Su argumento va así: tras una ausencia de casi veinte años Kai Koss (Kristoffer Joner) regresa al pequeño pueblo donde creció, para asistir al funeral de su madre, a quien aparentemente odiaba por los maltratos que le hizo sufrir en su niñez. Algunos habitantes del pueblo reciben a Kai con afecto y compasión, pero otros lo ven con desconfianza, lo cual empeora cuando desaparecen misteriosamente varias personas, y las sospechas recaen obviamente en el recién llegado. Entonces, con ayuda de la pragmática alguacil Sara (Cecilie Mosli), Kai tendrá que investigar en su pasado (y en la casona que heredó de su madre) para resolver el enigma, el cual podría estar relacionado con un trágico accidente automovilístico que presenció años atrás.
En general me gustan las películas que confían en su público y no se detienen a explicar cada pequeño detalle… pero El Hijo Maldito exagera esa actitud hasta niveles incoherentes. La primera mitad de la cinta consiste básicamente en seguir al protagonista mientras escucha ruidos extraños, encuentra personajes inescrutables (¿quién demonios es la chica del hotel?), experimenta bizarras alucinaciones (o quizás "flashbacks") y presencia fenómenos inexplicables (como la recurrente aparición de una pelota roja - ¿será homenaje a The Changeling?), nada de lo cual contribuye a orientarnos sobre el argumento. Parecería que el director Pål Øie trató de hacer una película compuesta exclusivamente por denso simbolismo y sobresaltos, lo cual se vuelve rápidamente aburrido y predecible (por cierto, me tardé diez minutos en encontrar los caracteres en el nombre del director, así que lo repetiré tantas veces como pueda para que valga la pena). Claro, eventualmente nos enteramos de la conexión entre todos estos eventos (más o menos), pero para entonces yo ya había perdido interés en la tediosa narrativa y los flojos personajes. Tache para Pål Øie.
Y tampoco podemos esperar que el elenco inyecte energía o dinamismo en la historia. Los actores imprimen tan poca emoción en las actuaciones que no logran inspiran preocupación por la supervivencia de los personajes, o siquiera curiosidad por enterarnos de quién está matando a quién en la pintoresca campiña noruega. Tampoco estoy pidiendo el drama artificial ni las exageradas actuaciones del peor cine norteamericano; pero cuando los actores parecen figuras de cartón sin expresión alguna (¿habrá sido la proverbial "frialdad nórdica"), cuesta trabajo sumergirse en la historia y disfrutar sus "inesperados" giros. Y digo "inesperados" porque el director Pål Øie arroja muchas pistas, ofrece abundantes metáforas (o lo que sea) y trata de confundirnos con su creatividad… pero a fin de cuentas el obtuso final se rehúsa a responder sus propias preguntas. A veces esta estrategia puede resultar satisfactoria y hasta estimulante; sin embargo en esta ocasión me pareció la cobarde salida de un director que no supo resolver su película. En fin... para no gastar más tiempo en El Hijo Maldito, terminaré diciendo que quizás exista una historia interesante oculta en su confusa narrativa; lástima que el director Pål Øie no logró un planteamiento más claro ni un desarrollo mejor estructurado para crear una experiencia convincente. Resultado: tendré que aguardar la llegada de Troll Hunter (aunque sea en DVD) para ver una buena película de horror noruego (espero).
Calificación: 5