Hace alrededor de un año, cuando se anunció el re-make de The Women (1939), decidí ver la original cuando por coincidencia la encontré en televisión. Me gustó bastante, no tanto por su historia y actuaciones, sino por el contraste que permite observar entre las políticas sexuales de entonces y las de hoy. Y francamente no sé si el punto del re-make fue mostrar que, como reza el dicho, entre más cambian las cosas más se quedan igual.
La trama de esta nueva versión, (titulada Todo Sobre las Mujeres), sigue a varias inseparables amigas, entre ellas Mary (Meg Ryan), Sylvia (Annette Benning), Edie (Debra Messing) y Alex (Jada Pinkett-Smith) a través de los altibajos que la vida moderna ofrece a las mujeres modernas y exitosas (o al menos a la versión de Hollywood de estas mujeres modernas, que tienen más en común con los estereotipos de Sex and the City que con la vida real). Como sea, Sylvia descubre que el esposo de Mary está engañándola con una empleada de la tienda Saks, y cuando el secreto empieza a extenderse (hasta la misma Mary) las consecuencias afectan de un modo u otro a todas las amigas.
Empezaré con lo positivo: las actrices encajan bien en sus papeles, que parecen facetas simplificadas de la amplia gama de clichés que hemos visto en películas femeninas desde la decada de los 30's: Meg Ryan es la esposa simpática; Annette Benning es la mujer de negocios cínica e implacable; Debra Messing es la ama de casa sencilla y honesta; y Jada Pinkett-Smith es la lesbiana que encuentra a los hombres repulsivos e insoportables. Pero quizás los papeles más simpáticos correspondan al elenco de apoyo, en particular Candice Bergen como la madre de Mary, Carrie Fisher (en una sola escena) como una despiadada escritora, y la siempre entretenida Cloris Leachman como un ama de llaves inteligente e incisiva. También me gustó el celo mostrado por la directora Diane English al emplear un elenco totalmente femenino, incluyendo animales y escenas exteriores, donde todos los extras son mujeres. Bueno, hay un sólo hombre en la película, y sospecho que el momento de su aparición es bastante significativo, pero no me atrevo a especular sobre tal significado, pues podría convertirse en un spoiler.
Por el lado negativo tenemos el irregular guión, que no decide si está imitando la versión original o burlándose de ella. La escritora Diane English (haciendo su debut como directora) es más famosa por haber creado las series televisivas Murphy Brown y My Sister Sam, ambas inteligentes y sensibles retratos de mujeres profesionales enfrentando el mundo moderno, sin obsesionarse con el "control masculino", pero sin ignorar las tristes realidades de esa situación en todos los niveles de la vida. Sin embargo, las mujeres de Todo Sobre las Mujeres parecen definir sus vidas por los hombres mismos, y se muestran liberadas en muchos sentidos, pero esclavizadas por la invisible presencia del sexo opuesto en la película. Obviamente mi perspectiva es la de un hombre, y quizás algunas lectoras quieran iluminarnos con su propia interpretación, pero en general sentí que la cinta fue una oportunidad desperdiciada para transmitir un mensaje más honesto y balanceado. Pero en cierto modo entiendo que este enfoque simple y conciliador está en línea con los requerimientos comerciales de una película que sin duda fue creada como una versión más inteligente (y menos centrada en moda) que la mencionada Sex and the City.
En fin, Todo Sobre las Mujeres no me aburrió demasiado (al menos no tanto como yo esperaba), y sonreí en varias escenas (con la notable excepción del estridente y ridículo final). Lamento mi limitada perspectiva sobre el mensaje global de la película, pero encuentro difícil recomendarla en lugar de la más interesante cinta original. Como en tantos re-makes de películas clásicas, los cineastas contemporáneos desperdiciaron la oportunidad de superar la censura y represión de aquella época para actualizar el mensaje, y no sólo limitarse a modernizar la ropa, automóviles y obsesiones comerciales de las protagonistas. Pero bueno... supongo que la cinta podría ayudar a quienes buscan una excusa para ver el adulterio como algo positivo. Supongo que tan sólo eso podría hacerla un éxito de taquilla.
Calificación: 6
domingo, 30 de noviembre de 2008
sábado, 29 de noviembre de 2008
Diva Adolescente (Wild Child)
Quizás por haber visto tan recientemente St. Trinian's (una brillante comedia ubicada también en una academia femenina inglesa) encontré aún más irritante Diva Adolescente, que comienza como Clueless y termina (exactamente como imaginamos) con una lección de vida, tanto para los personajes como para el público: nadie soporta a las malcriadas niñas norteamericanas. O, para ser más justos, a la interpretación hollywoodense de las jóvenes modernas y "cool". Y si Diva Adolescente es marginalmente mejor que Bratz: The Movie y Material Girls es sólo porque el elenco de apoyo logra mantener una sombra de dignidad y gélido humor británico.
Evidentemente estoy muy lejos de pertenecer al público que la película busca atraer; por ello trataré de ser lo más imparcial posible (muy poco, seguramente) y tratar de apreciar el atractivo de una película donde la heroína rescata a sus "torpes" compañeras de la ambigüedad sexual enseñándoles a vestirse (y actuar) como Paris Hilton. Por casualidad (no muy casual), ese aspecto del libreto me recordó Aquamarine, otra película estelarizada por Emma Roberts donde la joven actriz junto con la cantante JoJo impartieron los mismos consejos a una sirena que sólo encontró la felicidad atrayendo al joven popular que las demás chicas perseguían. Me abstengo de hacer más paralelismos entre esa película y Diva Adolescente, pues empezaría a caer en el terreno de los spoilers.
En fin, la película comienza con una fiesta súper cool en la que las travesuras de la joven Poppy Moore (Emma Roberts) finalmente orillan a su padre a cumplir su largamente prometida amenaza: enviarla a un internado inglés para que aprenda un poco de disciplina y sentido común. Pero, como era de esperarse, cuando Poppy llega a la venerable Academia Abbey Mount, su extrema actitud, apariencia y caprichos chocan de inmediato con las sobrias y reprimidas muchachas del colegio, entre las que encuentra algunas enemigas instantáneas y, curiosamente, algunas amigas que deciden ayudarla a cumplir su nueva misión: lograr que la expulsen para poder regresar a su vida de ocio y excesos en California. Sobra decir que el plan incluye poner en ridículo a sus enemigas, atraer al inalcanzable joven con quien todas las estudiantes sueñan y, por supuesto, una secuencia musical/makeover donde varias chicas se prueban ropa al ritmo de alguna canción hueca y pegajosa.
No me malinterpreten... entiendo perfectamente el atractivo que estas fantasías infantiles ejercen sobre su público, ya de por sí saturado de similares mensajes en televisión y todo tipo de publicidad. En ese aspecto estoy seguro de que el público pre-adolescente femenino disfrutará esta película (siempre y cuando les agrade la protagonista... después de todo Emma Roberts no es ninguna Hannah Montana), y hasta cierto punto no tengo objeción alguna por que eso ocurra. Pero en el nivel más adulto no puedo dejar de irritarme por este consistente bombardeo de propaganda comercial que impulsa a "los hombres y mujeres del mañana" a ser simples robots consumistas con gustos homogeneizados por la erosiva acción de los medios de comunicación. Estoy seguro de que lo mismo ocurrió durante mi infancia (aunque no recuerdo muchos makeovers en Ultraman y Don Gato y su Pandilla), pero me da la impresión de que la ubicuidad de los medios electrónicos ha sido manipulada, de modo que no están liberando al individuo (como predijeron los tecno-hippies de los setentas), sino esclavizándonos más.
En resumen, Diva Adolescente es una película súper cool para chicas modernas y nada fresas. Tiene un personaje central gracioso con mucha actitud, y hay muy buena música y ropa. Y bastante desconsuelo para este viejo.
Calificación: 6
Evidentemente estoy muy lejos de pertenecer al público que la película busca atraer; por ello trataré de ser lo más imparcial posible (muy poco, seguramente) y tratar de apreciar el atractivo de una película donde la heroína rescata a sus "torpes" compañeras de la ambigüedad sexual enseñándoles a vestirse (y actuar) como Paris Hilton. Por casualidad (no muy casual), ese aspecto del libreto me recordó Aquamarine, otra película estelarizada por Emma Roberts donde la joven actriz junto con la cantante JoJo impartieron los mismos consejos a una sirena que sólo encontró la felicidad atrayendo al joven popular que las demás chicas perseguían. Me abstengo de hacer más paralelismos entre esa película y Diva Adolescente, pues empezaría a caer en el terreno de los spoilers.
En fin, la película comienza con una fiesta súper cool en la que las travesuras de la joven Poppy Moore (Emma Roberts) finalmente orillan a su padre a cumplir su largamente prometida amenaza: enviarla a un internado inglés para que aprenda un poco de disciplina y sentido común. Pero, como era de esperarse, cuando Poppy llega a la venerable Academia Abbey Mount, su extrema actitud, apariencia y caprichos chocan de inmediato con las sobrias y reprimidas muchachas del colegio, entre las que encuentra algunas enemigas instantáneas y, curiosamente, algunas amigas que deciden ayudarla a cumplir su nueva misión: lograr que la expulsen para poder regresar a su vida de ocio y excesos en California. Sobra decir que el plan incluye poner en ridículo a sus enemigas, atraer al inalcanzable joven con quien todas las estudiantes sueñan y, por supuesto, una secuencia musical/makeover donde varias chicas se prueban ropa al ritmo de alguna canción hueca y pegajosa.
No me malinterpreten... entiendo perfectamente el atractivo que estas fantasías infantiles ejercen sobre su público, ya de por sí saturado de similares mensajes en televisión y todo tipo de publicidad. En ese aspecto estoy seguro de que el público pre-adolescente femenino disfrutará esta película (siempre y cuando les agrade la protagonista... después de todo Emma Roberts no es ninguna Hannah Montana), y hasta cierto punto no tengo objeción alguna por que eso ocurra. Pero en el nivel más adulto no puedo dejar de irritarme por este consistente bombardeo de propaganda comercial que impulsa a "los hombres y mujeres del mañana" a ser simples robots consumistas con gustos homogeneizados por la erosiva acción de los medios de comunicación. Estoy seguro de que lo mismo ocurrió durante mi infancia (aunque no recuerdo muchos makeovers en Ultraman y Don Gato y su Pandilla), pero me da la impresión de que la ubicuidad de los medios electrónicos ha sido manipulada, de modo que no están liberando al individuo (como predijeron los tecno-hippies de los setentas), sino esclavizándonos más.
En resumen, Diva Adolescente es una película súper cool para chicas modernas y nada fresas. Tiene un personaje central gracioso con mucha actitud, y hay muy buena música y ropa. Y bastante desconsuelo para este viejo.
Calificación: 6
viernes, 28 de noviembre de 2008
Red de Mentiras (Body of Lies)
Red de Mentiras cuenta una historia bastante interesante (aunque marginalmente similar a la de la superior The Tailor of Panama): un agente de la CIA encubierto en el medio oriente trata de descubrir a los responsables de una serie de explosiones en sitios públicos, y para hacerlo decide elaborar su propia organización terrorista (o al menos fingir su existencia) para establecer contacto con los auténticos culpables. El problema es que la película cuenta esta historia a través de la fórmula que hemos visto en muchas otras obras similares, lo cual reduce su originalidad al mismo tiempo que la hace ocasionalmente confusa y pretenciosa; tal fórmula consiste en repetición de los siguientes elementos: emocionantes secuencias de acción en las que no sabemos exactamente qué está pasando, seguidas de discusiones a gritos en oficinas donde se disputa la ética de la violencia, para luego visitar las sofisticadas locaciones donde los jefes de ambos bandos evaden diplomáticamente la cruel verdad de sus acciones.
Tras esta bien establecida estructura se esconde el eterno conflicto que provoca la expansión ideológica de distintas culturas. Bueno, para no ser tan diplomático... el eterno conflicto entre los fanáticos político-religiosos del medio oriente y los fanáticos político-religiosos de los Estados Unidos. Hay muchas cosas buenas en Red de Mentiras y nada intrínsecamente malo... el problema es que ya hemos visto demasiadas películas con el mismo mensaje, las mismas controversias e incluso los mismos personajes, desde el "terrorista" árabe cuya misión cobra nuevo sentido cuando la examinamos desde su punto de vista, hasta el manipulador y amoral oficial de alto rango que toma arbitrarias decisiones de vida y muerte desde su cómoda oficina en Washington, sin olvidar al agente de campo, con buenas intenciones pero atrapado entre la disyuntiva moral que genera su trabajo. La política siempre ha inspirado al arte, y sería absurdo creer que la actual situación actual (quizás la más divisiva y controversial que ha ocurrido durante mi vida) no haría lo mismo con el cine; sin embargo, la saturación de obras que visitan los mismos temas termina cansando al espectador y, sin importar la calidad intrínseca de cada película, el movimiento mismo termina perdiendo relevancia e interés en virtud de su repetición. Tan sólo en los últimos años he visto cintas como Lions for Lambs, Rendition, The Kingdom, Syriana, The Traitor, Charlie Wilson's War y no sé cuántas otras (sin incluir las que examinan el conflicto desde el punto de vista de los soldados)... Red de Mentiras es buena, pero a fin de cuentas también es otra más en la larga lista.
