Al principio de Everything Must Go vemos cómo el vendedor Nick Halsey (Will Ferrell) pierde su trabajo debido a problemas de alcoholismo; y cuando llega a su casa, descubre que su esposa lo echó, dejando todas sus pertenencias en el jardín frontal. Sin muchas alternativas viables, Nick decide vivir en el jardín mientras resuelve su situación; pero al poco tiempo la policía trata de retirarlo por solicitud de los vecinos que no aprecian un desaliñado vecino bebiendo cerveza todo el día sobre el césped lleno de "basura". Afortunadamente su amigo Frank (Michael Peña), quien también es su patrocinador de Alcohólicos Anónimos, le consigue un permiso de "venta de garage" (en este caso de jardín), lo cual mantendrá alejada a la ley durante tres días. Y así, mientras trata de vender sus eclécticas pertenencias, Nick va reencontrándose con su pasado, planeando su futuro y, de paso, haciéndose amigo de un emprendedor niño llamado Kenny (Christopher Wallace), y de la atractiva pero melancólica Samantha (Rebecca Hall), quien acaba de mudarse a la casa de enfrente. Y así, durante hora y media presenciamos las patéticas y pasivas desventuras de Nick, así como su gradual asimilación de un vida semi-nómada. Pero... ¿logrará sobreponerse y recuperar su dignidad, o se dará por vencido para sumirse aún más en la depresión y el alcoholismo?
Con un argumento así queda claro que Everything Must Go no es particularmente cómica, y aunque tiene un par de momentos graciosos (de la variedad patética), el tono se hace más y más sombrío conforme avanza la cinta, de modo que para la segunda mitad yo ya no estaba seguro si nos recompensaría con un final feliz (de hecho, todavía no lo sé). Pero bueno... a fin de cuentas en estos dramas independientes no importa tanto el final, sino la textura de la narrativa, la química entre los actores y el realismo de las emociones. No podría decir que esta cinta logre marcas sobresalientes en esas categorías, pero definitivamente se esfuerza lo suficiente para mantener un estándar artístico (por llamarle de algún modo) adecuado para compensar su estilo plano y su manufactura igualmente blanda.
Y, ¿qué hay de Will Ferrell? ¿Vale la pena su incursión en terreno dramático? Podríamos alegar que ya se había acercado en cintas como Stranger Than Fiction y Melinda and Melinda, pero Everything Must Go representa su primer estelar serio, y aunque no le traerán nominaciones al Oscar (por el momento), creo que eligió un buen proyecto para avanzar en esta faceta de su carrera: una película modesta, que probablemente funciona mejor en DVD (o TV por cable), y que no necesita recaudar millones para considerarse exitosa. Además, cuenta con el apoyo de sólidos actores secundarios como Rebecca Hall, Laura Dern y el genial Michael Peña, por no mencionar al joven Christopher Wallace, quien se roba la película por la simpática solemnidad con la que aborda su papel de “vendedor asistente“. Entonces, supongo que puedo recomendarla como otra muestra de cine "indie" cuyo resultado excede levemente las expectativas... siempre y cuando recordemos que no estamos viendo un sketch de Saturday Night Live, y que el protagonista no es el mismo Will Ferrell que nos hizo reír (o llorar de ira) en Elf o Kicking & Screaming. Viéndolo así, cualquier cosa es una mejoría.
Calificación: 7
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