Lo voy a decir desde el principio: Loco Corazón es en muchos aspectos una copia de The Wrestler. Ambas siguen a un célebre hombre maduro en el ocaso de su carrera, derrotado por la vida y subsistiendo a base de nostalgia, hasta que un romance renueva sus ganas de vivir y lo inspira a buscar su redención. No sabría decir si la similitud obedece a la casualidad o a la mercadotecnia, y tampoco me interesa averiguarlo (para ser justos, Loco Corazón está basada en una novela escrita hace treinta años). Como sea, la película funciona razonablemente bien gracias a un libreto crudo pero amable, y a la notable actuación de su protagonista.
Esta vez la historia no se ubica en el colorido mundo de la lucha libre, sino en los bares "country" y modestos moteles donde el legendario cantante Bad Blake (Jeff Bridges) vive día a día, sumido en el estupor del alcohol y cantando las mismas canciones para distintas audiencias que lo ven con más curiosidad que respeto. Pero el tímido romance que inicia con una reportera podría motivarlo a recuperar su estatura en el mundo del espectáculo... o aunque sea su dignidad.
Dejando atrás las comparaciones con The Wrestler, diré que Loco Corazón tiene un argumento ligero que tiende a divagar y perder el rumbo. Afortunadamente estamos en compañía de Jeff Bridges, y su actuación mantiene a flote hasta las más insulsas escenas (¿cuántas veces debemos verlo vomitando para establecer su alcoholismo?), contribuyendo en todo momento pequeños detalles que enriquecen al personaje. Además, el libreto no comete el error de asignarle un arco dramático demasiado ambicioso; Bad Blake es una buena persona desde el principio, pero las circunstancias (y el vacío de su vida, que se ha transformado en apatía) lo han llevado por un camino fácil que conduce a su propia trampa. Y, por si no bastara el talento de Bridges, la película cuenta con el apoyo de Robert Duvall y Maggie Gyllenhaal, dos excelentes actores que complementan a su propia manera el caos emocional del protagonista, aún si no tienen mucho peso en la historia.
Habiendo dicho eso, debo señalar que no encontré muy creíble el romance entre Bad Blake y la reportera interpretada por Gyllenhaal. Dije que no seguiría haciendo comparaciones, pero creo que este asunto amerita romper la promesa. En The Wrestler teníamos dos personas "rotas", con profundas cicatrices emocionales que en cierto modo los hacían espíritus afines y justificaba su mutua atracción. Por otro lado, en Loco Corazón tenemos una modesta e inteligente reportera enamorándose instantáneamente de un acabado músico alcohólico; el libreto simplemente no logra establecer esa “conexión” de manera verosímil, de modo que gran parte del drama posterior parece fundamentarse en un capricho del escritor. Y otra cosa... ¿de todos los actores posibles sólo pudieron encontrar a Colin Farrell como cantante de música "country"? En general lo considero un talentoso actor, pero se siente (y se ve) totalmente fuera de lugar en este papel. Por suerte su participación apenas rebasa los cinco minutos, de modo que no alcanza a convertirse en un problema. Hablando de música, no soy fan del "country", pero sus melancólicas y pegajosas notas resultan agradables, y supongo que serán uno de los puntos fuertes de la cinta para los aficionados a ese género musical.
A fin de cuentas no hay mucho que decir: creo que Jeff Bridges ha tenido mejores actuaciones en su carrera, pero su sólido trabajo en Loco Corazón basta para darle una modesta recomendación, aunque hubiera sido más satisfactoria si la historia tuviera más sustancia, ingenio, o lazos más reales entre sus personajes. Como primera película de un director novato (Scott Cooper) podría considerarse un éxito. Pero para explotar realmente el potencial de la historia hubiera convenido darle el trabajo a un director más experimentado y quizás más maduro, que comprendiera mejor las situaciones que retrata. No sé... ¿quizás Darren Aronofsky?
Calificación: 7
domingo, 28 de febrero de 2010
sábado, 27 de febrero de 2010
Nine: Una Vida de Pasión (Nine)
Federico Fellini era un auténtico artista... lo cual no es necesariamente un cumplido. Sus películas (al menos las que he visto) parecen fundamentadas en impulso y capricho, con muy poco método o disciplina. Algunas personas admiran eso pero, para bien o para mal, no me cuento entre ellos. La cinta 8½ es quizás su obra más personal, pues parece ser una celebración/apología/explicación de sus proceso creativo, contemplado en el contexto de su imaginación (¿o subconsciente?), donde al mismo tiempo examina la influencia de varias mujeres que moldearon su vida. Y ahora, casi medio siglo después, la cinta Nine añade a esa densa combinación lo único que le hacía falta: ostentosos y sobre-diseñados números musicales interpretados por famosas actrices en ropa interior ¡Maestro!
Bueno, para ser justos hay que aclarar que en la década de los ochentas (tenía que ser) los compositores Arthur Kopit y Maury Yeston se encargaron de adaptar 8½ a un musical de Broadway. Y lo que hace Nine es llevar al cine esa obra bajo la dirección de Rob Marshall (aclamado hace algunos años por la igualmente inflada película musical Chicago). Digamos que es el re-make del re-make. Sobra decir que encontré el resultado muy irregular.
¿De qué trata? El protagonista es Guido Contini (Daniel Day-Lewis), famoso director de cine que prepara su nueva película, carente de guión o historia definida, pero influenciada por varias mujeres: su sufrida esposa Luisa (Marion Cotillard), su amante Carla (Penélope Cruz), su musa Claudia (Nicole Kidman), su eficiente asistente Lilli (Judi Dench), la reportera norteamericana Stephanie (Kate Hudson), el fantasma de su “mamma” (Sophia Loren) y el recuerdo de Saraghina (Stacy Ferguson), una prostituta que Guido conoció en su infancia. Y así, cada mujer es una canción; una conversación introspectiva sobre la creatividad o incierto corazón de Contini; y un aprendizaje romántico o profesional. ¿Y mencioné los aparatosos números musicales con decenas de bailarinas en breves atuendos?
Puedo tolerar la pretensión de la película porque, bajo sus excesos estilísticos, se dicen algunas sobrias verdades sobre el arte cinematográfico y la naturaleza humana. Pero lo que no puedo disculpar en un musical es la música genérica y los débiles sentimientos que evoca. Desde el punto de vista dramático la única canción que funcionó para mi fue la primera que interpreta Marion Cotillard (quien, por cierto, creo que tiene la mejor voz del elenco entero). Y como simple diversión estética me gustó el número "Cinema Italiano", interpretado con exuberante energía por Kate Hudson (quien, por diseño o accidente, parece emular a su madre Goldie Hawn). Curiosamente Daniel Day-Lewis, como el artista atormentado por tantas hermosas mujeres, resulta plano y fingido. Parecería que Marshall pensó que el "gimmick" de ver cantando a este destacado actor bastaría para dar forma a su personaje, pero siento que no fue así. Y, de hecho, ni siquiera canta mucho... simplemente reacciona a los números musicales de sus mujeres.
Creo que un musical (fílmico o teatral) tiene la responsabilidad de ofrecer buena música y al menos una historia funcional que sirva como sostén y apoyo de las canciones. En mi humilde opinión (sin duda más subjetiva que de costumbre) Nine se queda corta en ambas tareas. Quizás Marshall lo sospecha, y por eso llena la pantalla con "ruido y furia", famosas actrices y dramática cinematografía que reemplazan las inexistentes emociones. Habiendo mejores musicales siento que no puedo recomendarla, pero entiendo el atractivo que puede tener para cierta parte del público. Así como yo me conformo con baratos efectos de sangre y ridículos monstruos en mediocres cintas de terror, habrá quien quede satisfecho por los fastuosos números musicales, los brillantes vestuarios y enérgicas coreografías. Y para fans de Fellini... mejor vean de nuevo la película original. Al menos sus incoherentes (perdón, "surrealistas") pasajes se prestan para la reflexión y la fantasía personal.
Calificación: 6
Bueno, para ser justos hay que aclarar que en la década de los ochentas (tenía que ser) los compositores Arthur Kopit y Maury Yeston se encargaron de adaptar 8½ a un musical de Broadway. Y lo que hace Nine es llevar al cine esa obra bajo la dirección de Rob Marshall (aclamado hace algunos años por la igualmente inflada película musical Chicago). Digamos que es el re-make del re-make. Sobra decir que encontré el resultado muy irregular.
¿De qué trata? El protagonista es Guido Contini (Daniel Day-Lewis), famoso director de cine que prepara su nueva película, carente de guión o historia definida, pero influenciada por varias mujeres: su sufrida esposa Luisa (Marion Cotillard), su amante Carla (Penélope Cruz), su musa Claudia (Nicole Kidman), su eficiente asistente Lilli (Judi Dench), la reportera norteamericana Stephanie (Kate Hudson), el fantasma de su “mamma” (Sophia Loren) y el recuerdo de Saraghina (Stacy Ferguson), una prostituta que Guido conoció en su infancia. Y así, cada mujer es una canción; una conversación introspectiva sobre la creatividad o incierto corazón de Contini; y un aprendizaje romántico o profesional. ¿Y mencioné los aparatosos números musicales con decenas de bailarinas en breves atuendos?
Puedo tolerar la pretensión de la película porque, bajo sus excesos estilísticos, se dicen algunas sobrias verdades sobre el arte cinematográfico y la naturaleza humana. Pero lo que no puedo disculpar en un musical es la música genérica y los débiles sentimientos que evoca. Desde el punto de vista dramático la única canción que funcionó para mi fue la primera que interpreta Marion Cotillard (quien, por cierto, creo que tiene la mejor voz del elenco entero). Y como simple diversión estética me gustó el número "Cinema Italiano", interpretado con exuberante energía por Kate Hudson (quien, por diseño o accidente, parece emular a su madre Goldie Hawn). Curiosamente Daniel Day-Lewis, como el artista atormentado por tantas hermosas mujeres, resulta plano y fingido. Parecería que Marshall pensó que el "gimmick" de ver cantando a este destacado actor bastaría para dar forma a su personaje, pero siento que no fue así. Y, de hecho, ni siquiera canta mucho... simplemente reacciona a los números musicales de sus mujeres.
