Zombies of Mass Destruction

El director George A. Romero no inventó los zombies, pero sus películas siguen recordándose porque usó el clásico concepto de los muertos vivientes como alegoría política y social. Hoy en día hay incontables imitadores que usan los zombies como excusa para filmar baratas películas rebosantes de sangre y vísceras, pero carentes de mensaje o sustancia. Zombies of Mass Destruction trata de rectificar la situación incorporando un estridente trasfondo político, y aunque no resulta particularmente inteligente u original, hay que darle crédito por intentar seguir los pasos de Romero con esa modesta comedia de terror, en la que trata de examinarse de manera realista la combinación de zombies y terrorismo.

Zombies of Mass Destruction comienza bastante bien, introduciendo a los habitantes de Port Gamble, un pequeño pueblo costero con marcadas divisiones políticas y sociales. Entre dichos habitantes están Frida Abbas (Janette Armand) y su padre Ali (Ali Hamedani), inmigrantes iraníes luchando constantemente contra el racismo de sus vecinos; el alcalde Burton (James Mesher), quien busca la complicidad del pastor local para ganar el voto religioso y triunfar en las próximas elecciones sobre su rival Cheryl Banks (Cornelia Moore), mujer atea y ferozmente liberal; también tenemos a Tom Hunt (Doug Fahl), discutiendo constantemente con Lance Murphy (Cooper Hopkins) sobre los pros y contras de revelar su homosexualidad a su madre. Y no podemos olvidar a Brian Miller (Andrew Hyde), pretendiente de Frida a pesar de que su padre Joe (Russell Hodgkinson) odia a los extranjeros y todo lo que vaya contra su intolerante punto de vista. Pero cuando un cadáver viviente arrastrado por la marea infecta a los habitantes de Port Gamble y los transforma en zombies, todas las facciones del pueblo deberán aliarse para sobrevivir la invasión.

Obviamente no hay nada sutil en esta bien intencionada mezcla de comedia, horror y política, pero aún así resulta bastante entretenida porque el guión da más importancia al conflicto humano que al previsible terror. Para lograrlo se apoya en un buen elenco de actores desconocidos... y al decir "buen elenco" no quiero decir que las actuaciones sean particularmente buenas, sino que cada intérprete encaja a la perfección en su papel, evitando que su falta de talento derrumbe la ilusión de credibilidad. Quizás eso suena como un insulto disimulado, pero lo digo como halago; resulta tan fácil arruinar una película con deficiente "casting" que vale la pena señalar cuando un director sabe reconocer la importancia de ese "detalle", a diferencia de tantos otros que prefieren reclutar a sus amigos y vecinos para llenar papeles inapropiados, creyendo que están ahorrando dinero cuando en realidad condenan su película al fracaso por descuidar tan vital proceso.

Para no darle muchas vueltas al asunto, creo que todos los halagos que tengo para Zombies of Mass Destruction siguen la misma condescendiente línea: a fin de cuentas me gustó la película, pero no fue necesariamente por sus virtudes, sino por los errores que evitó cometer. Por ejemplo (siguiendo el tema de los actores), los personajes abarcan toda la gama de edades, grupos étnicos y sociales; afortunadamente no tenemos que soportar la típica colección de odiosos "estudiantes universitarios" carentes de dimensión o personalidad. De igual modo podemos disfrutar una variedad de locaciones que prestan realismo a la historia, e incluso forman parte integral de ella (como la iglesia y el restaurante iraní); no tenemos que visitar por enésima vez la clásica "cabaña abandonada" en el bosque. Y, como mencioné al principio, el libreto muestra la sana ambición de combinar armónicamente el terror con el trillado pero aún valioso mensaje de tolerancia y cooperación para beneficio común.

Desafortunadamente la historia pierde enfoque durante la segunda mitad de la película, fragmentándose cada vez más en vez de unificar las diversas sub-tramas en una conclusión satisfactoria. En particular me pareció cansado el enfrentamiento de la pareja homosexual contra el predicador intolerante y manipulador. Repito, el tema merece mención, pero no al grado de interrumpir el flujo de la historia y descuidar a los más interesantes personajes. En cuanto a la sangre, hay varias escenas de grotescos efectos prácticos que dejarán satisfechos a los fans del gore, aunque ese no sea el punto de la película. En resumen, fue un placer encontrar esta ambiciosa cinta de modesta manufactura, justo cuando me encontraba dispuesto a abandonar para siempre el género de zombies por considerarlo completamente agotado. Desde luego recomiendo ver las seminales cintas de George A. Romero, y también el episodio Homecoming de la serie Masters of Horror, donde el director Joe Dante consiguió un mensaje político más contundente con ayuda de muertos vivientes. Sin embargo Zombies of Mass Destruction representa un sólido esfuerzo de cine independiente motivado por ideas, y no solo por las tendencias del mercado. Y ese mero hecho siempre bastará para merecer una recomendación, con la esperanza de que fomente la creación de obras similares. Porque zombies (y películas) sin cerebro, ya tenemos bastantes.
Calificación: 7