Como he escrito en más de una ocasión, la sátira es la forma de la comedia que más me gusta, siempre y cuando tenga algo interesante que decir y lo haga con ingenio. Lamentablemente en años recientes esa difícil disciplina ha sido coartada por imbéciles (o genios) para realizar algunas de las más intolerables películas "cómicas" del nuevo siglo, como Date Movie, Epic Movie y Meet the Spartans. Pero eso no debe descorazonarnos, pues siempre existirán películas como Hamlet 2 para recordarnos que, en las manos correctas, la sátira puede llegar mucho más allá de producir una risa fácil, señalando lo obvio de manera original, e iluminándonos sobre las debilidades de personas e instituciones.
Esta hilarante (aunque no perfecta) película se burla principalmente de un género fílmico que siempre ha existido, pero que por alguna razón parece haber prosperado en las últimas décadas: el "maestro inspirador" que encuentra un novedoso modo de estimular el intelecto, amor propio y desarrollo personal en sus apáticos alumnos. Pero el feroz libreto no se detiene ahí, ya que su mirada crítica también toca tangencialmente muchos otros fenómenos comunes en la cultura popular, la política y (¿cómo podía faltar?) la religión.
Al principio de la película conocemos al actor frustrado Dana Marschz (Steve Coogan) a través de hilarantes viñetas que nos muestran su patética carrera, que parece haber terminado como profesor de teatro en una sencilla escuela preparatoria en Tucson, Arizona. Las obras estudiantiles que monta (usualmente basadas en populares películas) son siempre mal recibidas por su reducido e indiferente público, de modo que cuando la escuela sufre recortes económicos, se decide cancelar la clase de teatro para el siguiente año escolar. Pero, un momento... si Marschz logra crear y montar una última obra realmente exitosa, tal vez haya esperanza para rescatar su clase... por no mencionar su herido orgullo artístico. Y así, contra el sentido común y las críticas de muchas personas, el energético actor/director decide escribir la segunda parte de Hamlet, para continuar (en forma de musical, por si fuera poco) la historia que hizo famosa un cierto escritor llamado Shakespeare.
El excelente comediante Steve Coogan no ha encontrado mucha popularidad fuera de su nativa Inglaterra (Hollywood sólo ha desperdiciado su talento dándole minúsculos papeles secundarios en cintas como Tropic Thunder y la odiosa Night at the Museum), y aunque Hamlet 2 probablemente sea su mejor película norteamericana, dudo que logre elevar el perfil de Coogan, debido al controversial material que exhibe y a la reducida exposición que ha gozado esta ignorada cinta. Aún así, su desempeño es brillante, sobreactuando en la medida exacta para dar vida a un personaje a la vez frívolo y trágico que no se ve limitado por su falta de talento, sino todo lo contrario. En el elenco secundario tenemos a la siempre notable Catherine Keener (aunque su rol sea un poco simple e ingrato), a Skylar Astin como el más entusiasta estudiante del mediocre maestro, y a la guapa Elisabeth Shue en un inesperado e ingenioso papel.
Pero, como dije, la película decepciona en varios aspectos. Escena por escena Hamlet 2 resulta muy divertida e incisiva, pero después de hora y media resulta obvio que la narrativa nunca tuvo un enfoque definido, y lo que comienza como la redención de un artista frustrado termina como un simpático pero confuso manifiesto en pro de las libertades civiles, la tolerancia... o alguna otra causa que, por noble que sea, no excusa el extravío del libreto en su segunda mitad, ni el conveniente y abrupto final. Peor aún, cuando finalmente vemos la controversial y escandalosa obra de teatro que impulsa la trama, no resulta particularmente controversial o escandalosa, sino sólo un poco irreverente (claro que esa percepción podría variar según la devoción religiosa de cada espectador, por no mencionar su sentido del humor). Pero incluso con esas fallas creo que justifica una recomendación, tanto por aprovechar finalmente el talento humorístico de Steve Coogan, como por satirizar varios aspectos de la cultura popular que sin duda lo merecen. En resumen, cumple su función satírica aunque falle un poco en su labor narrativa. Pero con suerte los cineastas aprendan de sus errores y no teman corregirlos en Hamlet 3.0
Calificación: 8
miércoles, 31 de diciembre de 2008
lunes, 29 de diciembre de 2008
Resident Evil: Degeneration
Tal vez decepcionado por las tres películas de acción viva basadas en el videojuego Resident Evil que realizó la productora Constantin Films, el estudio Capcom finalmente decidió hacer su propia versión, esta vez usando animación digital y ubicando la historia en el mismo universo que los juegos, de modo que podemos considerar Resident Evil: Degeneration como una película "paralela" a las otras 3, y no una continuación directa de Resident Evil: Extinction (por cierto, la única que me gustó de las tres filmadas con actores reales). Pero, más allá de eso, resulta una adecuada cinta de acción y suspenso con algunas excelentes imágenes, abundantes fallas y las actuaciones más acartonadas que he visto desde Final Fantasy: The Spirits Within.
Nunca fui realmente aficionado al original videojuego Resident Evil ni sus numerosas secuelas; el tema me parece fantástico... básicamente una versión interactiva de las cintas de George A. Romero, aderezadas con conspiraciones corporativas y enormes monstruos. Pero los torpes controles y el espantoso manejo de cámara representaron obstáculos insorteables para disfrutar la experiencia (tal vez porque desde entonces yo estaba totalmente acostumbrado a la más libre mecánica de los "First Person Shooters"). Por ello desconozco el desarrollo que ha seguido la mitología de la saga en años recientes. Aún así, encontré la historia de Resident Evil: Degeneration bastante accesible, y no me molestó la poca familiaridad que tenía con muchos de sus personajes. Esto no quiere decir que la historia esté bien escrita... por el contrario, sus "misterios" y débiles esfuerzos dramáticos resultan tan genéricos y predecibles que no logran producir suspenso, aunque al menos hacen más fácil la instantánea asimilación de la historia, los personajes y sus motivaciones.
Dicha historia se desarrolla un tiempo después de la explosión nuclear que devastó Racoon City. En ese futuro "post-zombie" la empresa farmacéutica WilPharma pretende resolver el problema iniciado por la corporación Umbrella, creando un antídoto para la infección de zombies. Pero ciertas facciones dentro y fuera de la compañía quieren manejar la situación de diferente manera, y así encontramos a Claire Redfield (voz de Alyson Court), Leon Kennedy (voz de Paul Mercier) y Angela Miller (voz de Laura Bailey), enfrentando una nueva epidemia de zombies en distintas locaciones (por no mencionar otros peligros, desde traiciones hasta un impresionante "final boss"), al mismo tiempo que intentan encontrar y revelar a los arquitectos de la nueva conspiración que amenaza al mundo.
Como dije, la trama no es muy novedosa, pero al menos sirve como punto de partida para elaborar varias impresionantes secuencias de acción, desde el principio ubicado en un aeropuerto, hasta la conclusión en las oficinas de WilPharma. Su punto más débil (desde el aspecto narrativo) es la pobre implementación de drama familiar y los torpes diálogos, que en boca de los aletargados actores de voz resultan blandos y carentes de emoción... lo cual también describe las expresiones faciales de los actores sintéticos. La animación en general es muy irregular; algunos personajes emplean "motion capture" y se ven muy bien, pero también acentúan la rigidez y torpeza de los que están animados a mano. Sin embargo, el principal problema es que las caras no transmiten emoción alguna, y están al mismo nivel expresivo que las que vimos en Final Fantasy: The Spirits Within... ¡hace casi nueve años! Aunque, para ser justos, esa deficiencia se convierte en atributo cuando se aplica a los zombies...
De cualquier modo es una pena pues, por lo demás, Resident Evil: Degeneration ofrece asombrosos escenarios digitales y muy competentes efectos especiales (aunque, al igual que ocurrió con las cintas de acción viva, me decepciona que no haya sido mucho más sangrienta). De hecho, creo que Capcom hubiera tenido mejores resultados empleando actores reales con fondos virtuales, al estilo de Sin City y 300. Quizás hubiera sido un proceso más costoso, pero la mera adición de rostros humanos hubiera dado más vida y emoción a una película que se siente ahora inconsecuente y estéril. Sin embargo, aún con esa larga lista de deficiencias, creo que Resident Evil: Degeneration me gustó más que Resident Evil y Resident Evil: Apocalypse... lo cual no necesariamente significa que sea una gran película, sino que las dos primeras de la serie me parecieron horribles. Como sea, es un interesante experimento que sólo podría recomendar a estudiosos de la animación digital (para que admiren los aciertos visuales de la cinta y aprendan de sus defectos) y a fanáticos de la saga Resident Evil, que seguramente serán más indulgentes con la mediocre narrativa de la película. En lo que a mi respecta, me entretuvo y me inspiró a comprar de inmediato un videojuego donde puedo exterminar zombies... el problema es que no fue uno de la serie Resident Evil, sino Left 4 Dead, del estudio Valve. Pero bueno... lo que importa es que despertó nuevamente mi entusiasmo por zombies digitales. Calificación: 6.5
Nunca fui realmente aficionado al original videojuego Resident Evil ni sus numerosas secuelas; el tema me parece fantástico... básicamente una versión interactiva de las cintas de George A. Romero, aderezadas con conspiraciones corporativas y enormes monstruos. Pero los torpes controles y el espantoso manejo de cámara representaron obstáculos insorteables para disfrutar la experiencia (tal vez porque desde entonces yo estaba totalmente acostumbrado a la más libre mecánica de los "First Person Shooters"). Por ello desconozco el desarrollo que ha seguido la mitología de la saga en años recientes. Aún así, encontré la historia de Resident Evil: Degeneration bastante accesible, y no me molestó la poca familiaridad que tenía con muchos de sus personajes. Esto no quiere decir que la historia esté bien escrita... por el contrario, sus "misterios" y débiles esfuerzos dramáticos resultan tan genéricos y predecibles que no logran producir suspenso, aunque al menos hacen más fácil la instantánea asimilación de la historia, los personajes y sus motivaciones.
Dicha historia se desarrolla un tiempo después de la explosión nuclear que devastó Racoon City. En ese futuro "post-zombie" la empresa farmacéutica WilPharma pretende resolver el problema iniciado por la corporación Umbrella, creando un antídoto para la infección de zombies. Pero ciertas facciones dentro y fuera de la compañía quieren manejar la situación de diferente manera, y así encontramos a Claire Redfield (voz de Alyson Court), Leon Kennedy (voz de Paul Mercier) y Angela Miller (voz de Laura Bailey), enfrentando una nueva epidemia de zombies en distintas locaciones (por no mencionar otros peligros, desde traiciones hasta un impresionante "final boss"), al mismo tiempo que intentan encontrar y revelar a los arquitectos de la nueva conspiración que amenaza al mundo.
Como dije, la trama no es muy novedosa, pero al menos sirve como punto de partida para elaborar varias impresionantes secuencias de acción, desde el principio ubicado en un aeropuerto, hasta la conclusión en las oficinas de WilPharma. Su punto más débil (desde el aspecto narrativo) es la pobre implementación de drama familiar y los torpes diálogos, que en boca de los aletargados actores de voz resultan blandos y carentes de emoción... lo cual también describe las expresiones faciales de los actores sintéticos. La animación en general es muy irregular; algunos personajes emplean "motion capture" y se ven muy bien, pero también acentúan la rigidez y torpeza de los que están animados a mano. Sin embargo, el principal problema es que las caras no transmiten emoción alguna, y están al mismo nivel expresivo que las que vimos en Final Fantasy: The Spirits Within... ¡hace casi nueve años! Aunque, para ser justos, esa deficiencia se convierte en atributo cuando se aplica a los zombies...
De cualquier modo es una pena pues, por lo demás, Resident Evil: Degeneration ofrece asombrosos escenarios digitales y muy competentes efectos especiales (aunque, al igual que ocurrió con las cintas de acción viva, me decepciona que no haya sido mucho más sangrienta). De hecho, creo que Capcom hubiera tenido mejores resultados empleando actores reales con fondos virtuales, al estilo de Sin City y 300. Quizás hubiera sido un proceso más costoso, pero la mera adición de rostros humanos hubiera dado más vida y emoción a una película que se siente ahora inconsecuente y estéril. Sin embargo, aún con esa larga lista de deficiencias, creo que Resident Evil: Degeneration me gustó más que Resident Evil y Resident Evil: Apocalypse... lo cual no necesariamente significa que sea una gran película, sino que las dos primeras de la serie me parecieron horribles. Como sea, es un interesante experimento que sólo podría recomendar a estudiosos de la animación digital (para que admiren los aciertos visuales de la cinta y aprendan de sus defectos) y a fanáticos de la saga Resident Evil, que seguramente serán más indulgentes con la mediocre narrativa de la película. En lo que a mi respecta, me entretuvo y me inspiró a comprar de inmediato un videojuego donde puedo exterminar zombies... el problema es que no fue uno de la serie Resident Evil, sino Left 4 Dead, del estudio Valve. Pero bueno... lo que importa es que despertó nuevamente mi entusiasmo por zombies digitales. Calificación: 6.5
domingo, 28 de diciembre de 2008
Australia
Desde los primeros minutos de los muchos que abarca la película Australia, el director Baz Luhrmann trata de hacernos creer que el tema central será el de las "generaciones robadas", un vergonzoso pasaje en la historia de aquel país, mucho mejor retratado en la excelente cinta Rabbit Proof Fence (2002). Pero media hora después queda claro que la auténtica intención de Luhrmann fue realizar su propio Titanic (con aderezos de Gone With the Wind y The Wizard of Oz), empleando las mismas herramientas que hicieron de esa la película más taquillera de la historia: un cansado "romance prohibido" entre extremos que se atraen, enmarcado por un auténtico drama histórico, con humor basado en el choque de culturas y repleto de épicas imágenes... que a fin de cuentas no logran disimular la simpleza de la trama, ni la puerilidad de sus personajes.