Ridley Scott tiene indiscutible talento para estas complicadas historias, que le permiten combinar los estilos de dirección que mejor maneja: acción cruda y realista orquestada con buena visión estética; y enredos dramáticos hábilmente sostenidos por un sólido elenco. En este caso las obvias estrellas son Leonardo DiCaprio (casi repitiendo el ambiguo papel que interpretó en Blood Diamond) y Russell Crowe en su faceta de político blando por fuera pero duro por dentro. Sin embargo, también hay que aplaudir el más sutil trabajo de Mark Strong (físicamente un híbrido entre Andy García y Alexander Siddig) como un ambiguo agente de seguridad jordano con motivos igualmente válidos para estar a favor de los norteamericanos o en su contra. Y finalmente tenemos al elemento romántico en la forma de Golshifteh Farahani como una atractiva enfermera que establece una inverosímil relación con el personaje de Leonardo DiCaprio; el trabajo de la actriz es pulido y creíble, a diferencia de su situación, demasiado forzada y sólo conveniente para generar suspenso durante el improbable final.
Creo que "improbable" también aplica al resto del guión, pero entiendo la necesidad de estirar la credibilidad hasta el límite para poder ofrecernos la mencionada mezcla de acción y política en una proporción accesible y entretenida para el espectador casual que puede estar interesado en el aspecto ideológico del conflicto, pero que a fin de cuentas va al cine para entretenerse un rato (como yo). Scott es un maestro para obtener esa rara alquimia, y Red de Mentiras cumple perfectamente su función de mantener nuestro interés en varios niveles (las mentiras del título pueden aplicar a cualquier relación en la película, incluyendo la del gobierno con el pueblo), con un agradable actor protagónico y un importante mensaje que valida los aspectos más frívolos y espectaculares de la historia. Si no fuera la enésima cinta en ofrecer tales atributos sería aún mejor, pero la saturación de ese mismo estilo la hace simplemente pasable en vez de extraordinaria. En resumen, un buen esfuerzo realizado en un mal momento.
Calificación: 8
Tras esta bien establecida estructura se esconde el eterno conflicto que provoca la expansión ideológica de distintas culturas. Bueno, para no ser tan diplomático... el eterno conflicto entre los fanáticos político-religiosos del medio oriente y los fanáticos político-religiosos de los Estados Unidos. Hay muchas cosas buenas en Red de Mentiras y nada intrínsecamente malo... el problema es que ya hemos visto demasiadas películas con el mismo mensaje, las mismas controversias e incluso los mismos personajes, desde el "terrorista" árabe cuya misión cobra nuevo sentido cuando la examinamos desde su punto de vista, hasta el manipulador y amoral oficial de alto rango que toma arbitrarias decisiones de vida y muerte desde su cómoda oficina en Washington, sin olvidar al agente de campo, con buenas intenciones pero atrapado entre la disyuntiva moral que genera su trabajo. La política siempre ha inspirado al arte, y sería absurdo creer que la actual situación actual (quizás la más divisiva y controversial que ha ocurrido durante mi vida) no haría lo mismo con el cine; sin embargo, la saturación de obras que visitan los mismos temas termina cansando al espectador y, sin importar la calidad intrínseca de cada película, el movimiento mismo termina perdiendo relevancia e interés en virtud de su repetición. Tan sólo en los últimos años he visto cintas como Lions for Lambs, Rendition, The Kingdom, Syriana, The Traitor, Charlie Wilson's War y no sé cuántas otras (sin incluir las que examinan el conflicto desde el punto de vista de los soldados)... Red de Mentiras es buena, pero a fin de cuentas también es otra más en la larga lista.
Ridley Scott tiene indiscutible talento para estas complicadas historias, que le permiten combinar los estilos de dirección que mejor maneja: acción cruda y realista orquestada con buena visión estética; y enredos dramáticos hábilmente sostenidos por un sólido elenco. En este caso las obvias estrellas son Leonardo DiCaprio (casi repitiendo el ambiguo papel que interpretó en Blood Diamond) y Russell Crowe en su faceta de político blando por fuera pero duro por dentro. Sin embargo, también hay que aplaudir el más sutil trabajo de Mark Strong (físicamente un híbrido entre Andy García y Alexander Siddig) como un ambiguo agente de seguridad jordano con motivos igualmente válidos para estar a favor de los norteamericanos o en su contra. Y finalmente tenemos al elemento romántico en la forma de Golshifteh Farahani como una atractiva enfermera que establece una inverosímil relación con el personaje de Leonardo DiCaprio; el trabajo de la actriz es pulido y creíble, a diferencia de su situación, demasiado forzada y sólo conveniente para generar suspenso durante el improbable final.
Creo que "improbable" también aplica al resto del guión, pero entiendo la necesidad de estirar la credibilidad hasta el límite para poder ofrecernos la mencionada mezcla de acción y política en una proporción accesible y entretenida para el espectador casual que puede estar interesado en el aspecto ideológico del conflicto, pero que a fin de cuentas va al cine para entretenerse un rato (como yo). Scott es un maestro para obtener esa rara alquimia, y Red de Mentiras cumple perfectamente su función de mantener nuestro interés en varios niveles (las mentiras del título pueden aplicar a cualquier relación en la película, incluyendo la del gobierno con el pueblo), con un agradable actor protagónico y un importante mensaje que valida los aspectos más frívolos y espectaculares de la historia. Si no fuera la enésima cinta en ofrecer tales atributos sería aún mejor, pero la saturación de ese mismo estilo la hace simplemente pasable en vez de extraordinaria. En resumen, un buen esfuerzo realizado en un mal momento.
Calificación: 8
jueves, 27 de noviembre de 2008
Steel Trap
A estas alturas, creo que quien decida hacer una película "slasher" (asesino enmascarado persiguiendo a un grupo de personajes en un entorno aislado) necesita tener mucha fe en su guión y confiar en que encontró una nueva perspectiva para hacer interesante esa vieja fórmula ...o ser un desvergonzado mercenario que echó mano del más burdo cliché en el género de terror para realizar una película rápida y barata con el fin de engañar incautos (como yo) ansiosos por ver algo nuevo. Adivinen a cuál de estos grupos pertenecen los cineastas detrás de Steel Trap.
No quiero meterme en complicaciones sobre el origen del sub-género slasher... quizás fue con Twitch of the Death Nerve (1971), quizás aún más atrás con Psycho (1960)... pero como quiera que sea, el formato explotó gracias a Halloween (1978) y Friday the 13th (1980), y desde entonces hemos visto literalmente cientos de películas con similar estructura, personajes y trama. Los detalles cambian, y cada obra trata de distinguirse de las demás con alguna nueva ubicación, una máscara significativa, o un enfoque distinto sobre la fórmula entera. Por eso no espero gran originalidad cuando veo una de estas películas... pero aprecio el más mínimo esfuerzo por crear una identidad propia que ofrezca algo interesante o al menos entretenido. Steel Trap pudo alcanzar ese mínimo estándar, pero prefirió desperdiciar la oportunidad y en vez de ello resultó ser una tediosa experiencia saboteada por un guión increíblemente flojo, personajes repulsivos y un asesino aburrido, genérico y carente de personalidad. En resumen, hora y media de irritación ocasionalmente sazonada con escenas de magra violencia y una resolución arbitraria y ridícula.
Usualmente no me gusta criticar tanto a una película independiente del género que más me gusta, pues hasta en las más incompetentes obras de directores amateur se puede percibir cierta energía y entusiasmo que quizás aminora las fallas técnicas acarreadas por falta de experiencia o presupuesto. Pero en el caso de Steel Trap, con decentes locaciones, cinematografía y actuaciones, sólo hace que empeore debido a la insípida dirección y al guión más plano e insulso que los cineastas pudieron encontrar.
La trama comienza en una fiesta de Año Nuevo, organizada en un rascacielos abandonado (o en construcción... mi mente está tratando de bloquear la película). Pero después de media noche, algunos celebrantes reciben un mensaje telefónico que los invita a una fiesta aún más exclusiva, ubicada en uno de los pisos vacíos del edificio. Una vez que llegan, encuentran el sitio abandonado, pero con mucha decoración... incluyendo tarjetas con su nombre e insultos específicamente elegidos para cada persona ("perdedora", "dos caras", "cerdo", etc.) Pensando que se trata de una broma, los despistados y absolutamente odiosos personajes empiezan un recorrido por los oscuros pasillos del inmueble, y uno por uno son brutalmente asesinados por una figura enmascarada (claro), empleando métodos que se basan en los insultos que cada quién recibió.
Durante la primera hora mantuve la esperanza de que la historia se encaminara a algún punto específico... tal vez como una copia de Saw, en la que cada víctima tiene que aceptar su culpabilidad para poder salvarse... o quizás los personajes son tan profundamente repugnantes que eventualmente recibirán una lección para evolucionar y cambiar su molesta actitud... pero no. Simplemente son cadáveres potenciales unidos por una tenue explicación que debió tomar cinco minutos en escribir.
Tratando de no ser tan negativo, diré que la locación del edificio abandonado es más o menos efectiva, proporcionando sombríos corredores, ascensores sospechosos y peligrosas escaleras. La cinematografía es blanda pero funcional... al menos no hay exceso de efectos de edición ni de inestable cámara, como se ha vuelto costumbre en muchas cintas similares. Y los personajes desagradables son por lo menos interpretados por adultos que no tratan de parecer estudiantes de preparatoria.
Supongo que Steel Trap podría funcionar para gente que rara vez vea películas de terror y que no esté tan familiarizada con los convencionalismos del cine slasher. Pero para devotos del género la película no ofrece absolutamente nada nuevo; y con el diluvio de películas directas a DVD, ni siquiera puedo recomendarla como hueco pasatiempo, pues hay muchas mejores obras que merecen nuestro apoyo y difusión. En resumen, hace falta más que una máscara para hacer la película. Calificación: 5
No quiero meterme en complicaciones sobre el origen del sub-género slasher... quizás fue con Twitch of the Death Nerve (1971), quizás aún más atrás con Psycho (1960)... pero como quiera que sea, el formato explotó gracias a Halloween (1978) y Friday the 13th (1980), y desde entonces hemos visto literalmente cientos de películas con similar estructura, personajes y trama. Los detalles cambian, y cada obra trata de distinguirse de las demás con alguna nueva ubicación, una máscara significativa, o un enfoque distinto sobre la fórmula entera. Por eso no espero gran originalidad cuando veo una de estas películas... pero aprecio el más mínimo esfuerzo por crear una identidad propia que ofrezca algo interesante o al menos entretenido. Steel Trap pudo alcanzar ese mínimo estándar, pero prefirió desperdiciar la oportunidad y en vez de ello resultó ser una tediosa experiencia saboteada por un guión increíblemente flojo, personajes repulsivos y un asesino aburrido, genérico y carente de personalidad. En resumen, hora y media de irritación ocasionalmente sazonada con escenas de magra violencia y una resolución arbitraria y ridícula.
Usualmente no me gusta criticar tanto a una película independiente del género que más me gusta, pues hasta en las más incompetentes obras de directores amateur se puede percibir cierta energía y entusiasmo que quizás aminora las fallas técnicas acarreadas por falta de experiencia o presupuesto. Pero en el caso de Steel Trap, con decentes locaciones, cinematografía y actuaciones, sólo hace que empeore debido a la insípida dirección y al guión más plano e insulso que los cineastas pudieron encontrar.
La trama comienza en una fiesta de Año Nuevo, organizada en un rascacielos abandonado (o en construcción... mi mente está tratando de bloquear la película). Pero después de media noche, algunos celebrantes reciben un mensaje telefónico que los invita a una fiesta aún más exclusiva, ubicada en uno de los pisos vacíos del edificio. Una vez que llegan, encuentran el sitio abandonado, pero con mucha decoración... incluyendo tarjetas con su nombre e insultos específicamente elegidos para cada persona ("perdedora", "dos caras", "cerdo", etc.) Pensando que se trata de una broma, los despistados y absolutamente odiosos personajes empiezan un recorrido por los oscuros pasillos del inmueble, y uno por uno son brutalmente asesinados por una figura enmascarada (claro), empleando métodos que se basan en los insultos que cada quién recibió.
Durante la primera hora mantuve la esperanza de que la historia se encaminara a algún punto específico... tal vez como una copia de Saw, en la que cada víctima tiene que aceptar su culpabilidad para poder salvarse... o quizás los personajes son tan profundamente repugnantes que eventualmente recibirán una lección para evolucionar y cambiar su molesta actitud... pero no. Simplemente son cadáveres potenciales unidos por una tenue explicación que debió tomar cinco minutos en escribir.
Tratando de no ser tan negativo, diré que la locación del edificio abandonado es más o menos efectiva, proporcionando sombríos corredores, ascensores sospechosos y peligrosas escaleras. La cinematografía es blanda pero funcional... al menos no hay exceso de efectos de edición ni de inestable cámara, como se ha vuelto costumbre en muchas cintas similares. Y los personajes desagradables son por lo menos interpretados por adultos que no tratan de parecer estudiantes de preparatoria.
Supongo que Steel Trap podría funcionar para gente que rara vez vea películas de terror y que no esté tan familiarizada con los convencionalismos del cine slasher. Pero para devotos del género la película no ofrece absolutamente nada nuevo; y con el diluvio de películas directas a DVD, ni siquiera puedo recomendarla como hueco pasatiempo, pues hay muchas mejores obras que merecen nuestro apoyo y difusión. En resumen, hace falta más que una máscara para hacer la película. Calificación: 5
lunes, 24 de noviembre de 2008
Vecinos en la Mira (Lakeview Terrace)
En el pasado hemos visto algunas películas sobre las tensas relaciones que puede haber entre vecinos, y esta vez la película Vecinos en la Mira decide añadir un poco de volátil racismo a la mezcla, dándole una dimensión adicional a lo que podría haber sido un simple thriller en el que la lucha de voluntades entre dos hombres va escalando hasta niveles excesivos.
