Al principio de 500 Días con Ella se nos advierte que no será una historia romántica... y durante los siguientes noventa minutos la película procede a reciclar todos los clichés de ese género. Sin embargo, admito que el director Marc Webb supo administrarlos bastante bien, de modo que el clásico recuento de los vaivenes emocionales de una pareja termina siendo más honesto y realista que muchas otras monótonas comedias románticas sacadas de un mismo molde. Pero no hay que confundir realismo con seriedad, pues la precisa disección de un romance moderno no impide el ocasional capricho creativo, como un sarcástico montaje musical, varias visitas al "karaoke" (en diversos estados de ebriedad) y desde luego, la hermana menor cuyos sabios consejos sobre el amor exceden por mucho su corta edad.
Como indica su título, a lo largo de la película presenciamos en forma no lineal 500 días de la cambiante relación entre Tom (Joseph Gordon-Levitt) y Summer (Zooey Deschanel), comenzando con el aparente fin de su idilio, para después visitar días específicos en los que ocurrió algo significativo que podría orientarnos sobre el momento en que empezó a desmoronarse, o sobre el potencial de reconciliación. Es un concepto interesante y muy bien complementado por actores que encajan maravillosamente bien en sus papeles, pues además del natural carisma que los hace accesibles y simpáticos, ambos poseen una cierta melancolía que subraya los miedos e inseguridades que obstaculizan su romance. Creo que Joseph Gordon-Levitt ha probado ser uno de los mejores actores de su generación, no sólo por su obvio talento, sino por la audaz selección de proyectos en los que participa. Estimo que 500 Días con Ella no lo convertirá en estrella, pero sin duda podemos contar con otra de sus detalladas actuaciones, profunda y rica en niveles de interpretación. Zooey Deschanel es obviamente encantadora, pero confieso que rara vez me ha impactado como actriz. Afortunadamente el voluble papel de Summer se ajusta exactamente a su limitado rango, y nunca da un paso en falso al mostrar los muy distintos aspectos del personaje, desde la inocente seductora hasta la veleidosa coqueta.
Me gustó el tono que el director Marc Webb imprimió en la película, dando igual oportunidad a los contradictorios puntos de vista con los que puede examinarse el romanticismo de una pareja. Podemos encontrar por igual cínicos comentarios sobre la falacia del amor; el irreal deseo de alguien cegado por las apariencias; y la honesta sensación de intimidad justificada por la química entre los personajes, y no por algún capricho del guionista. Por otro lado, muchos de esos momentos pierden su balance debido a la excesiva afectación que contamina algunas escenas, como si el director hubiera añadido medio litro adicional de miel porque no tuvo confianza en la dulzura natural de la situación. A veces funciona su exuberancia (como en el improvisado número musical... ¡con personajes animados!), pero en otros simplemente se siente forzada y artificial.
A pesar de esos tropiezos terminé disfrutando 500 Días con Ella más que cualquier otra comedia romántica en el último año. La promesa inicial de que "no se trata de una historia romántica" resultó al menos parcialmente cierta, pues si bien la trama se fundamenta en el instinto humano de encontrar pareja (o amor... lo que ocurra primero), también logra desafiar nuestras expectativas y los convencionalismos del género. Puedo recomendarla con confianza, aunque advierto que no será necesariamente satisfactoria para el segmento del público acostumbrado a los finales prefabricados que podemos encontrar en la obra de Sandra Bullock o Kate Hudson. Lo cual, si nos ponemos a pensar, es un significativo halago que pocas películas merecen.
Calificación: 8
sábado, 31 de octubre de 2009
viernes, 30 de octubre de 2009
Halloween 2 (Halloween II)
Hace dos años, el re-make de Halloween realizado por el músico/cineasta Rob Zombie (¿todavía dedica tiempo a su carrera musical?) me pareció un débil y mediocre intento por inyectar nueva vida en una franquicia que sin duda perdió toda integridad e interés gracias a sus cansadas secuelas. Ahora, paradójicamente, le tocó el turno a Zombie de dirigir una secuela de su propia "re-imaginación"... ¿logrará romper el círculo vicioso para darnos una segunda parte digna e interesante? Claro que no. No sé ni para qué lo pregunto.
Tomando el ejemplo de aquellas mercenarias e ineptas secuelas que sepultaron el nombre de Halloween durante los ochentas y noventas, Zombie se limita a reciclar en Halloween II los menos interesantes pasajes de la previa película; en otras palabras, abandona la tormentosa juventud de Michael Myers (Tyler Mane) para centrar la atención en una nueva ola de asesinatos, donde las víctimas están de algún modo relacionadas con la joven Laurie Strode (Scout Taylor-Compton), cuyo misterioso lazo con el mudo asesino podría salvarla o asegurar su aniquilación.
Desde el comienzo de Halloween II empecé a tener serias dudas sobre la estrategia de Zombie, pues la primera escena es un incongruente "flashback" que parece colocado a la fuerza para darle trabajo a su esposa Sheri Moon. Pero no... eventualmente se revela que el flashback está justificado por un ridículo "pay-off" al final de la película, sacado directamente de Halloween 6 (¿O fue la 5? Como sea, lo único que provoca es risa). Por lo demás las cosas se desarrollan tal como esperamos, con el sacrificio de numerosas víctimas genéricas para satisfacer la agresión del tenaz e imparable Michael. Tratando de ayudar en lo posible, el estoico Malcolm McDowell hace acto de presencia como el Dr. Loomis, repitiendo su bien conocida letanía sobre la motivación del maniático. Pero nada de eso explica la inexistente personalidad del asesino. Tradicionalmente Myers ha sido el más plano e inescrutable villano del cine slasher, y aunque eso lo mantuvo alejado del "glamour" compartido por Freddy Kruger y Jason Voorhees, al menos le dio un aire enigmático y atemorizante. Por eso me decepcionó ver que en Halloween II tiene aún menos personalidad (si es posible) que en sus previas apariciones. Es cierto que el actor Tyler Mane aporta una imponente presencia física... pero no sabe expresar emociones con su movimiento y actitud. Las mejores obras del cine slasher logran interesarnos en el destino de los protagonistas pero, aceptémoslo, la gran mayoría de estas películas sólo busca ponernos del lado del maniático para celebrar sus imaginativos crímenes y aplaudir las muertes de las desechables víctimas. Zombie no consigue ni ese simple nivel de entretenimiento, pues su tedioso libreto y personajes de papel no producen la menor respuesta visceral en el espectador. O al menos en mi.
Después de exponer tantas quejas, debo admitir que en el aspecto técnico y visual, Halloween II es la mejor película de Rob Zombie. Claro, me costó trabajo mantenerme despierto durante sus más "emocionantes" momentos, pero eso no me impidió notar la madurez de un cineasta que ya abandonó su obsesión con la desaturada cinematografía setentera de The Devil's Rejects y la abigarrada estética de video musical que empleó en House of 1000 Corpses. Su evolución lo ha llevado a algo que yo llamaría "horror noir", con bien planeadas escenas que lucen el estilizado claroscuro del director de fotografía Brandon Trost. Claro que las opiniones podrían variar... la película es muy oscura (y no me refiero a que sea “dark”, sino que está escasamente iluminada), y en muchas ocasiones parece que a Zombie no le interesa si entendemos lo que está pasando, siempre y cuando logre filmar un ángulo interesante, con ribetes de luz y alto contraste. Francamente a mi tampoco me interesaban las acciones de los personajes y quizás esa apatía me permitió admirar su renovado estilo visual. En cuanto a su selección de actores, parece tan irregular como siempre. Los jóvenes protagonistas de Halloween II se ven reducidos a antipáticos títeres que pasan de la arrogancia al terror con la menor provocación. El elenco secundario ofrece un poco más de interés, pues cuenta con la presencia de algunas semi-celebridades en el género de terror (además del mencionado McDowell tenemos a Margot Kidder, Caroline Williams, Brad Dourif y...¿Weird Al Yankovic?) que al menos despiertan un poco de simpatía por sus insustanciales papeles.
Sin embargo, nada de eso basta para recomendar esta tediosa película, que defraudará incluso a los escasos fans de su predecesora. Creo que Rob Zombie disfruta mostrándonos a sus personajes aterrorizados, pero por más gimoteos y gritos que emitan no logra hacernos compartir ese terror, y por lo tanto la experiencia se vuelve hueca y monótona. Sin embargo, los productores de Halloween (y dueños de la franquicia) han demostrado que no hay obstáculo alguno para exprimir más dólares del apestoso cadáver de Michael Myers, de modo que podremos esperar futuras secuelas re-re-re-imaginadas (aunque sea en DVD), y sinceramente deseo que ninguna incluya a Zombie. Aún con los variados tropiezos en su faceta como director creo que tiene potencial, y si encuentra un buen libreto podría sorprendernos con el talento que ha desarrollado en sus poco satisfactorias películas. ¿Logrará hacerlo con su re-make de The Blob? Perdón... ahí voy de nuevo con mis estúpidas preguntas...
Calificación: 3
Tomando el ejemplo de aquellas mercenarias e ineptas secuelas que sepultaron el nombre de Halloween durante los ochentas y noventas, Zombie se limita a reciclar en Halloween II los menos interesantes pasajes de la previa película; en otras palabras, abandona la tormentosa juventud de Michael Myers (Tyler Mane) para centrar la atención en una nueva ola de asesinatos, donde las víctimas están de algún modo relacionadas con la joven Laurie Strode (Scout Taylor-Compton), cuyo misterioso lazo con el mudo asesino podría salvarla o asegurar su aniquilación.
