Como he mencionado en demasiadas ocasiones, Clive Barker es quizás mi autor favorito de terror y fantasía (después de H.P. Lovecraft). Sin embargo no tengo particular interés en ver sus obras llevadas a cine pues, aunque ofrecen argumentos fascinantes, considero que su mayor virtud está en la poética y cruda "voz" con la que Barker escribe, misma que frecuentemente desaparece cuando se traduce a un típico libreto contemporáneo (creo que la única excepción ha sido Hellraiser). Aún así entiendo el potencial cinematográfico de sus exuberantes historias... los titanes caminantes de In the Hills, the Cities; las perversas delicias de Sex, Death and Starshine; los demenciales monstruos de Skins of the Fathers... todas ellas repletas de febriles descripciones y exóticos conceptos que cualquier cineasta desearía trasladar a la pantalla grande. Sin embargo, la historia que siempre consideré menos apta para llevarse a cine era justamente The Book of Blood, pues no pasa de ser la introducción de las seminales colecciones con las que Barker se dio a conocer en los ochentas... en otras palabras, una mera formalidad literaria para ubicar los demás cuentos en un contexto unificado pero desechable. En fin, supongo que alguien tuvo una opinión distinta, pues ahora encontramos la película basada en esa pseudo-historia, a la que se le han “pegado” nuevos personajes para fortalecer su narrativa y una conclusión extraída del cuento corto On Jerusalem Street. Demasiados ingredientes y muy poca sustancia...
Book of Blood comienza con un sangriento crimen sobrenatural en el ático de un modesto edificio londinense. Meses después, la fría y audaz Dra. Florescu (Sophie Ward) obtiene licencia para realizar una investigación psíquica en el abandonado departamento, con ayuda de su fiel (y escéptico) asistente Wyburd (Clive Russell) y del "médium" Simon McNeal (Jonas Armstrong), un lacónico y esquivo joven supuestamente dotado de aguda percepción para identificar presencias fantasmales. Tras instalarse en el decrépito edificio, los investigadores encuentran extraordinario éxito casi de inmediato, pues desde la primera noche aparecen mensajes y otras manifestaciones de los espíritus que transitan por el ático del inmueble. Pero cuando algunas pruebas de laboratorio señalan una procedencia más mundana de esos “mensajes”, la Dra. Florescu empieza a cuestionar la validez (y honestidad) de su preciado médium...
El cineasta John Harrison dejó atrás su notable carrera como compositor (entre sus partituras está la genial música de Creepshow y Day of the Dead) para probar suerte como director de la película Tales from the Darkside: The Movie, donde su trabajo fue técnicamente adecuado pero narrativamente mediocre y carente de visión. Ahora, tras una ausencia de varios años, lo encontramos con mayor madurez y mejor forma en Book of Blood... aunque no supera esos mismos calificativo. Su dirección sigue pareciéndome anónima y displicente, con pobres composiciones de cámara, escasa imaginación escénica y actuaciones que cumplen su labor sin mucho entusiasmo por el previsible argumento.
A pesar de todo, el sosegado ritmo de la película conduce a algunos buenos momentos de sorpresa y suspenso, y me gustaron los estimulantes diálogos académicos entre Sophie Ward y Clive Russell sobre la validez de sus estudios parapsicológicos y la necesidad de mitos en la mente humana. También ayudan mucho las genuinas locaciones londinenses y la sombría atmósfera que en ocasiones emula el estilo de Hammer Films. Pero el perezoso libreto no evoca ni una pizca de la pasión, energía y subversiva prosa que Barker vierte en cada página de su obra literaria. Mi disculpas para el Sr. Harrison, pero adornar su película con un par de desnudos y un poco de sangre no basta para traducir a cine las torcidas metáforas sexuales que Barker usa como señuelo para atraer a los fríos y deprimidos fantasmas que añoran una probada de la vida que alguna vez tuvieron. Entonces, aunque Book of Blood logró más de lo que yo esperaba, no deja de ser una olvidable cinta de horror cuyos fugaces aciertos no compensan su general mediocridad y extrema apatía dramática. Incluso The Midnight Meat Train, con todo y sus fallas, tuvo más éxito al capturar la esencia de Barker y su sardónica visión de la humanidad. Ojalá tomen nota los cineastas que están adaptando a cine otras obras del mismo autor.
Calificación: 5
miércoles, 30 de diciembre de 2009
sábado, 26 de diciembre de 2009
Están Todos Bien (Everybody's Fine)
Parece mentira que hace veinte años la mera presencia de Robert De Niro en una película era garantía de calidad y valor artístico. Pero, por la razón que sea ($), este veterano actor pasó los últimos diez años destruyendo su bien ganada fama con horribles comedias y ridículos thrillers que, en el mejor de los casos, aspiraban sin éxito a las glorias pasadas; y, en las peores instancias, demostraban lo bajo que puede caer un ilustre intérprete cuando se limita a obedecer las exigencias de su cuenta bancaria. No me tomaré la molestia de enumerar los bodrios recientes de Robert De Niro; en vez de eso, prefiero ver hacia el futuro y esperar que Están Todos Bien sea un augurio positivo en su carrera... o al menos un fugaz recordatorio de su talento original.
Bueno, tampoco quiero exagerar. Están Todos Bien ofrece la mejor actuación de De Niro en mucho tiempo; pero, comparada con su obra reciente, no representa gran esfuerzo. Su personaje es Frank Goode, un hombre maduro que añora renovar los lazos con sus hijos tras el reciente fallecimiento de su esposa. Pero cuando sus invitaciones a una reunión familiar son rechazadas por diversos motivos, Frank decide visitar a cada uno de sus hijos e hijas con la esperanza de restaurar las relaciones que, para empezar, nunca fueron muy directas o afectivas. Y, desde luego, con cada visita descubre nuevos aspectos de su pasado, consecuencias de su papel como padre estricto, e incluso se entera de los diversos problemas que sus hijos tuvieron que enfrentar sin su apoyo.
Los cortos quieren vender la película como comedia, pero su argumento sigue la típica receta de cualquier otro afable drama familiar, perfectamente apropiado para la época navideña gracias a sus conflictos pre-fabricados y su obligatorio final agridulce. Afortunadamente el director Kirk Jones (más conocido por Nanny McPhee y Waking Ned Devine) aprovecha su sentido común británico para moderar un poco el sentimentalismo de la historia; y aunque el resultado peca ocasionalmente de manipulación y drama artificial, el elenco rescata la película con honestas actuaciones que están por encima del previsible libreto. Por cierto, Están Todos Bien es un re-make de la aclamada película italiana Stanno Tuti Bene, de Giuseppe Tornatore, y sospecho que los fans de la original quedarán decepcionados por la ausencia de profundidad y referencias a la ópera que le dieron interesantes niveles a la sencilla historia familiar (esta vez reemplazados por una obvia analogía entre cables telefónicos y los lazos de comunicación que el protagonista trata de establecer con sus alejados hijos).
De Niro es la atracción principal, pero también me gustaron las participaciones de Sam Rockwell, quien tiene excelente química con su "padre" (¡por favor, un Oscar por su trabajo en Moon!); y Drew Barrymore, pues a pesar de tener la menos creíble historia personal, expresa perfectamente su temor a la decepción paterna junto con el deseo de encontrar su propio camino. Kate Beckinsale tiene un desempeño razonable, aunque se pierde un poco entre el "glamour" de su presencia; creo que hubiera funcionado mejor una actriz más sencilla, que no pareciera estrella de cine, sino ama de casa normal.
Este tipo de dramas familiares dependen mucho de la carga emocional del espectador, y Están Todos Bien quizás funcionará mejor para quien encuentre parecido entre la película y su situación personal. Sin embargo, en el plano técnico y narrativo creo que merece una tenue recomendación por el alcance de su ilustre elenco y la decente dirección de Kirk Jones. Aunque no negaré que los canales televisivos orientados a mujeres y familias ofrecen en cualquier momento películas muy similares, que tal vez no incluyen a Robert De Niro, Sam Rockwell o Drew Barrymore; pero, por otro lado, tampoco nos exigen salir de casa e ir al cine para verlas. Cada quien deberá determinar qué es más importante en ese modesto nicho.
Calificación: 6.5
Bueno, tampoco quiero exagerar. Están Todos Bien ofrece la mejor actuación de De Niro en mucho tiempo; pero, comparada con su obra reciente, no representa gran esfuerzo. Su personaje es Frank Goode, un hombre maduro que añora renovar los lazos con sus hijos tras el reciente fallecimiento de su esposa. Pero cuando sus invitaciones a una reunión familiar son rechazadas por diversos motivos, Frank decide visitar a cada uno de sus hijos e hijas con la esperanza de restaurar las relaciones que, para empezar, nunca fueron muy directas o afectivas. Y, desde luego, con cada visita descubre nuevos aspectos de su pasado, consecuencias de su papel como padre estricto, e incluso se entera de los diversos problemas que sus hijos tuvieron que enfrentar sin su apoyo.
Los cortos quieren vender la película como comedia, pero su argumento sigue la típica receta de cualquier otro afable drama familiar, perfectamente apropiado para la época navideña gracias a sus conflictos pre-fabricados y su obligatorio final agridulce. Afortunadamente el director Kirk Jones (más conocido por Nanny McPhee y Waking Ned Devine) aprovecha su sentido común británico para moderar un poco el sentimentalismo de la historia; y aunque el resultado peca ocasionalmente de manipulación y drama artificial, el elenco rescata la película con honestas actuaciones que están por encima del previsible libreto. Por cierto, Están Todos Bien es un re-make de la aclamada película italiana Stanno Tuti Bene, de Giuseppe Tornatore, y sospecho que los fans de la original quedarán decepcionados por la ausencia de profundidad y referencias a la ópera que le dieron interesantes niveles a la sencilla historia familiar (esta vez reemplazados por una obvia analogía entre cables telefónicos y los lazos de comunicación que el protagonista trata de establecer con sus alejados hijos).