La mencionada lucha comienza cuando una pareja interracial se muda a un acomodado vecindario, donde terminan como vecinos del policía Abel Turner (Samuel L. Jackson), un individuo estricto e inflexible que tiene reglas muy definidas para garantizar la fácil convivencia en la comunidad. El problema es que los recién llegados no parecen encajar en ese rígido entorno, y lo que comienza como diplomática tensión se transforma en agresión primero pasiva... y eventualmente violenta.
No soy fan del director Neil LaBute (especialmente desde su estúpido e innecesario remake de The Wicker Man), pero aprecio su atención al desarrollo de personajes, y Vecinos en la Mira aprovecha muy bien esa aptitud, construyendo un personaje principal fuerte y definido, pero suficientemente ambiguo para mantener al espectador en suspenso sobre sus intenciones y motivación... aunque, claro, ayuda bastante que sea interpretado por Samuel L. Jackson. Pero desafortunadamente la pareja semi-antagónica resulta tan blanda y anónima que cuesta trabajo interesarse en sus problemas... en otras palabras, Jackson los devora con su arrolladora presencia, y sobra decir que este es uno de esos papeles que podría interpretar hasta dormido; pero, por el lado amable, debo admitir que cada uno de sus tipos rudos tiene algo que lo distingue de los demás, y eso es lo que lo hace un buen actor. Desde su genérico y risible villano en Jumper hasta su intenso artista en Black Snake Moan, podemos ver los detalles que Jackson añade a sus personajes, dándoles vida e identidad propia; de hecho, esa rara cualidad es aún más notoria en las abundantes malas películas que frecuentemente lo emplean, y de vez en cuando se convierte en el único punto positivo de esas cintas. No quiero decir que Vecinos en la Mira sea una de esas malas películas, aunque definitivamente no es de sus mejores proyectos.
El problema principal de la cinta es tratar de hacer un fuerte comentario social sobre la pluralidad cultural prevaleciente en muchas ciudades, y la intolerancia racial que ello provoca. Claro, las cuestiones raciales son siempre un fácil y candente tema de discusión, y muchas películas las emplean para confrontar a su audiencia y promover la discusión de temas sin fácil solución. Creo que Crash lo logró (a pesar de lo que piensan sus abundantes detractores); también la excelente Rabbit Proof Fence y desde luego la clásica To Kill a Mockingbird; pero en manos del director Neil LaBute parece ser sólo una excusa para complicar una historia excesivamente simple y disimular el hecho de que el ridículamente autoritario villano, a pesar de su racismo, paranoia, y obvia inestabilidad emocional, tiene la razón en muchos de sus comentarios. El resultado es que encontré imposible estar a favor de alguien en la película, pues terminé también sintiendo igual antipatía por los inocentes "héroes"... no por su raza o situación marital, sino porque simplemente son malos vecinos. ¿Arrojar colillas de cigarro a la propiedad de otras personas? Totalmente inaceptable ¿Realizar actividades sexuales a la vista de otros? No me ofenden personalmente, pero entiendo que a muchas personas podría parecerles inapropiado. En resumen, ninguno es inocente, y todos son culpables de algo. ¿Fue ese el punto de la cinta? Lo ignoro, pero después de casi dos horas de "estira y afloja", ya había perdido interés.
Entonces, hay indudablemente puntos interesantes en Vecinos en la Mira, incluyendo la actuación de Samuel L. Jackson, algunos intensos momentos de ambigua moralidad (como el enfrentamiento entre el policía y un criminal latino), pero también abundan las escenas ridículas y forzadas (como la fiesta con bailarinas o una conversación al lado de la piscina). En general me mantuvo entretenido (aunque algo irritado) y no me arrepiento de haberla visto, pero hubiera deseado un enfoque más sobrio sobre el tema, con personajes más inteligentes y con menos artífices de thriller (incluyendo el atrozmente operático final). En resumen, empieza bien pero se desmorona durante la segunda hora, cuando todo se sale de control... los personajes, la naturaleza... y hasta el guión mismo.
Calificación: 6.5
La mencionada lucha comienza cuando una pareja interracial se muda a un acomodado vecindario, donde terminan como vecinos del policía Abel Turner (Samuel L. Jackson), un individuo estricto e inflexible que tiene reglas muy definidas para garantizar la fácil convivencia en la comunidad. El problema es que los recién llegados no parecen encajar en ese rígido entorno, y lo que comienza como diplomática tensión se transforma en agresión primero pasiva... y eventualmente violenta.
No soy fan del director Neil LaBute (especialmente desde su estúpido e innecesario remake de The Wicker Man), pero aprecio su atención al desarrollo de personajes, y Vecinos en la Mira aprovecha muy bien esa aptitud, construyendo un personaje principal fuerte y definido, pero suficientemente ambiguo para mantener al espectador en suspenso sobre sus intenciones y motivación... aunque, claro, ayuda bastante que sea interpretado por Samuel L. Jackson. Pero desafortunadamente la pareja semi-antagónica resulta tan blanda y anónima que cuesta trabajo interesarse en sus problemas... en otras palabras, Jackson los devora con su arrolladora presencia, y sobra decir que este es uno de esos papeles que podría interpretar hasta dormido; pero, por el lado amable, debo admitir que cada uno de sus tipos rudos tiene algo que lo distingue de los demás, y eso es lo que lo hace un buen actor. Desde su genérico y risible villano en Jumper hasta su intenso artista en Black Snake Moan, podemos ver los detalles que Jackson añade a sus personajes, dándoles vida e identidad propia; de hecho, esa rara cualidad es aún más notoria en las abundantes malas películas que frecuentemente lo emplean, y de vez en cuando se convierte en el único punto positivo de esas cintas. No quiero decir que Vecinos en la Mira sea una de esas malas películas, aunque definitivamente no es de sus mejores proyectos.
El problema principal de la cinta es tratar de hacer un fuerte comentario social sobre la pluralidad cultural prevaleciente en muchas ciudades, y la intolerancia racial que ello provoca. Claro, las cuestiones raciales son siempre un fácil y candente tema de discusión, y muchas películas las emplean para confrontar a su audiencia y promover la discusión de temas sin fácil solución. Creo que Crash lo logró (a pesar de lo que piensan sus abundantes detractores); también la excelente Rabbit Proof Fence y desde luego la clásica To Kill a Mockingbird; pero en manos del director Neil LaBute parece ser sólo una excusa para complicar una historia excesivamente simple y disimular el hecho de que el ridículamente autoritario villano, a pesar de su racismo, paranoia, y obvia inestabilidad emocional, tiene la razón en muchos de sus comentarios. El resultado es que encontré imposible estar a favor de alguien en la película, pues terminé también sintiendo igual antipatía por los inocentes "héroes"... no por su raza o situación marital, sino porque simplemente son malos vecinos. ¿Arrojar colillas de cigarro a la propiedad de otras personas? Totalmente inaceptable ¿Realizar actividades sexuales a la vista de otros? No me ofenden personalmente, pero entiendo que a muchas personas podría parecerles inapropiado. En resumen, ninguno es inocente, y todos son culpables de algo. ¿Fue ese el punto de la cinta? Lo ignoro, pero después de casi dos horas de "estira y afloja", ya había perdido interés.
Entonces, hay indudablemente puntos interesantes en Vecinos en la Mira, incluyendo la actuación de Samuel L. Jackson, algunos intensos momentos de ambigua moralidad (como el enfrentamiento entre el policía y un criminal latino), pero también abundan las escenas ridículas y forzadas (como la fiesta con bailarinas o una conversación al lado de la piscina). En general me mantuvo entretenido (aunque algo irritado) y no me arrepiento de haberla visto, pero hubiera deseado un enfoque más sobrio sobre el tema, con personajes más inteligentes y con menos artífices de thriller (incluyendo el atrozmente operático final). En resumen, empieza bien pero se desmorona durante la segunda hora, cuando todo se sale de control... los personajes, la naturaleza... y hasta el guión mismo.
Calificación: 6.5
domingo, 23 de noviembre de 2008
La Duquesa (The Duchess)
Independientemente de su talento real como actriz, Keira Knightley ha juntado en su corta pero impresionante carrera una muy variada colección de personajes, y aunque se volvió famosa en cintas "de época" (como la trilogía de Pirates of the Caribbean, Pride and Prejudice, y la sobrevaluada Atonement), tampoco hay que olvidar sus interpretaciones más "modernas", desde la inestable cazadora de recompensas en Domino hasta la juvenil jugadora de soccer en Bend It Like Beckham. Yo tenía la esperanza de que La Duquesa funcionaría como un puente entre ambos estilos, ya que el personaje central (la Duquesa de Devonshire) aparece en los libros de historia (bueno, al menos en Wikipedia) como una precursora del feminismo y una de las primeras celebridades que empleó su fama con fines políticos y sociales. Desafortunadamente el libreto decidió poner más énfasis en la tormentosa vida romántica de la protagonista, dando como resultado otra cinta de época con ceñidos vestidos, ostentosas pelucas y trémulas declaraciones de amor y odio, que en muy poco se distingue de las decenas de cintas similares que cada año luchan por nominaciones al Óscar.
Sin embargo, dentro de ese especializado género, me parece que La Duquesa merece un lugar elevado, pues los detallados vestuarios, locaciones y costumbres históricas se complementan con muy sólidas actuaciones, no sólo de la protagonista, sino del talentoso elenco de apoyo en el que destaca indiscutiblemente Ralph Fiennes como el Duque de Devonshire, un hombre aparentemente cruel y frío que oculta emociones intensas y una férrea lógica que quizás lo hace desagradable, pero que probablemente era una herramienta indispensable para navegar el complejo mundillo de intrigas, rumores y poderes jerárquicos tan populares en siglo dieciocho (y en el veintiuno).
También merece mención Hayley Atwell como Bess Foster, una elegante pero sojuzgada mujer de sociedad que se convierte en la mejor amiga de la Duquesa porque comprende la función de la mujer en la aristocracia... y los sufrimientos que ello implica. En algunos aspectos Foster podría considerarse la "villana" de la historia, pero el guión y la actriz conspiran para crear una figura ambigua y creíble, cuya humanidad impulsa el drama con reacciones y actitudes totalmente comprensibles en su situación. En similares circunstancias encontramos a la legendaria Charlotte Rampling como Lady Spencer, madre de la Duquesa, quien no duda en sacrificar la futura felicidad de su hija en aras de su posición económica y, más importante, del orgullo social (creo que Jane Austen escribió varios libros sobre el mismo tema). Me alegra que Rampling esté apareciendo últimamente en cintas con mayor distribución internacional, pues si bien nunca ha dejado de trabajar en sus cuarenta años de carrera, había dedicado las últimas décadas a apariciones en cine de arte europeo que rara vez llega a los multicinemas de América.
La Duquesa es un satisfactorio relato romántico que además nos muestra un retrato superficial de la vida y tiempos de un fascinante personaje histórico. Me hubiera gustado que pusiera más énfasis en la biografía y menos en el drama (por ejemplo, explicar mejor su papel en la naciente rivalidad entre los "Whigs" y los "Tories", que aún hoy divide al Reino Unido), pero de cualquier modo resulta una entretenida experiencia que, en el mejor de los casos, puede ilustrar cómo ha cambiado (o no) la opresión femenina a lo largo de los siglos. E incluso quien no desee profundizar tanto en la trama tal vez quede satisfecho con el magnífico desfile de opulentos palacios, funciones de gala y elegantes vestidos. De cualquier modo, La Duquesa es una cinta recomendable con suficientes niveles y detalles para agradar a una amplia gama de espectadores... incluyendo los fetichistas de las pelucas.
Calificación: 8.5
Sin embargo, dentro de ese especializado género, me parece que La Duquesa merece un lugar elevado, pues los detallados vestuarios, locaciones y costumbres históricas se complementan con muy sólidas actuaciones, no sólo de la protagonista, sino del talentoso elenco de apoyo en el que destaca indiscutiblemente Ralph Fiennes como el Duque de Devonshire, un hombre aparentemente cruel y frío que oculta emociones intensas y una férrea lógica que quizás lo hace desagradable, pero que probablemente era una herramienta indispensable para navegar el complejo mundillo de intrigas, rumores y poderes jerárquicos tan populares en siglo dieciocho (y en el veintiuno).
También merece mención Hayley Atwell como Bess Foster, una elegante pero sojuzgada mujer de sociedad que se convierte en la mejor amiga de la Duquesa porque comprende la función de la mujer en la aristocracia... y los sufrimientos que ello implica. En algunos aspectos Foster podría considerarse la "villana" de la historia, pero el guión y la actriz conspiran para crear una figura ambigua y creíble, cuya humanidad impulsa el drama con reacciones y actitudes totalmente comprensibles en su situación. En similares circunstancias encontramos a la legendaria Charlotte Rampling como Lady Spencer, madre de la Duquesa, quien no duda en sacrificar la futura felicidad de su hija en aras de su posición económica y, más importante, del orgullo social (creo que Jane Austen escribió varios libros sobre el mismo tema). Me alegra que Rampling esté apareciendo últimamente en cintas con mayor distribución internacional, pues si bien nunca ha dejado de trabajar en sus cuarenta años de carrera, había dedicado las últimas décadas a apariciones en cine de arte europeo que rara vez llega a los multicinemas de América.
