El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus (The Imaginarium of Doctor Parnassus)

En mi humilde opinión, solo existen unos cuantos directores que logran consistentemente transformar las fórmulas narrativas y procesos técnicos del cine moderno en genuino arte cinematográfico, reflejando una visión personal que no siempre encaja en los requerimientos comerciales del medio, pero que trasciende el simple entretenimiento popular para convertirse en algo diferente, de algún modo más valioso gracias a su intención de afectar nuestro espíritu con ideas o sentimientos expresados a través de pura narrativa. En corto, estos contados directores tienen la capacidad de crear sueños que comparten con el público... lo cual no será necesariamente satisfactorio o agradable para todos, pero sin duda distinto a lo que estamos acostumbrados a experimentar como pasivas audiencias de cine. Entre esos directores podría mencionar a David Lynch (¡sorpresa!), Guy Maddin y, desde luego, Terry Gilliam.

La más reciente obra de Gilliam es El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus y, fiel a la previa descripción, no es exactamente una "buena película", sino un delirante sueño-pesadilla que es mejor asimilar con el corazón que con el cerebro, pues descarta toda lógica tradicional para contarnos una historia obtusa pero intuitivamente coherente... y visualmente impresionante. El Doctor Parnassus del título (interpretado por el veterano Christopher Plummer) es un enigmático anciano que viaja a bordo de un desvencijado carruaje-escenario por los peores barrios del Londres contemporáneo, exhibiendo un curioso acto de magia con ayuda de su su hija Valentina (Lily Cole), su asistente Anton (Andrew Garfield) y Percy (Verne Troyer), algo así como su mentor/conciencia. El acto parece sacado de algún drama shakesperiano, y consiste en mostrar a los (escépticos) "clientes" un mundo fantástico creado por su propia imaginación, lo cual aparentemente ofrece la iluminación espiritual que necesita el individuo. Nunca se explica por completo el extraño poder del Doctor Parnassus, pero quizás sea un producto secundario del pacto que hizo muchos años atrás con Mr. Nick (Tom Waits), quien le confirió vida eterna a cambio del alma de su hija... o algo así. Pero tras siglos de soledad y desilusiones, Parnassus desea romper el trato y conservar a Valentina, lo cual podría lograr con ayuda de un hombre llamado Tony (Heath Ledger), a quien rescatan de la muerte cuando lo encuentran colgado del cuello en un puente sobre el río Támesis. Tony no recuerda su pasado (o eso dice) y decide unirse a la "troupe", ayudándolos de inmediato a re-diseñar el acto de magia para una audiencia más exclusiva y generosa. Sin embargo, el misterioso pasado del joven podría manifestarse de manera peligrosa para todos... por no mencionar que Mr. Nick nunca se encuentra lejos, tratando de capturar nuevas almas para su colección.

Lo sé... suena casi incomprensible, y será necesaria una buena dosis de paciencia para sobrellevar el bizarro argumento y los más extraños personajes de El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus. Sin embargo, después de la confusión inicial, las piezas del rompecabezas metafísico empiezan a embonar, y para la segunda hora de la película me encontré hipnotizado por su onírico tono, que en muchos aspectos me recordó esos extraños sueños-alucinaciones que he sufrido (¿gozado?) bajo los efectos de la fiebre durante alguna debilitante enfermedad (o sobredosis de cafeína). Además, sobra decir que la característica imaginación desenfrenada de Terry Gilliam satura cada cuadro de la película, desde la prosaica yuxtaposición de elementos medievales y modernos (como el decrépito carruaje de Parnassus transitando las calles de Londres) hasta los alucinantes paseos por mundos imaginarios inspirados en la psicología de sus propietarios (como el mundo de zapatos y accesorios de vestir, o los policías que celebran su agresión y brutalidad con un número musical travesti... ¿ecos de la Canción del Leñador?). Esa irrefrenable imaginación está desde luego expresada con abundantes efectos especiales de variable calidad, pero incluso los peores momentos de defectuoso "blue screen" resultan extrañamente apropiados, sobre todo si recordamos las primitivas animaciones que Gilliam realizó para la icónica serie televisiva Monty Python's Flying Circus o la igualmente influyente comedia Monty Python and the Holy Grail.

Antes de hablar de los actores, supongo que será indispensable mencionar la tragedia de Heath Ledger, y el efecto que tuvo su inesperado fallecimiento durante la producción de El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus. Sin duda muchos preferirán recordar The Dark Knight como la "última actuación" de Ledger, pero les confortará saber que, bajo la dirección de Gilliam, consigue un personaje igualmente realista aunque tal vez menos memorable pues, a diferencia del Guasón, Tony debe mantener sus emociones y misterio por debajo de la superficie mientras navega con gran convicción por situaciones difíciles de digerir. También me preocupaban sus variados "sustitutos", pero incluso si Ledger estuviera vivo parecería lógico su reemplazo en ciertas escenas, donde el mismo personaje es interpretado por Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell, cuya presencia se integra naturalmente al impredecible libreto. Sin embargo no sería justo que ese mórbido punto de venta opacara al resto del elenco, pues también tenemos a Christopher Plummer vertiendo su considerable experiencia en cada expresión de Parnassus, revelando los siglos de inagotable melancolía que ha sufrido el personaje, incluso antes de enterarnos de su supuesta inmortalidad. Tom Waits nació para representar al Demonio (y no es la primera vez que lo hace), mientras que Lily Cole sorprende con una sincera actuación para complementar su alienígena belleza. Y hasta Verne Troyer encuentra inesperados niveles emocionales que nunca hubiera imaginado por su bufonesco trabajo en la saga de Austin Powers o en la serie televisiva Jack of All Trades.

Tal vez comparar esta película con una febril alucinación no parezca una recomendación, pero quienes conozcan la obra de Terry Gilliam calcularán su propia tolerancia a otra agridulce dosis de la densa imaginación y feroz visión del director, quien se rehúsa a hacer concesiones para congraciarse con el público o evocar su simpatía. Y quienes no hayan tenido la fortuna de ver películas como Fear and Loathing in Las Vegas, Tideland o The Adventures of Baron Munchausen, podrían encontrar en El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus una sorpresiva introducción a la mente de uno de los pocos directores contemporáneos honestos, audaces y fieles a su visión personal, incluso a costa del éxito económico (en este punto será conveniente olvidar The Brothers Grimm). El Imaginario Mundo del Doctor Parnassus no es una película fácil, pero me gustó porque hay indudable talento detrás de la locura que Gilliam maneja tan bien, sin importarle nuestras interrogantes y sin exigir nuestra complicidad en su caprichosa cruzada narrativa. En otras palabras, incluso si no la película no gusta, hay que respetar su integridad.
Calificación: 8