Creo que un musical (fílmico o teatral) tiene la responsabilidad de ofrecer buena música y al menos una historia funcional que sirva como sostén y apoyo de las canciones. En mi humilde opinión (sin duda más subjetiva que de costumbre) Nine se queda corta en ambas tareas. Quizás Marshall lo sospecha, y por eso llena la pantalla con "ruido y furia", famosas actrices y dramática cinematografía que reemplazan las inexistentes emociones. Habiendo mejores musicales siento que no puedo recomendarla, pero entiendo el atractivo que puede tener para cierta parte del público. Así como yo me conformo con baratos efectos de sangre y ridículos monstruos en mediocres cintas de terror, habrá quien quede satisfecho por los fastuosos números musicales, los brillantes vestuarios y enérgicas coreografías. Y para fans de Fellini... mejor vean de nuevo la película original. Al menos sus incoherentes (perdón, "surrealistas") pasajes se prestan para la reflexión y la fantasía personal.
Calificación: 6
viernes, 26 de febrero de 2010
Los Mensajeros 2: El Espantapájaros (Messengers 2: The Scarecrow)
Hace algunos años la distribuidora Ghost House Pictures adquirió un libreto del escritor Todd Farmer para realizar una película sobre las experiencias sobrenaturales de una familia en una remota granja. Sin embargo, cuando los directores coreanos Oxide y Danny Pang se incorporaron al proyecto, decidieron cambiar sustancialmente la historia para ajustarse al estándar del moderno cine de horror asiático. El resultado fue la mediocre cinta The Messengers, predecible y repleta de clichés. Varios años después, la misma distribuidora decidió desempolvar el original libreto de Farmer para filmarlo y venderlo como "precuela", con el título Los Mensajeros 2: El Espantapájaros. Sobra decir que ni los Hermanos Pang ni la actriz Kristen Stewart regresan para esta humilde rebanada de horror directo a DVD... y creo que el cambio fue benéfico.
Obviamente la conexión entre ambas películas es muy tenue, y conviene aclarar que no hace falta haber visto (o recordar) The Messengers para apreciar las modestas virtudes de esta precuela, pues aunque algunos personajes tengan el mismo nombre y ambas historias se ubiquen en la misma granja, no hay revelaciones sorpresivas ni relaciones causales que nos hicieran exclamar: "¡Claro! ¡Ahora todo tiene sentido!". Los Mensajeros 2: El Espantapájaros funciona por sí misma como un sencillo thriller de económica narrativa que desafía las expectativas provocadas por su torpe título y su engañosa publicidad. A saber: la familia Rollins vive bajo la presión de una difícil situación económica, pero la comprensiva Mary (Heather Stephens) tiene fe en que su esposo John (Norman Reedus) sacará adelante la granja cuando rinda frutos su cosecha de maíz. Pero John no es tan optimista, y teme perder su hogar por las deudas de su hipoteca. Entonces, haciendo un último esfuerzo por ahuyentar los cuervos que devoran el maíz, John clava un viejo espantapájaros que encontró en un cuartucho oculto en su granero... y los resultados son sorprendentes. La plaga de cuervos desaparece, el maíz recupera su esplendor y hasta mejora la tensa relación entre la pareja y sus hijos. Sin embargo los "beneficios" del espantapájaros empiezan a manifestar un lado siniestro, y John encontrará que el precio por salvar su granja podría ser más elevado de lo que esperaba.
Por el título de la película y los cortos, yo esperaba que Los Mensajeros 2: El Espantapájaros sería una absurda película "slasher" con un espantapájaros matando gente. Y, en cierto modo, así fue... pero no como puede suponerse. El énfasis de la película no está en las muertes ni en la sangre, sino en la atmósfera de ansiedad que genera la creíble situación de la familia Rollins. Los supuestos eventos paranormales mantienen su ambigüedad hasta el final, cuestionando constantemente si hay alguna influencia maligna en la granja, o si todo se debe al frágil estado mental de los protagonistas, exacerbado por su angustia e incierto futuro. Y aunque no podría elogiar uniformemente las actuaciones, todos los intérpretes se esmeran por mantener el alto nivel de intensidad controlada que requiere el libreto para sumergirnos en sus emociones. Desde luego la película tiene muchas de las fallas que uno espera en este tipo de cine independiente, pero me sorprendió encontrar temas tan maduros examinados de sobria manera en una barata "precuela" de terror directa a DVD.
Entre dichas fallas podría señalar al irregular elenco. Heather Stephens (del drama televisivo The Forgotten) resalta como la tolerante esposa, pero Norman Reedus tiende a exagerar sin darse cuenta de que la frugal historia no requiere tanto artificio. Por su parte, el guión mantiene un tono realista aunque no exento de ocasionales personajes estúpidos, cuyas malas decisiones parecen excusas para llevar la historia por el camino más conveniente… lo cual incluye un ridículo final con demasiados cabos sueltos que, irónicamente, podrían abrir la puerta para más precuelas; quizás la distribuidora Ghost House pretende crear la primera "franquicia Möbius", donde el final se convierta en el principio, o algo así. En cuanto a la dirección, el danés Martin Barnewitz muestra buen control de la minimalista narrativa, e incluso los obligatorios sobresaltos funcionan mejor de lo que yo esperaba. Y finalmente aplaudiré la cinematografía de Lorenzo Senatore, cuyas composiciones y diestra iluminación sacan el máximo provecho de los sencillos escenarios búlgaros. Ojalá alguien le pase sus datos a Bruce Campbell, para demostrar que puede filmarse una película en Bulgaria con excelente estilo visual y abundante atmósfera. Por cierto, también me gustó que no hubiera un solo efecto digital en la película entera; fue refrescante ver una producción que no se ampara en la "magia de post" para resolver sus problemas técnicos o narrativos.
Si no tuviera ese innecesario final de horror, yo clasificaría Los Mensajeros 2: El Espantapájaros como una película de suspenso adornada con sutiles detalles paranormales que acentúan el drama y enriquecen su atmósfera. Sin embargo no pretendo disfrazar sus fallas, y tampoco podría recomendarla como una "joya oculta", sino como una inesperada precuela que resultó más ambiciosa y creativa que su predecesora. En otras palabras, hubiera preferido ver este libreto realizado con los recursos de la primera película, y no como una mercenaria adición que busca exprimir unos dólares más de quienes disfrutaron la original. Además, sospecho que su lento ritmo y metódica historia podrían hacerla incompatible con el público que simplemente busca otra dosis de fantasmas pseudo-asiáticos o asesinos enmascarados. Afortunadamente Ghost House Pictures tiene bastantes películas para ese mercado.
Calificación: 6.5
Obviamente la conexión entre ambas películas es muy tenue, y conviene aclarar que no hace falta haber visto (o recordar) The Messengers para apreciar las modestas virtudes de esta precuela, pues aunque algunos personajes tengan el mismo nombre y ambas historias se ubiquen en la misma granja, no hay revelaciones sorpresivas ni relaciones causales que nos hicieran exclamar: "¡Claro! ¡Ahora todo tiene sentido!". Los Mensajeros 2: El Espantapájaros funciona por sí misma como un sencillo thriller de económica narrativa que desafía las expectativas provocadas por su torpe título y su engañosa publicidad. A saber: la familia Rollins vive bajo la presión de una difícil situación económica, pero la comprensiva Mary (Heather Stephens) tiene fe en que su esposo John (Norman Reedus) sacará adelante la granja cuando rinda frutos su cosecha de maíz. Pero John no es tan optimista, y teme perder su hogar por las deudas de su hipoteca. Entonces, haciendo un último esfuerzo por ahuyentar los cuervos que devoran el maíz, John clava un viejo espantapájaros que encontró en un cuartucho oculto en su granero... y los resultados son sorprendentes. La plaga de cuervos desaparece, el maíz recupera su esplendor y hasta mejora la tensa relación entre la pareja y sus hijos. Sin embargo los "beneficios" del espantapájaros empiezan a manifestar un lado siniestro, y John encontrará que el precio por salvar su granja podría ser más elevado de lo que esperaba.
Por el título de la película y los cortos, yo esperaba que Los Mensajeros 2: El Espantapájaros sería una absurda película "slasher" con un espantapájaros matando gente. Y, en cierto modo, así fue... pero no como puede suponerse. El énfasis de la película no está en las muertes ni en la sangre, sino en la atmósfera de ansiedad que genera la creíble situación de la familia Rollins. Los supuestos eventos paranormales mantienen su ambigüedad hasta el final, cuestionando constantemente si hay alguna influencia maligna en la granja, o si todo se debe al frágil estado mental de los protagonistas, exacerbado por su angustia e incierto futuro. Y aunque no podría elogiar uniformemente las actuaciones, todos los intérpretes se esmeran por mantener el alto nivel de intensidad controlada que requiere el libreto para sumergirnos en sus emociones. Desde luego la película tiene muchas de las fallas que uno espera en este tipo de cine independiente, pero me sorprendió encontrar temas tan maduros examinados de sobria manera en una barata "precuela" de terror directa a DVD.
