No, realmente no creo que vaya a acabarse el mundo. Pero lo que lamentablemente se terminó fue el tiempo que podía dedicarle a Imagen en Negativo. Me duele mucho hacer esto (¡otra vez!), pero en los últimos dos o tres años mi situación laboral y doméstica ha cambiado gradualmente, y ahora encuentro con más frecuencia que no solo me falta tiempo para escribir críticas, revisarlas, publicarlas y responder comentarios... sino para ver las películas mismas. O al menos para verlas con la frecuencia que yo considero necesaria para publicar a un ritmo útil y relevante para los lectores. Y como nunca he querido tener uno de esos blogs que se actualizan dos veces al año (no los estoy juzgando), prefiero "cortar por lo sano" y retirarme de esta actividad que tanto me gusta; aunque, aceptémoslo, nunca mejoré tanto como hubiera querido en trece años de "crítico aficionado". Entonces, solo queda extender mi sincero agradecimiento a todos los lectores por su apoyo, su paciencia y ayuda en todas sus formas. Voy a extrañarlos tanto como extrañaré este blog, y por favor reciban mis mejores deseos para el 2013 y siempre. A menos que realmente se acabe el mundo, en cuyo caso publicaré mi crítica del Apocalipsis: "Estuvo entretenido, pero usó muchos clichés y perdió energía al final..."
Un abrazo a todos.
Pablo del Moral
Diciembre 21, 2012
viernes, 21 de diciembre de 2012
End of Watch
Supongo que era inevitable... el estilo pseudo-documental llegó al cine policíaco, y me complace decir que el resultado fue excelente. Claro, la cinta End of Watch no está exenta de los problemas del género, pero el director David Ayer los evade arteramente enfocándose no en los hechos que retrata la "cámara casera", sino en la relación de sus interesantes protagonistas, interpretados por muy buenos actores que rápidamente nos hacen olvidar el artífice para hacernos partícipes de su palpable realidad emocional. En resumen, una de las mejores cintas policíacas que he visto, y futura referencia para otras del mismo género.
Como si fuera un episodio de COPS (pero muy bien filmado), End of Watch sigue las vidas de los oficiales de policía Brian Taylor (Jake Gyllenhaal) y Mike Zavala (Michael Peña), asignados a una de las áreas más peligrosos del barrio "South Central", en la ciudad de Los Ángeles. Su rutina diaria parece incluir balaceras, disturbios domésticos y todo tipo de crímenes relacionados con las pandillas que pelean por control territorial en el tráfico de droga. Casualmente Brian está tomando un curso de cine, y como parte de su tarea decidió filmar un documental casero de sus experiencias como policía, lo cual no solo incluye sus recorridos por las calles, sino las interioridades de la estación de policía, las políticas laborales de sus compañeros y superiores, y desde luego su vida personal, la cual ha mejorado considerablemente desde que conoció a Janet (Anna Kendrick), una inteligente mujer que podría convertirse en su pareja definitiva. Sin embargo, la vida de los oficiales corre peligro (aún más de lo usual) cuando un llamado rutinario los pone en contacto con un violento narcotraficante hispano llamado Big Evil (Maurice Compte), quien no está contento con la interferencia de la ley en sus negocios ilícitos.
A decir verdad, el director y guionista David Ayer no está casado con el formato del "video casero", pues frecuentemente abandona ese punto de vista para filmar con cámara tradicional que no está físicamente "presente" en la escena (vamos, como cualquier otra película). Al principio me irritó un poco esta falta de consistencia, pero se olvida rápidamente conforme la historia se complica y el suspenso vuelve irrelevante la técnica de filmación. Sin embargo, la cámara en mano regresa para hacer más tensos los enfrentamientos de la policía con los pandilleros, o para hacernos íntimos partícipes de los momentos cuando Mike y Brian no portan el uniforme y son simples amigos disfrutando o sufriendo los altibajos de su vida familiar. En cierto modo, End of Watch usa las fórmulas del cine policíaco, combinando violencia, melodrama personal y la clásica moralidad gris que nos invita a cuestionar las acciones de policías que a veces tienen que romper la ley para lograr que se cumpla; sin embargo, Ayer imprime una sinceridad y realismo realmente impactantes, que alejan de inmediato cualquier comparación con sus libretos previos (Training Day y Dark Blue, para mencionar mis favoritos), muy buenos por sí mismos, pero sin la vitalidad y energía de End of Watch.
La cámara en mano contribuye mucho a esa sensación de realidad, pero (como hemos visto en tantas películas de terror) no serviría de nada sin el apoyo de actores que logren transmitir la humanidad de sus personajes. Jake Gyllenhaal y Michael Peña lo consiguen desde las primeras escenas, convenciéndonos de que estamos viendo el resultado de una larga amistad basada no solo en el riesgo de su oficio, sino en personalidades compatibles a pesar de sus diferencias étnicas, culturales e ideológicas. Estoy temiendo que después de ver End of Watch me sea imposible disfrutar otras "parejas disparejas" en cintas policíacas como Lethal Weapon o 48 Hrs., pues me parecerán forzadas y artificiales después de presenciar la increíble química e interacción entre Gyllenhaal y Peña. El resto del elenco comparte esa credibilidad, y aunque sus participaciones sean relativamente cortas también resultan memorables, particularmente Anna Kendrick como la mujer que se enamora de un policía quizás sin evaluar los riesgos implícitos en la relación; Natalie Martínez como la esposa de Mike, quien ya aprendió a vivir con esos riesgos, y por lo tanto sabe valuar cada momento que pasa con su esposo; América Ferrera como una oficial que escapó del mundo de las pandillas; y Maurice Compte como el villano Big Evil, en una interpretación casi muda pero inmensamente amenazadora. Todos forman parte importante del impresionante tapiz narrativo de End of Watch, y creo que no hay un solo punto débil en el elenco entero.
Mi única queja sería que el ritmo parece cambiar durante el último acto para darnos una dosis de acción que resulta lógica en el contexto de la historia, pero rompe un poco el drama "a fuego lento" del resto de la película; y supongo que el final fue bastante satisfactorio, aunque se nota la manipulación del director para encontrar el balance entre "happy ending" y las consecuencias reales de la actividad policiaca. Como sea, End of Watch fue una experiencia intensa y conmovedora, no exenta de problemas pero altamente recomendable para quien esté cansado de películas sobre "policía divorciado y semi-alcohólico que no sigue las reglas pero obtiene resultados"; claro, hay obras bastante buenas con ese cliché, pero ninguna ofrece este mismo realismo o potencia dramática. Se nota que David Ayer tiene particular afinidad por este género, y sin duda me interesan sus proyectos futuros, aunque no sé si podrá mejorar después de esta memorable cinta, que sin duda estará entre mis favoritas de este año.
Calificación: 10
Como si fuera un episodio de COPS (pero muy bien filmado), End of Watch sigue las vidas de los oficiales de policía Brian Taylor (Jake Gyllenhaal) y Mike Zavala (Michael Peña), asignados a una de las áreas más peligrosos del barrio "South Central", en la ciudad de Los Ángeles. Su rutina diaria parece incluir balaceras, disturbios domésticos y todo tipo de crímenes relacionados con las pandillas que pelean por control territorial en el tráfico de droga. Casualmente Brian está tomando un curso de cine, y como parte de su tarea decidió filmar un documental casero de sus experiencias como policía, lo cual no solo incluye sus recorridos por las calles, sino las interioridades de la estación de policía, las políticas laborales de sus compañeros y superiores, y desde luego su vida personal, la cual ha mejorado considerablemente desde que conoció a Janet (Anna Kendrick), una inteligente mujer que podría convertirse en su pareja definitiva. Sin embargo, la vida de los oficiales corre peligro (aún más de lo usual) cuando un llamado rutinario los pone en contacto con un violento narcotraficante hispano llamado Big Evil (Maurice Compte), quien no está contento con la interferencia de la ley en sus negocios ilícitos.
