El legendario Orson Welles es más conocido como director de la venerada película Citizen Kane, y como escritor, actor y productor de la notable adaptación radial de War of the Worlds, que en 1938 causó pánico en los Estados Unidos cuando miles de personas creyeron que se trataba de un noticiero real anunciando la invasión de los marcianos. Pero antes de todo eso Welles fundó la compañía teatral Mercury en 1937, donde empezó a afinar su celebrado estilo. Y pocas cosas lo demuestran mejor que su ingeniosa adaptación de Julio César, la icónica obra de William Shakespeare, en la que trasladó la acción a la moderna Italia fascista de Mussolini (o al menos moderna en aquella época). La cinta Me and Orson Welles, de Richard Linklater, entreteje realidad y ficción al contarnos las aventuras de Welles y su compañía durante la preparación de esa puesta en escena, llena de problemas, humor y hasta romance. El resultado es un entretenido bocadillo histórico, con buen sabor pero demasiado ligero, en gran parte por la cantidad de ingredientes que se usaron en su confección.
Al principio de Me and Orson Welles encontramos al joven estudiante Richard Samuels (Zach Efron) reclutado casi accidentalmente por el mismísimo Orson Welles (Christian McKay) para interpretar el papel de Lucio en su audaz versión de Julio César. Así vamos conociendo, a través de Richard, las relaciones y dinámica dentro del Teatro Mercury, desde las indiscreciones románticas de Welles hasta los conflictos con su sufrido productor John Houseman (Eddie Marsan). La guía de Richard en este nuevo mundo es la inteligente y servicial Sonja Jones (Claire Danes), firme creyente en el talento de Welles y enamorada del ambiente teatral. Desde luego el joven queda prendado con ella, aunque quizás no pueda competir con la ascendente carrera de la muchacha.
Me and Orson Welles no es una biografía de Orson Welles, ni un serio análisis de su innovadora versión de Julio César, pero quizás debió serlo. En cierto sentido la película me gustó mucho; las actuaciones son generalmente buenas y el libreto ofrece interesantes revelaciones sobre el mito de Welles, entregadas con humor y detalles históricos bien seleccionados (no necesariamente verídicos). Sin embargo la trama abarca muchos aspectos absolutamente fascinantes, y por falta de tiempo sentí que no profundizó en ellos tanto como me hubiera gustado. Quizás reduciendo el enfoque de la narrativa hubiera sido posible examinarlos con mayor detenimiento, ya fuera el contraste entre la genialidad de Welles y sus vicios humanos, o la divertida vida "tras bambalinas" donde chocan tantas personalidades creativas, o incluso el proceso requerido para adaptar Shakespeare a una alegoría política moderna. Pero cuando tantas sub-tramas comparten la atención, es natural que se sientan fracturadas y superficiales... sobre todo si son constantemente interrumpidas por el obligatorio romance que aporta muy poco a la película.
Entre lo mejor que aporta es la presencia de Claire Danes; su luminoso rostro y estilo de actuación se presta maravillosamente bien para el período histórico de la película, y su personaje (al mismo tiempo soñador y práctico) es instantáneamente atractivo, especialmente cuando le explica al protagonista (y a nosotros) los manejos y costumbres en el Teatro Mercury. El popular Zach Efron tiene un decente desempeño como el inexperto estudiante, asombrado ante su buena fortuna pero con suficiente confianza para alcanzar el estándar requerido por Welles; sin embargo Efron se ve constantemente opacado por los más experimentados actores que lo rodean... lo cual nos lleva al increíble Christian McKay, cuya interpretación de Orson Welles se roba la película entera (aunque vale decir que tiene práctica). De acuerdo a la estructura del libreto su papel es solo secundario, pero la fuerza de su actuación y su arrolladora personalidad lo convierten en la figura central, ya sea que aparezca en la escena o no. Tan solo por Danes y McKay vale la pena ver Me and Orson Welles; lástima que el libreto no quiso explotarlos mejor.
De cualquier modo disfruté mucho esta película, y si me quejo es solo porque tiene tantas cosas buenas que terminan estorbándose. Inicialmente pensé que el estilo vanguardista y melancólico del director Richard Linklater no encajaría bien en una cinta “de época” (como ocurrió parcialmente en The Newton Boys); sin embargo resultó muy compatible, manteniendo un travieso guiño hacia los convencionalismos del Hollywood clásico, sin perder de vista el dinamismo y estructura requeridos para atraer al público contemporáneo. A pesar de mis quejas Me and Orson Welles me pareció una película absolutamente recomendable, que sin duda será más divertida para quienes estén familiarizados con la vida del genial Orson Welles; pero incluso quienes apenas reconozcan el nombre podrían encontrar suficiente razón para investigar su obra gracias a esta simpática película, cuya desmedida ambición narrativa fue su único pecado. Tratándose de Orson Wells, supongo que resulta apropiado; por algo lo seguimos recordando.
Calificación: 8.5
lunes, 28 de junio de 2010
domingo, 27 de junio de 2010
Celda 211
La premisa de Celda 211 puede parecer un poco obvia, y su válida moraleja no sorprenderá a nadie, pero está filmada con tal ímpetu y estilo que nos atrapa irremisiblemente en su tensa narrativa. El director Daniel Monzón (trabajando con un guión basado en la novela de Francisco Pérez Gandul) nos da bastante material para pensar, al mismo tiempo que nos entretiene con una historia sobre personajes cuya tangible humanidad muchas veces contradice la posición que ocupan en el demencial universo de la película.
La historia comienza con la visita del joven funcionario Juan Oliver (Alberto Ammann) a una prisión española para familiarizarse con los procedimientos de seguridad antes de comenzar su trabajo como guardia al día siguiente. Desafortunadamente ese fatídico día se desata un motín entre los presos, y por azar Oliver queda atrapado en una celda mientras la violencia estalla a su alrededor. Entonces, para sobrevivir, debe hacerse pasar por un interno y paulatinamente ganar la confianza del violento Malamadre (Luis Tosar), líder de los prisioneros con grandes planes para mejorar la calidad de vida dentro de la cárcel. Pero no será tan fácil, pues la presencia de varios prisioneros políticos cambia la reacción del gobierno, y dificulta el rescate del joven funcionario... o incluso su supervivencia.
El "cine carcelario" (por llamarlo de algún modo) tiene pocas variantes; sin embargo Celda 211 encuentra el ángulo correcto para mantener su consciencia social sin descuidar las más básicas necesidades del género. En otras palabras, el mensaje de deshumanización y justicia se integra perfectamente a una historia llena de suspenso y violencia (tanto física como emocional), de modo que sus sólidas lecciones de ética nunca obstruyen los sorprendentes vaivenes de la narrativa ni empañan las intensas actuaciones de un elenco bien seleccionado. Destacan obviamente Luis Tosar y Alberto Ammann, cuya relación es el eje en torno al cual gira la película, evolucionando orgánicamente conforme se revelan las capas de su personalidad y sus distintas reacciones ante la horrible situación. Sin embargo no hay que olvidar los numerosos papeles secundarios que reflejan la dinámica dentro de la prisión, rebosante de conflicto pero unificada por la búsqueda del beneficio mutuo.
No niego que entré a la película con expectativas de Natural Born Killers, Das Experiment, The Last Castle y hasta The Shawshank Redemption; sin embargo la dirección de Monzón conjura una identidad muy particular para Celda 211, no solo por su "sabor" español, sino porque toca temas expuestos aquellas películas, pero con una sensibilidad contemporánea, más realista y menos melodramática. Y lo mejor de todo es que el equilibrio de la historia forma un cuadro de indefinida moralidad, donde los héroes y villanos son más difíciles de distinguir conforme avanza la trama, dejando a cargo del espectador el juicio final sobre el eterno conflicto entre "ley y justicia". Claro, por el lado negativo puedo señalar la abundancia de coincidencias en el libreto, muchas de las cuales sentí forzadas; y la dudosa lógica de algunos puntos fundamentales para la narrativa (¿el preso más amenazador confía de inmediato en el nuevo interno que nadie conoce?). Sin embargo son problemas mínimos que se olvidan de inmediato gracias a la energía de la película y la inflexible convicción de sus actores. Sobra decir que Celda 211 merece una entusiasta recomendación, y agradezco que haya llegado a cines de México pues, contra lo que pudiera pensarse, no es tan común la distribución de películas españolas en estas tierras. Me pregunto si ocurrirá lo mismo por allá respecto al cine mexicano...
Calificación: 9
La historia comienza con la visita del joven funcionario Juan Oliver (Alberto Ammann) a una prisión española para familiarizarse con los procedimientos de seguridad antes de comenzar su trabajo como guardia al día siguiente. Desafortunadamente ese fatídico día se desata un motín entre los presos, y por azar Oliver queda atrapado en una celda mientras la violencia estalla a su alrededor. Entonces, para sobrevivir, debe hacerse pasar por un interno y paulatinamente ganar la confianza del violento Malamadre (Luis Tosar), líder de los prisioneros con grandes planes para mejorar la calidad de vida dentro de la cárcel. Pero no será tan fácil, pues la presencia de varios prisioneros políticos cambia la reacción del gobierno, y dificulta el rescate del joven funcionario... o incluso su supervivencia.
El "cine carcelario" (por llamarlo de algún modo) tiene pocas variantes; sin embargo Celda 211 encuentra el ángulo correcto para mantener su consciencia social sin descuidar las más básicas necesidades del género. En otras palabras, el mensaje de deshumanización y justicia se integra perfectamente a una historia llena de suspenso y violencia (tanto física como emocional), de modo que sus sólidas lecciones de ética nunca obstruyen los sorprendentes vaivenes de la narrativa ni empañan las intensas actuaciones de un elenco bien seleccionado. Destacan obviamente Luis Tosar y Alberto Ammann, cuya relación es el eje en torno al cual gira la película, evolucionando orgánicamente conforme se revelan las capas de su personalidad y sus distintas reacciones ante la horrible situación. Sin embargo no hay que olvidar los numerosos papeles secundarios que reflejan la dinámica dentro de la prisión, rebosante de conflicto pero unificada por la búsqueda del beneficio mutuo.
