La animación digital nos ha dado obras de asombrosa belleza visual y pasmoso realismo; sin embargo las películas realizadas con el más tradicional método de "stop motion" siguen maravillándome por la titánica labor artesanal invertida en ellas, desde las detalladas maquetas y decorados en miniatura de Coraline, hasta las expresivas actuaciones en las cintas de Aardman Animation. Pero en el extremo menos "preciosista" de esta disciplina podemos encontrar artistas más interesados en explorar los delirantes límites de su imaginación que en duplicar la realidad. En ese menos reverenciado (pero infinitamente más creativo) territorio florecen obras como la divertida serie Robot Chicken, los demenciales cortos de los Hermanos Quay y, ahora, la indescriptible película franco-belga A Town Called Panic (Panique au Village).
¿Dije indescriptible? La historia se desarrolla en un pintoresco pueblo de colorido diseño, donde un día despiertan Vaquero (voz de Stéphane Aubier) y el Indio (voz de Bruce Ellison) para descubrir que olvidaron comprar un regalo de cumpleaños para Caballo (voz de Vincent Patar), su compañero de cuarto y mejor amigo. Entonces, en un momento de inspiración, deciden regalarle un horno para barbacoa en el jardín de su casa, y proceden a pedir por Internet cincuenta ladrillos para construirlo. Pero por un error reciben 50 millones de ladrillos, los cuales ocultan apresuradamente para no arruinar la fiesta de Caballo. Claro que no es fácil esconder 50 millones de ladrillos, y su torpe plan termina destruyendo su casa... y aunque tratan de reconstruirla (tienen abundantes materiales, después de todo), sus esfuerzos se esfuman cuando un grupo de ladrones acuáticos roba las paredes del renovado inmueble. Entonces, para llegar al fondo del asunto, Caballo, Vaquero y el Indio emprenden un viaje que los llevará desde el candente centro de la tierra hasta el fondo del mar y las regiones polares para encontrar a los culpables. Y tendrán que hacerlo rápido, pues Caballo tiene una cita pendiente con su maestra de música, la adorable Madame Longrée (voz de Jeanne Balibar).
El estilo de animación de A Town Called Panic parece primitivo (llamémosle "clásico"), pero complementa perfectamente su exuberante energía y surrealista humor, que no cesa de arrojarnos situaciones al mismo tiempo inverosímiles y lógicas... al menos dentro del bizarro universo donde viven los personajes. Quizás no sea el tipo de humor que provoca carcajadas constantes, pero me mantuvo sonriendo durante la película entera por el desfile de divertidas situaciones y peculiares conceptos, desde las clases de música para animales de granja, hasta la inescrutable misión de los científicos con un enorme pingüino robótico. También me divirtieron las constantes (e intrigantes) referencias al "mundo real", los objetos a escala natural que ocasionalmente vemos en el pueblo (como tijeras, cepillos de dientes, etc.) y los inesperados comentarios que hacen incongruente contraste con la bucólica atmósfera de la película (refiriéndose a un CD de rock pesado, el Caballo le dice a su amigo, el Burro: "Buenos sonidos... ripéame uno").
En cuanto a la historia misma, no hay que buscarle mucho sentido. Quizás algún estudioso encuentre profundas metáforas y oculta simbología en A Town Called Panic (basada en una serie de televisión belga), pero yo estaba demasiado ocupado absorbiendo la desbordante imaginación de la película como para buscar significados secretos en la iracunda actitud del granjero vecino, el deplorable fascismo del policía local, y la "incorrección política" evidente en los clichés del Indio y Vaquero. Mi única queja sería que A Town Called Panic es demasiado insustancial para quedarse en la memoria, y quizás un poco más de fuerza dramática o subversión cultural la elevaría a la rara categoría de culto. Como sea, la experiencia fue lo suficientemente entretenida para merecer una cauta recomendación para interesados en animación "alternativa" y para quienes estén cansados de la super-realista y pulida animación de Hollywood. En resumen, A Town Called Panic es como un episodio largo de Robot Chicken, pero menos vulgar, más bizarro y orientado tanto a niños como a adultos. Y, claro, con menos violaciones potenciales de "copyright".
Calificación: 8
miércoles, 11 de agosto de 2010
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6 comentarios:
Pablo, te gusta R.L. Stine?
Anónimo: Honestamente no. Sólo he leído uno de sus libros (The Girl Who Cried Monster) y aunque me gustó su "voz" como escritor, recuerdo que el argumento me dejó decepcionado (pero no me pidas que lo describa, pues casi no recuerdo nada). Quizás el problema fue que mis expectativas eran demasiado elevadas; en aquel entonces (principios de los noventas, o algo así) yo seguía obsesionado con Stephen King, Clive Barker, H.P. Lovecraft, Dean R. Koontz, Richard Laymon, etc. y hubiera sido difícil que una novela juvenil compitiera en el mismo nivel que esos autores. Gracias y saludos!
Pablo:
¿Qué opinión tienes sobre las películas de la serie "Carry On"?
Yo no he visto una en más de una década, pero recuerdo que me divertían. Para mí Sid James era el alma de la serie...
Saludos.
Pablo, ¿tenés planeado hacer las críticas de las cintas Antichrist, Tetro y Staten Island?
Muchos saludos!
Anónimo: Me duele decir que solo he visto una de esas películas: Carry On Nurse, donde ni siquiera salía aún Sid James! Y solo la vi porque escuche que la mencionaron en el podcast de Ricky Gervais (de hecho creo que fue Stephen Merchant). Bueno, como sea, Carry On Nurse me pareció simpática; algo así como una versión británica de los Hermanos Marx, aunque menos surrealistas ;-). Prometo hacer lo posible por ver más de la serie. Muchos saludos y feliz fin de semana!
Anónimo 2: Sí, sí y sí. Pero, ¿cuándo? Buena pregunta. Mis disculpas por la demora. Saludos y suerte!
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