sábado, 31 de diciembre de 2011
El Conspirador (The Conspirator)
Como he mencionado con sospechosa frecuencia, soy aficionado a la literatura sobre conspiraciones desde que empecé a usar el Internet a mediados de los noventas, y descubrí el fascinante universo de foros y sitios donde investigadores serios y lunáticos gozaban igual oportunidad para proponer sus descabelladas teorías. Por eso yo esperaba que una película con el atractivo título de El Conspirador ofrecería una perspectiva más sórdida y entretenida de su tema central, a saber: la muerte de Abraham Lincoln y la conspiración detrás de su asesinato. Sin embargo (para bien o para mal) el director Robert Redford tenía planeado algo muy distinto, pues usó el mencionado magnicidio tan solo como detonante de una interesante historia sobre justicia, venganza y derechos civiles. Obviamente no fue lo que yo esperaba, y aún así pude disfrutarla... marginalmente.
De hecho, El Conspirador ni siquiera se centra en un conspirador, sino en una conspiradora. El 14 de Abril de 1865, durante los meses finales de la Guerra Civil norteamericana, un grupo de simpatizantes confederados orquestó un audaz golpe contra el gobierno, asesinando al Presidente Abraham Lincoln y atentando contra las vidas del Vicepresidente y del Secretario de Estado, quienes sobrevivieron. John Wilkes Booth, el asesino de Lincoln, murió durante la subsiguiente cacería policíaca, pero varios de sus secuaces fueron arrestados, y se descubrió que el complot se planeó en la casa de huéspedes de Mary Surratt (Robin Wright), una viuda sureña cuyo hijo tenía estrecha relación con Booth. Tan solo por eso Mary es arrestada, y la tarea de defenderla ante un juzgado militar recae en el joven abogado unionista Frederick Aiken (James McAvoy), quien encuentra la tarea ofensiva y a fin de cuentas inútil, pues la mujer es obviamente culpable. Sin embargo, conforme Aiken prepara el caso, se da cuenta de que no hay evidencia suficiente de que Mary haya sido cómplice de los asesinos. Pero, ¿logrará convencer a los jueces militares hambrientos de venganza?
Tanto por el período histórico como por el tema legal, esta película podría compararse con Amistad aunque, a diferencia de aquella, El Conspirador usa una narrativa mucho más fría y cerebral, libre de sentimentalismo o manipulación emocional. De hecho, el punto de la historia ni siquiera es determinar la culpabilidad o inocencia de Mary Surratt, sino simplemente respetar sus derechos civiles y no dejar que los factores externos (la Guerra Civil, el dolor colectivo de perder a un presidente querido) sirvan como excusa para ignorar la Constitución y pisotear la intención de quienes la escribieron. Obviamente el director Robert Redford quiso usar este poco conocido pasaje de la historia como analogía de lo que ocurre hoy en la "guerra contra el terrorismo", donde la privacidad, los derechos humanos y a veces la simple decencia tienden a desaparecer en aras de la seguridad.
Desafortunadamente la manera como Redford eligió transmitir su mensaje es tan lenta y repetitiva que podría aburrir al público con dos horas de seco drama legal, así como un héroe que reitera una y otra y otra vez las mismas frases ante jueces, amigos y hasta su novia Sarah (Alexis Bledel), tratando de convencerlos de que no está traicionando su afiliación política, ni poniéndose del lado de los asesinos, sino simplemente cumpliendo su trabajo como abogado, defendiendo la constitución y respetando los derechos de su clienta, sin importar su inocencia o culpabilidad, y sin dejarse influir por la opinión popular. Además, la producción de El Conspirador es tan modesta que casi la llamaría "minimalista", pues el noventa por ciento de la historia transcurre en las mismas tres locaciones: el juzgado militar (totalmente distinto a las opulentas cortes que vemos en las películas de John Grisham), la casa de huéspedes de Mary Surratt (la cual aún existe como museo), y la inmunda celda de la mujer. Para nada veremos majestuosas tomas de la ciudad de Washington en el siglo diecinueve, ni épicos combates de la Guerra Civil (aunque, estrictamente hablando, El Conspirador comienza en el campo de batalla... cuando ya terminó la batalla).
A pesar de todo la trama me pareció interesante, y las excelentes actuaciones de James McAvoy, Robin Wright, Evan Rachel Wood (como hija de la acusada) y Colm Meaney (como el juez principal) me ayudaron a superar los momentos cansados o lentos de la película; entonces, lo que parecía un suplicio de dos horas se convirtió en una fascinante lección de historia (o tanto como pueda serlo una película) y una válida alegoría del clima político contemporáneo. Por todo eso debo darle una recomendación a El Conspirador, aunque definitivamente no será para todos los gustos, ni cumplirá las expectativas de quienes busquen las fórmulas tradicionales del cine legal o de conspiraciones. Sé que esto suena más como advertencia que como recomendación, pero solo estoy tratando de anticipar lo que encontrarán en esta película... a menos que los esté engañando. Después de todo, no conviene saber demasiado sobre estos temas. ¡Sic semper tyrannis!
Calificación: 7.5
viernes, 30 de diciembre de 2011
Sherlock Holmes: Juego de Sombras (Sherlock Holmes: A Game of Shadows)
Hace dos años, cuando se estrenó la nueva versión de Sherlock Holmes, esperaba odiarla con pasión. Sin embargo, resultó ser una agradable sorpresa por re-interpretar al icónico personaje victoriano como un héroe de acción, sin perder sus tradicionales poderes deductivos y brillante mente analítica. Pero, más que nada, la película funcionó gracias a las divertidas actuaciones de Robert Downey Jr. y Jude Law, cuya excelente química nos hizo creer en su larga amistad y afinidad profesional. Y ahora la nueva secuela Sherlock Holmes: Juego de Sombras tiene el acierto de conservar esa graciosa relación (perdón, "asociación"), aunque comete el error de descuidar el argumento, recargándolo de escenas de acción y demorando demasiado en establecer el punto de la historia. Aún así me pareció entretenida, pero inferior a la original.
La trama da demasiadas vueltas y parece innecesariamente enredada, así que trataré de simplificarla: al principio de la película nos enteramos de que Sherlock Holmes (Robert Downey Jr.) está investigando una serie de asesinatos -incluyendo un atentado contra su fiel amigo, el Dr. John Watson (Jude Law)- pues sospecha que fueron orquestados por su archi-rival, el Profesor James Moriarty (Jared Harris); sin embargo el hábil villano es demasiado listo, y siempre está un paso adelante de los héroes... hasta que una enigmática mujer gitana llamada Simza (Noomi Rapace) les ayuda a encontrar la conexión entre los crímenes, revelando el auténtico plan de Moriarty... el cual pondrá en peligro el futuro de Europa, y quizás del mundo entero.
