Por el uso de la palabra "sunshine" en el título, y por la presencia de la vivaz actriz Amy Adams (y del vetarano Alan Arkin), pensé inicialmente que Sunshine Cleaning buscaría ocupar este año el nicho de "comedia 'feel-good' independiente", donde se ubicaron en años pasados cintas como Little Miss Sunshine y Juno. Ahora, después de haberla visto, me doy cuenta de que su intención no fue tan simple o mercantilista, por lo que terminó gustándome bastante a pesar de sus extraños cambios de tono y su falta de foco narrativo.
La protagonista es Rose Lorkowski (Amy Adams), agobiada madre soltera del pequeño Oscar (Jason Spevack), quien acaba de ser suspendido de la escuela pública para que asista a una institución de "educación especial". Pero con el dinero que Rose gana limpiando casas no puede pagar la colegiatura de una escuela privada. Afortunadamente el policía Mac (Steve Zahn) sugiere una inusual alternativa: en vez de barrer alfombras y lavar pisos, Rose podría establecer un servicio de limpieza forense y control de materiales tóxicos. Traducción: limpiar sangre y fluidos humanos derramados por cadáveres en locaciones donde se cometieron crímenes, suicidios o muertes naturales. Suena extraño, pero la paga es buena y, con la ayuda de su rebelde hermana Norah (Emily Blunt), Rose empieza a tener éxito en su nueva profesión. Sin embargo hay problemas inesperados, como el costo de los suministros, el contacto con personas del bajo mundo...... y la presión de mantener a la familia unida mientras alcanzan nuevamente estabilidad económica.
Siguiendo la costumbre del cine independiente, Sunshine Cleaning está ubicada en una ciudad pequeña repleta de personajes pintorescos, lo cual genera una cálida atmósfera de familiaridad que hace más plausible la premisa de la cinta. El libreto de la primeriza Megan Holley tiene sus altibajos, pues aunque tiene excelente instinto para conducir las emociones de la historia, nos obliga a dividir la atención en varias sub-tramas paralelas que no conducen a nada (como el negocio camaronero del abuelo), aunque ciertamente ayudan a enriquecer los personajes y darnos mejor idea de su pasado y su motivación. La directora neozelandesa Christine Jeffs da vida a la película con un sobrio estilo que aprovecha al máximo sus sencillas locaciones y al impresionante elenco.
Lo cual nos lleva al punto fuerte de la película: los actores. Quizás sean más conocidas por sus comedias familiares, pero Amy Adams (Enchanted) y Emily Blunt (The Devil Wears Prada) son en realidad excelentes actrices dramáticas, y en Sunshine Cleaning tienen oportunidad de mostrar ambas facetas de su talento. Me impresionó su habilidad para manejar el tono y sentimientos de cada escena, ya sea un crudo enfrentamiento que despierta rencores del pasado, o un incongruente momento humorístico entre los despojos de un brutal crimen. Incluso si el resto del elenco fuera terrible, la película sería recomendable tan sólo por el trabajo de estas actrices. Afortunadamente los actores secundarios brillan también por su química y personalidad. Encarnando al excéntrico abuelo, Alan Arkin pudo simplemente repetir lo que hizo en la mencionada Little Miss Sunshine; pero esta vez añadió un barniz de ambición que transforma su interpretación, haciéndola distinta e igualmente memorable. El niño Jason Spevack muestra asombrosa madurez, y Clifton Collins Jr. aparece en el lacónico y filosófico papel del vendedor de artículos de limpieza que se convierte en el mentor de Rose.
Quizás haya tantas fallas como aciertos a lo largo de los noventa minutos que pasamos en compañía de esta inusual familia (por ejemplo, la extensa búsqueda que emprende Norah para encontrar a la hija de una mujer recién fallecida empieza bien pero se desinfla al final, desperdiciando el trabajo de la actriz Mary Lynn Rajskub). No obstante, la cinta sobrevive sus tropiezos narrativos gracias al sólido desempeño de los actores y a las ricas relaciones que florecen entre ellos, así como al tácito lazo emocional que persiste sin importar los conflictos que los dividan. La historia misma podrá flaquear, y por cada buen momento de honesta revelación tenemos otro con empalagoso melodrama; no obstante el balance final es definitivamente positivo, y puedo recomendar Sunshine Cleaning como una interesante muestra de cine al mismo tiempo independiente y comercial, cuyos sórdidos temas se balancean con su natural encanto y humor. Rara combinación, pero funciona.
Calificación: 8.5
lunes, 31 de agosto de 2009
domingo, 30 de agosto de 2009
Ruleta Rusa - En Vivo (Live!)
Aunque admito haber visto un par de episodios del primer The Real World en MTV allá por principios de los noventas, rápidamente perdí interés en la "televisión de realidad", y sobra decir que aborrezco la forma que ha tomado actualmente el género, promoviendo drama forzado y artificial para entretenimiento del público. No digo que sea (necesariamente) malo... entiendo su atractivo, pero no lo comparto. Quizás por eso me han parecido mediocres casi todas las películas que emplean tal formato como parte de su estructura, argumento o mensaje. Pero no cabe duda que resulta interesante especular sobre los extremos que podría alcanzar el entretenimiento popular conducido por la ambición de las empresas y el hambre de nuevas cosas que demanda el público.
Ruleta Rusa explora exactamente eso, usando la bien conocida fórmula de "documental simulado", donde una cámara sigue constantemente a la cínica y tenaz productora Katy Coubert (Eva Mendes), mientras prepara el debut de su innovador y controversial programa "Live!", un concurso en el que 6 participantes jugarán ruleta rusa en vivo, con la promesa de varios millones de dólares para los sobrevivientes... y la muerte para el único perdedor. Y así, durante la filmación del "documental" vemos cómo Katy emplea manipulación, lógica y todos los recursos legales a su alcance para conseguir que la cadena televisiva apruebe el proyecto, que los abogados permitan su exhibición, que los anunciantes no huyan despavoridos ante el posible boicot de consumidores... y, por supuesto, que los participantes sean agradables y fotogénicos para garantizar enormes "ratings" que, a fin de cuentas, son su único propósito.
Por el poster y la sinopsis de esta película yo esperaba un oscuro y sórdido thriller al estilo de My Little Eye o FearDotCom, pero Ruleta Rusa terminó sorprendiéndome por su sobria narrativa e inteligente libreto. Quien busque una hueca cinta de terror o "porno-tortura" quedará decepcionado (o gratamente sorprendido) por la realista manufactura de esta cinta y sus convincentes argumentos sobre la viabilidad de un programa de televisión que "venda" la vida o muerte de sus participantes. Sobra decir que la postura moral de la película es opuesta a la de su protagonista, y en realidad está satirizando la actual obsesión con la celebridad, que de algún modo se ha convertido en un fin por sí misma, en vez de ser la consecuencia de algún genuino mérito o talento extraordinario.
Habiendo dicho eso, debo señalar que Ruleta Rusa llega tarde al desfile de críticas y denuncias sobre la amoralidad y bajo nivel de la televisión moderna. Desde las originales Roller Ball y Death Race 2000 (ambas de 1975... interesante) ya se profetizaba el violento y cínico futuro de la televisión. Quizás si se hubiera filmado hace diez años Ruleta Rusa hubiera tenido mayor impacto, pero en un entorno donde son comunes los programas de televisión basados en explosiones, tragedias reales, comer insectos y pública humillación, no resulta tan asombroso el concepto que nos ofrece. De hecho, no me extrañaría que ya se estuviera planeando algo similar en alguna parte del mundo.
Pero incluso si su mensaje se siente un poco rancio, la película está muy bien hecha (los detalles del programa de concurso dan justo en el clavo), mejor escrita de lo que yo esperaba, y conducida por la excelente actuación de Eva Mendes (también productora ejecutiva) como la moralmente ambigua protagonista. También me gustó el trabajo de los "concursantes", especialmente Monet Mazur como una ex-modelo con aspiraciones feministas, y Rob Brown como un joven escritor que acepta participar en el peligroso concurso para ganar "experiencia de vida" que le ayude en su carrera. Entonces, no me queda sino recomendar Ruleta Rusa por lograr tanto con tan poco, y por no haber tomado el camino fácil de nihilismo y violencia al tratar un tema tan intencionalmente controversial. Sólo esperemos que no resulte profética.
Calificación: 8
Ruleta Rusa explora exactamente eso, usando la bien conocida fórmula de "documental simulado", donde una cámara sigue constantemente a la cínica y tenaz productora Katy Coubert (Eva Mendes), mientras prepara el debut de su innovador y controversial programa "Live!", un concurso en el que 6 participantes jugarán ruleta rusa en vivo, con la promesa de varios millones de dólares para los sobrevivientes... y la muerte para el único perdedor. Y así, durante la filmación del "documental" vemos cómo Katy emplea manipulación, lógica y todos los recursos legales a su alcance para conseguir que la cadena televisiva apruebe el proyecto, que los abogados permitan su exhibición, que los anunciantes no huyan despavoridos ante el posible boicot de consumidores... y, por supuesto, que los participantes sean agradables y fotogénicos para garantizar enormes "ratings" que, a fin de cuentas, son su único propósito.
Por el poster y la sinopsis de esta película yo esperaba un oscuro y sórdido thriller al estilo de My Little Eye o FearDotCom, pero Ruleta Rusa terminó sorprendiéndome por su sobria narrativa e inteligente libreto. Quien busque una hueca cinta de terror o "porno-tortura" quedará decepcionado (o gratamente sorprendido) por la realista manufactura de esta cinta y sus convincentes argumentos sobre la viabilidad de un programa de televisión que "venda" la vida o muerte de sus participantes. Sobra decir que la postura moral de la película es opuesta a la de su protagonista, y en realidad está satirizando la actual obsesión con la celebridad, que de algún modo se ha convertido en un fin por sí misma, en vez de ser la consecuencia de algún genuino mérito o talento extraordinario.