Entre dichas fallas podría señalar al irregular elenco. Heather Stephens (del drama televisivo The Forgotten) resalta como la tolerante esposa, pero Norman Reedus tiende a exagerar sin darse cuenta de que la frugal historia no requiere tanto artificio. Por su parte, el guión mantiene un tono realista aunque no exento de ocasionales personajes estúpidos, cuyas malas decisiones parecen excusas para llevar la historia por el camino más conveniente… lo cual incluye un ridículo final con demasiados cabos sueltos que, irónicamente, podrían abrir la puerta para más precuelas; quizás la distribuidora Ghost House pretende crear la primera "franquicia Möbius", donde el final se convierta en el principio, o algo así. En cuanto a la dirección, el danés Martin Barnewitz muestra buen control de la minimalista narrativa, e incluso los obligatorios sobresaltos funcionan mejor de lo que yo esperaba. Y finalmente aplaudiré la cinematografía de Lorenzo Senatore, cuyas composiciones y diestra iluminación sacan el máximo provecho de los sencillos escenarios búlgaros. Ojalá alguien le pase sus datos a Bruce Campbell, para demostrar que puede filmarse una película en Bulgaria con excelente estilo visual y abundante atmósfera. Por cierto, también me gustó que no hubiera un solo efecto digital en la película entera; fue refrescante ver una producción que no se ampara en la "magia de post" para resolver sus problemas técnicos o narrativos.
Si no tuviera ese innecesario final de horror, yo clasificaría Los Mensajeros 2: El Espantapájaros como una película de suspenso adornada con sutiles detalles paranormales que acentúan el drama y enriquecen su atmósfera. Sin embargo no pretendo disfrazar sus fallas, y tampoco podría recomendarla como una "joya oculta", sino como una inesperada precuela que resultó más ambiciosa y creativa que su predecesora. En otras palabras, hubiera preferido ver este libreto realizado con los recursos de la primera película, y no como una mercenaria adición que busca exprimir unos dólares más de quienes disfrutaron la original. Además, sospecho que su lento ritmo y metódica historia podrían hacerla incompatible con el público que simplemente busca otra dosis de fantasmas pseudo-asiáticos o asesinos enmascarados. Afortunadamente Ghost House Pictures tiene bastantes películas para ese mercado.
Calificación: 6.5
miércoles, 24 de febrero de 2010
Black Dynamite
Entre los géneros de cine que parecen más fáciles de parodiar está el de "blaxploitation", pues sus exuberantes "afros", heroicas posturas machistas y música "funky" de los años setentas nos parecen hoy anacrónicos y hasta inocentes. Sin embargo no basta con duplicar esos elementos para rendir tributo a este icónico estilo cinematográfico; más allá de sus detalles estilísticos hay un "sabor" inconfundible pero difícil de precisar... quizás sea el indudable orgullo racial de sus estoicos héroes; o el tácito mensaje de que el Hombre Blanco ("whitey") siempre oprimirá a la raza negra por temor al potencial que podría alcanzar si tuviera auténtica libertad; o tal vez sea la ausencia de cinismo lo que mágicamente transforma estas simples historias en la más pura destilación de "cool" que se ha visto en la pantalla. Lo que sea, Black Dynamite lo tiene en abundancia; desafortunadamente el dudoso humor que añade a su argumento destruye la ilusión y reduce el impacto de lo que pudo ser un perfecto renacimiento del género.
La historia se desarrolla en algún nebuloso momento de los setentas, y se centra desde luego en Black Dynamite (Michael Jai White), ex-agente de la CIA que ahora trabaja fuera de la ley para impartir justicia en los barrios negros de la ciudad, protegiendo a sus inocentes habitantes, combatiendo el crimen y en general luchando contra la opresión de "whitey". Pero cuando su hermano es asesinado en una pelea entre pandillas narcotraficantes, Black Dynamite decide terminar de una vez por todas con los vendedores de droga. Sin embargo su tenaz pesquisa lo lleva a descubrir una conspiración que podría tener un propósito distinto al simple tráfico de heroína...
Supongo que es inevitable la comparación entre Black Dynamite y Undercover Brother (una de mis comedias favoritas), pues no solo transitan por el mismo terreno estilístico, sino que sus argumentos tienen bastantes elementos en común. Sin embargo hay una diferencia fundamental: Undercover Brother es una caricatura del cine blaxploitation que se da gusto en exagerar cada detalle del género, mientras que Black Dynamite me pareció una genuinamente competente cinta de acción que en ocasiones contamina su narrativa con humor que tal vez no hacía falta. No me malinterpreten... la película ciertamente provoca risas por su acertada mofa de los clichés establecidos en películas clásicas como Shaft, Foxy Brown y Superfly; sin embargo siento que hubiera aprovechado mejor sus sobresalientes atributos si la historia se hubiera tomado en serio, dejando el humor como un ocasional respiro de la acción y violencia (¿en serio hacía falta una aparición del fantasma de Abraham Lincoln?).
Gran parte de esos atributos se deben a Michael Jai White, cuyo desbordante carisma, talento histriónico y genuina habilidad para las artes marciales (quienes hayan visto sus "escenas perdidas" en Kill Bill 2 sabrán a lo que me refiero) lo convierten en un héroe nato que debería estar trabajando en mejores películas. Imagino que (además de su invisible participación en Kill Bill 2) su película más famosa fue la mediocre Spawn, en la que no tuvo oportunidad de lucir su capacidad dramática. Y quizás Black Dynamite tampoco sea el foro ideal para ese lucimiento... pero sin duda nos ofrece un atisbo al potencial que tiene como protagonista y figura de acción. Sólo diré que ya tengo en lista de espera la cinta Blood and Bone, otro producto directo a DVD que está teniendo buena respuesta por la simple presencia de este actor.
El resto del elenco hace lo necesario para impulsar la trama, aunque sus burdas interpretaciones están más definidas por su nombre ("Tastee Freeze", "Cream Corn", "Gunsmoke") su vestuario y lenguaje ("Jive turkey!") que por su actuación. De todos modos me gustó ver al comediante Arsenio Hall y los excelentes actores de carácter Bookeem Woodbine, Phil Morris y Tucker Smallwood, a quienes pocas veces apreciamos en roles tan simpáticos y divertidos. Y desde luego los fans de Pam Grier quedarán impresionados por la guapa Sally Richardson, quien parece digna sucesora (por lo menos en apariencia) de aquel ícono feminista y racial que Tarantino homenajeó en su propia Jackie Brown. Finalmente, debo mencionar la sublime banda sonora de Adrian Younge, pues excede todos los límites de "funkiness", y sentí que me salían patillas y se me "acampanaban" los pantalones con el simple hecho de escucharla. Por cierto, ya llevo dos días sin poder sacar de mi cabeza el refrán musical "Dy-no-mite! Dy-no-mite!". Muchas gracias, Sr. Younge.
A fin de cuentas, ¿es Black Dynamite una buena película? No se. Como dije, siento que la combinación de acción y comedia no siempre está bien balanceada, pero tampoco niego que disfruté intensamente la experiencia (sí, me gustó más que I'm Gonna Git You Sucka) a pesar de sus aparentes fallas (y no me refiero a la "accidental" aparición del micrófono boom en algunas tomas, que obviamente forma parte del humor). Imagino que será mejor recibida por fans de este tipo de cine, o al menos por quien conozca lo suficiente para apreciar la intención del director Scott Sanders y sus guionistas (que incluyen al mismo White). Sin embargo me hubiera gustado que redujera un poco la parodia y se enfocara más en el drama y la acción. Quizás así no sería una mera curiosidad fílmica, sino una válida contendiente que retara el cansado y repetitivo cine "gangsta" contemporáneo, el cual nunca ha logrado el impacto y posicionamiento en la cultura popular que tuvo el cine blaxploitation hace treinta años. Tal vez sea buen momento de que regrese a clamar su antigua posición. Can ya dig it?
Calificación: 8.5
La historia se desarrolla en algún nebuloso momento de los setentas, y se centra desde luego en Black Dynamite (Michael Jai White), ex-agente de la CIA que ahora trabaja fuera de la ley para impartir justicia en los barrios negros de la ciudad, protegiendo a sus inocentes habitantes, combatiendo el crimen y en general luchando contra la opresión de "whitey". Pero cuando su hermano es asesinado en una pelea entre pandillas narcotraficantes, Black Dynamite decide terminar de una vez por todas con los vendedores de droga. Sin embargo su tenaz pesquisa lo lleva a descubrir una conspiración que podría tener un propósito distinto al simple tráfico de heroína...
Supongo que es inevitable la comparación entre Black Dynamite y Undercover Brother (una de mis comedias favoritas), pues no solo transitan por el mismo terreno estilístico, sino que sus argumentos tienen bastantes elementos en común. Sin embargo hay una diferencia fundamental: Undercover Brother es una caricatura del cine blaxploitation que se da gusto en exagerar cada detalle del género, mientras que Black Dynamite me pareció una genuinamente competente cinta de acción que en ocasiones contamina su narrativa con humor que tal vez no hacía falta. No me malinterpreten... la película ciertamente provoca risas por su acertada mofa de los clichés establecidos en películas clásicas como Shaft, Foxy Brown y Superfly; sin embargo siento que hubiera aprovechado mejor sus sobresalientes atributos si la historia se hubiera tomado en serio, dejando el humor como un ocasional respiro de la acción y violencia (¿en serio hacía falta una aparición del fantasma de Abraham Lincoln?).
Gran parte de esos atributos se deben a Michael Jai White, cuyo desbordante carisma, talento histriónico y genuina habilidad para las artes marciales (quienes hayan visto sus "escenas perdidas" en Kill Bill 2 sabrán a lo que me refiero) lo convierten en un héroe nato que debería estar trabajando en mejores películas. Imagino que (además de su invisible participación en Kill Bill 2) su película más famosa fue la mediocre Spawn, en la que no tuvo oportunidad de lucir su capacidad dramática. Y quizás Black Dynamite tampoco sea el foro ideal para ese lucimiento... pero sin duda nos ofrece un atisbo al potencial que tiene como protagonista y figura de acción. Sólo diré que ya tengo en lista de espera la cinta Blood and Bone, otro producto directo a DVD que está teniendo buena respuesta por la simple presencia de este actor.