El argumento de Sherlock Holmes: Juego de Sombras pretende emular los laberintos lógicos de los cuentos de Sherlock Holmes, pero carece de la meticulosa elegancia y economía narrativa que Sir Arthur Conan Doyle usaba en sus obras. Por el contrario, el libreto de Michele y Kieran Mulroney es una arbitraria maraña de causas y consecuencias diseñada para simular ingenio, cuando en realidad se siente confuso y pobremente planteado (aunque sin duda mejora al final, cuando por fin encajan las piezas del rompecabezas). Sin embargo el desarrollo no es particularmente importante mientras cumpla su función de llevarnos por la acción y los momentos serios con cierta sensación de impulso dramático, dando amplias oportunidades para lucir la inteligencia de Holmes, la valentía y tenacidad de Watson, y la habitual destreza del director Guy Ritchie para plasmar con edición rápida y cámara lenta el proceso deductivo del detective. Sí, quizás exagera un poco con tantas secuencias de este tipo pero, caray, están tan bien realizadas que se disfrutan hasta cuando son obvio relleno y capricho estético, en vez de contribuir a la narrativa, como lo hicieron en la cinta original.
Y además, como dije al principio, la mayor atracción son las actuaciones de Downey Jr. y Law, repletas de chispeantes diálogos con el balance justo de humor para hacernos reír, sin perder el suspenso ni la sensación de amenaza que se cierne sobre los héroes. Por su parte, el elenco secundario es competente, aunque no siempre sea bien usado. Por ejemplo, Noomi Rapace participa en sólidos momentos de acción que la salvan de ser una simple damisela en peligro, pero a fin de cuentas no es más que una presencia femenina para balancear el "bromance" entre Holmes y Watson. También me gustó ver al genial Stephen Fry como Mycroft Holmes, el hermano de Sherlock; lástima que no hayan sabido integrarlo mejor a la trama (quizás como lo hizo Alan Moore en las novelas gráficas de The League of Extraordinary Gentlemen). Finalmente, el más desperdiciado es Jared Harris en el papel del Prof. Moriarty, uno de los más célebres villanos de la historia, aquí transformado en un aburrido catedrático; aunque admito que al final lo dejan brillar en una excelente escena ubicada alrededor de ciertas cataratas suizas...
Claro que nadie estará pensando en los tropiezos narrativos mientras admira las elaboradas secuencias de Sherlock Holmes: Juego de Sombras, como el atentado en el tren, o la increíble persecución por el bosque. Esa capacidad para entretener (incluso cuando no sabemos qué demonios está pasando) es lo que le merece una recomendación a esta secuela, no tan creativa ni fresca como la original, y por supuesto menos ingeniosa, pero después de todo con suficientes atributos para satisfacer a quienes sólo buscamos un rato de entretenimiento de fin de año en las salas de cine. Habiendo dicho eso, no me gustaría ver otra secuela si el director sigue enfocándose tanto en la acción que pierde de vista la intriga detectivesca que debería servir como núcleo de estas historias. Hay un gran acervo literario que podrían explotar, en vez de reemplazarlo por imágenes bonitas; eso déjenselo a Paul W.S. Anderson o Tarsem Singh. Holmes debería seguir siendo Holmes con o sin cámara lenta.
Calificación: 8
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Hostel Part III
La original Hostel sorprendió al público con niveles de gore y violencia gráfica pocas veces vistos en el cine comercial de terror, aunque su argumento no fue particularmente bueno. La segunda parte superó a su predecesora (en mi humilde opinión) ampliando la narrativa y enfocándose no solo en las víctimas, sino en los perpetradores de las torturas, así como en el funcionamiento de la empresa organizadora de las atrocidades. Y ahora que se estrena Hostel Part III... ¿encontraremos otra ingeniosa re-interpretación de la vieja fórmula, o será tan solo un refrito diseñado para exprimir dinero de los fieles fans? Vale decir que se estrena directamente en DVD, así que saquen sus propias conclusiones...
Seguramente por cuestiones económicas Hostel Part III no se desarrolla en exóticas locaciones europeas, sino en la ciudad de Las Vegas, a donde llegan cuatro individuos con la intención de organizar la más decadente y excesiva despedida de soltero para su amigo Flemming (Thomas Kretschmann), quien está próximo a casarse. Desde luego la celebración se sale rápidamente de control y, como si fuera una versión pesadillesca de The Hangover, uno de ellos desaparece a la mañana siguiente. El resto de los amigos proceden a buscarlo, sin saber que fue secuestrado por los agentes de la empresa Elite Hunting para participar en un grotesco "game show" donde el público de aburridos millonarios apuestan dinero y disfrutan las crueles torturas que sufre el infeliz fulano. ¿Lograrán sus amigos rescatarlo a tiempo, o se convertirán en víctimas durante el intento?
Hace seis años el subgénero de la "porno-tortura" parecía una manifestación de rebeldía contra los clichés del cine slasher y los ubicuos fantasmas asiáticos; sin embargo (oh, ironía) se convirtió rápidamente en un nuevo cliché, que muchos directores adoptaron con gran entusiasmo y escaso éxito, por pensar que la sangre, torturas y brutalidad funcionarían como reemplazo de una buena historia. Naturalmente no fue así, y el género se extinguió gradualmente por tanta repetición, destacando solo las pocas cintas que encontraron un sólido balance entre gore y narrativa (entre mis favoritas puedo mencionar The Loved Ones y Martyrs). Hostel Part III llega definitivamente tarde a la fiesta, aunque se esfuerza por quedar bien lanzando un par de inesperadas curvas y giros sorpresivos (por no mencionar el lunático final); sin embargo el director Scott Spiegel (un nombre que reconocerán los devotos de la saga Evil Dead) no quiso o no pudo llegar suficientemente lejos en el gore ni en la historia para revivir nuestro interés en la franquicia, de modo que Hostel Part III apenas alcanza el mínimo nivel de cruento entretenimiento para no sentirse como una total pérdida de tiempo.
Pero más allá de los modestos efectos y el pobre argumento, el principal problema de la película son los blandos actores que encarnan personajes genéricos y antipáticos, incapaces de despertar la más mínima emoción en el espectador. En otras palabras (como ocurre en tantas otras películas similares), no importa quién vive y quién muere, e incluso el final que pretende ser catártico y satisfactorio termina sintiéndose falso e improvisado. Pero bueno... por otro lado, se trata de una cinta directa a DVD (como advertí al principio), así que con ese "handicap" podría darle una recomendación como mera curiosidad cinematográfica dirigida a los seguidores de la saga, siempre y cuando mantengan sus expectativas tan bajas como sea posible. Y, a pesar de mis quejas, siento que el concepto puede darnos más secuelas, mostrando los tentáculos de la empresa Elite Hunting en diversos países (es triste aceptarlo, pero México podría ser uno de ellos); aunque, eso sí, con mejores actores y mayor presupuesto para invertir en el libreto y los efectos especiales. En una franquicia que ofrece tan poco como Hostel, no pueden escatimar en ninguno de esos elementos.