Desde el comienzo de Halloween II empecé a tener serias dudas sobre la estrategia de Zombie, pues la primera escena es un incongruente "flashback" que parece colocado a la fuerza para darle trabajo a su esposa Sheri Moon. Pero no... eventualmente se revela que el flashback está justificado por un ridículo "pay-off" al final de la película, sacado directamente de Halloween 6 (¿O fue la 5? Como sea, lo único que provoca es risa). Por lo demás las cosas se desarrollan tal como esperamos, con el sacrificio de numerosas víctimas genéricas para satisfacer la agresión del tenaz e imparable Michael. Tratando de ayudar en lo posible, el estoico Malcolm McDowell hace acto de presencia como el Dr. Loomis, repitiendo su bien conocida letanía sobre la motivación del maniático. Pero nada de eso explica la inexistente personalidad del asesino. Tradicionalmente Myers ha sido el más plano e inescrutable villano del cine slasher, y aunque eso lo mantuvo alejado del "glamour" compartido por Freddy Kruger y Jason Voorhees, al menos le dio un aire enigmático y atemorizante. Por eso me decepcionó ver que en Halloween II tiene aún menos personalidad (si es posible) que en sus previas apariciones. Es cierto que el actor Tyler Mane aporta una imponente presencia física... pero no sabe expresar emociones con su movimiento y actitud. Las mejores obras del cine slasher logran interesarnos en el destino de los protagonistas pero, aceptémoslo, la gran mayoría de estas películas sólo busca ponernos del lado del maniático para celebrar sus imaginativos crímenes y aplaudir las muertes de las desechables víctimas. Zombie no consigue ni ese simple nivel de entretenimiento, pues su tedioso libreto y personajes de papel no producen la menor respuesta visceral en el espectador. O al menos en mi.
Después de exponer tantas quejas, debo admitir que en el aspecto técnico y visual, Halloween II es la mejor película de Rob Zombie. Claro, me costó trabajo mantenerme despierto durante sus más "emocionantes" momentos, pero eso no me impidió notar la madurez de un cineasta que ya abandonó su obsesión con la desaturada cinematografía setentera de The Devil's Rejects y la abigarrada estética de video musical que empleó en House of 1000 Corpses. Su evolución lo ha llevado a algo que yo llamaría "horror noir", con bien planeadas escenas que lucen el estilizado claroscuro del director de fotografía Brandon Trost. Claro que las opiniones podrían variar... la película es muy oscura (y no me refiero a que sea “dark”, sino que está escasamente iluminada), y en muchas ocasiones parece que a Zombie no le interesa si entendemos lo que está pasando, siempre y cuando logre filmar un ángulo interesante, con ribetes de luz y alto contraste. Francamente a mi tampoco me interesaban las acciones de los personajes y quizás esa apatía me permitió admirar su renovado estilo visual. En cuanto a su selección de actores, parece tan irregular como siempre. Los jóvenes protagonistas de Halloween II se ven reducidos a antipáticos títeres que pasan de la arrogancia al terror con la menor provocación. El elenco secundario ofrece un poco más de interés, pues cuenta con la presencia de algunas semi-celebridades en el género de terror (además del mencionado McDowell tenemos a Margot Kidder, Caroline Williams, Brad Dourif y...¿Weird Al Yankovic?) que al menos despiertan un poco de simpatía por sus insustanciales papeles.
Sin embargo, nada de eso basta para recomendar esta tediosa película, que defraudará incluso a los escasos fans de su predecesora. Creo que Rob Zombie disfruta mostrándonos a sus personajes aterrorizados, pero por más gimoteos y gritos que emitan no logra hacernos compartir ese terror, y por lo tanto la experiencia se vuelve hueca y monótona. Sin embargo, los productores de Halloween (y dueños de la franquicia) han demostrado que no hay obstáculo alguno para exprimir más dólares del apestoso cadáver de Michael Myers, de modo que podremos esperar futuras secuelas re-re-re-imaginadas (aunque sea en DVD), y sinceramente deseo que ninguna incluya a Zombie. Aún con los variados tropiezos en su faceta como director creo que tiene potencial, y si encuentra un buen libreto podría sorprendernos con el talento que ha desarrollado en sus poco satisfactorias películas. ¿Logrará hacerlo con su re-make de The Blob? Perdón... ahí voy de nuevo con mis estúpidas preguntas...
Calificación: 3
jueves, 29 de octubre de 2009
Cine Clásico: The Blob (1958 y 1988)
Me quejo constantemente de los re-makes que infestan la producción fílmica norteamericana, pues son clara evidencia de la grave carencia de ideas que afecta a la industria entera. Pero, en un nivel más profundo, me molesta la mera creación de estas "modernizaciones", pues sugiere la existencia de "defectos" en alguna película antigua, que sólo los genios actuales de Hollywood podrían corregir (sobra decir que la mayor parte de las veces terminan empeorando la situación). Sin embargo, no niego que ocasionalmente la nueva versión de un clásico (o semi-clásico) puede representar una mejoría sobre el original, e incluso co-existir armoniosamente con su predecesora al complementar sus temas, mejorar sus imágenes y adaptar la ideología del pasado a una situación contemporánea. El ejemplo obligatorio de esa armonía sería The Thing From Another World (1951) y su re-make The Thing (1982), pero esta vez quiero enfocarme en dos películas distintas que, en mi humilde opinión, nunca obtuvieron el respeto que merecían, y son actualmente recordadas como meros artefactos arqueológicos de sus respectivas décadas.
Me refiero, desde luego, a la original The Blob, filmada en 1958, y su correspondiente re-make de 1988.
A fines de los cincuentas el cine de ciencia ficción estaba aún estancado en los mismos temas de la post-guerra: el horror atómico, el cuestionamiento de la identidad nacional y, sobre todo, el temor a las invasiones bélicas e ideológicas. The Blob reúne todos esos elementos en un simple y ligero relato ubicado en el proverbial pueblo pequeño, donde la apacible vida de sus habitantes se ve amenazada por el arribo de una extraña presencia que provoca la cooperación y vigilancia de la comunidad. Ciertamente no es una analogía del comunismo tan obvia como en la brillante The Invasion of the Body Snatchers, pero podemos sentir la misma atmósfera de paranoia mezclada con ciega confianza en el "American Way", cuya defensa recae en la gente común, y no en el aparato militar de la nación.
Al principio de la película encontramos a los jóvenes Steve (Steve McQueen... sí, ESE Steve McQueen) y Jane (Aneta Corsaut) a punto de iniciar una velada romántica en el bosque, cuando ven caer un meteorito en las afueras de la ciudad. Sin pensarlo dos veces se dirigen al sitio del impacto, pero un anciano ermitaño se les adelanta y tiene la mala fortuna de convertirse en la primera víctima del Blob, una gelatinosa masa que escapa del fragmentado asteroide y se adhiere a la mano del aterrado hombre, consumiendo sus tejidos. Steve y Jane lo encuentran corriendo en la carretera y deciden llevarlo con el afable Doctor Hallen (Steven Chase), quien queda sorprendido por el rápido crecimiento de la extraña masa. Pero su curiosidad se transforma en terror cuando es devorado por el Blob, el cual escapa del consultorio para consumir más víctimas, creciendo más y más, hasta que envuelve por completo un pequeño restaurante, donde Steve y Jane trataban de ocultarse...
Lo que distingue a The Blob es que sus héroes no son los adustos científicos y estoicos militares que poblaron invariablemente el "cine B" de los años cincuentas, sino un grupo de adolescentes, traviesos pero inteligentes, que saben perfectamente cuándo interrumpir sus joviales bromas para tomar en serio la amenaza que se cierne sobre su pequeño pueblo. Durante la siguiente década esa premisa se convertiría en un insoportable cliché, pero creo que The Blob tiene el dudoso honor de haber inventado la clásica escena de "la policía no cree el testimonio de los jóvenes, hasta que es demasiado tarde". El legendario productor Jack Hill intuyó (correctamente) que el cine de ciencia ficción y terror era muy popular entre los adolescentes, y quizás sería buena idea ponerlos también en la pantalla, para que los jóvenes espectadores se identificaran fácilmente con esos personajes, en vez de los "viejos" profesores y soldados de antaño. La suposición de Hill resultó acertada, y The Blob fue un sonado éxito en los autocinemas y matineés de aquella época.
Treinta años después, en 1988, The Blob resucitó bajo la mano del director Chuck Russell, un hábil pero menospreciado cineasta que a lo largo de su variada filmografía ha mostrado una sana sensibilidad por la atmósfera y entusiasmo del mejor "cine B", tanto cuando trabaja en cintas de terror como cuando conduce algún costoso proyecto de estudio hollywoodense. Su versión de The Blob emplea la misma estructura básica de la original: dos jóvenes de acomodadas familias encuentran al anciano infectado con el Blob que cayó del espacio; pero esta vez el apuesto Paul (Donovan Leitch) es devorado rápidamente por el monstruo, y su aterrada (ex) novia Meg (Shawnee Smith... sí, ESA Shawnee Smith) tiene que afrontar los deberes de heroína, auxiliada por el rebelde Brian (Kevin Dillon), un lacónico y solitario motociclista del que todos desconfían.
Para bien o para mal, esta nueva versión elimina todo redundante e innecesario drama para centrarse en los brutales ataques del monstruo, magníficamente representados por los efectos especiales del genial Tony Gardener. Su labor no solo incluyó mostrar las grotescas consecuencias de los múltiples encuentros entre el ácido Blob y sus víctimas, sino además dar "vida" a la imposible criatura. Afortunadamente Gardener tuvo que echar mano de ingeniosos trucos prácticos para hacer que la masa de látex y gelatina diera una actuación convincente, pues el reducido presupuesto de la película no permitió el uso de las entonces primitivas herramientas digitales. Y digo "afortunadamente" porque hoy sería demasiado fácil crear al Blob con sofisticadas simulaciones de fluidos y demás herramientas computarizadas que restarían todo el encanto artesanal que podemos ver en ambas versiones de la película (aunque vale advertir que la versión de 1958 no impresionaría a nadie con su viscosa estrella deslizándose perezosamente en "sets" inclinados).
Otra acertada decisión que tomó el re-make fue aprovechar la paranoia latente en la historia, alejándola de la "amenaza comunista" y enfocándola a algo mucho más cercano y terrorífico: el gobierno norteamericano. Esta vez el Blob también cae del espacio, pero eventualmente nos enteramos de que su origen es artificial y no llegó en un meteorito, sino en un satélite que perdió su órbita. Peor aún, los científicos y militares que acuden a investigar resultan tan peligrosos como el monstruo mismo, o quizás más, pues su aparente intención de rescate oculta un propósito más siniestro, que podría borrar por completo del mapa al pequeño pueblo. Y (hablando de cambios) aunque el final de la película emplea el mismo "talón de Aquiles" para derrotar a la criatura, al menos aplica lógica más sólida al problema (por no mencionar espectáculo visual). Finalmente, podemos detectar también un profético mensaje ecológico sutilmente integrado al libreto, pues la trama se desarrolla en un pueblo rodeado de montañas que antes gozaba turismo invernal por sus constantes nevadas. Pero el clima está cambiando, no ha caído nieve y los habitantes atraviesan una economía deprimida. Mmh... suena familiar.