Habiendo dicho eso, debo señalar que Ruleta Rusa llega tarde al desfile de críticas y denuncias sobre la amoralidad y bajo nivel de la televisión moderna. Desde las originales Roller Ball y Death Race 2000 (ambas de 1975... interesante) ya se profetizaba el violento y cínico futuro de la televisión. Quizás si se hubiera filmado hace diez años Ruleta Rusa hubiera tenido mayor impacto, pero en un entorno donde son comunes los programas de televisión basados en explosiones, tragedias reales, comer insectos y pública humillación, no resulta tan asombroso el concepto que nos ofrece. De hecho, no me extrañaría que ya se estuviera planeando algo similar en alguna parte del mundo.
Pero incluso si su mensaje se siente un poco rancio, la película está muy bien hecha (los detalles del programa de concurso dan justo en el clavo), mejor escrita de lo que yo esperaba, y conducida por la excelente actuación de Eva Mendes (también productora ejecutiva) como la moralmente ambigua protagonista. También me gustó el trabajo de los "concursantes", especialmente Monet Mazur como una ex-modelo con aspiraciones feministas, y Rob Brown como un joven escritor que acepta participar en el peligroso concurso para ganar "experiencia de vida" que le ayude en su carrera. Entonces, no me queda sino recomendar Ruleta Rusa por lograr tanto con tan poco, y por no haber tomado el camino fácil de nihilismo y violencia al tratar un tema tan intencionalmente controversial. Sólo esperemos que no resulte profética.
Calificación: 8
sábado, 29 de agosto de 2009
Pequeños Invasores (Aliens in the Attic)
Entré a ver Pequeños Invasores con la característica desconfianza que merecen las modernas comedias familiares llenas de efectos especiales, escritas por comité y libres de toda controversia o energía. Sin embargo los primeros minutos inspiraron cierto optimismo, pues hay buena química entre los actores (tanto infantiles como adultos), y el humor está ligeramente por encima del estándar prevaleciente en este mediocre género. De hecho, por un momento me atreví a pensar que Pequeños Invasores tendría el potencial de capturar el espíritu y tono de cintas como Gremlins, Critters o Small Soldiers, donde variados niños y adolescentes también usaron su cerebro y habilidad para combatir criaturas de dudosas intenciones. A fin de cuentas la cinta no alcanzó tales niveles, pero aún así me mantuvo entretenido, y no estuve rezando porque llegara el final de la película (ni el bíblico), o divagando (demasiado) sobre asuntos tangenciales, como los medianos efectos especiales o el bikini de Ashley Tisdale.
Los invasores del título son media docena de minúsculos extraterrestres con aspiraciones de conquista planetaria que aterrizan en la casa de campo de la familia Pearson, donde Stuart (Kevin Nealon), su esposa Nina (Gillian Vigman) y su hermano Nathan (Andy Richter) piensan pasar unos días en compañía de sus respectivos hijos. Desde luego los adultos son demasiado torpes y distraídos para asimilar la amenaza, y queda a cargo de los niños repeler la invasión con juguetes, ingenio... y algunas convenientes herramientas capturadas de los aliens.
Entre los aciertos de la película está la selección de actores. El trabajo de Kevin Nealon y Andy Richter genera algunas risas pero, como son los adultos, salen rápidamente de cuadro. Ojalá hubieran tenido más escenas juntos, porque sus estilos se complementan bastante bien. Tim Meadows tiene el ingrato pero simpático papel del alguacil con sospechas de que algo raro ocurre. En cuanto a los jóvenes, me sorprendió el diestro trabajo físico de Robert Hoffman, como un antipático adolescente que cae bajo el control de los extraterrestres. Creo que su acrobática comedia fue lo más gracioso de la película, y quizás su pelea al estilo Mortal Kombat con una anciana compensó todas las cosas malas de la película. De cualquier forma, el libreto no se toma la molestia en seguir la lógica de su premisa (si los aliens pueden controlar personas, ¿por qué no empezar con alguien poderoso, en vez de una anónima familia con padres idiotas?), pero al menos conduce la historia a velocidad vertiginosa para evitar cualquier amago de aburrimiento o contemplación de sus fallas.
Me apena un poco confesarlo, pero Pequeños Invasores me hizo reír bastante (empezando con el "gag" del teléfono de disco), pues no esperaba tantos momentos de absurdo y subversivo humor. El argumento "real" es desechable, está torpemente implementado y se desinfla hacia el final, cuando el director trata de generar suspenso sin fundamento pero, eso sí, con muchos efectos especiales y con el obligatorio mensaje didáctico-pedagógico-sentimental. Como sea, tengo que darle una leve recomendación por el genial "slapstick" de Robert Hoffman, su pelea contra la veterana Doris Roberts y los ocasionales destellos de ingenio (como la persecución en gravedad cero). No me interesa verla de nuevo, pero tampoco me arrepentí por invertir mi tiempo en ella, lo cual es una rara ocurrencia en el cine infantil moderno. Entre esta película, Shorts y Up, el verano del 2009 resultó mejor para el público familiar que el de muchos años pasados.
Calificación: 6.5
Los invasores del título son media docena de minúsculos extraterrestres con aspiraciones de conquista planetaria que aterrizan en la casa de campo de la familia Pearson, donde Stuart (Kevin Nealon), su esposa Nina (Gillian Vigman) y su hermano Nathan (Andy Richter) piensan pasar unos días en compañía de sus respectivos hijos. Desde luego los adultos son demasiado torpes y distraídos para asimilar la amenaza, y queda a cargo de los niños repeler la invasión con juguetes, ingenio... y algunas convenientes herramientas capturadas de los aliens.
Entre los aciertos de la película está la selección de actores. El trabajo de Kevin Nealon y Andy Richter genera algunas risas pero, como son los adultos, salen rápidamente de cuadro. Ojalá hubieran tenido más escenas juntos, porque sus estilos se complementan bastante bien. Tim Meadows tiene el ingrato pero simpático papel del alguacil con sospechas de que algo raro ocurre. En cuanto a los jóvenes, me sorprendió el diestro trabajo físico de Robert Hoffman, como un antipático adolescente que cae bajo el control de los extraterrestres. Creo que su acrobática comedia fue lo más gracioso de la película, y quizás su pelea al estilo Mortal Kombat con una anciana compensó todas las cosas malas de la película. De cualquier forma, el libreto no se toma la molestia en seguir la lógica de su premisa (si los aliens pueden controlar personas, ¿por qué no empezar con alguien poderoso, en vez de una anónima familia con padres idiotas?), pero al menos conduce la historia a velocidad vertiginosa para evitar cualquier amago de aburrimiento o contemplación de sus fallas.
Me apena un poco confesarlo, pero Pequeños Invasores me hizo reír bastante (empezando con el "gag" del teléfono de disco), pues no esperaba tantos momentos de absurdo y subversivo humor. El argumento "real" es desechable, está torpemente implementado y se desinfla hacia el final, cuando el director trata de generar suspenso sin fundamento pero, eso sí, con muchos efectos especiales y con el obligatorio mensaje didáctico-pedagógico-sentimental. Como sea, tengo que darle una leve recomendación por el genial "slapstick" de Robert Hoffman, su pelea contra la veterana Doris Roberts y los ocasionales destellos de ingenio (como la persecución en gravedad cero). No me interesa verla de nuevo, pero tampoco me arrepentí por invertir mi tiempo en ella, lo cual es una rara ocurrencia en el cine infantil moderno. Entre esta película, Shorts y Up, el verano del 2009 resultó mejor para el público familiar que el de muchos años pasados.
Calificación: 6.5
viernes, 28 de agosto de 2009
Desafío (Defiance)
Siempre he dicho que el cine no fue diseñado para darnos lecciones de historia. Por más "basada en hechos reales" que esté cualquier película, representa un gran error buscar genuina veracidad en un producto primordialmente creado para entretener al público y generar ganancias a su estudio, distribuidores, creadores, etc. Quizás lo mejor que podemos esperar sea una semblanza de anécdotas que respete al menos el espíritu de los eventos reales, aunque hayan sido manipulados para beneficio de la narrativa y el atractivo comercial de la obra. Por eso me encuentro indeciso sobre la película Desafío... realiza la excelente y loable labor de mostrar un fascinante (y controversial) hecho histórico, pero definitivamente pudo estructurar mejor su flojo libreto y concretar los temas que pretende tratar.
Desafío recuenta la historia de los hermanos Bielski, cuyo esfuerzo salvó a más de mil judíos durante el genocidio perpetrado por los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Tuvia Bielski (Daniel Craig) es el hermano centrado e idealista, dispuesto a ayudar a los judíos que huyen al bosque cuando el ejército alemán y la policía rusa los persiguen en la campiña de Bielorrusia (hoy Belarús). Por el contrario, Zus Bielski (Liev Schreiber) es práctico y violento, listo para exterminar a sus opresores. Pero de algún modo la combinación de opuestas actitudes funciona y, bajo la guía de ambos, los refugiados forman una comunidad rústica pero funcional en el bosque. Sin embargo las incursiones de los alemanes, la presión de alimentar a tantas personas y los conflictos de conciencia que enfrentan todos los días terminan separando a los hermanos, debilitando la comunidad y poniendo en peligro la supervivencia de sus habitantes.
