarjeta de débito. No sé si tengo que depositar en dólares mi propia cuenta, o como en PayPal existe la opción automática de convertir a cualquier divisa. Y no sé si me cobran comisión. Supongoq ue lo último tendría que consultarlo en mi banco. Gracias y saludos.

Pablo del Moral dijo...

Anónimo: Pues sí, suena complicado la primera vez, pero después se simplifican las operaciones. En cuanto a lo de PayPal, quizás te convenga más buscar en eBay; la mayor parte acepta ese servicio (de hecho, eBay es dueño de PayPal, así que no hay pierde). Ojalá consigas lo que buscas y muchos saludos!