No niego que entré a la película con expectativas de Natural Born Killers, Das Experiment, The Last Castle y hasta The Shawshank Redemption; sin embargo la dirección de Monzón conjura una identidad muy particular para Celda 211, no solo por su "sabor" español, sino porque toca temas expuestos aquellas películas, pero con una sensibilidad contemporánea, más realista y menos melodramática. Y lo mejor de todo es que el equilibrio de la historia forma un cuadro de indefinida moralidad, donde los héroes y villanos son más difíciles de distinguir conforme avanza la trama, dejando a cargo del espectador el juicio final sobre el eterno conflicto entre "ley y justicia". Claro, por el lado negativo puedo señalar la abundancia de coincidencias en el libreto, muchas de las cuales sentí forzadas; y la dudosa lógica de algunos puntos fundamentales para la narrativa (¿el preso más amenazador confía de inmediato en el nuevo interno que nadie conoce?). Sin embargo son problemas mínimos que se olvidan de inmediato gracias a la energía de la película y la inflexible convicción de sus actores. Sobra decir que Celda 211 merece una entusiasta recomendación, y agradezco que haya llegado a cines de México pues, contra lo que pudiera pensarse, no es tan común la distribución de películas españolas en estas tierras. Me pregunto si ocurrirá lo mismo por allá respecto al cine mexicano...
Calificación: 9
sábado, 26 de junio de 2010
Icarus
Steven Spielberg y Martin Scorsese pueden dormir tranquilos; Dolph Lundgren no les quitará trabajo. Sin embargo no se puede negar que en la nueva cinta Icarus el monolítico y monosilábico Lundgren hace un trabajo decente como director, mucho mejor que en la tediosa (e inverosímil) Command Performance. Por cierto, conviene aclarar que cualquier halago expresado en esta crítica debe tomarse en el estricto contexto del cine de acción directo a DVD, donde la mera coherencia es un atributo raro y precioso, digno de celebración y razón suficiente para darle una oportunidad a la película que lo posea.
Pero, ¿de que trata? Ah... ya empezaron los problemas. "Icarus" es el nombre clave de Edward Genn (Dolph Lundgren), ex-agente de la KGB que ahora trabaja en Toronto como asesino a sueldo para la mafia rusa. A pesar de su peligroso y cruel trabajo siempre ha tratado de mantener una vida "normal", pero su matrimonio con la guapa Joey (Stefanie von Pfetten) terminó en divorcio, lo cual Edward lamenta porque extraña a su pequeña hija Taylor (Katelyn Mager). Sin embargo las circunstancias los obligan a reunirse cuando un misterioso enemigo ordena la muerte de Icarus, y hordas enteras de asesinos rusos empiezan a atacar sistemáticamente a todas las personas cercanas a él, desde su nueva novia April (Lindsay Maxwell) hasta Kerr (Samantha Ferris), su fiel y pragmática proveedora de armas. Entonces Edward, sabiendo que Joey y Taylor serán el siguiente blanco, las oculta en una remota granja mientras investiga el origen de los ataques y la identidad de su agresor...
Icarus no me pareció tan buena como otras películas estelarizadas por Dolph Lundgren (especialmente Universal Soldier: Regeneration y Direct Contact), aunque merece crédito por las buenas decisiones que tomó como director. El argumento es una mezcla de clichés sacados directamente de los noventas, que no ofrecen nada nuevo a la vieja fórmula de persecución y venganza; sin embargo Lundgren se esfuerza por hacer creíble el elemento humano detrás de la violencia, lo cual añade un barniz adicional de emoción al libreto. El resultado no ganará Óscares, pero por alguna razón se siente más honesto que en las otras diez mil películas sobre "ex-policías alcohólicos que deben vencer un enemigo del pasado", o algo así. Ya conocen el tipo. También me gustó que el protagonista fuera un violento asesino con corazón de oro, de modo que constantemente podemos cuestionar la moralidad de sus acciones y nuestras razones para desear su triunfo. Sin duda copió ese truco de The Professional, pero sigue funcionando (respetando proporciones, desde luego; recuerden que estamos hablando de barato cine B de bajo presupuesto).
A diferencia del tristemente ridículo Steven Seagal, Lundgren conoce sus limitaciones y trata de construir la película con elementos que las aminoren, o que las transformen en atributos. Para empezar porta su edad con dignidad y no trata de hacernos creer que tiene veinticinco años (aunque su novia los tenga). Las abundantes peleas, balaceras y demás escenas de acción (bañadas en sangre) son consistentes con su personaje, que en ocasiones triunfa por su experiencia e ingenio, y no por ser omnipotente e infalible. Además creo que Lundgren mismo reconoce no ser buen actor, y para balancearlo se rodea de interpretes sólidos y aptos para sus respectivos papeles. En particular me gustaron Samantha Ferris (como aliada y confidente de Icarus) y Stefanie von Pfetten (como su ex-esposa) por añadir fuerza y convicción a roles típicamente femeninos que no se sienten como simple relleno, sino como parte integral del argumento. Y también me gustó ver al legendario Bo Svenson (de la saga setentera Walking Tall) como un viejo camarada de la KGB. De hecho se me antojó ver una precuela con Svenson y Lundgren en Rusia comunista... quizás no coincidan sus edades, pero podría haber una buena historia en esa colaboración.
A fin de cuentas Icarus no es una gran película, ni trata de serlo. Simplemente ofrece noventa minutos de acción con sabor "retro", personajes ligeramente más profundos de lo habitual en este tipo de cine, y un decente actor/director con buena perspectiva de su capacidad y buen sentido para invertir sus magros recursos. Pero, más importante, es un oportuno recordatorio del potencial de Dolph Lundgren en un entorno más "profesional", lo cual (espero) podremos ver pronto en The Expendables, donde se reúne con Sylvester Stallone para despachar genéricos villanos (o algo así). Entonces, recomiendo Icarus como pasable producto de un actor/director con buena expectativa en el cine B; o como sabroso aperitivo de lo que podríamos esperar si Lundgren logra subir los escalones que lo lleven de nuevo al "mainstream" de Hollywood. La verdad no se cual de las dos alternativas prefiero.
Calificación: 6.5
Pero, ¿de que trata? Ah... ya empezaron los problemas. "Icarus" es el nombre clave de Edward Genn (Dolph Lundgren), ex-agente de la KGB que ahora trabaja en Toronto como asesino a sueldo para la mafia rusa. A pesar de su peligroso y cruel trabajo siempre ha tratado de mantener una vida "normal", pero su matrimonio con la guapa Joey (Stefanie von Pfetten) terminó en divorcio, lo cual Edward lamenta porque extraña a su pequeña hija Taylor (Katelyn Mager). Sin embargo las circunstancias los obligan a reunirse cuando un misterioso enemigo ordena la muerte de Icarus, y hordas enteras de asesinos rusos empiezan a atacar sistemáticamente a todas las personas cercanas a él, desde su nueva novia April (Lindsay Maxwell) hasta Kerr (Samantha Ferris), su fiel y pragmática proveedora de armas. Entonces Edward, sabiendo que Joey y Taylor serán el siguiente blanco, las oculta en una remota granja mientras investiga el origen de los ataques y la identidad de su agresor...
Icarus no me pareció tan buena como otras películas estelarizadas por Dolph Lundgren (especialmente Universal Soldier: Regeneration y Direct Contact), aunque merece crédito por las buenas decisiones que tomó como director. El argumento es una mezcla de clichés sacados directamente de los noventas, que no ofrecen nada nuevo a la vieja fórmula de persecución y venganza; sin embargo Lundgren se esfuerza por hacer creíble el elemento humano detrás de la violencia, lo cual añade un barniz adicional de emoción al libreto. El resultado no ganará Óscares, pero por alguna razón se siente más honesto que en las otras diez mil películas sobre "ex-policías alcohólicos que deben vencer un enemigo del pasado", o algo así. Ya conocen el tipo. También me gustó que el protagonista fuera un violento asesino con corazón de oro, de modo que constantemente podemos cuestionar la moralidad de sus acciones y nuestras razones para desear su triunfo. Sin duda copió ese truco de The Professional, pero sigue funcionando (respetando proporciones, desde luego; recuerden que estamos hablando de barato cine B de bajo presupuesto).
A diferencia del tristemente ridículo Steven Seagal, Lundgren conoce sus limitaciones y trata de construir la película con elementos que las aminoren, o que las transformen en atributos. Para empezar porta su edad con dignidad y no trata de hacernos creer que tiene veinticinco años (aunque su novia los tenga). Las abundantes peleas, balaceras y demás escenas de acción (bañadas en sangre) son consistentes con su personaje, que en ocasiones triunfa por su experiencia e ingenio, y no por ser omnipotente e infalible. Además creo que Lundgren mismo reconoce no ser buen actor, y para balancearlo se rodea de interpretes sólidos y aptos para sus respectivos papeles. En particular me gustaron Samantha Ferris (como aliada y confidente de Icarus) y Stefanie von Pfetten (como su ex-esposa) por añadir fuerza y convicción a roles típicamente femeninos que no se sienten como simple relleno, sino como parte integral del argumento. Y también me gustó ver al legendario Bo Svenson (de la saga setentera Walking Tall) como un viejo camarada de la KGB. De hecho se me antojó ver una precuela con Svenson y Lundgren en Rusia comunista... quizás no coincidan sus edades, pero podría haber una buena historia en esa colaboración.