El veterano director Ed Zwick tiene bastante experiencia en el cine bélico, pues su filmografía cubre conflictos tan variados como la Guerra Civil Norteamericana (Glory), la primera Guerra del Golfo Pérsico (Courage Under Fire), la Rebelión Japonesa del siglo diecinueve (The Last Samurai) e incluso una hipotética guerrilla urbana en Nueva York (The Siege). Por eso podemos confiar en su impecable atención al detalle en armas, locaciones y demás ambientación histórica, así como su destreza para orquestar tensas y emocionales secuencias de batalla, quizás modestas en escala pero impactantes en contenido. Su selección de actores fue también perfecta, con Daniel Craig, Liev Schreiber y Jamie Bell en excelente forma como los muy distintos hermanos Bielski, a quienes no teme mostrar como seres humanos falibles e imperfectos, capaces de tomar malas decisiones y actuar con crueldad y egoísmo que rara vez vemos en los "héroes" de la pantalla.
Sin embargo, el libreto co-escrito por el mismo Zwick y Clayton Frohman (basados en el libro de Nechama Tec) carece de similar enfoque e intensidad. La primera media hora es eficiente y compacta, mostrándonos claramente el hostil entorno que experimentaron los judíos de Europa Oriental, y la colaboración (forzada o voluntaria) de la población que no tenía muchas objeciones denunciando y asesinando a sus vecinos para obtener beneficios económicos, o tan sólo el favor de los invasores Nazis. Pero durante los siguientes noventa minutos, cuando la acción nos lleva al frío bosque ruso, la historia empieza a divagar, como tratando de encontrar (sin éxito) un camino narrativo que conecte limpiamente las vertientes de la trama. Parecería que los escritores no decidieron si quieren centrarse en los lazos románticos de los refugiados, en el conflicto "a fuego lento" entre los dos hermanos, o si todo eso es relleno para pasar el tiempo entre escenas de batalla contra los Nazis. Como sea, el resultado es difuso, tedioso, y corre el riesgo de perder la atención del espectador entre tantos elementos mal dibujados y pobremente descritos. No sé si la película debió durar menos y omitir tantos divergentes detalles, o si debió durar el doble, para examinar con mayor detenimiento cada faceta de la interesante historia (por ejemplo, me hubiera gustado ver más del ejército soviético y su difícil posición de aliarse contra previos enemigos para combatir a un oponente más poderoso).
No obstante, a pesar de tantas quejas, tengo que recomendar Desafío por la fuerza de sus actuaciones, la íntima y detallada dirección de Ed Zwick, y sobre todo por celebrar un asombroso acto de inquebrantable voluntad, valentía y humanidad en uno de los peores momentos de la historia moderna (aunque, como todo evento relevante, la labor de los Bielski tiene también detractores). En su más básica forma, puedo describir Desafío como una muy modesta combinación del heroísmo judío de Schindler's List (pero sin el mismo impacto emocional) con la acción insurgente de Black Book (pero sin la energía de Verhoeven, o su afición por los constantes desnudos). Quizás este pasaje de la historia merecía una mejor película, pero incluso en su deficiente forma actual Desafío ofrece un digno recuento de los "hechos" con un hábil elenco y notables momentos de angustia, suspenso y triunfo del espíritu humano. Y, si todo falla, por lo menos me convenció totalmente de la viabilidad que tiene Liev Schreiber como héroe de acción... cosa que no logró por completo X-Men Origins: Wolverine. Así que buen trabajo, Sr. Zwick.
Calificación: 7
Desafío recuenta la historia de los hermanos Bielski, cuyo esfuerzo salvó a más de mil judíos durante el genocidio perpetrado por los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Tuvia Bielski (Daniel Craig) es el hermano centrado e idealista, dispuesto a ayudar a los judíos que huyen al bosque cuando el ejército alemán y la policía rusa los persiguen en la campiña de Bielorrusia (hoy Belarús). Por el contrario, Zus Bielski (Liev Schreiber) es práctico y violento, listo para exterminar a sus opresores. Pero de algún modo la combinación de opuestas actitudes funciona y, bajo la guía de ambos, los refugiados forman una comunidad rústica pero funcional en el bosque. Sin embargo las incursiones de los alemanes, la presión de alimentar a tantas personas y los conflictos de conciencia que enfrentan todos los días terminan separando a los hermanos, debilitando la comunidad y poniendo en peligro la supervivencia de sus habitantes.
El veterano director Ed Zwick tiene bastante experiencia en el cine bélico, pues su filmografía cubre conflictos tan variados como la Guerra Civil Norteamericana (Glory), la primera Guerra del Golfo Pérsico (Courage Under Fire), la Rebelión Japonesa del siglo diecinueve (The Last Samurai) e incluso una hipotética guerrilla urbana en Nueva York (The Siege). Por eso podemos confiar en su impecable atención al detalle en armas, locaciones y demás ambientación histórica, así como su destreza para orquestar tensas y emocionales secuencias de batalla, quizás modestas en escala pero impactantes en contenido. Su selección de actores fue también perfecta, con Daniel Craig, Liev Schreiber y Jamie Bell en excelente forma como los muy distintos hermanos Bielski, a quienes no teme mostrar como seres humanos falibles e imperfectos, capaces de tomar malas decisiones y actuar con crueldad y egoísmo que rara vez vemos en los "héroes" de la pantalla.
Sin embargo, el libreto co-escrito por el mismo Zwick y Clayton Frohman (basados en el libro de Nechama Tec) carece de similar enfoque e intensidad. La primera media hora es eficiente y compacta, mostrándonos claramente el hostil entorno que experimentaron los judíos de Europa Oriental, y la colaboración (forzada o voluntaria) de la población que no tenía muchas objeciones denunciando y asesinando a sus vecinos para obtener beneficios económicos, o tan sólo el favor de los invasores Nazis. Pero durante los siguientes noventa minutos, cuando la acción nos lleva al frío bosque ruso, la historia empieza a divagar, como tratando de encontrar (sin éxito) un camino narrativo que conecte limpiamente las vertientes de la trama. Parecería que los escritores no decidieron si quieren centrarse en los lazos románticos de los refugiados, en el conflicto "a fuego lento" entre los dos hermanos, o si todo eso es relleno para pasar el tiempo entre escenas de batalla contra los Nazis. Como sea, el resultado es difuso, tedioso, y corre el riesgo de perder la atención del espectador entre tantos elementos mal dibujados y pobremente descritos. No sé si la película debió durar menos y omitir tantos divergentes detalles, o si debió durar el doble, para examinar con mayor detenimiento cada faceta de la interesante historia (por ejemplo, me hubiera gustado ver más del ejército soviético y su difícil posición de aliarse contra previos enemigos para combatir a un oponente más poderoso).
No obstante, a pesar de tantas quejas, tengo que recomendar Desafío por la fuerza de sus actuaciones, la íntima y detallada dirección de Ed Zwick, y sobre todo por celebrar un asombroso acto de inquebrantable voluntad, valentía y humanidad en uno de los peores momentos de la historia moderna (aunque, como todo evento relevante, la labor de los Bielski tiene también detractores). En su más básica forma, puedo describir Desafío como una muy modesta combinación del heroísmo judío de Schindler's List (pero sin el mismo impacto emocional) con la acción insurgente de Black Book (pero sin la energía de Verhoeven, o su afición por los constantes desnudos). Quizás este pasaje de la historia merecía una mejor película, pero incluso en su deficiente forma actual Desafío ofrece un digno recuento de los "hechos" con un hábil elenco y notables momentos de angustia, suspenso y triunfo del espíritu humano. Y, si todo falla, por lo menos me convenció totalmente de la viabilidad que tiene Liev Schreiber como héroe de acción... cosa que no logró por completo X-Men Origins: Wolverine. Así que buen trabajo, Sr. Zwick.
Calificación: 7
jueves, 27 de agosto de 2009
Choke
En general me gustan los libros del ecléctico autor Chuck Palahniuk, aunque también comprendo a sus múltiples detractores. Sus novelas frecuentemente bordean en lo absurdo, y están repletas de personajes bizarros y antipáticos con ambiguas motivaciones e inexistente moralidad. Sin embargo la vitalidad de su narrativa y la potencia de sus ideas bastan para hacer su obra hipnótica y fascinante, fundamentada en sorpresivos conceptos que son tratados con un estilo a la vez lacónico y poético que ejemplifica la única e inolvidable "voz" del autor.
Como esa palabrería demuestra, es difícil describir la obra de Palahniuk. ¿Qué tan fácil puede ser adaptarla a cine? Supongo que, para bien o para mal, el precedente establecido por la notable cinta Fight Club impuso un elevado estándar difícil de superar. Choke no tiene esperanza alguna de alcanzarlo, pero dentro de todo creo que el director Clark Gregg (quizás más conocido como el agente de S.H.I.E.L.D. en la cinta Iron Man) hizo un buen esfuerzo por destilar el subversivo espíritu del libro en un guión breve y razonablemente conciso. Lo que no logró fue capturar el sardónico humor y la fascinante psicología de sus personajes.
Hablando de lo cual, comencemos con su protagonista. Victor Mancini (Sam Rockwell) divide su vida entre un humillante trabajo diurno, sesiones nocturnas de terapia para combatir su adicción al sexo (aunque ofrecen más tentaciones que ayuda), y visitas a su madre senil Ida (Anjelica Huston) en una costosa clínica privada que el joven apenas puede pagar. Para complicar las cosas, Victor comienza una extraña relación con la Dra. Marshall (Kelly Macdonald), quien tiene un extraño plan para tratar la demencia de Ida... la cual a su vez guarda un increíble secreto sobre la paternidad real de Víctor. Y por si todo eso no fuera suficiente, también seguimos las peripecias de Denny (Brad William Henke), el mejor amigo de Víctor, cuya vida parece mejorar cuando se enamora de la engañosamente ignorante bailarina exótica Beth (Gillian Jacobs).
