La trama de Whatever Works es una pobre regurgitación de los temas y personajes que Allen usaba en sus "comedias neuróticas" de los setentas y ochentas, pero sin el mismo humor o ingenio que las hizo entretenidas, graciosas e inteligentes. Incidentalmente, entre esos temas está su obsesión con las actrices guapas y jóvenes, pero mejor dejemos ese análisis para otro día. Esta vez el protagonista parece ser un "alter ego" de Allen llamado Boris (Larry David), cuyas frecuentes diatribas sobre religión, política y hasta ciencia, son manifestaciones del general descontento que siente por la humanidad. Sin embargo, un encuentro casual con la joven fugitiva Melody (Evan Rachel Wood) empieza a cambiar la perspectiva del amargado hombre, y aunque no logra cambiarlo por completo parece dispuesto a disfrutar más de la vida. Desafortunadamente su pseudo-felicidad corre peligro cuando llega inesperadamente Marietta (Patricia Clarkson), la madre de Melody, para ver cómo le va a su hija en la gran ciudad.
Al menos hay una razón válida para la anacrónica narrativa de Whatever Works. Aparentemente se trata de un viejo libreto que Allen escribió en los setentas, pensando en el comediante Zero Mostel como protagonista. Pero cuando Mostel falleció, el director desistió y guardó el guión "para otro día". Tal día llegó varias décadas después, en el 2009, cuando la amenaza de una huelga de actores dejó a Allen con muy poco tiempo para preparar su siguiente cinta, así que decidió desenterrar este añejo relato que hoy no solo parece sexista, sino irritante y no muy gracioso. Claro, el protagonista nos advierte desde el principio que no es una persona agradable, pero eso no justifica que la película entera se siente como la perezosa fantasía de un director cansado de su oficio.
Entre los escasos puntos positivos que ofrece puedo señalar el trabajo de Larry David como perfecto substituto de Allen (al menos en la pantalla). Sus vitriólicos diálogos se sienten pasionales y sinceros, no como si estuviera simplemente siguiendo un libreto, sino como extensión de su personalidad (la cual sería consistente con con lo que vimos en la serie de televisión Curb Your Enthusiasm). Evan Rachel Wood maneja creíblemente el ingrato papel de chica inocente deslumbrada por el "genio" de su renuente benefactor. Y, contribuyendo con lo que pueden, tenemos a los siempre interesantes Ed Begley, Jr. y Patricia Clarkson; honestamente hubiera preferido que la trama se centrara en sus personajes, pues podría haber sido una clásica farsa del "ratón de campo y ratón de ciudad", enmarcada en el absurdo mundo del arte neoyorquino. Pero quizás así no hubiera quedado espacio para los monólogos fatalistas de Allen/David.
Aún con todas estas quejas me encontré sonriendo de vez en cuando con las ideas y ácida actitud del protagonista, porque se acerca bastante a mi perspectiva personal (y de paso aprendí que lo mejor es callarme esas opiniones). Sin embargo esas coincidencias ideológicas no bastaron para hacer más apetecible la experiencia, y hubiera preferido mejor invertir mi tiempo viendo nuevamente Love and Death, Annie Hall o incluso Stardust Memories para recordar el astuto humor de Woody Allen y sus agudas observaciones sobre la humanidad y el mundo. Pero bueno... al menos Whatever Works resultó mejor que Anything Else, así que se salva de ser la "peor película" de este cineasta.
Calificación: 6