A decir verdad, el director y guionista David Ayer no está casado con el formato del "video casero", pues frecuentemente abandona ese punto de vista para filmar con cámara tradicional que no está físicamente "presente" en la escena (vamos, como cualquier otra película). Al principio me irritó un poco esta falta de consistencia, pero se olvida rápidamente conforme la historia se complica y el suspenso vuelve irrelevante la técnica de filmación. Sin embargo, la cámara en mano regresa para hacer más tensos los enfrentamientos de la policía con los pandilleros, o para hacernos íntimos partícipes de los momentos cuando Mike y Brian no portan el uniforme y son simples amigos disfrutando o sufriendo los altibajos de su vida familiar. En cierto modo, End of Watch usa las fórmulas del cine policíaco, combinando violencia, melodrama personal y la clásica moralidad gris que nos invita a cuestionar las acciones de policías que a veces tienen que romper la ley para lograr que se cumpla; sin embargo, Ayer imprime una sinceridad y realismo realmente impactantes, que alejan de inmediato cualquier comparación con sus libretos previos (Training Day y Dark Blue, para mencionar mis favoritos), muy buenos por sí mismos, pero sin la vitalidad y energía de End of Watch.
La cámara en mano contribuye mucho a esa sensación de realidad, pero (como hemos visto en tantas películas de terror) no serviría de nada sin el apoyo de actores que logren transmitir la humanidad de sus personajes. Jake Gyllenhaal y Michael Peña lo consiguen desde las primeras escenas, convenciéndonos de que estamos viendo el resultado de una larga amistad basada no solo en el riesgo de su oficio, sino en personalidades compatibles a pesar de sus diferencias étnicas, culturales e ideológicas. Estoy temiendo que después de ver End of Watch me sea imposible disfrutar otras "parejas disparejas" en cintas policíacas como Lethal Weapon o 48 Hrs., pues me parecerán forzadas y artificiales después de presenciar la increíble química e interacción entre Gyllenhaal y Peña. El resto del elenco comparte esa credibilidad, y aunque sus participaciones sean relativamente cortas también resultan memorables, particularmente Anna Kendrick como la mujer que se enamora de un policía quizás sin evaluar los riesgos implícitos en la relación; Natalie Martínez como la esposa de Mike, quien ya aprendió a vivir con esos riesgos, y por lo tanto sabe valuar cada momento que pasa con su esposo; América Ferrera como una oficial que escapó del mundo de las pandillas; y Maurice Compte como el villano Big Evil, en una interpretación casi muda pero inmensamente amenazadora. Todos forman parte importante del impresionante tapiz narrativo de End of Watch, y creo que no hay un solo punto débil en el elenco entero.
Mi única queja sería que el ritmo parece cambiar durante el último acto para darnos una dosis de acción que resulta lógica en el contexto de la historia, pero rompe un poco el drama "a fuego lento" del resto de la película; y supongo que el final fue bastante satisfactorio, aunque se nota la manipulación del director para encontrar el balance entre "happy ending" y las consecuencias reales de la actividad policiaca. Como sea, End of Watch fue una experiencia intensa y conmovedora, no exenta de problemas pero altamente recomendable para quien esté cansado de películas sobre "policía divorciado y semi-alcohólico que no sigue las reglas pero obtiene resultados"; claro, hay obras bastante buenas con ese cliché, pero ninguna ofrece este mismo realismo o potencia dramática. Se nota que David Ayer tiene particular afinidad por este género, y sin duda me interesan sus proyectos futuros, aunque no sé si podrá mejorar después de esta memorable cinta, que sin duda estará entre mis favoritas de este año.
Calificación: 10
jueves, 20 de diciembre de 2012
Pitch Perfect
Ya aprendí a aceptar que el romance es ingrediente indispensable de cualquier comedia juvenil (me guste o no), pero he descubierto que mis cintas favoritas de ese género son aquellas que tienen un argumento variado, donde puede existir un poco de romance, pero solo como elemento periférico que no distraiga demasiado del tema principal. Pitch Perfect se ajusta a esa descripción y, al igual que otras excelentes comedias juveniles (como Bring It On, Can't Hardly Wait y Fired Up), centra su atención en un sub-mundo estudiantil pocas veces visto, lo cual añade interés a los típicos conflictos y trilladas situaciones que impulsan la trama. La publicidad de la cinta sugiere que se trata de una imitación cinematográfica de Glee, con "estudiantes" de treinta años, rutinas musicales sobre-producidas y hueco melodrama adolescente. En cierto modo así fue, pero por alguna razón me gustó mucho, y terminé deleitándome con la interacción de sus personajes, su sentido del humor... y todos los clichés que copia desvergonzadamente de otras películas.
La trama comienza con la llegada de la joven Beca (Anna Kendrick) a la Universidad Barden, donde estudiará por mandato de su padre, un estricto profesor que usó sus conexiones para asegurar el ingreso de la rebelde chica. Sin embargo, el auténtico interés de Beca es convertirse en DJ y mudarse a Los Ángeles para producir música... lo cual nunca ocurrirá mientras permanezca en una pequeña escuela repleta de "nerds" que no comparten sus gustos musicales. Entonces Chloe (Brittany Snow), co-directora del conjunto "a capela" femenino llamado “Bellas” (que sufrió recientemente una humillante derrota en las competencias nacionales), reconoce el talento latente de Beca, y hace hasta lo imposible por convencerla de que se una al grupo. Pero cuando Beca finalmente acepta, descubre que su visión musical no es compatible con la de sus compañeras. ¿Lograrán encontrar un balance de estilos para triunfar juntas, o fracasarán por separado?
Como puede esperarse, Pitch Perfect incluye todas las escenas que conocemos de memoria: la introducción de la protagonista "outsider" (sabemos que es "alternativa" porque se pinta las uñas de negro); la pareja que se odia inicialmente; el obligatorio desafío a la autoridad; las audiciones graciosas; el montaje de entrenamiento; la pelea que separa a los amigos; etcétera. Afortunadamente esa falta de originalidad temática se vuelve irrelevante cuando hay tantos elementos positivos, empezando por la ágil dirección de Jason Moore (perfectamente capacitado para entender el material gracias a su experiencia en Broadway y en series de televisión juveniles), sin olvidar los números musicales, ejecutados "a capela" por los genuinos actores (claro, con apoyo de coros armónicos profesionales) y con suficiente espontaneidad para no perder la ilusión de improvisación. Confieso que, como buen viejito fuera de onda (demostrado por mi uso de la palabra "onda"), reconocí menos del treinta por ciento de las canciones (¿quién demonios es "La Roux"?), pero la desbordante energía de los intérpretes y la sólida selección de estilos me ayudaron a disfrutar los números musicales sin importar mi ignorancia de los autores originales. Por cierto, mi grupo a capela favorito (aparte de las Bellas) fue "Sockapella"... que gran fusión de disciplinas.