Calificación: 6 (apenas)
lunes, 26 de diciembre de 2011
Un Zoológico en Casa (We Bought a Zoo)
Aunque no es un director muy prolífico (en promedio hace una película cada cuatro o cinco años), Cameron Crowe ha ganado un buen número de seguidores gracias a la sensibilidad semi-independiente con la que aborda temas comunes en el cine comercial, ya sea en la comedia romántica "grunge" de Singles, o en el "coming of age" rocanrolero de Almost Famous (por cierto, mi película favorita de este director). Esta vez lo vemos aplicando la misma táctica en el cine familiar con su nueva película, Un Zoológico en Casa, cuya previsible narrativa de turbulencia doméstica se ve sazonada por honestas emociones y un difícil (bueno, no muy difícil) proceso de restauración emocional para su atormentado protagonista.
Dicho protagonista es Benjamin Mee (Matt Damon), reciente viudo que aún trata de sobreponerse al dolor de perder a su esposa, mientras se esfuerza por mantener la solvencia económica y emocional del hogar para beneficio de sus dos hijos, el rebelde adolescente Dylan (Colin Ford) y la adorable niña Rosie (Maggie Elizabeth Jones). Pero cuando Dylan es expulsado de la escuela, Benjamin decide que necesitan un cambio fundamental, y la familia entera (incluyendo su simpático beagle) se muda a un pequeño pueblo californiano para empezar una nueva vida. Ah, y por cierto, su nueva casa es parte de un dilapidado zoológico, el cual Benjamin y sus hijos tratarán de restaurar para salvar a los animales que ahí viven, y al mismo tiempo fortalecer los lazos familiares debilitados por su reciente tragedia.
A primera vista parece un argumento manipulador y excesivamente sentimental, pero bajo la firme mano de Crowe Un Zoológico en Casa se desarrolla con elegancia y dignidad, ganándose los momentos humorísticos y dosificando las escenas dramáticas para subrayar el crecimiento de los personajes, y no para hacernos llorar con fáciles trampas narrativas (aunque definitivamente las hay). También surge cierta tensión romántica entre Benjamin y Kelly (Scarlett Johansson), la encargada del zoológico, pero es lo suficientemente sutil para no obstruir el flujo de la historia, ni desviar el foco del argumento (basado en hechos reales plasmados en el libro We Bought a Zoo), de modo que resulta bastante satisfactorio ver cómo los retos presentados por la restauración del zoológico van llenando los "huecos emocionales" en las vidas de los personajes. Y, claro, los animales mismos tienen importante participación con sus travesuras, astucia y algunos inevitables momentos tristes para recordarnos que "perseguir los sueños" no siempre es mágico y placentero.
En el papel principal Matt Damon parece un moderno Jimmy Stewart; un hombre común cuyas agobiantes responsabilidades no bastan para nublar su optimismo, ni su empeño por sacar adelante a su familia. Quizás su personaje parece demasiado inocente y confiado al principio, pero imagino que se diseñó así para darle mayor peso a su evolución dramática, cuando tiene que ajustarse a la vida en el zoológico... y a la ausencia de su esposa. Por su parte, Scarlett Johansson me sorprendió agradablemente en un papel "normal" que trasciende el mero interés romántico para convertirse en la conciencia del protagonista, inflexible pero no exenta de humor. El resto del elenco ocupa a la perfección sus papeles, desde la niña Elle Fanning (como ayudante general y confidente del perturbado Dylan) hasta el alcohólico Angus Macfadyen, más interesado en los animales que en los humanos a su alrededor (con lo cual me identifiqué bastante - exceptuando el alcoholismo). Thomas Haden Church es muy gracioso como el escéptico hermano de Benjamin, con todas las objeciones posibles contra la adquisición de un zoológico (muchas de las cuales yo estaba pensando en ese momento); me hubiera gustado que su participación fuera más larga. El único que se siente fuera de lugar es John Michael Higgins como el estricto inspector cuyos interminables obstáculos ponen en peligro la re-apertura del zoológico. Su trabajo no es intrínsecamente malo, pero al usar un actor naturalmente gracioso, Crowe disipa la tensión y prácticamente nos anticipa el final estilo Hollywood.
En cierto modo preferiría ver el talento de Cameron Crowe (y de este notable elenco) empleado en una historia más compleja e interesante, pero a fin de cuentas disfruté Un Zoológico en Casa como sano cine familiar donde los animales no hablan (afortunadamente) y los humanos se sienten sólidos y reales (la mayor parte del tiempo). Quizás la narrativa cruza la línea del sentimentalismo barato en un par de ocasiones; y tal vez la historia parecería más creíble si se hubiera respetado la ubicación de los hechos reales (Inglaterra); pero nada de eso impide darle una sincera recomendación a Un Zoológico en Casa, sobre todo para padres de familia cansados de ruidosas cintas animadas; y para devotos de Crowe que necesitaban validación después de la mal recibida Elizabethtown (aunque a mi sí me gustó). Quizás Cameron Crowe nunca superará Almost Famous, pero definitivamente está en el camino correcto.
Calificación: 8
domingo, 25 de diciembre de 2011
Las Aventuras de Tintin (The Adventures of Tintin)
Allá por principio de los noventas, cuando descubrí que los comics podían ser algo más que repetitivas aventuras de superhéroes enmascarados, traté de extender mis "horizontes literarios" con el trabajo de célebres creadores europeos, como Moebius (y su Airtight Garage), Carlos Ezquerra (Judge Dredd), y desde luego Hergé, autor de los enormemente populares libros de Tintin... los cuales abandoné de inmediato, pues tenían una narrativa sencilla y blanca, obviamente dirigida a un público infantil que no exigía demasiada complejidad narrativa o profundidad dramática (no lo digo como insulto). Por esa razón no me interesaba la película Las Aventuras de Tintin... hasta que me enteré del impresionante talento detrás de su realización. ¿Una película dirigida por Steven Spielberg, producida por Peter Jackson y escrita por el "power trio" de Steven Moffat, Edgar Wright y Joe Cornish? ¿Y con voces de Andy Serkis, Simon Pegg y Nick Frost? ¡Claro que sí! ¿Dónde compro mi boleto? Lamentablemente el habitual talento de estos cineastas brilla por su ausencia, tal vez porque su devoción por el material original les impidió modificarlo a su gusto y hacerlo "suyo", de modo que la cinta termina siendo una blanda aventura infantil carente de emoción o suspenso pero, eso sí, tecnológicamente impresionante y visualmente espectacular. En otras palabras, respeto el apego que mostraron a la obra de Hergé, pero no puedo admirar el resultado final, excepto en sus más superficiales aspectos.
La historia comienza en una anónima ciudad europea (¿Bruselas?), donde el joven reportero Tintin (voz de Jamie Bell) compra un barco en miniatura, e inmediatamente descubre que hay varias personas interesadas en adquirirlo a cualquier precio. Tintin se rehúsa a venderlo y, cuando llega a su casa, una travesura de su perro Snowy produce un desperfecto en el barco... y revela un pequeño cilindro metálico con un viejo papiro en su interior. Y así comienza una aventura que los llevará a muchos exóticos lugares donde encontrarán grandes peligros y despiadados enemigos, así como un curioso aliado en la forma del Capitán Haddock (voz de Andy Serkis), cuyos antepasados piratas escondieron años atrás un gran tesoro. ¿Podrá tener relación este tesoro con el papiro que Tintin encontró?