Aunque sin duda me gusta más el (semi)moderno re-make de The Blob por sus excelentes efectos prácticos, su enriquecida estructurada narrativa y la diestra actualización de la paranoia gubernamental ochentera, considero la original como un puntal de la ciencia ficción que estableció muchos de los estándares que hoy damos por sentados en las películas de monstruos; por no mencionar la aceptación del grupo demográfico juvenil como principal consumidor (y demandante) del cine fantástico. Finalmente, vale decir que en lo único que la original supera al re-make es en su pegajoso (¡ja!) tema musical, compuesto por Burt Bacharach con irónico humor que contrasta deliciosamente con los horrores de la película. La verdad no espero nada bueno del nuevo re-make de The Blob planeado por el director Rob Zombie; pero toleraré cualquier bazofia si al menos se atreve a grabar una modernizada versión de esa ridícula pero entrañable canción. Pero dudo que lo haga.
Calificaciones: The Blob (1958): 7 - The Blob (1988) 8.5
Imágenes cortesía (robadas) de BadMovies.org
Me refiero, desde luego, a la original The Blob, filmada en 1958, y su correspondiente re-make de 1988.
A fines de los cincuentas el cine de ciencia ficción estaba aún estancado en los mismos temas de la post-guerra: el horror atómico, el cuestionamiento de la identidad nacional y, sobre todo, el temor a las invasiones bélicas e ideológicas. The Blob reúne todos esos elementos en un simple y ligero relato ubicado en el proverbial pueblo pequeño, donde la apacible vida de sus habitantes se ve amenazada por el arribo de una extraña presencia que provoca la cooperación y vigilancia de la comunidad. Ciertamente no es una analogía del comunismo tan obvia como en la brillante The Invasion of the Body Snatchers, pero podemos sentir la misma atmósfera de paranoia mezclada con ciega confianza en el "American Way", cuya defensa recae en la gente común, y no en el aparato militar de la nación.
Al principio de la película encontramos a los jóvenes Steve (Steve McQueen... sí, ESE Steve McQueen) y Jane (Aneta Corsaut) a punto de iniciar una velada romántica en el bosque, cuando ven caer un meteorito en las afueras de la ciudad. Sin pensarlo dos veces se dirigen al sitio del impacto, pero un anciano ermitaño se les adelanta y tiene la mala fortuna de convertirse en la primera víctima del Blob, una gelatinosa masa que escapa del fragmentado asteroide y se adhiere a la mano del aterrado hombre, consumiendo sus tejidos. Steve y Jane lo encuentran corriendo en la carretera y deciden llevarlo con el afable Doctor Hallen (Steven Chase), quien queda sorprendido por el rápido crecimiento de la extraña masa. Pero su curiosidad se transforma en terror cuando es devorado por el Blob, el cual escapa del consultorio para consumir más víctimas, creciendo más y más, hasta que envuelve por completo un pequeño restaurante, donde Steve y Jane trataban de ocultarse...
Lo que distingue a The Blob es que sus héroes no son los adustos científicos y estoicos militares que poblaron invariablemente el "cine B" de los años cincuentas, sino un grupo de adolescentes, traviesos pero inteligentes, que saben perfectamente cuándo interrumpir sus joviales bromas para tomar en serio la amenaza que se cierne sobre su pequeño pueblo. Durante la siguiente década esa premisa se convertiría en un insoportable cliché, pero creo que The Blob tiene el dudoso honor de haber inventado la clásica escena de "la policía no cree el testimonio de los jóvenes, hasta que es demasiado tarde". El legendario productor Jack Hill intuyó (correctamente) que el cine de ciencia ficción y terror era muy popular entre los adolescentes, y quizás sería buena idea ponerlos también en la pantalla, para que los jóvenes espectadores se identificaran fácilmente con esos personajes, en vez de los "viejos" profesores y soldados de antaño. La suposición de Hill resultó acertada, y The Blob fue un sonado éxito en los autocinemas y matineés de aquella época.
Treinta años después, en 1988, The Blob resucitó bajo la mano del director Chuck Russell, un hábil pero menospreciado cineasta que a lo largo de su variada filmografía ha mostrado una sana sensibilidad por la atmósfera y entusiasmo del mejor "cine B", tanto cuando trabaja en cintas de terror como cuando conduce algún costoso proyecto de estudio hollywoodense. Su versión de The Blob emplea la misma estructura básica de la original: dos jóvenes de acomodadas familias encuentran al anciano infectado con el Blob que cayó del espacio; pero esta vez el apuesto Paul (Donovan Leitch) es devorado rápidamente por el monstruo, y su aterrada (ex) novia Meg (Shawnee Smith... sí, ESA Shawnee Smith) tiene que afrontar los deberes de heroína, auxiliada por el rebelde Brian (Kevin Dillon), un lacónico y solitario motociclista del que todos desconfían.
Para bien o para mal, esta nueva versión elimina todo redundante e innecesario drama para centrarse en los brutales ataques del monstruo, magníficamente representados por los efectos especiales del genial Tony Gardener. Su labor no solo incluyó mostrar las grotescas consecuencias de los múltiples encuentros entre el ácido Blob y sus víctimas, sino además dar "vida" a la imposible criatura. Afortunadamente Gardener tuvo que echar mano de ingeniosos trucos prácticos para hacer que la masa de látex y gelatina diera una actuación convincente, pues el reducido presupuesto de la película no permitió el uso de las entonces primitivas herramientas digitales. Y digo "afortunadamente" porque hoy sería demasiado fácil crear al Blob con sofisticadas simulaciones de fluidos y demás herramientas computarizadas que restarían todo el encanto artesanal que podemos ver en ambas versiones de la película (aunque vale advertir que la versión de 1958 no impresionaría a nadie con su viscosa estrella deslizándose perezosamente en "sets" inclinados).
Otra acertada decisión que tomó el re-make fue aprovechar la paranoia latente en la historia, alejándola de la "amenaza comunista" y enfocándola a algo mucho más cercano y terrorífico: el gobierno norteamericano. Esta vez el Blob también cae del espacio, pero eventualmente nos enteramos de que su origen es artificial y no llegó en un meteorito, sino en un satélite que perdió su órbita. Peor aún, los científicos y militares que acuden a investigar resultan tan peligrosos como el monstruo mismo, o quizás más, pues su aparente intención de rescate oculta un propósito más siniestro, que podría borrar por completo del mapa al pequeño pueblo. Y (hablando de cambios) aunque el final de la película emplea el mismo "talón de Aquiles" para derrotar a la criatura, al menos aplica lógica más sólida al problema (por no mencionar espectáculo visual). Finalmente, podemos detectar también un profético mensaje ecológico sutilmente integrado al libreto, pues la trama se desarrolla en un pueblo rodeado de montañas que antes gozaba turismo invernal por sus constantes nevadas. Pero el clima está cambiando, no ha caído nieve y los habitantes atraviesan una economía deprimida. Mmh... suena familiar.
Aunque sin duda me gusta más el (semi)moderno re-make de The Blob por sus excelentes efectos prácticos, su enriquecida estructurada narrativa y la diestra actualización de la paranoia gubernamental ochentera, considero la original como un puntal de la ciencia ficción que estableció muchos de los estándares que hoy damos por sentados en las películas de monstruos; por no mencionar la aceptación del grupo demográfico juvenil como principal consumidor (y demandante) del cine fantástico. Finalmente, vale decir que en lo único que la original supera al re-make es en su pegajoso (¡ja!) tema musical, compuesto por Burt Bacharach con irónico humor que contrasta deliciosamente con los horrores de la película. La verdad no espero nada bueno del nuevo re-make de The Blob planeado por el director Rob Zombie; pero toleraré cualquier bazofia si al menos se atreve a grabar una modernizada versión de esa ridícula pero entrañable canción. Pero dudo que lo haga.
Calificaciones: The Blob (1958): 7 - The Blob (1988) 8.5
Imágenes cortesía (robadas) de BadMovies.org
miércoles, 28 de octubre de 2009
Observe and Report
Es fácil prejuzgar esta película, pues todo indica que se trata de un paseo vulgar por el mismo territorio que exploró la más amable y familiar Paul Blart, Mall Cop: un guardia de centro comercial con fantasías de detective y delirios de grandeza que contrastan con su evidente ineptitud y nula autoridad. Con esa idea comencé a ver Observe and Report, pero al final quedé sorprendido por la inesperada audacia del director Jody Hill, cuyo torcido sentido del humor busca ser mucho más oscuro y subversivo que las fáciles comedias de Judd Apatow y sus imitadores. El resultado, a fin de cuentas, fue una experiencia en igual medida graciosa, dramática... y bastante perturbadora.
Observe and Report sigue las aventuras de Ronnie Barnhardt (Seth Rogen), jefe de seguridad en un genérico centro comercial norteamericano donde se desarrolla una pequeña crisis: un exhibicionista está aterrorizando mujeres en el amplio estacionamiento, donde las persigue y muestra sus genitales. El administrador del "mall" quiere reportarlo a la policía, pero Ronnie está seguro de poder capturar al depravado criminal con la ayuda de su patético equipo de guardias. El problema es que Ronnie sufre de trastorno bipolar, lo cual crea ilusiones de autoridad y poder que exceden sus simples deberes (y escaso talento). Por eso cuando el exhibicionista ataca a la joven Brandi (Anna Faris) y la policía finalmente investiga el caso, Ronnie sufre una herida en su orgullo, que sólo sanará satisfaciendo sus "instintos de cazador" y dando rienda suelta a sus frecuentes accesos de ira... con lo cual se pone de inmediato en conflicto con el igualmente agresivo y tenaz Detective Harrison (Ray Liotta), quien considera a Ronnie como un irritante obstáculo en la investigación.
