Durante mucho tiempo considerada como una de las peores películas en la historia del cine, The Green Slime recuperó un poco de dignidad gracias al raro LaserDisc (¿recuerdan ese extinto formato?) editado en Japón a principios de los noventas, que finalmente hizo accesible esta legendaria "mala película" a los estudiosos del género que confirmaron su indiscutible mediocridad... pero también descubrieron sus inesperadas virtudes.
Sobra decir que mi reacción fue todavía más "positiva". Cuando por fin pude ver esta escurridiza película (en un semi-legal DVD adquirido en una convención de Star Trek) esperaba una épica experiencia de absoluta desolación que al menos me dejaría tan pasmado como Manos: The Hands of Fate. Para mi gran sorpresa, terminé bastante entretenido gracias a su sólido argumento, entusiastas actuaciones y clara estructura. Cierto, sus efectos especiales son incomprensiblemente malos, pero en el estado de ánimo correcto hasta esa debilidad contribuye a hacer la experiencia más divertida.
El argumento comienza con una clásica situación en el cine de ciencia ficción: un asteroide (llamado "Flora") está en trayectoria directa hacia la Tierra, y el Centro Espacial de las Naciones Unidas recluta al retirado Comandante Jack Rankin (Robert Horton) como líder de la audaz expedición que lo destruirá con explosivos, aterrizando en él antes de que colisione con nuestro planeta. Una vez confirmada su participación, Rankin y su equipo se trasladan a la estación espacial Gamma 3, de donde partirá su cohete hacia el asteroide. Pero en la estación lo espera un conflicto de naturaleza personal; el Comandante Vince Elliot (Richard Jaeckel) está a cargo de la base, y su rivalidad profesional con Rankin causa inmediatos conflictos... que sólo empeoran cuando se revela que la Dra. Lisa Benson (Luciana Paluzzi), ex-pareja de Rankin, está a punto de casarse con Elliot.
Sin embargo, el drama romántico debe esperar, pues está en juego el destino de la Tierra. Rankin aterriza exitosamente en el asteroide Flora, y junto con su equipo descubren inesperadas manifestaciones de vida, incluyendo una extraña sustancia verde que parece pulsar con latente inteligencia. Los científicos desean tomar muestras para posterior análisis, pero Rankin se opone, ya que no están equipados para recolectar especímenes orgánicos. Su misión es detonar el planetoide, y proceden a hacer lo propio... pero no antes de que unas moléculas de la sustancia verde hayan quedado accidentalmente adheridas a un traje espacial.
Por lo demás, la misión es un éxito, y cuando Rankin regresa victorioso a Gamma 3 se hace una fiesta a-go-go donde Lisa cuestiona sus sentimientos hacia los dos comandantes. Sin embargo, los problemas apenas comienzan, pues la pequeña mancha verde empieza a crecer con extraordinaria rapidez y, tomando material genético del traje espacial, se desarrolla hasta convertirse en un horrendo monstruo bípedo con tentáculos y un gran ojo rojo en mitad de su fálico cuerpo. Elliot y Rankin enfrentan a la criatura cuando investigan la misteriosa muerte de dos tripulantes, y al atacarla se dan cuenta de que sus armas de energía están alimentando al extraño ser y promoviendo su reproducción. Para evitarlo proceden a cortar todas las fuentes de energía en la base... demasiado tarde, pues al poco tiempo Gamma 3 está infestada de monstruos que buscan desesperadamente nuevas fuentes de sustento, incluyendo algunos desafortunados tripulantes que tratan de oponerse a la invasión. Viendo la situación fuera de control, Rankin propone evacuar la estación espacial, sacrificando a los trabajadores heridos, pero Elliot se opone violentamente, prefiriendo contener a las criaturas en un cuadrante de la nave mientras encuentran una solución más humana. Sin embargo los implacables monstruos escapan todas las trampas y evaden los ataques humanos, haciendo evidente que Rankin tenía razón... hay que evacuar la base y dirigirla hacia la Tierra con el fin de incinerar a los monstruos cuando ingrese a la atmósfera. Pero quizás sea imposible realizar el plan, pues las criaturas se han extendido hasta el exterior, controlando las antenas direccionales e impidiendo el manejo de la estación. Parece que antes de tomar control de Gamma 3 hará falta más combate personal contra las verdes y eléctricas criaturas extraterrestres...
Gran parte del encanto de The Green Slime es su multicultural equipo de producción. Realizada en Japón por cineastas de ese país, pero con un elenco norteamericano y europeo, el "sabor" de la película es indescriptible, combinando el inocente entusiasmo del cine "kaiju" con los esquemas narrativos y estoicos héroes del Hollywood de los sesentas. Afortunadamente el guión cae en el lado positivo de esa ecuación, evitando la confusión y difusa estructura de similares cintas japonesas, como The H-Man, War in Space y Message From Space (del mismo director). Desafortunadamente lo que sí comparte con ese sub-género es la bajísima calidad de los efectos especiales, lo cual ha definitivamente afectado el modo como The Green Slime ha sido percibida por las nuevas generaciones.
Para empezar, tenemos las usuales miniaturas de la estación espacial y demás vehículos interplanetarios. Lejos de ofrecer el mismo nivel de celo artesanal que vemos en los modelos de Godzilla y demás cintas sobre monstruos gigantes, las miniaturas de The Green Slime carecen de todo detalle y realismo, haciendo evidente su origen como variadas partes plásticas usadas sin ingenio ni atención a su función narrativa. Por si eso fuera poco, tenemos también los peores efectos ópticos que he visto en una cinta japonesa... lo cual es decir bastante. El mediocre trabajo de "green screen" y los "rayos láser" emitidos por las frágiles armas revelan no sólo escasos recursos monetarios, sino poco interés por superar esa limitación con ingenio y creatividad.
Pero lo peor deben ser los monstruos... simples cilindros de goma rugosa, con un ojo rojo y largos tentáculos que se agitan alegremente mientras las criaturas emiten su característico (e irritante) chillido de batalla. No tenemos la suerte de ver el cierre metálico de los trajes, pero hay abundantes instancias de los delgados cables que controlan dichos tentáculos. La imagen de varios aguerridos soldados luchando contra "amenazadores" monstruos que apenas pueden moverse es capaz de sabotear la película entera, opacando sus sutiles virtudes y sellando el destino de esta humilde película en los ojos del menos indulgente público.
Sirva este artículo entonces como sincera apología escrita por uno de esos (excesivamente) indulgentes espectadores que lograron encontrar migajas de entretenimiento entre las vastas pifias de The Green Slime. No puedo defenderla desde el punto de vista técnico, y menos aún puedo enarbolar alguna profunda interpretación de su simple pero bien armada historia (aunque puede provocar cierta curiosidad saber que su director, Kinji Fukusaku, sería famoso décadas después por... ¡Battle Royale y su secuela!). Simplemente puedo decir que más allá de sus ridículos efectos, su bizarra música (la canción inicial está en el mismo excelso nivel que "Beware of the Blob") y sus acartonadas actuaciones, hay una amena historia con situaciones y temas reconocibles y válidos cuarenta años después de su modesto estreno. Entre las películas "tan malas que son buenas", considero The Green Slime como uno de los mejores exponentes, y estimo que merece igual aprecio y respeto que cintas como Plan 9 From Outer Space, Robot Monster y la mencionada Manos: The Hands of Fate, pues su mala fama obstruye un más honesto examen de su genuino valor como entretenimiento fílmico libre de pretensión y abundante en encanto. En resumen, The Green Slime me gusta más que Transformers.
Calificación: 8
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