De Niro es la atracción principal, pero también me gustaron las participaciones de Sam Rockwell, quien tiene excelente química con su "padre" (¡por favor, un Oscar por su trabajo en Moon!); y Drew Barrymore, pues a pesar de tener la menos creíble historia personal, expresa perfectamente su temor a la decepción paterna junto con el deseo de encontrar su propio camino. Kate Beckinsale tiene un desempeño razonable, aunque se pierde un poco entre el "glamour" de su presencia; creo que hubiera funcionado mejor una actriz más sencilla, que no pareciera estrella de cine, sino ama de casa normal.
Este tipo de dramas familiares dependen mucho de la carga emocional del espectador, y Están Todos Bien quizás funcionará mejor para quien encuentre parecido entre la película y su situación personal. Sin embargo, en el plano técnico y narrativo creo que merece una tenue recomendación por el alcance de su ilustre elenco y la decente dirección de Kirk Jones. Aunque no negaré que los canales televisivos orientados a mujeres y familias ofrecen en cualquier momento películas muy similares, que tal vez no incluyen a Robert De Niro, Sam Rockwell o Drew Barrymore; pero, por otro lado, tampoco nos exigen salir de casa e ir al cine para verlas. Cada quien deberá determinar qué es más importante en ese modesto nicho.
Calificación: 6.5
viernes, 25 de diciembre de 2009
Actividad Paranormal (Paranormal Activity)
En general ODIO los modernos programas de televisión orientados al "estudio" de fantasmas y fenómenos paranormales, no tanto por mi escepticismo sobre esos temas, sino porque nunca conducen a algo concreto o narrativamente interesante. Por eso me preocupaba que la aclamada película Actividad Paranormal resultara ser otro embuste de hora y media filmado con las mismas técnicas y forzada atmósfera de programas como Ghost Hunters, Paranormal State y (¿en serio?) Celebrity Ghost Stories. Para mi sorpresa resultó ser una sencilla y eficiente rebanada de terror casero, bien actuada y dirigida, que quizás no me asustó, pero me dejó suficientemente intrigado escena tras escena para ansiar la llegada del final. Y al menos aprendí que, después de todo, las herramientas de los “caza-fantasmas” pueden usarse para hacer algo entretenido e interesante.
El formato de video casero ha sido empleado en un par de buenas películas, pero está en franca decadencia tras años de saturación en el cine de horror independiente, y a estas alturas no representa novedad alguna. Afortunadamente el elenco y director de Actividad Paranormal esquivan ese problema construyendo creíbles personajes que se encargan de sumergirnos de inmediato en su tenebrosa situación: Katie (Katie Featherston) tuvo algunas malas experiencias en su infancia con una supuesta presencia sobrenatural, que parece haberla seguido hasta su nueva casa, que ahora comparte con su novio Micah (Micah Sloat). A la vez escéptico y curioso, el hombre compra una cámara de video para capturar las travesuras del fantasma, con la tácita intención de tranquilizar a Katie y desmentir sus temores. Sin embargo, las grabaciones nocturnas que realiza muestran genuina actividad paranormal, cuya intensidad se va elevando hasta que la pareja decide solicitar ayuda de expertos en materia espiritual. No obstante, los inexplicables eventos siguen ocurriendo, y harán falta acciones realmente drásticas para detenerlos...
Al igual que ocurrió hace diez años con The Blair Witch Project, Actividad Paranormal llega precedida de considerable "buzz" en Internet, donde lleva varios meses acumulando críticas positivas y anuncios de su gran éxito económico. Y, tal como ocurrió hace diez años, las expectativas creadas por tantos rumores e hipérbole solo pueden llevar a la desilusión. Por eso conviene aclarar que Actividad Paranormal no cambiará el curso del género, ni le quitará el sueño a sus espectadores; pero definitivamente es una sólida película de terror que, además, podría funcionar como perfecto recordatorio de la vieja filosofía "menos es más", demostrando que la mera sugestión de lo desconocido puede ser mucho más efectiva para generar temor que una docena de asesinos enmascarados o varios millones de dólares invertidos en genéricos efectos digitales.
Sin embargo, la película encuentra un problema inherente a su minimalismo: ¿qué tan poco es demasiado poco? La esperada "actividad paranormal" tarda bastante en empezar, aunque el director Oren Peli emplea diestramente la media hora inicial para establecer a los personajes y su carga emocional, de modo que cuando finalmente comienzan los "sustos", no sólo reaccionamos por la amenaza latente en la “casa embrujada”, sino por nuestro interés en la pareja que enfrenta intolerable estrés marital. Peli aprovecha esa estrategia para incrementar gradualmente el suspenso, como si nos preparara para un final catártico y devastador. Y en cierto modo lo logra... pero al mismo tiempo creo que algunos espectadores quedarán insatisfechos por la ausencia de respuestas y el ambiguo tono con el que el director concluye la película. En lo personal, me pareció una conclusión sobria que cierra apropiadamente la historia; pero no puedo negar que esperaba más. ¿Qué, exactamente? No sé. Pero más.
Como sea, recomiendo esta fascinante película, cuyo atractivo sin duda se extenderá más allá de los fans del horror, ya que su modesto estilo y argumento aprovechan la afinidad por el miedo que casi toda la gente comparte, incluso si no son afectas al "gore", torturas o monstruos del moderno cine fantástico. Al mismo tiempo, podemos esperar un largo desfile de imitadores que tratarán de repetir la fórmula de Actividad Paranormal, sin darse cuenta de que su mayor virtud fue reconocer el momento preciso para explotar el "fenómeno YouTube" que hoy se manifiesta como reacción al exceso de imágenes sobre-producidas que vemos diariamente en el cine y la televisión. Y sospecho que ese ángulo sociológico fue tan importante para el éxito de Actividad Paranormal como las misteriosas sombras y vagos ruidos que retrata.
Calificación: 8.5
El formato de video casero ha sido empleado en un par de buenas películas, pero está en franca decadencia tras años de saturación en el cine de horror independiente, y a estas alturas no representa novedad alguna. Afortunadamente el elenco y director de Actividad Paranormal esquivan ese problema construyendo creíbles personajes que se encargan de sumergirnos de inmediato en su tenebrosa situación: Katie (Katie Featherston) tuvo algunas malas experiencias en su infancia con una supuesta presencia sobrenatural, que parece haberla seguido hasta su nueva casa, que ahora comparte con su novio Micah (Micah Sloat). A la vez escéptico y curioso, el hombre compra una cámara de video para capturar las travesuras del fantasma, con la tácita intención de tranquilizar a Katie y desmentir sus temores. Sin embargo, las grabaciones nocturnas que realiza muestran genuina actividad paranormal, cuya intensidad se va elevando hasta que la pareja decide solicitar ayuda de expertos en materia espiritual. No obstante, los inexplicables eventos siguen ocurriendo, y harán falta acciones realmente drásticas para detenerlos...
Al igual que ocurrió hace diez años con The Blair Witch Project, Actividad Paranormal llega precedida de considerable "buzz" en Internet, donde lleva varios meses acumulando críticas positivas y anuncios de su gran éxito económico. Y, tal como ocurrió hace diez años, las expectativas creadas por tantos rumores e hipérbole solo pueden llevar a la desilusión. Por eso conviene aclarar que Actividad Paranormal no cambiará el curso del género, ni le quitará el sueño a sus espectadores; pero definitivamente es una sólida película de terror que, además, podría funcionar como perfecto recordatorio de la vieja filosofía "menos es más", demostrando que la mera sugestión de lo desconocido puede ser mucho más efectiva para generar temor que una docena de asesinos enmascarados o varios millones de dólares invertidos en genéricos efectos digitales.
Sin embargo, la película encuentra un problema inherente a su minimalismo: ¿qué tan poco es demasiado poco? La esperada "actividad paranormal" tarda bastante en empezar, aunque el director Oren Peli emplea diestramente la media hora inicial para establecer a los personajes y su carga emocional, de modo que cuando finalmente comienzan los "sustos", no sólo reaccionamos por la amenaza latente en la “casa embrujada”, sino por nuestro interés en la pareja que enfrenta intolerable estrés marital. Peli aprovecha esa estrategia para incrementar gradualmente el suspenso, como si nos preparara para un final catártico y devastador. Y en cierto modo lo logra... pero al mismo tiempo creo que algunos espectadores quedarán insatisfechos por la ausencia de respuestas y el ambiguo tono con el que el director concluye la película. En lo personal, me pareció una conclusión sobria que cierra apropiadamente la historia; pero no puedo negar que esperaba más. ¿Qué, exactamente? No sé. Pero más.
Como sea, recomiendo esta fascinante película, cuyo atractivo sin duda se extenderá más allá de los fans del horror, ya que su modesto estilo y argumento aprovechan la afinidad por el miedo que casi toda la gente comparte, incluso si no son afectas al "gore", torturas o monstruos del moderno cine fantástico. Al mismo tiempo, podemos esperar un largo desfile de imitadores que tratarán de repetir la fórmula de Actividad Paranormal, sin darse cuenta de que su mayor virtud fue reconocer el momento preciso para explotar el "fenómeno YouTube" que hoy se manifiesta como reacción al exceso de imágenes sobre-producidas que vemos diariamente en el cine y la televisión. Y sospecho que ese ángulo sociológico fue tan importante para el éxito de Actividad Paranormal como las misteriosas sombras y vagos ruidos que retrata.
Calificación: 8.5
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Ink
Ink es un moderno cuento de hadas que incluye los clásicos temas de lucha entre el bien y el mal, el poder de la imaginación infantil, un mágico reino en peligro... y elaboradas peleas de artes marciales. Sin embargo, como en todo cuento de hadas, no hay que esperar explicaciones de su magia o su lógica interna, lo cual puede ser frustrante; pero el dinámico estilo narrativo, su singular estética visual y juiciosa dirección rellenan eficientemente los huecos de la historia, dando como resultado una experiencia fascinante y muy entretenida, que desafía nuestras expectativas del modesto "cine independiente" y su potencial para competir creativamente con los grandes espectáculos de Hollywood.