Aclaro que mi entusiasmo por Pitch Perfect no obedece tan solo a las canciones, sino al divertido libreto de Kay Cannon (veterana de sitcoms como 30 Rock y New Girl), basado en un libro de Mickey Rapkin. El humor que Cannon vierte en cada escena muestra ingenio e inusual creatividad, y si bien tiende a la asquerosidad de vez en cuando (hay más vómito del que yo esperaba en una cinta sobre un estilo musical tan tradicional), el balance de personalidades me pareció muy divertido y acertado, desde la irreverente Fat Amy (increíble Rebel Wilson, como siempre), hasta la protagonista interpretada por Anna Kendrick, quien aporta razonable profundidad a las elementales emociones del libreto. Por cierto, al principio de Pitch Perfect pensé que sería "un paso atrás" para Kendrick, en vista de su competente trabajo en roles más maduros (por ejemplo en 50/50 o Up In the Air), pero al final no lo sentí así, sobre todo cuando me enteré (gracias a los extras del DVD) de su aclamado trabajo en Broadway, donde obtuvo la más joven nominación al prestigioso premio "Tony". Y desde luego merece mención el brillante elenco de apoyo que incluye a Anna Camp y Brittany Snow (como las estresadas líderes de las Bellas); John Michael Higgins y Elizabeth Banks (como irreverentes e hilarantes comentaristas); el joven Adam DeVine, haciendo su mejor imitación de Jack Black; y simpáticos cameos de comediantes como Donald Faison y Christopher Mintz-Plasse, aportando risas en escenas que de otro modo serían intrascendentes.
No esperaba disfrutar tanto Pitch Perfect, y fue una agradable sorpresa poder añadirla a mi "lista corta" de comedias juveniles favoritas. Habiendo dicho eso, advierto que no será para todos los gustos pues, como dije antes, su argumento es demasiado simple y predecible para generar auténtica emoción, y lo mismo aplica a todas las instancias de "drama" reciclado que se ha manejado mejor en otras películas. Además, por tratarse de una adaptación, la guionista sintió la obligación de conservar algunos personajes (como el "roommate" ultra-fanático de Star Wars) y situaciones (como los nódulos en las cuerdas vocales) que parecen relevantes pero no conducen a algo concreto, y pudieron omitirse sin afectar la narrativa... lo cual de paso hubiera acortado un poco la duración de la cinta, que sentí un poco larga para este género. Pero bueno... ninguna de esas quejas afectó sustancialmente mi gusto por esta película, y puedo recomendarla para quien disfrute la comedia juvenil, el cine musical o las comedias románticas. En resumen, si así fuera Glee semana a semana, yo sería el primero en sintonizarlo (¿aún se usa el verbo "sintonizar"? Les dije que estoy viejo).
Calificación: 9
La trama comienza con la llegada de la joven Beca (Anna Kendrick) a la Universidad Barden, donde estudiará por mandato de su padre, un estricto profesor que usó sus conexiones para asegurar el ingreso de la rebelde chica. Sin embargo, el auténtico interés de Beca es convertirse en DJ y mudarse a Los Ángeles para producir música... lo cual nunca ocurrirá mientras permanezca en una pequeña escuela repleta de "nerds" que no comparten sus gustos musicales. Entonces Chloe (Brittany Snow), co-directora del conjunto "a capela" femenino llamado “Bellas” (que sufrió recientemente una humillante derrota en las competencias nacionales), reconoce el talento latente de Beca, y hace hasta lo imposible por convencerla de que se una al grupo. Pero cuando Beca finalmente acepta, descubre que su visión musical no es compatible con la de sus compañeras. ¿Lograrán encontrar un balance de estilos para triunfar juntas, o fracasarán por separado?
Como puede esperarse, Pitch Perfect incluye todas las escenas que conocemos de memoria: la introducción de la protagonista "outsider" (sabemos que es "alternativa" porque se pinta las uñas de negro); la pareja que se odia inicialmente; el obligatorio desafío a la autoridad; las audiciones graciosas; el montaje de entrenamiento; la pelea que separa a los amigos; etcétera. Afortunadamente esa falta de originalidad temática se vuelve irrelevante cuando hay tantos elementos positivos, empezando por la ágil dirección de Jason Moore (perfectamente capacitado para entender el material gracias a su experiencia en Broadway y en series de televisión juveniles), sin olvidar los números musicales, ejecutados "a capela" por los genuinos actores (claro, con apoyo de coros armónicos profesionales) y con suficiente espontaneidad para no perder la ilusión de improvisación. Confieso que, como buen viejito fuera de onda (demostrado por mi uso de la palabra "onda"), reconocí menos del treinta por ciento de las canciones (¿quién demonios es "La Roux"?), pero la desbordante energía de los intérpretes y la sólida selección de estilos me ayudaron a disfrutar los números musicales sin importar mi ignorancia de los autores originales. Por cierto, mi grupo a capela favorito (aparte de las Bellas) fue "Sockapella"... que gran fusión de disciplinas.
Aclaro que mi entusiasmo por Pitch Perfect no obedece tan solo a las canciones, sino al divertido libreto de Kay Cannon (veterana de sitcoms como 30 Rock y New Girl), basado en un libro de Mickey Rapkin. El humor que Cannon vierte en cada escena muestra ingenio e inusual creatividad, y si bien tiende a la asquerosidad de vez en cuando (hay más vómito del que yo esperaba en una cinta sobre un estilo musical tan tradicional), el balance de personalidades me pareció muy divertido y acertado, desde la irreverente Fat Amy (increíble Rebel Wilson, como siempre), hasta la protagonista interpretada por Anna Kendrick, quien aporta razonable profundidad a las elementales emociones del libreto. Por cierto, al principio de Pitch Perfect pensé que sería "un paso atrás" para Kendrick, en vista de su competente trabajo en roles más maduros (por ejemplo en 50/50 o Up In the Air), pero al final no lo sentí así, sobre todo cuando me enteré (gracias a los extras del DVD) de su aclamado trabajo en Broadway, donde obtuvo la más joven nominación al prestigioso premio "Tony". Y desde luego merece mención el brillante elenco de apoyo que incluye a Anna Camp y Brittany Snow (como las estresadas líderes de las Bellas); John Michael Higgins y Elizabeth Banks (como irreverentes e hilarantes comentaristas); el joven Adam DeVine, haciendo su mejor imitación de Jack Black; y simpáticos cameos de comediantes como Donald Faison y Christopher Mintz-Plasse, aportando risas en escenas que de otro modo serían intrascendentes.
No esperaba disfrutar tanto Pitch Perfect, y fue una agradable sorpresa poder añadirla a mi "lista corta" de comedias juveniles favoritas. Habiendo dicho eso, advierto que no será para todos los gustos pues, como dije antes, su argumento es demasiado simple y predecible para generar auténtica emoción, y lo mismo aplica a todas las instancias de "drama" reciclado que se ha manejado mejor en otras películas. Además, por tratarse de una adaptación, la guionista sintió la obligación de conservar algunos personajes (como el "roommate" ultra-fanático de Star Wars) y situaciones (como los nódulos en las cuerdas vocales) que parecen relevantes pero no conducen a algo concreto, y pudieron omitirse sin afectar la narrativa... lo cual de paso hubiera acortado un poco la duración de la cinta, que sentí un poco larga para este género. Pero bueno... ninguna de esas quejas afectó sustancialmente mi gusto por esta película, y puedo recomendarla para quien disfrute la comedia juvenil, el cine musical o las comedias románticas. En resumen, si así fuera Glee semana a semana, yo sería el primero en sintonizarlo (¿aún se usa el verbo "sintonizar"? Les dije que estoy viejo).
