Me gustan mucho las películas de terror, en particular las que se  enfocan en fenómenos paranormales. Sin embargo, no me considero  creyente de esos temas en el mundo real, aunque tampoco niego por  completo su existencia; simplemente creo que hay mejores explicaciones para resolver muchas  de las incógnitas usualmente atribuidas a causas sobrenaturales. Tal vez  por eso disfruto en particular aquellas cintas que presentan variaciones de la eterna batalla  entre ciencia y superstición, ya sea de manera metafórica o literal. Y  créanme que hay pocas tan literales como The  Skeptic.La trama se centra en Bryan Becket (Tim Daly), cínico y pragmático abogado que hereda una tétrica "casa embrujada" tras el fallecimiento de su tía. Bryan desde luego descarta los rumores de fantasmas como simples fantasías de una anciana senil, y decide mudarse temporalmente a la vieja mansión para cuidar los objetos valiosos que contiene... lo cual, de paso, servirá también para alejarse un tiempo de su esposa Robin (Andrea Roth), con quien pelea constantemente. Entonces, cuando Bryan empieza a notar extraños ruidos en la casa, su mente analítica se esfuerza por encontrar causas lógicas que expliquen las "manifestaciones"; pero cuando empieza a tener visiones de una misteriosa mujer, decide pedir ayuda a su psiquiatra, quien le revela ciertos secretos familiares que podrían explicar la motivación (e identidad) del espíritu inquieto que habita la mansión. ¿O quizás todo esté en su mente?
En muchos aspectos me identifiqué con el  protagonista de The Skeptic, y me gustó que el  director y guionista Tennyson Bardwell no hiciera trampas para  "explicar" los eventos paranormales que ocurren en la lúgubre casona. El  libreto está escrito con razonable inteligencia y suficiente  imparcialidad para no definir alguna postura (creyente o escéptica) como  errónea o acertada. De hecho, con cada nuevo evento o explicación nos  hace cambiar de opinión sobre el origen de las perturbaciones, y aunque  algunas revelaciones me parecieron un tanto convenientes, siguen siendo  consistentes con la psicología del personaje y, hasta cierto punto, con  la ciencia del mundo real. Por el lado  negativo, diría que esa ecuánime estrategia dio como resultado un final  confuso y abierto a la interpretación de cada espectador; entonces,  aprecio que no trate de manipularnos; pero al mismo tiempo parece una  salida oportuna de un problema imposible de resolver. En fin... tal vez  le estoy pidiendo demasiado a una simple película directa a DVD.
Lo  cual nos lleva a la obligatoria repetición de las clásicas advertencias  sobre este humilde nicho cinematográfico: la producción de The Skeptic se siente barata y  apresurada, con mundanas locaciones y dirección eficiente pero libre de  adornos o visión creativa. Los actores son poco conocidos, aunque  competentes y con rostros familiares por su amplia participación en  programas televisivos. Tim Daly resulta particularmente efectivo como el  escéptico abogado, pues aunque el personaje esté escrito como un  insufrible "control freak", muestra suficiente humanidad para  congraciarse con el espectador e interesarnos en su historia. También  encontramos de nuevo a Tom Arnold en su eterno papel de "mejor amigo",  que ya domina a la perfección gracias a su mezcla de humor y empatía.  Edward Herreman aporta gravedad como el sereno psiquiatra, y Zoe  Saldaña tiene una corta participación como una impulsiva "medium",  casi intrascendente para la trama y obviamente contratada para tener un  atractivo rostro femenino que alegre las lúgubres conversaciones,  sesiones psiquiátricas y secos chistes teológicos a costa de la Iglesia.
Para  bien o para mal, The  Skeptic no pretende ser un tratado exhaustivo sobre la  disyuntiva ciencia/superstición, ni busca convencernos para cambiar de bando, sea cual sea al que nos sintamos afiliados. Simplemente trata de darle  una sobria mirada a una historia demasiado conocida (fantasmas  vengativos), presentándola como una ambigua manifestación de fenómenos  cuya incierta procedencia podría servir como ejercicio mental para el  espectador o, en el peor de los casos, como un ligero entretenimiento  para una de esas noches en las que no estamos seguros si escuchamos  pasos o simplemente la contracción de objetos por el cambio de  temperatura.Calificación: 7
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