Al parecer Las Aventuras de Tintin combina elementos de dos o tres libros distintos, así que no puedo culpar al mencionado trío de guionistas por la simplista historia o la transparencia de un "misterio" que no guarda suspenso alguno ni es realmente misterioso. Para cuando llegó el tercer o cuarto "flashback" con piratas, yo ya había perdido interés en el argumento, el cual es tan elemental que no estimula la imaginación ni despierta emoción o empatía con el espectador. Sin embargo no todo es malo; por el lado positivo podemos disfrutar la creatividad visual manifestada en cada cuadro de la película, desde los detalles humorísticos que se asoman en la periferia de las escenas, hasta el virtuosismo técnico de la animación y el "render", el cual me pareció sorprendentemente realista, sin perder la estética caricaturizada de los libros. Creo que esta fusión de estilos fue una decisión muy acertada, pues evita (hasta cierto punto) los rostros muertos e inexpresivos que sufrimos en otras obras de ambición foto-realista, como The Polar Express y Beowulf. También ayudan mucho las voces para dar vida a los personajes; Jamie Bell realiza un sólido trabajo como el protagonista, aunque el elenco secundario tiende a robarse la película, no necesariamente porque sean mejores actores, sino porque sus personajes tienen más carácter y mejor desarrollo que Tintin, el cual se mantiene como un enigma durante la película entera. Tal vez Spielberg fue demasiado fiel al canon de Hegré; o tal vez están guardando lo mejor para la secuela. Por la razón que sea, siento que Tintin es un héroe demasiado pasivo, cuyos repetidos escapes de situaciones peligrosas y victorias sobre sus enemigos parecen más obras del azar que de su talento o habilidades especiales (si es que las tiene). Quizás con un poco de esfuerzo se hubiera podido humanizar al personaje para que fuera una figura más interesante, y no un simple títere a merced de la acción.
Lo cual me lleva a las comparaciones que mucha gente está haciendo entre Las Aventuras de Tintin y Raiders of the Lost Ark. ¿En serio? Además del similar período histórico en el que se desarrollan ambas películas, yo no encuentro mucha similitud. Indiana Jones era un héroe dinámico, rebosante de personalidad y poseedor de un ingenio que nos hacía creer en las ridículas soluciones con las que enfrentaba situaciones inverosímiles (por ejemplo, amarrarse con un látigo a un submarino). Por otro lado, Tintin (al menos como lo presentan en la película) es apenas el boceto de un personaje, con tanta profundidad como las hojas de papel donde lo dibujaba Hergé. Es mala señal cuando un perro digital tiene más carisma que el héroe de la película. En cuanto a la acción, es cierto que ambas cintas lucen asombrosas escenas de elaborada coreografía, pero al menos para mí fue muy distinto ver a Harrison Ford peleando contra nazis a bordo de un camión destartalado, que ver a un Tintin artificial en una sintética persecución de varios minutos (sin cortes) a bordo de una motocicleta simulada. Es una secuencia muy bien realizada, pero no hay huella de peligro o tensión. En vez de sumergirme en la narrativa, lo único que pensé fue "qué pesadilla debe haber sido realizar el 'storyboard' de esta escena".
Pero bueno... como dije antes, nunca fui fan de Tintin, así que quizás no supe apreciar el amable estilo narrativo de esta película, ni pude captar las referencias al material original. Como sea, Las Aventuras de Tintin está bien actuada, es un deleite para los ojos y, sobre todo, nunca me aburrió, lo cual basta para ponerla por encima de otras cintas familiares, especialmente en esta temporada navideña. Solo digo que debió ser mejor, tomando en cuenta el ilustrísimo personal creativo que contribuyó a su realización. Y, pensándolo bien, quizás esté a la par de Indiana Jones... si la comparamos con The Kingdom of the Crystal Skull. Cada quién decida si eso es un insulto o un halago.
Calificación: 7
viernes, 23 de diciembre de 2011
Misión Imposible: Protocolo Fantasma (Mission: Impossible - Ghost Protocol)
Hace cinco años la película Mission: Impossible III enfrentó dos difíciles problemas... inyectar nueva vida en una franquicia que parecía extinta, y lograr que el público olvidara los exabruptos televisivos de Tom Cruise (por no mencionar su controversial religión y supuesto matrimonio arreglado). En lo personal disfruté bastante M:I3, aunque mucha gente pensó que no era otra cosa más que un episodio largo (y muy costoso) de Alias; sin embargo ganó suficiente dinero para garantizar la realización de una nueva secuela que, en cierto modo, se siente como preámbulo de un futuro "re-boot" con un nuevo grupo de agentes secretos. En ese aspecto Misión Imposible: Protocolo Fantasma funciona razonablemente bien, mezclando caras frescas con viejos conocidos y reduciendo el énfasis en Cruise para lucir al equipo entero. Pero en el plano visceral me dejó insatisfecho por su torpe argumento y baja ambición visual.
Al empezar Misión Imposible: Protocolo Fantasma nos enteramos de que el agente Ethan Hunt (Tom Cruise) está cumpliendo una condena (por misteriosas razones) en una prisión rusa, de donde es rápidamente liberado por sus colegas Jane Carter (Paula Patton) y Benji Dunn (Simon Pegg), ya que el gobierno lo necesita para una misión de suma importancia... si decide aceptarla. Resulta que un genio sueco conocido como "Cobalto" se apoderó de ciertos códigos que le dan acceso al arsenal atómico de la antigua Unión Soviética, el cual quiere usar para cumplir su sueño de "renacimiento cultural", provocando una guerra nuclear entre Rusia y los Estados Unidos. Pero antes necesita obtener un dispositivo de lanzamiento, celosamente guardado en las entrañas del mismísimo Kremlin. Hunt y su equipo deciden robarlo primero, pero el plan tiene catastróficas consecuencias que dejan a los agentes como fugitivos de la ley, clasificados como terroristas y con el conocimiento de que su fracaso significa una inminente guerra nuclear. Entonces, sin apoyo del gobierno norteamericano, y con las autoridades rusas pisándoles los talones, Hunt, Carter, Dunn y un analista que rescataron en el camino, llamado William Brandt (Jeremy Renner), tratarán de detener a Cobalto y, si es posible, limpiar sus nombres. Definitivamente es una misión que no pueden rechazar...
Ya sé que siempre me quejo de películas de espías con demasiadas explosiones y muy poco espionaje, pero creo que la saga de Mission: Impossible ocupa un nicho único, definido simultáneamente por el moderno cine de acción (el cual contribuyó a moldear con la primera cinta, allá por el año 1996) y la intriga "hi-tech" de la serie televisiva original (así como su renovación ochentera). Esa es la combinación exacta que usa Misión Imposible: Protocolo Fantasma, y el resultado es competente... aunque, en mi humilde opinión, nunca alcanza el nivel de exuberancia o ingenio necesarios para hacerla realmente memorable o impactante. En otras palabras, el guión está armado con piezas clásicas de la franquicia: la tensa infiltración en una fortaleza inexpugnable... los disfraces... los "gadgets" de increíble tecnología... y las elaboradas acrobacias acompañadas por el icónico tema musical de Lalo Schifrin (otra vez re-trabajado por el confiable Michael Giacchino). Desafortunadamente ninguno de los implicados se esfuerza por distinguirse de lo que vimos en el pasado.