La película se desarrolla justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial y, como puede suponerse, gira en torno al floreciente romance entre la fría y refinada Lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) y Drover (Hugh Jackman) un rudo pero sensible vaquero australiano que trata de ayudarla en el manejo del rancho ganadero que la aristocrática dama británica heredó recientemente en ese país, y que está en peligro de ser usurpado por típicos villanos de western. Pero eso no basta para llenar tres horas de película, así que también tenemos la mencionada historia paralela sobre la reubicación de niños aborígenes y su "educación" a manos de los blancos. Y, por el mismo precio, también presenciamos el ataque japonés sobre la región de Darwin (similar en intención y devastación al de Pearl Harbor), que se mantiene como el mayor ataque bélico sobre Australia. Pero cuando el Titanic choca contra un iceberg, la pareja deberá... no, perdón. Me confunden fácilmente estos vastos y vacuos espectáculos fílmicos.
Nicole Kidman y Hugh Jackman son muy buenos actores que brillan cuando trabajan con un buen libreto y bajo la dirección de un sólido director que sabe lo que quiere. Desafortunadamente esta vez no tuvieron suerte, pues la historia va de un lado a otro, tratando de abarcar demasiado, avanzando a empujones y de vez en cuando tratando de generar emoción con pobremente implementadas escenas de tragedia, drama o romance. No me malinterpreten... el previo trabajo del director Baz Luhrmann me gustó mucho (desde la humilde y simpática Strictly Ballroom hasta la energética y vistosa Moulin Rouge, sin olvidar su innovadora interpretación de Romeo + Juliet). Sin embargo, creo que en esta ocasión su ambición llegó demasiado lejos al mismo tiempo que traicionó su estilo, aspirando a una obra épica e impersonal, cuando su obvio talento resulta más apropiado para historias íntimas, intensas y decoradas con una brillante patina de fantasía y abigarrado estilo visual. En otras palabras, exactamente lo contrario de lo que resultó ser su más reciente película.
Aún así se pueden encontrar muchos puntos positivos en Australia. El más obvio es la cinematografía, que nos regala extraordinarias vistas del "outback", en igual medida romántico e idealizado, pero también agreste y peligroso para quien no sepa respetarlo. El diseño de producción muestra impresionante atención a los detalles y se abstiene de glamorizar excesivamente la vida en la planicie. Los efectos especiales son espectaculares y muy realistas, tanto por su calidad intrínseca como por el sobrio estilo con el que se presentan... afortunadamente no hay lugar para las ridículas acrobacias cinematográficas de un Michael Bay o un Tony Scott. Y, finalmente, algunos momentos centrados en los aborígenes australianos resultaron un poco más honestos y creíbles que el cansado romance principal (no así la secuencia de la estampida, que pretende ser mística y mágica, pero resulta ridícula).
Quizás condensada en noventa minutos Australia podría haber sido una regular cinta romántica con un interesante trasfondo histórico; pero con casi tres horas de duración parece una pesada experiencia de mínimo significado y repleta de inútil relleno. Como dije, Rabit Proof Fence trata con seriedad y respeto el mismo tema de las generaciones robadas; cintas como Picnic at Hanging Rock, Wolf Creek y Rogue muestran también algunas de las más impresionantes imágenes del paisaje australiano que he visto; y para romances entre un hombre y mujer de distintas posiciones sociales... escojan el que quieran, que hay decenas de ellos. Por eso no puedo recomendar Australia, excepto para aquellas personas que prefieran la ilusión de grandiosidad narrativa y visual que un gran presupuesto puede comprar, aunque no esté respaldado por emociones o peso narrativo que idealmente debería existir. Y también la recomiendo para quienes sintieron que Titanic terminó justo cuando la historia se estaba poniendo buena.
Calificación: 6
La película se desarrolla justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial y, como puede suponerse, gira en torno al floreciente romance entre la fría y refinada Lady Sarah Ashley (Nicole Kidman) y Drover (Hugh Jackman) un rudo pero sensible vaquero australiano que trata de ayudarla en el manejo del rancho ganadero que la aristocrática dama británica heredó recientemente en ese país, y que está en peligro de ser usurpado por típicos villanos de western. Pero eso no basta para llenar tres horas de película, así que también tenemos la mencionada historia paralela sobre la reubicación de niños aborígenes y su "educación" a manos de los blancos. Y, por el mismo precio, también presenciamos el ataque japonés sobre la región de Darwin (similar en intención y devastación al de Pearl Harbor), que se mantiene como el mayor ataque bélico sobre Australia. Pero cuando el Titanic choca contra un iceberg, la pareja deberá... no, perdón. Me confunden fácilmente estos vastos y vacuos espectáculos fílmicos.
Nicole Kidman y Hugh Jackman son muy buenos actores que brillan cuando trabajan con un buen libreto y bajo la dirección de un sólido director que sabe lo que quiere. Desafortunadamente esta vez no tuvieron suerte, pues la historia va de un lado a otro, tratando de abarcar demasiado, avanzando a empujones y de vez en cuando tratando de generar emoción con pobremente implementadas escenas de tragedia, drama o romance. No me malinterpreten... el previo trabajo del director Baz Luhrmann me gustó mucho (desde la humilde y simpática Strictly Ballroom hasta la energética y vistosa Moulin Rouge, sin olvidar su innovadora interpretación de Romeo + Juliet). Sin embargo, creo que en esta ocasión su ambición llegó demasiado lejos al mismo tiempo que traicionó su estilo, aspirando a una obra épica e impersonal, cuando su obvio talento resulta más apropiado para historias íntimas, intensas y decoradas con una brillante patina de fantasía y abigarrado estilo visual. En otras palabras, exactamente lo contrario de lo que resultó ser su más reciente película.
Aún así se pueden encontrar muchos puntos positivos en Australia. El más obvio es la cinematografía, que nos regala extraordinarias vistas del "outback", en igual medida romántico e idealizado, pero también agreste y peligroso para quien no sepa respetarlo. El diseño de producción muestra impresionante atención a los detalles y se abstiene de glamorizar excesivamente la vida en la planicie. Los efectos especiales son espectaculares y muy realistas, tanto por su calidad intrínseca como por el sobrio estilo con el que se presentan... afortunadamente no hay lugar para las ridículas acrobacias cinematográficas de un Michael Bay o un Tony Scott. Y, finalmente, algunos momentos centrados en los aborígenes australianos resultaron un poco más honestos y creíbles que el cansado romance principal (no así la secuencia de la estampida, que pretende ser mística y mágica, pero resulta ridícula).
Quizás condensada en noventa minutos Australia podría haber sido una regular cinta romántica con un interesante trasfondo histórico; pero con casi tres horas de duración parece una pesada experiencia de mínimo significado y repleta de inútil relleno. Como dije, Rabit Proof Fence trata con seriedad y respeto el mismo tema de las generaciones robadas; cintas como Picnic at Hanging Rock, Wolf Creek y Rogue muestran también algunas de las más impresionantes imágenes del paisaje australiano que he visto; y para romances entre un hombre y mujer de distintas posiciones sociales... escojan el que quieran, que hay decenas de ellos. Por eso no puedo recomendar Australia, excepto para aquellas personas que prefieran la ilusión de grandiosidad narrativa y visual que un gran presupuesto puede comprar, aunque no esté respaldado por emociones o peso narrativo que idealmente debería existir. Y también la recomiendo para quienes sintieron que Titanic terminó justo cuando la historia se estaba poniendo buena.
Calificación: 6
sábado, 27 de diciembre de 2008
Despereaux: Un Pequeño Gran Héroe (The Tale of Despereaux)
Framestore, el estudio europeo de animación y efectos especiales que ha creado espectaculares imágenes para todo tipo de proyectos (desde la fastuosa película The Golden Compass -por la que ganó un Óscar-, hasta su más modesto pero igualmente impresionante trabajo en la serie de televisión Primeval), decidió finalmente aplicar sus considerables recursos (tanto técnicos como humanos) para realizar su propia película animada. Y así tenemos ahora Despereaux: Un Pequeño Gran Héroe, basada en un popular libro infantil... donde probablemente la historia resultaba más consistente y entretenida.
El epónimo Despereaux (voz de Matthew Broderick) es un minúsculo ratón que no logra adaptarse a las normas de su sociedad; sus padres y maestros están preocupados por su desarrollo; sus compañeros se burlan de sus excentricidades; y cuando debería estar aprendiendo todo lo necesario para sobrevivir entre los humanos, el pequeño ratón prefiere leer libros (en vez de comérselos). Pero sus conocimientos sobre caballeros y cuentos de hadas resultan inesperadamente útiles cuando es expulsado de su comunidad, y obligado a vivir en el menos acogedor mundo de las ratas. Simultáneamente seguimos las peripecias de la rata Roscuro (voz de Dustin Hoffman emulando su papel de Ratso Rizzo... ja ja), acusado de haber asesinado a la reina de los humanos, lo cual provocó la prohibición de ratas en el reino. Y también al mismo tiempo examinamos la vida de la Princesa Pea (voz de Emma Watson) y de su empleada Miggery (voz de Tracey Ullman), quien resiente la posición de la privilegiada pero melancólica princesa. Y además mezclados de algún modo están un genial chef y una criatura integrada por vegetales vivientes... o algo así.
¿Quedó claro? Como dije, Despereaux: Un Pequeño Gran Héroe está basada en un libro de Kate DiCamillo (quien tuvo más suerte con la adaptación de su cuento Because of Winn-Dixie), y me da la impresión de que los guionistas trataron de mantener en la película tantos elementos de la novela como fuera posible, sin importar que la relación entre ellos estuviera pobremente definida, al igual que la cadena de causas y consecuencias idealmente necesaria para dar coherencia a cualquier narrativa. O quizás el libro fue concebido como una serie de historias cortas independientes, que al ser arbitrariamente unidas perdieron identidad propia al integrarse en un deforme híbrido sin pies ni cabeza. Como sea, cuando finalmente se tratan de atar los cabos sueltos al final, ya había perdido interés en la trama, y me encontraba simplemente admirando la estética visual de la película.
A diferencia de los foto-realistas efectos realizados por Framestore que tanto he admirado, Despereaux: Un Pequeño Gran Héroe mantiene una apariencia más estilizada, que evoca las ilustraciones de clásicos libros infantiles... una mezcla de elegante y simpático diseño de personajes con colores e iluminación que recuerdan una técnica de pintura artística, mucho más atractiva e interesante que los ruidosos colores primarios de Open Season o Madagascar, pero sin llegar al casi perfecto realismo de Ratatouille. Las voces son también apropiadas, aunque ninguna muestra particular emoción, y al menos aprecio que no haya personajes con mucha "actitud", ni constantes referencias a cultura pop o fáciles chistes de humor escatológico.
Pero la ausencia de esos molestos clichés no hace la película automáticamente buena. Quizás un libreto más disciplinado (y coherente) hubiera logrado destilar los dispares conceptos y personajes en una trama mejor definida y más interesante, incluso sacrificando elementos del libro en la búsqueda de unificación dramática. No obstante, en su estado actual me es imposible recomendarla como una buena película infantil. Tal vez sea menos irritante que Madagascar: Back 2 Africa, pero por otro lado también resulta más cansada y hasta aburrida; entiendo que sus creadores hayan tratado de plasmar una historia más madura y menos frívola de las que se acostumbran en el género. Realmente aprecio el esfuerzo... pero de nada sirve cuando el libreto no funciona y además carece de energía. Mejor suerte para la próxima, Framestore... y mientras tanto por favor apresúrense con los efectos de la tercera temporada de Primeval.
Calificación: 6
El epónimo Despereaux (voz de Matthew Broderick) es un minúsculo ratón que no logra adaptarse a las normas de su sociedad; sus padres y maestros están preocupados por su desarrollo; sus compañeros se burlan de sus excentricidades; y cuando debería estar aprendiendo todo lo necesario para sobrevivir entre los humanos, el pequeño ratón prefiere leer libros (en vez de comérselos). Pero sus conocimientos sobre caballeros y cuentos de hadas resultan inesperadamente útiles cuando es expulsado de su comunidad, y obligado a vivir en el menos acogedor mundo de las ratas. Simultáneamente seguimos las peripecias de la rata Roscuro (voz de Dustin Hoffman emulando su papel de Ratso Rizzo... ja ja), acusado de haber asesinado a la reina de los humanos, lo cual provocó la prohibición de ratas en el reino. Y también al mismo tiempo examinamos la vida de la Princesa Pea (voz de Emma Watson) y de su empleada Miggery (voz de Tracey Ullman), quien resiente la posición de la privilegiada pero melancólica princesa. Y además mezclados de algún modo están un genial chef y una criatura integrada por vegetales vivientes... o algo así.
¿Quedó claro? Como dije, Despereaux: Un Pequeño Gran Héroe está basada en un libro de Kate DiCamillo (quien tuvo más suerte con la adaptación de su cuento Because of Winn-Dixie), y me da la impresión de que los guionistas trataron de mantener en la película tantos elementos de la novela como fuera posible, sin importar que la relación entre ellos estuviera pobremente definida, al igual que la cadena de causas y consecuencias idealmente necesaria para dar coherencia a cualquier narrativa. O quizás el libro fue concebido como una serie de historias cortas independientes, que al ser arbitrariamente unidas perdieron identidad propia al integrarse en un deforme híbrido sin pies ni cabeza. Como sea, cuando finalmente se tratan de atar los cabos sueltos al final, ya había perdido interés en la trama, y me encontraba simplemente admirando la estética visual de la película.
A diferencia de los foto-realistas efectos realizados por Framestore que tanto he admirado, Despereaux: Un Pequeño Gran Héroe mantiene una apariencia más estilizada, que evoca las ilustraciones de clásicos libros infantiles... una mezcla de elegante y simpático diseño de personajes con colores e iluminación que recuerdan una técnica de pintura artística, mucho más atractiva e interesante que los ruidosos colores primarios de Open Season o Madagascar, pero sin llegar al casi perfecto realismo de Ratatouille. Las voces son también apropiadas, aunque ninguna muestra particular emoción, y al menos aprecio que no haya personajes con mucha "actitud", ni constantes referencias a cultura pop o fáciles chistes de humor escatológico.
