¿Una biografía del entonces conservador presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, dirigida por el famosamente liberal e izquierdista director Oliver Stone? Suena como una perfecta receta de febril denuncia ideológica o, por lo menos, sutil sátira política. Desafortunadamente la realidad resultó mucho más prosaica, aunque admito que Stone aprovechó al máximo la rara oportunidad de mostrar objetivamente al sujeto de la película (o tan objetivamente como le fue posible) dejando que sus acciones hablen por sí mismas para denunciarlo como uno de tantos políticos incompetentes que alcanzan elevados puestos gracias a sus conexiones, y no por su vocación de servicio y deber a la comunidad (¿ha existido alguno así en la historia de la humanidad?).
A lo largo de dos horas Stone combina momentos importantes en la vida política de George W. Bush (Josh Brolin) con detalles reveladores de su vida privada, desde su juventud en la universidad de Yale, hasta su fallida carrera en la industria petrolera (por no mencionar su lucha contra el alcoholismo y su supuesta redención religiosa). Así vemos la extraña secuencia de eventos que lo llevaron a la Casa Blanca, cuando el joven George sólo quería alejarse del pesado legado político de su familia, para vivir la disipada vida que le esperaba como el mimado y sobreprotegido hijo de una adinerada dinastía tejana.
Si tan sólo esa historia fuera más interesante. Excepto por el hecho de ser ampliamente considerado como uno de los peores presidentes de los Estados Unidos, la biografía de George W. Bush no es particularmente memorable, y aunque provoca la esperada cólera ver el ascenso de un mediocre político gracias a la influencia de su familia, el libreto no aporta demoledoras revelaciones ni escandalosos secretos en la colorida pero predecible vida del dignatario. Durante su presidencia mucha gente aplaudió su sencillo estilo y accesible actitud , pero esos mismos elementos hacen demasiado blando el relato de su vida y obra. Quizás sus intenciones fueron buenas... tal vez hizo su mejor esfuerzo por cubrir los requerimientos de un trabajo para el que no estaba preparado... francamente ya no me importa.
Lo cual me lleva al principal obstáculo que enfrenta la película W., y que no puede atribuírsele intrínsecamente a ella, sino a su tardío estreno (al menos en mi país): ya perdió relevancia. Quizás durante su estreno en los Estados Unidos, allá por el otoño del 2008 y un mes antes de las elecciones, aún parecía interesante saber de dónde había salido este controversial presidente. Pero seis meses después, con su influencia diluyéndose como un desagradable sueño que se olvida al despertar, se siente hueco e innecesario este puntilloso examen de su ascenso, errores y aciertos. De hecho, ni siquiera encuentro la energía de meterme a Wikipedia para confirmar la integridad histórica de la película. Siempre he dicho que Hollywood es un pésimo historiador, pero en este caso me es indiferente su veracidad o imprecisión. Advertencia: alguien decidió asignarle a la película en México el absurdo título "Hijo de... Bush", quizás sugiriendo una parodia del ex-presidente, pero la película es totalmente seria; no sé si esa dudosa estrategia fue un torpe intento de humor, o un vil engaño para atraer más público.
Lo único que encontré sobresaliente y marginalmente recomendable en W. fue su prodigioso elenco. Josh Brolin ofrece una perfecta intepretación de George W. Bush (aunque me sigue gustando más la de Will Ferrell), pero de ningún modo es el único que merece aplauso. La lista es enorme, pero me limitaré a señalar a Jeffrey Wright (como Colin Powell), Thandie Newton (como Condoleezza Rice), Bruce McGill (como George Tenet), Scott Glenn (como Donald Rumsfeld), James Cromwell (como George Bush) y un tremendo Richard Dreyfuss como el más misterioso Dick Cheney (creo que me hubiera interesado más una biografía de ese aspirante a dictador... oh, un momento... ya la hicieron). Por cierto, una nota adicional e inapropiada: lo más memorable de W. fue encontrar perturbadoramente sexy a Laura Bush, gracias al encanto de Elizabeth Banks, quien la interpreta como una sencilla chica sureña atrapada en el torbellino de una complicada vida que excedió sus modestas ambiciones de clase media.