La Duquesa es un satisfactorio relato romántico que además nos muestra un retrato superficial de la vida y tiempos de un fascinante personaje histórico. Me hubiera gustado que pusiera más énfasis en la biografía y menos en el drama (por ejemplo, explicar mejor su papel en la naciente rivalidad entre los "Whigs" y los "Tories", que aún hoy divide al Reino Unido), pero de cualquier modo resulta una entretenida experiencia que, en el mejor de los casos, puede ilustrar cómo ha cambiado (o no) la opresión femenina a lo largo de los siglos. E incluso quien no desee profundizar tanto en la trama tal vez quede satisfecho con el magnífico desfile de opulentos palacios, funciones de gala y elegantes vestidos. De cualquier modo, La Duquesa es una cinta recomendable con suficientes niveles y detalles para agradar a una amplia gama de espectadores... incluyendo los fetichistas de las pelucas.
Calificación: 8.5
sábado, 22 de noviembre de 2008
Crepúsculo (Twilight)
Fui a ver Crepúsculo sin conocimiento alguno de las populares novelas en las que se basa la película y con expectativas bastante bajas, pues por los anuncios y comentarios que había escuchado parecía ser un simple refrito de Buffy the Vampire Slayer, pero sin su acción, humor o ingenio; en otras palabras, un trágico "romance prohibido" entre adolescentes, lleno de trémulas declaraciones de amor, pero condenado al fracaso por las inescapables diferencias entre los amantes. Sospecho que el concepto ya estaba bastante rancio cuando Shakespeare lo usó hace 400 años, pero supongo que seguirá siendo válido mientras haya hormonas adolescentes. De cualquier modo, para mi sorpresa, cuando salí del cine no estaba exactamente impresionado, pero sí satisfecho tras una experiencia interesante y entretenida, aunque no por ello perfecta. Por cierto, creo que nunca me había sentido tan fuera de lugar en una función de cine, rodeado de estridentes chicas obviamente "pre-enamoradas" de los personajes de la novela. Qué viejo me sentí...
La trama (por si la referencias previas a Buffy y Romeo y Julieta no bastaran como explicación) sigue el intenso pero casto romance entre la joven Bella (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson), miembro de un clan vampírico que rehúsa alimentarse de sangre humana. Y por si no fuera ya bastante problema asimilar el extraño mundo de su novio, Bella tendrá también que sobrevivir el ataque de otro grupo de vampiros, que no han hecho promesa alguna sobre su fuente principal de alimento...
Como dije, no he leído las novelas de la serie escritas por Stephenie Meyer, y por lo tanto no puedo evaluar la fidelidad de la adaptación cinematográfica, pero a juzgar por las exclamaciones de las adolescentes, sospecho que se preservó lo necesario para dejar contentos a los seguidores de la versión literaria. Igualmente importante es que, bajo la dirección de Catherine Hardwicke, la película encuentra un balance adecuado entre fantasía romántica y aventura juvenil con tenues atisbos de suspenso e inocuo terror, logrando ser por mérito propio una amable y entretenida experiencia que no exige conocimientos previos para disfrutarse aunque sea en su más básico nivel.
Habiendo dicho eso, quiero proponer la hipótesis de que muchos pasajes de la película funcionaron mejor en la página escrita que en su versión filmada. Como ejemplos puedo señalar la pálida piel de los vampiros, que en las primeras escenas los hace parecer como una familia de lúgubres mimos; la reacción que tienen con el sol... no me importa que contradiga el folklore vampírico establecido en cientos de películas y novelas, pero sí me parece demasiado afectada y arbitraria: "Esta es la piel de un asesino"... ¿en serio? Al menos para mi no funcionó ni el efecto ni el concepto mismo. Y ¿qué decir del partido de Quiddi- perdón, de béisbol vampírico? Otro concepto dudoso mal llevado a la pantalla con deficientes efectos de "wirework" y un tono ambiguo que debe haber sido más divertido en el libro.
En fin, sigo pensando que Buffy the Vampire Slayer trató el mismo tema con más inteligencia e ingenio (y menos sentimentalismo), pero aún así me gustó Crepúsculo, y la puedo recomendar con confianza, pues incluso quienes no hayan leído las novelas encontrarán una sólida historia, un elenco perfectamente bien seleccionado (me dio gusto ver a Peter Facinelli en un papel benevolente) y una directora que confía lo suficiente en el material para meterse de lleno en los más empalagosos pasajes, al mismo tiempo que no teme enfrentar los momentos violentos o emocionalmente duros. Y, claro, sobra decir que los fans seguramente quedarán felices y garantizarán la existencia de futuras secuelas. Creo que me abstendré de leer los libros, pero no me molestaría ver las siguientes películas. Sólo desearía que hubiera un poco más de terror y menos lánguidas miradas entre los trágicos amantes. Y que los vampiros tuvieran colmillos en vez de ropa de diseñador.
Calificación: 8.5
La trama (por si la referencias previas a Buffy y Romeo y Julieta no bastaran como explicación) sigue el intenso pero casto romance entre la joven Bella (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson), miembro de un clan vampírico que rehúsa alimentarse de sangre humana. Y por si no fuera ya bastante problema asimilar el extraño mundo de su novio, Bella tendrá también que sobrevivir el ataque de otro grupo de vampiros, que no han hecho promesa alguna sobre su fuente principal de alimento...
Como dije, no he leído las novelas de la serie escritas por Stephenie Meyer, y por lo tanto no puedo evaluar la fidelidad de la adaptación cinematográfica, pero a juzgar por las exclamaciones de las adolescentes, sospecho que se preservó lo necesario para dejar contentos a los seguidores de la versión literaria. Igualmente importante es que, bajo la dirección de Catherine Hardwicke, la película encuentra un balance adecuado entre fantasía romántica y aventura juvenil con tenues atisbos de suspenso e inocuo terror, logrando ser por mérito propio una amable y entretenida experiencia que no exige conocimientos previos para disfrutarse aunque sea en su más básico nivel.
Habiendo dicho eso, quiero proponer la hipótesis de que muchos pasajes de la película funcionaron mejor en la página escrita que en su versión filmada. Como ejemplos puedo señalar la pálida piel de los vampiros, que en las primeras escenas los hace parecer como una familia de lúgubres mimos; la reacción que tienen con el sol... no me importa que contradiga el folklore vampírico establecido en cientos de películas y novelas, pero sí me parece demasiado afectada y arbitraria: "Esta es la piel de un asesino"... ¿en serio? Al menos para mi no funcionó ni el efecto ni el concepto mismo. Y ¿qué decir del partido de Quiddi- perdón, de béisbol vampírico? Otro concepto dudoso mal llevado a la pantalla con deficientes efectos de "wirework" y un tono ambiguo que debe haber sido más divertido en el libro.
En fin, sigo pensando que Buffy the Vampire Slayer trató el mismo tema con más inteligencia e ingenio (y menos sentimentalismo), pero aún así me gustó Crepúsculo, y la puedo recomendar con confianza, pues incluso quienes no hayan leído las novelas encontrarán una sólida historia, un elenco perfectamente bien seleccionado (me dio gusto ver a Peter Facinelli en un papel benevolente) y una directora que confía lo suficiente en el material para meterse de lleno en los más empalagosos pasajes, al mismo tiempo que no teme enfrentar los momentos violentos o emocionalmente duros. Y, claro, sobra decir que los fans seguramente quedarán felices y garantizarán la existencia de futuras secuelas. Creo que me abstendré de leer los libros, pero no me molestaría ver las siguientes películas. Sólo desearía que hubiera un poco más de terror y menos lánguidas miradas entre los trágicos amantes. Y que los vampiros tuvieran colmillos en vez de ropa de diseñador.
Calificación: 8.5
jueves, 20 de noviembre de 2008
Smart People
A pesar de su famoso elenco, la película Smart People no recibió mucho apoyo del distribuidor Miramax, y luego de un corto paseo por festivales de cine fue lanzada a DVD sin gran fanfarria o publicidad. Usualmente eso sería muy mala señal, pero creo que el problema no es realmente su calidad, sino el extraño tono de la historia y sus letárgicos personajes, que impiden la fácil clasificación de esta obra.
En pocas palabras, Smart People es otra de tantas películas acerca de las vicisitudes (reales o imaginarias) de un hombre maduro, incapaz de disfrutar su estable vida quizás por sentir el peso de los años y la extinción de sus sueños juveniles. ¿Logrará rescatarlo el amor?
Esta vez el hombre en cuestión es un profesor universitario (Dennis Quaid), competente pero arrogante, cuya rutinaria existencia cambia cuando una caída lo deja incapacitado para conducir por varios meses. Entonces, para ayudarlo a transportarse, se mete en su vida su hermano adoptivo (Thomas Haden Church), un hombre ordinario y comparativamente ignorante pero con mucho más sentido común que el resto de la familia, que incluye a una hija adolescente con obsesivas ideas políticas (Ellen Page) y un hijo universitario con gusto por la poesía (Ashton Holmes). Y por si no fuera suficiente, también empieza a vislumbrarse un poco de romance en la vida del profesor, cuando su doctora (Sarah Jessica Parker) empieza a insinuar la atracción que existe entre ambos.
Suena como una perfecta receta de melodrama romántico, capaz de generar igualmente lágrimas y risas mientras nos enseña algunas verdades sobre la naturaleza humana. Algo así como Little Miss Sunshine o Juno, pero con énfasis en el público masculino maduro. No obstante, por diseño o por azar, la película resulta demasiado pretenciosa y solemne para alcanzar esa satisfactoria mezcla de drama y humor. No es un error fatal pero, como dije, la hace más difícil de clasificar y, por lo tanto, vender.
El mejor elemento de la cinta es Thomas Haden Church, repitiendo el papel que usualmente interpreta: un hombre tosco pero afable, con más entendimiento de la humanidad que los pretenciosos "intelectuales" que lo rodean. Y aunque no sea muy original en su desempeño o diálogos, Church tiene genuino talento para ese tipo de roles, y funciona como el eje emocional de la película, representando un respiro de los pesados y auto-destructivos personajes que emplea la trama.
Por su parte, Dennis Quaid entrega una actuación sólida y creíble, aunque no muy profunda o emotiva. Supongo que la frialdad que exuda es necesaria para transmitir el estado anímico de su personaje, pero en ocasiones parece que simplemente no le interesa mucho su papel. Finalmente, la joven Ellen Page sigue tratando de escapar la sombra de Juno, y aunque su personaje es totalmente distinto, el estilo de la joven actriz le da una similar actitud y tono; me gusta el trabajo de Page en casi todas sus películas, y es obvio que puede interpretar muy bien ciertos papeles, pero quizás carece de rango para extender su interpretación a personalidades distintas a los que le hemos visto hasta el momento.
Creo que ha habido mejores películas sobre hombres atravesando su crisis de la edad madura (la mejor es probablemente American Beauty, pero también merecen mención Sideways, Wonder Boys y Iron Man -¡ja!-), pero a pesar de avanzar con excesiva lentitud y dar demasiadas vueltas antes de llegar al obvio final, Smart People tiene suficientes momentos interesantes y comentarios sarcásticos para merecer una tenue recomendación. No es muy graciosa ni sincera, pero el perfecto elenco ayuda bastante a hacer más digerible el pesado libreto. Y, en el mejor de los casos, podría servir como una irónica advertencia para quienes nos acercamos a esa peligrosa edad.
Calificación: 7
En pocas palabras, Smart People es otra de tantas películas acerca de las vicisitudes (reales o imaginarias) de un hombre maduro, incapaz de disfrutar su estable vida quizás por sentir el peso de los años y la extinción de sus sueños juveniles. ¿Logrará rescatarlo el amor?
Esta vez el hombre en cuestión es un profesor universitario (Dennis Quaid), competente pero arrogante, cuya rutinaria existencia cambia cuando una caída lo deja incapacitado para conducir por varios meses. Entonces, para ayudarlo a transportarse, se mete en su vida su hermano adoptivo (Thomas Haden Church), un hombre ordinario y comparativamente ignorante pero con mucho más sentido común que el resto de la familia, que incluye a una hija adolescente con obsesivas ideas políticas (Ellen Page) y un hijo universitario con gusto por la poesía (Ashton Holmes). Y por si no fuera suficiente, también empieza a vislumbrarse un poco de romance en la vida del profesor, cuando su doctora (Sarah Jessica Parker) empieza a insinuar la atracción que existe entre ambos.
Suena como una perfecta receta de melodrama romántico, capaz de generar igualmente lágrimas y risas mientras nos enseña algunas verdades sobre la naturaleza humana. Algo así como Little Miss Sunshine o Juno, pero con énfasis en el público masculino maduro. No obstante, por diseño o por azar, la película resulta demasiado pretenciosa y solemne para alcanzar esa satisfactoria mezcla de drama y humor. No es un error fatal pero, como dije, la hace más difícil de clasificar y, por lo tanto, vender.