Por ejemplo, el libreto tiene esa estructura modular e inconexa que se ha vuelto casi obligatoria en el género, con mucho movimiento, constante sensación de urgencia, pero poco o ningún sentido narrativo. La trama nos lleva de Budapest a Moscú, luego a Dubai y la India en persecución del "mcguffin" en turno, pero el orden de las escenas podría intercambiarse sin afectar la historia. La forma conduce al fondo, cuando debería ser lo contrario. Y mejor ni hablar del villano, interpretado por un Michael Nyqvist incapaz de ocultar su aburrimiento en todas sus escenas, lo cual es comprensible por la superficialidad que sufre su personaje (sobre todo si lo comparamos con el rimbombante Philip Seymour Hoffman de la película anterior).
Ya fueron muchas quejas, y podría parecer que odié Misión Imposible: Protocolo Fantasma, pero a decir verdad me mantuvo entretenido durante más de dos horas, y nunca sentí sueño durante sus más emocionantes escenas (como me ha ocurrido en TANTAS otras cintas de "acción"). Además, me gustó el establecimiento del nuevo equipo de agentes y hasta disfruté los altibajos actorales de Tom Cruise, quien (digan lo que digan) siempre exprime al máximo las emociones de su papel. Por su parte, Paula Patton logra ser algo más que una cara bonita (aunque la típica escena donde debe seducir a un villano me pareció increíblemente forzada e innecesaria - lo peor de la película). Simon Pegg combina bien su función de "comic relief" con sus momentos de acción; y el intenso Jeremy Renner se perfila como un sólido reemplazo de Cruise en futuras (e hipotéticas) secuelas. Como grupo, todos los actores tienen buena química, y aprecié su balanceada colaboración a lo largo de la película, lo cual no ocurrió en cintas pasadas (¿alguien recuerda a otras co-estrellas de la saga, además de Ving Rhames?)
Aún no menciono su nombre, pero otro jugador importante es Brad Bird, respetado y talentoso director de películas animadas (The Iron Giant, The Incredibles y Ratatouille ¡nada más!) haciendo su debut en acción viva con gran aplomo y convicción en su visión personal. Afortunadamente Bird no trata de imitar el estilo "realista" (traducción: confuso y monótono) de cintas como Takers o Quantum of Solace, sino que regresa a la cadencia dinámica y metódica del cine de acción clásico, acelerando el ritmo cuando hace falta, pero sin agobiarnos con tomas cerradas ni confundirnos con excesiva edición. Entonces, unificando las ideas de esta esquizofrénica crítica, terminaré diciendo que Misión Imposible: Protocolo Fantasma me gustó como genérica película de acción, pero se quedó corta como sucesora de una importante franquicia (me refiero tanto al cine como a la TV) forjada a lo largo de cuatro décadas. Sé que después de tanto tiempo ya no es fácil sorprender al público con OTRA escena donde alguien se quita una máscara, o con OTRO "gadget" de mágica funcionalidad... pero con tanto talento frente y detrás de las cámaras, yo esperaba que se esforzarían más por intentarlo. Habiendo dicho eso, me apunto para futuras secuelas, con o sin Tom Cruise... siempre y cuando conserven el tema de Lalo Schiffrin: Tun, tun, tun-tun-tun, tun, tom-tom-tom, tom, tun-tun-tun, tun, tun-tun, tiruruuu... tiruruuu... tiruruuu... tirum. Bueno, creo que ya se lo saben.
Calificación: 8
lunes, 19 de diciembre de 2011
Año Nuevo (New Year's Eve)
Los aficionados al cine seguramente habrán visto las coloridas descripciones que acompañan la "clasificación" de películas en los Estados Unidos. Por ejemplo: "PG-13 por lenguaje y situaciones sexuales". O, en otros casos, "R por sangre excesiva, violencia brutal y una escena de canibalismo". Eso está muy bien como guía para padres que necesitan evaluar el contenido de una película antes de dejar que la vean sus hijos, o para personas sensibles que no quieren ofenderse cuando solo buscaban divertirse. Pero ¿qué pasa cuando la película es ofensiva por incompetencia en todos sus aspectos, y no solo por cuestiones de sexo o violencia? En ese caso propongo la creación de un sistema preventivo que nos advierta sobre los clichés, problemas e inconsistencias que pueden padecer las películas de Hollywood.
Por ejemplo... ¡ya sé! Acabo de ver Año Nuevo (¡qué coincidencia!), una de las más dolorosas experiencias que he sufrido en cines este año, y se me ocurren algunas advertencias que los productores podrían hacer para que el público sepa de antemano lo que le espera. Desde luego estas precauciones no rescatan la película, pero al menos nos preparan para enfrentar la bancarrota creativa en la que ha caído la industria cinematográfica (lo cual también dice mucho de quienes dedicamos a ella tanto tiempo y dinero).
Entonces, para sentar un precedente legal en futuras demandas, Año Nuevo debería prevenirnos sobre lo siguiente:
- Precaución: Contiene actores ganadores del Oscar pisoteando su ilustre carrera por ganar unos cuantos dólares.
- Peligro: Los intentos de actuación de Ashton Kutcher pueden causar daños en el nervio óptico por hacernos girar los ojos más allá de su límite natural.
- Sugerencia: Como compensación para hombres que llevaron a sus esposas o novias a ver Año Nuevo, podrán exigir tiempo libre para jugar Skyrim o Modern Warfare 3 durante al menos dos fines de semana.
- Nota: Los irritantes anuncios y constante "product placement" a lo largo de Año Nuevo son un castigo por saltarnos los comerciales cuando vemos programas de televisión grabados. (Nota patrocinada por Nivea ®, 100 Años Cuidando tu Piel en Todo Momento ©)
- Edicto: Warner Bros. no se hace responsable por las consecuencias de seguir los ejemplos maternos de Sarah Jessica Parker o Jessica Biel.
- Advertencia: La actuación de Robert De Niro como un hombre agonizante no debe interpretarse como una metáfora de su carrera.
- Aviso: Película dirigida por una "leyenda" de Hollywood que seguirá siendo alabada sin importar cuántos bodrios produzca.
- Precaución: La clásica pregunta de "¿con qué chica se quedará el galán?" nunca había provocado menos suspenso...
* Adendo A: ... ni había causado más incredulidad cuando finalmente se revela la respuesta.
- Aviso obvio: Jon Bon Jovi es peor actor que cantante. En ese aspecto es pareja perfecta de Katherine Heigl.
- Nota: Favor de no cuestionar la bola descendente como símbolo universal del año nuevo.
- Aviso: Durante la celebración del año 2012 es aceptable usar prendas con el número 2010.
