Como sea, la trama se desarrolla en los ochentas, y sigue las aventuras de Danny Bryce (Jason Statham), un mercenario cansado de realizar trabajos sucios para el gobierno, razón por la cual se retira a vivir en una apacible granja australiana donde conoce a la atractiva Anne (Yvonne Strahovski). Pero cuando su amigo y mentor Hunter (Robert De Niro) es secuestrado por un sheik árabe, Danny se ve forzado a cumplir una última misión como condición para liberar a su amigo. El trabajo consiste en eliminar a los tres soldados del servicio secreto británico responsables por la muerte de los tres hijos del sheik. Para lograr un trabajo tan difícil, Danny recluta a sus viejos amigos Davies (Dominic Purcell) y Meier (Aden Young); pero las cosas se complican cuando interfiere el enigmático Spike (Clive Owen), cuya relación con una organización secreta de empresarios parece sugerir que Danny se metió accidentalmente en algo mucho más complicado que una simple venganza...
En cierto modo me gustó el metódico ritmo de Nacidos Para Matar, así como la gradual incorporación de cada vez más personajes, más intriga y más intenciones ocultas. Sin embargo llega un momento en el que se transforma en una auto-parodia (y quizás lo sea), donde es imposible saber quién está trabajando para quién o cuáles son "los buenos" y "los malos". Pensándolo bien, creo que no hay "buenos" en el sentido convencional; todos son asesinos por amistad, por patriotismo o por dinero; cada quién decida cual es la causa menos mala. A fin de cuentas importa poco, pues a pesar de que el director Gary McKendry intenta trascender el drama pre-fabricado que habitualmente encontramos en este tipo de cine, las innecesarias vueltas y enredos de la trama terminan por nublar cualquier ventaja moral que pudieran tener los personajes. No es malo obligarnos a pensar mientras vemos una película de acción (de hecho lo encuentro más satisfactorio), pero si tenemos que tomar notas y dibujar diagramas para entender el argumento, creo que la cinta falló en el aspecto narrativo.
Igualmente inútil fue el período histórico en el que se desarrolla la historia. Al principio creí que el entorno ochentero se justificaría relacionando la película con algún eventos sociopolítico de aquella era, pero creo que fue tan solo una excusa para favorecer un estilo "retro" en automóviles, ropa y demás diseño de producción (y tal vez para justificar los extremos bigotes de algunos actores, incluyendo Clive Owen). Por cierto, aunque Nacidos Para Matar asegura estar basada en "hechos reales" (documentados en el controversial libro The Feather Men), podemos esperar la acostumbrada exageración en los "stunts" (la pelea con Statham amarrado a una silla) e hipérbole en los diálogos ("Let's finish this") que ponen la cinta en el terreno de la total fantasía masculina (¿o debería decir "machista"?)
Hablando de lo cual, los actores son la mejor razón para ver la película. La violencia aporta momentos de emoción, pero es esporádica y poco creíble; y la historia se tropieza demasiadas veces con su propia anti-lógica (¿en serio hacía falta organizar una reunión super-secreta en mitad del desierto para intercambiar un mazo? Sí... un mazo); pero para fans de Statham, Owen y De Niro (como yo) es un placer verlos en sus papeles de hombres duros, desafiando el peligro, persiguiéndose mutuamente y compitiendo para ver quién tiene la mirada más amenazadora. No me atrevo a decir que sus actuaciones sean "buenas"; sin embargo fueron exactamente lo que necesitaba una película con el título Nacidos Para Matar, así que no me queda más que recomendarla para fans del cine de acción ochentero que puedan disculpar un casi incomprensible argumento como trasfondo de los usuales clichés, suficientemente bien realizados para mantener nuestra atención durante casi dos horas. Hubiera sido genial tener estos excelentes actores (y el "atractivo visual" de la guapa Agente Walker, Yvonne Strahovski) en una película mejor escrita, pero bueno... me conformo con este entretenido aunque mediocre esfuerzo. Si nos ponemos muy exigentes con este género, corremos el riesgo de perdernos muchos futuros "placeres culpables"; y con Stallone y Schwarzenneger de nuevo en acción, no estoy dispuesto a correr ese riesgo.
Calificación: 7
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