sábado, 31 de diciembre de 2011

El Conspirador (The Conspirator)


Como he mencionado con sospechosa frecuencia, soy aficionado a la literatura sobre conspiraciones desde que empecé a usar el Internet a mediados de los noventas, y descubrí el fascinante universo de foros y sitios donde investigadores serios y lunáticos gozaban igual oportunidad para proponer sus descabelladas teorías. Por eso yo esperaba que una película con el atractivo título de El Conspirador ofrecería una perspectiva más sórdida y entretenida de su tema central, a saber: la muerte de Abraham Lincoln y la conspiración detrás de su asesinato. Sin embargo (para bien o para mal) el director Robert Redford tenía planeado algo muy distinto, pues usó el mencionado magnicidio tan solo como detonante de una interesante historia sobre justicia, venganza y derechos civiles. Obviamente no fue lo que yo esperaba, y aún así pude disfrutarla... marginalmente.

De hecho, El Conspirador ni siquiera se centra en un conspirador, sino en una conspiradora. El 14 de Abril de 1865, durante los meses finales de la Guerra Civil norteamericana, un grupo de simpatizantes confederados orquestó un audaz golpe contra el gobierno, asesinando al Presidente Abraham Lincoln y atentando contra las vidas del Vicepresidente y del Secretario de Estado, quienes sobrevivieron. John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln, murió durante la subsiguiente cacería policíaca, pero varios de sus secuaces fueron arrestados, y se descubrió que el complot se planeó en la casa de huéspedes de Mary Surratt (Robin Wright), una viuda sureña cuyo hijo tenía estrecha relación con Booth. Tan solo por eso Mary es arrestada, y la tarea de defenderla ante un juzgado militar recae en el joven abogado unionista Frederick Aiken (James McAvoy), quien encuentra la tarea ofensiva y a fin de cuentas inútil, pues la mujer es obviamente culpable. Sin embargo, conforme Aiken prepara el caso, se da cuenta de que no hay evidencia suficiente de que Mary haya sido cómplice de los asesinos. Pero, ¿logrará convencer a los jueces militares hambrientos de venganza?

Tanto por el período histórico como por el tema legal, esta película podría compararse con Amistad aunque, a diferencia de aquella, El Conspirador usa una narrativa mucho más fría y cerebral, libre de sentimentalismo o manipulación emocional. De hecho, el punto de la historia ni siquiera es determinar la culpabilidad o inocencia de Mary Surratt, sino simplemente respetar sus derechos civiles y no dejar que los factores externos (la Guerra Civil, el dolor colectivo de perder a un presidente querido) sirvan como excusa para ignorar la Constitución y pisotear la intención de quienes la escribieron. Obviamente el director Robert Redford quiso usar este poco conocido pasaje de la historia como analogía de lo que ocurre hoy en la "guerra contra el terrorismo", donde la privacidad, los derechos humanos y a veces la simple decencia tienden a desaparecer en aras de la seguridad.

Desafortunadamente la manera como Redford eligió transmitir su mensaje es tan lenta y repetitiva que podría aburrir al público con dos horas de seco drama legal, así como un héroe que reitera una y otra y otra vez las mismas frases ante jueces, amigos y hasta su novia Sarah (Alexis Bledel), tratando de convencerlos de que no está traicionando su afiliación política, ni poniéndose del lado de los asesinos, sino simplemente cumpliendo su trabajo como abogado, defendiendo la constitución y respetando los derechos de su clienta, sin importar su inocencia o culpabilidad, y sin dejarse influir por la opinión popular. Además, la producción de El Conspirador es tan modesta que casi la llamaría "minimalista", pues el noventa por ciento de la historia transcurre en las mismas tres locaciones: el juzgado militar (totalmente distinto a las opulentas cortes que vemos en las películas de John Grisham), la casa de huéspedes de Mary Surratt (la cual aún existe como museo), y la inmunda celda de la mujer. Para nada veremos majestuosas tomas de la ciudad de Washington en el siglo diecinueve, ni épicos combates de la Guerra Civil (aunque, estrictamente hablando, El Conspirador comienza en el campo de batalla... cuando ya terminó la batalla).

A pesar de todo la trama me pareció interesante, y las excelentes actuaciones de James McAvoy, Robin Wright, Evan Rachel Wood (como hija de la acusada) y Colm Meaney (como el juez principal) me ayudaron a superar los momentos cansados o lentos de la película; entonces, lo que parecía un suplicio de dos horas se convirtió en una fascinante lección de historia (o tanto como pueda serlo una película) y una válida alegoría del clima político contemporáneo. Por todo eso debo darle una recomendación a El Conspirador, aunque definitivamente no será para todos los gustos, ni cumplirá las expectativas de quienes busquen las fórmulas tradicionales del cine legal o de conspiraciones. Sé que esto suena más como advertencia que como recomendación, pero solo estoy tratando de anticipar lo que encontrarán en esta película... a menos que los esté engañando. Después de todo, no conviene saber demasiado sobre estos temas. ¡Sic semper tyrannis!
Calificación: 7.5

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pablo, esto es Conspiración o son simples coincidencias? http://www.pasarmiedo.com/kennedy_lincoln.php

Anónimo dijo...

Pablo! Feliz año nuevo y que sea un año (de mas de 10 no?) mas de criticas a obras maestras incomprendidas, productos inflados y deliciosos churros del septimo arte.

Cheers!!!

Arpe lecat

Koolebra dijo...

Pablo: ¿desde qué edad eres abstemio y cuál fue el motivo? Es raro ver a un metalero que no le guste el alcohol.

Anónimo dijo...

Feliiiiiiiz AñoooooooooooooooO!!!!!!!!!!!

Pablo del Moral dijo...

Anónimo: Según snopes.com:

http://goo.gl/DJzqh

...la mayor parte de esas coincidencias son falsas o irrelevantes. Claro que eso es lo que ELLOS quieren que pensemos... :-) Gracias y saludos!

Arpe lecat: Muchas gracias, y los deseos son recíprocos. Sobre todo lo de los churros... Un abrazo!

Koolebra: Desde la adolescencia descubrí que no me gusta el sabor del alcohol, no me gustan sus efectos, y sobre todo no me gustan las situaciones sociales donde normalmente se consume. Entonces, no es tanto que sea "abstemio", sino simplemente antisocial, lo cual es normal en los metaleros, no? Saludos!

Anónimo 2: Igualmente! Gracias y un abrazo!