Pero la ausencia de esos molestos clichés no hace la película automáticamente buena. Quizás un libreto más disciplinado (y coherente) hubiera logrado destilar los dispares conceptos y personajes en una trama mejor definida y más interesante, incluso sacrificando elementos del libro en la búsqueda de unificación dramática. No obstante, en su estado actual me es imposible recomendarla como una buena película infantil. Tal vez sea menos irritante que Madagascar: Back 2 Africa, pero por otro lado también resulta más cansada y hasta aburrida; entiendo que sus creadores hayan tratado de plasmar una historia más madura y menos frívola de las que se acostumbran en el género. Realmente aprecio el esfuerzo... pero de nada sirve cuando el libreto no funciona y además carece de energía. Mejor suerte para la próxima, Framestore... y mientras tanto por favor apresúrense con los efectos de la tercera temporada de Primeval.
Calificación: 6
jueves, 25 de diciembre de 2008
20 Years After
En los últimos años han proliferado las películas con tema post-apocalíptico, y creo que hay dos razones para ello: la situación mundial se vuelve cada día más alarmante e impredecible, lo cual naturalmente inspira la especulación sobre cómo será la vida en los hipotéticos días después de que nuestra civilización se derrumbe bajo el peso de sus vicios y errores colectivos. La otra razón es meramente técnica: el fácil acceso a equipo de audio y video, junto con la edición y distribución digital, hace cada vez más viable la creación de baratas películas sobre el estéril mundo futuro repleto de peligros (traducción: cada vez más aspirantes a cineastas con más entusiasmo que talento reclutan a sus amigos y graban en horas libres una semi-improvisada épica aprovechando la vieja receta de ropa desgarrada, sangre artificial y una decrépita locación prestada por algún pariente).
20 Years After pudo haber sido una de esas genéricas películas, pues su manufactura es prácticamente casera con todo lo que ello implica... actuaciones a nivel amateur, graves inconsistencias en la dirección de arte, burdos efectos especiales y un irregular estilo visual que va desde lo insípido hasta lo bizarro. Sin embargo, es justo darle crédito por evadir bastantes clichés (empezando por los zombies) y por aspirar a lograr algo más profundo, realista y meditativo sobre el mundo del futuro, donde las amenazas mortales y la esperanza de vida no están en manos de imaginarios monstruos o icónicos héroes, sino de la simple interacción humana, tan difícil entonces como hoy.
Como nos avisa el título, la trama se desarrolla dos décadas después del colapso de la civilización (por razones vagamente explicadas, pero que incluyen todos los temores modernos, desde guerra nuclear hasta eco-desastres y mortales epidemias), y se centra en un grupo de sobrevivientes que comienzan la película separados, pero que eventualmente se organizan con un propósito común y loable: proteger a Sara (Azura Skye), la primera mujer embarazada tras muchos años de esterilidad generalizada, lo cual podría señalar el renacimiento de la humanidad... o su eventual extinción.
En vez de emplear un elenco de jóvenes tratando de parecer adultos o viceversa, 20 Years After luce un interesante ensamble de intérpretes que no siempre resultan buenos actores, pero que al menos aportan diversidad y balance a la película, lo cual contribuye a hacer más placentero su burdo desarrollo. Azura Skye resultará familiar para fans de Buffy, The Vampire Slayer, donde tuvo un par de memorables apariciones; Joshua Leonard, más conocido por su histérica interpretación en The Blair Witch Project, encarna a un fatalista locutor de radio cuyos filosóficos (y pretenciosos) monólogos forjan un tenue enlace entre los sobrevivientes dispersos por la región. Pero quizás el más notable actor sea el veterano teatral Reg E. Cathay, quien se mantiene como una impredecible variable en la historia gracias a su mesiánica actitud, ambiguos propósitos y misteriosas habilidades. Ahora que lo pienso, si quisiera exagerar un poco el análisis filosófico del guión, podría especular que cada personaje representa un aspecto de la humanidad, de modo que sus conflictos durante la historia emulan los mismos problemas que hoy vivimos, desde el simplista soñador con utópicas ideas imposibles de implementar, hasta el ególatra patán ciego a la futilidad de su desmedida ambición. Quizás estoy dándole demasiado crédito a la película, pero de algún modo sentí que detrás del lento ritmo e irregular guión había sólidos conceptos y un claro propósito... incluso si el resultado final no respalda por completo esa suposición.
Cierto, el argumento suena como una versión ultra-modesta de Children of Men, y sobra decir que 20 Years After no logra ni un ápice del impacto visceral e intelectual de aquella excelente cinta. Pero es justo señalar que, dentro de sus limitadas posibilidades, pretende igualmente ponernos a pensar mientras nos entretiene. Y aunque no siempre lo logra, debo respetar al equipo técnico y creativo por haberlo intentado. En el cine de bajo presupuesto podemos encontrar fracasos ridículos y fracasos interesantes y, aunque suene como un condescendiente halago, lo hago sinceramente: no puedo recomendar 20 Years After como una buena película, pero sí como un interesante experimento fallido que puede aportar importante experiencia y válidas ideas a otros cineastas con amigos, ropa desgarrada y una fábrica abandonada que les prestó el primo de su vecino... no hagan otra película de zombies, por favor... piensen en algo más creativo y ambicioso, aunque se arriesguen al fracaso. Como muchas veces he dicho, creo que es mejor fallar por intentar algo más allá de las limitaciones propias que por ni siquiera haberlo intentado.
Calificación: 6.5
20 Years After pudo haber sido una de esas genéricas películas, pues su manufactura es prácticamente casera con todo lo que ello implica... actuaciones a nivel amateur, graves inconsistencias en la dirección de arte, burdos efectos especiales y un irregular estilo visual que va desde lo insípido hasta lo bizarro. Sin embargo, es justo darle crédito por evadir bastantes clichés (empezando por los zombies) y por aspirar a lograr algo más profundo, realista y meditativo sobre el mundo del futuro, donde las amenazas mortales y la esperanza de vida no están en manos de imaginarios monstruos o icónicos héroes, sino de la simple interacción humana, tan difícil entonces como hoy.
Como nos avisa el título, la trama se desarrolla dos décadas después del colapso de la civilización (por razones vagamente explicadas, pero que incluyen todos los temores modernos, desde guerra nuclear hasta eco-desastres y mortales epidemias), y se centra en un grupo de sobrevivientes que comienzan la película separados, pero que eventualmente se organizan con un propósito común y loable: proteger a Sara (Azura Skye), la primera mujer embarazada tras muchos años de esterilidad generalizada, lo cual podría señalar el renacimiento de la humanidad... o su eventual extinción.
En vez de emplear un elenco de jóvenes tratando de parecer adultos o viceversa, 20 Years After luce un interesante ensamble de intérpretes que no siempre resultan buenos actores, pero que al menos aportan diversidad y balance a la película, lo cual contribuye a hacer más placentero su burdo desarrollo. Azura Skye resultará familiar para fans de Buffy, The Vampire Slayer, donde tuvo un par de memorables apariciones; Joshua Leonard, más conocido por su histérica interpretación en The Blair Witch Project, encarna a un fatalista locutor de radio cuyos filosóficos (y pretenciosos) monólogos forjan un tenue enlace entre los sobrevivientes dispersos por la región. Pero quizás el más notable actor sea el veterano teatral Reg E. Cathay, quien se mantiene como una impredecible variable en la historia gracias a su mesiánica actitud, ambiguos propósitos y misteriosas habilidades. Ahora que lo pienso, si quisiera exagerar un poco el análisis filosófico del guión, podría especular que cada personaje representa un aspecto de la humanidad, de modo que sus conflictos durante la historia emulan los mismos problemas que hoy vivimos, desde el simplista soñador con utópicas ideas imposibles de implementar, hasta el ególatra patán ciego a la futilidad de su desmedida ambición. Quizás estoy dándole demasiado crédito a la película, pero de algún modo sentí que detrás del lento ritmo e irregular guión había sólidos conceptos y un claro propósito... incluso si el resultado final no respalda por completo esa suposición.
Cierto, el argumento suena como una versión ultra-modesta de Children of Men, y sobra decir que 20 Years After no logra ni un ápice del impacto visceral e intelectual de aquella excelente cinta. Pero es justo señalar que, dentro de sus limitadas posibilidades, pretende igualmente ponernos a pensar mientras nos entretiene. Y aunque no siempre lo logra, debo respetar al equipo técnico y creativo por haberlo intentado. En el cine de bajo presupuesto podemos encontrar fracasos ridículos y fracasos interesantes y, aunque suene como un condescendiente halago, lo hago sinceramente: no puedo recomendar 20 Years After como una buena película, pero sí como un interesante experimento fallido que puede aportar importante experiencia y válidas ideas a otros cineastas con amigos, ropa desgarrada y una fábrica abandonada que les prestó el primo de su vecino... no hagan otra película de zombies, por favor... piensen en algo más creativo y ambicioso, aunque se arriesguen al fracaso. Como muchas veces he dicho, creo que es mejor fallar por intentar algo más allá de las limitaciones propias que por ni siquiera haberlo intentado.
Calificación: 6.5
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Scarce
Como en algunas ocasiones he mencionado, el inusual gusto que tengo por las películas canadienses me hace perder objetividad (más de lo usual) y termino disfrutándolas más por su sutil humor y desenfadada actitud que por su narrativa. Y cuando la película resulta ser de terror solo empeora la situación, pues definitivamente tiendo a tolerar altos niveles de mediocridad cuando hay monstruos, sangre o algún otro cliché del género (aunque es justo decir que hay algunas excelentes obras por mérito propio realizadas en ese país).
La película Scarce combina ambos atributos y por ello traté de verla con ojos fríos y analíticos, buscando evaluarla por sus méritos propios y no sólo a través de mi inexplicable fetiche canadiense. El resultado fue una medianamente entretenida cinta que combina con poca imaginación los sub-géneros de tortura, canibalismo y "slasher", combinados con excelentes locaciones, malas actuaciones y apenas la energía necesaria para mantener en movimiento el escueto guión.
Los primeros minutos de la película tratan de establecer un tono dinámico y "extremo", con un trío de "snow boarders" luciendo su pericia en la montaña, para luego pasar a la obligatoria fiesta en su hotel, rebosante de alcohol y vacuas mujeres (quienes amablemente se encargan de proveer los obligatorios desnudos gratuitos). Pero a la mañana siguiente los tres amigos deben volver a casa, y para ello conducen su modesto auto por peligrosos caminos rurales durante una densa nevada. Como puede esperarse, tienen un accidente, y deciden buscar ayuda en una aislada y rústica cabaña en mitad del gélido bosque... donde por supuesto encuentran a un par de brutales caníbales ansiosos de carne suficiente para sobrevivir el duro invierno que apenas empieza...
Una vez superado el "extremo" comienzo, la arrogante y ridícula actitud de la cinta disminuye considerablemente, e incluso encontré a los protagonistas menos antipáticos que los que usualmente emplean las películas norteamericanas de similar estructura e intención. Quizás estos personajes no sean particularmente brillantes, pero tampoco son los quejumbrosos y genéricamente estúpidos jóvenes que hemos soportado en bodrios como Joy Ride: Dead Ahead o Dark Ride. Por el contrario, el guión se atreve a pintarlos como personas normales con sentido común, cuyo único error fue confiar en el sospechosamente amable hombre que se ofrece a ayudarlos tras el accidente automovilístico. Habiendo dicho eso debo señalar que, en la mejor tradición del cine independiente, el guionista y director tuvieron suficiente confianza en su talento histriónico como para auto-asignarse los papeles principales, y ahí es donde la cinta empieza a fallar. Las actuaciones son generalmente malas, particularmente en los importantes momentos finales de la cinta, cuando llega el inevitable enfrentamiento entre cazadores y presa. Pero por otro lado, quizás nadie más que el escritor y el director hubieran aceptado someterse a la tortura de la filmación... la sangre podrá ser artificial, pero correr semi-desnudos por la nevada campiña canadiense debe haber representado sufrimiento considerable y real para estos valientes cineastas. No serán grandes actores, pero ciertamente aprecio que hayan sufrido así por su arte.
Por lo demás, la cinta compensa su sencilla historia con pintorescos personajes, abundante sangre y un par de perturbadoras escenas con gráficas instancias de canibalismo que podrían ser difíciles de tolerar para algunas personas. El final no es muy satisfactorio, pero funciona en el contexto total de la película, y subraya el eficiente minimalismo de la producción entera. De hecho, es esa simplicidad lo que me inclina a recomendar Scarce, cuyo magro valor demuestra que el término "cine casero" no es necesariamente un insulto, sino una oportunidad para superar las limitaciones económicas con energía y celo artístico que definitivamente va más allá del deber... incluso si el resultado no es exactamente brillante.
Calificación: 7
La película Scarce combina ambos atributos y por ello traté de verla con ojos fríos y analíticos, buscando evaluarla por sus méritos propios y no sólo a través de mi inexplicable fetiche canadiense. El resultado fue una medianamente entretenida cinta que combina con poca imaginación los sub-géneros de tortura, canibalismo y "slasher", combinados con excelentes locaciones, malas actuaciones y apenas la energía necesaria para mantener en movimiento el escueto guión.
Los primeros minutos de la película tratan de establecer un tono dinámico y "extremo", con un trío de "snow boarders" luciendo su pericia en la montaña, para luego pasar a la obligatoria fiesta en su hotel, rebosante de alcohol y vacuas mujeres (quienes amablemente se encargan de proveer los obligatorios desnudos gratuitos). Pero a la mañana siguiente los tres amigos deben volver a casa, y para ello conducen su modesto auto por peligrosos caminos rurales durante una densa nevada. Como puede esperarse, tienen un accidente, y deciden buscar ayuda en una aislada y rústica cabaña en mitad del gélido bosque... donde por supuesto encuentran a un par de brutales caníbales ansiosos de carne suficiente para sobrevivir el duro invierno que apenas empieza...