El argumento gira en torno a la pequeña Emma (Quinn Hunchar), una niña cuya exuberante imaginación la ha puesto en la mira de Ink, maligno habitante de una dimensión paralela en la que dos facciones luchan por influir a la humanidad mediante la manipulación de los sueños. Afortunadamente los emisarios de la facción opuesta tienen la misión de proteger a los humanos y, encabezados por la tenaz Allel (Jennifer Batter) y el enigmático Jacob (Jeremy Make), harán lo posible por rescatar a Emma... o al menos su mente, pues su cuerpo se encuentra en coma en nuestro mundo "real". Pero su plan requeire la colaboración de John (Chris Kelly), el irritable padre de la niña, quien la ha ignorado durante mucho tiempo por dedicar toda su atención a su lucrativo trabajo corporativo.
En cierto modo el arco dramático de Ink es parecido al de la horrenda Imagine That: un disfuncional padre de familia dedica demasiado tiempo a su trabajo y muy poco a su hija, pero eventualmente crean una conexión gracias al mundo mágico que accidentalmente comparten. ¡No se asusten! La premisa podrá ser similar, pero Ink es mucho más ambiciosa e impredecible, además de que nos reta a pensar constantemente para comprender la función y subtexto de cada escena. En algunos momentos la ambición se convierte en confusión; sin embargo el director y guionista (¡y fantástico editor!) Jamin Winans nos facilita el trabajo combinando excelentes escenas de acción con "flashbacks" que paulatinamente revelan las intrincadas conexiones entre el presente, el pasado, y el universo alternativo de los sueños, que al mismo tiempo afecta y es afectado por las acciones de nuestra diaria existencia.
Admiré mucho la ambición de Ink y los distintos niveles dramáticos que maneja, pero no pude ignorar ciertos problemas que resaltan por su contraste con los asombrosos atributos de esta única película. Para empezar, sospecho que esta cinta comenzó su viaje a la pantalla como un fallido comic o novela gráfica, pues posee esa peculiar sensibilidad que combina arquetípicos héroes y villanos, melodrama moral, y una elaborada mitología que da pie a situaciones arbitrariamente diseñadas para parecer "cool" y no necesariamente para impulsar la trama. Al igual encontré momentos de obvia auto-indulgencia por parte del cineasta, que podrían haberse editado para agilizar la película entera sin perder su penetrante significado.
Creo que Ink me hubiera gustado más extirpando quince o veinte minutos de relleno, pero de cualquier modo merece una entusiasta recomendación por la dedicación evidente en cada aspecto de su manufactura, por la enorme labor artística que empapa cada cuadro de la película, y por haberse atrevido a contar una densa historia a la vez moderna y clásica, fundamentada en eternas ideas de imaginación, aventura y conquista del ego (sin olvidar las peleas). Es tan raro encontrar este grado de ambición (respaldada por talento) en el cine independiente que me inclino a disculpar sus deficiencias y admirar la ingeniosa manera como administró sus limitados recursos. Ink no es perfecta en el sentido convencional; pero es una de las más visionarias películas que he visto este año dentro del género fantástico donde, desafortunadamente, la imaginación está en peligro de extinción. Quizás Jamin Winans pertenezca a la vanguardia que cambiará la corriente... pero aún si no lo logra, valió la pena el intento.
Calificación: 8
El argumento gira en torno a la pequeña Emma (Quinn Hunchar), una niña cuya exuberante imaginación la ha puesto en la mira de Ink, maligno habitante de una dimensión paralela en la que dos facciones luchan por influir a la humanidad mediante la manipulación de los sueños. Afortunadamente los emisarios de la facción opuesta tienen la misión de proteger a los humanos y, encabezados por la tenaz Allel (Jennifer Batter) y el enigmático Jacob (Jeremy Make), harán lo posible por rescatar a Emma... o al menos su mente, pues su cuerpo se encuentra en coma en nuestro mundo "real". Pero su plan requeire la colaboración de John (Chris Kelly), el irritable padre de la niña, quien la ha ignorado durante mucho tiempo por dedicar toda su atención a su lucrativo trabajo corporativo.
En cierto modo el arco dramático de Ink es parecido al de la horrenda Imagine That: un disfuncional padre de familia dedica demasiado tiempo a su trabajo y muy poco a su hija, pero eventualmente crean una conexión gracias al mundo mágico que accidentalmente comparten. ¡No se asusten! La premisa podrá ser similar, pero Ink es mucho más ambiciosa e impredecible, además de que nos reta a pensar constantemente para comprender la función y subtexto de cada escena. En algunos momentos la ambición se convierte en confusión; sin embargo el director y guionista (¡y fantástico editor!) Jamin Winans nos facilita el trabajo combinando excelentes escenas de acción con "flashbacks" que paulatinamente revelan las intrincadas conexiones entre el presente, el pasado, y el universo alternativo de los sueños, que al mismo tiempo afecta y es afectado por las acciones de nuestra diaria existencia.
Admiré mucho la ambición de Ink y los distintos niveles dramáticos que maneja, pero no pude ignorar ciertos problemas que resaltan por su contraste con los asombrosos atributos de esta única película. Para empezar, sospecho que esta cinta comenzó su viaje a la pantalla como un fallido comic o novela gráfica, pues posee esa peculiar sensibilidad que combina arquetípicos héroes y villanos, melodrama moral, y una elaborada mitología que da pie a situaciones arbitrariamente diseñadas para parecer "cool" y no necesariamente para impulsar la trama. Al igual encontré momentos de obvia auto-indulgencia por parte del cineasta, que podrían haberse editado para agilizar la película entera sin perder su penetrante significado.
Creo que Ink me hubiera gustado más extirpando quince o veinte minutos de relleno, pero de cualquier modo merece una entusiasta recomendación por la dedicación evidente en cada aspecto de su manufactura, por la enorme labor artística que empapa cada cuadro de la película, y por haberse atrevido a contar una densa historia a la vez moderna y clásica, fundamentada en eternas ideas de imaginación, aventura y conquista del ego (sin olvidar las peleas). Es tan raro encontrar este grado de ambición (respaldada por talento) en el cine independiente que me inclino a disculpar sus deficiencias y admirar la ingeniosa manera como administró sus limitados recursos. Ink no es perfecta en el sentido convencional; pero es una de las más visionarias películas que he visto este año dentro del género fantástico donde, desafortunadamente, la imaginación está en peligro de extinción. Quizás Jamin Winans pertenezca a la vanguardia que cambiará la corriente... pero aún si no lo logra, valió la pena el intento.
Calificación: 8
lunes, 21 de diciembre de 2009
Paper Heart
Descrita por sus creadores como un "documental híbrido", la película Paper Heart pisotea de manera deliciosamente arbitraria la difusa línea entre realidad y ficción. Y aunque muchas escenas me hicieron cuestionar la intención y validez de este extraño formato, no puedo negar mi aprecio por el resultado final, que podría tomarse simultáneamente como una sincera expresión artística de ideas planteadas por la actriz y escritora Charlyne Yi, y como un estudiado "performance" cínicamente estructurado y empacado para consumo comercial. Como sea, me hizo reír, pensar y reír de nuevo (esta vez con un poco de sorna); y, sobre todo, despertó mi interés en la obra futura de Yi, cuyo humor y "chispa" personal espero ver en futuros proyectos.
La situación es ésta: Charlyne Yi es una comediante semi-amateur en Los Ángeles, pero su vida personal sufre debido a su incapacidad para sentir amor. Entonces, con ayuda del cineasta Nicholas Jasenovec (Jake M. Johnson), Yi decide filmar un documental con entrevistas a muy variadas personas que han encontrado éxito en sus relaciones románticas; con suerte, las respuestas servirán para orientar a la joven en su búsqueda del amor real que completará su vida. Y así, con Jasenovec y su camarógrafo a cuestas, Yi recorre los Estados Unidos en busca de parejas sólidas, celebridades y hasta niños que puedan aconsejarle sobre ese delicado tema. Pero el viaje toma un inesperado giro cuando Yi conoce al actor Michael Cera en una fiesta, e inician una tímida relación que eventualmente se interpone en la filmación del documental... y viceversa. ¿Habrá Charlyne encontrado finalmente el amor que siempre buscó? ¿O será otro experimento saboteado por la inseguridad de la muchacha y las intromisiones de la cámara que trata de filmar cada detalle de su frágil romance?
Asumo que la descripción de "documental híbrido" expresa la combinación de realidad y fantasía que entreteje esta película. Por un lado, Charlyne Yi y Michael Cera son personas reales, y aparecen como ellos mismos; pero el "director" Nicholas Jasenovec (el director real de la cinta) aparece en la pantalla interpretado por el actor Jack M. Johnson. ¿Suena confuso? Quizás lo sea pero, en la mejor tradición del “mockumentary”, no importan tanto los detalles técnicos sino los resultados. Incluso si ignoramos su dudosa honestidad emocional, Paper Heart nos ofrece pasar un rato en compañía de personajes simpáticos e interesantes, cuyos vaivenes amorosos son suficientemente creíbles para evocar recuerdos en el espectador, pero tomados con el humor necesario para mantener la experiencia ligera y casual, sin caer en trémulo drama o inapropiada tragedia que no se justificaría por la frívola naturaleza de la producción.
Hablando de frivolidad, otro atractivo de Paper Heart (y tal vez el origen de su nombre) reside en las ocasionales secuencias animadas que ilustran las entrevistas con una graciosa combinación de marionetas y chuscas maquetas de cartón, acompañadas de excelente música e ingeniosa cinematografía. Además de su intrínseco humor, estos coloridos pasajes aportan variedad que nos permite descansar por un momento de la constante cámara al hombro y del denso carácter "pseudo-amateur" manifestado por el plano video y abrupta edición.