A fin de cuentas Icarus no es una gran película, ni trata de serlo. Simplemente ofrece noventa minutos de acción con sabor "retro", personajes ligeramente más profundos de lo habitual en este tipo de cine, y un decente actor/director con buena perspectiva de su capacidad y buen sentido para invertir sus magros recursos. Pero, más importante, es un oportuno recordatorio del potencial de Dolph Lundgren en un entorno más "profesional", lo cual (espero) podremos ver pronto en The Expendables, donde se reúne con Sylvester Stallone para despachar genéricos villanos (o algo así). Entonces, recomiendo Icarus como pasable producto de un actor/director con buena expectativa en el cine B; o como sabroso aperitivo de lo que podríamos esperar si Lundgren logra subir los escalones que lo lleven de nuevo al "mainstream" de Hollywood. La verdad no se cual de las dos alternativas prefiero.
Calificación: 6.5
viernes, 25 de junio de 2010
Collapse
Como alguna vez he mencionado, soy afecto a la literatura sobre conspiraciones y teorías paranoicas expuestas por gente de cuestionable credibilidad para explicar eventos o situaciones reales o imaginarias, desde los ataques del 11 de Septiembre del 2001, hasta la existencia (o no) de relaciones diplomáticas entre facciones secretas del gobierno norteamericano y civilizaciones extraterrestres (dije que eran cuestionables, ¿no?). Desde luego no creo en la gran mayoría de esas "teorías", pero encuentro fascinante el proceso racional (o irracional) que las genera... y la arcana magia narrativa que las hace interesantes, o al menos provocativas. De cualquier modo esa afición me ha llevado a ver bastantes documentales sobre tales temas (la mayoría disponibles de manera gratuita en Internet), algunos realizados con decente talento cinematográfico y otros que parecen videos caseros de ínfima calidad e incoherente estructura. Por eso me gustó el nuevo documental Collapse (únicamente disponible en DVD): su tono es sobrio y ecuánime, está impecablemente filmado, y ofrece una hipnótica narrativa que evita los clásicos errores del género, como estridente demagogia o argumentos ilógicos. Por el contrario, la sensibilidad minimalista de Collapse ayuda a su credibilidad, pues no pretende ser nada más que un recuento de las opiniones de un individuo sobre el colapso económico, energético y social que enfrentaremos en el futuro cercano.
El hombre en cuestión es Michael Ruppert, condecorado ex-policía, reportero y miembro de una familia firmemente establecida en el complejo militar-industrial de los Estados Unidos. Sus primeros intentos por revelar la "verdad" sobre el mundo se remontan a la década de los ochentas, cuando supuestamente descubrió innegable evidencia de que la C.I.A. participaba en el narcotráfico y crimen organizado de la ciudad de Los Ángeles; entonces, investigando con mayor profundidad, se dio cuenta de que la cadena de mentiras, ambición y engaños al público se extendía cada vez más. Una cosa llevó a otra, y eventualmente su análisis se enfocó en la crisis petrolera que los “expertos” predicen desde los setentas. Entonces, en el documental Collpase (basado en su libro A Presidential Energy Policy), Ruppert nos explica claramente por qué la mayor parte de los planes de recuperación económica, energías alternativas y alimentación global están condenados al fracaso. Su explicación es muy simple: se está acabando el petróleo.
¡Uy, que noticia tan novedosa! ¡Paren las prensas! Desde luego todos sabemos que ese recurso finito está cerca del... finito. Pero quizás no nos damos cuenta del alcance y consecuencias reales de su escasez, y eso es exactamente lo que Ruppert pretende enseñarnos. Su "evidencia" está en las noticias de todos los días y, desde luego, está sujeta a la interpretación de cada espectador. Personalmente encontré sus comentarios inteligentes y bien estructurados, aunque casi siempre subjetivos... lo cual era de esperarse pues, como dije, el director Chris Smith solo busca mostrarnos la visión de un individuo, sin cuestionarla demasiado y sin alegar imparcialidad. De cualquier modo me hizo pensar seriamente en acaparar semillas...
Independientemente del peso que pongamos en las teorías de Ruppert, Collapse es un interesante documental adornado con buena música, pulida cinematografía y perfecta edición. Desde Swimming to Cambodia y Monster in a Box (ambas con el finado Spalding Gray) no había visto una cinta tan interesante centrada simplemente en un hombre hablando (con un cameo de su perro). Claro, hay una buena cantidad de gráficas, animaciones y pietaje de stock para apoyar la narrativa, pero a fin de cuentas la película subsiste gracias a la fuerte personalidad del narrador y su sólida presencia escénica. Aún así supongo que Collapse podría parecer aburrida para las personas que no estén interesadas en escuchar las diatribas de un anciano sobre el fúnebre futuro de la humanidad... pero nunca está de más contemplar el peor de los casos, aunque sea para agradecer las bendiciones presentes que gozamos (empezando por la simple electricidad que hace posible la difusión de este mediocre escrito). No diré que Collapse cambió mi vida, pero ciertamente abrió camino para nuevas reflexiones... y nuevas preocupaciones. El tiempo dirá si sus teorías pertenecen a la multitud de desvaríos paranoicos que se pierden en el olvido... o al contado número de bizarras hipótesis que la historia se encargó de confirmar. Por lo pronto, prefiero estar prevenido.
Calificación: 8
El hombre en cuestión es Michael Ruppert, condecorado ex-policía, reportero y miembro de una familia firmemente establecida en el complejo militar-industrial de los Estados Unidos. Sus primeros intentos por revelar la "verdad" sobre el mundo se remontan a la década de los ochentas, cuando supuestamente descubrió innegable evidencia de que la C.I.A. participaba en el narcotráfico y crimen organizado de la ciudad de Los Ángeles; entonces, investigando con mayor profundidad, se dio cuenta de que la cadena de mentiras, ambición y engaños al público se extendía cada vez más. Una cosa llevó a otra, y eventualmente su análisis se enfocó en la crisis petrolera que los “expertos” predicen desde los setentas. Entonces, en el documental Collpase (basado en su libro A Presidential Energy Policy), Ruppert nos explica claramente por qué la mayor parte de los planes de recuperación económica, energías alternativas y alimentación global están condenados al fracaso. Su explicación es muy simple: se está acabando el petróleo.
¡Uy, que noticia tan novedosa! ¡Paren las prensas! Desde luego todos sabemos que ese recurso finito está cerca del... finito. Pero quizás no nos damos cuenta del alcance y consecuencias reales de su escasez, y eso es exactamente lo que Ruppert pretende enseñarnos. Su "evidencia" está en las noticias de todos los días y, desde luego, está sujeta a la interpretación de cada espectador. Personalmente encontré sus comentarios inteligentes y bien estructurados, aunque casi siempre subjetivos... lo cual era de esperarse pues, como dije, el director Chris Smith solo busca mostrarnos la visión de un individuo, sin cuestionarla demasiado y sin alegar imparcialidad. De cualquier modo me hizo pensar seriamente en acaparar semillas...
Independientemente del peso que pongamos en las teorías de Ruppert, Collapse es un interesante documental adornado con buena música, pulida cinematografía y perfecta edición. Desde Swimming to Cambodia y Monster in a Box (ambas con el finado Spalding Gray) no había visto una cinta tan interesante centrada simplemente en un hombre hablando (con un cameo de su perro). Claro, hay una buena cantidad de gráficas, animaciones y pietaje de stock para apoyar la narrativa, pero a fin de cuentas la película subsiste gracias a la fuerte personalidad del narrador y su sólida presencia escénica. Aún así supongo que Collapse podría parecer aburrida para las personas que no estén interesadas en escuchar las diatribas de un anciano sobre el fúnebre futuro de la humanidad... pero nunca está de más contemplar el peor de los casos, aunque sea para agradecer las bendiciones presentes que gozamos (empezando por la simple electricidad que hace posible la difusión de este mediocre escrito). No diré que Collapse cambió mi vida, pero ciertamente abrió camino para nuevas reflexiones... y nuevas preocupaciones. El tiempo dirá si sus teorías pertenecen a la multitud de desvaríos paranoicos que se pierden en el olvido... o al contado número de bizarras hipótesis que la historia se encargó de confirmar. Por lo pronto, prefiero estar prevenido.
Calificación: 8
La Maldición 3 (The Grudge 3)
De nuevo re-publico una crítica antigua debido al reciente estreno de la película en México:
Parecería que la casa productora Ghost House Pictures no tuvo mucha fe en The Grudge 3, relegándola directamente a DVD después de haber obtenido considerable éxito con las dos primeras películas distribuidas en cines. Supongo que reconocieron la obsolescencia (y saturación) de re-makes "inspirados" en el moderno cine de terror asiático, con fantasmales mujeres de largo cabello negro, y con casas embrujadas por algún trágico evento que será investigado por una audaz, vulnerable y atractiva actriz joven. Comprendo perfectamente esa actitud, pues yo también estoy cansado de esta predecible corriente... y por eso me sorprendió haber disfrutado más de lo que esperaba con esta inútil pero entretenida secuela.
Confieso que no sé si The Grudge 3 está basada en la segunda secuela de la original cinta japonesa Ju-On, o si es una creación "original" que se limita a extender la trama de la secuela del re-make norteamericano (¿quedó claro?). Tampoco me interesa averiguarlo, pues es obvio que su propósito es tan sólo repetir la fórmula y no necesariamente ceñirse a la tergiversada historia, que sólo unos cuantos fanáticos obsesivos recordarán con precisión (como ocurre con la saga de Saw). Entonces, baste saber que The Grudge 3 regresa al edificio con el departamento maldito que vimos en The Grudge 2, donde los vengativos fantasmas de una mujer y un niño asiáticos empiezan a extender su influencia, afectando a los demás habitantes del inmueble, que incluyen a la joven Lisa (Johanna E. Braddy), su hermana menor Rose (Jadie Hobson) y su hermano mayor Max (Gil McKinney). Afortunadamente parece existir un modo de expulsar a los fantasmas cuando llega de Tokio la estoica Naoko (Emi Ikehata), heredera de la maldición con el poder de extinguirla definitivamente... o convertirse en su nueva víctima.