Como he dicho antes, el principal problema de adaptar una obra literaria a cine es que incluso si se respeta la trama, se pierde esa "voz" del autor que hizo memorable al libro. Y es precisamente ahí donde debe entrar la visión del director, para recuperar esa identidad o al menos reemplazarla por algo igualmente interesante y único. La mencionada Fight Club es un ejemplo perfecto; pero Clark Gregg no es David Fincher, y su floja dirección en Choke apenas genera la energía suficiente para mantener la historia en movimiento. Si no fuera por la excelente actuación de Sam Rockwell en el papel principal, tendríamos hora y media de extravagantes escenas y cínicos diálogos ocasionalmente graciosos pero no muy coherentes. Afortunadamente Rockwell presta realismo al arco emocional del protagonista, y aunque muchos elementos no encajan firmemente en la narrativa, a fin de cuentas nos conduce (aunque sea con empujones) a una conclusión medianamente optimista y satisfactoria.
Quizás la película funciona como un marginalmente interesante complemento del libro, pero en realidad creo que fue un error llevarlo a la pantalla, pues Choke debería disfrutarse (o al menos experimentarse) en su forma literaria, donde funciona mejor gracias a su estructura, vívidas descripciones y elocuente narrativa. Sin embargo pudo ser mucho peor, y aprecio que el director haya por lo menos respetado la franqueza sexual de la novela (aunque no sea en forma gráfica) y sus profanas revelaciones, que tal vez repulsen a algunos espectadores. Como sea, puedo darle una tenue recomendación a Choke, especialmente para quien haya leído la novela y pueda “llenar los huecos” dejados por la pobre dirección y el abreviado libreto. Aunque, pensándolo bien, ¿para qué querrían ver una versión incompleta e insípida del libro? Quizás por la actuación de Rockwell y Huston, pero para eso hay mejores películas.
Calificación: 6.5
Como esa palabrería demuestra, es difícil describir la obra de Palahniuk. ¿Qué tan fácil puede ser adaptarla a cine? Supongo que, para bien o para mal, el precedente establecido por la notable cinta Fight Club impuso un elevado estándar difícil de superar. Choke no tiene esperanza alguna de alcanzarlo, pero dentro de todo creo que el director Clark Gregg (quizás más conocido como el agente de S.H.I.E.L.D. en la cinta Iron Man) hizo un buen esfuerzo por destilar el subversivo espíritu del libro en un guión breve y razonablemente conciso. Lo que no logró fue capturar el sardónico humor y la fascinante psicología de sus personajes.
Hablando de lo cual, comencemos con su protagonista. Victor Mancini (Sam Rockwell) divide su vida entre un humillante trabajo diurno, sesiones nocturnas de terapia para combatir su adicción al sexo (aunque ofrecen más tentaciones que ayuda), y visitas a su madre senil Ida (Anjelica Huston) en una costosa clínica privada que el joven apenas puede pagar. Para complicar las cosas, Victor comienza una extraña relación con la Dra. Marshall (Kelly Macdonald), quien tiene un extraño plan para tratar la demencia de Ida... la cual a su vez guarda un increíble secreto sobre la paternidad real de Víctor. Y por si todo eso no fuera suficiente, también seguimos las peripecias de Denny (Brad William Henke), el mejor amigo de Víctor, cuya vida parece mejorar cuando se enamora de la engañosamente ignorante bailarina exótica Beth (Gillian Jacobs).
Como he dicho antes, el principal problema de adaptar una obra literaria a cine es que incluso si se respeta la trama, se pierde esa "voz" del autor que hizo memorable al libro. Y es precisamente ahí donde debe entrar la visión del director, para recuperar esa identidad o al menos reemplazarla por algo igualmente interesante y único. La mencionada Fight Club es un ejemplo perfecto; pero Clark Gregg no es David Fincher, y su floja dirección en Choke apenas genera la energía suficiente para mantener la historia en movimiento. Si no fuera por la excelente actuación de Sam Rockwell en el papel principal, tendríamos hora y media de extravagantes escenas y cínicos diálogos ocasionalmente graciosos pero no muy coherentes. Afortunadamente Rockwell presta realismo al arco emocional del protagonista, y aunque muchos elementos no encajan firmemente en la narrativa, a fin de cuentas nos conduce (aunque sea con empujones) a una conclusión medianamente optimista y satisfactoria.
Quizás la película funciona como un marginalmente interesante complemento del libro, pero en realidad creo que fue un error llevarlo a la pantalla, pues Choke debería disfrutarse (o al menos experimentarse) en su forma literaria, donde funciona mejor gracias a su estructura, vívidas descripciones y elocuente narrativa. Sin embargo pudo ser mucho peor, y aprecio que el director haya por lo menos respetado la franqueza sexual de la novela (aunque no sea en forma gráfica) y sus profanas revelaciones, que tal vez repulsen a algunos espectadores. Como sea, puedo darle una tenue recomendación a Choke, especialmente para quien haya leído la novela y pueda “llenar los huecos” dejados por la pobre dirección y el abreviado libreto. Aunque, pensándolo bien, ¿para qué querrían ver una versión incompleta e insípida del libro? Quizás por la actuación de Rockwell y Huston, pero para eso hay mejores películas.
Calificación: 6.5
miércoles, 26 de agosto de 2009
Adventureland
Lo primero que conviene entender para disfrutar Adventureland es que no se trata de una típica comedia juvenil en busca de risas fáciles y grotescos excesos. Desafortunadamente los cortos de la película y demás material publicitario trataron de venderla así, con la frase "Del director de Superbad" como anzuelo para capturar al público adolescente, prometiendo una nueva dosis de vulgaridad y desfiguros escatológicos. Gran error; Adventureland tiene abundantes momentos graciosos, pero realmente es un melodrama más interesado en examinar la natural evolución de un romance veraniego, y no en mostrarnos las locuras de jóvenes hambrientos de sexo.
Lo curioso es que el sexo tiene preponderante papel en la trama, e incluso el protagonista es uno de esos adolescentes vírgenes que ansían desechar tal condición. Sin embargo el detallado guión libera al clásico cliché de toda explotación y amarillismo, centrándose en las volubles emociones que desata esa situación, y en las reacciones de sus bien construidos personajes.
La historia se ubica a fines de los ochentas, donde encontramos al joven James Brennan (Jesse Eisenberg) listo para embarcarse en un memorable viaje a Europa con su mejor amigo, celebrando el final de la preparatoria y su próximo ingreso a la Universidad. Pero una crisis financiera en su hogar lo obliga a abandonar esos planes y reemplazar su viaje con un trabajo veraniego en Adventureland, un humilde y decrépito parque de diversiones donde conoce a un colorido grupo de colegas, desde la inteligente y atractiva Em (Kristen Stewart) hasta el taciturno adulto Mike (Ryan Reynolds), a quienes todos admiran por sus impresionantes anécdotas musicales. Desde luego hay una inmediata atracción entre Em y James, pero será difícil cultivar el romance debido a la ambigua vida social de la joven, y a las tentaciones que acechan al inexperto muchacho.
En la mencionada cinta Superbad, el director Greg Mottola encontró magnífica química entre sus actores protagónicos, mostrando una genuina amistad como respaldo de sus más "extremas" escenas. En Adventureland, Mottola destila los mejores elementos de esa relación y extirpa la más obvia comedia para dedicar su atención a la joven pareja y su entorno. Cuando hay humor es porque surge de sus personalidades y reacciones, y no por abstractos caprichos que restarían realismo a la trama. Para lograr esto, Mottola se apoya en el excelente trabajo de su joven elenco. Kristen Stewart tuvo la buena/mala suerte de participar en la inmensamente popular cinta Twilight, lo cual sin duda la ha dejado estereotipada para siempre, pero su trabajo en Adventureland demuestra su capacidad para intepretar personajes similares en un nivel (adolescente con emociones divididas) pero totalmente distintos en sus detalles y motivación. Jesse Eisenberg me pareció adecuado en sus previas obras (particulamente disfruté The Squid and the Whale), y aunque esta vez tiene un papel más pasivo, consigue expresar sutilmente la turbulencia y contradicción de sus sentimientos. Ryan Reynolds se aleja por un momento de su eterno bufón sarcástico para interpretar al conflictivo Mike, admirado por los jóvenes que lo rodean, pero secretamente afligido por su miserable matrimonio. Incluso los confiables Bill Hader y Kristen Wiig (de SNL) mantienen sus actuaciones bajo control, aportando algunas risas sin abusar de su usual extravagancia.
Puedo recomendar Adventureland con la advertencia señalada: no hay que esperar "Superbad, Part 2", sino algo más parecido a Nick and Norah's Infinite Playlist (aunque no tan bueno). Y desde luego habrá diversión adicional para quienes crecimos en los ochentas, pues incluso la banda sonora contribuye a la narrativa, no sólo estableciendo atmósfera y nostalgia, sino provocando risas por mérito propio (si no me gustaba antes la canción Amadeus, ahora la aborrezco). Fue ciertamente refrescante encontrar un enfoque reflexivo y profundo de la clásica historia sobre romance en el límite de la adolescencia. Tal vez presagia un renacimiento después de los bodrios directos a DVD que infestaron el género recientemente. En otras palabras, el cine juvenil también está madurando.
Calificación: 9
Lo curioso es que el sexo tiene preponderante papel en la trama, e incluso el protagonista es uno de esos adolescentes vírgenes que ansían desechar tal condición. Sin embargo el detallado guión libera al clásico cliché de toda explotación y amarillismo, centrándose en las volubles emociones que desata esa situación, y en las reacciones de sus bien construidos personajes.
La historia se ubica a fines de los ochentas, donde encontramos al joven James Brennan (Jesse Eisenberg) listo para embarcarse en un memorable viaje a Europa con su mejor amigo, celebrando el final de la preparatoria y su próximo ingreso a la Universidad. Pero una crisis financiera en su hogar lo obliga a abandonar esos planes y reemplazar su viaje con un trabajo veraniego en Adventureland, un humilde y decrépito parque de diversiones donde conoce a un colorido grupo de colegas, desde la inteligente y atractiva Em (Kristen Stewart) hasta el taciturno adulto Mike (Ryan Reynolds), a quienes todos admiran por sus impresionantes anécdotas musicales. Desde luego hay una inmediata atracción entre Em y James, pero será difícil cultivar el romance debido a la ambigua vida social de la joven, y a las tentaciones que acechan al inexperto muchacho.