No obstante, esa improvisada atmósfera contribuye al estilo y humor de Paper Hearts, y estimo que quien haya disfrutado cintas como Juno, Nick and Norah's Infinite Playlist, 500 Days of Summer y el resto del moderno cine indie-romántico-post-moderno encontrará similar satisfacción en esta sencilla y divertida película que quizás no revele grandes verdades sobre el amor, pero al menos señala con inusual sagacidad las falacias románticas que hemos absorbido tras años de clichés en repetitivas comedias románticas. No quiero decir que Paper Heart tenga las "altas" aspiraciones sociológicas de Borat (ni su vulgar malicia); sin embargo me agradó encontrar un poco de honestidad entre sus nebulosas ilusiones de "realismo"; y, al menos para mi, esa fue suficiente sustancia para validar sus más etéreos atributos.
Calificación: 8
La situación es ésta: Charlyne Yi es una comediante semi-amateur en Los Ángeles, pero su vida personal sufre debido a su incapacidad para sentir amor. Entonces, con ayuda del cineasta Nicholas Jasenovec (Jake M. Johnson), Yi decide filmar un documental con entrevistas a muy variadas personas que han encontrado éxito en sus relaciones románticas; con suerte, las respuestas servirán para orientar a la joven en su búsqueda del amor real que completará su vida. Y así, con Jasenovec y su camarógrafo a cuestas, Yi recorre los Estados Unidos en busca de parejas sólidas, celebridades y hasta niños que puedan aconsejarle sobre ese delicado tema. Pero el viaje toma un inesperado giro cuando Yi conoce al actor Michael Cera en una fiesta, e inician una tímida relación que eventualmente se interpone en la filmación del documental... y viceversa. ¿Habrá Charlyne encontrado finalmente el amor que siempre buscó? ¿O será otro experimento saboteado por la inseguridad de la muchacha y las intromisiones de la cámara que trata de filmar cada detalle de su frágil romance?
Asumo que la descripción de "documental híbrido" expresa la combinación de realidad y fantasía que entreteje esta película. Por un lado, Charlyne Yi y Michael Cera son personas reales, y aparecen como ellos mismos; pero el "director" Nicholas Jasenovec (el director real de la cinta) aparece en la pantalla interpretado por el actor Jack M. Johnson. ¿Suena confuso? Quizás lo sea pero, en la mejor tradición del “mockumentary”, no importan tanto los detalles técnicos sino los resultados. Incluso si ignoramos su dudosa honestidad emocional, Paper Heart nos ofrece pasar un rato en compañía de personajes simpáticos e interesantes, cuyos vaivenes amorosos son suficientemente creíbles para evocar recuerdos en el espectador, pero tomados con el humor necesario para mantener la experiencia ligera y casual, sin caer en trémulo drama o inapropiada tragedia que no se justificaría por la frívola naturaleza de la producción.
Hablando de frivolidad, otro atractivo de Paper Heart (y tal vez el origen de su nombre) reside en las ocasionales secuencias animadas que ilustran las entrevistas con una graciosa combinación de marionetas y chuscas maquetas de cartón, acompañadas de excelente música e ingeniosa cinematografía. Además de su intrínseco humor, estos coloridos pasajes aportan variedad que nos permite descansar por un momento de la constante cámara al hombro y del denso carácter "pseudo-amateur" manifestado por el plano video y abrupta edición.
No obstante, esa improvisada atmósfera contribuye al estilo y humor de Paper Hearts, y estimo que quien haya disfrutado cintas como Juno, Nick and Norah's Infinite Playlist, 500 Days of Summer y el resto del moderno cine indie-romántico-post-moderno encontrará similar satisfacción en esta sencilla y divertida película que quizás no revele grandes verdades sobre el amor, pero al menos señala con inusual sagacidad las falacias románticas que hemos absorbido tras años de clichés en repetitivas comedias románticas. No quiero decir que Paper Heart tenga las "altas" aspiraciones sociológicas de Borat (ni su vulgar malicia); sin embargo me agradó encontrar un poco de honestidad entre sus nebulosas ilusiones de "realismo"; y, al menos para mi, esa fue suficiente sustancia para validar sus más etéreos atributos.
Calificación: 8
domingo, 20 de diciembre de 2009
Nueva York, Te Amo (New York, I Love You)
Hace un par de años el productor Emmanuel Benbihy estrenó Paris je t'aime, la primera parte de un experimento creativo que pretende coleccionar viñetas e historias cortas sobre la vida y esencia de una ciudad específica, realizadas por cineastas nuevos y veteranos cuya combinación de estilos produciría (idealmente) un divertido y ecléctico "collage" narrativo para nuestro deleite. Paris je t'aime cumplió marginalmente tal propósito, y ahora la cinta Nueva York, Te Amo, intenta hacer lo mismo fijando su atención en la ciudad más famosa del mundo. Desafortunadamente sus intenciones fueron mejores que su resultado.
Siguiendo la estructura de su predecesora, Nueva York, Te Amo está integrada por breves miradas a diversos habitantes de esa ciudad que obedecen al amor (en todas sus formas) como motivador principal. Así conocemos a una joven mujer judía (Natalie Portman) en una discusión mercantil con un vendedor de diamantes (Irrfan Kahn) que súbitamente se torna romántica; también encontramos a un carterista (Hayden Christensen) cuya buena o mala suerte lo conduce a una guapa estudiante (Rachel Bilson) que tiene una relación ilícita con un perspicaz profesor universitario (Andy García). En otro punto de la ciudad una veterana cantante de ópera (Julie Christie) se hospeda en un antiguo hotel cuya misteriosa historia cobra vida en la forma del administrador (John Hurt) y al enfermizo botones (Shia LaBeouf). Y en las concurridas calles vemos a una pareja de ancianos (Eli Wallach y Cloris Leachman) repasando sus sesenta años juntos; a un joven dominicano (César de León) cuidando a una niña caucásica (Taylor Geare); a un hombre de negocios (Chris Cooper) entablando una conversación sexualmente tensa con una aburrida ama de casa (Robin Wright Penn); y muchos otros, como el pintor alcohólico (Ugur Yücel) en busca de una musa asiática (Qi Shu); y un adolescente (Anton Yelchin) que, siguiendo el consejo de un entrometido boticario (James Caan), lleva a bailar a una guapa joven (Olivia Thrilby) en silla de ruedas.
Hay todavía más personajes e inesperadas conexiones entre todas estas viñetas, pero baste decir que el extenso elenco hace su mejor esfuerzo por sacar a flote sus respectivos segmentos, aunque francamente no todos merecen el esfuerzo. Encontré las historias aún más difusas e inconexas que en Paris, je t'aime, además de que carecen del mismo humor y encanto. Aunque, desde luego, toda antología implicará un resultado irregular según la perspectiva personal del espectador. Con esa advertencia añadiré que mis segmentos favoritos fueron los dirigidos por Mira Nair, Jiang Wen, Yvan Attal y Joshua Marston, pues a falta de tiempo para contar una historia sustanciosa, al menos logran establecer personajes interesantes que me hubiera gustado seguir por más tiempo.
Pero bueno... esa es la naturaleza de la película, y habrá que afrontar los malos momentos junto con los más rescatables; dependerá del espectador si el balance cae en el lado positivo o en el negativo. En mi caso fue negativo pues, además de aburrirme con historias pretenciosas que no conducen a nada, sentí ausente el "espíritu" de la ciudad, el cual debería impulsar la película entera. Claro, el inconfundible paisaje urbano, los célebres edificios y característicos monumentos establecen la ubicación de los relatos, pero yo esperaba algo más que simple escenografía para identificar la ciudad de Nueva York. Entonces, no puedo darle una entusiasta recomendación a Nueva York, Te Amo, aunque admito que el ilustre elenco y la gran variedad de sensibilidades podría bastar para satisfacer a algunos espectadores. Y sólo resta elevar una plegaria a los dioses (y demonios) del celuloide para que Benbihy encuentre una alquimia más satisfactoria en sus siguientes odas a la vida urbana, que aparentemente se centrarán en la ciudad de Shanghai, Jerusalén y Río de Janeiro. Suena fascinante... pero me abstendré de concebir elevadas expectativas.
Calificación: 6
Siguiendo la estructura de su predecesora, Nueva York, Te Amo está integrada por breves miradas a diversos habitantes de esa ciudad que obedecen al amor (en todas sus formas) como motivador principal. Así conocemos a una joven mujer judía (Natalie Portman) en una discusión mercantil con un vendedor de diamantes (Irrfan Kahn) que súbitamente se torna romántica; también encontramos a un carterista (Hayden Christensen) cuya buena o mala suerte lo conduce a una guapa estudiante (Rachel Bilson) que tiene una relación ilícita con un perspicaz profesor universitario (Andy García). En otro punto de la ciudad una veterana cantante de ópera (Julie Christie) se hospeda en un antiguo hotel cuya misteriosa historia cobra vida en la forma del administrador (John Hurt) y al enfermizo botones (Shia LaBeouf). Y en las concurridas calles vemos a una pareja de ancianos (Eli Wallach y Cloris Leachman) repasando sus sesenta años juntos; a un joven dominicano (César de León) cuidando a una niña caucásica (Taylor Geare); a un hombre de negocios (Chris Cooper) entablando una conversación sexualmente tensa con una aburrida ama de casa (Robin Wright Penn); y muchos otros, como el pintor alcohólico (Ugur Yücel) en busca de una musa asiática (Qi Shu); y un adolescente (Anton Yelchin) que, siguiendo el consejo de un entrometido boticario (James Caan), lleva a bailar a una guapa joven (Olivia Thrilby) en silla de ruedas.
Hay todavía más personajes e inesperadas conexiones entre todas estas viñetas, pero baste decir que el extenso elenco hace su mejor esfuerzo por sacar a flote sus respectivos segmentos, aunque francamente no todos merecen el esfuerzo. Encontré las historias aún más difusas e inconexas que en Paris, je t'aime, además de que carecen del mismo humor y encanto. Aunque, desde luego, toda antología implicará un resultado irregular según la perspectiva personal del espectador. Con esa advertencia añadiré que mis segmentos favoritos fueron los dirigidos por Mira Nair, Jiang Wen, Yvan Attal y Joshua Marston, pues a falta de tiempo para contar una historia sustanciosa, al menos logran establecer personajes interesantes que me hubiera gustado seguir por más tiempo.