Aunque está estructurada como una comedia (y en realidad tiene partes hilarantes), creo que sería más preciso describir Observe and Report como una perversa parodia que usa el síndrome bipolar como reemplazo de la más genérica estupidez que usualmente motiva a los inmaduros personajes de la nueva comedia norteamericana. Añadiendo una condición médica como excusa de las escandalosas e inapropiadas conductas del protagonista, la película busca ubicarse en un nivel distinto, donde los chistes siguen siendo graciosos, pero dejan un mal sabor que se queda durante largo tiempo en el espectador. Para ilustrar esta estrategia con un pequeño ejemplo, los invito a comparar dos escenas similares en su forma, pero profundamente distintas en su efecto: En la película Role Models, el afable Paul Rudd insulta con entusiasmo a un niño, y nos hace reír porque el adulto inmaduro se pone al nivel de su "rival" infantil; en Observe and Report, Seth Rogen hace lo mismo, pero su iracundo rostro expresa genuina agresión que bordea en el abuso, y aunque la incongruencia de la escena causa risa (no me consideren un monstruo, por favor), va acompañada por una vaga sensación de pena por el personaje. Sin duda es un tono muy extraño para una supuesta comedia, pero el director Jody Hill no teme caminar sobre esa delgada línea, incluso si de vez en cuando termina cayendo al abismo de mal gusto y explotación que se abre a sus pies.
Como sea, puedo recomendar Observe and Report por su arriesgada intención, sus momentos de grotesco humor y las valientes actuaciones del elenco. No son exactamente “virtudes”, pero sí “atributos” que compensan las dudosas decisiones del libreto y sus más oscuros pasajes. Seth Rogen demuestra que puede llegar más allá del típico hombre bonachón que usualmente interpreta; Ray Liotta exuda intensidad como el detective a cargo de la investigación; Anna Faris es graciosa y estridente (como siempre), pero con inusual malicia detrás de su aparente fragilidad; Michael Peña se roba la película como el guardia mexicano; y Patton Oswalt tiene una corta pero graciosa aparición como el más arrogante gerente de comida rápida que he visto. Conviene repetir que Observe and Report no será para todos los gustos, y tal vez ofenda a tantas personas como las que hará reír. Sin embargo considero que su velada crítica al racismo, la intolerancia y la obsesión con el consumismo de la cultura norteamericana validan el uso de herramientas un poco extremas para transmitir su mensaje. Sólo espero que nadie la confunda con la mencionada Paul Blart: Mall Cop, pues podría recibir una desagradable sorpresa.
Calificación: 7.5
Observe and Report sigue las aventuras de Ronnie Barnhardt (Seth Rogen), jefe de seguridad en un genérico centro comercial norteamericano donde se desarrolla una pequeña crisis: un exhibicionista está aterrorizando mujeres en el amplio estacionamiento, donde las persigue y muestra sus genitales. El administrador del "mall" quiere reportarlo a la policía, pero Ronnie está seguro de poder capturar al depravado criminal con la ayuda de su patético equipo de guardias. El problema es que Ronnie sufre de trastorno bipolar, lo cual crea ilusiones de autoridad y poder que exceden sus simples deberes (y escaso talento). Por eso cuando el exhibicionista ataca a la joven Brandi (Anna Faris) y la policía finalmente investiga el caso, Ronnie sufre una herida en su orgullo, que sólo sanará satisfaciendo sus "instintos de cazador" y dando rienda suelta a sus frecuentes accesos de ira... con lo cual se pone de inmediato en conflicto con el igualmente agresivo y tenaz Detective Harrison (Ray Liotta), quien considera a Ronnie como un irritante obstáculo en la investigación.
Aunque está estructurada como una comedia (y en realidad tiene partes hilarantes), creo que sería más preciso describir Observe and Report como una perversa parodia que usa el síndrome bipolar como reemplazo de la más genérica estupidez que usualmente motiva a los inmaduros personajes de la nueva comedia norteamericana. Añadiendo una condición médica como excusa de las escandalosas e inapropiadas conductas del protagonista, la película busca ubicarse en un nivel distinto, donde los chistes siguen siendo graciosos, pero dejan un mal sabor que se queda durante largo tiempo en el espectador. Para ilustrar esta estrategia con un pequeño ejemplo, los invito a comparar dos escenas similares en su forma, pero profundamente distintas en su efecto: En la película Role Models, el afable Paul Rudd insulta con entusiasmo a un niño, y nos hace reír porque el adulto inmaduro se pone al nivel de su "rival" infantil; en Observe and Report, Seth Rogen hace lo mismo, pero su iracundo rostro expresa genuina agresión que bordea en el abuso, y aunque la incongruencia de la escena causa risa (no me consideren un monstruo, por favor), va acompañada por una vaga sensación de pena por el personaje. Sin duda es un tono muy extraño para una supuesta comedia, pero el director Jody Hill no teme caminar sobre esa delgada línea, incluso si de vez en cuando termina cayendo al abismo de mal gusto y explotación que se abre a sus pies.
Como sea, puedo recomendar Observe and Report por su arriesgada intención, sus momentos de grotesco humor y las valientes actuaciones del elenco. No son exactamente “virtudes”, pero sí “atributos” que compensan las dudosas decisiones del libreto y sus más oscuros pasajes. Seth Rogen demuestra que puede llegar más allá del típico hombre bonachón que usualmente interpreta; Ray Liotta exuda intensidad como el detective a cargo de la investigación; Anna Faris es graciosa y estridente (como siempre), pero con inusual malicia detrás de su aparente fragilidad; Michael Peña se roba la película como el guardia mexicano; y Patton Oswalt tiene una corta pero graciosa aparición como el más arrogante gerente de comida rápida que he visto. Conviene repetir que Observe and Report no será para todos los gustos, y tal vez ofenda a tantas personas como las que hará reír. Sin embargo considero que su velada crítica al racismo, la intolerancia y la obsesión con el consumismo de la cultura norteamericana validan el uso de herramientas un poco extremas para transmitir su mensaje. Sólo espero que nadie la confunda con la mencionada Paul Blart: Mall Cop, pues podría recibir una desagradable sorpresa.
Calificación: 7.5
lunes, 26 de octubre de 2009
Asesino Íntimo (Tenderness)
Russell Crowe estelariza la película Asesino Íntimo, y cuando lo vi interpretando a un atormentado detective con problemas familiares temí que la cinta degenerara en uno de tantos rancios relatos sobre asesinos seriales y los rudos pero deprimidos policías que los persiguen. En cierto modo el libreto sigue ese cliché, pero construye alrededor de él una historia distinta y más interesante. Sin embargo no cabe duda que se trata de un esfuerzo menor que pertenece al olvidable cine directo a DVD, aunque por alguna razón llegó en México a la pantalla grande.
El mencionado policía es el detective Cristofuoro (Russell Crowe), cuya investigación sobre el asesinato de una familia condujo al encarcelamiento del menor de edad Eric Poole (Jon Foster). En su décimo octavo cumpleaños el joven es liberado, y Cristofuoro está ahí para recibirlo y recordarle que estará vigilándolo, pues el veterano policía siente que el joven matará de nuevo. Habiendo recibido esa advertencia Poole hace lo posible por reconstruir su vida; pero no será fácil, pues una impulsiva muchacha llamada Lori (Sophie Traub) está obsesionada con el ex-convicto, y decide acompañarlo en su búsqueda de casa y empleo. El solitario Poole acepta la presencia de la chica, sobre todo cuando Lori insinúa que conoce un secreto sobre el pasado del inestable joven. ¿Tendrá razón Cristofuoro al pensar que el ex-convicto volverá a matar? ¿Y será Lori su nueva víctima... o su salvación?
Sin duda es una historia distinta a la que nos tienen acostumbrados los "thrillers policiacos" que parecen surgir espontáneamente en televisión por cable y en los estantes inferiores del videoclub (y no me refiero sólo a su ubicación). Pero no por ello resulta muy buena, aunque el metódico ritmo de la narrativa y la selectiva liberación de información contribuye a hacerla interesante. Los personajes se mantienen ambiguos y bordean en la estupidez, pero no por mediocridad del escritor, sino porque retratan un entorno socio-económico bastante realista y desmoralizante, en el que resulta comprensible el "glamour" y romanticismo del recién liberado asesino. Confieso que me gustó ese aspecto de la película, tal vez porque ya estoy cansado de la “sofisticada” decadencia urbana y atmósfera "fincheriana" que empapa el moderno género policíaco. Hablando de eso, vale advertir que el director australiano John Polson previamente fue responsable por dos atrocidades fílmicas que conviene olvidar: Hide and Seek y Swimfan. Sin embargo, en Asesino Íntimo muestra mayor sobriedad en su manejo del burdo melodrama y en su selección de actores. Por cierto, los fans de Russell Crowe quizás queden decepcionados por su corta presencia en esta película. Su papel es prácticamente secundario, y todas las escenas "jugosas" están a cargo de los jóvenes Foster y Traub, quienes no muestran gran presencia o carisma. Pero, como dije antes, tal vez esa hueca actitud acentúa sus interpretaciones de adolescentes confundidos que son víctimas fáciles de la inexperiencia y de sus malas decisiones.
Lo mejor que puedo decir de Asesino Íntimo es que despertó mi interés por la novela en la que está basada, pues sospecho que podría encontrar en ella la profundidad narrativa y complejos temas que apenas se sugieren en esta superficial adaptación fílmica. Por lo demás, la encontré lenta y desganada, con actuaciones demasiado sutiles para ser recordadas. A fin de cuentas no puedo recomendarla a pesar del sensible retrato que ofrece de un estrato cultural poco común y frecuentemente despreciado. En cuanto a Polson, quizás ésta sea su más pulida película, pero de cualquier modo creo que ya excedió "el beneficio de la duda", por lo que no me apresuraré a ver su siguiente obra. Afortunadamente este cineasta comenzó su carrera como actor, de modo que tiene un buen "plan B" en caso de que nadie más se atreva a poner una cámara en sus manos.
Calificación: 5
El mencionado policía es el detective Cristofuoro (Russell Crowe), cuya investigación sobre el asesinato de una familia condujo al encarcelamiento del menor de edad Eric Poole (Jon Foster). En su décimo octavo cumpleaños el joven es liberado, y Cristofuoro está ahí para recibirlo y recordarle que estará vigilándolo, pues el veterano policía siente que el joven matará de nuevo. Habiendo recibido esa advertencia Poole hace lo posible por reconstruir su vida; pero no será fácil, pues una impulsiva muchacha llamada Lori (Sophie Traub) está obsesionada con el ex-convicto, y decide acompañarlo en su búsqueda de casa y empleo. El solitario Poole acepta la presencia de la chica, sobre todo cuando Lori insinúa que conoce un secreto sobre el pasado del inestable joven. ¿Tendrá razón Cristofuoro al pensar que el ex-convicto volverá a matar? ¿Y será Lori su nueva víctima... o su salvación?