El mejor elemento de la cinta es Thomas Haden Church, repitiendo el papel que usualmente interpreta: un hombre tosco pero afable, con más entendimiento de la humanidad que los pretenciosos "intelectuales" que lo rodean. Y aunque no sea muy original en su desempeño o diálogos, Church tiene genuino talento para ese tipo de roles, y funciona como el eje emocional de la película, representando un respiro de los pesados y auto-destructivos personajes que emplea la trama.
Por su parte, Dennis Quaid entrega una actuación sólida y creíble, aunque no muy profunda o emotiva. Supongo que la frialdad que exuda es necesaria para transmitir el estado anímico de su personaje, pero en ocasiones parece que simplemente no le interesa mucho su papel. Finalmente, la joven Ellen Page sigue tratando de escapar la sombra de Juno, y aunque su personaje es totalmente distinto, el estilo de la joven actriz le da una similar actitud y tono; me gusta el trabajo de Page en casi todas sus películas, y es obvio que puede interpretar muy bien ciertos papeles, pero quizás carece de rango para extender su interpretación a personalidades distintas a los que le hemos visto hasta el momento.
Creo que ha habido mejores películas sobre hombres atravesando su crisis de la edad madura (la mejor es probablemente American Beauty, pero también merecen mención Sideways, Wonder Boys y Iron Man -¡ja!-), pero a pesar de avanzar con excesiva lentitud y dar demasiadas vueltas antes de llegar al obvio final, Smart People tiene suficientes momentos interesantes y comentarios sarcásticos para merecer una tenue recomendación. No es muy graciosa ni sincera, pero el perfecto elenco ayuda bastante a hacer más digerible el pesado libreto. Y, en el mejor de los casos, podría servir como una irónica advertencia para quienes nos acercamos a esa peligrosa edad.
Calificación: 7
miércoles, 19 de noviembre de 2008
The Hive
Es bien sabido que los avances en tecnología digital han permitido el florecimiento del cine independiente de terror y ciencia ficción, que en décadas pasadas no hubiera aspirado ni a una fracción de los efectos especiales que hoy disfruta. Pero el lado malo de este fenómeno (algunos dirían que no hay lado bueno) es que, al igual que ha ocurrido con el costoso cine hollywoodense, muchas veces los efectos dejan de ser una herramienta y se convierten en un fin por sí mismos. Entonces resulta interesante (al menos para un nerd como yo), observar la evolución paralela de efectos especiales y películas de terror de bajo presupuesto, y examinar la relación entre sus libretos y las herramientas informáticas que se ponen al alcance de estos humildes cineastas.
Unos diez años después de la genial innovación de Jurassic Park se volvió factible la creación casera de criaturas reptiloides, lo cual impulsó muchas películas "B" como Boa Vs. Phyton, Basilisk: The Serpent King, Loch Ness Terror ... en resumen, cualquier monstruo sin pelo (un problema que aún tomaría años para resolverse parcialmente). Después se hicieron accesibles las simulaciones de fluidos para crear líquidos y nubes, lo cual nos dio cintas como Baal: The Storm God y NYC: Tornado Terror; al mismo tiempo se facilitó la creación de fuego digital (Fire Serpent), lava (Magma: Volcanic Disaster) y colisiones (Deadly Skies). Y ahora, el avance en control de partículas que vimos empleado en Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull llega al horror de bajo presupuesto en la forma de The Hive, otra película sobre insectos atacando a la humanidad, lo cual no es nada original por sí mismo... pero al menos resulta ser una muy entretenida película con interesantes ideas y un hábil elenco que no toma muy en serio la historia, pero sí su desempeño.
La trama, para no variar, comienza con ataques de un inmenso hervidero de hormigas sobre la selva brasileña; y para auxiliar en la crisis, la misteriosa empresa "Thorax" envía un grupo de exterminadores con alta tecnología para combatir la invasión. Pero lo que encuentran no son típicas hormigas movidas por instinto, sino por extrañas manifestaciones de inteligencia que los especialistas se rehúsan a aceptar... hasta que los increíblemente organizados insectos empiezan a tomar rehenes y a comunicarse matemáticamente con la humanidad. Pero lo mejor es que detrás de ese comportamiento hay un misterio aún más increíble, que probablemente no sea de origen terrestre...
Aunque la película no sea particularmente buena desde el punto de vista convencional, debo aplaudir su valor para combinar ideas y presentar conceptos tan ridículamente exagerados que se vuelven hipnóticos y, sin importar la calidad de las actuaciones, el realismo de los efectos o la coherencia del argumento, me obligaron a verla hasta el final, pues no quería perderme lo demás que se les ocurrió a los cineastas para divertirnos.
Además de esa audacia narrativa, la película es generalmente mediocre, y sigue los estándares de producción, elenco y distribución a los que nos tienen acostumbrados empresas como Dimension Extreme, Genius y RHI Entertainment: filmada en algún "paraíso fiscal" (esta vez Tailandia) por un director primerizo sin ínfulas de gran artista, un par de actores medianamente conocidos (en este caso Tom Wopat -de The Dukes of Hazzard- y Elizabeth Healey -de la serie británica The Fugitives-), una guapa chica eternamente vestida con un escotado "top" (Jessica Reavis), efectos especiales marginalmente apropiados para una serie de televisión, pero muy distantes a su versión cinematográfica; y un estreno directo a DVD, quizás pasando antes por la obligada función sabatina en el SciFi Channel. Muchas personas detestan (o ignoran) este tipo de películas, pero debo admitir que yo las devoro con entusiasmo debido a que, por azar o enfermedad, me complacen excesivamente sus marginales logros y tiendo a ignorar sus enormes fallas.
Entonces, con esa clara advertencia recomiendo The Hive para quien comparta mi complaciente actitud. No será una joya de la cinematografía, pero logró llenar con humor, incredulidad y una pizca de ingenio la hora y media que gustosamente cedí en un aburrido fin de semana. Además, en el peor de los casos, es imposible no sentir afecto por la película que nos regala la asombrosa frase "¡No negociamos con hormigas!".
Calificación: 6.5
Unos diez años después de la genial innovación de Jurassic Park se volvió factible la creación casera de criaturas reptiloides, lo cual impulsó muchas películas "B" como Boa Vs. Phyton, Basilisk: The Serpent King, Loch Ness Terror ... en resumen, cualquier monstruo sin pelo (un problema que aún tomaría años para resolverse parcialmente). Después se hicieron accesibles las simulaciones de fluidos para crear líquidos y nubes, lo cual nos dio cintas como Baal: The Storm God y NYC: Tornado Terror; al mismo tiempo se facilitó la creación de fuego digital (Fire Serpent), lava (Magma: Volcanic Disaster) y colisiones (Deadly Skies). Y ahora, el avance en control de partículas que vimos empleado en Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull llega al horror de bajo presupuesto en la forma de The Hive, otra película sobre insectos atacando a la humanidad, lo cual no es nada original por sí mismo... pero al menos resulta ser una muy entretenida película con interesantes ideas y un hábil elenco que no toma muy en serio la historia, pero sí su desempeño.
La trama, para no variar, comienza con ataques de un inmenso hervidero de hormigas sobre la selva brasileña; y para auxiliar en la crisis, la misteriosa empresa "Thorax" envía un grupo de exterminadores con alta tecnología para combatir la invasión. Pero lo que encuentran no son típicas hormigas movidas por instinto, sino por extrañas manifestaciones de inteligencia que los especialistas se rehúsan a aceptar... hasta que los increíblemente organizados insectos empiezan a tomar rehenes y a comunicarse matemáticamente con la humanidad. Pero lo mejor es que detrás de ese comportamiento hay un misterio aún más increíble, que probablemente no sea de origen terrestre...
Aunque la película no sea particularmente buena desde el punto de vista convencional, debo aplaudir su valor para combinar ideas y presentar conceptos tan ridículamente exagerados que se vuelven hipnóticos y, sin importar la calidad de las actuaciones, el realismo de los efectos o la coherencia del argumento, me obligaron a verla hasta el final, pues no quería perderme lo demás que se les ocurrió a los cineastas para divertirnos.
Además de esa audacia narrativa, la película es generalmente mediocre, y sigue los estándares de producción, elenco y distribución a los que nos tienen acostumbrados empresas como Dimension Extreme, Genius y RHI Entertainment: filmada en algún "paraíso fiscal" (esta vez Tailandia) por un director primerizo sin ínfulas de gran artista, un par de actores medianamente conocidos (en este caso Tom Wopat -de The Dukes of Hazzard- y Elizabeth Healey -de la serie británica The Fugitives-), una guapa chica eternamente vestida con un escotado "top" (Jessica Reavis), efectos especiales marginalmente apropiados para una serie de televisión, pero muy distantes a su versión cinematográfica; y un estreno directo a DVD, quizás pasando antes por la obligada función sabatina en el SciFi Channel. Muchas personas detestan (o ignoran) este tipo de películas, pero debo admitir que yo las devoro con entusiasmo debido a que, por azar o enfermedad, me complacen excesivamente sus marginales logros y tiendo a ignorar sus enormes fallas.
Entonces, con esa clara advertencia recomiendo The Hive para quien comparta mi complaciente actitud. No será una joya de la cinematografía, pero logró llenar con humor, incredulidad y una pizca de ingenio la hora y media que gustosamente cedí en un aburrido fin de semana. Además, en el peor de los casos, es imposible no sentir afecto por la película que nos regala la asombrosa frase "¡No negociamos con hormigas!".
Calificación: 6.5
martes, 18 de noviembre de 2008
Return to Sleepaway Camp
Por haber pasado mi adolescencia durante la década de los ochentas me veo irremediablemente afectado por esa desagradable enfermedad cuyos síntomas incluyen una inexplicable nostalgia y desmedida afección por las cintas de terror de aquella época (pudo ser peor... afortunadamente no guardo el mismo sentimiento por la música pop de esa década). Como quiera que sea, ese fenómeno me ha enseñado a ser más cauto en mi apreciación por el cine de los ochentas y, aunque no siempre lo consigo, trato de mantener un balance apropiado entre los recuerdos embellecidos por el tiempo y la visión semi-objetiva de esas películas que tanto disfruté entonces, pero que probablemente me parecerían basura si las viera hoy exentas de nostalgia.
Lo cual nos lleva a la original Sleepaway Camp.
Entre las decenas de imitadoras de la fórmula popularizada por Friday the 13th hay unas cuantas que lograron destacar por sí mismas, no necesariamente por su originalidad, sino por algún factor adicional... un "extra" que las hizo memorables o al menos diferentes del montón. Por ejemplo, The Burning añadió buenas dosis de suspenso y brutal violencia; April's Fools Day combinó terror y humor... y Sleepaway Camp sorprendió a todos con un inesperado final que en su momento resultó subversivo y casi escandaloso. Y aunque tuvo varias secuelas, ninguna logró repetir su éxito (aunque la segunda, subtitulada Unhappy Campers, se sostiene como una sólida cinta dentro de su limitado nicho).
Por eso resulta ahora sorpresivo ver Return to Sleepaway Camp, una tardía secuela (casi diez años después de Sleepaway Camp III: Teenage Wasteland) con sólo uno o dos elementos en común con la original... pero que triunfa al recapturar la sincera energía, burda construcción e irredenta vulgaridad de aquel infame estilo ochentero.
Muchas películas de terror modernas pretenden emular ese estilo, y algunas lo logran hasta cierto punto (entre las que más me han gustado están Cabin Fever, Hatchet, Dance of the Dead y Wrong Turn). Sin embargo, viendo la rústica manufactura de Return to Sleepaway Camp, me doy cuenta de que lo único que se había logrado hasta ahora era una interpretación moderna del estilo ochentero, filtrado a través de los estándares contemporáneos y la estética visual que empapa todo el entretenimiento popular. Por el contrario, Return to Sleepaway Camp parece realmente filmada hace veinte años, con actores que nunca han pisado Hollywood y por un director que no ha visto ni una cinta de terror moderna, ni un re-make de cine japonés, y mucho menos programas de televisión como Gossip Girl, Supernatural o One Tree Hill. Cada espectador deberá decidir si eso es una refrescante cualidad o un imperdonable defecto.
La típica historia se ubica (obviamente) en un campamento de verano, donde algunos jóvenes y adultos empiezan a morir de maneras extrañas y violentas después de tratar mal a un adolescente con problemas emocionales. Como de costumbre, la pila de cadáveres sigue en aumento hasta que la revelación del asesino aclara el misterio (o tal vez sólo lo complica más). Lejos de buscar imitar el famoso final de Sleepaway Camp, Return to Sleepaway Camp se conforma con una arbitraria revelación que no tiene mucho sentido, pero que al menos conecta ingeniosamente con la original.
Sin embargo, no será algún atributo narrativo o técnico lo que haga atractiva esta película... sino la ineludible impresión de que estamos viendo (en VHS) una olvidada película de los ochentas, libre de artificio, pretensión y de los prejuicios que la cultura ha adquirido en las dos últimas décadas. Entonces, con la visión más objetiva que puedo tener, debo decir que Return to Sleepaway Camp es un bodrio mal hecho y repleto de clichés que sólo asusta por sus bajos valores de producción. Pero, a través de los rojos lentes de la nostalgia me pareció una memorable experiencia que trajo gratos recuerdos y una placentera incertidumbre sobre la intención de la película... ¿Fue la genialidad del director Robert Hiltzik (también reponsable por la cinta original) lo que logró esta proeza?... ¿O fue su consistente carencia de talento y visión creativa? Honestamente no quiero saberlo... de un modo u otro funcionó para hacerme pasar un rato muy entretenido, y por eso se lo agradezco.