Calificación: 9
lunes, 17 de diciembre de 2012
Silent Night
Los modernos re-makes de cintas "slasher" ochenteras no han tenido mucha suerte, pero de vez en cuando es posible encontrar uno que resulta suficientemente entretenido y bien realizado para no manchar el recuerdo de la original, y de paso ofrecer una experiencia ligeramente superior al típico terror directo a DVD (lo cual no es decir mucho, pero bueno). Silent Night cumple esas modestas condiciones; y aunque recicla todos los clichés del género, cuenta con personajes más o menos interesantes, buenos "kills" y un creativo estilo visual que confirma la madurez artística de su director (además de asegurar mi interés en sus futuras obras).
El póster de la película basta para resumir el argumento: Santa Claus asesino; aún así, la virtud está en los detalles. Un pequeño pueblo norteamericano se encuentra al borde de la bancarrota desde que cerró el aserradero local, afectando negativamente la economía y ánimo de los habitantes, muchos de los cuales han caído en las garras del vicio o en actividades ilegales para ganar dinero. Sin embargo el bien intencionado Alcalde Revie (Tom Anniko) quiere elevar la moral del pueblo con el tradicional Desfile Navideño, donde decenas de "Santas" recorren la avenida principal repartiendo dulces, regalos y un poco de dudosa alegría. Desafortunadamente un psicótico individuo disfrazado de Santa Claus está asesinando brutalmente a los individuos que, en su opinión, no se han portado bien; desde la niña caprichosa que insulta a sus padres, hasta el fotógrafo "soft-core" que usa temas navideños en sus imágenes pornográficas. Entonces, la tenaz Alguacil Aubrey Bradimore (Jaime King), aún recuperándose de una reciente tragedia, deberá poner su vida en peligro para atrapar al culpable. Pero... ¿cómo encontrarlo entre tantos otros "Santas" que infestan el pueblo?
La original Silent Night, Deadly Night (de 1984) no fue la primera cinta que explotó el concepto del Santa Claus asesino (ese honor probablemente corresponde a Tales From the Crypt, de 1972, basada en el relato "...And All Through the House" publicado en el comic Vault of Horror allá por 1954), pero en su momento provocó considerable controversia por mostrar a Santa Claus cometiendo horribles atrocidades. Ahora, casi treinta años después, estimo que el re-make Silent Night no ofenderá ni sorprenderá a nadie con la imagen de un Santa Claus ensangrentado incinerando gente a diestra y siniestra; por eso el director Steven C. Miller tomó la acertada decisión de enfocarse en un libreto bien escrito que captura nuestra atención con una sólida narrativa, logrando que el misterio y la dedicación de la Alguacil Bradimore tome precedencia sobre el "gore" y los asesinatos. En muchas otras películas es una tediosa labor soportar las escenas entre "kills"; por el contrario, en Silent Night me encontré razonablemente interesado en la trama, y logró sorprenderme con su módica construcción de personajes, inusitado celo artístico, y hasta con el impacto emocional de algunas muertes que no vi venir.
Esto no significa que Miller descuide el aspecto visceral de la cinta; por el contrario, el Santa Claus asesino muestra abundante creatividad para despachar a la gente que no alcanzó su elevado estándar de conducta, y la sangre fluye libremente mientras receta hachazos en la espalda, electrocuciones o cuando arroja una pobre chica a un triturador de árboles. Sin embargo, los efectos especiales trabajan en función de la narrativa, y nunca se convierten en la única razón de ser de la cinta (se nota que el director aprendió bastante desde su "opera prima", Automaton Transfusion). Las actuaciones funcionan gracias a la presencia de actores reales con suficiente convicción para vendernos la realidad de sus personajes. En particular me gustó Malcolm McDowell como el sarcástico jefe de policía a quien ya nada sorprende; y desde luego Jaime King en el papel de Alguacil/Chica Final que debe superar su depresión e inseguridad para enfrentar al maniático asesino. Claro, ninguno de estos elementos será novedoso para fans del cine "slasher", pero aún funcionan cuando se emplean juiciosamente. Entonces, para mi sorpresa, Silent Night resultó ser un re-make bastante decente, una divertida curiosidad cultural para pasar una Navidad "alternativa", y una sólida cinta "slasher" con sensibilidad moderna para sazonar la fórmula tradicional. Y, sobre todo, será un perfecto regalo de Navidad para otros cineastas interesados en reciclar los éxitos del pasado; no se arriesguen a que Santa los ponga en su lista negra.
Calificación: 7.5
El póster de la película basta para resumir el argumento: Santa Claus asesino; aún así, la virtud está en los detalles. Un pequeño pueblo norteamericano se encuentra al borde de la bancarrota desde que cerró el aserradero local, afectando negativamente la economía y ánimo de los habitantes, muchos de los cuales han caído en las garras del vicio o en actividades ilegales para ganar dinero. Sin embargo el bien intencionado Alcalde Revie (Tom Anniko) quiere elevar la moral del pueblo con el tradicional Desfile Navideño, donde decenas de "Santas" recorren la avenida principal repartiendo dulces, regalos y un poco de dudosa alegría. Desafortunadamente un psicótico individuo disfrazado de Santa Claus está asesinando brutalmente a los individuos que, en su opinión, no se han portado bien; desde la niña caprichosa que insulta a sus padres, hasta el fotógrafo "soft-core" que usa temas navideños en sus imágenes pornográficas. Entonces, la tenaz Alguacil Aubrey Bradimore (Jaime King), aún recuperándose de una reciente tragedia, deberá poner su vida en peligro para atrapar al culpable. Pero... ¿cómo encontrarlo entre tantos otros "Santas" que infestan el pueblo?
La original Silent Night, Deadly Night (de 1984) no fue la primera cinta que explotó el concepto del Santa Claus asesino (ese honor probablemente corresponde a Tales From the Crypt, de 1972, basada en el relato "...And All Through the House" publicado en el comic Vault of Horror allá por 1954), pero en su momento provocó considerable controversia por mostrar a Santa Claus cometiendo horribles atrocidades. Ahora, casi treinta años después, estimo que el re-make Silent Night no ofenderá ni sorprenderá a nadie con la imagen de un Santa Claus ensangrentado incinerando gente a diestra y siniestra; por eso el director Steven C. Miller tomó la acertada decisión de enfocarse en un libreto bien escrito que captura nuestra atención con una sólida narrativa, logrando que el misterio y la dedicación de la Alguacil Bradimore tome precedencia sobre el "gore" y los asesinatos. En muchas otras películas es una tediosa labor soportar las escenas entre "kills"; por el contrario, en Silent Night me encontré razonablemente interesado en la trama, y logró sorprenderme con su módica construcción de personajes, inusitado celo artístico, y hasta con el impacto emocional de algunas muertes que no vi venir.