Sin duda es una historia distinta a la que nos tienen acostumbrados los "thrillers policiacos" que parecen surgir espontáneamente en televisión por cable y en los estantes inferiores del videoclub (y no me refiero sólo a su ubicación). Pero no por ello resulta muy buena, aunque el metódico ritmo de la narrativa y la selectiva liberación de información contribuye a hacerla interesante. Los personajes se mantienen ambiguos y bordean en la estupidez, pero no por mediocridad del escritor, sino porque retratan un entorno socio-económico bastante realista y desmoralizante, en el que resulta comprensible el "glamour" y romanticismo del recién liberado asesino. Confieso que me gustó ese aspecto de la película, tal vez porque ya estoy cansado de la “sofisticada” decadencia urbana y atmósfera "fincheriana" que empapa el moderno género policíaco. Hablando de eso, vale advertir que el director australiano John Polson previamente fue responsable por dos atrocidades fílmicas que conviene olvidar: Hide and Seek y Swimfan. Sin embargo, en Asesino Íntimo muestra mayor sobriedad en su manejo del burdo melodrama y en su selección de actores. Por cierto, los fans de Russell Crowe quizás queden decepcionados por su corta presencia en esta película. Su papel es prácticamente secundario, y todas las escenas "jugosas" están a cargo de los jóvenes Foster y Traub, quienes no muestran gran presencia o carisma. Pero, como dije antes, tal vez esa hueca actitud acentúa sus interpretaciones de adolescentes confundidos que son víctimas fáciles de la inexperiencia y de sus malas decisiones.
Lo mejor que puedo decir de Asesino Íntimo es que despertó mi interés por la novela en la que está basada, pues sospecho que podría encontrar en ella la profundidad narrativa y complejos temas que apenas se sugieren en esta superficial adaptación fílmica. Por lo demás, la encontré lenta y desganada, con actuaciones demasiado sutiles para ser recordadas. A fin de cuentas no puedo recomendarla a pesar del sensible retrato que ofrece de un estrato cultural poco común y frecuentemente despreciado. En cuanto a Polson, quizás ésta sea su más pulida película, pero de cualquier modo creo que ya excedió "el beneficio de la duda", por lo que no me apresuraré a ver su siguiente obra. Afortunadamente este cineasta comenzó su carrera como actor, de modo que tiene un buen "plan B" en caso de que nadie más se atreva a poner una cámara en sus manos.
Calificación: 5
domingo, 25 de octubre de 2009
REC 2
Aunque me gustó mucho la excelente cinta REC, vi con desconfianza la realización de una segunda parte pues, en mi humilde opinión, no hacía falta continuar una historia que se siente bastante completa. Incluso el ambiguo final de la original me pareció lo suficientemente misterioso y satisfactorio para no requerir más explicaciones. Pero supongo que el potencial económico de una secuela es la única explicación que importa, de modo que los directores Jaume Balagueró y Paco Plaza decidieron darnos una continuación lógica de los eventos mostrados en la primera película. O eso pensé al principio...
Durante los primeros minutos de REC 2 vemos la conmoción en los alrededores del edificio infectado por el extraño virus que convierte a la gente en rabiosos y violentos "zombies" (por llamarlos de alguna manera). Los servicios de emergencia han acordonado la zona, y un grupo de rudos policías especiales se prepara para escoltar al Dr. Owen (Jonathan Mellor) del Ministerio de Salud, quien inspeccionará el inmueble, evaluará el peligro de contagio y hará lo posible por rescatar a los sobrevivientes. Entonces, a través de la cámara que uno de los policías usa para documentar la misión, vemos cómo se infiltran en el edificio, encontrando los cruentos remanentes de los hechos que presenciamos en la primera película. Pero cuando se revela la auténtica naturaleza de la infección, queda claro que el Dr. Owen tiene un oculto y siniestro propósito, y que no será tan fácil salir con vida de la macabra vivienda, incluso si logran cumplir su misión.
En general REC 2 me pareció forzada, floja y más caótica que REC. Los personajes gritan mucho pero dicen poco, y las pobres personalidades de los policías son genéricas e intercambiables. Además, para añadir más víctimas potenciales, aparece un grupo de jóvenes que se infiltra al edificio con otra cámara de video para grabar algo "guapo", aportando de paso más gritería, histeria y torpe “comic relief”. Aún así la película podría posicionarse como una inferior pero funcional secuela con escaso valor artístico y sólo apta como ligero entretenimiento.
Sin embargo, los escritores tomaron una muy cuestionable decisión que me impidió disfrutarla en ese básico nivel: la inexplicable adición de un elemento que no estaba presente en la original, y que cambia por completo la perspectiva de la historia. No lo revelaré porque es indudablemente sorpresivo, pero me pareció un error tremendo, que no sólo desentona con lo establecido en REC, sino que incluso la arruina retroactivamente. Por un lado entiendo que Balagueró y Plaza no quisieron simplemente repetir la misma historia; pero tampoco puedo creer que ese haya sido el único modo de hacerlo. Habiendo dicho eso, hay que considerar la posibilidad de que algunas personas opinen que esa adición representa un brillante giro a la narrativa, pues apela a un nuevo nivel de temores en el espectador. Entiendo esa opinión y la respeto, pero definitivamente no la comparto.
Entonces, sin contar mi muy negativa reacción a esa extraña sorpresa, creo que REC 2 es una mediocre película que de ningún modo alcanza la calidad e impacto de la original. No hay mucho suspenso, la técnica de "cámara en mano" se vuelve excesiva y cansada; y la adición de personajes externos parece un truco mal justificado para llenar nuevamente de víctimas potenciales el cavernoso edificio (bueno, no se llena, pero al menos invita la posibilidad de más sangre). Si se tratara de una película original (y no una secuela), quizás me hubiera parecido levemente recomendable por su premisa y por las contadas secuencias de horror que apenas funcionan. Pero como continuación de una de las mejores obras de terror en años recientes, resulta una seria decepción, no sólo por su inferior calidad, sino por la adición de elementos absurdos, narrativamente innecesarios y de muy dudosa lógica. O quizás pretendía ser una parodia y no entendí su propósito. En ese caso, mis disculpas.
Calificación: 5
Durante los primeros minutos de REC 2 vemos la conmoción en los alrededores del edificio infectado por el extraño virus que convierte a la gente en rabiosos y violentos "zombies" (por llamarlos de alguna manera). Los servicios de emergencia han acordonado la zona, y un grupo de rudos policías especiales se prepara para escoltar al Dr. Owen (Jonathan Mellor) del Ministerio de Salud, quien inspeccionará el inmueble, evaluará el peligro de contagio y hará lo posible por rescatar a los sobrevivientes. Entonces, a través de la cámara que uno de los policías usa para documentar la misión, vemos cómo se infiltran en el edificio, encontrando los cruentos remanentes de los hechos que presenciamos en la primera película. Pero cuando se revela la auténtica naturaleza de la infección, queda claro que el Dr. Owen tiene un oculto y siniestro propósito, y que no será tan fácil salir con vida de la macabra vivienda, incluso si logran cumplir su misión.
En general REC 2 me pareció forzada, floja y más caótica que REC. Los personajes gritan mucho pero dicen poco, y las pobres personalidades de los policías son genéricas e intercambiables. Además, para añadir más víctimas potenciales, aparece un grupo de jóvenes que se infiltra al edificio con otra cámara de video para grabar algo "guapo", aportando de paso más gritería, histeria y torpe “comic relief”. Aún así la película podría posicionarse como una inferior pero funcional secuela con escaso valor artístico y sólo apta como ligero entretenimiento.
Sin embargo, los escritores tomaron una muy cuestionable decisión que me impidió disfrutarla en ese básico nivel: la inexplicable adición de un elemento que no estaba presente en la original, y que cambia por completo la perspectiva de la historia. No lo revelaré porque es indudablemente sorpresivo, pero me pareció un error tremendo, que no sólo desentona con lo establecido en REC, sino que incluso la arruina retroactivamente. Por un lado entiendo que Balagueró y Plaza no quisieron simplemente repetir la misma historia; pero tampoco puedo creer que ese haya sido el único modo de hacerlo. Habiendo dicho eso, hay que considerar la posibilidad de que algunas personas opinen que esa adición representa un brillante giro a la narrativa, pues apela a un nuevo nivel de temores en el espectador. Entiendo esa opinión y la respeto, pero definitivamente no la comparto.
Entonces, sin contar mi muy negativa reacción a esa extraña sorpresa, creo que REC 2 es una mediocre película que de ningún modo alcanza la calidad e impacto de la original. No hay mucho suspenso, la técnica de "cámara en mano" se vuelve excesiva y cansada; y la adición de personajes externos parece un truco mal justificado para llenar nuevamente de víctimas potenciales el cavernoso edificio (bueno, no se llena, pero al menos invita la posibilidad de más sangre). Si se tratara de una película original (y no una secuela), quizás me hubiera parecido levemente recomendable por su premisa y por las contadas secuencias de horror que apenas funcionan. Pero como continuación de una de las mejores obras de terror en años recientes, resulta una seria decepción, no sólo por su inferior calidad, sino por la adición de elementos absurdos, narrativamente innecesarios y de muy dudosa lógica. O quizás pretendía ser una parodia y no entendí su propósito. En ese caso, mis disculpas.
Calificación: 5
sábado, 24 de octubre de 2009
El Juego del Miedo VI (Saw VI)
PRECAUCIÓN: Este artículo revela SPOILERS de las películas anteriores.
