Al principio de Secreto de Estado nos enteramos de que un grupo terrorista en Damasco está organizando un ataque sobre Francia, como "castigo" por la política exterior intervencionista que ha afectado varios países islámicos. Al mismo tiempo, en París, una joven llamada Diane (Vahina Giocante) decide abandonar la prostitución para conseguir un trabajo como traductora en el Medio Oriente, pero reprueba su examen final. Sin embargo, el enigmático Alex (Gérard Lanvin) ve potencial en la chica, y la recluta como agente de la Dirección General de Seguridad Exterior (versión francesa del FBI y la CIA combinados), donde comienza su arduo entrenamiento. Simultáneamente vemos cómo Pierre (Nicolas Duvauchelle), un narcotraficante de poca monta, es arrestado y condenado a varios meses en presidio, donde es "adoptado" por una pandilla "jihadista" que quizás lo está preparando para algo más importante. Sobra decir que eventualmente se cruzarán los destinos de Diane y Pierre, con muchas vidas en juego.
Desafortunadamente Secreto de Estado llega a México con tres años de retraso, así que algunos de sus elementos ya se sienten anticuados (por ejemplo, las menciones de Osama Bin Laden o las críticas contra G.W. Bush); pero nada de eso impide disfrutar el excelente argumento, estructurado como un rompecabezas cuya solución parece cambiar con cada pieza revelada. Nunca es confuso ni tergiversado... pero definitivamente hay que prestar atención para seguir la complicada cadena de causas, consecuencias, trampas y traiciones que forman el diario entorno de los terroristas y los agentes que pretenden detenerlos. Me gustó mucho que el libreto de Julien Sibony y del director Philippe Haïm no recaiga en arbitrarios roles de héroes y villanos, sino que usa a los protagonistas como inocentes guías para mostrarnos las interioridades del combate contra el terrorismo, donde presenciamos el frío raciocinio que deben usar los líderes de ambos bandos, y los sacrificios personales de los "novatos", ya sea que estén aprendiendo el arte del espionaje, o entrenándose en los inmisericordes campamentos donde se gestan los "mártires" listos para morir en defensa de su religión.
Otra cosa que me gusta del cine francés es que desconozco a la mayoría de sus actores, y por lo tanto es más fácil aceptarlos como los personajes que interpretan, sin contaminación de previos papeles. Y, claro, ayuda que tengan talento. En este caso tenemos a Vahina Giocante como la agente primeriza, un poco insegura de su aptitud, pero con increíble valor y tenacidad para cumplir su misión (en retrospectiva siento que la serie televisiva norteamericana Covert Affairs podría haber sido inspirada por esta película). Gérard Lanvin es el inescrutable jefe del servicio secreto, posiblemente tan cruel y despiadado como los terroristas que persigue... aunque tal vez eso sea lo indicado para ganar una guerra invisible. Finalmente, Nicolas Duvauchelle no tiene dificultad para hacernos creer su conversión espiritual, e incluso logra mantener un aire de víctima cuando se prepara para asesinar a cientos de inocentes.
Realmente no tengo quejas sustanciales contra Secreto de Estado (excepto una horrible escena con un perro que me hizo cerrar los ojos), así que solo queda darle una sólida recomendación, especialmente para aficionados al cine de espías que prefieran el suspenso y la intriga por encima de la acción. Quizás la trama sea muy lenta para fans de The Bourne Identity, y desde luego vale aclarar que tampoco encontrarán las exageraciones y fantasías de James Bond. En mi humilde opinión, eso es lo que la hace buena, pero entenderé si otras personas lo consideran como un defecto. Después de todo, el "sabor europeo" del cine francés no será apetecible para todos los paladares.
Calificación: 9