Esto no significa que Miller descuide el aspecto visceral de la cinta; por el contrario, el Santa Claus asesino muestra abundante creatividad para despachar a la gente que no alcanzó su elevado estándar de conducta, y la sangre fluye libremente mientras receta hachazos en la espalda, electrocuciones o cuando arroja una pobre chica a un triturador de árboles. Sin embargo, los efectos especiales trabajan en función de la narrativa, y nunca se convierten en la única razón de ser de la cinta (se nota que el director aprendió bastante desde su "opera prima", Automaton Transfusion). Las actuaciones funcionan gracias a la presencia de actores reales con suficiente convicción para vendernos la realidad de sus personajes. En particular me gustó Malcolm McDowell como el sarcástico jefe de policía a quien ya nada sorprende; y desde luego Jaime King en el papel de Alguacil/Chica Final que debe superar su depresión e inseguridad para enfrentar al maniático asesino. Claro, ninguno de estos elementos será novedoso para fans del cine "slasher", pero aún funcionan cuando se emplean juiciosamente. Entonces, para mi sorpresa, Silent Night resultó ser un re-make bastante decente, una divertida curiosidad cultural para pasar una Navidad "alternativa", y una sólida cinta "slasher" con sensibilidad moderna para sazonar la fórmula tradicional. Y, sobre todo, será un perfecto regalo de Navidad para otros cineastas interesados en reciclar los éxitos del pasado; no se arriesguen a que Santa los ponga en su lista negra.
Calificación: 7.5
sábado, 15 de diciembre de 2012
El Hobbit: Un Viaje Inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey)
La trilogía cinematográfica de The Lord of the Rings me pareció una fenomenal adaptación de novelas un poco infladas, pero definitivamente imprescindibles para el género fantástico. Sin embargo, en sus siguientes películas el director Peter Jackson parecía más interesado en avanzar la tecnología digital que en reproducir la emoción y fuerza narrativa de sus previas obras. ¿Habría perdido el "toque mágico"? Afortunadamente no fue así, y me alegra decir que El Hobbit: Un Viaje Inesperado resultó ser una impresionante cinta épica repleta de emoción y aventura... aunque no exenta de pasajes un poco lentos, y más personajes de los necesarios, exactamente como ocurrió con la novela original. Aún así, me pareció una notable experiencia que rara vez se obtiene en el "cine espectáculo" contemporáneo (digamos que Transformers nunca me hizo un nudo en la garganta).
Tras un espectacular prólogo donde presenciamos la caída del reino enano de Erebor a manos del temible dragón Smaug, nos trasladamos a la Comarca, donde el joven hobbit Bilbo Baggins (Martin Freeman) recibe una visita del anciano mago Gandalf (Ian McKellen), quien le ofrece participar en una extraordinaria aventura. Bilbo desde luego declina la invitación, pues no está interesado en poner en peligro su vida, y prefiere permanecer en su apacible hogar con sus libros, comida y recuerdos de familia. Sin embargo sus planes cambian con la súbita llegada de trece guerreros enanos encabezados por Thorin Oakenshield (Richard Armitage), el legítimo heredero de Erebor; entonces, muy a su pesar, el confuso hobbit acepta ayudarlos a retomar el legendario reino... aunque no sabe por qué lo reclutaron, ya que no tiene experiencia en combate ni habilidades especiales. O quizás el lacónico Gandalf sabe más de lo que aparenta...
Conviene advertir que el argumento de El Hobbit: Un Viaje Inesperado se ubica cronológicamente sesenta años antes que The Lord of the Rings, y por lo tanto no sigue a los mismos personajes de aquella trilogía. Algunos tienen breves cameos, pero no encontraremos la misma dinámica entre razas ni el balance de arquetipos heroicos (en otras palabras, quien siga enamorado de Aragorn, Arwen o los elfos quedará decepcionado; aunque estos últimos tienen una breve participación). Y, para empeorar las cosas, los trece enanos "protagónicos" se mantienen como figuras periféricas, reducidas a su más básico rasgo de identidad: el gordo, el chistoso, el comelón, etc. La única excepción es Thorin, interpretado por Richard Armitage como figura heroica por default, alrededor de la cual giran muchas de las escenas de acción... Lástima que su personalidad nunca rebase su función superficial. Para bien o para mal, la Compañía de Enanos son extras en su propia historia (por el momento), lo cual impide el lucimiento de notables actores británicos como Graham McTavish, James Nesbitt y Stephen Hunter. Por otro lado, esto deja el campo libre para que Martin Freeman (como Bilbo Baggins) e Ian McKellan (como Gandalf) carguen con el peso dramático de la cinta y nos deleiten con su perfecta química, estableciendo las bases de una relación que apenas se atisbó en la trilogía de The Lord of the Rings.
Afortunadamente la sólida dirección de Peter Jackson se encarga de que todo encaje bastante bien, balanceando las tres horas de la película entre drama personal y espectáculo visual. Los efectos especiales superan en muchos aspectos los de la trilogía (naturalmente el estudio Weta tuvo casi diez años para actualizar su tecnología), pero creo que extrañé el uso de más efectos prácticos, sobre todo en lo que respecta a criaturas y enemigos. En algunos momentos sentí que las escenas de acción rebasaban los requerimientos de la narrativa y pasaban al terreno de "vean lo que podemos hacer ahora" (la visita al reino subterráneo de los goblins es un claro ejemplo). En el aspecto temático Jackson y sus guionistas logran unificar ambos "universos" sin limitar el alcance o potencial de esta nueva saga; y tampoco temen alejarse de lo establecido para darle una personalidad propia, que no parezca un refrito de The Fellowship of the Ring (aunque estimo que mucha gente los acusará de ello). Y desde luego aprecié el preciso control de tono y atmósfera que permite orquestar escenas ligeras de "comic relief" sin restar gravedad a los momentos serios de introspección y crecimiento personal. Jackson no teme presentarnos el lado menos amable de Bilbo como parte de su evolución heroica; y sus acciones (no siempre honorables) reflejan la afición de J.R.R. Tolkien por los cuentos de hadas europeos, frecuentemente crueles y fatalistas.
Ahora voy a gastar un poco de tiempo escribiendo sobre el controversial sistema de 48 cuadros por segundo empleado en la filmación y exhibición (en algunos cines) de El Hobbit: Un Viaje Inesperado. Contra mi costumbre, decidí verla en “HFR 3D”, y debo admitir que la calidad de imagen fue espectacular, mucho mejor que cualquier otra cosa que haya visto en la pantalla grande... si hubiera funcionado como debiera ser. Desgraciadamente en el cine donde la vi (Cinemex... campeón en fallas de proyección) hubo un problema de des-sincronización que provocó un ligerísimo desfase entre la imagen del ojo derecho e izquierdo. Muy ligero, pero suficiente para arruinar la experiencia en escenas con mucho movimiento, en las que preferí quitarme los lentes polarizados. Pero bueno... eso fue problema de la proyección 3D, y sigo odiándola porque oscurece la imagen y opaca los colores. Sin embargo, en lo que respecta al sistema HD a 48 cuadros por segundo... estoy convencido. Pero por favor, denle al público la libertad de elegirlo sin el estorbo del 3D. Fin de la editorial técnica (y probablemente irrelevante para quien vea la película en un buen cine).
Creo que El Hobbit: Un Viaje Inesperado me gustó tanto como The Fellowship of the Ring. No es perfecta y quizás en el futuro palidezca frente a sus secuelas; pero funciona muy bien como excelente introducción a esta faceta de "Middle Earth", y además sirve como eficaz preámbulo de la segunda parte, que seguramente (como ocurrió en la trilogía) será más dinámica y satisfactoria. Por cierto, aunque el ritmo de El Hobbit: Un Viaje Inesperado se siente un tanto irregular y su estructura sea bastante plana (el grupo es capturado, luego escapa; capturado, luego escapa; capturado, luego escapa, etc.), no puedo negar que el final es perfecto; satisfactorio por sí mismo, pero dejándonos con ganas de ver más. Espero que no tarde demasiado la segunda parte. E incluso me dejó con ganas de re-visitar el libro, que leí en etapas a lo largo de varios años, pues me pareció un poco "juvenil" y cansado (al menos comparándolo con The Lord of the Rings). En resumen: otra épica fantástica como solo Peter Jackson sabe hacerlas. Habiendo dicho eso, ¿cuándo realizará la "pequeña película de horror independiente" que lleva años prometiendo? Me gusta la fantasía, pero ya quiero verlo de nuevo en territorio de Bad Taste y Dead Alive.