Pero bueno... esa es la naturaleza de la película, y habrá que afrontar los malos momentos junto con los más rescatables; dependerá del espectador si el balance cae en el lado positivo o en el negativo. En mi caso fue negativo pues, además de aburrirme con historias pretenciosas que no conducen a nada, sentí ausente el "espíritu" de la ciudad, el cual debería impulsar la película entera. Claro, el inconfundible paisaje urbano, los célebres edificios y característicos monumentos establecen la ubicación de los relatos, pero yo esperaba algo más que simple escenografía para identificar la ciudad de Nueva York. Entonces, no puedo darle una entusiasta recomendación a Nueva York, Te Amo, aunque admito que el ilustre elenco y la gran variedad de sensibilidades podría bastar para satisfacer a algunos espectadores. Y sólo resta elevar una plegaria a los dioses (y demonios) del celuloide para que Benbihy encuentre una alquimia más satisfactoria en sus siguientes odas a la vida urbana, que aparentemente se centrarán en la ciudad de Shanghai, Jerusalén y Río de Janeiro. Suena fascinante... pero me abstendré de concebir elevadas expectativas.
Calificación: 6
sábado, 19 de diciembre de 2009
Avatar
Siempre siento desconfianza cuando un director proclama: "Hasta ahora tenemos la tecnología para contar esta historia" (o palabras similares). Me pregunto si Shakespeare, Cervantes o Lovecraft dijeron alguna vez "¡Por fin! ¡Una pluma con tinta azul! Ahora podré escribir mi obra maestra". Creo que si la historia de Avatar fuera extraordinariamente buena, debería funcionar incluso representada con títeres. Pero no lo es y, por lo tanto, debe respaldarse con fastuosos efectos digitales para distraernos de su hueco argumento. Habiendo dicho eso, confieso que me divirtió bastante, y salí satisfecho del cine, aunque siento que la olvidaré antes del siguiente fin de semana.
En fin... por si alguien no lo sabe a pesar de la constante promoción que ha recibido Avatar, su historia se ubica en un lejano planeta llamado Pandora, el cual ofrece increíbles oportunidades de exploración científica... y explotación comercial. Entonces, bajo las órdenes de la anónima y ambiciosa "Compañía" (¿será Weyland-Yutani?) comienzan los preparativos para extraer un valiosísimo mineral llamado unobtanium (¿en serio? ¿"Flotanium" sonaba demasiado estúpido?), al mismo tiempo que un pequeño grupo de científicos estudia la raza de ágiles y exóticos humanoides nativos llamados Na'vi, quienes viven en completa armonía con el agresivo medio ambiente del selvático planeta. Como parte de la investigación se desarrollan "avatares"; cuerpos alienígenas combinados con genes humanos que son controlados remotamente por "pilotos" desde la seguridad de la base militar. La idealista Dra. Grace Augustine (Sigourney Weaver) está al frente del proyecto, lo cual la pone en constante conflicto con Parker (Giovanni Ribisi), el avaro representante de la Compañía, y con el Coronel Quaritch (Stephen Lang), el violento e intolerante militar que parece ansioso por exterminar a los pacíficos Na'vi. Pero cuando el "marine" Jake Sully (Sam Worthington) es reclutado para servir como piloto de un avatar, comienza un choque de culturas que cambiará para siempre su vida... y el destino del planeta Pandora.
A mediados de los noventas se propagó por Internet un libreto preliminar de Avatar, y tuve oportunidad de leerlo. El director James Cameron asegura que ese primitivo borrador fue totalmente distinto a la versión final de la película, pero siento que su estructura básica es la misma: por un lado, los villanos corporativos y militares listos para arrasar el mundo "eco-mágico" en aras del dinero; y por el otro, la integración de un humano a la cultura nativa, que no solo altera su perspectiva del planeta, sino también sus valores e ideología. Claro, imagino que las febriles descripciones de la exótica flora, fauna y geología de Pandora fueron incrementando su complejidad a medida que Cameron encontró nuevas herramientas tecnológicas para visualizar un planeta entero. Y no cabe duda... los cientos de millones de dólares que supuestamente costó la película están bien invertidos en las fantásticas imágenes que dan vida al hermoso pero letal entorno extraterrestre. Pandora pudo ser un simple desfile de monstruos carnívoros, pero Cameron y su equipo de diseñadores (incluyendo al genial Richard Taylor) pusieron gran cuidado en construir un ecosistema coherente y creíble, sostenido además por algunos interesantes conceptos sobre la auténtica naturaleza del planeta. Igualmente encontré mayor madurez en la legendaria pericia del director para orquestar elaboradas secuencias de acción que no solo emocionan por su vasta envergadura, sino por su significado narrativo. Pero, como dije al principio, sentí el libreto penosamente elemental, repleto de clichés y poblado por personajes unidimensionales que apenas subisten con la energía que los actores aportan.
Con la excepción de Sigourney Weaver como la obstinada Dra. Augustine, el resto de los actores "reales" son meras caricaturas vagamente dibujadas para encajar en sus arquetípicos papeles. Stephen Lang (irreconocible desde sus días en Crime Story) es el clásico militar arrogante que prefiere las armas como solución a cualquier problema; Giovanni Ribisi no necesita esforzarse para representar al mezquino títere corporativo que pone el dinero por encima de cualquier consideración ética o ecológica; y hasta Sam Worthington (tan carismático en Terminator: Salvation) se siente desganado como el héroe Jake Sully. Supongo que no ayuda mucho que durante el noventa por ciento de la película Worthington se vea reemplazado por una criatura digital con rostro similar pero menos talento histriónico. Sí; tengo que decirlo: la raza Na'vi está creada con efectos especiales muy competentes, que superan en expresión y realismo a los horribles maniquíes animados de Beowulf y A Christmas Carol, pero aún así distan mucho de ser perfectos. De hecho, me tomó alrededor de una hora "sumergirme" en la película y aceptarlos como personajes válidos; afortunadamente Avatar dura casi tres horas, de modo que una hora desperdiciada cuestionando la tecnología no fue una pérdida demasiado grande.
A pesar de su predecible historia y horrendos diálogos (sospecho que Cameron se asesoró con George Lucas y Roland Emmerich para escribir las líneas del protagonista), Avatar fue una impresionante experiencia fílmica que recomiendo a cualquier persona que guste del cine de acción sustancioso, aunque gran parte de esa sustancia sean clichés ecológicos y fórmulas sentimentales tan obvias y pesadas que me provocaron simultáneamente un nudo en la garganta y ataques de cinismo. Desde luego merece ser vista en la pantalla grande, aunque debo advertir que el proceso tridimensional RealD resta luminosidad a las imágenes. No me interesa verla de nuevo en el cine, pero sin duda esperaré el Blu-Ray para experimentarla con los vivos y vibrantes colores que noté brevemente en el cine cuando me quité por un momento las gafas especiales.
En fin... creo que es muy notoria la proporción inversa que existe entre la complejidad técnica de las películas de James Cameron y su aptitud narrativa, lo cual es un modo pretencioso de decir que, en mi humilde opinión, sus mejores películas siguen siendo The Terminator y Aliens, pues lo que recuerdo de ellas son personajes y relaciones, en vez de criaturas voladoras y follaje digital. Quizás para su próxima película Cameron decida esperar a que llegue un mejor libreto, en vez de que la tecnología alcance a su imaginación. Tengo fe en que así sea.
Calificación: 8.5
En fin... por si alguien no lo sabe a pesar de la constante promoción que ha recibido Avatar, su historia se ubica en un lejano planeta llamado Pandora, el cual ofrece increíbles oportunidades de exploración científica... y explotación comercial. Entonces, bajo las órdenes de la anónima y ambiciosa "Compañía" (¿será Weyland-Yutani?) comienzan los preparativos para extraer un valiosísimo mineral llamado unobtanium (¿en serio? ¿"Flotanium" sonaba demasiado estúpido?), al mismo tiempo que un pequeño grupo de científicos estudia la raza de ágiles y exóticos humanoides nativos llamados Na'vi, quienes viven en completa armonía con el agresivo medio ambiente del selvático planeta. Como parte de la investigación se desarrollan "avatares"; cuerpos alienígenas combinados con genes humanos que son controlados remotamente por "pilotos" desde la seguridad de la base militar. La idealista Dra. Grace Augustine (Sigourney Weaver) está al frente del proyecto, lo cual la pone en constante conflicto con Parker (Giovanni Ribisi), el avaro representante de la Compañía, y con el Coronel Quaritch (Stephen Lang), el violento e intolerante militar que parece ansioso por exterminar a los pacíficos Na'vi. Pero cuando el "marine" Jake Sully (Sam Worthington) es reclutado para servir como piloto de un avatar, comienza un choque de culturas que cambiará para siempre su vida... y el destino del planeta Pandora.
A mediados de los noventas se propagó por Internet un libreto preliminar de Avatar, y tuve oportunidad de leerlo. El director James Cameron asegura que ese primitivo borrador fue totalmente distinto a la versión final de la película, pero siento que su estructura básica es la misma: por un lado, los villanos corporativos y militares listos para arrasar el mundo "eco-mágico" en aras del dinero; y por el otro, la integración de un humano a la cultura nativa, que no solo altera su perspectiva del planeta, sino también sus valores e ideología. Claro, imagino que las febriles descripciones de la exótica flora, fauna y geología de Pandora fueron incrementando su complejidad a medida que Cameron encontró nuevas herramientas tecnológicas para visualizar un planeta entero. Y no cabe duda... los cientos de millones de dólares que supuestamente costó la película están bien invertidos en las fantásticas imágenes que dan vida al hermoso pero letal entorno extraterrestre. Pandora pudo ser un simple desfile de monstruos carnívoros, pero Cameron y su equipo de diseñadores (incluyendo al genial Richard Taylor) pusieron gran cuidado en construir un ecosistema coherente y creíble, sostenido además por algunos interesantes conceptos sobre la auténtica naturaleza del planeta. Igualmente encontré mayor madurez en la legendaria pericia del director para orquestar elaboradas secuencias de acción que no solo emocionan por su vasta envergadura, sino por su significado narrativo. Pero, como dije al principio, sentí el libreto penosamente elemental, repleto de clichés y poblado por personajes unidimensionales que apenas subisten con la energía que los actores aportan.