Bajo la mano del británico Toby Wilkins (cuya previa cinta Splinter fue una de esas joyas ocultas del horror independiente) la película tiene varios aciertos que hasta cierto punto trascienden su cansada premisa. Para empezar, la trama se simplifica considerablemente; si alguien resintió la artificial e incomprensible complejidad de causas, efectos, víctimas y crímenes de la segunda parte (como yo), encontrará en esta nueva cinta un argumento más lógico y lineal, que no requiere múltiples visitas para ser asimilado. Supongo que algunos seguidores de la saga podrían pensar que eso la aleja demasiado de la densa mitología que sustentó las dos previas cintas... pero yo lo veo como algo positivo, pues no requiere previo conocimiento para apreciar el suspenso y terror que genera la cinta. Otro acierto es la eficiente dirección de Wilkins, cuyo excelente ojo para encuadres y emplazamientos añade buenas dosis de estilo sin saturar la película de excesos "artísticos" y sin cansar al espectador con los baratos trucos de edición que usualmente denotan la desesperación de un cineasta que no sabe cómo asustarnos. Wilkins, por el contrario, tiene fe en su material, y deja que el suspenso siga su natural desarrollo hasta llegar a las contadas escenas de exaltado terror y sangre ocasional.
Habiendo dicho eso, hay que aceptar que la consabida mujer de cabello negro, o el niño con voz de gato ya no asustan tanto como cuando sus apariciones eran realmente inesperadas e impactantes. Influye en ello la falta de atmósfera en la película. La cinematografía es demasiado "sitcom", con iluminación uniforme que aplana las imágenes y reduce la ansiedad que la trama podría generar. De hecho, me atrevería a decir que el drama familiar de la película y las reacciones de los personajes funcionan mejor que sus elementos paranormales. El elenco merece cierto crédito por ello, pero no hay actuaciones notables (aunque acepto que disfruté la corta presencia de Marina Sirtis y Shawnee Smith en papeles secundarios); simplemente cumplen su propósito gracias a la apropiada selección de actores para su papel.
Entonces no encontré elementos sobresalientes en esta sobria secuela; pero su competente desempeño en casi todos sus niveles (particularmente la dirección) superó mis bajas expectativas y me hizo pasar un rato agradable, con moderado suspenso y terror nutridos por una historia llana y eficiente. Definitivamente me gustó más que la segunda parte, aunque la familiaridad con los fantasmas redujo el impacto de sus apariciones. Pero acepto esa condición si el futuro nos depara más secuelas de esta franquicia... siempre y cuando estén igualmente bien dirigidas y estructuradas. Aunque dudo que Wilkins siga trabajando directo a DVD por mucho tiempo.
Calificación: 6.5
Parecería que la casa productora Ghost House Pictures no tuvo mucha fe en The Grudge 3, relegándola directamente a DVD después de haber obtenido considerable éxito con las dos primeras películas distribuidas en cines. Supongo que reconocieron la obsolescencia (y saturación) de re-makes "inspirados" en el moderno cine de terror asiático, con fantasmales mujeres de largo cabello negro, y con casas embrujadas por algún trágico evento que será investigado por una audaz, vulnerable y atractiva actriz joven. Comprendo perfectamente esa actitud, pues yo también estoy cansado de esta predecible corriente... y por eso me sorprendió haber disfrutado más de lo que esperaba con esta inútil pero entretenida secuela.
Confieso que no sé si The Grudge 3 está basada en la segunda secuela de la original cinta japonesa Ju-On, o si es una creación "original" que se limita a extender la trama de la secuela del re-make norteamericano (¿quedó claro?). Tampoco me interesa averiguarlo, pues es obvio que su propósito es tan sólo repetir la fórmula y no necesariamente ceñirse a la tergiversada historia, que sólo unos cuantos fanáticos obsesivos recordarán con precisión (como ocurre con la saga de Saw). Entonces, baste saber que The Grudge 3 regresa al edificio con el departamento maldito que vimos en The Grudge 2, donde los vengativos fantasmas de una mujer y un niño asiáticos empiezan a extender su influencia, afectando a los demás habitantes del inmueble, que incluyen a la joven Lisa (Johanna E. Braddy), su hermana menor Rose (Jadie Hobson) y su hermano mayor Max (Gil McKinney). Afortunadamente parece existir un modo de expulsar a los fantasmas cuando llega de Tokio la estoica Naoko (Emi Ikehata), heredera de la maldición con el poder de extinguirla definitivamente... o convertirse en su nueva víctima.
Bajo la mano del británico Toby Wilkins (cuya previa cinta Splinter fue una de esas joyas ocultas del horror independiente) la película tiene varios aciertos que hasta cierto punto trascienden su cansada premisa. Para empezar, la trama se simplifica considerablemente; si alguien resintió la artificial e incomprensible complejidad de causas, efectos, víctimas y crímenes de la segunda parte (como yo), encontrará en esta nueva cinta un argumento más lógico y lineal, que no requiere múltiples visitas para ser asimilado. Supongo que algunos seguidores de la saga podrían pensar que eso la aleja demasiado de la densa mitología que sustentó las dos previas cintas... pero yo lo veo como algo positivo, pues no requiere previo conocimiento para apreciar el suspenso y terror que genera la cinta. Otro acierto es la eficiente dirección de Wilkins, cuyo excelente ojo para encuadres y emplazamientos añade buenas dosis de estilo sin saturar la película de excesos "artísticos" y sin cansar al espectador con los baratos trucos de edición que usualmente denotan la desesperación de un cineasta que no sabe cómo asustarnos. Wilkins, por el contrario, tiene fe en su material, y deja que el suspenso siga su natural desarrollo hasta llegar a las contadas escenas de exaltado terror y sangre ocasional.
Habiendo dicho eso, hay que aceptar que la consabida mujer de cabello negro, o el niño con voz de gato ya no asustan tanto como cuando sus apariciones eran realmente inesperadas e impactantes. Influye en ello la falta de atmósfera en la película. La cinematografía es demasiado "sitcom", con iluminación uniforme que aplana las imágenes y reduce la ansiedad que la trama podría generar. De hecho, me atrevería a decir que el drama familiar de la película y las reacciones de los personajes funcionan mejor que sus elementos paranormales. El elenco merece cierto crédito por ello, pero no hay actuaciones notables (aunque acepto que disfruté la corta presencia de Marina Sirtis y Shawnee Smith en papeles secundarios); simplemente cumplen su propósito gracias a la apropiada selección de actores para su papel.
Entonces no encontré elementos sobresalientes en esta sobria secuela; pero su competente desempeño en casi todos sus niveles (particularmente la dirección) superó mis bajas expectativas y me hizo pasar un rato agradable, con moderado suspenso y terror nutridos por una historia llana y eficiente. Definitivamente me gustó más que la segunda parte, aunque la familiaridad con los fantasmas redujo el impacto de sus apariciones. Pero acepto esa condición si el futuro nos depara más secuelas de esta franquicia... siempre y cuando estén igualmente bien dirigidas y estructuradas. Aunque dudo que Wilkins siga trabajando directo a DVD por mucho tiempo.
Calificación: 6.5
miércoles, 23 de junio de 2010
La Chica de mis Sueños (Youth in Revolt)
Supongo que Youth in Revolt puede clasificarse como una comedia juvenil aunque, a diferencia de similares películas, su argumento parece mas sofisticado y maduro por la adición de inesperadas reflexiones sobre ética y moralidad raras veces vistas en el género. Pero a fin de cuentas se trata de otra simple historia sobre un joven que trata de enamorar a una muchacha con inusuales métodos que a veces hacen reír y a veces irritan por su arrogancia y estupidez. En resumen, me pareció una experiencia mixta apenas rescatada por el sólido desempeño de su elenco y por su gentil atmosfera "retro" que le da una personalidad simpática y distintiva.
El argumento se centra en Nick Twisp (Michael Cera), clásico "perdedor" estudiantil que se ve forzado a vivir temporalmente en un lote de casas rodantes por un problema legal de su padrastro Jerry (Zach Galifianakis). La estancia en el rústico terreno parece al principio un cruel castigo, pero las cosas cambian cuando Nick conoce a Sheeni (Portia Doubleday), atractiva e inteligente muchacha que vive en la misma comunidad con sus padres... fanáticos religiosos con opiniones muy claras sobre los pretendientes de su hija. Entonces, viendo que su dócil carácter no bastará para enamorarla, Nick decide crear una "personalidad alternativa" totalmente opuesta a la suya. Y así, con el imaginario nombre de François Dillinger (y un bigote francés), el joven comienza una maquiavélica campaña de trucos, intrigas y trampas para lograr que la muchacha se enamore de él. Sin embargo, como puede esperarse, su nueva actitud tendrá consecuencias que rebasan sus simples intenciones románticas...
Youth in Revolt está basada en una novela semi-auto-biográfica de C.D. Payne. Para bien o para mal, el "semi" significa que se siente llena de exageraciones cuyo fin es enfatizar el humor o el drama; asumo que las experiencias del autor fueron menos extremas, y quizás no muy interesantes, por lo que requirieron un poco de "embellecimiento". Desafortunadamente sus infladas fantasías tampoco hacen una buena película, pues el hilo narrativo está lleno de remiendos, roturas y digresiones tangenciales que no conducen a nada, y restan atención de la historia principal, ya de por sí un poco dudosa. Claro, las mejores comedias juveniles son básicamente fantasías adolescentes donde se exageran las emociones, pero creo que es indispensable ubicarlas en un contexto firme y reconocible; de otro modo parecen los tanteos de un escritor mas interesado en satisfacer sus caprichos artísticos que en contar una buena historia. Además (esto podrá ser bueno o malo, según la preferencia de cada espectador) la película se ampara en el estilo frívolo y pretencioso del moderno cine "indie", lo cual destruye la tenue "realidad" de las situaciones. Baste decir que Nick es virgen, aspira a ser novelista y adora a Frank Sinatra; la banda sonora está llena de pop francés setentero; y podemos encontrar varias secuencias realizadas en stop motion. Clásicas estrategias de un director con poca confianza en el libreto que siente necesario restregar en nuestra cara sus irreverentes idiosincrasias y traviesa sensibilidad.