En la mencionada cinta Superbad, el director Greg Mottola encontró magnífica química entre sus actores protagónicos, mostrando una genuina amistad como respaldo de sus más "extremas" escenas. En Adventureland, Mottola destila los mejores elementos de esa relación y extirpa la más obvia comedia para dedicar su atención a la joven pareja y su entorno. Cuando hay humor es porque surge de sus personalidades y reacciones, y no por abstractos caprichos que restarían realismo a la trama. Para lograr esto, Mottola se apoya en el excelente trabajo de su joven elenco. Kristen Stewart tuvo la buena/mala suerte de participar en la inmensamente popular cinta Twilight, lo cual sin duda la ha dejado estereotipada para siempre, pero su trabajo en Adventureland demuestra su capacidad para intepretar personajes similares en un nivel (adolescente con emociones divididas) pero totalmente distintos en sus detalles y motivación. Jesse Eisenberg me pareció adecuado en sus previas obras (particulamente disfruté The Squid and the Whale), y aunque esta vez tiene un papel más pasivo, consigue expresar sutilmente la turbulencia y contradicción de sus sentimientos. Ryan Reynolds se aleja por un momento de su eterno bufón sarcástico para interpretar al conflictivo Mike, admirado por los jóvenes que lo rodean, pero secretamente afligido por su miserable matrimonio. Incluso los confiables Bill Hader y Kristen Wiig (de SNL) mantienen sus actuaciones bajo control, aportando algunas risas sin abusar de su usual extravagancia.
Puedo recomendar Adventureland con la advertencia señalada: no hay que esperar "Superbad, Part 2", sino algo más parecido a Nick and Norah's Infinite Playlist (aunque no tan bueno). Y desde luego habrá diversión adicional para quienes crecimos en los ochentas, pues incluso la banda sonora contribuye a la narrativa, no sólo estableciendo atmósfera y nostalgia, sino provocando risas por mérito propio (si no me gustaba antes la canción Amadeus, ahora la aborrezco). Fue ciertamente refrescante encontrar un enfoque reflexivo y profundo de la clásica historia sobre romance en el límite de la adolescencia. Tal vez presagia un renacimiento después de los bodrios directos a DVD que infestaron el género recientemente. En otras palabras, el cine juvenil también está madurando.
Calificación: 9
lunes, 24 de agosto de 2009
Cine Clásico: First Men in the Moon (1964)
El reciente cuadragésimo aniversario de la llegada del hombre a la Luna me hizo recordar una de mis películas favoritas de ciencia ficción, en la que se retrata ese evento... aunque no exactamente como lo recuerda la historia. Se trata de First Men in the Moon, estrenada en 1964 quizás como una apropiada celebración de fantasía antes de que el realismo y seriedad se volvieran la norma en la ciencia ficción de la siguiente década. First Men in the Moon está formalmente basada en la epónima novela de H.G. Wells, pero en cierto modo su libreto (co-escrito por el genial Nigel Kneale) podría considerarse como una traviesa combinación de conceptos y personajes generados por los demás proto-titanes de la ciencia ficción, desde Jules Verne y Edgar R. Burroughs en literatura, hasta George Melies y Fritz Lang en cine mudo. Como sea, no quiero verla como un plagio de esas historias, sino como un sincero y divertido homenaje que combina perfectamente la ingenuidad e imaginación del siglo diecinueve con el celo científico del avanzado siglo veinte.
La historia se desarrolla en época "actual" (mediados de los sesentas), y comienza con la llegada de la primera misión tripulada a la Luna (más o menos realista, pero tomen en cuenta que fue filmada 5 años antes del genuino evento). La estoica tripulación multi-cultural explora el agreste paisaje lunar con la solemnidad que merece la situación. Pero súbitamente encuentran algo que destruye todas sus expectativas: una polvorosa bandera inglesa y un antiguo documento fechado en 1899, en el que un tal Joseph Cavor y sus acompañantes claman la Luna en nombre del Imperio Británico. Sobra decir que tanto los astronautas como los controladores de la misión quedan absolutamente perplejos ante esta inesperada revelación. Buscando respuestas, una avalancha de científicos y reporteros llega a Gran Bretaña en busca del último sobreviviente de aquella "primera" misión lunar, quien ahora es un débil pero entusiasta anciano viviendo en el anonimato de una modesta casa de descanso. Contra los deseos de su enfermera el hombre acepta responder las ávidas preguntas de sus visitantes, pero antes hace una seria y enfática advertencia: ¡los astronautas que están en la Luna deben regresar de inmediato, pues están en grave peligro! Y entonces empieza el extenso "flash-back" en el que se revela la proeza científica realizada casi un siglo atrás...
El año es 1899, y el Profesor Cavor (Lionel Jeffries) realiza misteriosos (y peligrosos) experimentos químicos en una apartada casa de campo. Preocupado por el riesgo de explosiones, su vecino Arnold Bedford (Edward Judd) indaga sobre la labor del excéntrico científico, y se entera de un asombroso descubrimiento: el compuesto llamado cavorita (en honor a su inventor), capaz de anular selectivamente la fuerza de gravedad. Deseoso de colaborar con Cavor (y compartir los beneficios comerciales de tan maravillosa sustancia), Bedford acepta participar en una audaz prueba: un viaje a la Luna a bordo de una pequeña nave poliédrica recubierta con cavorita. Su esposa Kate (Martha Hyer) no está de acuerdo con el plan pero de algún modo se vuelve pasajera accidental, y termina acompañándolos en su insólita misión.
Cuando finalmente aterrizan en la Luna, comienzan las sorpresas. Para empezar descubren un enorme complejo subterráneo con atmósfera respirable, generada por titánicas máquinas alimentadas con energía solar. También hay amenazadores gastrópodos gigantes... y una raza de insectos humanoides que rápidamente capturan la nave de Cavor, mientras sus tripulantes exploran las maravillas que yacen bajo el suelo selenita. Pero cuando Cavor mismo es capturado por los insectos y llevado ante el líder de la quitinosa civilización, descubre que las criaturas poseen considerable inteligencia, y no sólo están ávidas de conocimiento, sino deseosas de entablar un diálogo con el trío de visitantes terrestres. Cavor celebra la noticia, y procede a compartir sus conocimientos con el líder... pero mientras el Profesor hace nuevos amigos, Bedford descubre ciertos detalles que sugieren algo más siniestro... quizás las preguntas de los selenitas no obedecen a la simple curiosidad científica, sino a un complejo ritual en el que están juzgando a la humanidad por su bien conocida violencia y brutalidad. Entonces, armado con un rifle, el impulsivo joven intenta liberar al Profesor, dándoles de paso a los selenitas una exhibición de típica violencia humana...
Me gusta mucho la mezcla de ciencia ficción y fantasía que emplea esta película. O, mejor dicho, la entusiasta aplicación de dudosas leyes naturales para justificar la existencia de un compuesto anti-gravedad, insectos humanoides en la luna y naves espaciales de la Era Victoriana. El brillante guionista Nigel Kneale (responsable por algunas notables cintas de ciencia ficción inglesas, como Quatermass and the Pit y The Abominable Snowman) siempre supo conciliar la irrealidad de la más febril fantasía con personajes bien dibujados e ideas que prestaban peso y credibilidad a sus exóticas premisas. Claro que gran parte del crédito pertenece también al legendario H.G. Wells por su semi-profética e imaginativa novela... pero no puedo dejar de notar la influencia de Kneale en el libreto de First Men in the Moon.
Las actuaciones resultan un poco frívolas, y demeritan el serio tono de la historia, pero al mismo tiempo añaden un toque de humor que hace más ameno el recorrido por el subsuelo lunar. Hablando de lo cual, es indispensable señalar el extraordinario trabajo del veterano Ray Harryhausen en el diseño de escenarios, personajes y realización de los complejos efectos especiales. Claro, para audiencias acostumbradas al realismo digital contemporáneo parecerán risibles las criaturas animadas en "stop motion"; pero un breve examen revela inusitada complejidad, al menos para los estándares de aquella época. En vez del torpe y deficiente sistema de proyección trasera, Harryhausen empleó elaborados métodos de composición óptica para lograr varios niveles de profundidad en la imagen. Hoy sería muy simple obtener ese efecto con el bien conocido sistema de "blue-screen" y unos minutos en After Effects, pero en aquel entonces implicaba arduo trabajo de rotoscopio y cuidadosa planeación al momento de filmar. Sospecho que estos detalles pasarán desapercibidos para la gran mayoría del público; sin embargo me impresionaron casi tanto como las dinámicas secuencias que nos regala el director Nathan Juran (otro veterano del clásico cine fantástico).
First Men in the Moon es una poco conocida pero muy entretenida obra de ciencia ficción que tal vez resultó demasiado ambiciosa para considerarse "película B", y demasiado inverosímil para ubicarse en el “realista” estrato de 2001, Fahrenheit 451, Alphaville y otras intelectuales cintas de aquella década. Aún así nos cuenta una gran historia con energía y estilo, adornada con apasionantes ideas, relevantes mensajes y efectos especiales de primera línea. Pero, más importante, nos recuerda que en ocasiones el ayer puede ser más interesante que el hoy, aunque ambos palidecen antes las posibilidades del mañana. Creo que la Luna aún tiene el potencial de sorprendernos, quizás en el cine... pero ojalá sea en la vida real.