Con la excepción de Sigourney Weaver como la obstinada Dra. Augustine, el resto de los actores "reales" son meras caricaturas vagamente dibujadas para encajar en sus arquetípicos papeles. Stephen Lang (irreconocible desde sus días en Crime Story) es el clásico militar arrogante que prefiere las armas como solución a cualquier problema; Giovanni Ribisi no necesita esforzarse para representar al mezquino títere corporativo que pone el dinero por encima de cualquier consideración ética o ecológica; y hasta Sam Worthington (tan carismático en Terminator: Salvation) se siente desganado como el héroe Jake Sully. Supongo que no ayuda mucho que durante el noventa por ciento de la película Worthington se vea reemplazado por una criatura digital con rostro similar pero menos talento histriónico. Sí; tengo que decirlo: la raza Na'vi está creada con efectos especiales muy competentes, que superan en expresión y realismo a los horribles maniquíes animados de Beowulf y A Christmas Carol, pero aún así distan mucho de ser perfectos. De hecho, me tomó alrededor de una hora "sumergirme" en la película y aceptarlos como personajes válidos; afortunadamente Avatar dura casi tres horas, de modo que una hora desperdiciada cuestionando la tecnología no fue una pérdida demasiado grande.
A pesar de su predecible historia y horrendos diálogos (sospecho que Cameron se asesoró con George Lucas y Roland Emmerich para escribir las líneas del protagonista), Avatar fue una impresionante experiencia fílmica que recomiendo a cualquier persona que guste del cine de acción sustancioso, aunque gran parte de esa sustancia sean clichés ecológicos y fórmulas sentimentales tan obvias y pesadas que me provocaron simultáneamente un nudo en la garganta y ataques de cinismo. Desde luego merece ser vista en la pantalla grande, aunque debo advertir que el proceso tridimensional RealD resta luminosidad a las imágenes. No me interesa verla de nuevo en el cine, pero sin duda esperaré el Blu-Ray para experimentarla con los vivos y vibrantes colores que noté brevemente en el cine cuando me quité por un momento las gafas especiales.
En fin... creo que es muy notoria la proporción inversa que existe entre la complejidad técnica de las películas de James Cameron y su aptitud narrativa, lo cual es un modo pretencioso de decir que, en mi humilde opinión, sus mejores películas siguen siendo The Terminator y Aliens, pues lo que recuerdo de ellas son personajes y relaciones, en vez de criaturas voladoras y follaje digital. Quizás para su próxima película Cameron decida esperar a que llegue un mejor libreto, en vez de que la tecnología alcance a su imaginación. Tengo fe en que así sea.
Calificación: 8.5
viernes, 18 de diciembre de 2009
Battlestar Galactica: The Plan
En el año 2007 se lanzó directamente a DVD la película Battlestar Galactica: Razor, como complemento de la exitosa serie televisiva que combinó drama, acción, reflexiones religiosas y densas exploraciones de la condición humana. Razor fue planeada como una película más o menos auto-suficiente y fácilmente accesible para audiencias que no siguieran el programa. Por el contrario, la nueva película Battlestar Galactica: The Plan está claramente dirigida a los fans de la serie, pues profundiza y extiende momentos importantes del conflicto entre cylons y humanos, haciéndola prácticamente incomprensible para quien no esté bien familiarizado con la mitología, personajes y relaciones que se desarrollaron durante las cuatro sobresalientes temporadas de Battlestar Galactica.
The Plan nos muestra la perspectiva cylon de varios eventos que habíamos visto antes desde el punto de vista humano, y los une ingeniosamente con una narrativa paralela en la que seguimos a dos cylons Modelo 1 (Dean Stockwell) en los días previos y posteriores al ataque sobre la humanidad. Uno de ellos se infiltra en el movimiento de resistencia durante la ocupación de Caprica; y el otro aborda por azar la astronave Galactica, donde secretamente trata de continuar la agenda de exterminación humana que comenzó con la destrucción de las colonias. Y aunque ambos siguen similares tácticas e ideologías, sus respectivas experiencias con los sobrevivientes humanos empiezan a revelar grietas en su Gran Plan... en otras palabras, los cylons comprenden por primera vez que su estrategia está destinada a fallar, debido a la ignorancia de ciertas ineludibles variables que determinan la conducta humana, incluso en las peores circunstancias de guerra y soledad.
Trataré de reducir el volumen de SPOILERS en esta breve descripción, pero sobra decir que por la naturaleza de The Plan será indispensable comentar ciertos hechos que sería preferible ignorar si el lector no ha visto la serie o tiene interés en hacerlo... y desde luego lo mismo aplica a la película misma. Como dije al principio, The Plan no es una introducción a la serie, ni un "previously, on Battlestar Galactica", sino un detallado suplemento que enriquece notablemente esta moderna mitología televisiva. Pero bueno... ya fueron suficientes advertencias. Entre los más brillantes momentos de la película están las múltiples discusiones y conflictos personales que enfrentan la agresión de los cylons contra los preceptos éticos que de algún modo adquirieron en sus interacciones con la humanidad. Desde las explicaciones que Sharon (Grace Park) ofrece para justificar el fallido asesinato de una importante figura, hasta las volátiles emociones que sabotean los planes de Six (Tricia Helfer) para desacreditar al traicionero Dr. Baltar (James Callis), podemos ver cómo las aparentes "fallas" de la raza humana pueden convertirse en sus mejores herramientas de supervivencia, y la lógica cylon (combinada con su naturaleza extremadamente pasional) no puede ignorar esas paradojas en los seres que juraron exterminar. Además, cuando esas intensas escenas están interpretadas por los excelentes actores que ya conocemos, el resultado es un delicioso platillo dramático que me dejó muy satisfecho, a pesar de sus ocasionalmente incongruentes y eclécticos ingredientes.
Entiendo que algunas personas encuentren innecesaria esta película, o critiquen su desvergonzada “ret-con” de eventos bien establecidos en la serie. Y, claro, cualquier obra que recicle material previamente filmado corre el riesgo de convertirse en un temido “clip show”. Sin embargo me gustó su bien pensado argumento y el desarrollo de personajes que nunca tuvieron mucha exposición durante las cuatro temporadas de la serie. Además, no puedo negar que el despliegue de efectos especiales contribuyó bastante a “venderme” la película, y aunque algunas secuencias pierden calidad por su reducido presupuesto, el impacto emocional fue devastador. Los tensos momentos previos a la destrucción de Caprica me parecieron increíblemente perturbadores, y me sorprendió que unos cuantos segundos de destrucción me provocaran más angustia que dos horas y media de coloridas catástrofes en la cinta 2012. Supongo que merece reconocimiento por esto Edward James Olmos, pues su calidad como director no se ve reducida a los momentos de drama personal, sino también al espectáculo visual. Sin duda un gran trabajo detrás de las cámaras del hombre que nos impresionó durante varios años con su honesta y creíble interpretación del Comandante Adama.
Parece apropiado ver The Plan antes del inicio de Caprica (en el 2010), la serie de televisión que funcionará como precuela de Battlestar Galactica. Mantengo la esperanza de que el futuro nos depare más películas ubicadas en el universo de BSG (de preferencia con los mismos actores), pero si no fuera así, The Plan funciona perfectamente como un epílogo catártico y satisfactorio, tanto en el plano narrativo como en el emocional, dejando el paladar limpio para sumergirnos en las nuevas intrigas y misterios de Caprica. En fin... solo queda recomendar fervientemente The Plan para fans de Battlestar Galactica que deseen extender la experiencia y su comprensión de los densos temas que manejaron sus creadores. Pero para personas interesadas en la serie, será mucho mejor que se abstengan de "comenzar por el final", y mejor visiten primero la original mini-serie estrenada en el 2003. Quizás les guste o quizás no... pero garantizo que no ha habido nada similar en televisión.
Calificación: 8.5
The Plan nos muestra la perspectiva cylon de varios eventos que habíamos visto antes desde el punto de vista humano, y los une ingeniosamente con una narrativa paralela en la que seguimos a dos cylons Modelo 1 (Dean Stockwell) en los días previos y posteriores al ataque sobre la humanidad. Uno de ellos se infiltra en el movimiento de resistencia durante la ocupación de Caprica; y el otro aborda por azar la astronave Galactica, donde secretamente trata de continuar la agenda de exterminación humana que comenzó con la destrucción de las colonias. Y aunque ambos siguen similares tácticas e ideologías, sus respectivas experiencias con los sobrevivientes humanos empiezan a revelar grietas en su Gran Plan... en otras palabras, los cylons comprenden por primera vez que su estrategia está destinada a fallar, debido a la ignorancia de ciertas ineludibles variables que determinan la conducta humana, incluso en las peores circunstancias de guerra y soledad.
Trataré de reducir el volumen de SPOILERS en esta breve descripción, pero sobra decir que por la naturaleza de The Plan será indispensable comentar ciertos hechos que sería preferible ignorar si el lector no ha visto la serie o tiene interés en hacerlo... y desde luego lo mismo aplica a la película misma. Como dije al principio, The Plan no es una introducción a la serie, ni un "previously, on Battlestar Galactica", sino un detallado suplemento que enriquece notablemente esta moderna mitología televisiva. Pero bueno... ya fueron suficientes advertencias. Entre los más brillantes momentos de la película están las múltiples discusiones y conflictos personales que enfrentan la agresión de los cylons contra los preceptos éticos que de algún modo adquirieron en sus interacciones con la humanidad. Desde las explicaciones que Sharon (Grace Park) ofrece para justificar el fallido asesinato de una importante figura, hasta las volátiles emociones que sabotean los planes de Six (Tricia Helfer) para desacreditar al traicionero Dr. Baltar (James Callis), podemos ver cómo las aparentes "fallas" de la raza humana pueden convertirse en sus mejores herramientas de supervivencia, y la lógica cylon (combinada con su naturaleza extremadamente pasional) no puede ignorar esas paradojas en los seres que juraron exterminar. Además, cuando esas intensas escenas están interpretadas por los excelentes actores que ya conocemos, el resultado es un delicioso platillo dramático que me dejó muy satisfecho, a pesar de sus ocasionalmente incongruentes y eclécticos ingredientes.
