The Last Lovecraft: Relic of Cthulhu

Mucho se ha escrito sobre la dificultad de adaptar a cine la obra literaria de H.P. Lovecraft (uno de mis escritores favoritos, por cierto), pues es casi imposible convertir en imágenes las ambiguas y etéreas descripciones de horrores cósmicos que abundan en su prosa. Sin embargo, más allá del simple aspecto visual, creo que hay algo inherente en su estilo narrativo que resulta incompatible con las fórmulas del cine contemporáneo... una especie de misantrópica pasividad que impide la existencia de héroes y villanos fácilmente identificables, desafiando así la cómoda receta de "buenos contra malos" utilizada en casi todas las películas, sobre todo del género fantástico. En otras palabras, los personajes de Lovecraft no son usualmente modelos de valor o heroísmo, sino testigos casuales e involuntarios de eventos fuera de su control, mientras que los "monstruos" son entidades extra-terrestres o extra-dimensionales con poco o nulo interés en la deficiente y vulgar raza humana. A pesar de ello, muchos de los colegas y discípulos de Lovecraft que continuaron sus "mitos de Cthulhu" decidieron cambiar ese fatalista paradigma, refugiándose en el más tradicional sistema de "nosotros contra ellos". La nueva película independiente The Last Lovecraft: Relic of Cthulhu pertenece a esa categoría, pero su obvio afecto por la mitología de Lovecraft y su genuina energía, acompañada de sardónico humor, desafiaron mis expectativas, y lograron que terminara disfrutándola como lo que es: una cinta de bajo presupuesto realizada con entusiasmo por aficionados, para aficionados.

La trama se fundamenta en un "mash-up" de conceptos lovecraftianos para formar un marco histórico más o menos coherente: hace millones de años el monstruoso Cthulhu y sus esbirros llegaron a la Tierra con el propósito de conquistarla; pero encontraron que otras criaturas, llamadas "Shoggoths" ya habían colonizado el planeta, y se entabló una sangrienta batalla entre ambas razas. Sin embargo, la caída de un meteorito (el mismo que exterminó a los dinosaurios) puso fin al conflicto, y los contendientes se refugiaron en sus respectivas bases: Cthulhu en la ciudad sumergida de R'lyeh, y los Shoggoths en su fortaleza de la Antártida, donde permanecen inertes hasta que llegue la alineación de astros profetizada para su resurrección. ¿Quedó claro? Entonces, al principio de The Last Lovecraft: Relic of Cthulhu, nos enteramos de que dicha alineación está por ocurrir, y los discípulos de Cthulhu se preparan para liberarlo, lo cual representaría el fin de la humanidad. Afortunadamente existe una organización secreta tratando de evitar que eso ocurra, y su éxito o fracaso depende de poseer una reliquia (dividida en dos piezas) que no debe caer en manos de los villanos. El problema es que el encargado de defenderla es el apático oficinista Jeff (Kyle Davis), último pariente vivo del escritor H.P. Lovecraft (a eso se refiere "el último Lovecraft" del título), quien no quiere meterse en problemas. No obstante su parlanchín amigo Charlie (Devin McGinn) lo convence de emprender la aventura y, con ayuda del súper-geek Paul (Barak Hardley), explorarán remotas regiones (a bordo de un Mini Cooper, nada menos) en busca de las dos piezas, antes de que el temible humanoide Starspawn (Ethan Wilde) las obtenga y lleve a cabo su apocalíptico plan.

Suena épico y ambicioso, pero todo este rollo se traduce al clásico "road trip" con tres "nerds" haciendo chistes y de algún modo desafiando los esfuerzos de un enemigo cósmico. De hecho, es algo así como la cinta Fanboys, pero para fans de Lovecraft en vez de Star Wars. Y aunque The Last Lovecraft: Relic of Cthulhu no resultó muy buena, tampoco me pareció demasiado mala. Claro, no hay que esperar gran cosa de los efectos especiales, ni de las actuaciones, y mucho menos del libreto. Pero la ágil dirección de Henry Saine y la simpática química entre el trío de nerds protagonistas hacen la cinta divertida... al menos para los aficionados que entiendan todas las referencias y minuta lovecratfiana que satura el libreto. Por otro lado, me decepcionó su baja ambición narrativa pues, tras un comienzo prometedor, la historia se estanca durante la segunda mitad, cuando los viajeros llegan a una casa rodante en mitad del desierto, y pierden el tiempo en tonterías mientras rechazan los ataques de los "monstruos" y asesinos paganos. Desde luego entiendo las limitaciones técnicas y económicas que enfrentaron los productores de la cinta; sería absurdo esperar un elaborado final lleno de efectos y costosos escenarios; pero tomando en cuenta los altos conceptos de Lovecraft y su febril imaginación, creo que los guionistas debieron encontrar una resolución más impactante o dramática, en vez de reducir todo a una patética escena de acción, blanda y nada emocionante.

Continuando mis quejas, los personajes pueden ser ocasionalmente irritantes, sobre todo cuando quedan atrapados en escenas cómicas que no funcionan, o cuando abusan de referencias a la cultura popular. Como ejemplo puedo señalar una larga y tediosa conversación "tarantinesca" sobre un hipotético ejército de peces ninja y gorilas. Quizás el concepto sea vagamente simpático, pero se desinfla y aburre cuando se mastica por más de 15 segundos. Muchos momentos como ese revelan que el guión necesitó un par de revisiones adicionales, o el consejo de un "no-geek" imparcial con suficiente sentido común para mantener el foco narrativo e impedir que el humor saliera de control. Ah, y mejor ni hablar de las escenas de "acción"... mal coreografiadas, mal editadas y casi siempre inverosímiles. En serio, si todos los discípulos de Cthulhu son tan espectacularmente ineptos (y en pésima condición física), no hacía falta una orden de defensores para salvar al mundo.

A pesar de todo respeto la intención del director, y su decisión de usar humor para cubrir las numerosas imperfecciones técnicas y narrativas de la película. Supongo que pudo haber realizado una mediocre adaptación de un cuento “normal” de Lovecraft, pero en vez de ello tomó "los mitos" como punto de partida para hacer su propia historia, y aunque no siga los preceptos del "maestro", tampoco destruye su memoria (aunque podrían variar las opiniones). Finalmente quiero mencionar la excelente dirección de arte, y no solo me refiero a los "flashbacks" en forma de comic, sino también a los pequeños detalles visuales que adornan muchas escenas, como el logotipo que porta el Mini Cooper y la camiseta del villano principal (?). Obviamente el director o sus amigos trabajan en artes gráficas, y su contribución ayudó a elevar la cinta sobre otras menos idealistas obras de horror independiente. Entonces, The Last Lovecraft: Relic of Cthulhu no merece una recomendación global, pero podría ser divertida para espectadores obsesivos dispuestos a ver cualquier cosa que incluya el nombre "Lovecraft" (como yo). Sirve para pasar el rato y, ¿quién sabe? Incluso podría atraer nuevos discípulos al culto (literario) de Cthulhu. Además, no me molestaría ver una segunda parte que retome el final de la cinta; no sé si Guillermo del Toro llegará a filmar At the Mountains of Madness, pero sería divertido ver una interpretación más humilde y graciosa de esa legendaria novela. Veremos quién llega primero a la Antártida.

Calificación: 6.5