Calificacion: 9
La historia se desarrolla en época "actual" (mediados de los sesentas), y comienza con la llegada de la primera misión tripulada a la Luna (más o menos realista, pero tomen en cuenta que fue filmada 5 años antes del genuino evento). La estoica tripulación multi-cultural explora el agreste paisaje lunar con la solemnidad que merece la situación. Pero súbitamente encuentran algo que destruye todas sus expectativas: una polvorosa bandera inglesa y un antiguo documento fechado en 1899, en el que un tal Joseph Cavor y sus acompañantes claman la Luna en nombre del Imperio Británico. Sobra decir que tanto los astronautas como los controladores de la misión quedan absolutamente perplejos ante esta inesperada revelación. Buscando respuestas, una avalancha de científicos y reporteros llega a Gran Bretaña en busca del último sobreviviente de aquella "primera" misión lunar, quien ahora es un débil pero entusiasta anciano viviendo en el anonimato de una modesta casa de descanso. Contra los deseos de su enfermera el hombre acepta responder las ávidas preguntas de sus visitantes, pero antes hace una seria y enfática advertencia: ¡los astronautas que están en la Luna deben regresar de inmediato, pues están en grave peligro! Y entonces empieza el extenso "flash-back" en el que se revela la proeza científica realizada casi un siglo atrás...
El año es 1899, y el Profesor Cavor (Lionel Jeffries) realiza misteriosos (y peligrosos) experimentos químicos en una apartada casa de campo. Preocupado por el riesgo de explosiones, su vecino Arnold Bedford (Edward Judd) indaga sobre la labor del excéntrico científico, y se entera de un asombroso descubrimiento: el compuesto llamado cavorita (en honor a su inventor), capaz de anular selectivamente la fuerza de gravedad. Deseoso de colaborar con Cavor (y compartir los beneficios comerciales de tan maravillosa sustancia), Bedford acepta participar en una audaz prueba: un viaje a la Luna a bordo de una pequeña nave poliédrica recubierta con cavorita. Su esposa Kate (Martha Hyer) no está de acuerdo con el plan pero de algún modo se vuelve pasajera accidental, y termina acompañándolos en su insólita misión.
Cuando finalmente aterrizan en la Luna, comienzan las sorpresas. Para empezar descubren un enorme complejo subterráneo con atmósfera respirable, generada por titánicas máquinas alimentadas con energía solar. También hay amenazadores gastrópodos gigantes... y una raza de insectos humanoides que rápidamente capturan la nave de Cavor, mientras sus tripulantes exploran las maravillas que yacen bajo el suelo selenita. Pero cuando Cavor mismo es capturado por los insectos y llevado ante el líder de la quitinosa civilización, descubre que las criaturas poseen considerable inteligencia, y no sólo están ávidas de conocimiento, sino deseosas de entablar un diálogo con el trío de visitantes terrestres. Cavor celebra la noticia, y procede a compartir sus conocimientos con el líder... pero mientras el Profesor hace nuevos amigos, Bedford descubre ciertos detalles que sugieren algo más siniestro... quizás las preguntas de los selenitas no obedecen a la simple curiosidad científica, sino a un complejo ritual en el que están juzgando a la humanidad por su bien conocida violencia y brutalidad. Entonces, armado con un rifle, el impulsivo joven intenta liberar al Profesor, dándoles de paso a los selenitas una exhibición de típica violencia humana...
Me gusta mucho la mezcla de ciencia ficción y fantasía que emplea esta película. O, mejor dicho, la entusiasta aplicación de dudosas leyes naturales para justificar la existencia de un compuesto anti-gravedad, insectos humanoides en la luna y naves espaciales de la Era Victoriana. El brillante guionista Nigel Kneale (responsable por algunas notables cintas de ciencia ficción inglesas, como Quatermass and the Pit y The Abominable Snowman) siempre supo conciliar la irrealidad de la más febril fantasía con personajes bien dibujados e ideas que prestaban peso y credibilidad a sus exóticas premisas. Claro que gran parte del crédito pertenece también al legendario H.G. Wells por su semi-profética e imaginativa novela... pero no puedo dejar de notar la influencia de Kneale en el libreto de First Men in the Moon.
Las actuaciones resultan un poco frívolas, y demeritan el serio tono de la historia, pero al mismo tiempo añaden un toque de humor que hace más ameno el recorrido por el subsuelo lunar. Hablando de lo cual, es indispensable señalar el extraordinario trabajo del veterano Ray Harryhausen en el diseño de escenarios, personajes y realización de los complejos efectos especiales. Claro, para audiencias acostumbradas al realismo digital contemporáneo parecerán risibles las criaturas animadas en "stop motion"; pero un breve examen revela inusitada complejidad, al menos para los estándares de aquella época. En vez del torpe y deficiente sistema de proyección trasera, Harryhausen empleó elaborados métodos de composición óptica para lograr varios niveles de profundidad en la imagen. Hoy sería muy simple obtener ese efecto con el bien conocido sistema de "blue-screen" y unos minutos en After Effects, pero en aquel entonces implicaba arduo trabajo de rotoscopio y cuidadosa planeación al momento de filmar. Sospecho que estos detalles pasarán desapercibidos para la gran mayoría del público; sin embargo me impresionaron casi tanto como las dinámicas secuencias que nos regala el director Nathan Juran (otro veterano del clásico cine fantástico).
First Men in the Moon es una poco conocida pero muy entretenida obra de ciencia ficción que tal vez resultó demasiado ambiciosa para considerarse "película B", y demasiado inverosímil para ubicarse en el “realista” estrato de 2001, Fahrenheit 451, Alphaville y otras intelectuales cintas de aquella década. Aún así nos cuenta una gran historia con energía y estilo, adornada con apasionantes ideas, relevantes mensajes y efectos especiales de primera línea. Pero, más importante, nos recuerda que en ocasiones el ayer puede ser más interesante que el hoy, aunque ambos palidecen antes las posibilidades del mañana. Creo que la Luna aún tiene el potencial de sorprendernos, quizás en el cine... pero ojalá sea en la vida real.
Calificacion: 9
domingo, 23 de agosto de 2009
Nueva York en Escena (Synecdoche, New York)
El brillante guionista Charlie Kaufman sorprendió al público durante la última década con ingeniosas películas como Being John Malkovich, Adaptation y Eternal Sunshine of the Spotless Mind (olvidemos por un momento Human Nature). Por azar o destino, todas ellas fueron realizadas por directores cuya única visión complementó la exótica sensibilidad del escritor. ¿Qué resultados tendremos ahora, cuando Kaufamn mismo toma el control de su material, debutando como director en Nueva York en Escena? Respuesta: No sé.
La película comienza con escenas de pueril rutina en la casa del director teatral Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman), donde su esposa artista Adele (Catherine Keener) muestra señales de hastío por su matrimonio, y su hija Olive (Sadie Goldstein) experimenta extraños movimientos intestinales. Mientras tanto, en su vida profesional, Caden dirige una poco ortodoxa puesta en escena de Death of a Salesman, cuyo gran éxito lo hace acreedor a la prestigiosa beca Macarthy, dándole suficiente libertad financiera para emprender el proyecto de sus sueños: una masiva obra teatral sobre su propia vida. Pero conforme la representación cobra forma, su vida real colapsa en extrañas maneras, haciéndonos pensar que la "realidad" que estamos viendo es subjetiva, impredecible... y severamente bizarra.
Eso no empieza siquiera a describir el extraño viaje que Kaufman nos invita a seguir a lo largo de dos horas. Sin embargo, las perfectas actuaciones ayudan a mantener centrada la atención del espectador, y hacen más fácil la asimilación de tantas inesperados digresiones y cambios de perspectiva que sufre la compleja historia. Supongo que no todos los días se ofrecen papeles como estos a los actores en Hollywood, lo cual quizás explica el asombroso ensamble que reclutó el director, incluyendo al gran Tom Noonan, Jennifer Jason Leigh, Dianne Wiest, Michelle Williams, Hope Davis, Emily Watson... y muchos más. También me sorprendió la astuta y precisa dirección de Kaufman, mostrando la sutileza y madurez que esperaríamos en un cineasta veterano. O quizás simplemente nos está engañando, como parte de un torcido chiste del que somos a la vez víctimas y participantes.
Así es. La verdad no sé si Nueva York en Escena es uno de esos pretenciosos e indulgentes caprichos semi-auto-biográficos que analizan la crisis de la edad madura en disfuncionales personajes... o si es una parodia de esos mismos pretenciosos e indulgentes caprichos que han infestado con alarmante frecuencia los cines en años recientes. O tal vez la genialidad de Kaufman radica justamente en hacer imposible que distingamos la diferencia. O, desde otro punto de vista, esa incertidumbre podría ser la falla más grande de la película.
A fin de cuentas encontré Nueva York en Escena simultáneamente fascinante, aburrida, graciosa, profunda y hueca. No me arrepiento de haberla visto, pero sólo la recomendaría a fans del cine "de arte" que no resientan cuestionamientos ontológicos sin respuesta o pretenciosas visitas al subconsciente de un director con mucho que decir, pero no necesariamente con el talento (o disposición) para expresarlo claramente. Y, por si sirve de algo, señalaré que el título original de la película "Sinécdoque, Nueva York" se refiere a la forma idiomática que emplea una parte para expresar el todo (como llamarle "ruedas" al automóvil o "tubo" al televisor). Como sea, esta es la película perfecta para ser asignada como tarea por profesores universitarios, para que sus alumnos expliquen "¿Qué significa la casa en llamas?" "¿Por qué el dirigible se desplaza de derecha a izquierda y no de izquierda a derecha?". Por favor no me escriban para responderlo porque tampoco lo sé; simplemente hagan lo que yo haría: buscar un denso párrafo de palabrería psicológica en Wikipedia y adaptarlo a la situación, para que una búsqueda en Google no revele su origen. No me extrañaría que eso mismo hubiera hecho Kaufman para armar su oda (o sátira) a la egolatría.