Entiendo que algunas personas encuentren innecesaria esta película, o critiquen su desvergonzada “ret-con” de eventos bien establecidos en la serie. Y, claro, cualquier obra que recicle material previamente filmado corre el riesgo de convertirse en un temido “clip show”. Sin embargo me gustó su bien pensado argumento y el desarrollo de personajes que nunca tuvieron mucha exposición durante las cuatro temporadas de la serie. Además, no puedo negar que el despliegue de efectos especiales contribuyó bastante a “venderme” la película, y aunque algunas secuencias pierden calidad por su reducido presupuesto, el impacto emocional fue devastador. Los tensos momentos previos a la destrucción de Caprica me parecieron increíblemente perturbadores, y me sorprendió que unos cuantos segundos de destrucción me provocaran más angustia que dos horas y media de coloridas catástrofes en la cinta 2012. Supongo que merece reconocimiento por esto Edward James Olmos, pues su calidad como director no se ve reducida a los momentos de drama personal, sino también al espectáculo visual. Sin duda un gran trabajo detrás de las cámaras del hombre que nos impresionó durante varios años con su honesta y creíble interpretación del Comandante Adama.
Parece apropiado ver The Plan antes del inicio de Caprica (en el 2010), la serie de televisión que funcionará como precuela de Battlestar Galactica. Mantengo la esperanza de que el futuro nos depare más películas ubicadas en el universo de BSG (de preferencia con los mismos actores), pero si no fuera así, The Plan funciona perfectamente como un epílogo catártico y satisfactorio, tanto en el plano narrativo como en el emocional, dejando el paladar limpio para sumergirnos en las nuevas intrigas y misterios de Caprica. En fin... solo queda recomendar fervientemente The Plan para fans de Battlestar Galactica que deseen extender la experiencia y su comprensión de los densos temas que manejaron sus creadores. Pero para personas interesadas en la serie, será mucho mejor que se abstengan de "comenzar por el final", y mejor visiten primero la original mini-serie estrenada en el 2003. Quizás les guste o quizás no... pero garantizo que no ha habido nada similar en televisión.
Calificación: 8.5
miércoles, 16 de diciembre de 2009
The House of the Devil
No sé si la fiebre "retro" que infecta al cine de terror contemporáneo sea simple nostalgia o genuino aprecio por la sencillez y desenfado que cultivó el género durante los setentas y ochentas. Como sea, estimo que esta moda caducará rápidamente si sigue usándose como mero adorno de historias mediocres, malas actuaciones y pobre narrativa. Afortunadamente de vez en cuando es posible encontrar el estilo "retro" ejecutado con propósito y talento por directores que reconocen su validez artística, y no sólo su utilidad como señuelo sentimental y chiste post-moderno. The House of the Devil es una de esas raras ocurrencias, aunque al mismo tiempo su sobria manufactura podría interpretarse como lentitud y aburrimiento en el frenético mercado del terror directo a DVD. De hecho, así lo sentí durante la primera mitad de la película.
The House of the Devil se centra en Samantha (Jocelin Donahue), estudiante universitaria con problemas económicos que la orillan a aceptar un dudoso trabajo como niñera para un misterioso cliente, cuya modulada y cortés voz telefónica oculta un sutil aire de amenaza. Pero Samantha necesita el dinero y, cuando llega a la decrépita casona en las afueras de la ciudad, es recibida por el afable Sr. Ulman (Tom Noonan), con la noticia de que el trabajo no consistirá en cuidar a un niño sino a su madre enferma. Samantha protesta diciendo que no tiene entrenamiento como enfermera, pero el Sr. Ulman le ofrece más dinero, asegurándole que su única labor será estar presente por si la mujer despierta durante la noche. La joven acepta el trato, el Sr. Ulman abandona la casa en compañía de su esposa (Mary Woronov), y así comienza la larga noche que Samantha recordará toda su vida... si es que sobrevive para ver el día siguiente.
El director Ti West (con suficiente credibilidad "indie" para haber ganado la secuela Cabin Fever 2: Spring Fever) se abstiene de recargar la película con clichés culturales de los ochentas, aunque eso no le impide emplear rostros conocidos de aquella década, no solo por su valor "histórico", sino porque realmente son buenos actores que prestan gravedad y peso a sus simples papeles. Así tenemos a Tom Noonan como el enigmático Sr. Ulman, con un obvio secreto tras su amable actitud; a Mary Woronov en el papel de su irritable esposa; y a Dee Wallace en un corto cameo como casera de Sam, bastante prescindible, pero que de todos modos me dio gusto ver. Jocelin Donahue y Greta Gerwig integran el elenco joven, y ambas cumplen su labor con decoro y credibilidad. En particular me gustó Gerwig en el papel de "mejor amiga" y confidente de la protagonista. Quizás no tenga la "inocencia pueblerina" que necesitan las heroínas de este sub-género, pero sentí más sustancial su carisma y presencia escénica.
Otro acierto del director es limitarse a un lenguaje narrativo sobrio y conciso, que me recordó la obra de John Carpenter y David Cronenberg. Ti West también usa largas escenas de frívolo ocio para generar, casi sin darnos cuenta, una opresiva atmósfera de temor y suspenso, con la tácita promesa de que algo horrible está a punto de ocurrir, y no podemos hacer nada para evitarlo. Desde luego esa inflada comparación merece ciertas atenuantes... West desarrolla un estilo similar al de aquellos grandes directores, pero The House of the Devil nunca alcanza realmente la intensidad e impacto que provocan las mejores obras de los maestros... o siquiera en las menos memorables. Pero sin duda este joven cineasta merece aplauso por su audaz estrategia de "menos es más", sobre todo en el vacuo entorno del horror directo a DVD, donde el exceso de violencia, "gore" y sobre-actuaciones usualmente traicionan la nerviosa inexperiencia de directores semi-amateur. Por el contrario, la atención a los detalles y la adecuada construcción de personajes que ofrece The House of the Devil revelan una mano firme y una prometedora visión que podría sorprendernos en el futuro... siempre y cuando se combinen con historias más creativas y menos previsibles.
Lo cual nos lleva a mi queja principal. Encontré el argumento carente de ingenio y sorpresa. Además, se parece demasiado al de Babysitter Wanted, otra humilde cinta de terror que disfruté bastante por su inteligente libreto, sólidas actuaciones y el beneficio adicional de no revelar su "secreto" desde el título mismo. Pero bueno... supongo que hay amplio lugar en el horror moderno para dos (o doscientas) películas sobre niñeras enfrentando manifestaciones sobrenaturales. Entonces me inclino a recomendar The House of the Devil, aunque con cierta cautela pues, como dije, lo que yo interpreté como suspenso y metódica dirección podría fácilmente convertirse en irritación y aburrimiento para espectadores menos indulgentes que yo. En otras palabras, comprendo que no todo el mundo encontrará entretenido ver a la protagonista leyendo un libro, ordenando pizza y husmeando en una casa ajena durante treinta o cuarenta minutos, para eventualmente llegar al esperado desenlace. De cualquier modo considero The House of the Devil como un arriesgado experimento que dio mejores resultados de lo que hubiera imaginado. No participo en la excesiva aclamación que ha recibido en la prensa especializada, pero sin duda fue una refrescante variación de un tema clásico en el género de terror, bien actuado, sensatamente dirigido y con razonable impacto emocional en este espectador. Aún así me sigue gustando más Babysitter Wanted.
Calificación: 7
The House of the Devil se centra en Samantha (Jocelin Donahue), estudiante universitaria con problemas económicos que la orillan a aceptar un dudoso trabajo como niñera para un misterioso cliente, cuya modulada y cortés voz telefónica oculta un sutil aire de amenaza. Pero Samantha necesita el dinero y, cuando llega a la decrépita casona en las afueras de la ciudad, es recibida por el afable Sr. Ulman (Tom Noonan), con la noticia de que el trabajo no consistirá en cuidar a un niño sino a su madre enferma. Samantha protesta diciendo que no tiene entrenamiento como enfermera, pero el Sr. Ulman le ofrece más dinero, asegurándole que su única labor será estar presente por si la mujer despierta durante la noche. La joven acepta el trato, el Sr. Ulman abandona la casa en compañía de su esposa (Mary Woronov), y así comienza la larga noche que Samantha recordará toda su vida... si es que sobrevive para ver el día siguiente.
El director Ti West (con suficiente credibilidad "indie" para haber ganado la secuela Cabin Fever 2: Spring Fever) se abstiene de recargar la película con clichés culturales de los ochentas, aunque eso no le impide emplear rostros conocidos de aquella década, no solo por su valor "histórico", sino porque realmente son buenos actores que prestan gravedad y peso a sus simples papeles. Así tenemos a Tom Noonan como el enigmático Sr. Ulman, con un obvio secreto tras su amable actitud; a Mary Woronov en el papel de su irritable esposa; y a Dee Wallace en un corto cameo como casera de Sam, bastante prescindible, pero que de todos modos me dio gusto ver. Jocelin Donahue y Greta Gerwig integran el elenco joven, y ambas cumplen su labor con decoro y credibilidad. En particular me gustó Gerwig en el papel de "mejor amiga" y confidente de la protagonista. Quizás no tenga la "inocencia pueblerina" que necesitan las heroínas de este sub-género, pero sentí más sustancial su carisma y presencia escénica.