Calificación: 7
Lo cual nos lleva a la original Sleepaway Camp.
Entre las decenas de imitadoras de la fórmula popularizada por Friday the 13th hay unas cuantas que lograron destacar por sí mismas, no necesariamente por su originalidad, sino por algún factor adicional... un "extra" que las hizo memorables o al menos diferentes del montón. Por ejemplo, The Burning añadió buenas dosis de suspenso y brutal violencia; April's Fools Day combinó terror y humor... y Sleepaway Camp sorprendió a todos con un inesperado final que en su momento resultó subversivo y casi escandaloso. Y aunque tuvo varias secuelas, ninguna logró repetir su éxito (aunque la segunda, subtitulada Unhappy Campers, se sostiene como una sólida cinta dentro de su limitado nicho).
Por eso resulta ahora sorpresivo ver Return to Sleepaway Camp, una tardía secuela (casi diez años después de Sleepaway Camp III: Teenage Wasteland) con sólo uno o dos elementos en común con la original... pero que triunfa al recapturar la sincera energía, burda construcción e irredenta vulgaridad de aquel infame estilo ochentero.
Muchas películas de terror modernas pretenden emular ese estilo, y algunas lo logran hasta cierto punto (entre las que más me han gustado están Cabin Fever, Hatchet, Dance of the Dead y Wrong Turn). Sin embargo, viendo la rústica manufactura de Return to Sleepaway Camp, me doy cuenta de que lo único que se había logrado hasta ahora era una interpretación moderna del estilo ochentero, filtrado a través de los estándares contemporáneos y la estética visual que empapa todo el entretenimiento popular. Por el contrario, Return to Sleepaway Camp parece realmente filmada hace veinte años, con actores que nunca han pisado Hollywood y por un director que no ha visto ni una cinta de terror moderna, ni un re-make de cine japonés, y mucho menos programas de televisión como Gossip Girl, Supernatural o One Tree Hill. Cada espectador deberá decidir si eso es una refrescante cualidad o un imperdonable defecto.
La típica historia se ubica (obviamente) en un campamento de verano, donde algunos jóvenes y adultos empiezan a morir de maneras extrañas y violentas después de tratar mal a un adolescente con problemas emocionales. Como de costumbre, la pila de cadáveres sigue en aumento hasta que la revelación del asesino aclara el misterio (o tal vez sólo lo complica más). Lejos de buscar imitar el famoso final de Sleepaway Camp, Return to Sleepaway Camp se conforma con una arbitraria revelación que no tiene mucho sentido, pero que al menos conecta ingeniosamente con la original.
Sin embargo, no será algún atributo narrativo o técnico lo que haga atractiva esta película... sino la ineludible impresión de que estamos viendo (en VHS) una olvidada película de los ochentas, libre de artificio, pretensión y de los prejuicios que la cultura ha adquirido en las dos últimas décadas. Entonces, con la visión más objetiva que puedo tener, debo decir que Return to Sleepaway Camp es un bodrio mal hecho y repleto de clichés que sólo asusta por sus bajos valores de producción. Pero, a través de los rojos lentes de la nostalgia me pareció una memorable experiencia que trajo gratos recuerdos y una placentera incertidumbre sobre la intención de la película... ¿Fue la genialidad del director Robert Hiltzik (también reponsable por la cinta original) lo que logró esta proeza?... ¿O fue su consistente carencia de talento y visión creativa? Honestamente no quiero saberlo... de un modo u otro funcionó para hacerme pasar un rato muy entretenido, y por eso se lo agradezco.
Calificación: 7
domingo, 16 de noviembre de 2008
Joy Ride: Dead Ahead
También conocida como Joy Ride 2, se trata de otra secuela directa a DVD que trata de explotar el marginal éxito de su (mediocre) predecesora. Esta común práctica (quizás establecida por Disney) puede parecer mercenaria y deshonesta, pero soy el primero en aceptar que muchas de estas baratas continuaciones han resultado inesperadamente entretenidas y satisfactorias... aunque ese fenómeno podría obedecer tan sólo a las bajas expectativas con las que uno enfrenta, por ejemplo, la cuarta parte de Species o la tercera de Starship Troopers. Lamentablemente Joy Ride: Dead Ahead no alcanza ese mínimo estándar debido a su lerdo guión y a sus desagradables personajes. Peor aún, pierde la oportunidad de ser al menos lo suficientemente grotesca o violenta para satisfacer a los complacientes fanáticos del "gore" que vemos esas instancias de derrame visceral como el único aspecto rescatable en muchas otras cintas de igual o menor calidad, pero con mejores ideas de lo que buscan los fans.
Joy Ride: Dead Ahead sigue de nuevo los crueles crímenes de Rusty Nails (Mark Gibbon), el violento e inestable camionero que aterrorizó a los personajes de la primera cinta después de una inocente (aunque irritante) broma radial. Esta vez la ofensa contra el camionero es más severa: dos parejas de jóvenes se dirigen a Las Vegas para unas vacaciones de juego y diversión, pero su automóvil se descompone y se ven forzados a caminar por el desierto, hasta que encuentran una casa aparentemente abandonada, donde encuentran un vehículo apropiado para continuar su viaje, y deciden tomarlo prestado, dejando su número telefónico para explicar al dueño la situación que los orilló a tomar esa dudosa decisión. Por supuesto, la casa y el coche resultan ser propiedad de Rusty, y así comienza otra venganza por parte del cruel camionero, que comienza por secuestrar a uno de los jóvenes, para obligar a los demás a realizar ciertos perturbadores "trabajos"... y evitar que acudan a la policía.
Desde los primeros minutos se vuelve evidente que el director Louis Morneau (cuya filmografía incluye bodrios intolerables como Bats y Carnosaur 2) hace su mejor esfuerzo por convertir al casi invisible Rusty en una figura temible y amenazadora, pero ya sea por falta de presupuesto o de valor, no logra darle vida al personaje... simplemente se trata de un genérico maniático cuyo único motivo para matar es que así lo dicta el guión. Por otro lado tenemos a los supuestos "héroes": un cuarteto de jóvenes estridentes e irritantes cuya odiosa actitud sólo logra que el espectador desee que sus respectivas muertes se aceleren lo más posible, para terminar de una vez con la película. Quizás la excepción sea Niki Aycox, pero no porque sea una particularmente buena actriz, sino porque es la única con un atisbo de sentido común y raciocinio.
La original Joy Ride (escrita por el ahora mega-exitoso J.J. Abrams) no era mucho mejor, pero al menos tenía escenas de acción bien coreografiadas, algunos actores competentes (como Steve Zahn y Leelee Sobieski) y un ingenioso final que en cierto modo compensaba muchas de sus fallas. Joy Ride: Dead Ahead intenta duplicar la fórmula añadiendo algunos elementos de tortura y hueca psicología, pero el resultado es repetitivo y cansado. Sin embargo, no es razón suficiente para abandonar las secuelas directas a DVD, pues si bien ésta falló estrepitosamente, siempre queda la esperanza de que el futuro nos depare obras imperfectas pero totalmente disfrutables, como Wrong Turn 2: Dead End, Return to the House on Haunted Hill y las mencionadas Species: The Awakening y Starship Troopers 3: Marauder. Pero les aseguro que no seré tan optimista la próxima vez.
Calificación: 5
Joy Ride: Dead Ahead sigue de nuevo los crueles crímenes de Rusty Nails (Mark Gibbon), el violento e inestable camionero que aterrorizó a los personajes de la primera cinta después de una inocente (aunque irritante) broma radial. Esta vez la ofensa contra el camionero es más severa: dos parejas de jóvenes se dirigen a Las Vegas para unas vacaciones de juego y diversión, pero su automóvil se descompone y se ven forzados a caminar por el desierto, hasta que encuentran una casa aparentemente abandonada, donde encuentran un vehículo apropiado para continuar su viaje, y deciden tomarlo prestado, dejando su número telefónico para explicar al dueño la situación que los orilló a tomar esa dudosa decisión. Por supuesto, la casa y el coche resultan ser propiedad de Rusty, y así comienza otra venganza por parte del cruel camionero, que comienza por secuestrar a uno de los jóvenes, para obligar a los demás a realizar ciertos perturbadores "trabajos"... y evitar que acudan a la policía.
Desde los primeros minutos se vuelve evidente que el director Louis Morneau (cuya filmografía incluye bodrios intolerables como Bats y Carnosaur 2) hace su mejor esfuerzo por convertir al casi invisible Rusty en una figura temible y amenazadora, pero ya sea por falta de presupuesto o de valor, no logra darle vida al personaje... simplemente se trata de un genérico maniático cuyo único motivo para matar es que así lo dicta el guión. Por otro lado tenemos a los supuestos "héroes": un cuarteto de jóvenes estridentes e irritantes cuya odiosa actitud sólo logra que el espectador desee que sus respectivas muertes se aceleren lo más posible, para terminar de una vez con la película. Quizás la excepción sea Niki Aycox, pero no porque sea una particularmente buena actriz, sino porque es la única con un atisbo de sentido común y raciocinio.
La original Joy Ride (escrita por el ahora mega-exitoso J.J. Abrams) no era mucho mejor, pero al menos tenía escenas de acción bien coreografiadas, algunos actores competentes (como Steve Zahn y Leelee Sobieski) y un ingenioso final que en cierto modo compensaba muchas de sus fallas. Joy Ride: Dead Ahead intenta duplicar la fórmula añadiendo algunos elementos de tortura y hueca psicología, pero el resultado es repetitivo y cansado. Sin embargo, no es razón suficiente para abandonar las secuelas directas a DVD, pues si bien ésta falló estrepitosamente, siempre queda la esperanza de que el futuro nos depare obras imperfectas pero totalmente disfrutables, como Wrong Turn 2: Dead End, Return to the House on Haunted Hill y las mencionadas Species: The Awakening y Starship Troopers 3: Marauder. Pero les aseguro que no seré tan optimista la próxima vez.
Calificación: 5
viernes, 14 de noviembre de 2008
007 Quantum (Quantum of Solace)
En más de una ocasión he mencionado que las películas de James Bond llevan años (décadas) decepcionándome, específicamente desde que perdieron todo contacto con su origen en el género de espionaje "serio" y se transformaron en frívolas comedias de acción donde la trama era, en el mejor de los casos, una excusa para mostrar al protagonista realizando hazañas imposibles, seduciendo mujeres exóticas y combinando ambos aspectos con la elegante sofisticación de un caballero inglés. Para bien o para mal, Casino Royale trató de replantear el concepto y ubicar al personaje en un entorno más realista y moderno, en el que la acción no fuera graciosa y espectacular, sino cruda y violenta, y donde los antiguos hiper-villanos con guaridas en islas tropicales fueron reemplazados por más "normales" líderes económicos, terroristas y mercenarios.
Supongo que el cambio fue positivo, pero no estoy totalmente convencido.
Dejemos claro desde ahora el principal y más obvio problema de Quantum of Solace: es una copia de la franquicia Bourne, la cual básicamente comprendió hace media década los constantes errores de la franquicia Bond, y se dió a la tarea de corregirlos usando una visión más moderna y dinámica, ubicando al protagonista en un mundo más realista y enfrentándolo contra adversarios quizás simples, pero creíbles. Sin embargo, el lado negativo de la serie Bourne es que en más de una ocasión su excesivo "realismo" se traduce en aburrimiento, pues el héroe termina siendo un autómata sin emociones ni motivación más allá de la misión inmediata.
Lo cual nos lleva a la nueva cinta de James Bond, en la que podemos ver los atributos de la serie Bourne... y también sus consecuentes fallas. Quantum of Solace pretende mostrarnos a un Bond más humano y emocional, pero absolutamente implacable y profesional. Desafortunadamente la impresión general que me dejó la película fue la de un desfile de frenéticas escenas de acción, muy bien coreografiadas pero intercambiables, y un argumento hueco, sin impulso ni urgencia. Parece que el propósito de la película no fue contar una historia, sino servir de excusa para ofrecernos una escena de acción cada diez minutos. Como dicen, entre más cambian las cosas, más se quedan igual.
El principio es prometedor; no sólo busca Bond venganza por la muerte de una persona cercana a él, sino que descubre que los más altos niveles del servicio de inteligencia británico han sido infiltrados por espías de una misteriosa organización con nebulosos (pero sin duda siniestros) propósitos. Entonces, combinando su cruzada de venganza con la investigación sobre los agentes enemigos, Bond sigue pistas que lo conducen a un poderoso empresario cuya campaña ecológica oculta un peligroso propósito. Y, para no variar, Bond recluta la ayuda de una misteriosa -y muy hábil- mujer que también tiene una cuenta pendiente por saldar...
Parece increíble, pero las escenas que más me gustaron de Quantum of Solace fueron las que incluyen a Judi Dench en el papel de M, cuya férrea presencia y sólida actuación contribuyen en gran medida a la credibilidad de la película. Y cuando los gélidos comentarios de una mujer madura representan los mejores momentos de una cinta llena de explosiones, brutales peleas y persecuciones... quiere decir que algo anda mal con el guión (o conmigo). Sin embargo, no me sorprende... después de todo el director fue Marc Forster, cuya filmografía incluye películas en las que el énfasis descansa precisamente en esos momentos de drama y riqueza de personajes, y no en los "adornos" de la narrativa. Películas como Monster's Ball, Finding Neverland y en especial la devastadora The Kite Runner dejan claro que Forster tiene abundante talento para encontrar la humanidad en sus personajes sin necesidad de "parkour" o explosiones.