Una vez superado el "extremo" comienzo, la arrogante y ridícula actitud de la cinta disminuye considerablemente, e incluso encontré a los protagonistas menos antipáticos que los que usualmente emplean las películas norteamericanas de similar estructura e intención. Quizás estos personajes no sean particularmente brillantes, pero tampoco son los quejumbrosos y genéricamente estúpidos jóvenes que hemos soportado en bodrios como Joy Ride: Dead Ahead o Dark Ride. Por el contrario, el guión se atreve a pintarlos como personas normales con sentido común, cuyo único error fue confiar en el sospechosamente amable hombre que se ofrece a ayudarlos tras el accidente automovilístico. Habiendo dicho eso debo señalar que, en la mejor tradición del cine independiente, el guionista y director tuvieron suficiente confianza en su talento histriónico como para auto-asignarse los papeles principales, y ahí es donde la cinta empieza a fallar. Las actuaciones son generalmente malas, particularmente en los importantes momentos finales de la cinta, cuando llega el inevitable enfrentamiento entre cazadores y presa. Pero por otro lado, quizás nadie más que el escritor y el director hubieran aceptado someterse a la tortura de la filmación... la sangre podrá ser artificial, pero correr semi-desnudos por la nevada campiña canadiense debe haber representado sufrimiento considerable y real para estos valientes cineastas. No serán grandes actores, pero ciertamente aprecio que hayan sufrido así por su arte.
Por lo demás, la cinta compensa su sencilla historia con pintorescos personajes, abundante sangre y un par de perturbadoras escenas con gráficas instancias de canibalismo que podrían ser difíciles de tolerar para algunas personas. El final no es muy satisfactorio, pero funciona en el contexto total de la película, y subraya el eficiente minimalismo de la producción entera. De hecho, es esa simplicidad lo que me inclina a recomendar Scarce, cuyo magro valor demuestra que el término "cine casero" no es necesariamente un insulto, sino una oportunidad para superar las limitaciones económicas con energía y celo artístico que definitivamente va más allá del deber... incluso si el resultado no es exactamente brillante.
Calificación: 7
lunes, 22 de diciembre de 2008
Rest Stop: Don't Look Back
Hace un par de años la cinta de bajo presupuesto Rest Stop tuvo cierto éxito en su lanzamiento en DVD, a pesar de contar con un confuso argumento que relataba las experiencias de un grupo de turistas atrapados por extraños eventos paranormales en un área de descanso localizada en mitad del desierto (si me preguntan, diría que tuvo más influencia en ese modesto éxito los anuncios del DVD, que mostraba a la guapa actriz Jamie Alexander en ropa interior). En lo personal, me pareció que la película tuvo algunos buenos momentos e ideas, pero en general la sentí aburrida y repleta de esas repetitivas e inconsecuentes escenas que revelan la desesperación de un director que trata de "inflar" la película, ya sea para extender su duración a la de un largometraje, o para simular drama que los vacuos personajes no pueden generar. Y ahora la película Rest Stop: Don't Look Back pretende funcionar como secuela/precuela, continuando la historia y a la vez mostrando los eventos que provocaron la maldición en ese extraño lugar. Creo que sólo los distribuidores, con signos de dólares en los ojos, sintieron la necesidad de extender la mitología de una anémica película que parecía no tener nada más que ofrecer.
Pero bueno... Rest Stop: Don't Look Back comienza con un violento prólogo ubicado en 1972, en el que conocemos a una bizarra "familia" que viaja en su casa rodante, y vemos el sangriento resultado del encuentro que tienen con un granjero en busca de ayuda mecánica a la orilla de la carretera. Entonces nos trasladamos al presente, donde el cabo Tom Hilts (Richard Tillman), en licencia de su destacamiento en Irak, pretende buscar a su hermano, extraviado un año atrás durante los eventos de la primera película. Y así, en compañía de su novia Marilyn (Jesse Ward) y de su "simpático" amigo Jared (Graham Norris), el joven militar recorre la ruta que siguió su hermano un año atrás... para encontrar los mismos fenómenos paranormales y al mismo fantasmal conductor que maneja una siniestra camioneta amarilla...
Al igual que la primera película, Rest Stop: Don't Look Back parece un deforme híbrido del terror asiático y el moderno cine de tortura. Por un lado tenemos al misterioso villano que atormenta a un grupo de jóvenes en un aislado lugar; por otro tenemos manifestaciones de melancólicos fantasmas, lugares marcados por un evento violento y una narrativa lerda y cansada que parece haberse casi improvisado, pues no genera exactamente terror, sino impaciencia. Peor aún, la cinta trata de sorprendernos con el cansado truco de mezclar fantasía y realidad, de modo que no sabemos si la escena que estamos viendo es real o imaginaria, eliminando así el escaso suspenso que podría crear.
Como siempre ocurre, una película de este calibre debe apoyarse en personajes profundamente estúpidos, que no se comporten como seres humanos sino como títeres del guionista, cometiendo todo tipo de errores para impulsar la mediocre trama. La cinta no puede tolerar el uso de sentido común o decisiones inteligentes, pues terminaría en diez minutos. Desafortunadamente eso no ocurre, y en vez de ello tenemos hora y media de malas actuaciones, personajes irritantes, algunas sangrientas escenas y un "misterio" que no presenta interés alguno para resolverse. En resumen, es mi propia culpa haber visto la secuela de una película que ni siquiera me gustó (hablando de decisiones estúpidas...), y sólo me queda recomendar que nadie más cometa el mismo error. Además, por si fuera poco, el final de la cinta amenaza con endilgarnos otra secuela... y desafortunadamente no puedo garantizar que me abstendré de verla. Calificación: 3
Pero bueno... Rest Stop: Don't Look Back comienza con un violento prólogo ubicado en 1972, en el que conocemos a una bizarra "familia" que viaja en su casa rodante, y vemos el sangriento resultado del encuentro que tienen con un granjero en busca de ayuda mecánica a la orilla de la carretera. Entonces nos trasladamos al presente, donde el cabo Tom Hilts (Richard Tillman), en licencia de su destacamiento en Irak, pretende buscar a su hermano, extraviado un año atrás durante los eventos de la primera película. Y así, en compañía de su novia Marilyn (Jesse Ward) y de su "simpático" amigo Jared (Graham Norris), el joven militar recorre la ruta que siguió su hermano un año atrás... para encontrar los mismos fenómenos paranormales y al mismo fantasmal conductor que maneja una siniestra camioneta amarilla...
Al igual que la primera película, Rest Stop: Don't Look Back parece un deforme híbrido del terror asiático y el moderno cine de tortura. Por un lado tenemos al misterioso villano que atormenta a un grupo de jóvenes en un aislado lugar; por otro tenemos manifestaciones de melancólicos fantasmas, lugares marcados por un evento violento y una narrativa lerda y cansada que parece haberse casi improvisado, pues no genera exactamente terror, sino impaciencia. Peor aún, la cinta trata de sorprendernos con el cansado truco de mezclar fantasía y realidad, de modo que no sabemos si la escena que estamos viendo es real o imaginaria, eliminando así el escaso suspenso que podría crear.
Como siempre ocurre, una película de este calibre debe apoyarse en personajes profundamente estúpidos, que no se comporten como seres humanos sino como títeres del guionista, cometiendo todo tipo de errores para impulsar la mediocre trama. La cinta no puede tolerar el uso de sentido común o decisiones inteligentes, pues terminaría en diez minutos. Desafortunadamente eso no ocurre, y en vez de ello tenemos hora y media de malas actuaciones, personajes irritantes, algunas sangrientas escenas y un "misterio" que no presenta interés alguno para resolverse. En resumen, es mi propia culpa haber visto la secuela de una película que ni siquiera me gustó (hablando de decisiones estúpidas...), y sólo me queda recomendar que nadie más cometa el mismo error. Además, por si fuera poco, el final de la cinta amenaza con endilgarnos otra secuela... y desafortunadamente no puedo garantizar que me abstendré de verla. Calificación: 3
domingo, 21 de diciembre de 2008
Ni en tu Casa ni en la Mía (Four Christmases)
Como todas las películas de Navidad, Ni en tu Casa ni en la Mía comienza con un hombre seduciendo vulgarmente a una mujer en un bar "techno". Perfecta introducción para los protagonistas, Brad (Vince Vaughn) y Kate (Reese Witherspoon), una pareja libre e independiente que rechaza muchos de los convencionalismos que impone la sociedad, como el matrimonio, tener hijos para ser felices, y celebrar la Navidad en compañía de sus familias. Con el fin de evitar esto último, inventan una excusa para engañar a sus respectivos padres y planean una vacación tropical, pero cuando el mal tiempo cancela su vuelo y sus parientes descubren el embuste, Brad y Kate se ven obligados a visitar a sus padres divorciados en sus respectivos hogares, sometiéndose en total a cuatro diferentes festejos de Navidad... situación poco atractiva para la pareja que odia ese tipo de reuniones. Pero, claro, antes de que termine el día habrán aprendido cosas nuevas sobre el amor, el auténtico espíritu de la Navidad, y el vómito infantil.
En muchos aspectos, Ni en tu Casa ni en la Mía trata de evitar los clichés de las películas navideñas que cada año se estrenan para explotar el artificial "espíritu" que la publicidad lleva meses alimentando. Pero por mucho que quiera parecer subversiva e irreverente, a fin de cuentas no tiene más remedio que cumplir la blanda expectativa del género, entregando rancias homilías y cansados mensajes de... no estoy seguro qué... ¿Unidad familiar? ¿Maternidad como la solución de todos los males? ¿Violencia como método para crear lazos con nuestros seres queridos? ¿La inutilidad de rebelarse contra el embate mercadotécnico de la Navidad? Usted elija... después de todo la cinta se olvidará minutos después de salir del cine.
Como quiera que sea, esta obra no se conforma con mostrarnos una adorable familia disfuncional, sino que nos ofrece por el mismo precio cuatro hogares con muy variadas manías y vicios; desde la violenta reunión de Brad con sus hermanos que sólo saben expresarse por medio de estrategias de lucha libre amateur, hasta la inusual devoción religiosa de la madre de Kate, cuya representación del nacimiento de Cristo parece más un concierto de rock que una solemne celebración. Pero tras todo el ruido y aspaviento de las rutinas "cómicas" hay muy pocas risas; para no variar, las mejores escenas se revelaron en los cortos, de modo que quien los haya visto puede abstenerse de soportar la película entera.
De hecho, quizás sea mejor extender ese consejo al resto del público. Ni en tu Casa ni en la Mía puede parecer atractiva por la combinación de Vince Vaughn y Reese Witherspoon, dos actores que han tenido buen desempeño en mejores comedias, pero el material no les da mucha oportunidad de aprovechar sus instintos humorísticos. Simplemente son los "normales" que constantemente reaccionan ante los desvaríos de sus respectivas familias... que tampoco son muy graciosas, aunque están interpretadas por destacadas figuras (como Jon Voight, Sissy Spacek y Mary Steenburgen) que no encuentran oportunidad real de actuar; simplemente dicen sus líneas y seguramente tratarán de olvidar la vergüenza lo más rápidamente posible... al menos hasta que un jugoso cheque los vuelva a seducir para una teórica secuela. Entonces, sugiero mejor ahorrarse estos noventa minutos de mediocre entretenimiento y pasar tiempo real con la familia... incluso si no es tan "graciosa" y disfuncional como las que nos muestra la película. Y si eso falla, siempre queda esperar que el bebé vomite para generar risas.
Calificación: 5
En muchos aspectos, Ni en tu Casa ni en la Mía trata de evitar los clichés de las películas navideñas que cada año se estrenan para explotar el artificial "espíritu" que la publicidad lleva meses alimentando. Pero por mucho que quiera parecer subversiva e irreverente, a fin de cuentas no tiene más remedio que cumplir la blanda expectativa del género, entregando rancias homilías y cansados mensajes de... no estoy seguro qué... ¿Unidad familiar? ¿Maternidad como la solución de todos los males? ¿Violencia como método para crear lazos con nuestros seres queridos? ¿La inutilidad de rebelarse contra el embate mercadotécnico de la Navidad? Usted elija... después de todo la cinta se olvidará minutos después de salir del cine.
Como quiera que sea, esta obra no se conforma con mostrarnos una adorable familia disfuncional, sino que nos ofrece por el mismo precio cuatro hogares con muy variadas manías y vicios; desde la violenta reunión de Brad con sus hermanos que sólo saben expresarse por medio de estrategias de lucha libre amateur, hasta la inusual devoción religiosa de la madre de Kate, cuya representación del nacimiento de Cristo parece más un concierto de rock que una solemne celebración. Pero tras todo el ruido y aspaviento de las rutinas "cómicas" hay muy pocas risas; para no variar, las mejores escenas se revelaron en los cortos, de modo que quien los haya visto puede abstenerse de soportar la película entera.
De hecho, quizás sea mejor extender ese consejo al resto del público. Ni en tu Casa ni en la Mía puede parecer atractiva por la combinación de Vince Vaughn y Reese Witherspoon, dos actores que han tenido buen desempeño en mejores comedias, pero el material no les da mucha oportunidad de aprovechar sus instintos humorísticos. Simplemente son los "normales" que constantemente reaccionan ante los desvaríos de sus respectivas familias... que tampoco son muy graciosas, aunque están interpretadas por destacadas figuras (como Jon Voight, Sissy Spacek y Mary Steenburgen) que no encuentran oportunidad real de actuar; simplemente dicen sus líneas y seguramente tratarán de olvidar la vergüenza lo más rápidamente posible... al menos hasta que un jugoso cheque los vuelva a seducir para una teórica secuela. Entonces, sugiero mejor ahorrarse estos noventa minutos de mediocre entretenimiento y pasar tiempo real con la familia... incluso si no es tan "graciosa" y disfuncional como las que nos muestra la película. Y si eso falla, siempre queda esperar que el bebé vomite para generar risas.
Calificación: 5
sábado, 20 de diciembre de 2008
Bolt: Un Perro Fuera de Serie (Bolt)
Disney sigue tratando de salir del pantano de mediocridad y complacencia que los llevó a producir obras visualmente suntuosas, pero narrativamente anémicas, como Atlantis: The Lost Empire, Treasure Planet y Brother Bear. Inicialmente pensaron que la animación 3D sería su salvación, pero decepciones como Chicken Little y Meet the Robinsons dejaron claro que lo importante no es la técnica, sino la historia. Bolt: Un Perro Fuera de Serie es un paso en la dirección correcta, pero aún están a una enorme distancia de emular la calidad artística de su "frenemy" Pixar... tan cerca y tan lejos.