- Peligro: Manejar una casa rodante en Nueva York podría no ser tan fácil o gracioso como lo indica la película.
- Precaución: Los inspiradores monólogos sobre belleza, segundas oportunidades e imaginación no deben tomarse en serio. Si le parecen sinceros, consulte a su médico.
- Mucho Ojo: Al salir del cine evite hacer contacto visual con otros integrantes del público; así será más fácil disimular la pena de haber visto Año Nuevo.
Y desde luego hay muchas otras advertencias (por favor sugieran las suyas en los comentarios), pero me rehúso a seguir pensando en esta película. Además, me temo que no servirán de nada, pues nadie acostumbra leer los manuales de enseres domésticos, donde se listan todas las maneras como puede matarnos nuestra lavadora. Como sea, basta con haber visto Valentine's Day el año pasado para alejar a los curiosos de esta pseudo-secuela; y si eso no fuera suficiente, reciban mis condolencias por su tiempo perdido.
- Advertencia sobre esta crítica: Vi Año Nuevo con un fuerte resfrío y bajo el efecto de varios medicamentos anti-gripales, así que mi percepción pudo ser errónea. Quizás sea la mejor película romántica de todos los tiempos, y quizás Ashton Kutcher sea el mejor actor de su generación. En cuyo caso, extiendo la siguiente GARANTÍA INCONDICIONAL DE POR VIDA: Si por alguna razón el lector no queda satisfecho con la película, garantizo que estaré pensando: "Se los dije".
Calificación: 4
sábado, 17 de diciembre de 2011
Inmortales (Immortals)
Hace veinte años me asombró la novedosa estética visual que el artista y director Tarsem Singh empleó en algunos memorables videos musicales y comerciales de los noventas. Sin embargo, cuando Singh finalmente dirigió una película resultó ser un desastre narrativo, pero, eso sí, repleto de impresionantes imágenes que aún perduran en mi memoria. Algunas personas opinaron que el estilo visual de The Cell bastó para hacerla una buena película, pero no me encuentro entre ellos (aunque respeto su opinión). Y sospecho que ocurrirá lo mismo con Inmortales, nueva cinta de "acción mitológica" con la que Singh pretende triunfar donde fracasaron Conan the Barbarian y el re-make de Clash of the Titans. ¿Lo consigue? Creo que no, pero eso no le impide ser entretenida y, desde luego, visualmente impactante.
El argumento de Inmortales emplea una densa sopa de mitología griega para contarnos la historia de Theseus (Henry Cavill), un virtuoso y valiente hombre involucrado accidentalmente (¿o será voluntad divina?) en la cruzada del maniático Rey Hyperion (Mickey Rourke), quien pretende liberar a los Titanes de su eterna prisión bajo el Monte Tartarus para que eliminen a los Dioses del Olimpo, sus enemigos mortales (o, mejor dicho, inmortales, jo, jo). Y si Hyperion logra capturar en el caos de la batalla una poderosa arma que le permitirá dominar el mundo, pues qué mejor.
Asumo que cuando Tarsem Singh vio 300 la tomó como una afrenta personal y un reto para superarla en todos sentidos. Y eso es lo que intentó con Inmortales... otro refrito del género "peplum" (también conocido como "cine de sandalias y espadas") filtrado a través de una sensibilidad hiper-artística y rebuscada, que no quedó satisfecha hasta que cada pixel de la pantalla fuera opulentamente sobre-diseñado (en color dorado, de preferencia), y cada pelea fuera elegantemente coreografiada en cámara lenta, con mórbida atención a cada chorro de sangre y a cada músculo de los varoniles guerreros griegos que, en distintas circunstancias, no estarían fuera de lugar como "backup dancers" en algún aparatoso video de Lady Gaga.
En lo que respecta a la historia, podemos esperar las habituales fórmulas empleadas como un fin por sí mismas, y no como herramientas para contar una historia coherente. Desafortunadamente Singh muestra tan poco interés en el desarrollo de los personajes que hasta los más rimbombantes clichés se sienten blandos y carentes de energía, ya sea la pelea inicial entre Theseus y los soldados (para demostrar que es un tipo sensible, pero sabe defenderse cuando insultan a su mamá), o los trémulos monólogos de Hyperion, tan ridículamente solemnes y confusos que sus víctimas seguramente dan gracias cuando el obsesionado rey finalmente se digna matarlos. Por cierto, me temo que este no es el Mickey Rourke de The Wrestler, sino el bizarro hermano gemelo que vimos fuera de control en Iron Man 2 y Domino.
Y ya que estoy quejándome de los actores, necesito expresar mi temor por el papel (o papelón) que hará Henry Cavill como Superman en un par de años. Sin duda tiene rostro esculpido en granito y cuerpo de atleta griego... pero, caray, hasta en las más intensas escenas parece un recorte de cartón, incapaz de transmitir sus emociones al espectador (esperen a ver su discurso inspirador antes de la gran batalla... ¿"Pelearemos por los niños"? Sparta, tenemos un problema). Sinceramente espero que Zack Snyder sepa lo que está haciendo. En fin, volviendo al punto, el resto del elenco de Inmortales (con la posible excepción de John Hurt) se limita a repetir sus líneas y servir como maniquíes vivientes para lucir los caprichos de alta costura de Singh, quien prefiere usar el cuerpo humano como elemento de diseño, y no como vehículo de personajes con los que pudiéramos identificarnos.
Sin embargo, como dije al principio, el derroche de estilo en Inmortales es tan abrumador y la acción tan sangrienta que podría distraernos durante casi dos horas, siempre y cuando nuestro cerebro coopere y abandone la esperanza de ser estimulado por una historia interesante. Entonces, si les parece atractiva la idea de ver una película que combina a Frank Frazetta con el más extravagante “pictorial” de Vanity Fair, vean Inmortales, y quizás terminarán apreciando sus virtudes superficiales. Solo recomiendo llevar al cine algo para leer durante los tediosos diálogos. Excepto lo de Mickey Rourke... esos son el "comic relief" y no hay que perdérselos.
Calificación: 6
miércoles, 14 de diciembre de 2011
Our Idiot Brother
Sí, ya sé... otra idiosincrática comedia "indie" con personajes pintorescos, problemas "de primer mundo" y ese curioso estilo de humor simultáneamente blando, sofisticado y pretencioso que tanto gusta en Sundance, Toronto y similares festivales "serios". Sin embargo, a diferencia de otras cintas cocinadas en el mismo molde, Our Idiot Brother me pareció genuinamente graciosa, honesta e inteligente, incluso si cae en los clásicos clichés que mucha gente aborrece en este tipo de cine. O quizás me dejé deslumbrar por el brillante elenco de comediantes que usan su talento para balancear el blando drama del libreto. Como sea, fue una agradable experiencia que merece ser descubierta.
