Camino

Por lo general me desagradan las películas "inspiradas" en relatos verídicos de personas que sufrieron alguna grave enfermedad o padecimiento. Admito que pueden resultar inspiradoras y, en todo caso, nos ayudan a apreciar la salud que tenemos. Pero en un nivel más pragmático me parecen una vulgar explotación del sufrimiento ajeno para entretenimiento del público y beneficio económico de las compañías productoras. Por eso quedé gratamente sorprendido con la película española Camino, pues aunque trata ostensiblemente de la lucha contra una devastadora enfermedad, oculta inesperada profundidad narrativa y tácitos comentarios sobre controversiales temas que sin duda serán interpretados de manera distinta por cada espectador.

El título de "Camino" se refiere al inusual nombre de su protagonista, Camino Fernández Usaola (Nerea Camacho), una alegre y vivaz niña que vive en el seno de una familia profundamente religiosa (o, mejor dicho, con una madre profundamente religiosa). Entonces, cuando se le descubre una agresiva forma de cáncer, Camino se ve sometida a dolorosos tratamientos quirúrgicos y químicos, aunque sus doctores albergan poca esperanza de recuperación. Y así vemos como la enfermedad va destruyendo el cuerpo de la niña, su capacidad de movimiento e incluso su razón; pero lo que nunca logra extinguir es su fuerte amor por Jesús y su inquebrantable fe en Dios.

Y al decir "fe en Dios" no me refiero a las casuales frases de "Si Dios Quiere", "Dios Mediante" o "Así lo quiso Dios" que escuchamos regularmente en nuestra vida diaria. La fe de Camino y de su madre es tan intensa que rebasa cualquier nivel racional, incluso provocando comportamientos que cualquier otra persona consideraría inhumanos. Y ahí reside el valor real de esta película. Presentándonos sobriamente esta faceta del extremismo religioso nos pone a pensar en el precio que algunas personas pagan por su fe. De hecho, el aspecto más interesante de Camino no es su historia o personajes, sino lo que no se dice... todos aquellos tácitos comentarios y significativas pausas que expresan sutilmente lo que estamos pensando, con un mínimo de artificio dramático o sermones ideológicos. En otras palabras, la película no "dice" mucho al respecto; simplemente provee espacios para insertar nuestra propia ideología, dejando a nuestro juicio el veredicto sobre los personajes y sus actitudes.

Por eso es tan difícil evaluar Camino objetivamente. Cualquier reacción que pueda generar la película estará fundamentada en nuestro punto de vista, y así como algunos quedarán conmovidos por la enternecedora devoción de una niña con espíritu puro y extraordinaria nobleza, otros pensarán que Camino sufrió el más horrible abuso infantil por parte de su madre, quien le lavó el cerebro para abrazar sin cuestionamiento una serie de supersticiones que nublan su razón y dan una falsa sensación de orden y propósito en un universo caótico e impredecible. De igual modo sería fácil ver como villanos a los miembros del Opus Dei que se interesan en Camino como fácil candidata a la santidad; o como píos héroes que canalizarán el sufrimiento de la niña como arma espiritual en su lucha contra el Demonio. Es difícil decidir, pues esta vez no hay asesinos albinos con fetiche de auto-flagelación.

En fin, podría seguir dando vueltas sobre las múltiples interpretaciones que ofrece la película Camino, pero imagino que ninguna sería "correcta". Entonces, me limitaré a concluir diciendo que me pareció interesante su neutra (?) postura, disfruté muchas de las actuaciones (particularmente la de Mariano Venancio como el padre de la niña) y quedé impresionado por el brutal realismo con el que se retratan las operaciones y tratamientos realizados sobre la protagonista (aunque el tema y póster sugieran que se trata de una película familiar, algunas de esas escenas podrían resultar demasiado fuertes para niños). Por el aspecto negativo me pareció demasiado larga, y creo que podría haberse omitido el manipulador sub-argumento sobre una obra de teatro, pues aunque pretende funcionar como metáfora de la lucha interna de la niña, a fin de cuentas es irrelevante en vista del sufrimiento real que presenciamos. Entonces, puedo recomendar Camino como una provocativa obra que nos pondrá a pensar y quizás a examinar nuestra propia posición sobre la religión. Solo espero que no cause discusiones demasiado amargas entre amigos al salir del cine. O quizás ese fue exactamente el punto. Como sea, rompió todas mis expectativas sobre el género de "enfermedad de la semana", y creo que por eso merece la oportunidad de exponer sus ideas... o inspirarnos a generar las nuestras.
Calificación: 8