Bolt: Un Perro Fuera de Serie sigue las aventuras de un perrito (llamado Bolt) que constantemente usa sus fantásticos poderes para rescatar a su dueña de pomposos villanos e inimaginables peligros... en un programa de televisión. El problema es que Bolt (voz de John Travolta) piensa que sus poderes, el peligro y las situaciones son reales. Pero cuando se accidentalmente se extravía y descubre que ya no puede realizar las hazañas a las que está acostumbrado, se ve obligado a aceptar la ayuda de un gato y un hámster para llegar hasta Hollywood, donde su dueña lo espera ansiosamente.
La premisa general de Bolt: Un Perro Fuera de Serie es moderadamente ingeniosa, pero la ejecución se ve saboteada por la indiferente dirección que no logra imprimir energía ni en las aparatosas escenas de acción, ni en los momentos de "carácter" que deberían ser más graciosos o emotivos. Las voces (al menos en inglés) se sienten planas y lacónicas... posible consecuencia de haberse grabado con los actores por separado y muchos meses antes de elaborar la animación. El peor culpable de esto es John Travolta, cuya monótona entonación no logra complementar el humor o dinamismo de la animación; Susie Essman tiene un poco más de carisma como la gata Mittens; pero Mark Walton, como el hamster Rhino, trata de emular la maniática intensidad de Jack Black sin realmente lograrlo.
Nunca conviene analizar demasiado la lógica del guión y la motivación de los personajes en una fantasía para niños pero, como he dicho antes, eso no excusa un guión arbitrariamente escrito que plantea escenas de acción, momentos de humor y lacrimosas revelaciones como bloques básicos del manual de guionistas; en otras palabras, la poca imaginación que ofrece la trama se diluye entre los clichés y manipulaciones arbitrarias que el libreto sufre para llegar a algún punto obligatorio. Por ejemplo, la razón por la que el perrito Bolt cree tener poderes (y no se da cuenta de que todo es una simulación para un programa de televisión) es realmente ridícula, y suena exactamente como el trabajo de un ejecutivo de Hollywood que no tiene respeto alguno por su audiencia... "Es para niños... no se van a dar cuenta de que es absurdo".
Quizás tenga razón ese imaginario ejecutivo. Quizás sólo hacen falta vistosas animaciones, mucho movimiento y personajes graciosamente diseñados para vender la película a los niños. Si es así, que le aproveche a Disney los millones que recaudará la película. Pero no puedo recomendarla como una buena obra de animación... sólo como un pueril pasatiempo que llenará hora y media antes de ser inmediatamente olvidado (al menos hasta que los niños vean los juguetes de Bolt en la tienda). Si eso basta para ser un éxito, perfecto. A estas alturas no sé por qué me sorprende...
Calificación: 6
Bolt: Un Perro Fuera de Serie sigue las aventuras de un perrito (llamado Bolt) que constantemente usa sus fantásticos poderes para rescatar a su dueña de pomposos villanos e inimaginables peligros... en un programa de televisión. El problema es que Bolt (voz de John Travolta) piensa que sus poderes, el peligro y las situaciones son reales. Pero cuando se accidentalmente se extravía y descubre que ya no puede realizar las hazañas a las que está acostumbrado, se ve obligado a aceptar la ayuda de un gato y un hámster para llegar hasta Hollywood, donde su dueña lo espera ansiosamente.
La premisa general de Bolt: Un Perro Fuera de Serie es moderadamente ingeniosa, pero la ejecución se ve saboteada por la indiferente dirección que no logra imprimir energía ni en las aparatosas escenas de acción, ni en los momentos de "carácter" que deberían ser más graciosos o emotivos. Las voces (al menos en inglés) se sienten planas y lacónicas... posible consecuencia de haberse grabado con los actores por separado y muchos meses antes de elaborar la animación. El peor culpable de esto es John Travolta, cuya monótona entonación no logra complementar el humor o dinamismo de la animación; Susie Essman tiene un poco más de carisma como la gata Mittens; pero Mark Walton, como el hamster Rhino, trata de emular la maniática intensidad de Jack Black sin realmente lograrlo.
Nunca conviene analizar demasiado la lógica del guión y la motivación de los personajes en una fantasía para niños pero, como he dicho antes, eso no excusa un guión arbitrariamente escrito que plantea escenas de acción, momentos de humor y lacrimosas revelaciones como bloques básicos del manual de guionistas; en otras palabras, la poca imaginación que ofrece la trama se diluye entre los clichés y manipulaciones arbitrarias que el libreto sufre para llegar a algún punto obligatorio. Por ejemplo, la razón por la que el perrito Bolt cree tener poderes (y no se da cuenta de que todo es una simulación para un programa de televisión) es realmente ridícula, y suena exactamente como el trabajo de un ejecutivo de Hollywood que no tiene respeto alguno por su audiencia... "Es para niños... no se van a dar cuenta de que es absurdo".
Quizás tenga razón ese imaginario ejecutivo. Quizás sólo hacen falta vistosas animaciones, mucho movimiento y personajes graciosamente diseñados para vender la película a los niños. Si es así, que le aproveche a Disney los millones que recaudará la película. Pero no puedo recomendarla como una buena obra de animación... sólo como un pueril pasatiempo que llenará hora y media antes de ser inmediatamente olvidado (al menos hasta que los niños vean los juguetes de Bolt en la tienda). Si eso basta para ser un éxito, perfecto. A estas alturas no sé por qué me sorprende...
Calificación: 6
jueves, 18 de diciembre de 2008
Birds of America
No puedo negar que Birds of America logra ser original en algo: nunca había visto un guión que usara el estreñimiento intestinal como importante motivación de su protagonista.
Tal protagonista es Morrie (Matthew Perry), un frustrado profesor con poco interés en su trabajo y con una vida doméstica plana y rutinaria que gira en torno a su (obviamente psicosomática) imposibilidad de defecar normalmente. Quizás su desencanto con la vida (y su condición) se deba a la creencia de que hizo un mal trabajo criando a su hermana Ida (Ginnifer Goodwin) y a su hermano Jay (Ben Foster) tras la muerte de sus padres. Pero es posible que el destino lo encamine a la redención cuando Ida y Jay regresan a su vida por diversas circunstancias, generando muchas incómodas situaciones, pero también dándole oportunidad de forjar una genuina conexión emocional con sus hermanos.
Recientemente hemos visto una ola de películas dedicadas a examinar la silenciosa (y frecuentemente patética) melancolía de la clase media, escondida tras la ilusión de "normalidad" que la sociedad requiere para la diaria convivencia. Cintas como The Savages, Dan in Real Life, Smart People, Kabluey (con otra egresada de Friends) y ahora Birds of America son (supongo) herederas ideológicas que continúan los temas examinados en mejores obras como American Beauty o The Ice Storm. Creo que la clave del éxito para este minoritario sub-género es encontrar personajes interesantes interpretados por actores que logren dominar ese difícil balance entre humor y tragedia. Birds of America cumple la segunda condición pero no la primera, pues si bien luce un impresionante elenco de actores y actrices especializados en ese tipo de ambigüedad emocional, los personajes que interpretan se sienten flojos y ligeros en sustancia.
Por el lado amable tenemos un guión escrito por la dramaturga Elyse Friedman, repleto de diálogos inteligentes pero realistas, libres del erudito surrealismo que vimos en Smart People, y no tan "sitcom" como Dan in Real Life. Las actuaciones están al mismo nivel, con Matthew Perry en otra sólida interpretación que nos hace olvidar al bufón de Friends y Lauren Graham en un nivel muy distinto a su parlanchín personaje en The Gilmore Girls. Ginnifer Goodwin sobresale también como la inestable hermana menor, mientras que Ben Foster es aceptable en el más bizarro papel de Jay, cuyos problemas mentales podrían ser reales o inventados. Finalmente tenemos a la siempre interesante Hilary Swank en un papel secundario que desperdicia su talento por ser demasiado corto e irrelevante. Dentro de todo, un estelar elenco que yo no esperaría ver en una cinta independiente de bajo perfil, pero que definitivamente la ayuda a elevar su credibilidad y quizás alcanzar un público más amplio.
Pero, regresando a lo negativo, hemos visto demasiadas veces la situación del hombre que se aproxima a la edad madura buscando nuevo sentido en su vida, y si bien Birds of America ofrece una válida mirada al proceso, no genera mucha emoción por la apatía de sus personajes. Hay buenas escenas y, como dije, notables diálogos; sin embargo su impacto disminuye considerablemente al venir de personas poco definidas e insípidas. Y, por si fuera poco, el leeeento ritmo de la película (aunque sólo dura 85 minutos) alarga las esperas entre los más interesantes momentos de catarsis emocional. Quizás un guión más ágil hubiera resuelto parcialmente los problemas, condensando la trama y haciendo su contenido más denso.
Francamente me encuentro indeciso sobre Birds of America. Me gustó el elenco y el arco dramático de la trama, pero me decepcionó la pobre construcción de los personajes, por no mencionar la ocasionalmente irritante parsimonia con la que el director Craig Lucas conduce la película. Podría recomendarla sólo a quienes siguen encontrando fascinante ver familias disfuncionales con pintorescos problemas que se resuelven (o no) con iguales dosis de tragedia y comedia... y para quienes pensaron que Little Miss Sunshine era demasiado graciosa y dinámica para ser un buen drama. Ahora que lo pienso, no me la recomendaría a mi mismo... pero entenderé si otros la disfrutan en niveles que no comparto.
Calificación: 6
Tal protagonista es Morrie (Matthew Perry), un frustrado profesor con poco interés en su trabajo y con una vida doméstica plana y rutinaria que gira en torno a su (obviamente psicosomática) imposibilidad de defecar normalmente. Quizás su desencanto con la vida (y su condición) se deba a la creencia de que hizo un mal trabajo criando a su hermana Ida (Ginnifer Goodwin) y a su hermano Jay (Ben Foster) tras la muerte de sus padres. Pero es posible que el destino lo encamine a la redención cuando Ida y Jay regresan a su vida por diversas circunstancias, generando muchas incómodas situaciones, pero también dándole oportunidad de forjar una genuina conexión emocional con sus hermanos.
Recientemente hemos visto una ola de películas dedicadas a examinar la silenciosa (y frecuentemente patética) melancolía de la clase media, escondida tras la ilusión de "normalidad" que la sociedad requiere para la diaria convivencia. Cintas como The Savages, Dan in Real Life, Smart People, Kabluey (con otra egresada de Friends) y ahora Birds of America son (supongo) herederas ideológicas que continúan los temas examinados en mejores obras como American Beauty o The Ice Storm. Creo que la clave del éxito para este minoritario sub-género es encontrar personajes interesantes interpretados por actores que logren dominar ese difícil balance entre humor y tragedia. Birds of America cumple la segunda condición pero no la primera, pues si bien luce un impresionante elenco de actores y actrices especializados en ese tipo de ambigüedad emocional, los personajes que interpretan se sienten flojos y ligeros en sustancia.
Por el lado amable tenemos un guión escrito por la dramaturga Elyse Friedman, repleto de diálogos inteligentes pero realistas, libres del erudito surrealismo que vimos en Smart People, y no tan "sitcom" como Dan in Real Life. Las actuaciones están al mismo nivel, con Matthew Perry en otra sólida interpretación que nos hace olvidar al bufón de Friends y Lauren Graham en un nivel muy distinto a su parlanchín personaje en The Gilmore Girls. Ginnifer Goodwin sobresale también como la inestable hermana menor, mientras que Ben Foster es aceptable en el más bizarro papel de Jay, cuyos problemas mentales podrían ser reales o inventados. Finalmente tenemos a la siempre interesante Hilary Swank en un papel secundario que desperdicia su talento por ser demasiado corto e irrelevante. Dentro de todo, un estelar elenco que yo no esperaría ver en una cinta independiente de bajo perfil, pero que definitivamente la ayuda a elevar su credibilidad y quizás alcanzar un público más amplio.
Pero, regresando a lo negativo, hemos visto demasiadas veces la situación del hombre que se aproxima a la edad madura buscando nuevo sentido en su vida, y si bien Birds of America ofrece una válida mirada al proceso, no genera mucha emoción por la apatía de sus personajes. Hay buenas escenas y, como dije, notables diálogos; sin embargo su impacto disminuye considerablemente al venir de personas poco definidas e insípidas. Y, por si fuera poco, el leeeento ritmo de la película (aunque sólo dura 85 minutos) alarga las esperas entre los más interesantes momentos de catarsis emocional. Quizás un guión más ágil hubiera resuelto parcialmente los problemas, condensando la trama y haciendo su contenido más denso.
Francamente me encuentro indeciso sobre Birds of America. Me gustó el elenco y el arco dramático de la trama, pero me decepcionó la pobre construcción de los personajes, por no mencionar la ocasionalmente irritante parsimonia con la que el director Craig Lucas conduce la película. Podría recomendarla sólo a quienes siguen encontrando fascinante ver familias disfuncionales con pintorescos problemas que se resuelven (o no) con iguales dosis de tragedia y comedia... y para quienes pensaron que Little Miss Sunshine era demasiado graciosa y dinámica para ser un buen drama. Ahora que lo pienso, no me la recomendaría a mi mismo... pero entenderé si otros la disfrutan en niveles que no comparto.
Calificación: 6
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Jack Brooks: Monster Slayer
Jack Brooks: Monster Slayer resultó ser una gran decepción. Después de leer comentarios muy positivos en revistas especializadas (como Fangoria y Rue Morgue) tras su exhibición en festivales de cine, yo esperaba un espectáculo "retro" del más puro horror ochentero. Tal vez mis expectativas fueron demasiado elevadas, lo cual nunca es bueno al enfrentar una película de bajo presupuesto.