Entonces, así como Live Free or Die Hard desechó la esencia de John McClane y lo convirtió en un genérico super-héroe de acción, ahora Quantum of Solace procede a exterminar la personalidad del tradicional James Bond en aras de hacerlo más actual y verosímil. El problema, en mi humilde opinión, es que la falla principal de las anteriores películas no era la falta de realismo (aunque ciertamente era un factor importante... ¿automóviles invisibles? ¿en serio?), sino la irracionalidad de sus guiones. Y ahora Quantum of Solace no resuelve el problema... simplemente lo salta, esperando que la pirueta resultante nos distraiga lo suficiente para ignorar que su incoherente argumento de videojuego no tiene el menor peso dramático ni lograría mantener el interés si se extirparan las mencionadas peleas, balaceras y acrobacias.
En fin, en el más simple nivel visceral, Quantum of Solace me mantuvo bastante entretenido, aunque no tengo interés en volverla a ver (así como no me interesa ver de nuevo la trilogía de Bourne). Daniel Craig es un buen actor, y está rodeado de un estupendo elenco, pero las auténticas estrellas son los dobles y los coreógrafos de "stunts" por mantenernos despiertos durante la piadosamente corta duración de la película. Entiendo por qué Quantum of Solace sea exactamente la película de James Bond que muchos de sus fans deseaban, y me alegro por ellos; pero para mí resultó ser una película del montón, en un género que ha caído en la mediocridad debido a las bajas expectativas que evoca. Mala interpretación de James Bond, pero buena acción... que cada espectador defina lo que sea más importante.
Calificación: 7
Supongo que el cambio fue positivo, pero no estoy totalmente convencido.
Dejemos claro desde ahora el principal y más obvio problema de Quantum of Solace: es una copia de la franquicia Bourne, la cual básicamente comprendió hace media década los constantes errores de la franquicia Bond, y se dió a la tarea de corregirlos usando una visión más moderna y dinámica, ubicando al protagonista en un mundo más realista y enfrentándolo contra adversarios quizás simples, pero creíbles. Sin embargo, el lado negativo de la serie Bourne es que en más de una ocasión su excesivo "realismo" se traduce en aburrimiento, pues el héroe termina siendo un autómata sin emociones ni motivación más allá de la misión inmediata.
Lo cual nos lleva a la nueva cinta de James Bond, en la que podemos ver los atributos de la serie Bourne... y también sus consecuentes fallas. Quantum of Solace pretende mostrarnos a un Bond más humano y emocional, pero absolutamente implacable y profesional. Desafortunadamente la impresión general que me dejó la película fue la de un desfile de frenéticas escenas de acción, muy bien coreografiadas pero intercambiables, y un argumento hueco, sin impulso ni urgencia. Parece que el propósito de la película no fue contar una historia, sino servir de excusa para ofrecernos una escena de acción cada diez minutos. Como dicen, entre más cambian las cosas, más se quedan igual.
El principio es prometedor; no sólo busca Bond venganza por la muerte de una persona cercana a él, sino que descubre que los más altos niveles del servicio de inteligencia británico han sido infiltrados por espías de una misteriosa organización con nebulosos (pero sin duda siniestros) propósitos. Entonces, combinando su cruzada de venganza con la investigación sobre los agentes enemigos, Bond sigue pistas que lo conducen a un poderoso empresario cuya campaña ecológica oculta un peligroso propósito. Y, para no variar, Bond recluta la ayuda de una misteriosa -y muy hábil- mujer que también tiene una cuenta pendiente por saldar...
Parece increíble, pero las escenas que más me gustaron de Quantum of Solace fueron las que incluyen a Judi Dench en el papel de M, cuya férrea presencia y sólida actuación contribuyen en gran medida a la credibilidad de la película. Y cuando los gélidos comentarios de una mujer madura representan los mejores momentos de una cinta llena de explosiones, brutales peleas y persecuciones... quiere decir que algo anda mal con el guión (o conmigo). Sin embargo, no me sorprende... después de todo el director fue Marc Forster, cuya filmografía incluye películas en las que el énfasis descansa precisamente en esos momentos de drama y riqueza de personajes, y no en los "adornos" de la narrativa. Películas como Monster's Ball, Finding Neverland y en especial la devastadora The Kite Runner dejan claro que Forster tiene abundante talento para encontrar la humanidad en sus personajes sin necesidad de "parkour" o explosiones.
Entonces, así como Live Free or Die Hard desechó la esencia de John McClane y lo convirtió en un genérico super-héroe de acción, ahora Quantum of Solace procede a exterminar la personalidad del tradicional James Bond en aras de hacerlo más actual y verosímil. El problema, en mi humilde opinión, es que la falla principal de las anteriores películas no era la falta de realismo (aunque ciertamente era un factor importante... ¿automóviles invisibles? ¿en serio?), sino la irracionalidad de sus guiones. Y ahora Quantum of Solace no resuelve el problema... simplemente lo salta, esperando que la pirueta resultante nos distraiga lo suficiente para ignorar que su incoherente argumento de videojuego no tiene el menor peso dramático ni lograría mantener el interés si se extirparan las mencionadas peleas, balaceras y acrobacias.
En fin, en el más simple nivel visceral, Quantum of Solace me mantuvo bastante entretenido, aunque no tengo interés en volverla a ver (así como no me interesa ver de nuevo la trilogía de Bourne). Daniel Craig es un buen actor, y está rodeado de un estupendo elenco, pero las auténticas estrellas son los dobles y los coreógrafos de "stunts" por mantenernos despiertos durante la piadosamente corta duración de la película. Entiendo por qué Quantum of Solace sea exactamente la película de James Bond que muchos de sus fans deseaban, y me alegro por ellos; pero para mí resultó ser una película del montón, en un género que ha caído en la mediocridad debido a las bajas expectativas que evoca. Mala interpretación de James Bond, pero buena acción... que cada espectador defina lo que sea más importante.
Calificación: 7
jueves, 13 de noviembre de 2008
Una Loca Competencia (Balls of Fury)
Quizás tratando de ser más creativos al parodiar las películas sobre deportes (y no quedarse en el mero niño-grande-retro-idiota que caracterizó a Blades of Glory, Dodgeball y otras), los creadores de Balls of Fury decidieron poner menos atención en la clásica historia de la ex-estrella que busca recapturar su pasada gloria, y enfocarse más en otro cliché: el torneo secreto donde los mejores exponentes del mundo compiten en el ambiente más extremo posible. Este tipo de historias tradicionalmente se centran en artes marciales, pero esta vez el humor radica en dedicar el torneo al "inocente" deporte del ping-pong (o "tenis de mesa", si prefieren el término menos chistoso).
Sí, el argumento pretende ser más complicado, usando como eje una investigación policíaca para descubrir al peligroso criminal que controla esos torneos. Y, por supuesto, también hay un ángulo romántico en la forma de la guapa Maggie Q, cuyo ingrato papel consiste en entrenar al típico "slacker" protagonista... aunque no puedo negar que sus breves escenas de artes marciales me hicieron desear que la película se centrara en ella, y no en el cansado "perdedor" que debe recuperar su autoestima y combatir su tortuoso pasado. Pero, a fin de cuentas, el humor se basa casi exclusivamente en tratar al ping-pong como un violento e implacable deporte, en el que peligrosas figuras compiten por dinero, honor... y por sus vidas mismas.
Esta inusual combinación funciona ocasionalmente, generando risas por la yuxtaposición de tan dispares elementos... pero no hay mucho material más allá de eso. Las mejores secuencias de la película son los múltiples encuentros de ping-pong, ya sea por la incongruencia de los contrincantes o por los efectos especiales que muestran desempeño inhumano en el deporte. Por lo demás, sólo encontré humor obvio y básico, bastante predecible y carente de auténtico ingenio. La mejor prueba de esto es la presencia de Christopher Walken como el máximo villano y organizador del torneo, cuya bizarra apariencia e impredecible actitud resultan graciosas sólo porque se trata de Christopher Walken, un respetado actor dramático que no teme hacer el ridículo para lograr un memorable papel... o para cobrar un fácil cheque. En otras palabras, su papel no es gracioso por sí mismo, sino por la persona que lo interpreta.
Y así es el resto de la película... básicamente Enter the Dragon, Mortal Kombat o D.O.A: Dead or Alive, pero con menos credibilidad y más ping-pong. Francamente no tengo mucho más que decir al respecto. Sonreí una o dos veces, pero pasé más tiempo deduciendo cómo se habían hecho los trucos digitales para representar los coloridos partidos de ping-pong. No es la situación ideal al ver una comedia, pero al menos no me aburrió... demasiado. Por eso, mi recomendación sería mejor ver una de las películas que Balls of Fury trató de copiar (sí, incluso Mortal Kombat), en vez de invertir hora y media en insulsa comedia, inútiles personajes e insípidos diálogos. Hacia el final de la película parece que hasta los cineastas perdieron el entusiasmo y sobra decir que lo mismo ocurrió al menos con este espectador. Hace falta más que Christopher Walken con una ridícula peluca para sostener una comedia.
Calificación: 5
Sí, el argumento pretende ser más complicado, usando como eje una investigación policíaca para descubrir al peligroso criminal que controla esos torneos. Y, por supuesto, también hay un ángulo romántico en la forma de la guapa Maggie Q, cuyo ingrato papel consiste en entrenar al típico "slacker" protagonista... aunque no puedo negar que sus breves escenas de artes marciales me hicieron desear que la película se centrara en ella, y no en el cansado "perdedor" que debe recuperar su autoestima y combatir su tortuoso pasado. Pero, a fin de cuentas, el humor se basa casi exclusivamente en tratar al ping-pong como un violento e implacable deporte, en el que peligrosas figuras compiten por dinero, honor... y por sus vidas mismas.
Esta inusual combinación funciona ocasionalmente, generando risas por la yuxtaposición de tan dispares elementos... pero no hay mucho material más allá de eso. Las mejores secuencias de la película son los múltiples encuentros de ping-pong, ya sea por la incongruencia de los contrincantes o por los efectos especiales que muestran desempeño inhumano en el deporte. Por lo demás, sólo encontré humor obvio y básico, bastante predecible y carente de auténtico ingenio. La mejor prueba de esto es la presencia de Christopher Walken como el máximo villano y organizador del torneo, cuya bizarra apariencia e impredecible actitud resultan graciosas sólo porque se trata de Christopher Walken, un respetado actor dramático que no teme hacer el ridículo para lograr un memorable papel... o para cobrar un fácil cheque. En otras palabras, su papel no es gracioso por sí mismo, sino por la persona que lo interpreta.
Y así es el resto de la película... básicamente Enter the Dragon, Mortal Kombat o D.O.A: Dead or Alive, pero con menos credibilidad y más ping-pong. Francamente no tengo mucho más que decir al respecto. Sonreí una o dos veces, pero pasé más tiempo deduciendo cómo se habían hecho los trucos digitales para representar los coloridos partidos de ping-pong. No es la situación ideal al ver una comedia, pero al menos no me aburrió... demasiado. Por eso, mi recomendación sería mejor ver una de las películas que Balls of Fury trató de copiar (sí, incluso Mortal Kombat), en vez de invertir hora y media en insulsa comedia, inútiles personajes e insípidos diálogos. Hacia el final de la película parece que hasta los cineastas perdieron el entusiasmo y sobra decir que lo mismo ocurrió al menos con este espectador. Hace falta más que Christopher Walken con una ridícula peluca para sostener una comedia.
Calificación: 5
martes, 11 de noviembre de 2008
Titan Quest
No, Imagen en Negativo no es un blog de videojuegos, sino de entretenimiento en general (MI entretenimiento, al menos), y con esa excusa quiero escribir sobre uno de los juegos que actualmente consume mi escaso tiempo libre.
A mediados de los noventas me hice adicto (al igual que millones de personas) al juego Diablo, del estudio Blizzard Entertainment, cuya perfecta combinación de la exitosa mecánica que hizo populares sus juegos de estrategia en tiempo real (como Warcraft II y StarCraft) con el tono y estructura característicos de otros juegos de rol (RPGs como Ultima Underworld y King's Quest), dio como resultado una novedosa forma de "gameplay", que básicamente emulaba los célebres juegos de mesa de Dungeons & Dragons, pero con maravillosos escenarios, animaciones y satisfactorias batallas. Los días de los dados y papel milimétrico estaban contados.
Como siempre ocurre en la industria de los juegos (y de prácticamente todo en la historia del universo), el inusitado éxito de Diablo provocó el florecimiento de imitadores que prometían mejorar la experiencia establecida por el original. La mayoría fueron pobres copias carentes de visión y estilo, mientras que unos cuantos (como Dungeon Siege y Neverwinter Nights) lograron moderado éxito por derecho propio. Con el paso del tiempo disminuyó el entusiasmo y surgieron otros formatos para imitar y superar. Incluso Diablo II, tan popular como el original, decepcionó a muchos por sólo ser básicamente una extensión con más monstruos y mapas más grandes.
Y ahora, diez años después, seguimos esperando que se cumpla la promesa de Diablo III. Sin embargo, emprendedores estudios han visto oportunidad en ese retraso y han sacado sus pre-imitadores, buscando llenar el hueco que Blizzard aún no ocupa. Lo cual me lleva a Titan Quest, un clon de Diablo publicado por el estudio THQ que inteligentemente mantuvo el mismo balanceado "gameplay", pero con gráficos actualizados y una historia no muy ingeniosa, aunque superficialmente distinta para separarlo de tantos otros que buscaron ocupar el nicho que Diablo ha dejado vacío.