El resto del elenco hace lo necesario para impulsar la trama, aunque sus burdas interpretaciones están más definidas por su nombre ("Tastee Freeze", "Cream Corn", "Gunsmoke") su vestuario y lenguaje ("Jive turkey!") que por su actuación. De todos modos me gustó ver al comediante Arsenio Hall y los excelentes actores de carácter Bookeem Woodbine, Phil Morris y Tucker Smallwood, a quienes pocas veces apreciamos en roles tan simpáticos y divertidos. Y desde luego los fans de Pam Grier quedarán impresionados por la guapa Sally Richardson, quien parece digna sucesora (por lo menos en apariencia) de aquel ícono feminista y racial que Tarantino homenajeó en su propia Jackie Brown. Finalmente, debo mencionar la sublime banda sonora de Adrian Younge, pues excede todos los límites de "funkiness", y sentí que me salían patillas y se me "acampanaban" los pantalones con el simple hecho de escucharla. Por cierto, ya llevo dos días sin poder sacar de mi cabeza el refrán musical "Dy-no-mite! Dy-no-mite!". Muchas gracias, Sr. Younge.
A fin de cuentas, ¿es Black Dynamite una buena película? No se. Como dije, siento que la combinación de acción y comedia no siempre está bien balanceada, pero tampoco niego que disfruté intensamente la experiencia (sí, me gustó más que I'm Gonna Git You Sucka) a pesar de sus aparentes fallas (y no me refiero a la "accidental" aparición del micrófono boom en algunas tomas, que obviamente forma parte del humor). Imagino que será mejor recibida por fans de este tipo de cine, o al menos por quien conozca lo suficiente para apreciar la intención del director Scott Sanders y sus guionistas (que incluyen al mismo White). Sin embargo me hubiera gustado que redujera un poco la parodia y se enfocara más en el drama y la acción. Quizás así no sería una mera curiosidad fílmica, sino una válida contendiente que retara el cansado y repetitivo cine "gangsta" contemporáneo, el cual nunca ha logrado el impacto y posicionamiento en la cultura popular que tuvo el cine blaxploitation hace treinta años. Tal vez sea buen momento de que regrese a clamar su antigua posición. Can ya dig it?
Calificación: 8.5
lunes, 22 de febrero de 2010
Enseñanza de Vida (An Education)
Entre las nominaciones a los sagrados Oscares podemos encontrar cada año un par de películas pequeñas que sazonan la sobrevalorada farsa de la "Academia" con un ligero sabor independiente y artístico, como para demostrar que sus distinguidos e indubitables miembros no solo se fijan en los inflamados productos de Hollywood, sino también en obras más humildes que quizás no gozaron de mucha promoción o amplia distribución. Este año le tocó ese honor a Enseñanza de Vida (junto con Precious), y aunque me gustó bastante, me pareció demasiado ligera e intrascendente para ser una legítima aspirante al dudoso galardón.
Inspirada en las memorias de la periodista británica Lynn Barber (famosa por sus entrevistas para Vanity Fair y Penthouse -¡buen currículum!-), Enseñanza de Vida se desarrolla a mediados de los años sesentas, y se centra en Jenny, joven estudiante de modesta familia que aspira a completar la educación superior que muchas otras mujeres sacrifican por el matrimonio. Pero sus planes empiezan a titubear cuando conoce al refinado y cortés David (Peter Sarsgaard), varios años mayor que ella, cuya nebulosa profesión y sofisticados amigos lo hacen irresistible para la sencilla muchacha. Entonces, contra los consejos de sus maestras, Jenny se sumerge cada vez más en el exótico mundo de David... y sobra decir que no todo será tan emocionante y satisfactorio como ella pensaba.
El guionista Nick Hornby adaptó el libro An Education: A Memoir con su acostumbrada combinación de elegancia y frugalidad narrativa, dejando que los personajes brillen por sus atributos propios (positivos o negativos), sin complicar la trama con los clásicos clichés del drama romántico. Con ello no quiero decir que la película sea muy original, sino que las cosas que ocurren se sienten justificadas por las acciones de los personajes, y no por satisfacer una fórmula pre-establecida. De cualquier modo, el punto fuerte de Enseñanza de Vida está en las actuaciones, y aunque la excelente Carey Mulligan ha recibido los aplausos, hay muchos otros que merecen mención.
Para empezar tenemos a Peter Sarsgaard, uno de los pocos actores que podrían balancear la ambigüedad moral del personaje sin convertirlo en un villano ni disculpar sus errores. El veterano Alfred Molina encuentra el tono ideal para prestar realismo al ligeramente caricaturizado padre de Jenny, tan preocupado por el futuro de su hija que no se detiene a cuestionar lo que ella desea. Olivia Williams y Emma Thompson me parecieron perfectas en su modulada interpretación de maestras que han ganado su posición a base de sangre, y no quieren ver desperdiciado el potencial de una buena estudiante en aras del "delantal". Hasta Rosamund Pike, una actriz a la que rara vez trago, me impresionó con su pragmático y cínico papel de aventurera aficionada a la buena vida que no cuestiona la procedencia de sus beneficios, ni los sacrificios éticos que deba aceptar para conseguirlos. En resumen, un elenco redondo y perfectamente seleccionado para obtener gran impacto con la clásica sutileza británica.
¡Peligro! ¡Sermón del fanboy! Como muchos otros fans de la legendaria serie inglesa Doctor Who, quedé prendado de Carey Mulligan cuando apareció en el papel de Sally Sparrow en el episodio "Blink", (quizás mi favorito de la serie entera), escrito por el genial Steven Moffat. Y ahora que Moffat mismo tomó las riendas del programa, tuve la secreta (no tan secreta) esperanza de que Mulligan se incorporaría al elenco de manera permanente (o tan permanente como fuera posible para un acompañante del Doctor). Sin embargo, la nueva fama y status que ganó con la película Enseñanza de Vida (por no mencionar su nominación al Oscar como mejor actriz) seguramente hará eso imposible y, aunque me alegra el merecido éxito de esta talentosa actriz, me decepciona que quizás nunca la veamos de nuevo en una serie que, aceptémoslo, sigue siendo considerada como televisión juvenil que solo atrae geeks y anoraks (geeks británicos). Ni hablar. Fin del sermón ¡Peligro evadido!
Revisando la corta filmografía de la directora danesa Lone Scherfig veo que ha pasado de la comedia absurdista (Wilbur) hasta el caprichoso movimiento Dogme (Italian for Beginners). Como sea, su ecléctica carrera fue obviamente una excelente preparación para enfrentar la afectada sensibilidad y sinceras emociones de Enseñanza de Vida, que cumple su propósito de cautivarnos no solo por la historia que cuenta, sino por el modo como la presenta. No creo que esta cinta trascienda mucho, ni que cambie la vida del espectador, pero se puede disfrutar como reflexivo entretenimiento cuyo fino estilo no disminuye la intensidad de los personajes o la validez de su mensaje.
Calificación: 8.5
Inspirada en las memorias de la periodista británica Lynn Barber (famosa por sus entrevistas para Vanity Fair y Penthouse -¡buen currículum!-), Enseñanza de Vida se desarrolla a mediados de los años sesentas, y se centra en Jenny, joven estudiante de modesta familia que aspira a completar la educación superior que muchas otras mujeres sacrifican por el matrimonio. Pero sus planes empiezan a titubear cuando conoce al refinado y cortés David (Peter Sarsgaard), varios años mayor que ella, cuya nebulosa profesión y sofisticados amigos lo hacen irresistible para la sencilla muchacha. Entonces, contra los consejos de sus maestras, Jenny se sumerge cada vez más en el exótico mundo de David... y sobra decir que no todo será tan emocionante y satisfactorio como ella pensaba.
El guionista Nick Hornby adaptó el libro An Education: A Memoir con su acostumbrada combinación de elegancia y frugalidad narrativa, dejando que los personajes brillen por sus atributos propios (positivos o negativos), sin complicar la trama con los clásicos clichés del drama romántico. Con ello no quiero decir que la película sea muy original, sino que las cosas que ocurren se sienten justificadas por las acciones de los personajes, y no por satisfacer una fórmula pre-establecida. De cualquier modo, el punto fuerte de Enseñanza de Vida está en las actuaciones, y aunque la excelente Carey Mulligan ha recibido los aplausos, hay muchos otros que merecen mención.
Para empezar tenemos a Peter Sarsgaard, uno de los pocos actores que podrían balancear la ambigüedad moral del personaje sin convertirlo en un villano ni disculpar sus errores. El veterano Alfred Molina encuentra el tono ideal para prestar realismo al ligeramente caricaturizado padre de Jenny, tan preocupado por el futuro de su hija que no se detiene a cuestionar lo que ella desea. Olivia Williams y Emma Thompson me parecieron perfectas en su modulada interpretación de maestras que han ganado su posición a base de sangre, y no quieren ver desperdiciado el potencial de una buena estudiante en aras del "delantal". Hasta Rosamund Pike, una actriz a la que rara vez trago, me impresionó con su pragmático y cínico papel de aventurera aficionada a la buena vida que no cuestiona la procedencia de sus beneficios, ni los sacrificios éticos que deba aceptar para conseguirlos. En resumen, un elenco redondo y perfectamente seleccionado para obtener gran impacto con la clásica sutileza británica.