Hay que admirar la longevidad de Saw. La sexta parte de cualquier franquicia en el cine de horror (o, para el caso, en cualquier género) probablemente sería una barata y forzada secuela producida mercenariamente para el mercado directo a DVD. Pero el estreno en cines de Saw VI es testimonio de la confianza que el estudio Lionsgate tiene por esta ya venerable saga. Sin embargo debo decir que muchas personas (incluyéndome) ponían en duda la validez de esa confianza, pues aunque la trilogía inicial forjó un interesante universo a base de ingenio y mucha sangre, la cuarta y quinta parte demeritaron la serie en forma alarmante, sumiéndola en un pantano de forzadas revelaciones, incongruentes personajes y el más denso "retcon" que había visto desde Star Wars. Francamente, fui a ver Saw VI con muy poco entusiasmo... casi como una obligación de fan buscando excusas para abandonar su afición.
Por eso me alegra decir que Saw VI inyecta nueva vida en la serie, y si bien es inevitable sentir un poco monótona la consabida rutina, el director Kevin Greutert (ex-editor de las previas cintas) y su equipo de guionistas cumplieron la promesa de regresar la fórmula a sus orígenes, con un nuevo "juego" cruel y sangriento, pero respaldado por la "noble" intención del villano, ofreciéndonos así abundante sangre con un válido (aunque trillado) mensaje social para evitar que la película se convierta en un hueco ejercicio en crueldad.
A diferencia de Saw IV y V, creo que esta vez no hace falta tener un doctorado en Jigsaw para disfrutar la historia, aunque sin duda la experiencia será más rica para quien haya seguido el drama de los personajes principales. Como recordarán, en la cuarta parte se reveló que (SPOILER... pero en serio, ¿qué diferencia hay?) el Detective Hoffman (Costas Mandylor) era también discípulo de Jigsaw y heredero de su legado; en la quinta parte Hoffman manipuló al Agente Strahm (Scott Patterson) para inculparlo como el "nuevo Jigsaw". Y ahora, habiendo establecido su coartada, Hoffman procede a iniciar un nuevo "juego" con ayuda de Jill (Betsy Russell), la viuda de Jigsaw. Esta vez las víctimas son los empleados de una compañía de seguros, orgullosos de su habilidad para negar el pago de pólizas a enfermos que requieren urgente tratamiento médico. Pero el juego podría interrumpirse cuando la Agente Pérez (Athena Karkanis), quien ¡sorpresa! no está muerta (SPOILER... uy, demasiado tarde) empieza a sospechar que Strahm fue un chivo expiatorio, y que el auténtico culpable es otra persona. Y así Hoffman se ve obligado a participar en la investigación de sus propios crímenes, mientras el aterrado presidente de la compañía de seguros recorre el pesadillesco laberinto que le hará ver los errores de su vida. O lo matará en el intento.
Suena complicado, pero en la práctica la película resultó mucho más asimilable y entretenida que las dos previas secuelas. Para empezar, no hay manipulación del tiempo, ni trucos que engañen nuestra percepción. Hay bastantes "flashbacks" para justificar la presencia de las víctimas, y también para explicar la relación entre Hoffman, Jigsaw y Amanda, pero la estructura general del libreto es bastante lineal, y la mayor parte de las escenas ocurren en tiempo real. Desde luego, al final hay un par de revelaciones sorpresivas; una bastante obvia y otra realmente inesperada aunque irrelevante. Sin embargo, las dos generan adecuado impacto, incluso con la limitada información que proporciona la película. El trabajo de los actores es apropiadamente intenso; la música de Charlie Clouser se escucha más controlada y madura. Y, muy importante, las torturas siguen siendo endemoniadamente creativas, con resultados grotescos y satisfactorios, sobre todo cuando consideramos los desagradables “pecados” de la víctimas. Merece mención el estudio de efectos especiales Acme F/X, por su disciplina artística y su limitado pero efectivo uso de trucos digitales para mejorar y complementar sus artesanales creaciones de látex y sangre artificial.
Tal vez fue por mi bajísima expectativa, pero me sorprendió disfrutar tanto Saw VI, y la pondría al mismo nivel de las tres primeras. No es perfecta y aunque termina en una escena fascinante, tampoco tengo mucha prisa por ver otra secuela. Pero si se llega a producir (supongo que dependerá del éxito de ésta) sin duda iré a verla con mejor actitud, siempre y cuando no cometan el error de regresar a la obtusa saturación de personajes secundarios, o pierdan de vista la simple fórmula que llevó al inesperado triunfo de esta franquicia. En este caso, no hacía falta inventar algo nuevo, sino simplemente repetir lo que funcionó desde el principio, y creo que lo lograron. Sólo queda ver si estos aciertos no llegan demasiado tarde.
Calificación: 8
Hay que admirar la longevidad de Saw. La sexta parte de cualquier franquicia en el cine de horror (o, para el caso, en cualquier género) probablemente sería una barata y forzada secuela producida mercenariamente para el mercado directo a DVD. Pero el estreno en cines de Saw VI es testimonio de la confianza que el estudio Lionsgate tiene por esta ya venerable saga. Sin embargo debo decir que muchas personas (incluyéndome) ponían en duda la validez de esa confianza, pues aunque la trilogía inicial forjó un interesante universo a base de ingenio y mucha sangre, la cuarta y quinta parte demeritaron la serie en forma alarmante, sumiéndola en un pantano de forzadas revelaciones, incongruentes personajes y el más denso "retcon" que había visto desde Star Wars. Francamente, fui a ver Saw VI con muy poco entusiasmo... casi como una obligación de fan buscando excusas para abandonar su afición.
Por eso me alegra decir que Saw VI inyecta nueva vida en la serie, y si bien es inevitable sentir un poco monótona la consabida rutina, el director Kevin Greutert (ex-editor de las previas cintas) y su equipo de guionistas cumplieron la promesa de regresar la fórmula a sus orígenes, con un nuevo "juego" cruel y sangriento, pero respaldado por la "noble" intención del villano, ofreciéndonos así abundante sangre con un válido (aunque trillado) mensaje social para evitar que la película se convierta en un hueco ejercicio en crueldad.
A diferencia de Saw IV y V, creo que esta vez no hace falta tener un doctorado en Jigsaw para disfrutar la historia, aunque sin duda la experiencia será más rica para quien haya seguido el drama de los personajes principales. Como recordarán, en la cuarta parte se reveló que (SPOILER... pero en serio, ¿qué diferencia hay?) el Detective Hoffman (Costas Mandylor) era también discípulo de Jigsaw y heredero de su legado; en la quinta parte Hoffman manipuló al Agente Strahm (Scott Patterson) para inculparlo como el "nuevo Jigsaw". Y ahora, habiendo establecido su coartada, Hoffman procede a iniciar un nuevo "juego" con ayuda de Jill (Betsy Russell), la viuda de Jigsaw. Esta vez las víctimas son los empleados de una compañía de seguros, orgullosos de su habilidad para negar el pago de pólizas a enfermos que requieren urgente tratamiento médico. Pero el juego podría interrumpirse cuando la Agente Pérez (Athena Karkanis), quien ¡sorpresa! no está muerta (SPOILER... uy, demasiado tarde) empieza a sospechar que Strahm fue un chivo expiatorio, y que el auténtico culpable es otra persona. Y así Hoffman se ve obligado a participar en la investigación de sus propios crímenes, mientras el aterrado presidente de la compañía de seguros recorre el pesadillesco laberinto que le hará ver los errores de su vida. O lo matará en el intento.
Suena complicado, pero en la práctica la película resultó mucho más asimilable y entretenida que las dos previas secuelas. Para empezar, no hay manipulación del tiempo, ni trucos que engañen nuestra percepción. Hay bastantes "flashbacks" para justificar la presencia de las víctimas, y también para explicar la relación entre Hoffman, Jigsaw y Amanda, pero la estructura general del libreto es bastante lineal, y la mayor parte de las escenas ocurren en tiempo real. Desde luego, al final hay un par de revelaciones sorpresivas; una bastante obvia y otra realmente inesperada aunque irrelevante. Sin embargo, las dos generan adecuado impacto, incluso con la limitada información que proporciona la película. El trabajo de los actores es apropiadamente intenso; la música de Charlie Clouser se escucha más controlada y madura. Y, muy importante, las torturas siguen siendo endemoniadamente creativas, con resultados grotescos y satisfactorios, sobre todo cuando consideramos los desagradables “pecados” de la víctimas. Merece mención el estudio de efectos especiales Acme F/X, por su disciplina artística y su limitado pero efectivo uso de trucos digitales para mejorar y complementar sus artesanales creaciones de látex y sangre artificial.
Tal vez fue por mi bajísima expectativa, pero me sorprendió disfrutar tanto Saw VI, y la pondría al mismo nivel de las tres primeras. No es perfecta y aunque termina en una escena fascinante, tampoco tengo mucha prisa por ver otra secuela. Pero si se llega a producir (supongo que dependerá del éxito de ésta) sin duda iré a verla con mejor actitud, siempre y cuando no cometan el error de regresar a la obtusa saturación de personajes secundarios, o pierdan de vista la simple fórmula que llevó al inesperado triunfo de esta franquicia. En este caso, no hacía falta inventar algo nuevo, sino simplemente repetir lo que funcionó desde el principio, y creo que lo lograron. Sólo queda ver si estos aciertos no llegan demasiado tarde.
Calificación: 8
jueves, 22 de octubre de 2009
Nueve (9)
Tenía algunas esperanzas sobre la cinta Nueve porque, además de estar basada en un cortometraje bastante bueno, se nota que el director Shane Acker buscó un estilo más sofisticado y maduro que el de las simplonas y desechables películas animadas dirigidas al público infantil. Y creo que lo encontró, pero sólo en el aspecto visual, pues la historia se siente frívola y emocionalmente hueca. Sin embargo, el nombre de Tim Burton por encima del título (sin duda como presta-nombres comercial) ayudará a engañar a quienes busquen algo más sólido o por lo menos "mágico". Sobra decir que no lo encontrarán aquí.
La historia se ubica en un mundo post-apocalíptico, producto de una guerra entre la humanidad y sus máquinas. Los únicos sobrevivientes son pequeños muñecos de trapo y metal, construidos con misteriosos propósitos, cuya existencia se ve sacudida por la llegada de un nuevo integrante, poseedor de un un valioso artefacto que podría restaurar la esperanza del planeta. Pero para lograrlo deberán combatir con los remanentes del ejército robótico que previamente exterminó a la humanidad.