Sin embargo no todo es malo. Michael Cera (aparentemente condenado a interpretar papeles estudiantiles hasta que cumpla cincuenta años) logra un agradable contraste entre el blando protagonista y su torcida identidad secreta, permitiendo un fugaz atisbo el talento latente en este actor, que podría sorprendernos cuando encuentre un papel que no lo obligue a comportarse exactamente como lo ha hecho en TODAS sus películas. Por su lado, la joven Portia Doubleday encuentra profundidad y madurez para dar peso a su personaje, sin sacrificar las ocasionales muestras de vulnerabilidad y entusiasmo juvenil; y aunque es atractiva, no cae en las idealizadas (e irreales) super-bellezas de tantas otras comedias juveniles. Me gustó que no fuera una perfecta modelo tratando de "afearse" con lentes y un mal peinado. Ayudando en papeles secundarios tenemos un desfile de hábiles actores de carácter con pequeñas y divertidas escenas que, en promedio, funcionan mejor que la trama principal. Entre ellos puedo mencionar a Steve Buscemi, Zach Galifianakis, Ray Liotta, Fred Willard, Justin Long y el joven Adhir Kalyan, robándose nuevamente sus escenas, tal como lo hizo en la mucho más divertida Fired Up.
El director Miguel Arteta (de regreso en cine tras años de labor en televisión) hace lo que puede con el irregular material, cuyo principal problema es no ser suficientemente gracioso para triunfar como comedia, ni tan ingenioso que podamos disculpar sus extravagantes desvaríos. Le podría dar una dudosa recomendación a Youth in Revolt como híbrido de cine independiente y comedia juvenil que no satisface en ninguno de esos dos niveles, aunque lo intenta con entusiasmo, energía y un buen ensamble de actores. En otras palabras, es mejor como curiosidad cinematográfica que como genuino entretenimiento. Y, como hay mejores películas de ambos estilos (incluso algunas con el mismo actor principal), no veo mucha razón para invertir tiempo en ella. Pero bueno... no puedo negar que hay algunas interesantes observaciones sobre disfunción familiar, locura hormonal y el dolor de la adolescencia. Ojalá estuvieran sostenidas por libreto mejor escrito, o al menos más gracioso.
Calificación: 6.5
El argumento se centra en Nick Twisp (Michael Cera), clásico "perdedor" estudiantil que se ve forzado a vivir temporalmente en un lote de casas rodantes por un problema legal de su padrastro Jerry (Zach Galifianakis). La estancia en el rústico terreno parece al principio un cruel castigo, pero las cosas cambian cuando Nick conoce a Sheeni (Portia Doubleday), atractiva e inteligente muchacha que vive en la misma comunidad con sus padres... fanáticos religiosos con opiniones muy claras sobre los pretendientes de su hija. Entonces, viendo que su dócil carácter no bastará para enamorarla, Nick decide crear una "personalidad alternativa" totalmente opuesta a la suya. Y así, con el imaginario nombre de François Dillinger (y un bigote francés), el joven comienza una maquiavélica campaña de trucos, intrigas y trampas para lograr que la muchacha se enamore de él. Sin embargo, como puede esperarse, su nueva actitud tendrá consecuencias que rebasan sus simples intenciones románticas...
Youth in Revolt está basada en una novela semi-auto-biográfica de C.D. Payne. Para bien o para mal, el "semi" significa que se siente llena de exageraciones cuyo fin es enfatizar el humor o el drama; asumo que las experiencias del autor fueron menos extremas, y quizás no muy interesantes, por lo que requirieron un poco de "embellecimiento". Desafortunadamente sus infladas fantasías tampoco hacen una buena película, pues el hilo narrativo está lleno de remiendos, roturas y digresiones tangenciales que no conducen a nada, y restan atención de la historia principal, ya de por sí un poco dudosa. Claro, las mejores comedias juveniles son básicamente fantasías adolescentes donde se exageran las emociones, pero creo que es indispensable ubicarlas en un contexto firme y reconocible; de otro modo parecen los tanteos de un escritor mas interesado en satisfacer sus caprichos artísticos que en contar una buena historia. Además (esto podrá ser bueno o malo, según la preferencia de cada espectador) la película se ampara en el estilo frívolo y pretencioso del moderno cine "indie", lo cual destruye la tenue "realidad" de las situaciones. Baste decir que Nick es virgen, aspira a ser novelista y adora a Frank Sinatra; la banda sonora está llena de pop francés setentero; y podemos encontrar varias secuencias realizadas en stop motion. Clásicas estrategias de un director con poca confianza en el libreto que siente necesario restregar en nuestra cara sus irreverentes idiosincrasias y traviesa sensibilidad.
Sin embargo no todo es malo. Michael Cera (aparentemente condenado a interpretar papeles estudiantiles hasta que cumpla cincuenta años) logra un agradable contraste entre el blando protagonista y su torcida identidad secreta, permitiendo un fugaz atisbo el talento latente en este actor, que podría sorprendernos cuando encuentre un papel que no lo obligue a comportarse exactamente como lo ha hecho en TODAS sus películas. Por su lado, la joven Portia Doubleday encuentra profundidad y madurez para dar peso a su personaje, sin sacrificar las ocasionales muestras de vulnerabilidad y entusiasmo juvenil; y aunque es atractiva, no cae en las idealizadas (e irreales) super-bellezas de tantas otras comedias juveniles. Me gustó que no fuera una perfecta modelo tratando de "afearse" con lentes y un mal peinado. Ayudando en papeles secundarios tenemos un desfile de hábiles actores de carácter con pequeñas y divertidas escenas que, en promedio, funcionan mejor que la trama principal. Entre ellos puedo mencionar a Steve Buscemi, Zach Galifianakis, Ray Liotta, Fred Willard, Justin Long y el joven Adhir Kalyan, robándose nuevamente sus escenas, tal como lo hizo en la mucho más divertida Fired Up.
El director Miguel Arteta (de regreso en cine tras años de labor en televisión) hace lo que puede con el irregular material, cuyo principal problema es no ser suficientemente gracioso para triunfar como comedia, ni tan ingenioso que podamos disculpar sus extravagantes desvaríos. Le podría dar una dudosa recomendación a Youth in Revolt como híbrido de cine independiente y comedia juvenil que no satisface en ninguno de esos dos niveles, aunque lo intenta con entusiasmo, energía y un buen ensamble de actores. En otras palabras, es mejor como curiosidad cinematográfica que como genuino entretenimiento. Y, como hay mejores películas de ambos estilos (incluso algunas con el mismo actor principal), no veo mucha razón para invertir tiempo en ella. Pero bueno... no puedo negar que hay algunas interesantes observaciones sobre disfunción familiar, locura hormonal y el dolor de la adolescencia. Ojalá estuvieran sostenidas por libreto mejor escrito, o al menos más gracioso.
Calificación: 6.5
lunes, 21 de junio de 2010
Génova (Genova)
Me interesa la obra del director Michael Winterbottom por su habilidad para incursionar en cualquier género sin perder su identidad como cineasta. En vez de someterse a convencionalismos predecibles, prefiere incorporar su propia sensibilidad y estilo, de modo que sus películas se sienten como curiosos híbridos al mismo tiempo naturales y sofisticados... lo cual no significa que me gusten incondicionalmente. Pero en general considero que vale la pena buscarlas aunque sea como breve distracción del cansado producto hollywoodense que quizás me divierte más, pero no siempre satisface emocional o narrativamente.
Génova es un drama minimalista que sigue al viudo profesor Joe (Colin Firth) y sus hijas Kelly (Willa Holland) y Mary (Perla Hayen-Jardine) durante los meses que pasan en Génova, Italia tras la muerte de su madre Marianne (Hope Davis). Entonces, con toda parsimonia vemos como la familia, cada quien a su manera, va reconciliándose con su pérdida y recuperando el interés por la vida en una ciudad al principio extraña, pero fascinante por su cultura, arte y, sobre todo, su gente.
En general me desagradan las películas sobre personajes sufriendo ininterrumpidamente durante dos horas, y por un momento pensé que eso me esperaba en Génova; sin embargo Winterbottom está más interesado en la redención emocional de sus personajes que en hacernos llorar sin propósito. Por eso el tono de la película no es de tristeza, sino de languidez salpicada con esperanza que no surge de grandes discursos ni lacrimosas revelaciones, sino de la simple rutina diaria... lo cual es un modo amable de decir que no pasa nada. Esto seguramente decepcionará a quienes esperaban una narrativa más concreta (como yo); cierto, cada personaje tiene su particular sub-trama; Joe da clases en la universidad y se ve tentado por el romance con una de sus estudiantes; Mary toma clases de piano y ocasionalmente ve el fantasma de su madre, ¿o es solo una manifestación de sus sentimientos de culpa? Mientras tanto Kelly se enamora de un joven italiano y mantiene un romance a escondidas de su padre. Pero ninguna de esas historias toma precedencia, y parecen tan solo circunstancias periféricas a la melancolía de Joe y sus hijas.
Me encuentro indeciso sobre Génova; por un lado me pareció cansada y en ocasiones repetitiva (¿cuántas veces debe extraviarse la pequeña Mary en los oscuros callejones de Génova para que su padre le preste atención?); pero por otro lado me gustó el profundo detalle de sus personajes (por no mencionar los bikinis de Willa Holland), y eso bastó para alejar el aburrimiento e interesarme por ver hacia dónde se dirigía la película. En cierto modo Génova me recordó la obra de Ken Loach (¿no tiene una película llamada My Name is Joe?), pero con un tono más optimista, personajes más accesibles y un final abierto que genuinamente se siente como un principio para la familia protagónica.