La trama es muy simple y casi se escribe sola: un niño pierde a sus padres a manos de un monstruo, y cuando Jack (Trevor Matthews) crece, se ha convertido en un joven iracundo y reprimido que accidentalmente descubre una potencial invasión paranormal durante uno de sus trabajos como plomero. Entonces, tras mucha pérdida de tiempo, se ve obligado a combatir al líder de los monstruos para salvar al mundo. O al menos a la escuela donde se manifiesta la criatura.
El principal problema (de muchos) es el guión, que parece estar artificialmente "inflado". Quizás empezó como cortometraje, y el director-guionista decidió alargarlo añadiendo escenas irrelevantes y expandiendo innecesariamente el desarrollo del protagonista. Un ejemplo: después de que Jack encuentra eventos sobrenaturales en la casa de un cliente, conoce "accidentalmente" a un anciano con importante información en la ferretería donde el héroe compra suministros de plomería. Pero en vez de resolver las cosas en una rápida escena de exposición, perdemos tiempo viendo su conversación con el anciano, quien le pide que regrese más tarde para que le cuente la historia de la casa maldita, lo cual le da oportunidad al director de añadir otra escena más con el anciano antes de llegar el inevitable flashback donde vemos el origen de la supuesta maldición. Otro imperdonable error son las múltiples sesiones con el terapeuta en las que el protagonista trata de encontrar solución a sus problemas de ira incontrolable. Desde los primeros momentos de la película nos enteramos de su simple motivación: un monstruo mató a su familia y sabemos que tarde o temprano el héroe tomará venganza. Pero el director consideró necesario reiterar el punto hasta la saciedad en forma de estas inútiles conversaciones entre psiquiatra y paciente, que quizás tenían algún fin humorístico pero sólo consiguieron aburrirme y hacer que mi dedo se acercara peligrosamente al botón de fast-forward.
Otro gran problema es Trevor Matthews en el papel principal. Ni es buen actor ni tiene carisma, y por mucho que quiera emular a icónicos héroes del cine fantástico como Jack Burton (Big Trouble in Little China), Snake Plissken (Escape From New York) o el inimitable Ash (trilogía de Evil Dead), sólo causa impaciencia con su plana interpretación y su total ausencia de presencia escénica. Por si eso fuera poco, sufrimos también con la relación del protagonista y su antipática novia, que incluye inútiles discusiones y hasta un incipiente triángulo amoroso que no conduce a ningún lado, pero que cumple su función de extender los minutos de la película con escenas que francamente no tienen relevancia para el guión ni importancia para el espectador. Hasta el estimado Robert Englund (más conocido como Freddy Kruger) se ve en dificultades al enfrentar las numerosas y redundantes escenas en las que lo vemos sufrir una monstruosa transformación; casi sentí lástima por el veterano actor, por todas las veces que lo vemos obligado a hacer desfiguros, vomitar y en general a condescender con el tedioso guión.
Como tardío premio de consolación tenemos los últimos 20 minutos de la película, cuando finalmente llegan los monstruos prometidos en el título. Las escenas son simpáticas, agradablemente sangrientas y realizadas en el estilo de la "vieja escuela", con látex y efectos prácticos que no podríamos llamar exactamente "realistas", pero que en mi humilde opinión son mucho más interesantes y artísticos que los blandos y genéricos monstruos digitales que hemos visto mal realizados en otras películas.
Supongo que dentro de lo que cabe esperar en una cinta de terror independiente de muy bajo presupuesto, Jack Brooks: Monster Slayer cumple marginalmente su cometido de divertir con su honesta sensibilidad y sus pintorescas batallas con monstruos de látex. Sin embargo no encuentro motivo para los excesivos halagos que ha recibido en los medios especializados en terror; su guión es bastante torpe, el protagonista no resulta agradable, y difícilmente podríamos encontrar algo novedoso en la lenta hora y media de duración. Recientemente he visto muchos mejores exponentes de ese particular nicho (como The Other Side y Dance of the Dead), por lo que sugiero mejor apoyar esas ambiciosas y competentes películas en vez de gastar tiempo en una que apenas logra entretener. Por otro lado, si tan solo hubieran contratado a Bruce Campbell como protagonista...
Calificación: 6
La trama es muy simple y casi se escribe sola: un niño pierde a sus padres a manos de un monstruo, y cuando Jack (Trevor Matthews) crece, se ha convertido en un joven iracundo y reprimido que accidentalmente descubre una potencial invasión paranormal durante uno de sus trabajos como plomero. Entonces, tras mucha pérdida de tiempo, se ve obligado a combatir al líder de los monstruos para salvar al mundo. O al menos a la escuela donde se manifiesta la criatura.
El principal problema (de muchos) es el guión, que parece estar artificialmente "inflado". Quizás empezó como cortometraje, y el director-guionista decidió alargarlo añadiendo escenas irrelevantes y expandiendo innecesariamente el desarrollo del protagonista. Un ejemplo: después de que Jack encuentra eventos sobrenaturales en la casa de un cliente, conoce "accidentalmente" a un anciano con importante información en la ferretería donde el héroe compra suministros de plomería. Pero en vez de resolver las cosas en una rápida escena de exposición, perdemos tiempo viendo su conversación con el anciano, quien le pide que regrese más tarde para que le cuente la historia de la casa maldita, lo cual le da oportunidad al director de añadir otra escena más con el anciano antes de llegar el inevitable flashback donde vemos el origen de la supuesta maldición. Otro imperdonable error son las múltiples sesiones con el terapeuta en las que el protagonista trata de encontrar solución a sus problemas de ira incontrolable. Desde los primeros momentos de la película nos enteramos de su simple motivación: un monstruo mató a su familia y sabemos que tarde o temprano el héroe tomará venganza. Pero el director consideró necesario reiterar el punto hasta la saciedad en forma de estas inútiles conversaciones entre psiquiatra y paciente, que quizás tenían algún fin humorístico pero sólo consiguieron aburrirme y hacer que mi dedo se acercara peligrosamente al botón de fast-forward.
Otro gran problema es Trevor Matthews en el papel principal. Ni es buen actor ni tiene carisma, y por mucho que quiera emular a icónicos héroes del cine fantástico como Jack Burton (Big Trouble in Little China), Snake Plissken (Escape From New York) o el inimitable Ash (trilogía de Evil Dead), sólo causa impaciencia con su plana interpretación y su total ausencia de presencia escénica. Por si eso fuera poco, sufrimos también con la relación del protagonista y su antipática novia, que incluye inútiles discusiones y hasta un incipiente triángulo amoroso que no conduce a ningún lado, pero que cumple su función de extender los minutos de la película con escenas que francamente no tienen relevancia para el guión ni importancia para el espectador. Hasta el estimado Robert Englund (más conocido como Freddy Kruger) se ve en dificultades al enfrentar las numerosas y redundantes escenas en las que lo vemos sufrir una monstruosa transformación; casi sentí lástima por el veterano actor, por todas las veces que lo vemos obligado a hacer desfiguros, vomitar y en general a condescender con el tedioso guión.
Como tardío premio de consolación tenemos los últimos 20 minutos de la película, cuando finalmente llegan los monstruos prometidos en el título. Las escenas son simpáticas, agradablemente sangrientas y realizadas en el estilo de la "vieja escuela", con látex y efectos prácticos que no podríamos llamar exactamente "realistas", pero que en mi humilde opinión son mucho más interesantes y artísticos que los blandos y genéricos monstruos digitales que hemos visto mal realizados en otras películas.
Supongo que dentro de lo que cabe esperar en una cinta de terror independiente de muy bajo presupuesto, Jack Brooks: Monster Slayer cumple marginalmente su cometido de divertir con su honesta sensibilidad y sus pintorescas batallas con monstruos de látex. Sin embargo no encuentro motivo para los excesivos halagos que ha recibido en los medios especializados en terror; su guión es bastante torpe, el protagonista no resulta agradable, y difícilmente podríamos encontrar algo novedoso en la lenta hora y media de duración. Recientemente he visto muchos mejores exponentes de ese particular nicho (como The Other Side y Dance of the Dead), por lo que sugiero mejor apoyar esas ambiciosas y competentes películas en vez de gastar tiempo en una que apenas logra entretener. Por otro lado, si tan solo hubieran contratado a Bruce Campbell como protagonista...
Calificación: 6
lunes, 15 de diciembre de 2008
Vipers
El éxito de series de televisión como Star Trek (con sus múltiples derivadas), Battlestar Galactica y StarGate SG-1 (entre muchas otras) tiene consecuencias positivas y negativas para sus actores. Por un lado, les queda para siempre el estigma de estar asociados con series "para nerds", con el consecuente encasillamiento que eso implica... por otro lado, tienen una audiencia segura (aunque no demasiado grande) para cualquier otro proyecto en el que posteriormente participen, dándoles ventaja sobre la masa de anónimos actores que acechan las oficinas de "casting". Después de todo, los productores conocen la lealtad de ese público especializado, y saben cómo explotarlo para beneficio de sus películas... y sus bolsillos. Y ciertamente me incluyo en ese público, pues en numerosas ocasiones me he sometido a ver inexplicables bodrios, sólo porque en ellos aparece algún actor o actriz cuyo trabajo recuerdo haber disfrutado en alguna serie de televisión... usualmente de ciencia ficción o fantasía.
Lo cual nos lleva a Vipers, una de esas rápidas y baratas películas (usualmente filmadas en Canadá o algún país de Europa Oriental) que emplean cuadrillas de estos actores semi-conocidos para estelarizar sus absurdas premisas y así llenar noventa minutos con mediocre acción, rudimentarios efectos especiales y apenas suficiente entretenimiento para venderse fácilmente a algún canal especializado (como Sci-Fi) y recuperar su inversión con alguna modesta ganancia. En este caso, el intrépido elenco incluye a Jessica Steen (más conocida como Pilot en la serie Captain Power and the Soldiers of the Future), Corbin Bernsen (veterano de este tipo de películas desde que apareció como Q2 en Star Trek: The Next Generation), el recientemente finado Don S. Davis (aclamado actor de carácter cuya filmografía incluye decenas de películas y programas de televisión, muchos de ellos del género fantástico), etc. y Tara Reid (legendaria por su participación en la obra de Uwe Boll Alone in the Dark), quien desafortunadamente se ha vuelto más famosa por sus hedonísticos excesos que por su talento histriónico. Y aunque no puedo decir honestamente que sea una buena actriz, tampoco puedo negar que muestra profesionalismo en su papel, tomándolo en serio, pero no demasiado en serio, y comprometiéndose hasta con las más absurdas escenas. Como quiera que sea, el distribuidor Genius Entertainment (aplaudo la ironía del nombre) debe tener bastante confianza en ella pues, además de las serpientes, es el único personaje que aparece en la portada del DVD.
Pero, ¿basta con la presencia de estas "estrellas" para recomendar la película? Desde luego que no... pero definitivamente hacen más llevadera la experiencia.
La historia comienza en un anónimo laboratorio genético, donde un villano corporativo libera por accidente a varias serpientes bio-diseñadas para ser extremadamente agresivas y peligrosas. Desde luego, tras reproducirse en grandes cantidades, el nido de víboras llega a un pequeño pueblo, aterrorizando a sus habitantes que tratan de escapar por todos los medios posibles. Complicando la trama tenemos también a un equipo de militares y científicos contratados por la maligna corporación para controlar la plaga de serpientes, con la supuesta intención de ayudar a la población, pero con el secreto propósito de recuperarlas para usarlas como arma militar.
De todos los bichos propensos a atacar a la humanidad, las serpientes están entre los más convenientes para representarse digitalmente. Son fáciles de modelar, no tienen pelo, y su animación es relativamente sencilla. Además, cuando hacen falta "props" reales, basta con ir a la tienda de bromas más cercana para comprar un barril de serpientes de plástico, que en pantalla lucirán apropiadamente creíbles... al menos para los bajos estándares de estas películas.
Espero que para este momento haya quedado claro que Vipers no se puede evaluar en la misma escala semi-objetiva que se aplicaría a películas serias de Hollywood, como Anaconda y Snakes on a Plane (ja, ja). Pero como película "B" directa a DVD me mantuvo entretenido y cumplió con mis bajas expectativas. De ninguna manera recomendaría comprarla, pero si casualmente se encuentra transmitiéndose por televisión (o, en el peor de los casos, no hubiera nada mejor para rentar), puede entretener durante hora y media a aquellas personas que no teman exponer sus ojos a películas que combinan la tenacidad del espíritu independiente con los peores elementos de la mercantilista industria hollywoodense.
Calificación: 6.5
Lo cual nos lleva a Vipers, una de esas rápidas y baratas películas (usualmente filmadas en Canadá o algún país de Europa Oriental) que emplean cuadrillas de estos actores semi-conocidos para estelarizar sus absurdas premisas y así llenar noventa minutos con mediocre acción, rudimentarios efectos especiales y apenas suficiente entretenimiento para venderse fácilmente a algún canal especializado (como Sci-Fi) y recuperar su inversión con alguna modesta ganancia. En este caso, el intrépido elenco incluye a Jessica Steen (más conocida como Pilot en la serie Captain Power and the Soldiers of the Future), Corbin Bernsen (veterano de este tipo de películas desde que apareció como Q2 en Star Trek: The Next Generation), el recientemente finado Don S. Davis (aclamado actor de carácter cuya filmografía incluye decenas de películas y programas de televisión, muchos de ellos del género fantástico), etc. y Tara Reid (legendaria por su participación en la obra de Uwe Boll Alone in the Dark), quien desafortunadamente se ha vuelto más famosa por sus hedonísticos excesos que por su talento histriónico. Y aunque no puedo decir honestamente que sea una buena actriz, tampoco puedo negar que muestra profesionalismo en su papel, tomándolo en serio, pero no demasiado en serio, y comprometiéndose hasta con las más absurdas escenas. Como quiera que sea, el distribuidor Genius Entertainment (aplaudo la ironía del nombre) debe tener bastante confianza en ella pues, además de las serpientes, es el único personaje que aparece en la portada del DVD.
Pero, ¿basta con la presencia de estas "estrellas" para recomendar la película? Desde luego que no... pero definitivamente hacen más llevadera la experiencia.