¡Peligro! ¡Sermón del fanboy! Como muchos otros fans de la legendaria serie inglesa Doctor Who, quedé prendado de Carey Mulligan cuando apareció en el papel de Sally Sparrow en el episodio "Blink", (quizás mi favorito de la serie entera), escrito por el genial Steven Moffat. Y ahora que Moffat mismo tomó las riendas del programa, tuve la secreta (no tan secreta) esperanza de que Mulligan se incorporaría al elenco de manera permanente (o tan permanente como fuera posible para un acompañante del Doctor). Sin embargo, la nueva fama y status que ganó con la película Enseñanza de Vida (por no mencionar su nominación al Oscar como mejor actriz) seguramente hará eso imposible y, aunque me alegra el merecido éxito de esta talentosa actriz, me decepciona que quizás nunca la veamos de nuevo en una serie que, aceptémoslo, sigue siendo considerada como televisión juvenil que solo atrae geeks y anoraks (geeks británicos). Ni hablar. Fin del sermón ¡Peligro evadido!
Revisando la corta filmografía de la directora danesa Lone Scherfig veo que ha pasado de la comedia absurdista (Wilbur) hasta el caprichoso movimiento Dogme (Italian for Beginners). Como sea, su ecléctica carrera fue obviamente una excelente preparación para enfrentar la afectada sensibilidad y sinceras emociones de Enseñanza de Vida, que cumple su propósito de cautivarnos no solo por la historia que cuenta, sino por el modo como la presenta. No creo que esta cinta trascienda mucho, ni que cambie la vida del espectador, pero se puede disfrutar como reflexivo entretenimiento cuyo fino estilo no disminuye la intensidad de los personajes o la validez de su mensaje.
Calificación: 8.5
domingo, 21 de febrero de 2010
Batalla por Terra (Battle for Terra)
La película animada Batalla por Terra pasó por un difícil proceso de producción, y cuando por fin se estrenó en los Estados Unidos (hace casi un año) no tuvo gran respuesta. Por eso me atrevo a especular que su tardío estreno en cines de mi país se debe al éxito de la cinta Avatar, con la que Batalla por Terra tiene muchas similitudes. Pero ustedes decidan:
Batalla por Terra se ubica en el epónimo planeta Terra, habitado por una espiritual raza de etéreas criaturas que viven en armonía con su medio ambiente, hasta que súbitamente llega del espacio una enorme nave colonizadora repleta de humanos con intenciones de conquistar el planeta y explotar sus recursos naturales. Entonces, viendo el peligro que los amenaza, los usualmente pacíficos terranos deciden romper sus tradiciones y poner en peligro su existencia para repeler la fuerza invasora. Pero cuando una inteligente terrana llamada Mala (voz de Evan Rachel Wood) ayuda a un soldado humano que estrelló su nave durante una misión de reconocimiento, ambos empiezan a asimilar sus respectivos problemas y virtudes, encontrando la manera de coexistir pacíficamente... si es que logran evitar la guerra que amenaza con destruir ambas civilizaciones.
En realidad estoy simplificando la historia en esta sinopsis, pues el clásico tema de "choque de culturas" está apoyado por complejas disyuntivas éticas entre los violentos humanos y los serenos alienígenas. Más aún, el denso libreto de Evan Spiliotopoulos y Aristomenis Tsirbas ofrece válidas comparaciones entre los puntos de vista de invasores e invadidos. Claro, los humanos siguen siendo los ostensibles villanos de la historia, pero cuando sus razones no obedecen meramente al beneficio económico (como en Avatar), sino a la subsistencia de la especie, las líneas morales se hacen más difusas, invitando a la reflexión y negándose a dar fáciles respuestas. La verdad no esperaba encontrar estos elevados conceptos de ciencia ficción en lo que parecía ser una simple película familiar, y terminé agradablemente sorprendido por esta humilde producción independiente. Sin embargo no quiero excederme en halagos, pues el irregular desarrollo de la historia y su limitada visión artística restan impacto y personalidad a la experiencia.
Para empezar, los personajes se ajustan a los desgastados moldes del cine infantil contemporáneo; los célebres actores que prestan sus voces carecen de emoción y energía, lo cual ocurre con frecuencia cuando graban sus diálogos fuera de contexto y meses (o años) antes de que la historia se haya concretado adecuadamente. Y lo que yo interpreté como profundidad narrativa corre el riesgo de convertirse de vez en cuando en tediosas lecciones moralizantes que ya hemos escuchado antes. En el aspecto visual también estoy dividido. Por un lado los pálidos colores y simplificado diseño de producción carecen de identidad y atractivo; parece que estamos viendo pruebas de animación, antes de que las escenas se completen con texturas detalladas o corrección de color que de "vida" al minimalista entorno del planeta Terra. Sin embargo, también hay una elegante simplicidad en la plástica de la cinta, pues evita los caricaturizados movimientos y "extrema" actitud que plagan algunos bodrios como Madagascar 2 u Open Season, lo cual agradecí bastante.
Desde luego no diré que Batalla por Terra sea mejor que Avatar... pero es justo mencionar que, con mínimos recursos, logró contar una historia más sofisticada y en algunos momentos más satisfactoria, usando la misma premisa de invasión planetaria y acompañada por similares mensajes ecológicos y discursos de tolerancia entre razas (o especies). Si hubiera sido más ambiciosa, podría haber sido una sólida película de ciencia ficción; pero limitada por los esquemas del cine infantil terminó traicionando su potencial y reduciendo la experiencia a un rato ameno e intrascendente. Solo añadiré algo más: no tengo mucho interés en una secuela de Avatar, pero definitivamente me gustaría ver la guerra entre el planeta Tierra y sus colonias marcianas y venusinas, como se describe en un "flashback" de Batalla por Terra. Siempre y cuando no fuera la versión para niños.
Calificación: 6.5
Batalla por Terra se ubica en el epónimo planeta Terra, habitado por una espiritual raza de etéreas criaturas que viven en armonía con su medio ambiente, hasta que súbitamente llega del espacio una enorme nave colonizadora repleta de humanos con intenciones de conquistar el planeta y explotar sus recursos naturales. Entonces, viendo el peligro que los amenaza, los usualmente pacíficos terranos deciden romper sus tradiciones y poner en peligro su existencia para repeler la fuerza invasora. Pero cuando una inteligente terrana llamada Mala (voz de Evan Rachel Wood) ayuda a un soldado humano que estrelló su nave durante una misión de reconocimiento, ambos empiezan a asimilar sus respectivos problemas y virtudes, encontrando la manera de coexistir pacíficamente... si es que logran evitar la guerra que amenaza con destruir ambas civilizaciones.
En realidad estoy simplificando la historia en esta sinopsis, pues el clásico tema de "choque de culturas" está apoyado por complejas disyuntivas éticas entre los violentos humanos y los serenos alienígenas. Más aún, el denso libreto de Evan Spiliotopoulos y Aristomenis Tsirbas ofrece válidas comparaciones entre los puntos de vista de invasores e invadidos. Claro, los humanos siguen siendo los ostensibles villanos de la historia, pero cuando sus razones no obedecen meramente al beneficio económico (como en Avatar), sino a la subsistencia de la especie, las líneas morales se hacen más difusas, invitando a la reflexión y negándose a dar fáciles respuestas. La verdad no esperaba encontrar estos elevados conceptos de ciencia ficción en lo que parecía ser una simple película familiar, y terminé agradablemente sorprendido por esta humilde producción independiente. Sin embargo no quiero excederme en halagos, pues el irregular desarrollo de la historia y su limitada visión artística restan impacto y personalidad a la experiencia.
Para empezar, los personajes se ajustan a los desgastados moldes del cine infantil contemporáneo; los célebres actores que prestan sus voces carecen de emoción y energía, lo cual ocurre con frecuencia cuando graban sus diálogos fuera de contexto y meses (o años) antes de que la historia se haya concretado adecuadamente. Y lo que yo interpreté como profundidad narrativa corre el riesgo de convertirse de vez en cuando en tediosas lecciones moralizantes que ya hemos escuchado antes. En el aspecto visual también estoy dividido. Por un lado los pálidos colores y simplificado diseño de producción carecen de identidad y atractivo; parece que estamos viendo pruebas de animación, antes de que las escenas se completen con texturas detalladas o corrección de color que de "vida" al minimalista entorno del planeta Terra. Sin embargo, también hay una elegante simplicidad en la plástica de la cinta, pues evita los caricaturizados movimientos y "extrema" actitud que plagan algunos bodrios como Madagascar 2 u Open Season, lo cual agradecí bastante.
Desde luego no diré que Batalla por Terra sea mejor que Avatar... pero es justo mencionar que, con mínimos recursos, logró contar una historia más sofisticada y en algunos momentos más satisfactoria, usando la misma premisa de invasión planetaria y acompañada por similares mensajes ecológicos y discursos de tolerancia entre razas (o especies). Si hubiera sido más ambiciosa, podría haber sido una sólida película de ciencia ficción; pero limitada por los esquemas del cine infantil terminó traicionando su potencial y reduciendo la experiencia a un rato ameno e intrascendente. Solo añadiré algo más: no tengo mucho interés en una secuela de Avatar, pero definitivamente me gustaría ver la guerra entre el planeta Tierra y sus colonias marcianas y venusinas, como se describe en un "flashback" de Batalla por Terra. Siempre y cuando no fuera la versión para niños.
Calificación: 6.5
sábado, 20 de febrero de 2010
La Hermandad (Daybreakers)
Tras la fiebre de "vampiros románticos" iniciada por la saga Twilight (y perpetuada por sus imitadores), esperé con entusiasmo la cinta La Hermandad, pues no sólo representa un regreso a los violentos vampiros de antaño (más interesados en beber sangre humana que en los sentimientos de sus víctimas) sino que añade un ángulo de ciencia ficción pocas veces visto en el género. Y aunque ciertamente satisface esos parámetros narrativos (con bastante sangre), no me dejó particularmente satisfecho debido a que su provocativa premisa se siente desperdiciada en una floja ejecución. Sin embargo, podría ser el comienzo de algo prometedor.