Calificación: 9
Tras un espectacular prólogo donde presenciamos la caída del reino enano de Erebor a manos del temible dragón Smaug, nos trasladamos a la Comarca, donde el joven hobbit Bilbo Baggins (Martin Freeman) recibe una visita del anciano mago Gandalf (Ian McKellen), quien le ofrece participar en una extraordinaria aventura. Bilbo desde luego declina la invitación, pues no está interesado en poner en peligro su vida, y prefiere permanecer en su apacible hogar con sus libros, comida y recuerdos de familia. Sin embargo sus planes cambian con la súbita llegada de trece guerreros enanos encabezados por Thorin Oakenshield (Richard Armitage), el legítimo heredero de Erebor; entonces, muy a su pesar, el confuso hobbit acepta ayudarlos a retomar el legendario reino... aunque no sabe por qué lo reclutaron, ya que no tiene experiencia en combate ni habilidades especiales. O quizás el lacónico Gandalf sabe más de lo que aparenta...
Conviene advertir que el argumento de El Hobbit: Un Viaje Inesperado se ubica cronológicamente sesenta años antes que The Lord of the Rings, y por lo tanto no sigue a los mismos personajes de aquella trilogía. Algunos tienen breves cameos, pero no encontraremos la misma dinámica entre razas ni el balance de arquetipos heroicos (en otras palabras, quien siga enamorado de Aragorn, Arwen o los elfos quedará decepcionado; aunque estos últimos tienen una breve participación). Y, para empeorar las cosas, los trece enanos "protagónicos" se mantienen como figuras periféricas, reducidas a su más básico rasgo de identidad: el gordo, el chistoso, el comelón, etc. La única excepción es Thorin, interpretado por Richard Armitage como figura heroica por default, alrededor de la cual giran muchas de las escenas de acción... Lástima que su personalidad nunca rebase su función superficial. Para bien o para mal, la Compañía de Enanos son extras en su propia historia (por el momento), lo cual impide el lucimiento de notables actores británicos como Graham McTavish, James Nesbitt y Stephen Hunter. Por otro lado, esto deja el campo libre para que Martin Freeman (como Bilbo Baggins) e Ian McKellan (como Gandalf) carguen con el peso dramático de la cinta y nos deleiten con su perfecta química, estableciendo las bases de una relación que apenas se atisbó en la trilogía de The Lord of the Rings.
Afortunadamente la sólida dirección de Peter Jackson se encarga de que todo encaje bastante bien, balanceando las tres horas de la película entre drama personal y espectáculo visual. Los efectos especiales superan en muchos aspectos los de la trilogía (naturalmente el estudio Weta tuvo casi diez años para actualizar su tecnología), pero creo que extrañé el uso de más efectos prácticos, sobre todo en lo que respecta a criaturas y enemigos. En algunos momentos sentí que las escenas de acción rebasaban los requerimientos de la narrativa y pasaban al terreno de "vean lo que podemos hacer ahora" (la visita al reino subterráneo de los goblins es un claro ejemplo). En el aspecto temático Jackson y sus guionistas logran unificar ambos "universos" sin limitar el alcance o potencial de esta nueva saga; y tampoco temen alejarse de lo establecido para darle una personalidad propia, que no parezca un refrito de The Fellowship of the Ring (aunque estimo que mucha gente los acusará de ello). Y desde luego aprecié el preciso control de tono y atmósfera que permite orquestar escenas ligeras de "comic relief" sin restar gravedad a los momentos serios de introspección y crecimiento personal. Jackson no teme presentarnos el lado menos amable de Bilbo como parte de su evolución heroica; y sus acciones (no siempre honorables) reflejan la afición de J.R.R. Tolkien por los cuentos de hadas europeos, frecuentemente crueles y fatalistas.
Ahora voy a gastar un poco de tiempo escribiendo sobre el controversial sistema de 48 cuadros por segundo empleado en la filmación y exhibición (en algunos cines) de El Hobbit: Un Viaje Inesperado. Contra mi costumbre, decidí verla en “HFR 3D”, y debo admitir que la calidad de imagen fue espectacular, mucho mejor que cualquier otra cosa que haya visto en la pantalla grande... si hubiera funcionado como debiera ser. Desgraciadamente en el cine donde la vi (Cinemex... campeón en fallas de proyección) hubo un problema de des-sincronización que provocó un ligerísimo desfase entre la imagen del ojo derecho e izquierdo. Muy ligero, pero suficiente para arruinar la experiencia en escenas con mucho movimiento, en las que preferí quitarme los lentes polarizados. Pero bueno... eso fue problema de la proyección 3D, y sigo odiándola porque oscurece la imagen y opaca los colores. Sin embargo, en lo que respecta al sistema HD a 48 cuadros por segundo... estoy convencido. Pero por favor, denle al público la libertad de elegirlo sin el estorbo del 3D. Fin de la editorial técnica (y probablemente irrelevante para quien vea la película en un buen cine).
Creo que El Hobbit: Un Viaje Inesperado me gustó tanto como The Fellowship of the Ring. No es perfecta y quizás en el futuro palidezca frente a sus secuelas; pero funciona muy bien como excelente introducción a esta faceta de "Middle Earth", y además sirve como eficaz preámbulo de la segunda parte, que seguramente (como ocurrió en la trilogía) será más dinámica y satisfactoria. Por cierto, aunque el ritmo de El Hobbit: Un Viaje Inesperado se siente un tanto irregular y su estructura sea bastante plana (el grupo es capturado, luego escapa; capturado, luego escapa; capturado, luego escapa, etc.), no puedo negar que el final es perfecto; satisfactorio por sí mismo, pero dejándonos con ganas de ver más. Espero que no tarde demasiado la segunda parte. E incluso me dejó con ganas de re-visitar el libro, que leí en etapas a lo largo de varios años, pues me pareció un poco "juvenil" y cansado (al menos comparándolo con The Lord of the Rings). En resumen: otra épica fantástica como solo Peter Jackson sabe hacerlas. Habiendo dicho eso, ¿cuándo realizará la "pequeña película de horror independiente" que lleva años prometiendo? Me gusta la fantasía, pero ya quiero verlo de nuevo en territorio de Bad Taste y Dead Alive.
Calificación: 9
jueves, 13 de diciembre de 2012
Vamps
"¿Chick flick con vampiros? ¿A esto hemos llegado?" Esa fue mi reacción inicial cuando encontré la cinta Vamps, que desde luego no me interesaba ver. Pero, tras revisar los créditos, descubrí que se trata de una nueva colaboración entre la actriz Alicia Silverstone y la directora Amy Heckerling, quienes allá por 1995 realizaron Clueless, una de mis comedias juveniles favoritas. ¿Sería posible que Vamps fuera mejor de lo que sugería su publicidad? La respuesta es... sí y no. Desafortunadamente su inescapable mediocridad se manifiesta en muchos aspectos de la producción, y su sentido del humor a veces provoca irritación en vez de risas. Sin embargo cuenta con personajes bastante divertidos, algunas buenas actuaciones (siempre y cuando no se tomen muy en serio), y un argumento con fascinante atención al detalle e ingenioso manejo de la mitología vampírica, la cual respeta meticulosamente, pero dejando espacio para un poco de saludable sátira y humor a sus costillas. En resumen: un desastre con muchos elementos rescatables para quien tenga la paciencia y disposición de encontrarlos (estimo que no seremos muchos).