En general me gusta la obra de Oliver Stone, y tengo algunas de sus películas entre mis favoritas (JFK, The Doors, Natural Born Killers), pero con el paso del tiempo parece haber perdido su previa visión y audacia. Sus más recientes obras, competente realizadas y sobriamente dirigidas, parecen el producto de alguien completamente distinto, y W. encaja en esa categoría. Bien dirigida, bien filmada, bien actuada, pero carente de estilo y energía, W. nos pide atención sin ofrecer algo sustancioso a cambio. Supongo que por sus valores narrativos intrínsecos merece una tímida recomendación... pero en el contexto actual, creo que puede omitirse sin problema alguno. De hecho, me parece más recomendable la incomprendida comedia televisiva That's My Bush (de los creadores de South Park). Por debajo de su vulgar e irreverente humor, criticó inteligentemente las políticas de George W. Bush (y los clichés del sitcom norteamericano) con menos pretensión... y más Laura Bush.
Calificación: 7
A mi también me gusta la obra pasada de Oliver Stone (excepto esa porquería de Asesinos por Naturaleza), pero siento que su estilo está decayendo, y creo que esta película llega un poco tarde. De cualquier forma es muy interesante si aún muestra señales de vida.
ResponderBorrarTe mando muchos saludos Pablo, cuidate mucho.
Es curioso que esta película no se haya estrenado el año pasado en mi país, tomando en cuenta la clase de tipo el que nos gobierna, y lo fantástico que se la ha pasado por aquí Mr. Stone de manos del gobierno.
ResponderBorrarQue este señor no tenga ya la garra de tiempos pasados seguramente se deberá a que se ha convertido en el individuo convencional que, seguramente, nunca deseó ser (y es que la vejez actúa a veces de modos muy extraños). O tal vez como dice Edwin, que ya su estilo no tiene la frescura de antes.
Es interesante notar su actual tendencia y predilección a fijar su cámara en gobernantes todo poderosos y cuestionados, como Fidel Castro en esas apologénicas entrevistas para HBO, interrumpidas ya ni me acuerdo por qué; y además supongo que se habrá sentido muy decepcionado, quizá más que Chávez, en no poder filmar - como quien hace un reportaje gubernamental- aquel intento de liberación de prisioneros de la FARC (que casi les costó el ridículo universal). De Alejandro Magno, pese a que celebro su muy cuidada puesta en escena histórica (¡por fin una falange macedónica real!, como en TotalWars), me pareció la metáfora de los ocultos deseos actuales de Stone: la revolución mundial tiene que ser dirigida por un individuo providencial; tal vez amoral y no muy bien de sus cabales... ¡Pero qué diablos importa con tal que sea providencial! Puro izquierdismo borbónico, vaya.
No me malinterpreten, me encanta todavía el cine de antes del amigo Stone (excepto Platoon), pero no podía dejarle pasar esta, ya que por lo que dices, Pablo, que uno de los más agudos críticos de la sociedad y política estadounidense se haya convertido en lo que los argentinos llaman un "verdadero plomazo", es verdaderamente desesperanzador; sobre todo por lo que le toca a uno: ¿cómo cambiará mi independiente mente de idealista cuando tenga más de sesenta años?
Mis disculpas por esta disquisiones innecesarias. Un gran abrazo, Pablo.
Parece que luego de vietnam el señor Stone no tiene mucho que decir o criticar, pero confio en que solo sea un bache pasajero y en los proximos años vuelva a hacer los filmes fuertes y analiticos que lo han hecho famoso, eso si, tanto esta como sus otras peliculas se deben seguir viendo porque siempre habra calidad en su cine, a diferencia de otros productos de hollywood.
ResponderBorrarEdwin: Creo que será muy importante la siguiente película de Oliver Stone (supuestamente la secuela de "Wall Street") para evaluar su futuro... veremos qué pasa. Igualmente muchos saludos y gracias.
ResponderBorrar@lfredo: Muchas gracias por esa interesante perspectiva sobre este cineasta. Creo que Stone tuvo miedo de encasillarse en el cine más subversivo (estilo JFK), pues desde "Nixon" parecía ya haber controlado su exuberancia, quizás para parecer más maduro y capaz de hacer cosas menos reaccionarias. La verdad me gustaba más el Stone frenético y fuera de control... pero quizás su carrera no hubiera prosperado en esa línea. En fin, ojalá encuentre un sano balance en el futuro. Como le comenté a Edwin, creo que su próxima cinta (supuestamente "Money Never Sleeps") dirá mucho al respecto. Muchos saludos y un abrazo.
Vick: Pues sí... esperemos que no haya caducado aún uno de los más notables cineastas de los noventas. Ojalá pronto le llegue su "segundo aire" ;-) Saludos y gracias.