El argumento de La Hermandad es un curioso híbrido de Blade, The Matrix y la serie televisiva True Blood: En el año 2019 encontramos la Tierra habitada por vampiros, cuya sociedad mantiene una estructura similar a la actual, pero con algunas notables diferencias. Para empezar, toda la actividad comercial se desarrolla de noche, cuando no hay riesgo de ser quemados por el sol; y el recurso más valioso es la sangre humana, producida en vastas "granjas" de personas en estado catatónico que se "ordeñan" tratando de mantenerlos vivos el mayor tiempo posible. Sin embargo la enorme cantidad de vampiros hace que la demanda de sangre exceda la producción, resultando en una escasez del rojo líquido que está provocando inestabilidad social... por no mencionar una extraña aflicción que transforma a los sofisticados vampiros normales en bestias aladas carentes de razón, e impulsadas por el ciego instinto de beber sangre. Afortunadamente la situación podría resolverse si el científico Edward Dalton (Ethan Hawke) logra encontrar un substituto de sangre que pueda alimentar a la creciente sociedad vampírica. El problema es que el vampiro Dalton repudia a su propia especie... y cuando entra en contacto con un grupo de humanos renegados, decide ayudarlos en su intento de restaurar la raza humana. Pero Charles Bromley (Sam Neill), el poderoso líder de una empresa productora de sangre, tiene otros planes para Dalton y sus nuevos amigos humanos...
Allá por el año 2003 los cineastas australianos Michael y Peter Spierig llamaron la atención de Hollywood con su mediana cinta Undead, que también añadió elementos de ciencia ficción al sub-género de zombies. Seis años después regresan con La Hermandad, y se nota que invirtieron considerable tiempo en el diseño de producción y en la complicada mitología que respalda el nuevo mundo controlado por vampiros; pero la historia me pareció extrañamente superficial e "incompleta". Por eso quiero pensar que la cinta se planeó como la primera parte de una trilogía, o algo similar, pues tras establecer las bases de un fascinante universo, el libreto lo desperdicia en un apresurado relato con los obligatorios aderezos de romance, sacrificio y violencia que no se resuelven satisfactoriamente cuando llega el abrupto final. Es como pedir una comida completa en un restaurante y abandonar la mesa después del aperitivo; el hambre solo empeora por la promesa de algo más sustancioso que nunca probaremos.
No se si haya secuelas planeadas, pero también podrían explicar las abundantes incógnitas que La Hermandad deja sin respuesta... algunas quizás sean simples "agujeros" que los escritores no supieron llenar (¿por qué los humanos insisten en salir de noche?), pero hay otras que deben tener explicación lógica (¿por qué no criar humanos como hoy se cría ganado?). Incluso hay suficiente material para un par de precuelas que muestren el avance de la epidemia vampírica, o la historia personal de "Elvis" (Willem Dafoe), de modo que su presencia en esta película no sea una simple excusa para anunciar automóviles Mustang y Trans Am. En fin... ya que mencioné a Dafoe, debo añadir que su participación es simpática, pero tan superficial como el argumento. Su solución al problema vampírico no tiene mucho sentido, y me hubiera parecido más "realista" si hubiera algún precedente en la narrativa, o al menos una tenue descripción cuasi-científica sobre la naturaleza de la infección. El resto de los actores pasa sin pena ni gloria. Ethan Hawke tiene la mezcla justa de mártir y (blando) héroe, y la guapa Claudia Karvan se ve bien en su modesto "top" naranja matando vampiros con una ballesta. Por el lado de los villanos, Sam Neill resulta apropiadamente maquiavélico como el vampírico Dick Cheney, cuya obsesión con el dinero y el petróleo (perdón, "sangre") forma una hilarante analogía con la crisis petrolera contemporánea. De hecho, ahí tienen otra interesante línea para la secuela: Estados Unidos busca una excusa para invadir un país donde aun quedan algunos humanos vivos. ¿No? ¿Demasiado obvio? De acuerdo.
Hablando de excusas, puedo darle una modesta recomendación a La Hermandad por sus virtudes visuales, su entusiasta derramamiento de sangre (y ceniza, en el caso de los vampiros) y porque, a fin de cuentas, presenta una interesante variación del mito vampírico que quizás no se aprovechó al máximo, pero que basta para ofrecernos noventa minutos de acción, simples parábolas políticas y sólidos actores que hacen lo posible por dar vida a sus trillados personajes. De hecho, se me ocurre que La Hermandad hubiera sido el perfecto "programa piloto" de una prometedora serie televisiva que me gustaría ver semana a semana. En fin, de cualquier modo funciona en cine, sobre todo para gente que no le interese pertenecer al Team Edward.
Calificación: 7
El argumento de La Hermandad es un curioso híbrido de Blade, The Matrix y la serie televisiva True Blood: En el año 2019 encontramos la Tierra habitada por vampiros, cuya sociedad mantiene una estructura similar a la actual, pero con algunas notables diferencias. Para empezar, toda la actividad comercial se desarrolla de noche, cuando no hay riesgo de ser quemados por el sol; y el recurso más valioso es la sangre humana, producida en vastas "granjas" de personas en estado catatónico que se "ordeñan" tratando de mantenerlos vivos el mayor tiempo posible. Sin embargo la enorme cantidad de vampiros hace que la demanda de sangre exceda la producción, resultando en una escasez del rojo líquido que está provocando inestabilidad social... por no mencionar una extraña aflicción que transforma a los sofisticados vampiros normales en bestias aladas carentes de razón, e impulsadas por el ciego instinto de beber sangre. Afortunadamente la situación podría resolverse si el científico Edward Dalton (Ethan Hawke) logra encontrar un substituto de sangre que pueda alimentar a la creciente sociedad vampírica. El problema es que el vampiro Dalton repudia a su propia especie... y cuando entra en contacto con un grupo de humanos renegados, decide ayudarlos en su intento de restaurar la raza humana. Pero Charles Bromley (Sam Neill), el poderoso líder de una empresa productora de sangre, tiene otros planes para Dalton y sus nuevos amigos humanos...
Allá por el año 2003 los cineastas australianos Michael y Peter Spierig llamaron la atención de Hollywood con su mediana cinta Undead, que también añadió elementos de ciencia ficción al sub-género de zombies. Seis años después regresan con La Hermandad, y se nota que invirtieron considerable tiempo en el diseño de producción y en la complicada mitología que respalda el nuevo mundo controlado por vampiros; pero la historia me pareció extrañamente superficial e "incompleta". Por eso quiero pensar que la cinta se planeó como la primera parte de una trilogía, o algo similar, pues tras establecer las bases de un fascinante universo, el libreto lo desperdicia en un apresurado relato con los obligatorios aderezos de romance, sacrificio y violencia que no se resuelven satisfactoriamente cuando llega el abrupto final. Es como pedir una comida completa en un restaurante y abandonar la mesa después del aperitivo; el hambre solo empeora por la promesa de algo más sustancioso que nunca probaremos.
No se si haya secuelas planeadas, pero también podrían explicar las abundantes incógnitas que La Hermandad deja sin respuesta... algunas quizás sean simples "agujeros" que los escritores no supieron llenar (¿por qué los humanos insisten en salir de noche?), pero hay otras que deben tener explicación lógica (¿por qué no criar humanos como hoy se cría ganado?). Incluso hay suficiente material para un par de precuelas que muestren el avance de la epidemia vampírica, o la historia personal de "Elvis" (Willem Dafoe), de modo que su presencia en esta película no sea una simple excusa para anunciar automóviles Mustang y Trans Am. En fin... ya que mencioné a Dafoe, debo añadir que su participación es simpática, pero tan superficial como el argumento. Su solución al problema vampírico no tiene mucho sentido, y me hubiera parecido más "realista" si hubiera algún precedente en la narrativa, o al menos una tenue descripción cuasi-científica sobre la naturaleza de la infección. El resto de los actores pasa sin pena ni gloria. Ethan Hawke tiene la mezcla justa de mártir y (blando) héroe, y la guapa Claudia Karvan se ve bien en su modesto "top" naranja matando vampiros con una ballesta. Por el lado de los villanos, Sam Neill resulta apropiadamente maquiavélico como el vampírico Dick Cheney, cuya obsesión con el dinero y el petróleo (perdón, "sangre") forma una hilarante analogía con la crisis petrolera contemporánea. De hecho, ahí tienen otra interesante línea para la secuela: Estados Unidos busca una excusa para invadir un país donde aun quedan algunos humanos vivos. ¿No? ¿Demasiado obvio? De acuerdo.
Hablando de excusas, puedo darle una modesta recomendación a La Hermandad por sus virtudes visuales, su entusiasta derramamiento de sangre (y ceniza, en el caso de los vampiros) y porque, a fin de cuentas, presenta una interesante variación del mito vampírico que quizás no se aprovechó al máximo, pero que basta para ofrecernos noventa minutos de acción, simples parábolas políticas y sólidos actores que hacen lo posible por dar vida a sus trillados personajes. De hecho, se me ocurre que La Hermandad hubiera sido el perfecto "programa piloto" de una prometedora serie televisiva que me gustaría ver semana a semana. En fin, de cualquier modo funciona en cine, sobre todo para gente que no le interese pertenecer al Team Edward.
Calificación: 7
viernes, 19 de febrero de 2010
Desde Mi Cielo (The Lovely Bones)
Creo que Peter Jackson es uno de los mejores directores contemporáneos, pues pertenece al reducido "club" de cineastas que han demostrado su talento en extremos opuestos del especto cinematográfico, y así como encontró enorme éxito con sus épicas películas de El Señor de los Anillos, también ganó la devoción de un culto de fans que consideran sus humildes cintas de horror como uno de los puntos altos en el género. De hecho, creo que la trilogía de El Señor de los Anillos es una magnífica muestra de cómo adaptar una densa novela a cine, destilando la historia a sus componentes básicos sin perder la escencia ni el peso emocional que la hizo memorable en la página escrita. Por eso me pareció irónico que Desde Mi Cielo, su más reciente película, resulte ser una inflada y fallida adaptación literaria que cae en los clásicos errores de respetar la forma y olvidar el fondo, perdiendo así el más importante aspecto de la historia.