Entonces, Génova no resultó lo que yo esperaba, pero eso es normal con las películas de Michael Winterbottom. Las actuaciones son buenas y la cinematografía (obviamente realizada en video) es cálida y realista, sin caer en el fetiche turístico de otras recientes cintas ubicadas en Italia (como When In Rome y Letters to Juliet). Debido a su lentitud, difusa historia y vago enfoque me costaría trabajo darle una sincera recomendación; sin embargo siento que encaja en la categoría de "cine de arte", más adecuado para la reflexión y el análisis que para pasar un rato de ameno entretenimiento. A fin de cuentas imagino que ese es el punto de Winterbottom: la vida real no está estructurada como un conveniente guión, ni tiene principios definidos ni finales felices; simplemente es una colección de experiencias y relaciones que evolucionan con el tiempo y nos hacen crecer (en mi caso, a los lados). Si eso suena interesante, vayan a ver Génova (mucha suerte para encontrarla, pues está en muy pocos cines). No niego que sea difícil y pretenciosa, pero de vez en cuando es bueno encontrar cine que nos ponga a pensar… o al menos a refunfuñar con más filosofía.
Calificación: 7
Génova es un drama minimalista que sigue al viudo profesor Joe (Colin Firth) y sus hijas Kelly (Willa Holland) y Mary (Perla Hayen-Jardine) durante los meses que pasan en Génova, Italia tras la muerte de su madre Marianne (Hope Davis). Entonces, con toda parsimonia vemos como la familia, cada quien a su manera, va reconciliándose con su pérdida y recuperando el interés por la vida en una ciudad al principio extraña, pero fascinante por su cultura, arte y, sobre todo, su gente.
En general me desagradan las películas sobre personajes sufriendo ininterrumpidamente durante dos horas, y por un momento pensé que eso me esperaba en Génova; sin embargo Winterbottom está más interesado en la redención emocional de sus personajes que en hacernos llorar sin propósito. Por eso el tono de la película no es de tristeza, sino de languidez salpicada con esperanza que no surge de grandes discursos ni lacrimosas revelaciones, sino de la simple rutina diaria... lo cual es un modo amable de decir que no pasa nada. Esto seguramente decepcionará a quienes esperaban una narrativa más concreta (como yo); cierto, cada personaje tiene su particular sub-trama; Joe da clases en la universidad y se ve tentado por el romance con una de sus estudiantes; Mary toma clases de piano y ocasionalmente ve el fantasma de su madre, ¿o es solo una manifestación de sus sentimientos de culpa? Mientras tanto Kelly se enamora de un joven italiano y mantiene un romance a escondidas de su padre. Pero ninguna de esas historias toma precedencia, y parecen tan solo circunstancias periféricas a la melancolía de Joe y sus hijas.
Me encuentro indeciso sobre Génova; por un lado me pareció cansada y en ocasiones repetitiva (¿cuántas veces debe extraviarse la pequeña Mary en los oscuros callejones de Génova para que su padre le preste atención?); pero por otro lado me gustó el profundo detalle de sus personajes (por no mencionar los bikinis de Willa Holland), y eso bastó para alejar el aburrimiento e interesarme por ver hacia dónde se dirigía la película. En cierto modo Génova me recordó la obra de Ken Loach (¿no tiene una película llamada My Name is Joe?), pero con un tono más optimista, personajes más accesibles y un final abierto que genuinamente se siente como un principio para la familia protagónica.
Entonces, Génova no resultó lo que yo esperaba, pero eso es normal con las películas de Michael Winterbottom. Las actuaciones son buenas y la cinematografía (obviamente realizada en video) es cálida y realista, sin caer en el fetiche turístico de otras recientes cintas ubicadas en Italia (como When In Rome y Letters to Juliet). Debido a su lentitud, difusa historia y vago enfoque me costaría trabajo darle una sincera recomendación; sin embargo siento que encaja en la categoría de "cine de arte", más adecuado para la reflexión y el análisis que para pasar un rato de ameno entretenimiento. A fin de cuentas imagino que ese es el punto de Winterbottom: la vida real no está estructurada como un conveniente guión, ni tiene principios definidos ni finales felices; simplemente es una colección de experiencias y relaciones que evolucionan con el tiempo y nos hacen crecer (en mi caso, a los lados). Si eso suena interesante, vayan a ver Génova (mucha suerte para encontrarla, pues está en muy pocos cines). No niego que sea difícil y pretenciosa, pero de vez en cuando es bueno encontrar cine que nos ponga a pensar… o al menos a refunfuñar con más filosofía.
Calificación: 7
domingo, 20 de junio de 2010
Ámame o Muérete (Killers)
Por si no fuera suficiente indicación el estúpido nombre que le pusieron en México (¿"Ámame o Muérete"? ¿En serio?), advertiré que esta película combina los peores elementos de las comedias románticas con los más odiosos vicios del moderno cine de acción, conjugándose para crear una experiencia fílmica inusualmente repulsiva, que no recomendaría excepto para aquellas personas que disfrutaron el "humor" y "suspenso" de The Bounty Hunter, o para quienes encontraron The A-Team demasiado seria o realista. Y, claro, para masoquistas que han adoptado a Ashton Kutcher como su santo patrono.
Ámame o Muérete sigue las aventuras de Spencer Aimes (Ashton Kutcher) y Jen Kornfeldt (Katherine Heigl), quienes se conocen mientras visitan Francia; ella de vacaciones con sus padres, y él en una misión secreta para la C.I.A. (o algo así). Su amor es instantáneo y, para poder llevar una vida normal, Spencer renuncia a su trabajo y decide ocultar la verdad de su ocupación, lo cual funciona muy bien durante tres años de feliz matrimonio. Pero entonces surge una amenaza del pasado, y la vida de la pareja estará en peligro hasta que descubran quien está tratando de matarlos... aunque quizás no baste para salvar su matrimonio, pues Jen está furiosa por haber vivido una mentira durante tanto tiempo.
A estas alturas los fans de Kutcher y Heigl ya sabrán lo que les espera. Ambos actores encontraron bastante éxito en televisión, pero en años recientes parecen empeñados en destruir la buena voluntad de sus seguidores con proyectos cinematográficos de ínfima calidad. ¿Mala suerte, malas decisiones o mal gusto? No lo sé ni me interesa. Si Ashton Kutcher no hubiera salido en Valentine's Day, diría que Ámame o Muérete es su peor película, pues ni siquiera logra aprovechar el talento cómico del actor (sí, dije "Ashton Kutcher" y "talento" en la misma frase), el cual demostró en la clásica Dude, Where's My Car. Por su parte, Heigl salió más o menos bien librada de bodrios como 27 Dresses y The Ugly Truth, solo para caer en este abismo de mediocridad y aburrimiento.
Lo cual me lleva al problema principal de la película: su absoluta ineptitud para generar emoción alguna. No es graciosa, no provoca suspenso y lo único que me interesó mientras la veía era estimar cuánto tiempo faltaba para llegar a los benditos créditos finales, que son los auténticos héroes de la película. La trama está construida con fragmentos de Mr. & Mrs. Smith, varios sitcoms televisivos y las más torpes películas "cómicas" de James Bond (en la triste etapa final de Roger Moore). Supongo que no se podía esperar más del director Robert Luketic, tan inseguro en las peleas y balaceras que debe apelar al truco de la cámara con movimiento confuso y pésima edición para crear la ilusión de acción. Entonces, sugiero evitar a toda costa la tediosa Ámame o Muérete. Para ser honestos, el fracaso de la película no es culpa exclusiva de los actores, escritores o del director; es una conjunción de falta de interés y mercantilismo puro lo que invita la creación de películas como ésta. Pero bueno... no puedo negar que me gustó ver de nuevo a Tom Selleck en acción como en sus buenos días de Magnum P.I. ¿Me pregunto si su bigote estará en Facebook? Me gustaría ser su amigo.
Calificación: 3
Ámame o Muérete sigue las aventuras de Spencer Aimes (Ashton Kutcher) y Jen Kornfeldt (Katherine Heigl), quienes se conocen mientras visitan Francia; ella de vacaciones con sus padres, y él en una misión secreta para la C.I.A. (o algo así). Su amor es instantáneo y, para poder llevar una vida normal, Spencer renuncia a su trabajo y decide ocultar la verdad de su ocupación, lo cual funciona muy bien durante tres años de feliz matrimonio. Pero entonces surge una amenaza del pasado, y la vida de la pareja estará en peligro hasta que descubran quien está tratando de matarlos... aunque quizás no baste para salvar su matrimonio, pues Jen está furiosa por haber vivido una mentira durante tanto tiempo.
A estas alturas los fans de Kutcher y Heigl ya sabrán lo que les espera. Ambos actores encontraron bastante éxito en televisión, pero en años recientes parecen empeñados en destruir la buena voluntad de sus seguidores con proyectos cinematográficos de ínfima calidad. ¿Mala suerte, malas decisiones o mal gusto? No lo sé ni me interesa. Si Ashton Kutcher no hubiera salido en Valentine's Day, diría que Ámame o Muérete es su peor película, pues ni siquiera logra aprovechar el talento cómico del actor (sí, dije "Ashton Kutcher" y "talento" en la misma frase), el cual demostró en la clásica Dude, Where's My Car. Por su parte, Heigl salió más o menos bien librada de bodrios como 27 Dresses y The Ugly Truth, solo para caer en este abismo de mediocridad y aburrimiento.