El "hermano idiota" del título es Ned (Paul Rudd), afable e inofensivo "hippie" que pasa unos meses en prisión por vender marihuana a un policía. Cuando recupera la libertad trata de retomar su antigua vida, pero descubre que su novia Janet (Kathryn Hahn) está viviendo con otro hombre en su granja "bio-dinámica". Entonces, más por obligación que por auténtico interés, las tres hermanas de Ned se turnan para ayudarlo y albergarlo en sus respectivos hogares... con funestas consecuencias. Ned es tan honesto e ingenuo que mucha gente (incluyéndose a él mismo) lo considera "retrasado", y no puede evitar que sus inocentes comentarios causen graves problemas a sus hermanas, que ya de por sí tienen vidas bastante caóticas. Liz (Emily Mortimer) es una abrumada ama de casa, sosteniendo por sí sola el hogar mientras su pedante esposo Dylan (Steve Coogan) filma un documental sobre bailarinas rusas ex-patriadas; Miranda (Elizabeth Banks) es una reportera tratando de vender una jugosa historia a la revista Vanity Fair; y Natalie (Zooey Deschanel) trata de sobrevivir como artista al mismo tiempo que oculta múltiples infidelidades cometidas a espaldas de su confiada novia Cindy (Rashida Jones). Pero... ¡un momento! ¿Será posible que la influencia del "idiota" Ned pueda traer consecuencias positivas en la neurótica vida de sus hermanas?
Aunque las situaciones que plantea el libreto de Our Idiot Brother no son precisamente originales o complicadas, cumplen su función de ilustrar problemas comunes en las relaciones modernas, donde las mentiras blancas y "filtros sociales" pueden acumularse hasta erosionar por completo la confianza (y la felicidad) entre parejas o miembros de una familia. Por otro lado, la película solo funciona cuando estos problemas se resuelven con tanta facilidad que bordea en lo frívolo, como si estuviéramos viendo un "sitcom" apenas un poco más inteligente que el promedio. Afortunadamente los actores se encargan de añadir el peso emocional necesario para asentar la película y, con suerte, disimular su ligereza narrativa.
Hablando de lo cual, el director Jesse Peretz se sacó la lotería con un elenco que incluye a Paul Rudd en el papel principal, alejándose de su clásico cinismo para abordar un personaje decente y absolutamente libre de hipocresía, pero sin descartar sus naturales imperfecciones humanas. Digamos que es una versión moderna de Forrest Gump, añadiendo afición a la marihuana y con un perro como el amor de su vida. Emily Mortimer encarna maravillosamente al ama de casa abrumada por la rutina, y tan insegura de su matrimonio que se siente culpable por la apatía de su esposo. Elizabeth Banks tiene un papel similar al que hizo en 30 Rock... una mujer tan implacable en su lucha por ascender laboralmente que tiende a ignorar aquellos que afecta con su desmedida ambición (incluyéndose a si misma). Finalmente, Zooey Deschanel me pareció simpática pero un poco afectada como el espíritu libre y artístico que quizás no sea tan espontánea como todos piensan... ni tan lesbiana como cree su novia, fantásticamente interpretada por Rashida Jones con ayuda de un enorme par de gafas. Redondeando el reparto tenemos a los hombres, representando diversas facetas del género masculino, con todo lo bueno y malo que ello implica. Steve Coogan es experto en interpretar personajes insufribles, y esta no es la excepción (con atractivo adicional para quienes soñaban con ver su trasero desnudo... entre otras cosas). Adam Scott es el hombre sensible e inteligente que sería pareja perfecta de cualquier mujer... si no fuera porque carece de seguro médico. Y, finalmente, T.J. Miller roba sus escenas como Billy, pareja actual de la ex-novia de Ned, cuya inesperada afinidad por su "rival" quizás se deba a que es tan inocente e "idiota" como el protagonista.
A fin de cuentas me gustó la trama de Our Idiot Brother, aunque resuelve sus conflictos de manera demasiado conveniente (la escena final es tan cursi que podría ser satírica); sin embargo fue la simpatía de los actores y sus perfectos instintos humorísticos lo que mejor vendió la película, y lo que la hace merecedora de una sincera recomendación, esta vez dirigida a todo tipo de público, en vez de limitarla (como de costumbre) a fans del cine "indie" habituados a tolerar argumentos forzados y mensajes pretenciosos. Entonces, dudo mucho que Our Idiot Brother alcance el raro estrato de cintas independientes como Juno, Little Miss Sunshine o (500) Days of Summer, cuyo éxito cruzó al cine "mainstream"; pero sin duda podrá ser apreciada por una amplia audiencia gracias a su accesible humor y simpáticos personajes. Y, claro, sin olvidar el trasero y "paquete" de Steve Coogan... (no, en serio... por favor díganme cómo puedo borrarlo de mi mente).
Calificación: 8.5
lunes, 12 de diciembre de 2011
Hermanos por Siempre (Conviction)
La película Hermanos por Siempre está basada en una historia real sorprendente y ciertamente inspiradora. Por eso esperaba que Hollywood la convertiría (como acostumbran) en un empalagoso melodrama con muchas lágrimas pero poca integridad narrativa. Para mi sorpresa, el director Tony Goldwyn tomó el camino opuesto, centrándose en los hechos y controlando cuidadosamente las emociones de su película para que no sofocaran la trama, dando como resultado una obra concisa y frugal que no escatima fuerza emotiva.
El argumento de Hermanos por Siempre abarca los años ochentas y parte de los noventas, empleando una estructura asincrónica para contarnos la historia de Betty Anne Waters (Hilary Swank), una modesta ama de casa en un pequeño pueblo del norte de los Estados Unidos que lucha incansablemente por liberar a su hermano Kenny (Sam Rockwell) de presidio, donde cumple una condena de cadena perpetua por un asesinato que no cometió. Pero ¿es realmente inocente? Por medio de "flashbacks" vemos la niñez y juventud de los hermanos Waters, y queda claro que Kenny siempre fue un individuo violento e inestable, con un largo historial de problemas con la ley. De hecho, su única virtud parece ser la inflexible lealtad que siempre mostró hacia su hermana, y su preocupación por defenderla de todo peligro, ya fuera un regaño de sus crueles padres, o una agresión de los abusivos policías locales.
Entonces, con poco dinero y sin el apoyo de autoridades apáticas que ven a Kenny como una molestia menos, Betty Anne decide terminar su educación básica para poder estudiar leyes en una universidad comunitaria, graduarse como abogada y reabrir el caso de su hermano. Quizás con la nueva tecnología llamada "análisis de DNA" (recuerden, son los ochentas) la inexperta abogada logrará probar la inocencia de su hermano... o enfrentar la funesta confirmación de su culpabilidad. Pero, sea como sea, primero deberá encontrar evidencia de un caso cerrado más de una década atrás...
El título original de la película (Conviction) funciona en dos niveles; en su forma más simple, habla de la convicción de un acusado basada más en su carácter y reputación que en la investigación de los hechos y el examen de evidencia. Y en su nivel más profundo, describe la férrea convicción que impulsó a Betty Anne durante años para probar la inocencia de su hermano. Obviamente el eje de la cinta es la cruzada de la mujer en pos de la justicia; pero honestamente encontré más interesante su evolución personal, empezando como una insegura muchacha de pueblo y terminando como una fuerte mujer segura de sí misma y consciente de todo lo que sacrificó para cumplir la deuda moral que siente con Kenny.