Nueve es una película fundamentada en conceptos visuales, diseño de producción y coreografía escénica. La preocupación del director por generar imágenes hermosas deja en segundo plano la integridad de la historia y el flujo narrativo. Como resultado, las escenas dramáticas parecen blandas e inconsecuentes, y nunca sentí genuina motivación en los personajes. Los buenos son buenos porque así los describe el libreto. Los malos son malos porque están feos. La compositora Deborah Lurie trabaja arduamente para generar emociones, y con frecuencia sus estruendosas notas se encargan de definir si la escena es triste, tensa o graciosa. Las pobres personalidades de los muñecos de trapo apenas bastan para diferenciarlos, pero no para garantizar nuestro interés en sus aventuras. Y, por supuesto, hay abundantes secuencias de acción con elaboradas persecuciones, momentos "cool" en cámara lenta y más urgencia orquestal por parte de la banda sonora. Pero nada de pasión o suspenso. El director Shane Acker construyó un fascinante mundo post-apocalíptico repleto de detalles e ingenio visual, potencialmente lleno de historias interesantes y hechos asombrosos. Lástima que haya elegido enfocarse en un aburrido rincón de ese mundo.
Podría recomendar Nueve para estudiosos de la animación. Aunque de ningún modo se acerca a la espectacularidad visual de Pixar, sin duda ofrece excelentes entornos digitales y efectos especiales realizados con "software" semi-casero, pero muy bien construidos (en otras palabras, encajan muy bien en el estilizado universo de la película, aún si no son muy realistas). Supongo que amerita mención el vago mensaje anti-bélico de la historia, y el recordatorio sobre los peligros de la obsesión tecnológica; sin embargo es difícil conciliarlo con el "místico" final que sacrifica consistencia por barato sentimentalismo y.. más efectos especiales. En resumen, Nueve fue una experiencia visualmente satisfactoria pero en ocasiones aburrida y hasta frustrante. Es una lástima ver tanto esfuerzo desperdiciado en algo que será olvidado de inmediato; pero bueno... supongo que Shane Acker podrá fácilmente conseguir otro proyecto basado en sus talento artístico. Sólo espero que encuentre un presta-nombres con más visión o influencia real en el producto final.
Calificación: 6.5
La historia se ubica en un mundo post-apocalíptico, producto de una guerra entre la humanidad y sus máquinas. Los únicos sobrevivientes son pequeños muñecos de trapo y metal, construidos con misteriosos propósitos, cuya existencia se ve sacudida por la llegada de un nuevo integrante, poseedor de un un valioso artefacto que podría restaurar la esperanza del planeta. Pero para lograrlo deberán combatir con los remanentes del ejército robótico que previamente exterminó a la humanidad.
Nueve es una película fundamentada en conceptos visuales, diseño de producción y coreografía escénica. La preocupación del director por generar imágenes hermosas deja en segundo plano la integridad de la historia y el flujo narrativo. Como resultado, las escenas dramáticas parecen blandas e inconsecuentes, y nunca sentí genuina motivación en los personajes. Los buenos son buenos porque así los describe el libreto. Los malos son malos porque están feos. La compositora Deborah Lurie trabaja arduamente para generar emociones, y con frecuencia sus estruendosas notas se encargan de definir si la escena es triste, tensa o graciosa. Las pobres personalidades de los muñecos de trapo apenas bastan para diferenciarlos, pero no para garantizar nuestro interés en sus aventuras. Y, por supuesto, hay abundantes secuencias de acción con elaboradas persecuciones, momentos "cool" en cámara lenta y más urgencia orquestal por parte de la banda sonora. Pero nada de pasión o suspenso. El director Shane Acker construyó un fascinante mundo post-apocalíptico repleto de detalles e ingenio visual, potencialmente lleno de historias interesantes y hechos asombrosos. Lástima que haya elegido enfocarse en un aburrido rincón de ese mundo.
Podría recomendar Nueve para estudiosos de la animación. Aunque de ningún modo se acerca a la espectacularidad visual de Pixar, sin duda ofrece excelentes entornos digitales y efectos especiales realizados con "software" semi-casero, pero muy bien construidos (en otras palabras, encajan muy bien en el estilizado universo de la película, aún si no son muy realistas). Supongo que amerita mención el vago mensaje anti-bélico de la historia, y el recordatorio sobre los peligros de la obsesión tecnológica; sin embargo es difícil conciliarlo con el "místico" final que sacrifica consistencia por barato sentimentalismo y.. más efectos especiales. En resumen, Nueve fue una experiencia visualmente satisfactoria pero en ocasiones aburrida y hasta frustrante. Es una lástima ver tanto esfuerzo desperdiciado en algo que será olvidado de inmediato; pero bueno... supongo que Shane Acker podrá fácilmente conseguir otro proyecto basado en sus talento artístico. Sólo espero que encuentre un presta-nombres con más visión o influencia real en el producto final.
Calificación: 6.5
Trick 'r Treat
La película Trick 'r Treat rinde homenaje a la clásica Creepshow, relatando en un formato similar cinco terroríficas historias cuyo travieso humor y presentación emula los comics de horror populares en los años cincuentas, aunque con una sensibilidad moderna. Lo que varía un poco es su estructura, pues Trick 'r Treat ubica los relatos en un mismo lugar y tiempo: la noche de Halloween en un pequeño pueblo norteamericano, donde tradicionalmente se da una gran fiesta y desfile conmemorando la fecha en que "los espíritus tienen acceso al mundo de los vivos"... o algo así. Como sea, esa decisión enriquece la narrativa, pues durante la película podemos ver cómo ciertos detalles de una historia afectan a otra, añadiendo un nivel adicional que incrementa la tensión y hace más coherente la trama, aunque a fin de cuentas no sea particularmente sustanciosa.
Entre esas historias interconectadas podemos ver las graves consecuencias que sufre una pareja que no respeta las tradiciones de la celebración; después encontramos al respetable Sr. Wilkins (Dylan Baker), preparando una sorpresa para los niños que lleguen a su casa pidiendo dulces; al mismo tiempo su vecino, el irascible y misantrópico Sr. Kreeg (Brian Cox), encuentra problemas con un pequeño visitante que quizás encarna el espíritu de Halloween. En otro lugar del pueblo tenemos a la virginal Laurie (Anna Paquin) buscando pareja para la fiesta organizada por su hermana y sus amigas. Y, finalmente, un grupo de niños prepara una siniestra broma para la tímida Rhonda (Samm Todd), fascinada por los orígenes paganos de Samhaim. Sobra decir que algunos no sobrevivirán la noche, mientras que otros ganarán nuevo respeto por los valores reales que celebra esa fecha, en vez del comercialismo y frivolidad a los que estamos acostumbrados.
Otra buena historia de terror es el largo camino que siguió Trick 'r Treat hasta nuestras pantallas de televisión. Dirigida por Michael Dougherty y producida por Bryan Singer, se planeaba su estreno en cines desde Halloween del 2007, pero las inescrutables políticas del estudio Warner Bros. retrasaron la fecha una y otra vez; algunos rumores sugieren que fue una venganza corporativa por el pobre desempeño en taquilla de Superman Returns (en la que también colaboraron Singer y Dougherty); otros dicen que fue para evitar la competencia con Saw IV; y hay quien simplemente lo atribuye a la legendaria estupidez de sus ejecutivos. Como sea, Trick 'r Treat ganó fama entre los escasos aficionados al terror que lograron verla en festivales y exhibiciones promocionales, de modo que su reciente estreno en DVD viene precedido por elevadas expectativas. ¿Las cumple? Sí y no.
Para empezar, el elenco ensamblado por Dougherty me pareció perfecto. En los papeles principales tenemos varios sólidos actores de mediano renombre pero indudable talento. Dylan Baker encuentra el grado justo de amenaza por debajo de su afable exterior como padre de familia y resignado director escolar. Brian Cox tiene el más tradicional papel de viejito gruñón que recibe una dolorosa lección sobre Halloween; Anna Paquin se ve adorable con su disfraz de Caperucita Roja, apropiadamente recatada, aunque indecisa sobre perder su virginidad con un joven que no conoce. Y las niñas Britt McKillip y Samm Todd muestran muy creíble rivalidad pre-adolescente mientras visitan el tenebroso lago donde se hundió un camión escolar tres décadas atrás. El desempeño de estos actores denota una clara comprensión del tono ideal para este tipo de historias: sin burlarse de la situación toman en serio sus papeles, pero añaden un sutil sentido del humor que complementa el terror como la proverbial cereza sobre el helado, acentuando el suspenso y al mismo tiempo aceptando que las situaciones no son particularmente realistas o creíbles.
El problema es que tales situaciones resultan demasiado predecibles para quien conozca el género de terror. El director y guionista trata de confundirnos con algunas pistas falsas, pero en general es fácil adivinar el "final inesperado" en todas las historias, lo cual disminuye su impacto; sin embargo, tal vez el punto no sea sorprendernos, sino divertirnos en el camino a la conclusión. Ciertamente lo logra... pero con finales contundentes la experiencia hubiera sido más memorable y satisfactoria. Empeorando el asunto, la corta duración de la cinta impide desarrollar personajes complejos y establecer situaciones más elaboradas, aunque resulta comprensible por la necesidad de dividir los escasos noventa minutos en cinco distintos hilos dramáticos. No me malinterpreten... me gustó bastante Trick 'r Treat, pero en general hubiera agradecido un poco más de ingenio, o al menos una propuesta distintas de los arquetipos del horror que fundamentan sus historias.
A fin de cuentas debo darle una entusiasta recomendación a Trick 'r Treat por su perfecto ritmo, estilo y dirección. De ningún modo reemplazará a Creepshow o Twilight Zone: The Movie como los defitinivos estándares de la antología fantástica (en mi humilde opinión), pero sin duda ofrece abundantes delicias para aficionados al género, incluyendo su distinguido elenco, agradables efectos prácticos de vísceras y sangre (quizás me equivoco, pero creo que no vi un solo efecto digital), y algunos buenos momentos de terror y suspenso. Es una lástima que nos llegue varios años tarde y sólo en DVD, pero al menos tendremos oportunidad de añadirla a la lista de películas para celebrar Halloween que son realmente divertidas, y no sólo violentas o crueles. Y, por si alguien la recuerda, aclaro que Trick 'r Treat no es un re-make de Trick or Treat, la ochentera película sobre "rock satánico". Pero eso es tema para otro escrito. Por lo pronto, podemos agradecer que Halloween nos traiga este año una película digna de la fecha y fiel a la tradición de diversión aderezada con un poco de terror. ¿O es al revés?