Lo cual me lleva al problema principal de la película: su absoluta ineptitud para generar emoción alguna. No es graciosa, no provoca suspenso y lo único que me interesó mientras la veía era estimar cuánto tiempo faltaba para llegar a los benditos créditos finales, que son los auténticos héroes de la película. La trama está construida con fragmentos de Mr. & Mrs. Smith, varios sitcoms televisivos y las más torpes películas "cómicas" de James Bond (en la triste etapa final de Roger Moore). Supongo que no se podía esperar más del director Robert Luketic, tan inseguro en las peleas y balaceras que debe apelar al truco de la cámara con movimiento confuso y pésima edición para crear la ilusión de acción. Entonces, sugiero evitar a toda costa la tediosa Ámame o Muérete. Para ser honestos, el fracaso de la película no es culpa exclusiva de los actores, escritores o del director; es una conjunción de falta de interés y mercantilismo puro lo que invita la creación de películas como ésta. Pero bueno... no puedo negar que me gustó ver de nuevo a Tom Selleck en acción como en sus buenos días de Magnum P.I. ¿Me pregunto si su bigote estará en Facebook? Me gustaría ser su amigo.
Calificación: 3
sábado, 19 de junio de 2010
Toy Story 3
Con Cars y Up sentí que declinó un poco la calidad narrativa del estudio Pixar. No me malinterpreten... ambas me gustaron (Up mucho más que Cars), pero no encontré el característico esmero que el estudio mostró en cintas como Finding Nemo, Ratatouille y The Incredibles (mi favorita). Por eso tenía algunas dudas sobre Toy Story 3... si alguien puede hacer una secuela mejor que la original sin duda es Pixar, pero ¿sería el Pixar cuidadoso y perfeccionista que ponía calidad por encima de cantidad? ¿O el nuevo Pixar, aún celoso de su trabajo, pero menos enfocado en los detalles desde que decidieron estrenar una película por año?
Creo que fue el segundo. Pero aún con sus leves deficiencias Toy Story 3 me pareció mejor que casi cualquier otra cinta animada en el último año (la excepción sería Fantastic Mr. Fox). Sin embargo ya se empieza a notar la repetición y falta de originalidad característica de la "secuelitis" que infecta la industria cinematográfica. Afortunadamente eso no impide que Toy Story 3 sea una divertida experiencia, muy recomendable para la familia completa gracias al característico humor de Pixar, accesible para todas las edades e incapaz de insultar la inteligencia de su público.
El argumento encuentra a Woody (voz de Tom Hanks), Buzz (voz de Tim Allen), Jessie (voz de Joan Cusack) y los demás juguetes en el baúl donde su dueño Andy (voz de John Morris) los guardó desde que creció y dejó de jugar con ellos. Pero se aproxima un momento decisivo: Andy se irá a la universidad, y deberá elegir el destino de sus juguetes: ¿el ático, la basura o el donativo a una guardería infantil? Por un error todos los juguetes, excepto Woody, terminan en la basura; entonces, pensando que Andy los ha desechado, deciden ir voluntariamente a la guardería donde podrán jugar nuevamente con niños que los aprecian. Sin embargo lo que encuentran ahí es un sistema opresivo bajo las garras de un afable dictador de juguete... y nuevamente recae en Woody la tarea de liberarlos, restaurar el orden y encontrar una nueva vida para sus amigos.
Como en las dos películas previas, la simple trama se ve enriquecida por temas profundos escondidos detrás de las peripecias, chistes y rescates, lo cual ha sido el elemento clave que distingue esta franquicia de otras huecas cintas infantiles. Además, la historia no se sentirá fresca, pero las personalidades de los juguetes siguen intactas, así como las simpáticas voces que les dan vida, con las acertadas adiciones del veterano Ned Beatty como el oso Lotso, Michael Keaton como el vanidoso Ken y un genial Timothy Dalton en el papel de Mr. Pricklepants. Por cierto, elegí ver la versión subtitulada con diálogos en inglés pues, aunque no tengo nada en contra de los doblajes mexicanos, prefiero escuchar las voces originales, en parte por los actores mismos y en parte por el humor y actuaciones que se pierden en la traducción (como cuando uno de los personajes empieza a hablar en español - ya sé, es paradójico). Otra cosa que me gustó mucho es que la animación respeta el estilo de la primera Toy Story. En cintas como Wall-E y la mencionada Up, el equipo de Pixar demostró que puede alcanzar niveles de realismo extraordinarios, pero no por eso se sienten obligados a llevar Toy Story 3 hasta esos extremos. Claro, los materiales se sienten más naturales, así como la iluminación; y hay un par de escenas técnicamente impresionantes (como la lluvia de monos rojos y el "infierno"); pero en general prevalece la disciplina del director Lee Unkrich, y el "look" de la película no desentona con sus predecesoras, realizadas hace más de diez años.
Quizás esta sea la película que menos me ha gustado de la trilogía Toy Story; sin embargo eso no desmerita sus considerables aciertos, y no puedo negar que la vi con una sonrisa casi constante (y ocasionales carcajadas... y un par de lágrimas). El final de Toy Story 3 me pareció perfecto para los personajes, tanto en el plano narrativo como emocional, y completa mágicamente el círculo que comenzó en 1995. Entonces la recomiendo con entusiasmo (no tanto como antes) y con la esperanza de que dejen descansar esta serie antes de que sufra el “Síndrome Shrek“. Después de todo, lo que importa es la calidad y no la cantidad, y aunque la nueva política de Pixar señala otra cosa, obviamente aún hay artistas interesados en mantener el estándar que dio fama a la empresa. Esperemos que nunca crezcan lo suficiente para olvidarlo.
Calificación: 8
Creo que fue el segundo. Pero aún con sus leves deficiencias Toy Story 3 me pareció mejor que casi cualquier otra cinta animada en el último año (la excepción sería Fantastic Mr. Fox). Sin embargo ya se empieza a notar la repetición y falta de originalidad característica de la "secuelitis" que infecta la industria cinematográfica. Afortunadamente eso no impide que Toy Story 3 sea una divertida experiencia, muy recomendable para la familia completa gracias al característico humor de Pixar, accesible para todas las edades e incapaz de insultar la inteligencia de su público.
El argumento encuentra a Woody (voz de Tom Hanks), Buzz (voz de Tim Allen), Jessie (voz de Joan Cusack) y los demás juguetes en el baúl donde su dueño Andy (voz de John Morris) los guardó desde que creció y dejó de jugar con ellos. Pero se aproxima un momento decisivo: Andy se irá a la universidad, y deberá elegir el destino de sus juguetes: ¿el ático, la basura o el donativo a una guardería infantil? Por un error todos los juguetes, excepto Woody, terminan en la basura; entonces, pensando que Andy los ha desechado, deciden ir voluntariamente a la guardería donde podrán jugar nuevamente con niños que los aprecian. Sin embargo lo que encuentran ahí es un sistema opresivo bajo las garras de un afable dictador de juguete... y nuevamente recae en Woody la tarea de liberarlos, restaurar el orden y encontrar una nueva vida para sus amigos.
Como en las dos películas previas, la simple trama se ve enriquecida por temas profundos escondidos detrás de las peripecias, chistes y rescates, lo cual ha sido el elemento clave que distingue esta franquicia de otras huecas cintas infantiles. Además, la historia no se sentirá fresca, pero las personalidades de los juguetes siguen intactas, así como las simpáticas voces que les dan vida, con las acertadas adiciones del veterano Ned Beatty como el oso Lotso, Michael Keaton como el vanidoso Ken y un genial Timothy Dalton en el papel de Mr. Pricklepants. Por cierto, elegí ver la versión subtitulada con diálogos en inglés pues, aunque no tengo nada en contra de los doblajes mexicanos, prefiero escuchar las voces originales, en parte por los actores mismos y en parte por el humor y actuaciones que se pierden en la traducción (como cuando uno de los personajes empieza a hablar en español - ya sé, es paradójico). Otra cosa que me gustó mucho es que la animación respeta el estilo de la primera Toy Story. En cintas como Wall-E y la mencionada Up, el equipo de Pixar demostró que puede alcanzar niveles de realismo extraordinarios, pero no por eso se sienten obligados a llevar Toy Story 3 hasta esos extremos. Claro, los materiales se sienten más naturales, así como la iluminación; y hay un par de escenas técnicamente impresionantes (como la lluvia de monos rojos y el "infierno"); pero en general prevalece la disciplina del director Lee Unkrich, y el "look" de la película no desentona con sus predecesoras, realizadas hace más de diez años.
Quizás esta sea la película que menos me ha gustado de la trilogía Toy Story; sin embargo eso no desmerita sus considerables aciertos, y no puedo negar que la vi con una sonrisa casi constante (y ocasionales carcajadas... y un par de lágrimas). El final de Toy Story 3 me pareció perfecto para los personajes, tanto en el plano narrativo como emocional, y completa mágicamente el círculo que comenzó en 1995. Entonces la recomiendo con entusiasmo (no tanto como antes) y con la esperanza de que dejen descansar esta serie antes de que sufra el “Síndrome Shrek“. Después de todo, lo que importa es la calidad y no la cantidad, y aunque la nueva política de Pixar señala otra cosa, obviamente aún hay artistas interesados en mantener el estándar que dio fama a la empresa. Esperemos que nunca crezcan lo suficiente para olvidarlo.
Calificación: 8
viernes, 18 de junio de 2010
Kick-Ass: Un Superhéroe sin Super Poderes (Kick-Ass)
Creo que el medio del comic posee alguna mágica propiedad que facilita la asimilación de fantasía combinada con ciertos grados de "realidad". Quizás el secreto está en la forma como el cerebro procesa los dibujos, o tal vez radica en el espacio intermedio entre paneles, donde nuestra mente añade la información necesaria para complementar la narrativa y darle fluidez y coherencia. Por eso es tan difícil adaptar a cine las historias de superhéroes... lo que funciona maravillosamente bien en las páginas del comic puede sentirse absurdo o fuera de lugar cuando se convierte en gente real peleando en locaciones reales. Algunas películas han preservado la alquímica combinación (The Dark Knight, Spider-Man), mientras que otras se derrumban por la incompatibilidad entre concepto y ejecución (Catwoman, The Punisher). ¿Qué podemos esperar entonces de una película basada en un comic "realista" que examina la existencia de héroes en la sociedad contemporánea? El director Matthew Vaughn hace su mejor esfuerzo por encontrar ese precario balance en la cinta Kick-Ass y, aunque no siempre lo logra, el ingenioso argumento y los simpáticos personajes ayudan a sobrellevar los menos afortunados momentos de la película.