La historia comienza en un anónimo laboratorio genético, donde un villano corporativo libera por accidente a varias serpientes bio-diseñadas para ser extremadamente agresivas y peligrosas. Desde luego, tras reproducirse en grandes cantidades, el nido de víboras llega a un pequeño pueblo, aterrorizando a sus habitantes que tratan de escapar por todos los medios posibles. Complicando la trama tenemos también a un equipo de militares y científicos contratados por la maligna corporación para controlar la plaga de serpientes, con la supuesta intención de ayudar a la población, pero con el secreto propósito de recuperarlas para usarlas como arma militar.
De todos los bichos propensos a atacar a la humanidad, las serpientes están entre los más convenientes para representarse digitalmente. Son fáciles de modelar, no tienen pelo, y su animación es relativamente sencilla. Además, cuando hacen falta "props" reales, basta con ir a la tienda de bromas más cercana para comprar un barril de serpientes de plástico, que en pantalla lucirán apropiadamente creíbles... al menos para los bajos estándares de estas películas.
Espero que para este momento haya quedado claro que Vipers no se puede evaluar en la misma escala semi-objetiva que se aplicaría a películas serias de Hollywood, como Anaconda y Snakes on a Plane (ja, ja). Pero como película "B" directa a DVD me mantuvo entretenido y cumplió con mis bajas expectativas. De ninguna manera recomendaría comprarla, pero si casualmente se encuentra transmitiéndose por televisión (o, en el peor de los casos, no hubiera nada mejor para rentar), puede entretener durante hora y media a aquellas personas que no teman exponer sus ojos a películas que combinan la tenacidad del espíritu independiente con los peores elementos de la mercantilista industria hollywoodense.
Calificación: 6.5
domingo, 14 de diciembre de 2008
Entre la Vida y la Muerte (Appaloosa)
Fui a ver Entre la Vida y la Muerte (Appaloosa) pensando que sería un re-make de la cinta The Appaloosa, de la que honestamente no recuerdo mucho, excepto que Marlon Brando se peleaba por un caballo de esa raza. Pero resulta que esta nueva cinta no es un re-make, sino la adaptación de una novela publicada en esta década, y aunque obviamente rinde homenaje a los arquetipos del tradicional western, no aporta mucho al género... lo cual no impide que sea una buena película "como las hacían antes".
La trama sigue a Virgil Cole (Ed Harris) y su amigo Mitch (Viggo Mortensen), dos rudos pero honestos hombres que son contratados para limpiar el pueblo de Appaloosa, sojuzgado por la violencia e ilegales manejos del malvado granjero Randall Bragg (Jeremy Irons). Sobra decir que la inmediata tensión entre héroes y villano resulta en variadas peleas y balaceras (¿cómo esperar otra cosa?); pero la situación se complica con la llegada de la atractiva viuda French (Renée Zellweger), cuya presencia despierta emociones latentes en Virgil y Mitch... y al mismo tiempo pone en peligro la seguridad del pueblo entero.
Nací un par de décadas tarde para haber experimentado el western en su momento más fuerte pero eso no me ha impedido disfrutar muchas recientes obras del género, y reconozco que los temas, ritmo y desarrollo de Entre la Vida y la Muerte siguen la pauta establecida desde los inicios de este tipo de cine: simples fábulas morales ubicadas en el viejo oeste norteamericano con personajes que reflejan la nostalgia por una existencia a la vez más simple y más complicada, marcando un período de transición entre el barbarismo del “salvaje” y la naciente cultura social, que requiere cada vez menos honor e ingenio, y más subterfugio, hipocresía y paranoia para sobrevivir en un nivel totalmente distinto. Entiendo el atractivo y en muchos aspectos lo comparto. Pero habiendo visto similares historias durante tanto tiempo, también necesito una trama más interesante de donde puedan desprenderse todos esos mensajes.
Desafortunadamente Entre la Vida y la Muerte no aspira a tanto, y se limita a ser un refrito de los bien conocidos clichés: los héroes rectos y honorables pero poco refinados; el villano cruel y avaro que desprecia la ley y de algún modo controla a su vasto ejército de genéricos y desechables esbirros; la modesta pero coqueta viuda que se interpone entre dos hombres... y, desde luego, las balaceras a caballo en los agrestes paisajes de la pradera y la montaña. Puedo señalar que algunos westerns modernos que me han gustado mucho encontraron el modo de añadir un elemento innovador, o al menos inesperado en su bien conocida fórmula: la filosofía en Unforgiven, el surrealismo visual de The Quick and the Dead, el humor de Silverado, la increíble estética narrativa de The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford... en fin, hay muchos que lograron conciliar la nostalgia con una moderna sensibilidad más apreciable por audiencias modernas.
Pero, como dije, Entre la Vida y la Muerte no es mala, y tiene muchos elementos positivos; el guión es ágil y cuenta con un excelente principio y conclusión (aunque puede sentirse algo lenta durante su parte media); Ed Harris dirige su segunda película con aplomo y madurez (después de la competente Pollock), aunque su punto débil es el aspecto visual que resulta meramente funcional. No obstante, su timidez gráfica se compensa con el detalle prestado a las actuaciones. No hace falta decir que Harris y Mortensen están perfectos en sus papeles, aunque la mayor sorpresa fue Jeremy Irons como el forajido Bragg. No pongo en duda el inmenso talento de este actor, pero no pensé encontrarlo tan creíble como granjero, cuando lo hemos visto tantas veces en papeles aristocráticos y sofisticados. Y supongo que Renée Zellweger cumple su función, aunque el guión no le da mucho material que requiera algo más que su simpática presencia, inocente sonrisa, o gritos de damisela en peligro.
A fin de cuentas Entre la Vida y la Muerte representa una sólida adición al western moderno, pero no resulta particularmente memorable. Quizás sea más atractiva para los aficionados que reconozcan el estilo y temas del género, y aprecien los lacónicos personajes, la parsimoniosa narrativa y el "cocimiento a fuego lento" de la tensión, explosivamente culminada por la obligatoria balacera. Ciertamente puedo recomendarla (tan sólo por sus actuaciones y personajes), pero al mismo tiempo debo añadir que hay mejores películas que no sólo han funcionado como homenaje del clásico western, sino que han logrado trasladarlo exitosamente al nuevo siglo. Y no todas incluyen a Clint Eastwood.
Calificación: 8
La trama sigue a Virgil Cole (Ed Harris) y su amigo Mitch (Viggo Mortensen), dos rudos pero honestos hombres que son contratados para limpiar el pueblo de Appaloosa, sojuzgado por la violencia e ilegales manejos del malvado granjero Randall Bragg (Jeremy Irons). Sobra decir que la inmediata tensión entre héroes y villano resulta en variadas peleas y balaceras (¿cómo esperar otra cosa?); pero la situación se complica con la llegada de la atractiva viuda French (Renée Zellweger), cuya presencia despierta emociones latentes en Virgil y Mitch... y al mismo tiempo pone en peligro la seguridad del pueblo entero.
Nací un par de décadas tarde para haber experimentado el western en su momento más fuerte pero eso no me ha impedido disfrutar muchas recientes obras del género, y reconozco que los temas, ritmo y desarrollo de Entre la Vida y la Muerte siguen la pauta establecida desde los inicios de este tipo de cine: simples fábulas morales ubicadas en el viejo oeste norteamericano con personajes que reflejan la nostalgia por una existencia a la vez más simple y más complicada, marcando un período de transición entre el barbarismo del “salvaje” y la naciente cultura social, que requiere cada vez menos honor e ingenio, y más subterfugio, hipocresía y paranoia para sobrevivir en un nivel totalmente distinto. Entiendo el atractivo y en muchos aspectos lo comparto. Pero habiendo visto similares historias durante tanto tiempo, también necesito una trama más interesante de donde puedan desprenderse todos esos mensajes.
Desafortunadamente Entre la Vida y la Muerte no aspira a tanto, y se limita a ser un refrito de los bien conocidos clichés: los héroes rectos y honorables pero poco refinados; el villano cruel y avaro que desprecia la ley y de algún modo controla a su vasto ejército de genéricos y desechables esbirros; la modesta pero coqueta viuda que se interpone entre dos hombres... y, desde luego, las balaceras a caballo en los agrestes paisajes de la pradera y la montaña. Puedo señalar que algunos westerns modernos que me han gustado mucho encontraron el modo de añadir un elemento innovador, o al menos inesperado en su bien conocida fórmula: la filosofía en Unforgiven, el surrealismo visual de The Quick and the Dead, el humor de Silverado, la increíble estética narrativa de The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford... en fin, hay muchos que lograron conciliar la nostalgia con una moderna sensibilidad más apreciable por audiencias modernas.
Pero, como dije, Entre la Vida y la Muerte no es mala, y tiene muchos elementos positivos; el guión es ágil y cuenta con un excelente principio y conclusión (aunque puede sentirse algo lenta durante su parte media); Ed Harris dirige su segunda película con aplomo y madurez (después de la competente Pollock), aunque su punto débil es el aspecto visual que resulta meramente funcional. No obstante, su timidez gráfica se compensa con el detalle prestado a las actuaciones. No hace falta decir que Harris y Mortensen están perfectos en sus papeles, aunque la mayor sorpresa fue Jeremy Irons como el forajido Bragg. No pongo en duda el inmenso talento de este actor, pero no pensé encontrarlo tan creíble como granjero, cuando lo hemos visto tantas veces en papeles aristocráticos y sofisticados. Y supongo que Renée Zellweger cumple su función, aunque el guión no le da mucho material que requiera algo más que su simpática presencia, inocente sonrisa, o gritos de damisela en peligro.
A fin de cuentas Entre la Vida y la Muerte representa una sólida adición al western moderno, pero no resulta particularmente memorable. Quizás sea más atractiva para los aficionados que reconozcan el estilo y temas del género, y aprecien los lacónicos personajes, la parsimoniosa narrativa y el "cocimiento a fuego lento" de la tensión, explosivamente culminada por la obligatoria balacera. Ciertamente puedo recomendarla (tan sólo por sus actuaciones y personajes), pero al mismo tiempo debo añadir que hay mejores películas que no sólo han funcionado como homenaje del clásico western, sino que han logrado trasladarlo exitosamente al nuevo siglo. Y no todas incluyen a Clint Eastwood.
Calificación: 8
sábado, 13 de diciembre de 2008
El Día que la Tierra se Detuvo (The Day the Earth Stood Still)
La original The Day the Earth Stood Still, de 1951, es probablemente mi película favorita de todos los tiempos, no sólo por sus valores intrínsecos, sino por el contexto en el que surgió. En la primera década de la post-guerra, con la economía norteamericana en explosivo desarrollo y en franco camino a conquistar al globo, la película se atrevió a sugerir que quizás la hegemonía de un poder sobre el resto del mundo no era el camino a seguir, y que toda expansión militar o ideológica debe ser cuidadosamente vigilada con el criterio de la ciencia y la moralidad. Y, claro, el manifiesto anti-nuclear es la cereza que adorna su rico platillo de ideas.
Ahora, el moderno re-make de The Day the Earth Stood Still se limita a unir su débil voz al movimiento ecológico, cosa muy loable, pero penosamente poco ambiciosa para una película que pretende abarcar un concepto tan grandilocuente como la extinción de la humanidad (por no mencionar la tácita intención de "mejorar" un clásico cinematográfico para las nuevas generaciones). Pero bueno... prometo hacer lo posible por evitar más comparaciones o injustas expectativas sobre la nueva versión de mi película favorita.
Después de un misterioso prólogo, la nueva versión de El Día que la Tierra se Detuvo comienza con el abrupto reclutamiento de la Dra. Helen Benson (Jennifer Connelly) como parte de un grupo de científicos con la apresurada labor de crear un plan para evitar la colisión de un enorme objeto que se aproxima a Tierra. Pero cuando parece haberse pedido toda esperanza, el objeto empieza a frenar y aterriza suavemente en el Parque Central de Nueva York, donde es recibido por un enorme operativo de militares y policías. Entonces de la esfera sale una figura humanoide, que resulta ser Klaatu (Keanu Reeves) un extraterrestre con una muy definida misión, que el gobierno de los Estados Unidos no acepta con entusiasmo. Pero con la ayuda de la Dra. Benson, quizás el enigmático alienígena logre su propósito...
Con sólo dos películas en su haber (la incoherente Hellraiser: Inferno y la competente The Exorcism of Emily Rose) el director Scott Derrickson resulta tristemente inapropiado para conducir una película que aspira a un tono épico, pero que no logra generar el más mínimo suspenso o emoción. Como muchas otras cintas sobre desastres, El Día que la Tierra se Detuvo pretende contar paralelamente dos historias: un grandioso conflicto a gran escala del que depende el futuro de la humanidad; y el viaje emocional de un puñado de personajes, que idealmente enriquecerá (y afectará) al conflicto mayor. El problema es que en este caso ambas historias están escritas con tanta pereza que su interacción sólo produce bostezos o indiferencia, y de ningún modo sentí realistas las lacrimosas escenas supuestamente diseñadas para "vendernos" el conveniente final. Gran parte del problema está en el elenco. Jennifer Connelly ha probado su talento en mejores películas, pero resulta obvio que sin material apropiado sólo puede ampararse en su belleza física para cargar el papel (aunque, vale decirlo, no podría haber una mejor embajadora para contactar a otra civilización; NASA, tomen nota). Keanu Reeves se muestra apropiadamente frío y acartonado en el papel del ambiguo alienígena, y honestamente no puedo decidir si es por su gran talento o por la falta del mismo. Pero el peor actor resulta ser Jaden Smith (hijo de Will Smith, continuando desvergonzadamente el tradicional nepotismo hollywoodense), quien resulta odioso cuando debería ser simpático, y forzado cuando el papel necesita honestidad. El único que deja una buena impresión es el británico John Cleese, en un raro papel serio que contrasta con el usual humor de sus rutinas en Monty Python, y me hace desear que otros productores lo contrataran para roles similares, pues obviamente su talento va mucho más allá de caminar graciosamente.