La mayor parte de los RPGs modernos se desarrollan en genéricos mundos medievales arturianos, combinados con la fantasía de J.R.R. Tolkien. Sin embargo, Titan Quest trata de diferenciarse con una perspectiva más "histórica", pues se desarrolla en Grecia antigua (en otras palabras, el mundo de Xena: Warrior Princess), donde el jugador (interpretando a los típicos arquetipos de guerrero o mago con diversas combinaciones de atributos) debe exterminar la plaga de malévolas criaturas que los titanes olímpicos desataron sobre la nación. A fin de cuentas, la diferencia es meramente cosmética, pues no es muy diferente luchar contra sátiros y centauros que contra los orcos y trolls de otros juegos... pero es muy entretenido y satisfactorio. Al menos "satisfactorio" en la versión artificial y electrónica de la palabra.
No, Titan Quest no tiene un ápice de originalidad, pero para quienes esperan con impaciencia el largamente prometido Diablo III (y que tal vez vieron renovadas sus esperanzas tras el reciente video que se filtró por Internet), Titan Quest representa una excelente distracción, con horas y horas de adictivo juego y escenario tras escenario maravillosamente diseñado e implementado para funcionar adecuadamente en computadoras de mediano y alto rango. Además, tomando en cuenta que es un juego con un par de años de antigüedad ("prehistórico" en cronología de la industria del entretenimiento electrónico), es bastante barato y con razonables requerimientos técnicos. Yo adquirí mi copia por menos de veinte dólares (incluyendo la expansión oficial) en Steam, el servicio de distribución de Valve Software, que evita los problemas de envío de cajas y discos "reales" con la conveniencia de la compra y entrega digital.
Entonces, quizás todo este rollo de "atributos" y RPGs no significan nada para algunas personas, pero quienes han perdido incontables horas de sueño elevando el nivel de su personaje ("sólo un nivel más y me duermo") quizás encontrarán en Titan Quest un competente sustituto para satisfacer el hambre de juego al estilo de Diablo... a menos que ya estén obsesionados con World of Warcraft. En ese caso, lo último que necesitan es otro ladrón de su tiempo libre.
A mediados de los noventas me hice adicto (al igual que millones de personas) al juego Diablo, del estudio Blizzard Entertainment, cuya perfecta combinación de la exitosa mecánica que hizo populares sus juegos de estrategia en tiempo real (como Warcraft II y StarCraft) con el tono y estructura característicos de otros juegos de rol (RPGs como Ultima Underworld y King's Quest), dio como resultado una novedosa forma de "gameplay", que básicamente emulaba los célebres juegos de mesa de Dungeons & Dragons, pero con maravillosos escenarios, animaciones y satisfactorias batallas. Los días de los dados y papel milimétrico estaban contados.
Como siempre ocurre en la industria de los juegos (y de prácticamente todo en la historia del universo), el inusitado éxito de Diablo provocó el florecimiento de imitadores que prometían mejorar la experiencia establecida por el original. La mayoría fueron pobres copias carentes de visión y estilo, mientras que unos cuantos (como Dungeon Siege y Neverwinter Nights) lograron moderado éxito por derecho propio. Con el paso del tiempo disminuyó el entusiasmo y surgieron otros formatos para imitar y superar. Incluso Diablo II, tan popular como el original, decepcionó a muchos por sólo ser básicamente una extensión con más monstruos y mapas más grandes.
Y ahora, diez años después, seguimos esperando que se cumpla la promesa de Diablo III. Sin embargo, emprendedores estudios han visto oportunidad en ese retraso y han sacado sus pre-imitadores, buscando llenar el hueco que Blizzard aún no ocupa. Lo cual me lleva a Titan Quest, un clon de Diablo publicado por el estudio THQ que inteligentemente mantuvo el mismo balanceado "gameplay", pero con gráficos actualizados y una historia no muy ingeniosa, aunque superficialmente distinta para separarlo de tantos otros que buscaron ocupar el nicho que Diablo ha dejado vacío.
La mayor parte de los RPGs modernos se desarrollan en genéricos mundos medievales arturianos, combinados con la fantasía de J.R.R. Tolkien. Sin embargo, Titan Quest trata de diferenciarse con una perspectiva más "histórica", pues se desarrolla en Grecia antigua (en otras palabras, el mundo de Xena: Warrior Princess), donde el jugador (interpretando a los típicos arquetipos de guerrero o mago con diversas combinaciones de atributos) debe exterminar la plaga de malévolas criaturas que los titanes olímpicos desataron sobre la nación. A fin de cuentas, la diferencia es meramente cosmética, pues no es muy diferente luchar contra sátiros y centauros que contra los orcos y trolls de otros juegos... pero es muy entretenido y satisfactorio. Al menos "satisfactorio" en la versión artificial y electrónica de la palabra.
No, Titan Quest no tiene un ápice de originalidad, pero para quienes esperan con impaciencia el largamente prometido Diablo III (y que tal vez vieron renovadas sus esperanzas tras el reciente video que se filtró por Internet), Titan Quest representa una excelente distracción, con horas y horas de adictivo juego y escenario tras escenario maravillosamente diseñado e implementado para funcionar adecuadamente en computadoras de mediano y alto rango. Además, tomando en cuenta que es un juego con un par de años de antigüedad ("prehistórico" en cronología de la industria del entretenimiento electrónico), es bastante barato y con razonables requerimientos técnicos. Yo adquirí mi copia por menos de veinte dólares (incluyendo la expansión oficial) en Steam, el servicio de distribución de Valve Software, que evita los problemas de envío de cajas y discos "reales" con la conveniencia de la compra y entrega digital.
Entonces, quizás todo este rollo de "atributos" y RPGs no significan nada para algunas personas, pero quienes han perdido incontables horas de sueño elevando el nivel de su personaje ("sólo un nivel más y me duermo") quizás encontrarán en Titan Quest un competente sustituto para satisfacer el hambre de juego al estilo de Diablo... a menos que ya estén obsesionados con World of Warcraft. En ese caso, lo último que necesitan es otro ladrón de su tiempo libre.
lunes, 10 de noviembre de 2008
Engaño (Deception)
En muchos aspectos la cinta Engaño es exactamente igual a los genéricos "thrillers eróticos" que llenan los espacios nocturnos de ciertos canales de cable que no mencionaré (Cinemax). Pero mientras que esos ineptos productos parecen filmados con equipo casero y con toda la creatividad de una telenovela, Engaño gana credibilidad y categoría gracias a la excelente cinematografía del italiano Dante Spinotti, la atractiva dirección del novato Marcel Langenegger y, desde luego, al brillante elenco... que desafortunadamente no es muy bien aprovechado por el aburrido y predecible libreto.
Igual que los mencionados thrillers baratos de Cinemax, la trama gira en torno a poder, sexo y la peligrosamente seductora combinación de ambos. Al principio conocemos al tímido contador corporativo Jonathan McQuarry (Ewan McGregor), quien parece resentir su rutinaria existencia, pero al mismo tiempo carece del empuje o iniciativa para cambiarla... hasta que un casual amigo lo introduce al exótico mundo de "la Lista", un club sexual secreto que no se basa en un lugar específico, sino en una red de individuos económicamente poderosos (hombres y mujeres) que se contactan telefónicamente para sesiones de pasional y anónimo sexo. Al principio McQuarry disfruta el tácito peligro y misterio del club pero, por supuesto, las cosas se complican cuando empieza a construir una relación más profunda con una de las mujeres que conoce, violando las reglas de la Lista e iniciando una serie de eventos que ponen su libertad y su vida en peligro.
A pesar de la satinada patina de riqueza visual (que combina escenas cálidas y frías con buen efecto narrativo) y el sofisticado diseño de producción, la trama es demasiado básica y predecible. Parece imperdonable, pero el título mismo anuncia el rumbo que tomará el argumento (y no sólo el título en español, sino también el original) y, efectivamente, sigue el patrón que esperamos una vez que queda establecida la situación principal. Peor aún, esta es una de esas historias que requiere que los personajes se comporten estúpidamente para avanzar la trama, en vez de aplicar un poco de sentido común. Entonces, durante más de una hora, no nos queda sino acompañar al protagonista en obvias escenas y cansinas "sorpresas" que hemos visto mejor implementadas en otras películas. Quizás sabiendo eso, el final añade otra revelación (más predecible aún que las anteriores) en el desesperado esfuerzo por asombrarnos con su (inexistente) ingenio.
Lo único que mantiene Engaño a flote es la presencia escénica de Ewan McGregor y Hugh Jackman, que a base de carisma retienen el interés del espectador. Y aunque hay un convincente y atractivo elenco femenino (que incluye a Natasha Henstridge, Michelle Williams, Maggie Q y la siempre fascinante Charlotte Rampling), su función es primariamente decorativa (igual que en Cinemax - por favor notar la escena con Maggie Q, en la que explica importantes porciones del misterio vestida únicamente con un "dolly" semi-transparente), excepto cuando deben interpretar los oxidados engranes de la raquítica maquinaria dramática, como en el caso de Lisa Gay Hamilton en el ingrato papel de una policía que investiga el asesinato de un miembro de la Lista.
No encuentro en Engaño mucho por recomendar pero, además de su indolencia dramática, tampoco hay nada notoriamente malo. Simplemente se trata de una trillada cinta de suspenso erótico sin mucho suspenso y sin mucho erotismo, sostenida por dos buenos actores en malos papeles y con un estilo visual llamativo que atraerá a quienes encuentran "estimulantes" los catálogos de The Sharper Image. Ésta es una de esas raras películas en las que siento que perdí el tiempo, pues la experiencia fue perfectamente mediocre y automáticamente olvidable. Desde luego hubiera preferido ver una mejor película, pero incluso una peor me hubiera hecho sentir algo... aunque fuera risa o enojo. Pero no aburrimiento... ese es el pecado capital del cine, y hasta Uwe Boll lo entiende.
Calificación: 5
Igual que los mencionados thrillers baratos de Cinemax, la trama gira en torno a poder, sexo y la peligrosamente seductora combinación de ambos. Al principio conocemos al tímido contador corporativo Jonathan McQuarry (Ewan McGregor), quien parece resentir su rutinaria existencia, pero al mismo tiempo carece del empuje o iniciativa para cambiarla... hasta que un casual amigo lo introduce al exótico mundo de "la Lista", un club sexual secreto que no se basa en un lugar específico, sino en una red de individuos económicamente poderosos (hombres y mujeres) que se contactan telefónicamente para sesiones de pasional y anónimo sexo. Al principio McQuarry disfruta el tácito peligro y misterio del club pero, por supuesto, las cosas se complican cuando empieza a construir una relación más profunda con una de las mujeres que conoce, violando las reglas de la Lista e iniciando una serie de eventos que ponen su libertad y su vida en peligro.
A pesar de la satinada patina de riqueza visual (que combina escenas cálidas y frías con buen efecto narrativo) y el sofisticado diseño de producción, la trama es demasiado básica y predecible. Parece imperdonable, pero el título mismo anuncia el rumbo que tomará el argumento (y no sólo el título en español, sino también el original) y, efectivamente, sigue el patrón que esperamos una vez que queda establecida la situación principal. Peor aún, esta es una de esas historias que requiere que los personajes se comporten estúpidamente para avanzar la trama, en vez de aplicar un poco de sentido común. Entonces, durante más de una hora, no nos queda sino acompañar al protagonista en obvias escenas y cansinas "sorpresas" que hemos visto mejor implementadas en otras películas. Quizás sabiendo eso, el final añade otra revelación (más predecible aún que las anteriores) en el desesperado esfuerzo por asombrarnos con su (inexistente) ingenio.
Lo único que mantiene Engaño a flote es la presencia escénica de Ewan McGregor y Hugh Jackman, que a base de carisma retienen el interés del espectador. Y aunque hay un convincente y atractivo elenco femenino (que incluye a Natasha Henstridge, Michelle Williams, Maggie Q y la siempre fascinante Charlotte Rampling), su función es primariamente decorativa (igual que en Cinemax - por favor notar la escena con Maggie Q, en la que explica importantes porciones del misterio vestida únicamente con un "dolly" semi-transparente), excepto cuando deben interpretar los oxidados engranes de la raquítica maquinaria dramática, como en el caso de Lisa Gay Hamilton en el ingrato papel de una policía que investiga el asesinato de un miembro de la Lista.
No encuentro en Engaño mucho por recomendar pero, además de su indolencia dramática, tampoco hay nada notoriamente malo. Simplemente se trata de una trillada cinta de suspenso erótico sin mucho suspenso y sin mucho erotismo, sostenida por dos buenos actores en malos papeles y con un estilo visual llamativo que atraerá a quienes encuentran "estimulantes" los catálogos de The Sharper Image. Ésta es una de esas raras películas en las que siento que perdí el tiempo, pues la experiencia fue perfectamente mediocre y automáticamente olvidable. Desde luego hubiera preferido ver una mejor película, pero incluso una peor me hubiera hecho sentir algo... aunque fuera risa o enojo. Pero no aburrimiento... ese es el pecado capital del cine, y hasta Uwe Boll lo entiende.
Calificación: 5
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