Desde Mi Cielo sigue las consecuencias que tiene el asesinato de la niña Susie Salmon (Saoirse Ronan) en los miembros de su familia; así vemos cómo su madre Abigail (Rachel Weisz) entra en una terrible depresión que la hace cuestionar su posición en el hogar; su padre Jack (Mark Wahlberg) inicia una investigación privada para descubrir al asesino tras ver la apatía de los policías locales; y su hermana Lindsay (Rose McIver) trata de reconstruir su vida dedicándose al deporte. Mientras tanto, Susie ve desde el cielo (o el purgatorio) todos estos eventos, contrastándolos con recuerdos de su vida, y con fugaces miradas al hombre que la asesinó... quien podría estar buscando una nueva víctima.
La premisa suena extraña, pero hay abundante material para construir una película intensa y provocativa. El problema (o uno de los problemas) es que Jackson no pudo decidir qué historia contar, de modo que mezcla arbitrariamente el drama materno con la investigación del padre, las sospechas de la hermana, la torcida vida del asesino, la niña psíquica que vió el fantasma de la niña muerta, y las metafísicas aventuras de Susie en el "espacio intermedio", desde donde puede ver nuestro mundo y al mismo tiempo influenciar la estructura de su mágico entorno espiritual. Estas sub-tramas generan cierto interés por sí mismas, pero no se sienten interconectadas ni bien balanceadas. Quizás hizo falta un recorte más enérgico de personajes y contenido para afinar la historia y encontrar un eje común que unificara el tono e intención de tantas vertientes narrativas, pero sin perder los temas centrales de redención familiar, "karma" y triunfo sobre la adversidad. En palabras menos pretenciosas: cuando empezamos a interesarnos en las aventuras de algún personaje, la atención de la película cambia bruscamente a otro, y después de tres o cuatro "saltos", ya no sabemos quien conduce la trama, y quién es simple pasajero en el accidentado camino hacia el frustrante final. Olviden lo de "menos pretencioso".
Si esa fragmentación narrativa y emocional no bastara para amargar la experiencia, también tengo dudas sobre el elenco. La joven Saoirse Ronan, con su etéreo rostro y serenos ojos es perfecta para contar una historia tan sórdida y dolorosa desde el cielo (o lo que sea), sin perder su inocencia. Stanley Tucci es repulsivamente efectivo como el asesino; la niña Rose McIver también muestra un gran desempeño en el reducido papel de la hermana de Susie, y de hecho tiene algunos de los mejores momentos de la película; lástima que estén tan torpemente conectados con la narrativa principal. Pero Mark Wahlberg se siente forzado como el padre doliente, y rara vez creí su interacción con su esposa, interpretada por la usualmente confiable Rachel Weisz. Y la veterana Susan Saradon queda reducida a estridente "comic relief" que no es particularmente gracioso. Ver a estos talentosos actores vagar sin rumbo en una historia con tanto potencial me hizo pensar que, simplemente, Peter Jackson no fue la persona correcta para realizar esta película. Sigo creyendo que es un gran director; sin embargo hacía falta una sensibilidad distinta para conservar los valores del libro en un medio tan distinto como el cine.
Hablando de lo cual, sin duda el aspecto más llamativo de Desde Mi Cielo son las secuencias ubicadas en el purgatorio, donde vemos cómo la fantasía de la niña moldea el paisaje espiritual, reflejando sus gustos, sus temores, y hasta las circunstancias que afligen a su familia en el mundo "real". El trabajo de efectos digitales es impecable desde el punto de vista técnico, pero cuestionable en el narrativo. Sospecho que un enfoque más íntimo y sencillo hubiera complementado mejor el tono emocional de la película, y no se sentiría tan fuera de lugar junto a los prosaicos suburbios norteamericanos de la década de los setentas, donde se ubica el resto de la historia. Entonces, para no darle más vueltas al asunto, creo que Desde Mi Cielo es un fascinante experimento fallido de un gran cineasta, cuya ambición superó su talento... o quizás sea más preciso decir "su capacidad". No me pareció una película buena o satisfactoria; sin embargo ofrece algunas competentes actuaciones, increíble cinematografía y adornos visuales de rara envergadura y creatividad. Lástima que no haya respaldado sus atributos con un poco más de humanidad.
Calificación: 6.5
Desde Mi Cielo sigue las consecuencias que tiene el asesinato de la niña Susie Salmon (Saoirse Ronan) en los miembros de su familia; así vemos cómo su madre Abigail (Rachel Weisz) entra en una terrible depresión que la hace cuestionar su posición en el hogar; su padre Jack (Mark Wahlberg) inicia una investigación privada para descubrir al asesino tras ver la apatía de los policías locales; y su hermana Lindsay (Rose McIver) trata de reconstruir su vida dedicándose al deporte. Mientras tanto, Susie ve desde el cielo (o el purgatorio) todos estos eventos, contrastándolos con recuerdos de su vida, y con fugaces miradas al hombre que la asesinó... quien podría estar buscando una nueva víctima.
La premisa suena extraña, pero hay abundante material para construir una película intensa y provocativa. El problema (o uno de los problemas) es que Jackson no pudo decidir qué historia contar, de modo que mezcla arbitrariamente el drama materno con la investigación del padre, las sospechas de la hermana, la torcida vida del asesino, la niña psíquica que vió el fantasma de la niña muerta, y las metafísicas aventuras de Susie en el "espacio intermedio", desde donde puede ver nuestro mundo y al mismo tiempo influenciar la estructura de su mágico entorno espiritual. Estas sub-tramas generan cierto interés por sí mismas, pero no se sienten interconectadas ni bien balanceadas. Quizás hizo falta un recorte más enérgico de personajes y contenido para afinar la historia y encontrar un eje común que unificara el tono e intención de tantas vertientes narrativas, pero sin perder los temas centrales de redención familiar, "karma" y triunfo sobre la adversidad. En palabras menos pretenciosas: cuando empezamos a interesarnos en las aventuras de algún personaje, la atención de la película cambia bruscamente a otro, y después de tres o cuatro "saltos", ya no sabemos quien conduce la trama, y quién es simple pasajero en el accidentado camino hacia el frustrante final. Olviden lo de "menos pretencioso".
Si esa fragmentación narrativa y emocional no bastara para amargar la experiencia, también tengo dudas sobre el elenco. La joven Saoirse Ronan, con su etéreo rostro y serenos ojos es perfecta para contar una historia tan sórdida y dolorosa desde el cielo (o lo que sea), sin perder su inocencia. Stanley Tucci es repulsivamente efectivo como el asesino; la niña Rose McIver también muestra un gran desempeño en el reducido papel de la hermana de Susie, y de hecho tiene algunos de los mejores momentos de la película; lástima que estén tan torpemente conectados con la narrativa principal. Pero Mark Wahlberg se siente forzado como el padre doliente, y rara vez creí su interacción con su esposa, interpretada por la usualmente confiable Rachel Weisz. Y la veterana Susan Saradon queda reducida a estridente "comic relief" que no es particularmente gracioso. Ver a estos talentosos actores vagar sin rumbo en una historia con tanto potencial me hizo pensar que, simplemente, Peter Jackson no fue la persona correcta para realizar esta película. Sigo creyendo que es un gran director; sin embargo hacía falta una sensibilidad distinta para conservar los valores del libro en un medio tan distinto como el cine.
Hablando de lo cual, sin duda el aspecto más llamativo de Desde Mi Cielo son las secuencias ubicadas en el purgatorio, donde vemos cómo la fantasía de la niña moldea el paisaje espiritual, reflejando sus gustos, sus temores, y hasta las circunstancias que afligen a su familia en el mundo "real". El trabajo de efectos digitales es impecable desde el punto de vista técnico, pero cuestionable en el narrativo. Sospecho que un enfoque más íntimo y sencillo hubiera complementado mejor el tono emocional de la película, y no se sentiría tan fuera de lugar junto a los prosaicos suburbios norteamericanos de la década de los setentas, donde se ubica el resto de la historia. Entonces, para no darle más vueltas al asunto, creo que Desde Mi Cielo es un fascinante experimento fallido de un gran cineasta, cuya ambición superó su talento... o quizás sea más preciso decir "su capacidad". No me pareció una película buena o satisfactoria; sin embargo ofrece algunas competentes actuaciones, increíble cinematografía y adornos visuales de rara envergadura y creatividad. Lástima que no haya respaldado sus atributos con un poco más de humanidad.
Calificación: 6.5
jueves, 18 de febrero de 2010
The Hills Run Red
El novelista David J. Schow, co-fundador del movimiento literario "splatterpunk", escribió una columna en la revista Fangoria durante varios años, y siempre dejó clara la desilusión (e ira) que sentía sobre el moderno cine de terror. Sin embargo, su sapiencia sobre las fallas y aciertos del género quedó en entredicho cuando escribió la mediocre cinta Leatherface: Texas Chainsaw Massacre III (aunque, para ser justos, la producción tuvo serios problemas que no podríamos atribuirle al libreto). Menciono esto para explicar mi desconfianza ante los buenos comentarios que recibió la película The Hills Run Red, co-escrita por Schow, durante su ronda por festivales de cine fantástico el año pasado. Afortunadamente su estreno en DVD dejó claro que está justificada la aclamación, pues aunque no se trate de una obra maestra, sin duda ofrece una interesante variación del sub-género slasher, combinada con sincero aprecio por el cine de horror y aderezada con sutil humor a costa de sus más entusiastas seguidores.