Créanme... no odié El Día que la Tierra se Detuvo porque sea una pobre reinvención de mi película favorita, sino porque me pareció mala por derecho propio. Abundan las inconsistencias en su guión, hay muchas escenas pobremente planteadas y en ningún momento sentí tensión, suspenso o alguna otra cosa que no fuera mera tolerancia o aburrimiento. No puedo recomendarla ni en su más básico nivel de "Hollywood blockbuster", aunque admito que hay un par de buenos efectos (quienes apoyen la teoría del "grey goo" verán una vívida representación de su pesadilla), pero otros son sorprendentemente primitivos (los múltiples helicópteros digitales y un robot gigante son las peores instancias). En resumen, un desperdicio de recursos que nunca debió realizarse... aunque admito que agradezco su influencia en el reciente lanzamiento en DVD de la película original, restaurada y en alta definición. Por lo menos salió algo bueno de algo tan malo.
Calificación: 5
Ahora, el moderno re-make de The Day the Earth Stood Still se limita a unir su débil voz al movimiento ecológico, cosa muy loable, pero penosamente poco ambiciosa para una película que pretende abarcar un concepto tan grandilocuente como la extinción de la humanidad (por no mencionar la tácita intención de "mejorar" un clásico cinematográfico para las nuevas generaciones). Pero bueno... prometo hacer lo posible por evitar más comparaciones o injustas expectativas sobre la nueva versión de mi película favorita.
Después de un misterioso prólogo, la nueva versión de El Día que la Tierra se Detuvo comienza con el abrupto reclutamiento de la Dra. Helen Benson (Jennifer Connelly) como parte de un grupo de científicos con la apresurada labor de crear un plan para evitar la colisión de un enorme objeto que se aproxima a Tierra. Pero cuando parece haberse pedido toda esperanza, el objeto empieza a frenar y aterriza suavemente en el Parque Central de Nueva York, donde es recibido por un enorme operativo de militares y policías. Entonces de la esfera sale una figura humanoide, que resulta ser Klaatu (Keanu Reeves) un extraterrestre con una muy definida misión, que el gobierno de los Estados Unidos no acepta con entusiasmo. Pero con la ayuda de la Dra. Benson, quizás el enigmático alienígena logre su propósito...
Con sólo dos películas en su haber (la incoherente Hellraiser: Inferno y la competente The Exorcism of Emily Rose) el director Scott Derrickson resulta tristemente inapropiado para conducir una película que aspira a un tono épico, pero que no logra generar el más mínimo suspenso o emoción. Como muchas otras cintas sobre desastres, El Día que la Tierra se Detuvo pretende contar paralelamente dos historias: un grandioso conflicto a gran escala del que depende el futuro de la humanidad; y el viaje emocional de un puñado de personajes, que idealmente enriquecerá (y afectará) al conflicto mayor. El problema es que en este caso ambas historias están escritas con tanta pereza que su interacción sólo produce bostezos o indiferencia, y de ningún modo sentí realistas las lacrimosas escenas supuestamente diseñadas para "vendernos" el conveniente final. Gran parte del problema está en el elenco. Jennifer Connelly ha probado su talento en mejores películas, pero resulta obvio que sin material apropiado sólo puede ampararse en su belleza física para cargar el papel (aunque, vale decirlo, no podría haber una mejor embajadora para contactar a otra civilización; NASA, tomen nota). Keanu Reeves se muestra apropiadamente frío y acartonado en el papel del ambiguo alienígena, y honestamente no puedo decidir si es por su gran talento o por la falta del mismo. Pero el peor actor resulta ser Jaden Smith (hijo de Will Smith, continuando desvergonzadamente el tradicional nepotismo hollywoodense), quien resulta odioso cuando debería ser simpático, y forzado cuando el papel necesita honestidad. El único que deja una buena impresión es el británico John Cleese, en un raro papel serio que contrasta con el usual humor de sus rutinas en Monty Python, y me hace desear que otros productores lo contrataran para roles similares, pues obviamente su talento va mucho más allá de caminar graciosamente.
Créanme... no odié El Día que la Tierra se Detuvo porque sea una pobre reinvención de mi película favorita, sino porque me pareció mala por derecho propio. Abundan las inconsistencias en su guión, hay muchas escenas pobremente planteadas y en ningún momento sentí tensión, suspenso o alguna otra cosa que no fuera mera tolerancia o aburrimiento. No puedo recomendarla ni en su más básico nivel de "Hollywood blockbuster", aunque admito que hay un par de buenos efectos (quienes apoyen la teoría del "grey goo" verán una vívida representación de su pesadilla), pero otros son sorprendentemente primitivos (los múltiples helicópteros digitales y un robot gigante son las peores instancias). En resumen, un desperdicio de recursos que nunca debió realizarse... aunque admito que agradezco su influencia en el reciente lanzamiento en DVD de la película original, restaurada y en alta definición. Por lo menos salió algo bueno de algo tan malo.
Calificación: 5
jueves, 11 de diciembre de 2008
Baby Mama
Cierto, Baby Mama es el tipo de "chick flick" que usualmente trato de evitar, pero desde hace años he disfrutado el trabajo de la brillante Tina Fey, desde su irregular desempeño como jefa de escritores en el programa de televisión Saturday Night Live, hasta su actual serie 30 Rock, con la que me he obsesionado gracias a sus dinámicos guiones, sus hilarantes personajes y el fantástico sentido del humor que exhibe, simultáneamente inteligente y absurdo, que no teme humillar a sus estrellas con el fin de promover el desarrollo de los personajes... y de hacernos reír.
Habiendo dicho eso, debo aclarar que mi expectativa sobre Baby Mama era bastante baja, pues ciertamente cuenta con Tina Fey como protagonista... pero no como escritora. Y, por mucho que la admire, acepto que no es particularmente buena actriz, a pesar de los premios que ha ganado en esa categoría. Claro, es perfecta representando veladas distorsiones de su propia persona (como en la mencionada 30 Rock y en la ingeniosa comedia juvenil Mean Girls -que también escribió-), pero no logro imaginarla en un papel más dramático o profundo... en resumen, dudo mucho que su rango se extienda más allá de lo que la hemos visto hacer. Sin embargo, para bien o para mal, Baby Mama no tiene grandes ambiciones dramáticas, y sabiamente emplea a Fey exactamente dentro del mencionado rango: una inteligente mujer adulta tratando de prosperar en un mundo dominado por hombres. Y, para bien o para mal, la ubica en mitad de otro gran cliché: la batalla para conciliar su exitosa carrera con el impulso natural de tener un bebé.
La trama gira alrededor de ese impulso, pues ante los fracasos románticos que aparentemente ha experimentado, la ejecutiva Kate Holbrook (Tina Fey) decide probar otras alternativas para tener un hijo. Finalmente se decide por el método más práctico que no obstruirá su desempeño en la compañía de comida naturista donde trabaja, y así contrata los servicios de una empresa especializada en maternidad subrogada, donde una mujer "rentará" su útero para llevar a término un embarazo con el material genético de Kate; el problema surge cuando la mujer elegida para tal labor resulta ser Angie (Amy Poehler), una vulgar e ignorante mujer que necesita el dinero para sostener a su haragán marido Carl (Dax Shepard). Y lo que comienza como una bizarra relación de "trabajo" va evolucionando hasta convertirse en una sincera amistad... hasta que el obligatorio giro sorpresivo pone en peligro el embarazo y la relación entre las amigas.
Debo advertir a los demás fans de Tina Fey que de ninguna manera hay que esperar en Baby Mama el mismo grado de inteligencia y humor exhibido en 30 Rock. Repito: no estamos viendo 30 Rock: The Movie. Por el contrario, se trata de una sencilla comedia familiar con los esperados discursos sobre feminismo, instancias de blando romance y lecciones de amistad que hemos visto en tantas otras películas. No obstante, incluso con esas bajas ambiciones, la cinta resulta ligeramente superior al promedio en virtud de que la historia ofrece un par de sorpresas bien implementadas, que cambian un poco la perspectiva de la historia y hacen más difícil adivinar su resolución. También, como dije, las actrices principales están perfectamente seleccionadas para sus papeles, con Amy Poehler resucitando uno de los muchos papeles de mujer estridente y ordinaria que ha lucido en Saturday Night Live. Y, finalmente, el elenco secundario contribuye con algunos buenos momentos, desde el mencionado Dax Shepard como el desvergonzado parásito que vive a costa de su mujer, hasta Steve Martin como el bizarro y "creativo" jefe de Fey, sin olvidar a la siempre interesante Sigourney Weaver en un extraño papel que aprovecha muy bien el inexplorado talento humorístico de esta seria actriz. Menos afortunados resultan ser Greg Kinnear en el más insípido y genérico papel de pretendiente amoroso y el usualmente genial Romany Malco en el ingrato y (¿me atrevo a decirlo?) racista rol de un parlanchín portero.
No esperaba mucho de Baby Mama y, aunque marginalmente superó mi expectativa, no puedo realmente considerarla una buena película que cualquier espectador podría apreciar. Está dirigida al público representado por su protagonista (mujeres con interés en temas maternales) y supongo que en ese aspecto la podría considerar ligeramente mejor que Yours, Mine and Ours o la reciente Todo Sobre las Mujeres (The Women). Sin embargo la calidad de su guión está por debajo de Mean Girls y la multi-mencionada serie 30 Rock, por lo que no podría recomendarla a los fans de Tina Fey, la escritora. Pero considero que quienes deseen ver a Tina Fey, la actriz, en una historia de "pareja dispareja" con su amiga Amy Poehler, encontrarán suficientes motivos para disfrutar esta ligera comedia que no supera su vieja fórmula, pero que al menos la domina sin gran esfuerzo. En resumen, no se arriesga y no gana... pero tampoco fracasa.
Calificación: 7 (si no fuera fan de 30 Rock, probablemente le pondría 6)
Habiendo dicho eso, debo aclarar que mi expectativa sobre Baby Mama era bastante baja, pues ciertamente cuenta con Tina Fey como protagonista... pero no como escritora. Y, por mucho que la admire, acepto que no es particularmente buena actriz, a pesar de los premios que ha ganado en esa categoría. Claro, es perfecta representando veladas distorsiones de su propia persona (como en la mencionada 30 Rock y en la ingeniosa comedia juvenil Mean Girls -que también escribió-), pero no logro imaginarla en un papel más dramático o profundo... en resumen, dudo mucho que su rango se extienda más allá de lo que la hemos visto hacer. Sin embargo, para bien o para mal, Baby Mama no tiene grandes ambiciones dramáticas, y sabiamente emplea a Fey exactamente dentro del mencionado rango: una inteligente mujer adulta tratando de prosperar en un mundo dominado por hombres. Y, para bien o para mal, la ubica en mitad de otro gran cliché: la batalla para conciliar su exitosa carrera con el impulso natural de tener un bebé.
La trama gira alrededor de ese impulso, pues ante los fracasos románticos que aparentemente ha experimentado, la ejecutiva Kate Holbrook (Tina Fey) decide probar otras alternativas para tener un hijo. Finalmente se decide por el método más práctico que no obstruirá su desempeño en la compañía de comida naturista donde trabaja, y así contrata los servicios de una empresa especializada en maternidad subrogada, donde una mujer "rentará" su útero para llevar a término un embarazo con el material genético de Kate; el problema surge cuando la mujer elegida para tal labor resulta ser Angie (Amy Poehler), una vulgar e ignorante mujer que necesita el dinero para sostener a su haragán marido Carl (Dax Shepard). Y lo que comienza como una bizarra relación de "trabajo" va evolucionando hasta convertirse en una sincera amistad... hasta que el obligatorio giro sorpresivo pone en peligro el embarazo y la relación entre las amigas.
Debo advertir a los demás fans de Tina Fey que de ninguna manera hay que esperar en Baby Mama el mismo grado de inteligencia y humor exhibido en 30 Rock. Repito: no estamos viendo 30 Rock: The Movie. Por el contrario, se trata de una sencilla comedia familiar con los esperados discursos sobre feminismo, instancias de blando romance y lecciones de amistad que hemos visto en tantas otras películas. No obstante, incluso con esas bajas ambiciones, la cinta resulta ligeramente superior al promedio en virtud de que la historia ofrece un par de sorpresas bien implementadas, que cambian un poco la perspectiva de la historia y hacen más difícil adivinar su resolución. También, como dije, las actrices principales están perfectamente seleccionadas para sus papeles, con Amy Poehler resucitando uno de los muchos papeles de mujer estridente y ordinaria que ha lucido en Saturday Night Live. Y, finalmente, el elenco secundario contribuye con algunos buenos momentos, desde el mencionado Dax Shepard como el desvergonzado parásito que vive a costa de su mujer, hasta Steve Martin como el bizarro y "creativo" jefe de Fey, sin olvidar a la siempre interesante Sigourney Weaver en un extraño papel que aprovecha muy bien el inexplorado talento humorístico de esta seria actriz. Menos afortunados resultan ser Greg Kinnear en el más insípido y genérico papel de pretendiente amoroso y el usualmente genial Romany Malco en el ingrato y (¿me atrevo a decirlo?) racista rol de un parlanchín portero.
No esperaba mucho de Baby Mama y, aunque marginalmente superó mi expectativa, no puedo realmente considerarla una buena película que cualquier espectador podría apreciar. Está dirigida al público representado por su protagonista (mujeres con interés en temas maternales) y supongo que en ese aspecto la podría considerar ligeramente mejor que Yours, Mine and Ours o la reciente Todo Sobre las Mujeres (The Women). Sin embargo la calidad de su guión está por debajo de Mean Girls y la multi-mencionada serie 30 Rock, por lo que no podría recomendarla a los fans de Tina Fey, la escritora. Pero considero que quienes deseen ver a Tina Fey, la actriz, en una historia de "pareja dispareja" con su amiga Amy Poehler, encontrarán suficientes motivos para disfrutar esta ligera comedia que no supera su vieja fórmula, pero que al menos la domina sin gran esfuerzo. En resumen, no se arriesga y no gana... pero tampoco fracasa.
Calificación: 7 (si no fuera fan de 30 Rock, probablemente le pondría 6)