En mi constante búsqueda de joyas ocultas (o al menos experiencias fílmicas tolerables) en el estéril desierto del terror de bajo presupuesto, encuentro con demasiada frecuencia películas simplemente malas; estoy acostumbrado y no lo resiento mucho; pero lo que sí llega a doler es encontrar una obra con gran potencial que fue saboteada por algún elemento de su producción, ya sea a nivel creativo, técnico o narrativo. Desafortunadamente Brotherhood of Blood es una de esas películas que pudo llegar más lejos si no fuera por una fatal deficiencia: su dirección.
El concepto básico del guión es bueno y bastante original: a diferencia de los sofisticados y elegantes vampiros de Anne Rice o los tecno-fetichistas de Blade, los vampiros de Brotherhood of Blood viven en la periferia de la sociedad, al margen de la ley y ligeramente por encima de los indigentes callejeros. Sus antagonistas, una secreta orden de cazadores de vampiros, no está en mejor posición; por falta de dinero, los supuestos héroes deben sostener su magra existencia robando las pertenencias de los vampiros que destruyen. Por eso ambas facciones buscan desesperadamente el control de un hombre recientemente infectado por el vampirismo, cuyo millonario hermano podría ser una importante fuente de dinero y posición social... los vampiros desean convertirlo en uno de ellos, y los cazadores quieren convencerlo para patrocinar sus esfuerzos, empezando por buscar una cura para el hermano infectado. Además, por si eso no fuera suficiente, tanto los héroes como los villanos están preocupados por la inminente resurrección de un antiguo demonio, que podría tener como misión exterminar a los humanos, o a los vampiros... o al planeta entero.
La premisa de Brotherhood of Blood es innovadora, pero la película se desmorona rápidamente por su bajísimo presupuesto y la pésima dirección de Michael Roesch y Peter Scheerer, cuyo trabajo como guionistas muestra varios atisbos de ingenio que en papel sin duda prometían una razonablemente interesante película. Pero su desempeño como directores arruina tal potencial, pues además de la cinematografía (videografía) granulosa y mal iluminada, tenemos escenas pésimamente coreografiadas, una abundancia de incómodos y mal encuadrados close-ups y una espantosa edición cuyas fallas no se limitan a irrelevantes problemas de continuidad, sino que sabotean la narrativa con sus bruscos cambios de ritmo y tono. Esa carencia de visión global y de planeación adecuada, y la incapacidad de mantener en la mente la estructura y flujo de la historia durante la filmación y post-producción de la película es lo que más fácilmente puedo señalar como un mal trabajo de dirección. Por cierto, durante los créditos finales de la película el primer agradecimiento es para Uwe Boll (al parecer los co-directores y co-guionistas de Brotherhood of Blood trabajaron con él en Alemania). Ni hablar... supongo que hasta la tangencial influencia de este nefasto director tiene el poder de arruinar otras películas. O tal vez Boll fue el mentor de Roesch y Scheerer, con las consecuencias que ahora vemos.
Como quiera que sea, el par trata de atenuar el problema empleando el viejo truco de contar la historia de manera no lineal (en otras palabras, otro refrito estilístico de Pulp Fiction); no funciona en el plano técnico, pero en el narrativo tal vez enriquece el desarrollo, pues al alternar entre presente y futuro algunas escenas que no tenían sentido cobran nueva importancia, mientras que otras revelan relaciones inesperadas o motivación de acciones futuras.
El elenco también comparte la culpa, pues si bien la inclusión de varios veteranos del género fantástico eleva parcialmente el nivel de la cinta, al mismo tiempo resalta la ya notoria deficiencia del resto de los actores, subrayando su condición amateur y las improvisadas actuaciones. Entre los veteranos mencionados tenemos a Sid Haig (Spider Baby, The Devil's Rejects) y Ken Foree (recordado con cariño por su papel central en la original Dawn of the Dead), quien es también culpable de exagerar bastante en su interpretación de una especie de pirata vampiro propenso a explicar la trama y a reír maniáticamente. Finalmente tenemos a la guapa Victoria Pratt, más conocida por papeles en las series televisivas Xena: Warrior Princess, Mutant X y Cleopatra 2525; no será una virtuosa del arte histriónico, pero considero que pertenece al dudosamente destacado grupo de actores y actrices que demuestran inusitado profesionalismo y compromiso en las cintas de bajo presupuesto donde con frecuencia los vemos tomando muy en serio sus papeles y excediendo los requerimientos del mediocre material con el que generalmente tienen que trabajar (otros semi-anónimos miembros de ese grupo: Corbin Bernsen, Reneé O'Connor y Sandrine Holt).
A fin de cuentas, los contados aciertos de Brotherhood of Blood no exceden sus abundantes fallas. La mala dirección, nebulosa imagen y limitación creativa general aniquilan la experiencia, aunque la trama deja la puerta abierta para una hipotética secuela. Honestamente no me molestaría verla, siempre y cuando los directores estudiaran intensivamente bajo la tutela simultánea de Martin Scorsese, Alan Parker y Steven Spielberg. Pero como dudo que eso ocurra, considero más viable que los productores (que incluyen al mencionado Ken Foree) decidan buscar a alguien con el mediano talento visual necesario para alcanzar el potencial que promete la historia. En el mejor de los casos, Brotherhood of Blood es una mediocre pero interesante curiosidad en el vasto y predecible sub-género de vampiros. En el peor de los casos, es una lección para estudiantes de cine sobre cómo NO dirigir una película. En ambos papeles tiene cierto valor, pero mi recomendación está limitada sólo a aquellos que encuentren el proverbial vaso "casi lleno". El resto de la gente preferirá abstener por completo de beber este amargo trago.
Calificación: 6
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