El Día del Apocalipsis (The Crazies)

Quizás The Crazies (de 1973) sea una de las películas menos conocidas de George A. Romero, pero (en mi humilde opinión) es una de las mejor escritas, pues además de ofrecernos el habitual horror, sangre y suspenso, nos cuenta una historia rica en significado y bien balanceada, que no pierde tiempo en vanas divisiones entre héroes y villanos, sino en el realista (o pesimista) examen de una horrible situación contemplada desde distintos puntos de vista. Lamentablemente ese reflexivo tono se perdió por completo en El Día del Apocalipsis, una nueva versión modernizada y simplificada para fácil consumo de quienes solo busquen un poco de horror, sangre y suspenso... pero nada que los ponga a pensar o a cuestionar la intención de la película.

La trama se desarrolla en el pequeño pueblo de Odgen Marsh, donde la sencilla vida comunal empieza a desmoronarse cuando algunos de sus habitantes contraen una extraña enfermedad que los vuelve agresivos e irracionales. El misterio se resuelve parcialmente cuando el Alguacil David Dutton (Timothy Olyphant) descubre los restos de un avión militar estrellado en un pantano, cuyo misterioso contenido contaminó el suministro de agua de la ciudad. Pero antes de que él y su esposa Judy (Radha Mitchell) tengan tiempo de establecer un plan de acción para aislar a los enfermos y proteger al resto de los habitantes, el pueblo se ve súbitamente invadido por una fuerza militar que pretende contener la enfermedad antes de que escape y cause una pandemia global. Entonces Dutton, la Dra. Judy, su secretaria Becca (Danielle Panabaker) y el nervioso oficial Russell (Joe Anderson) tendrán que burlar a los eficientes soldados para escapar del pueblo y, con suerte, sobrevivir la infección. Pero primero tendrán que luchar contra sus propos miedos e inseguridades, pues nunca se sabe quién podría estar contagiado...

Una de las cosas que más me gustaron en la original The Crazies fue que dividió la narrativa entre los habitantes del pueblo contaminado y los militares que trataban de curar la enfermedad, o al menos impedir que se extendiera. Esa división nos ayudó a comprender las difíciles decisiones éticas que enfrentaban ambos grupos, y al mismo tiempo pintó un cuadro desmoralizante al ver sus buenas intenciones saboteadas por la incompetencia e ignorancia de las autoridades que no alcanzaban a comprender la gravedad de la situación, ni la irrelevancia de sus simplistas estrategias. Desafortunadamente el remake El Día del Apocalipsis reduce su enfoque a un pequeño grupo de sobrevivientes que pasan por las tribulaciones que hemos visto en casi todas las películas de tema post-apocalíptico (aunque reducidas al contexto de un pueblo pequeño), desde la desesperada búsqueda de transporte y refugio, hasta las obligadas escenas de conflicto personal y luchas por el poder.

Aunque me decepcionó bastante esa patética falta de ambición dramática, supongo que puedo agradecer que los actores realicen un decente trabajo en sus previsibles papeles. Timothy Olyphant (el Josh Duhamel de los pobres... ¿o es al revés?) muestra adecuada calidez y firmeza como el estoico alguacil que hará lo necesario para proteger a su esposa. Radha Mitchell apenas trasciende el cliché de “mujer en peligro” gracias a su fuerte personalidad y solemne rostro... aunque sus frecuentes gritos contradicen ese supuesto aire de competencia y serenidad. Danielle Panabaker no se queda atrás con los gritos y, sin ser una gran actriz, creo que esta joven ex-Disney Channel tiene futuro como "scream queen" (papel que ya interpretó en Friday the 13th -otro inútil remake- y Mr. Brooks). Curiosamente el actor que más me gustó fue Joe Anderson en el papel del inestable oficial Russell, pues resulta ser la mejor fuente de suspenso en la película entera. Además, su diestra actuación podría definir el mensaje de la película, pues nos hace dudar si está infectado o si el estrés de la situación sacó a relucir sus más bajos instintos de agresión y supervivencia. Eso me puso a pensar que tal vez no hay diferencia alguna, y que el punto de la película es que la enfermedad no cambia a las personas; simplemente disuelve el tenue barniz de civilización que nos impide matarnos sin motivo ni remordimiento. Pero créanme que hay que esforzarse bastante para encontrar sustento de estas elucubraciones filosóficas. En general la película solo se preocupa por pisar las bases obligatorias del cine de desastre, pasando por varias escenas de drama y violencia antes de llegar a la “sorpresiva” conclusión.

En ese simple aspecto cumple su función, gracias a las adecuadas actuaciones y al acelerado ritmo que nos lleva de una escena a otra con agilidad y cierta fluidez, de modo que no hay tiempo para aburrirse o cuestionar demasiado los agujeros lógicos de la historia (¿no pensó el alguacil que el ÚNICO automóvil funcional en el pueblo iba a despertar sospechas?). Para variar, no veo la utilidad de contar nuevamente esta historia, sobre todo si se van a omitir los elementos que la hicieron única e interesante hace cuarenta años. Vamos, la original ni siquiera es tan famosa como para que valga la pena atraer a sus fans. Y en las últimas dos décadas hemos visto suficientes películas sobre epidemias y amenazas biológicas, de modo que tampoco era necesario ampararse en esa vieja película como fuente de inspiración. Entonces, ¿cuál fue el punto de realizar una nueva versión? Claro. Pagué por verla y quizás si suficientes tontos caemos en la trampa se justificará el esfuerzo. Bien jugado, Hollywood.
Calificación: 6.5