A veces es difícil, pero hay que reconocer que no todas las películas aclamadas como "clásicas" y "de culto" sobreviven el paso de los años. Algunas son realmente buenas y no lo discuto, pero muchas otras funcionan sólo, en el mejor de los casos, como reliquias históricas que representan con brutal honestidad la idiosincrasia de una época (por ejemplo, la irritante The Apple o la incomprensible Forbidden Zone). Afortunadamente Death Race 2000, de 1975, pertenece a ambas categorías, pues además de que sigue siendo entretenida, violenta y graciosa, refleja con igual entusiasmo un profético entorno social que, para bien o para mal, evoca nuestro presente... quizás no en lo que se refiere al inmisericorde y mortal deporte que le da título a la película, pero sí en su visión de la política como entretenimiento cuasi-fascista y pseudo-religioso.
Por eso parecería natural la idea de un re-make que retomara las ideas propuestas en esa brillante cinta y las trasladara a NUESTRO futuro, para especular sobre el desarrollo de la sociedad humana en décadas venideras. Después de todo, los más de treinta años transcurridos desde entonces han revelado mejoras y deficiencias que sin duda merecerían ser re-examinadas por un cineasta audaz, visionario y dispuesto a enfrentar el reto de entretenernos al mismo tiempo que nos hace pensar.
O, alternativamente, podría dársele la tarea a Paul W.S. Anderson.
No quiero ser uno de esos individuos que automáticamente odian todo lo que toca este controversial director. Cierto, creo que ha desperdiciado oportunidades únicas en proyectos de alto perfil (en particular con Alien Vs. Predator y la primera Resident Evil) cuyo inmenso potencial se esfumó frente al mediocre talento de este director; pero también ha realizado obras interesantes y entretenidas, ya sea por su concepto (Event Horizon), su exuberante energía (Mortal Kombat), o (como productor) por su bien armado equipo de colaboradores (Resident Evil: Extinction y D.O.A. Dead or Alive).
Para bien o para mal, la nueva cinta Death Race no redime a Anderson, pero tampoco lo sepulta; simplemente es más de lo mismo: hueco entretenimiento basado en buenas ideas que no se exploran adecuadamente. La trama omite gran parte del contenido político de la versión original y muchos de los elementos que añadían negro humor y genialidad narrativa. Así, en vez de una carrera a lo largo de los Estados Unidos, tenemos una competencia automovilística entre feroces criminales, limitada a una isla-prisión donde la fría e implacable directora se beneficia del elevado "rating" televisivo que genera la inusual carrera. El protagonista, un piloto profesional encarcelado injustamente, deberá sobrevivir no sólo el ataque de sus violentos contrincantes sino las manipulaciones de la directora, cuyas promesas de libertad podrían ocultar propósitos más siniestros y, desde luego, una siniestra conspiración...
En su más básico nivel, Death Race resulta una experiencia amena y marginalmente emocionante; abundan los momentos de violencia y abuso automovilístico; el fetiche tecnológico se cubre satisfactoriamente con exóticos vehículos copiados de Mad Max, aunque de más lustrosa manufactura; los actores encajan a la perfección en sus trillados papeles; y la dirección mantiene un ritmo ágil sin hacer demasiado frívola la trama, aunque una vez más Anderson cae en el error de exagerar la edición hasta el punto de la incoherencia en muchas instancias en las que un enfoque más sobrio y sutil hubiera funcionado mejor. Pero digamos que no es algo inesperado, pues se ha convertido en importante parte de su "estilo".
Hay que tomar en cuenta que escribo todo esto desde el punto de vista de alguien que apreció bastante la película original y consideró decepcionante la burda simplificación de sus mejores elementos en esta nueva interpretación. Pero quien no esté familiarizado con la versión setentera de Death Race 2000 quizás encuentre este re-make más satisfactorio, aunque sea como una llana cinta de acción con héroes rudos, autos rápidos y profusas explosiones. Al igual que la reciente cinta The Condemned (de tema casi idéntico), Death Race cuenta con suficientes virtudas para hacernos pasar un buen rato... aunque esta vez sea con vehículos en un circuito de concreto, en vez de puños y cuchillos en una espesa jungla. Digamos que en ésta carrera mortal, el resultado fue un simple empate.
Calificación: 7.5
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