Splice

En general me gustan las películas del director Vincenzo Natali, pues aunque estén lejos de ser perfectas, casi siempre muestran gran ambición narrativa y una genuina comprensión del género fantástico como herramienta para examinar la condición humana desde innovadores puntos de vista. Su nueva película, Splice, sigue algunos de esos preceptos, aunque eventualmente se derrumba por la inestabilidad de su estructura, mitad "creature feature" llena de clichés, y mitad ciencia ficción de elevada intención intelectual. En otras palabras... una mutación malformada, pero no por ello carente de interés.

La trama se centra en los talentosos científicos Elsa Kast (Sarah Polley) y Clive Nicoli (Adrien Brody), cuyos extraordinarios experimentos en manipulación genética han conseguido la síntesis de organismos vivientes capaces de generar una "proteína mágica" con enorme potencial en la industria médica. Su patrocinadora está tan complacida que decide suspender las demás investigaciones de Elsa y Clive para que puedan dedicar su tiempo a ese proyecto en particular. Sin embargo ellos saben que están en el umbral de algo mayor, y deciden hacer un último experimento en secreto, altamente ilegal, combinando DNA humano y animal, pues consideran que el resultado será aún más benéfico para la humanidad. Pero cuando el experimento "nace" y empieza a desarrollar características sorprendentemente humanas, los científicos empiezan a preguntarse si llegaron demasiado lejos...

Los temas de Splice parecen más apropiados para una película de David Cronenberg (al menos el Cronenberg "clásico", antes de que abandonara el género fantástico), pues mantienen el mismo tono de fascinación/repulsión por "la carne" y sus inesperadas mutaciones (de preferencia artificiales). Pero por otro lado, el previsible libreto se limita a reciclar la vieja fórmula de Frankenstein (con la obvia referencia de “Elsa” y “Clive”) y su clásica moraleja sobre los riesgos y violentas consecuencias de "jugar a ser Dios". Peor aún, los “brillantes” personajes se ven forzados a reducir su intelecto para cometer errores asombrosamente estúpidos, y hacer cosas tan lejanas al sentido común que en ocasiones causan más risa que horror. Sé que el punto de la película es justamente denunciar la arrogancia científica, y la falacia de que "todo está bajo control" pero, en serio, Splice lo lleva a niveles que destruyen la ya de por sí cuestionable credibilidad de la cinta.

Como dije al principio, creo que todo eso obedece a que el director (y sus guionistas) no lograron un balance apropiado entre los temas filosóficos y el formato de horror. Además, la "ciencia" que sustenta el argumento es evidentemente inverosímil y superficial; no quiero una cátedra de genética, pero hubiera agradecido algo más plausible, no necesariamente real, sino "realista". En fin... de cualquier modo aprecié la buena intención de los cineastas, y no niego que disfruté algunos momentos de "horror médico", así como el concepto básico de la película y las sorprendentes imágenes que nos ofrecen el director de fotografía Tetsuo Nagata y los estudios de efectos KNB, responsables de animatronics y maquillaje; y C.O.R.E., quienes enfrentaron el imposible trabajo de deformar digitalmente a la guapa actriz Delphine Chanéac para darle esa exótica belleza de perturbadora inhumanidad. También merecen modestos elogios los actores Adrien Brody y Sarah Polley por conseguir fugaces momentos de honestidad emocional entre la densa sopa de chascos que les asigna el libreto.

Si parezco demasiado estricto con esta película, es sólo por las altas expectativas que genera el director Vincenzo Natali. Pero si ignoramos su participación creo que es posible disfrutar Splice como una simple película de horror al estilo de Species, no muy lógica pero entretenida, con efectos competentes, algunas buenas escenas y una saludable subversión que no teme caer en extremos grotescos para mantenerse consistentes con las (huecas) ideas que enarbola. Ojalá se hubiera cuidado más el libreto, pues sin duda hay una sólida historia oculta entre los errores de Splice, y solo queda imaginar lo qué hubieran hecho con ella algunos de los directores famosos por sus inteligentes películas de horror, como el mismo Cronenberg, George A. Romero o Ken Russell. Honestamente creí que Natali podría unirse a ese exclusivo club, pero esta vez no tuvimos suerte. Aún así no descarto que lo consiga en el futuro, cuando se fije menos en los requerimientos de un género específico y más en su auténtica visión.

Calificación: 6.5