Calificación: 6.5
La película comienza con escenas de pueril rutina en la casa del director teatral Caden Cotard (Philip Seymour Hoffman), donde su esposa artista Adele (Catherine Keener) muestra señales de hastío por su matrimonio, y su hija Olive (Sadie Goldstein) experimenta extraños movimientos intestinales. Mientras tanto, en su vida profesional, Caden dirige una poco ortodoxa puesta en escena de Death of a Salesman, cuyo gran éxito lo hace acreedor a la prestigiosa beca Macarthy, dándole suficiente libertad financiera para emprender el proyecto de sus sueños: una masiva obra teatral sobre su propia vida. Pero conforme la representación cobra forma, su vida real colapsa en extrañas maneras, haciéndonos pensar que la "realidad" que estamos viendo es subjetiva, impredecible... y severamente bizarra.
Eso no empieza siquiera a describir el extraño viaje que Kaufman nos invita a seguir a lo largo de dos horas. Sin embargo, las perfectas actuaciones ayudan a mantener centrada la atención del espectador, y hacen más fácil la asimilación de tantas inesperados digresiones y cambios de perspectiva que sufre la compleja historia. Supongo que no todos los días se ofrecen papeles como estos a los actores en Hollywood, lo cual quizás explica el asombroso ensamble que reclutó el director, incluyendo al gran Tom Noonan, Jennifer Jason Leigh, Dianne Wiest, Michelle Williams, Hope Davis, Emily Watson... y muchos más. También me sorprendió la astuta y precisa dirección de Kaufman, mostrando la sutileza y madurez que esperaríamos en un cineasta veterano. O quizás simplemente nos está engañando, como parte de un torcido chiste del que somos a la vez víctimas y participantes.
Así es. La verdad no sé si Nueva York en Escena es uno de esos pretenciosos e indulgentes caprichos semi-auto-biográficos que analizan la crisis de la edad madura en disfuncionales personajes... o si es una parodia de esos mismos pretenciosos e indulgentes caprichos que han infestado con alarmante frecuencia los cines en años recientes. O tal vez la genialidad de Kaufman radica justamente en hacer imposible que distingamos la diferencia. O, desde otro punto de vista, esa incertidumbre podría ser la falla más grande de la película.
A fin de cuentas encontré Nueva York en Escena simultáneamente fascinante, aburrida, graciosa, profunda y hueca. No me arrepiento de haberla visto, pero sólo la recomendaría a fans del cine "de arte" que no resientan cuestionamientos ontológicos sin respuesta o pretenciosas visitas al subconsciente de un director con mucho que decir, pero no necesariamente con el talento (o disposición) para expresarlo claramente. Y, por si sirve de algo, señalaré que el título original de la película "Sinécdoque, Nueva York" se refiere a la forma idiomática que emplea una parte para expresar el todo (como llamarle "ruedas" al automóvil o "tubo" al televisor). Como sea, esta es la película perfecta para ser asignada como tarea por profesores universitarios, para que sus alumnos expliquen "¿Qué significa la casa en llamas?" "¿Por qué el dirigible se desplaza de derecha a izquierda y no de izquierda a derecha?". Por favor no me escriban para responderlo porque tampoco lo sé; simplemente hagan lo que yo haría: buscar un denso párrafo de palabrería psicológica en Wikipedia y adaptarlo a la situación, para que una búsqueda en Google no revele su origen. No me extrañaría que eso mismo hubiera hecho Kaufman para armar su oda (o sátira) a la egolatría.
Calificación: 6.5
sábado, 22 de agosto de 2009
Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico (Imagine That)
Así es... contra todo sentido común fui a ver otra comedia familiar con Eddie Murphy. En mi defensa, tuve dos excusas para justificar mi asistencia al cine. La primera es que Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico fue escrita por el equipo de Ed Solomon y Chris Matheson, responsables por Bill & Ted's Excellent Adventure y su secuela (además, Matheson es el hijo del legendario guionista Richard Matheson, creador de muchos brillantes episodios de la original serie The Twilight Zone). La segunda excusa es mi tenaz y continua apología de Eddie Murphy, a quien sigo considerando como uno de los mejores comediantes en la historia moderna, aunque esté empeñado en desperdiciar su espectacular talento en blandas y estúpidas películas que, en el mejor de los casos (no muy frecuente) nos regalan uno o dos fugaces destellos de su casi extinta genialidad.
Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico pertenece a esa vergonzosa categoría, y cuenta la historia de Evan Danielson (Eddie Murphy), un exitoso asesor financiero perpetuamente agobiado con problemas en todos los aspectos de su vida. En el trabajo debe competir con el arrogante Johnny Whitefeather (Thomas Haden Church), cuyas estrategias económicas incluyen magia y mistiscismo nativo-americano. Y en casa decepciona constantemente a su hija Olivia (Yara Shahidi) por su falta de tiempo para pasar en familia, lo cual ha hecho que la niña se retraiga a un mundo imaginario de princesas y dragones. Pero un día Evan tiene que cuidar a Olivia, y descubre que sus amigos imaginarios (a quienes nunca vemos) tienen la extraña habilidad de predecir movimientos de bolsa, lo cual Evan aprovecha para adquirir excelente reputación en su oficina. Parece una situación perfecta, pues Evan está pasando tiempo con su hija, y cubriendo las necesidades de su trabajo; pero eventualmente deberá determinar qué es más importante para él... ¿la felicidad de su hija o el éxito de sus clientes?
Incluso con mi optimismo y admiración por Eddie Murphy me di cuenta a los treinta minutos de que había sido mala idea entrar a ver esta película. El guión es ridículo y previsiblemente empalagoso, con muy pocas oportunidades de lucir el hipotético talento del comediante. Peor aún, se desarrolla con irritante lentitud y cada escena parece prefabricada con desechos de tantas otras comedias familiares (¿Otra "tensa" conclusión en la que el padre debe elegir entre una importante reunión de negocios y el concierto escolar de su hija? ¿En serio?). Francamente la misma historia hubiera podido contarse en menos tiempo y con más humor.
Un momento... ¡ya lo hicieron! El episodio de Los Simpson donde Homero usa a Lisa para apostar en eventos deportivos cubre exactamente el mismo terreno que Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico, por no mencionar que transmite el mismo mensaje con mayor sinceridad y con más risas. La adición de Eddie Murphy a la fórmula no aporta nada, y tampoco ayuda la presencia de otros sólidos actores, desde el mencionado Thomas Haden Church (admito que me hizo reír su cabello) hasta Stephen Root (¡Jimmy James!) y Ronny Cox. Habiendo dicho eso, admito que aprecié la intención del director Karey Kirkpatrick; me parece loable realizar una fantasía infantil sin efectos especiales, apoyándose simplemente en la fuerza de la relación entre padre e hija. Pero esa buena intención no disculpa el horrible libreto y las forzadas actuaciones del elenco entero. Y aunque me gustó la banda sonora de la película, no necesitaba gastar hora y media en el cine para escuchar modernas interpretaciones de clásicos sesenteros.
Es posible que esta mala experiencia haya curado mi optimismo hacia la obra futura de Eddie Murphy (el tiempo dirá). Pero definitivamente me abstendré de recomendar este desperdicio de tiempo y recursos, sobre todo cuando un episodio de Los Simpsons hizo un mejor trabajo con una historia similar. De hecho, hasta un mal episodio de esa serie (como el de los duendes jockeys) hubiera resultado más entretenido que ver Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico... y pude haber disfrutado eso en mi propia casa. Por favor aprendan de mis errores y absténganse de ver esta bazofia. A pesar de su nombre hay muy poca imaginación en la pantalla.
Calificación: 2
Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico pertenece a esa vergonzosa categoría, y cuenta la historia de Evan Danielson (Eddie Murphy), un exitoso asesor financiero perpetuamente agobiado con problemas en todos los aspectos de su vida. En el trabajo debe competir con el arrogante Johnny Whitefeather (Thomas Haden Church), cuyas estrategias económicas incluyen magia y mistiscismo nativo-americano. Y en casa decepciona constantemente a su hija Olivia (Yara Shahidi) por su falta de tiempo para pasar en familia, lo cual ha hecho que la niña se retraiga a un mundo imaginario de princesas y dragones. Pero un día Evan tiene que cuidar a Olivia, y descubre que sus amigos imaginarios (a quienes nunca vemos) tienen la extraña habilidad de predecir movimientos de bolsa, lo cual Evan aprovecha para adquirir excelente reputación en su oficina. Parece una situación perfecta, pues Evan está pasando tiempo con su hija, y cubriendo las necesidades de su trabajo; pero eventualmente deberá determinar qué es más importante para él... ¿la felicidad de su hija o el éxito de sus clientes?
Incluso con mi optimismo y admiración por Eddie Murphy me di cuenta a los treinta minutos de que había sido mala idea entrar a ver esta película. El guión es ridículo y previsiblemente empalagoso, con muy pocas oportunidades de lucir el hipotético talento del comediante. Peor aún, se desarrolla con irritante lentitud y cada escena parece prefabricada con desechos de tantas otras comedias familiares (¿Otra "tensa" conclusión en la que el padre debe elegir entre una importante reunión de negocios y el concierto escolar de su hija? ¿En serio?). Francamente la misma historia hubiera podido contarse en menos tiempo y con más humor.
Un momento... ¡ya lo hicieron! El episodio de Los Simpson donde Homero usa a Lisa para apostar en eventos deportivos cubre exactamente el mismo terreno que Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico, por no mencionar que transmite el mismo mensaje con mayor sinceridad y con más risas. La adición de Eddie Murphy a la fórmula no aporta nada, y tampoco ayuda la presencia de otros sólidos actores, desde el mencionado Thomas Haden Church (admito que me hizo reír su cabello) hasta Stephen Root (¡Jimmy James!) y Ronny Cox. Habiendo dicho eso, admito que aprecié la intención del director Karey Kirkpatrick; me parece loable realizar una fantasía infantil sin efectos especiales, apoyándose simplemente en la fuerza de la relación entre padre e hija. Pero esa buena intención no disculpa el horrible libreto y las forzadas actuaciones del elenco entero. Y aunque me gustó la banda sonora de la película, no necesitaba gastar hora y media en el cine para escuchar modernas interpretaciones de clásicos sesenteros.