La trama se centra en dos jóvenes mujeres vampiro que viven en Nueva York, manteniendo un balance perfecto entre sus actividades humanas (trabajo nocturno, sesiones de terapia grupal, paseos por los bares de moda) y su necesidad de beber sangre. Goody (Alicia Silverstone) fue transformada en el siglo dieciocho, pero nunca desarrolló el gusto por la sangre humana, conformándose con roedores y otros animales pequeños. Su mejor amiga Stacy (Krysten Ritter) es mucho más joven en términos vampíricos (apenas se transformó en los ochentas), y tiene más experiencia en el uso de tecnología moderna y los altibajos de vivir en la gran ciudad. Sin embargo sus rutinarias vidas se ven alteradas cuando Stacy se enamora de un humano llamado Joey (Dan Stevens), quien resulta ser hijo del Dr. Van Helsing (Wallace Shawn), un oficial de "Homeland Security" obsesionado con exterminar al vampiro responsable por una serie de recientes asesinatos. Entonces, con ayuda del legendario Vlad Tepes (Malcolm McDowell) y algunos "renfields" (asistentes humanos obsesionados con los vampiros), Goody y Stacy tratarán de contener los ataques del vampiro y, de paso, salvar los derechos civiles de los "no muertos".
Me costó trabajo comprimir la serpenteante trama en esta breve sinopsis, ya que el libreto (también de Amy Heckerling) da demasiadas vueltas y tiene muchas digresiones irrelevantes... empezando por el romance entre Stacy y Joey. Lo que más me gustó de Vamps fue el examen de la sociedad vampírica, sus hábitos, su política y su ingeniosa integración en el mundo humano. Desde luego hay muchos elementos fantasiosos (y otros intencionalmente absurdos para hacerlos humorísticos), pero rara vez había encontrado una propuesta tan realista de la infiltración de estas criaturas en la sociedad contemporánea. Digamos que estos no son los vampiros "cool" de Underworld, sino una versión más prosaica y creíble, donde los poderes mágicos no importan tanto como los vicios y disfunciones psicológicas de estas "criaturas de la noche", Y, bueno, el asunto del vampiro asesino que deja cadáveres sin sangre por toda la ciudad añade un poco de drama policiaco para sazonar la trama, pero a veces obstruye los más interesantes elementos de la película, y da pie a algunos horribles (d)efectos especiales.
No obstante, como dije al principio, la principal virtud de la película está en sus actores. Alicia Silverstone básicamente nos muestra una versión adulta de Cher (su personaje en Clueless), con la misma alegre disposición y buen corazón que la impulsan a usar sus poderes vampíricos para beneficio de la gente ("Desde ahora odias la comida chatarra"); pero también puede expresar desgarradora melancolía cuando exploramos el pasado de Goody y descubrimos inesperados momentos de emoción que ponen en un nuevo contexto el engañoso encanto de la vida eterna. Krysten Ritter aporta su característica energía y exuberancia sin volverse antipática, y su inusual rostro se presta bastante bien para portar los tradicionales colmillos y ojos luminosos. Redondeando el elenco tenemos algunos veteranos como Wallace Shawn, Richard Lewis y la genial Sigourney Weaver sacando a pasear su poco visto lado humorístico. La dirección de Amy Heckerling es un poco plana, pero cumple su propósito; y, bueno, regresando al asunto de los efectos especiales, comprendo que se trata de una producción de muy bajo presupuesto, pero aún así hay escenas que quizás debieron resolverse en acción viva para no arriesgarse a la obvia falsedad de la manipulación digital.
A pesar de todo Vamps sostuvo mi atención y me divirtió más de lo que esperaba. Le faltó disciplina al guión, y quizás un poco más dinero para aliviar la atmósfera semi-amateur de la producción; y desde luego no se acerca al humor y simpatía de Clueless. Aún así siento que puedo recomendarla, con la advertencia de que funciona mejor como curiosidad cinematográfica que como auténtica comedia de terror; y también podría servir como prometedor preámbulo de la futura carrera de Amy Heckerling y Alicia Silverstone. Ojalá sigan colaborando, y hasta confesaré que Vamps me inspiró por primera vez deseos de ver una tardía secuela de Clueless donde podamos apreciar la evolución de aquellos entrañables personajes. Lástima que ya no esté Tai para completar el ensamble.
Calificación: 7
La trama se centra en dos jóvenes mujeres vampiro que viven en Nueva York, manteniendo un balance perfecto entre sus actividades humanas (trabajo nocturno, sesiones de terapia grupal, paseos por los bares de moda) y su necesidad de beber sangre. Goody (Alicia Silverstone) fue transformada en el siglo dieciocho, pero nunca desarrolló el gusto por la sangre humana, conformándose con roedores y otros animales pequeños. Su mejor amiga Stacy (Krysten Ritter) es mucho más joven en términos vampíricos (apenas se transformó en los ochentas), y tiene más experiencia en el uso de tecnología moderna y los altibajos de vivir en la gran ciudad. Sin embargo sus rutinarias vidas se ven alteradas cuando Stacy se enamora de un humano llamado Joey (Dan Stevens), quien resulta ser hijo del Dr. Van Helsing (Wallace Shawn), un oficial de "Homeland Security" obsesionado con exterminar al vampiro responsable por una serie de recientes asesinatos. Entonces, con ayuda del legendario Vlad Tepes (Malcolm McDowell) y algunos "renfields" (asistentes humanos obsesionados con los vampiros), Goody y Stacy tratarán de contener los ataques del vampiro y, de paso, salvar los derechos civiles de los "no muertos".
Me costó trabajo comprimir la serpenteante trama en esta breve sinopsis, ya que el libreto (también de Amy Heckerling) da demasiadas vueltas y tiene muchas digresiones irrelevantes... empezando por el romance entre Stacy y Joey. Lo que más me gustó de Vamps fue el examen de la sociedad vampírica, sus hábitos, su política y su ingeniosa integración en el mundo humano. Desde luego hay muchos elementos fantasiosos (y otros intencionalmente absurdos para hacerlos humorísticos), pero rara vez había encontrado una propuesta tan realista de la infiltración de estas criaturas en la sociedad contemporánea. Digamos que estos no son los vampiros "cool" de Underworld, sino una versión más prosaica y creíble, donde los poderes mágicos no importan tanto como los vicios y disfunciones psicológicas de estas "criaturas de la noche", Y, bueno, el asunto del vampiro asesino que deja cadáveres sin sangre por toda la ciudad añade un poco de drama policiaco para sazonar la trama, pero a veces obstruye los más interesantes elementos de la película, y da pie a algunos horribles (d)efectos especiales.