Otro acierto del director es limitarse a un lenguaje narrativo sobrio y conciso, que me recordó la obra de John Carpenter y David Cronenberg. Ti West también usa largas escenas de frívolo ocio para generar, casi sin darnos cuenta, una opresiva atmósfera de temor y suspenso, con la tácita promesa de que algo horrible está a punto de ocurrir, y no podemos hacer nada para evitarlo. Desde luego esa inflada comparación merece ciertas atenuantes... West desarrolla un estilo similar al de aquellos grandes directores, pero The House of the Devil nunca alcanza realmente la intensidad e impacto que provocan las mejores obras de los maestros... o siquiera en las menos memorables. Pero sin duda este joven cineasta merece aplauso por su audaz estrategia de "menos es más", sobre todo en el vacuo entorno del horror directo a DVD, donde el exceso de violencia, "gore" y sobre-actuaciones usualmente traicionan la nerviosa inexperiencia de directores semi-amateur. Por el contrario, la atención a los detalles y la adecuada construcción de personajes que ofrece The House of the Devil revelan una mano firme y una prometedora visión que podría sorprendernos en el futuro... siempre y cuando se combinen con historias más creativas y menos previsibles.
Lo cual nos lleva a mi queja principal. Encontré el argumento carente de ingenio y sorpresa. Además, se parece demasiado al de Babysitter Wanted, otra humilde cinta de terror que disfruté bastante por su inteligente libreto, sólidas actuaciones y el beneficio adicional de no revelar su "secreto" desde el título mismo. Pero bueno... supongo que hay amplio lugar en el horror moderno para dos (o doscientas) películas sobre niñeras enfrentando manifestaciones sobrenaturales. Entonces me inclino a recomendar The House of the Devil, aunque con cierta cautela pues, como dije, lo que yo interpreté como suspenso y metódica dirección podría fácilmente convertirse en irritación y aburrimiento para espectadores menos indulgentes que yo. En otras palabras, comprendo que no todo el mundo encontrará entretenido ver a la protagonista leyendo un libro, ordenando pizza y husmeando en una casa ajena durante treinta o cuarenta minutos, para eventualmente llegar al esperado desenlace. De cualquier modo considero The House of the Devil como un arriesgado experimento que dio mejores resultados de lo que hubiera imaginado. No participo en la excesiva aclamación que ha recibido en la prensa especializada, pero sin duda fue una refrescante variación de un tema clásico en el género de terror, bien actuado, sensatamente dirigido y con razonable impacto emocional en este espectador. Aún así me sigue gustando más Babysitter Wanted.
Calificación: 7
lunes, 14 de diciembre de 2009
Los Límites del Control (The Limits of Control)
No siempre es fácil, pero en general trato de tomar en cuenta la intención de una película para poder apreciarla o evaluarla con mayor objetividad. Bajo ese criterio, creo que algunas películas de cuestionable calidad merecen el beneficio de la duda si al menos cumplen su propósito, independientemente de sus fallas o aciertos intrínsecos. Eso fue exactamente lo que estuve pensando mientras veía Los Límites del Control, la nueva película de Jim Jarmusch, ya que su lenta historia me estuvo aburriendo durante un largo rato, hasta que comprendí lo que este singular director pretendía alcanzar (o quizás cometí el error de dejar que mi admiración por el cineasta racionalizara este extraño experimento). Como sea, Los Límites del Control es una de esas películas que dividirán a su audiencia y, a fin de cuentas, debo contar esa ambivalencia como un atributo y no como un defecto; pero la opinión del lector podría variar.
Estrictamente hablando, la historia es bastante simple y lineal: el inescrutable protagonista sin nombre (Isaach De Bankolé) es un asesino a sueldo que vende (¿o regala?) sus servicios a un misterioso cliente. Y durante casi dos horas vemos cómo el taciturno asesino pasea por distintas regiones de España, entrevistándose con excéntricas personas cuyos consejos espirituales y parábolas filosóficas lo acercan cada vez más al momento decisivo del "trabajo", el cual, apropiadamente, termina en súbita violencia y mágica confusión.
Les aseguro que al final hay una cierta lógica para todo lo que ocurre en Los Límites del Control; pero no lo parece mientras estamos viendo lánguidas y repetitivas escenas del protagonista tomando café (dos espressos, en tazas separadas), haciendo "tai-chi" y visitando museos. De hecho, no conviene siquiera ver esta película como un típico thriller en tres actos con una predecible resolución, sino como una obra de arte diseñada para retar al espectador, invitar a la reflexión y generar preguntas, en vez de darnos fáciles respuestas. O tal vez se trata de un gran chiste con el que Jarmusch busca parodiar el moderno cine policíaco. Ambas opciones funcionan, aunque una es más satisfactoria que la otra; ustedes decidan cual es.
Examinando Los Límites del Control en el contexto de la filmografía de Jarmusch, podrían encontrarse paralelos con Dead Man, aunque yo prefiero describirla como la otra cara de Ghost Dog, quizás mi película favorita del director. En ella también encontramos un asesino filósofo, pero mientras que Ghost Dog exterioriza su espiritualidad para fines prácticos, el anónimo protagonista de Los Límites del Control interioriza todo, dejándonos con la constante duda sobre sus métodos y motivación. Sobra decir que es un enfoque frustrante pero al mismo tiempo provocativo, pues nos invita a interpretar el significado de cada escena, de cada detalle. Y, después de todo, Jarmusch lo insinúa desde el principio, cuando un personaje dice: "La realidad es subjetiva". ¡Gracias por la advertencia, señor artista! Me pregunto qué habrán pensado los célebres actores del elenco secundario (Tilda Swinton, Paz de la Huerta, Gael García Bernal, John Hurt, Youki Kudoh...) mientras filmaban sus breves encuentros (casi cameos) con el taciturno protagonista; ¿entenderían su función en la historia? ¿O simplemente intentaron conjurar la atmósfera y emociones apropiadas para ese particular momento? Otra duda que prefiero contemplar en vez de resolver.
Honestamente no sabría qué más comentar sobre Los Límites del Control, sin arriesgarme a decir pavadas filosóficas (¿más?) e interpretaciones probablemente erróneas de sus peculiares elementos, desde sus oblicuos diálogos hasta la colorida y saturada cinematografía que da maravillosa vida a las locaciones españolas (quizás ésta sea la obra más visualmente pulida de Jarmusch... al menos en su faceta "technicolor"). Ciertamente puedo elogiar la ecléctica banda sonora, cortesía del grupo japonés Boris y la agrupación norteamericana Sunn O))) (sí, así se escribe). En fin, no queda otra cosa más que recomendar Los Límites del Control, pero no como una buena película, sino como una inusual experiencia fílmica que cumple su propósito (supongo) de retar nuestras expectativas sobre el thriller, la narrativa y el cine mismo. Además, al menos para mi, representó una interesante introducción al "ambient metal" (ya sé... cualquier excusa es buena para ir al cine).
Calificación: 8 (pero si no la entendí, sería 6)
Estrictamente hablando, la historia es bastante simple y lineal: el inescrutable protagonista sin nombre (Isaach De Bankolé) es un asesino a sueldo que vende (¿o regala?) sus servicios a un misterioso cliente. Y durante casi dos horas vemos cómo el taciturno asesino pasea por distintas regiones de España, entrevistándose con excéntricas personas cuyos consejos espirituales y parábolas filosóficas lo acercan cada vez más al momento decisivo del "trabajo", el cual, apropiadamente, termina en súbita violencia y mágica confusión.
Les aseguro que al final hay una cierta lógica para todo lo que ocurre en Los Límites del Control; pero no lo parece mientras estamos viendo lánguidas y repetitivas escenas del protagonista tomando café (dos espressos, en tazas separadas), haciendo "tai-chi" y visitando museos. De hecho, no conviene siquiera ver esta película como un típico thriller en tres actos con una predecible resolución, sino como una obra de arte diseñada para retar al espectador, invitar a la reflexión y generar preguntas, en vez de darnos fáciles respuestas. O tal vez se trata de un gran chiste con el que Jarmusch busca parodiar el moderno cine policíaco. Ambas opciones funcionan, aunque una es más satisfactoria que la otra; ustedes decidan cual es.
Examinando Los Límites del Control en el contexto de la filmografía de Jarmusch, podrían encontrarse paralelos con Dead Man, aunque yo prefiero describirla como la otra cara de Ghost Dog, quizás mi película favorita del director. En ella también encontramos un asesino filósofo, pero mientras que Ghost Dog exterioriza su espiritualidad para fines prácticos, el anónimo protagonista de Los Límites del Control interioriza todo, dejándonos con la constante duda sobre sus métodos y motivación. Sobra decir que es un enfoque frustrante pero al mismo tiempo provocativo, pues nos invita a interpretar el significado de cada escena, de cada detalle. Y, después de todo, Jarmusch lo insinúa desde el principio, cuando un personaje dice: "La realidad es subjetiva". ¡Gracias por la advertencia, señor artista! Me pregunto qué habrán pensado los célebres actores del elenco secundario (Tilda Swinton, Paz de la Huerta, Gael García Bernal, John Hurt, Youki Kudoh...) mientras filmaban sus breves encuentros (casi cameos) con el taciturno protagonista; ¿entenderían su función en la historia? ¿O simplemente intentaron conjurar la atmósfera y emociones apropiadas para ese particular momento? Otra duda que prefiero contemplar en vez de resolver.
Honestamente no sabría qué más comentar sobre Los Límites del Control, sin arriesgarme a decir pavadas filosóficas (¿más?) e interpretaciones probablemente erróneas de sus peculiares elementos, desde sus oblicuos diálogos hasta la colorida y saturada cinematografía que da maravillosa vida a las locaciones españolas (quizás ésta sea la obra más visualmente pulida de Jarmusch... al menos en su faceta "technicolor"). Ciertamente puedo elogiar la ecléctica banda sonora, cortesía del grupo japonés Boris y la agrupación norteamericana Sunn O))) (sí, así se escribe). En fin, no queda otra cosa más que recomendar Los Límites del Control, pero no como una buena película, sino como una inusual experiencia fílmica que cumple su propósito (supongo) de retar nuestras expectativas sobre el thriller, la narrativa y el cine mismo. Además, al menos para mi, representó una interesante introducción al "ambient metal" (ya sé... cualquier excusa es buena para ir al cine).
Calificación: 8 (pero si no la entendí, sería 6)