Es posible que esta mala experiencia haya curado mi optimismo hacia la obra futura de Eddie Murphy (el tiempo dirá). Pero definitivamente me abstendré de recomendar este desperdicio de tiempo y recursos, sobre todo cuando un episodio de Los Simpsons hizo un mejor trabajo con una historia similar. De hecho, hasta un mal episodio de esa serie (como el de los duendes jockeys) hubiera resultado más entretenido que ver Mi Papá y Nuestro Mundo Fantástico... y pude haber disfrutado eso en mi propia casa. Por favor aprendan de mis errores y absténganse de ver esta bazofia. A pesar de su nombre hay muy poca imaginación en la pantalla.
Calificación: 2
viernes, 21 de agosto de 2009
Arrástrame al Infierno (Drag Me to Hell)
Pertenezco a los miles de fans de Sam Raimi que vimos con gusto su ascenso crítico y comercial tras dejar atrás sus raíces en el género de terror. Cintas como A Simple Plan y The Gift revelaron al mundo su talento en historias dramáticas, mientras que la exitosísima saga de Spider-Man confirmó su firme visión para transformar una historia de super-héroes en un fenómeno mundial. Pero, al igual que esos miles de fans, resentí un poco que hubiera "abandonado" a quienes lo apoyamos desde su humilde opera prima, Evil Dead, hace treinta años. Afortunadamente Raimi también extrañó al género, y ahora lo tenemos de regreso con Arrástrame al Infierno, una divertida película que reúne a Raimi con su hermano Ivan (con quien escribió Evil Dead 2 y Army of Darkness) para entregarnos un frenético relato, demasiado ligero pero lleno de acción, vigor... y del característico lenguaje visual que dio una muy particular identidad al seminal trabajo de Raimi en los ochentas.
Arrástrame al Infierno cuenta la historia de Christine Brown (Alison Lohman), joven ejecutiva de préstamos que lucha todos los días por destacar en su empleo y superar los prejuicios de su jefe y compañeros, quienes la ven como una débil mujer incapaz de tomar decisiones difíciles, y por lo tanto condenada a permanecer en los bajos estratos de la jerarquía bancaria. Entonces, para probar lo contrario, Christine rechaza la petición de clemencia que le hace la Sra. Ganush (Lorna Raver), una anciana gitana a punto de perder su casa por falta de pago en su hipoteca. Mala decisión... la decrépita mujer resulta ser una poderosa bruja que lanza una maldición sobre Christine, en virtud de la cual será torturada durante tres días antes de que un espíritu maligno se lleve su alma al infierno. Y así, con la incrédula ayuda de su novio Clay (Justin Long) y el renuente apoyo del psíquico Jas (Dileep Rao), la joven intentará romper el hechizo y salvar su alma de la eterna condenación... aún si para hacerlo debe traicionar sus principios y creencias.
A pesar de todos los aciertos que encontré en Arrástrame al Infierno, me decepcionó un poco su falta de sustancia. Nadie diría que Evil Dead o sus secuelas ofrecieron historias profundas o reflexivas... pero su frivolidad narrativa se vio balanceada por un delirante estilo y grotescos excesos viscerales (lo digo como algo positivo). Sin embargo Arrástrame al Infierno diluye su impacto para hacerse accesible a un público más amplio. Quisiera pensar que el otrora audaz director se vió "atado de manos" por el espectro corporativo de Universal Pictures, pero en realidad Raimi gozó de toda libertad para realizar la película a su gusto (según variados reportes en las revistas Fangoria y Rue Morgue). No digo que la película sea mala sólo por carecer de sangre, decapitaciones y chorros de pus; sin embargo la sentí como Raimi "lite", temeroso de ofender a sus nuevas audiencias y limitando su estilo para satisfacer necesidades distintas a las de sus fans.
Pero bueno... no quiero evaluar la película tan solo comparándola con Evil Dead. La verdad es que por sí misma Arrástrame al Infierno cumple su labor de entretener al público con una feroz combinación de suspenso, terror sobrenatural y negrísimo humor. Raimi orquesta escena tras escena con la precisión de un cirujano (o un carnicero), jugando con las expectativas de la audiencia y sin temor a caer en el absurdo siempre y cuando consiga una reacción del espectador, ya sea un sobresalto, una risa nerviosa o una carcajada incrédula. La joven actriz Alison Lohman resulta ser perfecto material para el implacable Raimi, pues resiste la lluvia de torturas y difíciles escenas con estoicismo y férrea voluntad. Y lo mismo debe decirse de Lorna Raver como la anciana gitana con despiadados deseos de venganza. Justin Long apenas hace notar su presencia como el blando novio de la protagonista, pero supongo que ese era su propósito... si lo hubieran presentado como un incólume bastión de masculinidad listo para rescatar a la damisela en peligro se hubiera debilitado el papel de Christine, y su evolución emocional no sería tan intensa y realista.
A fin de cuentas me alegra tener una nueva película de terror dirigida por Sam Raimi. Quizás mi mentalidad de "fanboy" necesitaba una nueva dosis de Evil Dead o, en su defecto, algo totalmente distinto, más maduro y sofisticado pero definitivamente con el sello del director. Como sea, puedo recomendar Arrástrame al Infierno, aunque sugiero a los seguidores de Raimi controlar sus expectativas para disfrutar sin prejuicios las bondades de la película. Y para el resto de la gente que sólo conoce a Raimi como el director de Spider-Man... prepárense para algo especial... y después busquen la trilogía de Evil Dead para completar su educación. No se arrepentirán. O quizás sí, pero ya será demasiado tarde...
Calificación: 8
Arrástrame al Infierno cuenta la historia de Christine Brown (Alison Lohman), joven ejecutiva de préstamos que lucha todos los días por destacar en su empleo y superar los prejuicios de su jefe y compañeros, quienes la ven como una débil mujer incapaz de tomar decisiones difíciles, y por lo tanto condenada a permanecer en los bajos estratos de la jerarquía bancaria. Entonces, para probar lo contrario, Christine rechaza la petición de clemencia que le hace la Sra. Ganush (Lorna Raver), una anciana gitana a punto de perder su casa por falta de pago en su hipoteca. Mala decisión... la decrépita mujer resulta ser una poderosa bruja que lanza una maldición sobre Christine, en virtud de la cual será torturada durante tres días antes de que un espíritu maligno se lleve su alma al infierno. Y así, con la incrédula ayuda de su novio Clay (Justin Long) y el renuente apoyo del psíquico Jas (Dileep Rao), la joven intentará romper el hechizo y salvar su alma de la eterna condenación... aún si para hacerlo debe traicionar sus principios y creencias.
A pesar de todos los aciertos que encontré en Arrástrame al Infierno, me decepcionó un poco su falta de sustancia. Nadie diría que Evil Dead o sus secuelas ofrecieron historias profundas o reflexivas... pero su frivolidad narrativa se vio balanceada por un delirante estilo y grotescos excesos viscerales (lo digo como algo positivo). Sin embargo Arrástrame al Infierno diluye su impacto para hacerse accesible a un público más amplio. Quisiera pensar que el otrora audaz director se vió "atado de manos" por el espectro corporativo de Universal Pictures, pero en realidad Raimi gozó de toda libertad para realizar la película a su gusto (según variados reportes en las revistas Fangoria y Rue Morgue). No digo que la película sea mala sólo por carecer de sangre, decapitaciones y chorros de pus; sin embargo la sentí como Raimi "lite", temeroso de ofender a sus nuevas audiencias y limitando su estilo para satisfacer necesidades distintas a las de sus fans.
Pero bueno... no quiero evaluar la película tan solo comparándola con Evil Dead. La verdad es que por sí misma Arrástrame al Infierno cumple su labor de entretener al público con una feroz combinación de suspenso, terror sobrenatural y negrísimo humor. Raimi orquesta escena tras escena con la precisión de un cirujano (o un carnicero), jugando con las expectativas de la audiencia y sin temor a caer en el absurdo siempre y cuando consiga una reacción del espectador, ya sea un sobresalto, una risa nerviosa o una carcajada incrédula. La joven actriz Alison Lohman resulta ser perfecto material para el implacable Raimi, pues resiste la lluvia de torturas y difíciles escenas con estoicismo y férrea voluntad. Y lo mismo debe decirse de Lorna Raver como la anciana gitana con despiadados deseos de venganza. Justin Long apenas hace notar su presencia como el blando novio de la protagonista, pero supongo que ese era su propósito... si lo hubieran presentado como un incólume bastión de masculinidad listo para rescatar a la damisela en peligro se hubiera debilitado el papel de Christine, y su evolución emocional no sería tan intensa y realista.
A fin de cuentas me alegra tener una nueva película de terror dirigida por Sam Raimi. Quizás mi mentalidad de "fanboy" necesitaba una nueva dosis de Evil Dead o, en su defecto, algo totalmente distinto, más maduro y sofisticado pero definitivamente con el sello del director. Como sea, puedo recomendar Arrástrame al Infierno, aunque sugiero a los seguidores de Raimi controlar sus expectativas para disfrutar sin prejuicios las bondades de la película. Y para el resto de la gente que sólo conoce a Raimi como el director de Spider-Man... prepárense para algo especial... y después busquen la trilogía de Evil Dead para completar su educación. No se arrepentirán. O quizás sí, pero ya será demasiado tarde...
Calificación: 8
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