El argumento de The Hills Run Red tiene ciertas similitudes con el episodio "Cigarette Burns" (dirigido por John Carpenter) de la serie televisiva Masters of Horror, pero las diferencias en tono y estilo (por no mencionar ingenio) son suficientes para evitar incómodas comparaciones. El protagonista es Tyler (Tad Hilgenbrink), cineasta aficionado y fanático del terror que, con ayuda de su novia Serina (Janet Montgomery) y su mejor amigo Lalo (Alex Wyndham), prepara un documental sobre The Hills Run Red, una legendaria película filmada en los ochentas y de inmediato censurada por su violencia, tan excesiva que todas las copias fueron destruidas, quedando tan solo un "trailer" con breves atisbos de los horrores que prometía la obra original. El primer paso de los jóvenes cineastas es encontrar a Alexa (Sophie Monk), una de las actrices de la película y también hija de su difunto director, con la esperanza de que pueda orientarlos en la investigación, y quizás descubrir la última copia en existencia de la prohibida cinta. La búsqueda los lleva eventualmente al remoto bosque donde se filmó The Hills Run Red... y al descubrimiento de que el asesino protagonista de aquella película quizás no era ficticio después de todo...
Ya sé... suena tan predecible como cualquier otra película sobre "jóvenes que se internan en el bosque con cámaras de video". Pero el director Dave Parker forjó una historia a la vez clásica y novedosa, que se fundamenta precisamente en nuestra familiaridad con los clichés del cine de terror para torcerlos y presentarlos desde una perspectiva diferente. Por ejemplo (pequeño SPOILER), esta vez encontramos que los teléfonos móviles de los protagonistas SÍ funcionan en el denso bosque... pero al mismo tiempo comprendemos por qué resultan inútiles para su salvación. Y, como ese, hay muchos detalles que parecen engañosamente predecibles, cuando en realidad ocultan ingeniosas y subversivas alternativas de lo que esperábamos ver. Incluso el obligatorio "twist" final me sorprendió, pues está disfrazado por una revelación más simple, astutamente diseñada para hacernos creer que teníamos todo resuelto. Bueno, quizás el ingenio de The Hills Run Red no llegue a los niveles de The Sixth Sense o Fight Club pero, para ser una simple película de terror directa a DVD, muestra inusual inteligencia y sincera reverencia por el género. Y por "reverencia" no quiero decir "chistes privados y trilladas referencias a otras películas", como podríamos esperar en una obra realizada por fans, para fans.
A pesar de esos halagos no puedo negar las fallas de la película, empezando por la mayoría de los personajes masculinos. Tad Hilgenbrink y Alex Wyndham son totalmente anónimos y olvidables (de hecho, examinando sus respectivas páginas en el IMDb me di cuenta de que había visto varios de sus proyectos anteriores... y no tengo memoria alguna de su participación). Por un lado, agradezco que no los hayan caricaturizado como típicos fans "goth" o "dark" del horror, pero tampoco los encontré creíbles en sus papeles. Y no me refiero a su apariencia física, sino a la artificialidad de su pasión por el cine; quizás no son tan buenos actores para emular a los “film geeks“. La excepción es William Sadler, quien aparece en "pietaje de archivo" como el enigmático director de The Hills Run Red. La filmografía de este veterano actor abarca cuatro décadas y más de cien apariciones en cine y televisión (muchas de ellas en el género fantástico) y, aunque su nombre no sea famoso, es fácil reconocer su curtido rostro y fuerte presencia, que siempre aporta solemnidad y profesionalismo a sus papeles (usualmente como villano o antipática figura autoritaria). Esta vez lo vemos más malévolo que nunca, y logra dejar su huella aunque su participación sea oblicua a la narrativa principal. En lo que respecta al elenco femenino, debo aplaudir el trabajo de Sophie Monk y Janet Montgomery. Ambas tienen que lidiar con escenas sumamente difíciles, y admiré su compromiso con la película, así como su tolerancia por las crueles (y muchas veces gratuitas) escenas que les endilga el guión. Ojalá tanta tortura (real y simulada) sirva para que más productores descubran el talento de ambas actrices, y les den papeles donde no tengan que gritar constantemente, o quitarse la ropa por capricho del director.
The Hills Run Red es una de esas raras películas de terror que cuentan con genuina sustancia dramática detrás de la violencia y la abundante sangre. Quizás no sea mucha sustancia, pero basta para hacerla recomendable por demostrar que el género puede ofrecer satisfacción intelectual (con reservas) además de gritos y tortura. No obstante, advierto que será mejor recibida por fans acérrimos del horror (como yo), ya que sin duda verán reflejada en ella la clásica obsesión e idiosincrasia que nos identifica. Finalmente, en lo que respecta a David J. Schow, me disculpo por haber dudado de su capacidad para discernir entre la basura y los méritos del horror. Ojalá la positiva recepción de The Hills Run Red lo invite a colaborar más en este medio, pues sin duda hacen falta talentos que comprendan lo que funciona y lo que conviene evitar en este menospreciado género.
Calificación: 8
El argumento de The Hills Run Red tiene ciertas similitudes con el episodio "Cigarette Burns" (dirigido por John Carpenter) de la serie televisiva Masters of Horror, pero las diferencias en tono y estilo (por no mencionar ingenio) son suficientes para evitar incómodas comparaciones. El protagonista es Tyler (Tad Hilgenbrink), cineasta aficionado y fanático del terror que, con ayuda de su novia Serina (Janet Montgomery) y su mejor amigo Lalo (Alex Wyndham), prepara un documental sobre The Hills Run Red, una legendaria película filmada en los ochentas y de inmediato censurada por su violencia, tan excesiva que todas las copias fueron destruidas, quedando tan solo un "trailer" con breves atisbos de los horrores que prometía la obra original. El primer paso de los jóvenes cineastas es encontrar a Alexa (Sophie Monk), una de las actrices de la película y también hija de su difunto director, con la esperanza de que pueda orientarlos en la investigación, y quizás descubrir la última copia en existencia de la prohibida cinta. La búsqueda los lleva eventualmente al remoto bosque donde se filmó The Hills Run Red... y al descubrimiento de que el asesino protagonista de aquella película quizás no era ficticio después de todo...
Ya sé... suena tan predecible como cualquier otra película sobre "jóvenes que se internan en el bosque con cámaras de video". Pero el director Dave Parker forjó una historia a la vez clásica y novedosa, que se fundamenta precisamente en nuestra familiaridad con los clichés del cine de terror para torcerlos y presentarlos desde una perspectiva diferente. Por ejemplo (pequeño SPOILER), esta vez encontramos que los teléfonos móviles de los protagonistas SÍ funcionan en el denso bosque... pero al mismo tiempo comprendemos por qué resultan inútiles para su salvación. Y, como ese, hay muchos detalles que parecen engañosamente predecibles, cuando en realidad ocultan ingeniosas y subversivas alternativas de lo que esperábamos ver. Incluso el obligatorio "twist" final me sorprendió, pues está disfrazado por una revelación más simple, astutamente diseñada para hacernos creer que teníamos todo resuelto. Bueno, quizás el ingenio de The Hills Run Red no llegue a los niveles de The Sixth Sense o Fight Club pero, para ser una simple película de terror directa a DVD, muestra inusual inteligencia y sincera reverencia por el género. Y por "reverencia" no quiero decir "chistes privados y trilladas referencias a otras películas", como podríamos esperar en una obra realizada por fans, para fans.
A pesar de esos halagos no puedo negar las fallas de la película, empezando por la mayoría de los personajes masculinos. Tad Hilgenbrink y Alex Wyndham son totalmente anónimos y olvidables (de hecho, examinando sus respectivas páginas en el IMDb me di cuenta de que había visto varios de sus proyectos anteriores... y no tengo memoria alguna de su participación). Por un lado, agradezco que no los hayan caricaturizado como típicos fans "goth" o "dark" del horror, pero tampoco los encontré creíbles en sus papeles. Y no me refiero a su apariencia física, sino a la artificialidad de su pasión por el cine; quizás no son tan buenos actores para emular a los “film geeks“. La excepción es William Sadler, quien aparece en "pietaje de archivo" como el enigmático director de The Hills Run Red. La filmografía de este veterano actor abarca cuatro décadas y más de cien apariciones en cine y televisión (muchas de ellas en el género fantástico) y, aunque su nombre no sea famoso, es fácil reconocer su curtido rostro y fuerte presencia, que siempre aporta solemnidad y profesionalismo a sus papeles (usualmente como villano o antipática figura autoritaria). Esta vez lo vemos más malévolo que nunca, y logra dejar su huella aunque su participación sea oblicua a la narrativa principal. En lo que respecta al elenco femenino, debo aplaudir el trabajo de Sophie Monk y Janet Montgomery. Ambas tienen que lidiar con escenas sumamente difíciles, y admiré su compromiso con la película, así como su tolerancia por las crueles (y muchas veces gratuitas) escenas que les endilga el guión. Ojalá tanta tortura (real y simulada) sirva para que más productores descubran el talento de ambas actrices, y les den papeles donde no tengan que gritar constantemente, o quitarse la ropa por capricho del director.
The Hills Run Red es una de esas raras películas de terror que cuentan con genuina sustancia dramática detrás de la violencia y la abundante sangre. Quizás no sea mucha sustancia, pero basta para hacerla recomendable por demostrar que el género puede ofrecer satisfacción intelectual (con reservas) además de gritos y tortura. No obstante, advierto que será mejor recibida por fans acérrimos del horror (como yo), ya que sin duda verán reflejada en ella la clásica obsesión e idiosincrasia que nos identifica. Finalmente, en lo que respecta a David J. Schow, me disculpo por haber dudado de su capacidad para discernir entre la basura y los méritos del horror. Ojalá la positiva recepción de The Hills Run Red lo invite a colaborar más en este medio, pues sin duda hacen falta talentos que comprendan lo que funciona y lo que conviene evitar en este menospreciado género.
Calificación: 8
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