El crédito desde luego debe adjudicarse a Hilary Swank, quien realiza un excelente trabajo en el papel principal. Claro que no debería sorprendernos; como siempre, Swank toma posesión de su papel y se funde con el personaje sin caer en las exageraciones y malabares histriónicos que tanto le gusta a "la Academia" (por cierto, los fans de los acentos regionales se divertirán con el espeso dialecto bostoniano). El resto de los actores son igualmente competentes, desde Sam Rockwell como el volátil Kenny, hasta Minnie Driver como ocasional "comic relief" y mejor amiga de Betty Anne. Y no podemos olvidar los roles incidentales cuando están en manos de actores tan fuertes como Melissa Leo y Juliette Lewis. Pero la película es de Hilary Swank, y su hipnótica presencia nos ayuda a sobrellevar algunos de los más secos y repetitivos momentos de Hermanos por Siempre.
Al principio mencioné el sobrio balance emocional del libreto, y su disciplina para ceñirse a los hechos sin regodearse en drama innecesario. Respeto que Goldwyn haya tomado esa decisión (y me parece la más acertada para honrar a los protagonistas de la historia real), pero al mismo tiempo hace la cinta un tanto estéril y monótona. No sé si hubiera funcionado mejor poniendo más énfasis en el proceso legal (sin caer en extremos de CSI) y menos en la nostalgia familiar; o si el problema fue que el final se desinfla un poco, en vez de servir como la catarsis (positiva o negativa) que estábamos esperando. Pero bueno... como quiera que sea, Hermanos por Siempre merece una recomendación por sus buenas actuaciones, notable historia e interesante examen de un proceso jurídico tan falible que resulta deprimente pensar en las injusticias que comete debido a ignorancia, error humano o incompetencia policiaca. Mi única advertencia para disfrutarla es no esperar un tenso thriller legal (en el estilo de A Few Good Men), sino un honesto drama familiar libre de pretensión... y al mismo tiempo carente del sórdido melodrama que quizás lo hubiera hecho más comercial y satisfactorio. Pero no importa... para eso está la televisión. En este caso, prefiero quedarme con la actuación de Swank.
Veredicto: 7.5
sábado, 10 de diciembre de 2011
Robo en las Alturas (Tower Heist)
Tan solo viendo los cortos de Robo en las Alturas queda claro que no hay absolutamente nada nuevo en su historia o ejecución, pero aún así tenía la esperanza de que su excelente elenco y marginalmente competente director encontrarían el balance justo de comedia y acción para hacerla al menos entretenida. En algunos aspectos lo logran (sobre todo en los tensos veinte minutos finales), pero no lo suficiente para rescatar esta experiencia llena de personajes pre-fabricados, clichés del género "gran robo" e imperdonables fallas lógicas que revelan un libreto pobremente escrito y no muy bien ejecutado. Es una lástima, pues se nota que los actores hicieron un genuino esfuerzo por sacar a flote sus papeles; y la dirección del controversial Brett Ratner supo dónde acelerar la trama y dónde frenarla cuando hacía falta fortalecer la dinámica entre los personajes. Sin embargo, la película no me pareció ni muy graciosa ni muy emocionante, y será demasiado fácil olvidarla en cuanto termine de escribir estos párrafos.
El argumento comienza con una mirada a la disciplinada vida de Josh Kovacs (Ben Stiller), eficiente conserje de un elegante edificio de departamentos llamado "La Torre", donde los más ricos y poderosos de Nueva York viven rodeados de lujo y protegidos por complejos sistemas de seguridad. Uno de los más opulentos inquilinos (y dueño parcial del edificio) es Arthur Shaw (Alan Alda), con quien Josh mantiene una cierta amistad. Pero esa amistad se ve traicionada cuando Shaw comete un inmenso fraude financiero que deja a los empleados de La Torre sin sus pensiones para el retiro. Sin embargo, durante una conversación casual, Josh se entera de que Shaw tiene oculto un "fondo de escape" con al menos 20 millones de dólares. Entonces, usando sus extensos conocimientos sobre las rutinas diarias, procedimientos de seguridad y secretos del edificio, el conserje desarrolla un plan para robar el dinero y regresarlo a sus compañeros necesitados. Claro que Josh no podrá llevar a cabo un plan tan descabellado por sí solo, así que recluta un equipo integrado por otros ex-empleados, un ladrón "profesional" de poca monta, y un inquilino que fue expulsado por no pagar la renta. Y, para complicar más las cosas, también comienza un tímido romance con la Agente Denham (Tea Leoni), encargada de investigar el asunto de Shaw.
La primera mitad de Robo en las Alturas transcurre con alarmante lentitud, pues toma demasiado tiempo para establecer la situación, introducir a los personajes, e incluso crear una atmósfera emocional que justifique el robo, presentándolo no solo como "justicia casera" contra el amoral banquero, sino como justa revancha por los años de humillación e impotencia que el personal de servicio toleró mientras trabajaba para los ricachones de Wall Street (sí, aunque el fraude del villano está inspirado en los crímenes reales de Bernie Madoff, la película definitivamente incluye una denuncia contra los responsables del colapso económico actual). Sin embargo, aún dedicando más de una hora para acomodar los elementos y detallar las habilidades de cada cómplice, el libreto debe hacer muchas trampas para hacernos creer que un puñado de ineptos fulanos (y una mujer) serán capaces de llevar a cabo un robo tan audaz (¡qué suerte que tuvieran tan cerca a un experto en abrir cajas fuertes!). Quizás si Robo en las Alturas fuera una comedia "slapstick" como Rush Hour, o una farsa satírica al estilo de A Fish Called Wanda, podríamos aceptar sus más exagerados (o inverosímiles) eventos. Pero al insistir en un tono más o menos formal y realista, termina metiéndose el pie en demasiadas ocasiones, y me fue imposible tomarla en serio como "heist movie", o disculpar las ridiculeces de la trama en aras del (inexistente) humor.
Entonces, no podría realmente recomendar Robo en las Alturas, pero me gustó su premisa y creo que pudo ejecutarse con mejor estilo, humor o suspenso si hubieran pulido un poco más el libreto, o si la dirección estuviera a cargo de alguien con mayor visión, que supiera valorar a los actores y les diera la oportunidad de brillar en sus respectivos papeles (me temo que esta es una de las pocas películas donde el genial Eddie Murphy no me pareció gracioso en lo absoluto - lo cual no ocurrió ni en bodrios como Norbit o Imagine That). De hecho, creo que el personaje más interesante es el villano interpretado por Alan Alda, lo cual no habla muy bien de los "héroes" con los que deberíamos simpatizar para disfrutar la película. Ni hablar; no es la primera ni será la última vez que veamos el desperdicio de un sólido elenco o una interesante historia. El problema es que al salir de la película también me sentí víctima del robo de mi tiempo. ¿Me pregunto que ridículo plan podría poner en marcha para cobrar venganza?
Calificación: 5