Rabia

No sabía nada sobre la película Rabia cuando fui a verla, pero durante los créditos iniciales me pareció reconocer el nombre de su director, Sebastián Cordero. Tras una breve visita al IMDb, descubrí que su previa película fue la excelente Crónicas, cuyo diestro balance de ficción y realidad ecuatoriana sirvió para enmarcar un incisivo mensaje sobre la manipulación de masas y los medios de comunicación. Desafortunadamente su nueva película no tiene las mismas elevadas intenciones ni alcanza el mismo nivel narrativo, aunque la trama es indudablemente interesante y oculta una potente analogía sobre la situación de los inmigrantes en España (y en todo el mundo).

La cinta muestra la extraña evolución del romance entre Rosa (Martina García) y José María (Gustavo Sánchez Parra), inmigrantes colombianos tratando de sobrevivir en los márgenes de la sociedad española. Rosa es empleada doméstica en la desvencijada mansión de la familia Torres, mientras que José María trabaja en una construcción, donde tiene que soportar los insultos de su racista jefe. Eventualmente José María no puede controlar su violento carácter, y se enfrasca en una pelea que termina en tragedia. Entonces, huyendo de la policía, decide esconderse en los pisos altos (y casi abandonados) de la casona de los Torres... sin avisarle a Rosa, pues no quiere enredarla en su problema. Y así, con el paso de los días, el “fantasma” espía las disfuncionales relaciones en la vieja mansión, y observa en silencio las humillaciones de Rosa sin poder reconfortarla o darle esperanza de liberación... hasta que la rabia despierta de nuevo y pone en peligro la estabilidad de la familia y el futuro de Rosa.

Como dije, el argumento incluye lúcidas metáforas sobre los problemas que enfrentan los inmigrantes alrededor del mundo. Rosa y José María se ven al mismo tiempo excluidos y afectados por los vaivenes de una sociedad (o familia) disfuncional que tiende a ignorarlos cuando no está abusando de ellos para satisfacer sus fines particulares. Sin embargo, el mensaje llega envuelto en una especie de thriller gótico (por llamarlo de algún modo) no siempre creíble y extrañamente estructurado. El libreto se inspira en una novela de Sergio Bizzio, y es probable que al llevarla a cine se perdieron aspectos importantes que ahora se sienten como agujeros en la narrativa. Por ejemplo, cuando llegan nuevos miembros de la familia Torres a habitar los cuartos donde José María se esconde, parece que la película se prepara para incrementar el suspenso, o llevarnos a un climax perturbador. Pero no... los nuevos personajes desaparecen tan rápido como llegaron, y su adición a la trama no conduce a nada. Tal vez Cordero quiso incluirlos para no decepcionar a los fans del libro, pero no quedó tiempo para justificar su presencia en la película.

De cualquier modo mi experiencia con la cinta Rabia fue razonablemente entretenida, y creo que Sebastián Cordero es un hábil director con firme visión e ideas creativas, como podemos ver en los fluidos movimientos de cámara que nos llevan por la mansión como omnipresentes testigos del drama, y en las sólidas actuaciones de un elenco perfectamente bien seleccionado para estos papeles, al mismo tiempo reconocibles y complicados. Rabia no es una película de terror, aunque su diseño de producción y cinematografía de dan una identidad visual similar a la de El Orfanato o El Espinazo del Diablo, lo cual no es nada raro en vista de que el productor también es Guillermo del Toro. En fin, la inusual historia de Rabia es admirable en muchos aspectos, pero no llega tan lejos como promete, y al final prefiere cobijarse en una nota sentimental no del todo justificada. Con un mejor libreto hubiera sido un tenso thriller doméstico al estilo de Gaslight o The Tenant (dentro de lo que cabe, desde luego); lástima que haya sido víctima del "síndrome de adaptación literaria" que sabotea tantas películas con amplio potencial. Sin embargo sigo interesado en la carrera de Sebastián Cordero, y confío en que tendrá muchas otras historias para contarnos en el futuro.

Calificación: 6.5