Calificación: 8
Entre esas historias interconectadas podemos ver las graves consecuencias que sufre una pareja que no respeta las tradiciones de la celebración; después encontramos al respetable Sr. Wilkins (Dylan Baker), preparando una sorpresa para los niños que lleguen a su casa pidiendo dulces; al mismo tiempo su vecino, el irascible y misantrópico Sr. Kreeg (Brian Cox), encuentra problemas con un pequeño visitante que quizás encarna el espíritu de Halloween. En otro lugar del pueblo tenemos a la virginal Laurie (Anna Paquin) buscando pareja para la fiesta organizada por su hermana y sus amigas. Y, finalmente, un grupo de niños prepara una siniestra broma para la tímida Rhonda (Samm Todd), fascinada por los orígenes paganos de Samhaim. Sobra decir que algunos no sobrevivirán la noche, mientras que otros ganarán nuevo respeto por los valores reales que celebra esa fecha, en vez del comercialismo y frivolidad a los que estamos acostumbrados.
Otra buena historia de terror es el largo camino que siguió Trick 'r Treat hasta nuestras pantallas de televisión. Dirigida por Michael Dougherty y producida por Bryan Singer, se planeaba su estreno en cines desde Halloween del 2007, pero las inescrutables políticas del estudio Warner Bros. retrasaron la fecha una y otra vez; algunos rumores sugieren que fue una venganza corporativa por el pobre desempeño en taquilla de Superman Returns (en la que también colaboraron Singer y Dougherty); otros dicen que fue para evitar la competencia con Saw IV; y hay quien simplemente lo atribuye a la legendaria estupidez de sus ejecutivos. Como sea, Trick 'r Treat ganó fama entre los escasos aficionados al terror que lograron verla en festivales y exhibiciones promocionales, de modo que su reciente estreno en DVD viene precedido por elevadas expectativas. ¿Las cumple? Sí y no.
Para empezar, el elenco ensamblado por Dougherty me pareció perfecto. En los papeles principales tenemos varios sólidos actores de mediano renombre pero indudable talento. Dylan Baker encuentra el grado justo de amenaza por debajo de su afable exterior como padre de familia y resignado director escolar. Brian Cox tiene el más tradicional papel de viejito gruñón que recibe una dolorosa lección sobre Halloween; Anna Paquin se ve adorable con su disfraz de Caperucita Roja, apropiadamente recatada, aunque indecisa sobre perder su virginidad con un joven que no conoce. Y las niñas Britt McKillip y Samm Todd muestran muy creíble rivalidad pre-adolescente mientras visitan el tenebroso lago donde se hundió un camión escolar tres décadas atrás. El desempeño de estos actores denota una clara comprensión del tono ideal para este tipo de historias: sin burlarse de la situación toman en serio sus papeles, pero añaden un sutil sentido del humor que complementa el terror como la proverbial cereza sobre el helado, acentuando el suspenso y al mismo tiempo aceptando que las situaciones no son particularmente realistas o creíbles.
El problema es que tales situaciones resultan demasiado predecibles para quien conozca el género de terror. El director y guionista trata de confundirnos con algunas pistas falsas, pero en general es fácil adivinar el "final inesperado" en todas las historias, lo cual disminuye su impacto; sin embargo, tal vez el punto no sea sorprendernos, sino divertirnos en el camino a la conclusión. Ciertamente lo logra... pero con finales contundentes la experiencia hubiera sido más memorable y satisfactoria. Empeorando el asunto, la corta duración de la cinta impide desarrollar personajes complejos y establecer situaciones más elaboradas, aunque resulta comprensible por la necesidad de dividir los escasos noventa minutos en cinco distintos hilos dramáticos. No me malinterpreten... me gustó bastante Trick 'r Treat, pero en general hubiera agradecido un poco más de ingenio, o al menos una propuesta distintas de los arquetipos del horror que fundamentan sus historias.
A fin de cuentas debo darle una entusiasta recomendación a Trick 'r Treat por su perfecto ritmo, estilo y dirección. De ningún modo reemplazará a Creepshow o Twilight Zone: The Movie como los defitinivos estándares de la antología fantástica (en mi humilde opinión), pero sin duda ofrece abundantes delicias para aficionados al género, incluyendo su distinguido elenco, agradables efectos prácticos de vísceras y sangre (quizás me equivoco, pero creo que no vi un solo efecto digital), y algunos buenos momentos de terror y suspenso. Es una lástima que nos llegue varios años tarde y sólo en DVD, pero al menos tendremos oportunidad de añadirla a la lista de películas para celebrar Halloween que son realmente divertidas, y no sólo violentas o crueles. Y, por si alguien la recuerda, aclaro que Trick 'r Treat no es un re-make de Trick or Treat, la ochentera película sobre "rock satánico". Pero eso es tema para otro escrito. Por lo pronto, podemos agradecer que Halloween nos traiga este año una película digna de la fecha y fiel a la tradición de diversión aderezada con un poco de terror. ¿O es al revés?
Calificación: 8
miércoles, 21 de octubre de 2009
El Amante (The Other Man)
Por lo general no me atraen estos dramas maritales que (supongo) buscan contrastar las perfectas apariencias que una pareja mantiene ante la sociedad, y los vicios y problemas que yacen al centro de la relación. Sin embargo me animé a ver El Amante porque aparecen en ella algunos muy buenos actores, y el director tiene en su filmografía varias excelentes películas (como Iris y Notes on a Scandal) que garantizan al menos cierto optimismo. Desafortunadamente el producto final no cumplió esas expectativas y, aunque los mencionados actores lucen su talento, la historia que interpretan me pareció demasiado torpe y difusa para tomarse en serio.
Sin embargo, admito que la premisa tiene potencial: Peter (Liam Neeson) descubre evidencia de infidelidad en la computadora de su esposa Lisa (Laura Linney), una famosa diseñadora de zapatos en Londres. Entonces, ciego de ira, busca al "otro hombre", que resulta ser un español-italiano llamado Rafe (Antonio Banderas). Y cuando finalmente se conocen en Milán, Italia, las cosas no salen como Peter esperaba...
El Amante está basada en un cuento corto de Bernhard Schlink (más famoso como autor de la controversial novela The Reader, que inspiró una más interesante película), y entiendo cómo la historia puede funcionar mejor en la página que en la pantalla. Bajo la conducción del director Richard Eyre los arbitrarios giros de la trama requieren una estructura poco lógica y un confuso “secreto” no muy secreto que parece el caprichoso truco de un guionista en los años 30s. No tengo inconveniente cuando una ambigua narrativa nos obliga a "llenar los huecos" de la historia, pero encuentro esa estrategia irritante cuando tampoco ofrece adecuado fundamento para sacar conclusiones. Por eso, cuando llegamos al incierto final, sólo encontramos frustración, en vez de explicaciones satisfactorias (tácitas o explícitas) sobre las incógnitas generadas por el vago libreto.
Liam Neeson hace lo mejor que puede en su papel, y su característica pasión impulsa la historia, aunque no lleve a algo definido. Laura Linney, Antonio Banderas y Romola Garai (como la hija de la infiel Lisa) cumplen su labor decorosamente, pero el guión se rehúsa a ofrecer intensidad o sustancia suficiente para mantener el interés, dando como resultado una lenta y fatigosa historia que sólo trasciende su telenovelesco argumento gracias al calibre de los actores. Sin embargo nada de eso basta para recomendar El Amante, aunque admito que su moderado drama podría ser más significativo para personas pasando por circunstancias similares (que no le deseo a nadie). Como mejores alternativas a esta película puedo recomendar la reciente Married Life (estrenada en México bajo el nombre de "Infieles") o, desde luego, la clásica The Ice Storm. No se parecen mucho ni en argumento ni en tono, pero ofrecen mejores interpretaciones del colapso familiar acarreado por una tragedia, ya sea accidental o provocada.
Calificación: 5
Sin embargo, admito que la premisa tiene potencial: Peter (Liam Neeson) descubre evidencia de infidelidad en la computadora de su esposa Lisa (Laura Linney), una famosa diseñadora de zapatos en Londres. Entonces, ciego de ira, busca al "otro hombre", que resulta ser un español-italiano llamado Rafe (Antonio Banderas). Y cuando finalmente se conocen en Milán, Italia, las cosas no salen como Peter esperaba...
El Amante está basada en un cuento corto de Bernhard Schlink (más famoso como autor de la controversial novela The Reader, que inspiró una más interesante película), y entiendo cómo la historia puede funcionar mejor en la página que en la pantalla. Bajo la conducción del director Richard Eyre los arbitrarios giros de la trama requieren una estructura poco lógica y un confuso “secreto” no muy secreto que parece el caprichoso truco de un guionista en los años 30s. No tengo inconveniente cuando una ambigua narrativa nos obliga a "llenar los huecos" de la historia, pero encuentro esa estrategia irritante cuando tampoco ofrece adecuado fundamento para sacar conclusiones. Por eso, cuando llegamos al incierto final, sólo encontramos frustración, en vez de explicaciones satisfactorias (tácitas o explícitas) sobre las incógnitas generadas por el vago libreto.
Liam Neeson hace lo mejor que puede en su papel, y su característica pasión impulsa la historia, aunque no lleve a algo definido. Laura Linney, Antonio Banderas y Romola Garai (como la hija de la infiel Lisa) cumplen su labor decorosamente, pero el guión se rehúsa a ofrecer intensidad o sustancia suficiente para mantener el interés, dando como resultado una lenta y fatigosa historia que sólo trasciende su telenovelesco argumento gracias al calibre de los actores. Sin embargo nada de eso basta para recomendar El Amante, aunque admito que su moderado drama podría ser más significativo para personas pasando por circunstancias similares (que no le deseo a nadie). Como mejores alternativas a esta película puedo recomendar la reciente Married Life (estrenada en México bajo el nombre de "Infieles") o, desde luego, la clásica The Ice Storm. No se parecen mucho ni en argumento ni en tono, pero ofrecen mejores interpretaciones del colapso familiar acarreado por una tragedia, ya sea accidental o provocada.
Calificación: 5