Kick-Ass sigue a Dave Lizewski (Aaron Johnson), ávido lector de comics que un día decide convertirse en superhéroe, quizás para ganar autoestima, quizás para sentir que está haciendo algo con su mediocre vida, pero definitivamente sin contemplar las consecuencias de su decisión. Entonces, con un traje verde y buenas intenciones (por no mencionar una larga visita al hospital después de su primera "aventura"), el enigmático superhéroe "Kick-Ass" se convierte en una figura de culto con millones de admiradores en Internet. Pero lo que Dave no consideró es que habría más gente dispuesta a seguir sus pasos en la cruzada contra el crimen... y que la creación de superhéroes invitaría la creación de supervillanos...
Tal vez fui a ver Kick-Ass con expectativas demasiado elevadas. Sí me gustó, pero sentí la narrativa bastante floja. Por mucho dinamismo que el director imprima a las intensas peleas y secuencias de acción, la cinta tiene un nivel de energía bajo, lo cual se traduce en reducido impacto emocional a pesar de contar con una sólida historia llena de suspenso, giros sorpresivos y catárticos momentos de revelación, triunfo y fracaso. Honestamente no se cómo describir mi reacción; simplemente sentí que la cinta debió llegar mucho más lejos en todos los sentidos. Quizás si se hubiera comprometido con un estilo concreto (como la distopia expresionista de Batman Returns, o la melodramática crudeza de Watchmen) Kick-Ass hubiera ganado una identidad definida, en vez de divagar entre géneros y tropezar repetidamente con la difusa línea entre realidad y fantasía.
Pero bueno... esa fue tan solo mi percepción personal. Por lo demás, me gustó la selección de actores y sus caracterizaciones. La historia sigue la clásica fórmula del joven que madura y enfrenta la vida, lo cual requiere un protagonista natural y accesible como Aaron Johnson, que no caiga en el estándar de "modelo/actor" que vemos en casi todas las películas actuales con adolescentes. En el papel del ambiguo Red Mist, Christopher Mintz-Plasse ejercita otra faceta de su talento dándole un “sabor” más oscuro a la inmadurez que aprovechó en cintas como Superbad y Role Models. Por su parte, Mark Strong es el villano perfecto para este tipo de historia, suficientemente amoral para justificar su antagonismo, pero sin convertirlo en una caricatura de bigote retorcido. Sin embargo, es imposible negar que Nicolas Cage y Chloe Moretz se roban la película con sus interpretaciones de Big Daddy y Hit Girl. Omitiré los detalles para no arruinar la sorpresa a quienes no conozcan el comic (¡no opriman el link!), y simplemente diré que durante sus escenas la película cobra vida y nos hace desear que la historia se enfocara más en ellos, en vez del "normal" protagonista. La joven Moretz es sin duda una revelación, y ha incrementado mi curiosidad por el re-make de Let the Right One In en el que aparecerá a fines de año. Y ¿qué decir de Nicolas Cage? Su personaje pudo degenerar en un manojo de clichés y exageración, pero Cage lo modula a la perfección con una mezcla de sereno propósito, inteligencia y una pizca de locura... Por no mencionar su hilarante imitación de Adam West/William Shatner, a la vez graciosa y útil para ocultar su identidad. Finalmente, no quiero dejar de mencionar a Clark Duke, Evan Peters y Lyndsy Fonseca como los mejores amigos y novia del protagonista (respectivamente); pueden parecer relleno, pero habitan sus papeles con dignidad rara vez vista en otros "fanboys" de la pantalla grande.
Hablando de lo cual, la trama de Kick-Ass se aleja un poco del comic original, lo cual normalmente no me molestaría; pero en este caso siento que la introducción de elementos más caricaturescos (como ese absurdo final) traiciona los ideales de los creadores Mark Millar y John Romita Jr., quienes usaron los clichés del superhéroe como herramientas para transmitir su propio mensaje, y no como excusa para usarlos indiscriminadamente cuando el argumento se volviera demasiado complejo. En fin... entiendo la necesidad de algunos sacrificios para hacer la película más aceptable; solo hubiera deseado menos desplantes "creativos" y más credibilidad para respetar los brutales contrastes de la novela gráfica (sí, aún con tanta sangre, creo que la película se acobardó en muchas escenas). De cualquier modo puedo recomendar Kick-Ass como una imperfecta y divertida re-interpretación del superhéroe moderno, que no cambiará el rostro del género, pero que sin duda nos hará reconsiderar a los héroes obsesionados por usar un traje ajustado para buscar peleas contra pintorescos criminales. Me sigue gustando más Watchmen, pero no puedo negar que el barniz "cool" que aplicó Matthew Vaughn a Kick-Ass satisface mis instintos de fanboy más que mi mente racional (por pequeña que sea). A fin de cuentas esa es la esencia más pura del comic: menos ego, más id.
Calificación: 8
Kick-Ass sigue a Dave Lizewski (Aaron Johnson), ávido lector de comics que un día decide convertirse en superhéroe, quizás para ganar autoestima, quizás para sentir que está haciendo algo con su mediocre vida, pero definitivamente sin contemplar las consecuencias de su decisión. Entonces, con un traje verde y buenas intenciones (por no mencionar una larga visita al hospital después de su primera "aventura"), el enigmático superhéroe "Kick-Ass" se convierte en una figura de culto con millones de admiradores en Internet. Pero lo que Dave no consideró es que habría más gente dispuesta a seguir sus pasos en la cruzada contra el crimen... y que la creación de superhéroes invitaría la creación de supervillanos...
Tal vez fui a ver Kick-Ass con expectativas demasiado elevadas. Sí me gustó, pero sentí la narrativa bastante floja. Por mucho dinamismo que el director imprima a las intensas peleas y secuencias de acción, la cinta tiene un nivel de energía bajo, lo cual se traduce en reducido impacto emocional a pesar de contar con una sólida historia llena de suspenso, giros sorpresivos y catárticos momentos de revelación, triunfo y fracaso. Honestamente no se cómo describir mi reacción; simplemente sentí que la cinta debió llegar mucho más lejos en todos los sentidos. Quizás si se hubiera comprometido con un estilo concreto (como la distopia expresionista de Batman Returns, o la melodramática crudeza de Watchmen) Kick-Ass hubiera ganado una identidad definida, en vez de divagar entre géneros y tropezar repetidamente con la difusa línea entre realidad y fantasía.
Pero bueno... esa fue tan solo mi percepción personal. Por lo demás, me gustó la selección de actores y sus caracterizaciones. La historia sigue la clásica fórmula del joven que madura y enfrenta la vida, lo cual requiere un protagonista natural y accesible como Aaron Johnson, que no caiga en el estándar de "modelo/actor" que vemos en casi todas las películas actuales con adolescentes. En el papel del ambiguo Red Mist, Christopher Mintz-Plasse ejercita otra faceta de su talento dándole un “sabor” más oscuro a la inmadurez que aprovechó en cintas como Superbad y Role Models. Por su parte, Mark Strong es el villano perfecto para este tipo de historia, suficientemente amoral para justificar su antagonismo, pero sin convertirlo en una caricatura de bigote retorcido. Sin embargo, es imposible negar que Nicolas Cage y Chloe Moretz se roban la película con sus interpretaciones de Big Daddy y Hit Girl. Omitiré los detalles para no arruinar la sorpresa a quienes no conozcan el comic (¡no opriman el link!), y simplemente diré que durante sus escenas la película cobra vida y nos hace desear que la historia se enfocara más en ellos, en vez del "normal" protagonista. La joven Moretz es sin duda una revelación, y ha incrementado mi curiosidad por el re-make de Let the Right One In en el que aparecerá a fines de año. Y ¿qué decir de Nicolas Cage? Su personaje pudo degenerar en un manojo de clichés y exageración, pero Cage lo modula a la perfección con una mezcla de sereno propósito, inteligencia y una pizca de locura... Por no mencionar su hilarante imitación de Adam West/William Shatner, a la vez graciosa y útil para ocultar su identidad. Finalmente, no quiero dejar de mencionar a Clark Duke, Evan Peters y Lyndsy Fonseca como los mejores amigos y novia del protagonista (respectivamente); pueden parecer relleno, pero habitan sus papeles con dignidad rara vez vista en otros "fanboys" de la pantalla grande.
Hablando de lo cual, la trama de Kick-Ass se aleja un poco del comic original, lo cual normalmente no me molestaría; pero en este caso siento que la introducción de elementos más caricaturescos (como ese absurdo final) traiciona los ideales de los creadores Mark Millar y John Romita Jr., quienes usaron los clichés del superhéroe como herramientas para transmitir su propio mensaje, y no como excusa para usarlos indiscriminadamente cuando el argumento se volviera demasiado complejo. En fin... entiendo la necesidad de algunos sacrificios para hacer la película más aceptable; solo hubiera deseado menos desplantes "creativos" y más credibilidad para respetar los brutales contrastes de la novela gráfica (sí, aún con tanta sangre, creo que la película se acobardó en muchas escenas). De cualquier modo puedo recomendar Kick-Ass como una imperfecta y divertida re-interpretación del superhéroe moderno, que no cambiará el rostro del género, pero que sin duda nos hará reconsiderar a los héroes obsesionados por usar un traje ajustado para buscar peleas contra pintorescos criminales. Me sigue gustando más Watchmen, pero no puedo negar que el barniz "cool" que aplicó Matthew Vaughn a Kick-Ass satisface mis instintos de fanboy más que mi mente racional (por pequeña que sea). A fin de cuentas esa es la esencia más pura del comic: menos ego, más id.
Calificación: 8