No obstante, como dije al principio, la principal virtud de la película está en sus actores. Alicia Silverstone básicamente nos muestra una versión adulta de Cher (su personaje en Clueless), con la misma alegre disposición y buen corazón que la impulsan a usar sus poderes vampíricos para beneficio de la gente ("Desde ahora odias la comida chatarra"); pero también puede expresar desgarradora melancolía cuando exploramos el pasado de Goody y descubrimos inesperados momentos de emoción que ponen en un nuevo contexto el engañoso encanto de la vida eterna. Krysten Ritter aporta su característica energía y exuberancia sin volverse antipática, y su inusual rostro se presta bastante bien para portar los tradicionales colmillos y ojos luminosos. Redondeando el elenco tenemos algunos veteranos como Wallace Shawn, Richard Lewis y la genial Sigourney Weaver sacando a pasear su poco visto lado humorístico. La dirección de Amy Heckerling es un poco plana, pero cumple su propósito; y, bueno, regresando al asunto de los efectos especiales, comprendo que se trata de una producción de muy bajo presupuesto, pero aún así hay escenas que quizás debieron resolverse en acción viva para no arriesgarse a la obvia falsedad de la manipulación digital.
A pesar de todo Vamps sostuvo mi atención y me divirtió más de lo que esperaba. Le faltó disciplina al guión, y quizás un poco más dinero para aliviar la atmósfera semi-amateur de la producción; y desde luego no se acerca al humor y simpatía de Clueless. Aún así siento que puedo recomendarla, con la advertencia de que funciona mejor como curiosidad cinematográfica que como auténtica comedia de terror; y también podría servir como prometedor preámbulo de la futura carrera de Amy Heckerling y Alicia Silverstone. Ojalá sigan colaborando, y hasta confesaré que Vamps me inspiró por primera vez deseos de ver una tardía secuela de Clueless donde podamos apreciar la evolución de aquellos entrañables personajes. Lástima que ya no esté Tai para completar el ensamble.
Calificación: 7
martes, 11 de diciembre de 2012
V/H/S
Estoy cansado de películas realizadas en "video casero" que siguen exactamente la misma fórmula: un grupo de jóvenes investiga una casa embrujada/hospital clausurado/prisión abandonada y graban sus "aterradoras" (tediosas) experiencias. Francamente, ya estaba listo para ignorar todas las futuras cintas de este estilo; pero entonces llegó The Bay y demostró que el pseudo-documental aún tiene mucho que ofrecer, siempre y cuando esté respaldado por un cineasta que comprenda la función del argumento como base fundamental de su película, en vez de confiar en que el estilo "verité" bastará para rescatar la experiencia. Y ahora, confirmando esa estrategia, llega por fin a DVD la controversial V/H/S, que en cierto modo retoma el concepto de "jóvenes con cámaras de video", pero añade la novedad de una estructura antológica para inyectar renovada energía e impacto visceral en sus variados relatos.
Como se acostumbra en las antologías de terror, V/H/S emplea una historia global para unificar y dar contexto a los cortos que la integran. Dicha historia sigue a un grupo de delincuentes contratados para robar un videocassette VHS muy especial que se encuentra en la casa de un misterioso individuo. Sin embargo, los ladrones no contaban con que tendrían que buscar entre una inmensa colección de cintas antes de encontrar el botín... y así vemos el contenido de varios cassettes, que parecen estar llenos de violentos y perturbadores videos caseros.
El primero muestra a un grupo de amigos visitando un bar en busca de chicas suficientemente ebrias para acompañarlos a un motel; sobra decir que la velada dará un giro siniestro y no todos sobrevivirán al día siguiente. La segunda cinta muestra el viaje de una pareja en su "segunda luna de miel", durante la cual reciben (sin darse cuenta) un enigmático visitante nocturno en su cuarto de hotel. La tercera sigue a varios jóvenes en una excursión por el bosque en busca del sitio donde varios campistas murieron a manos de un asesino que podría o no ser humano. La penúltima cinta muestra los "video chats" entre un doctor y su novia, quien afirma escuchar pasos y sonidos extraños durante la noche; entonces, con ayuda de la "web-cam", ambos tratarán de desentrañar el misterio. El último video sigue a un grupo de jóvenes que asiste a una fiesta de Halloween donde se conduce un extraño ritual... ¿será real o una simple atracción de "casa embrujada"? Y finalmente regresamos con los ladrones que encontraron más de lo que esperaban en la casa del coleccionista.
Un problema común en toda antología es la variable calidad de los relatos, y V/H/S no es la excepción; sin embargo ningún segmento me pareció realmente malo (con excepción de la parte de los ladrones, muy desagradable y confusa). Independientemente de su tema, todas las historias comparten suficiente energía y agilidad narrativa para acelerar el ritmo y hacer que cada escena funcione, pues no hay tiempo que perder en relleno o elementos redundantes. Por otro lado, la brevedad de los cortometrajes impide desarrollar adecuadamente los personajes, y algunos se sienten tan genéricos y anónimos que cuesta trabajo distinguir dónde termina una historia y comienza otra; por la misma razón tampoco hay oportunidad de ofrecer explicaciones concretas sobre los horrores que retratan las cámaras. No obstante, decidí interpretar estos “defectos” como parte integral del concepto, e incluso terminé apreciando la ambigüedad de las historias, repletas de sangre y violencia para fácil impacto inmediato, pero con situaciones genuinamente misteriosas y provocativas que nos dejan pensando después de ver la película. Por cierto, mi historia favorita fue la del asesino en el bosque... no es muy lógica, pero me gustó la idea central, así como los imaginativos efectos especiales.
Hablando de lo cual, V/H/S también se distingue por sus notables efectos prácticos y digitales, muy realistas y perfectamente integrados a la estética amateur. Y, claro, tampoco podemos descartar el atractivo del sabor "retro", la sucia textura visual del video análogo y la sensibilidad del clásico horror ochentero (aunque ningún segmento se ubique en aquella década). En resumen, V/H/S merece reconocimiento por encontrar un ángulo fresco en un estilo rancio; pero su principal acierto radica en el ingenio de su narrativa y su respeto por el género de terror, lo cual la convierte en una de las mejores antologías que he visto últimamente (claro que la competencia es bastante magra). De hecho, me gustaría ver una secuela con nuevas historias "reales", y hasta podría convertirse en una divertida franquicia anual, en vista de que Trick ’r Treat no encontró popularidad suficiente para lograrlo. Ah, y no entiendo por qué algunos espectadores se desmayaron durante la exhibición de V/H/S en festivales de cine... ¿habrá sido truco publicitario o genuina reacción al terror? Me pregunto si existirá video casero del evento...
Calificación: 9
Como se acostumbra en las antologías de terror, V/H/S emplea una historia global para unificar y dar contexto a los cortos que la integran. Dicha historia sigue a un grupo de delincuentes contratados para robar un videocassette VHS muy especial que se encuentra en la casa de un misterioso individuo. Sin embargo, los ladrones no contaban con que tendrían que buscar entre una inmensa colección de cintas antes de encontrar el botín... y así vemos el contenido de varios cassettes, que parecen estar llenos de violentos y perturbadores videos caseros.
El primero muestra a un grupo de amigos visitando un bar en busca de chicas suficientemente ebrias para acompañarlos a un motel; sobra decir que la velada dará un giro siniestro y no todos sobrevivirán al día siguiente. La segunda cinta muestra el viaje de una pareja en su "segunda luna de miel", durante la cual reciben (sin darse cuenta) un enigmático visitante nocturno en su cuarto de hotel. La tercera sigue a varios jóvenes en una excursión por el bosque en busca del sitio donde varios campistas murieron a manos de un asesino que podría o no ser humano. La penúltima cinta muestra los "video chats" entre un doctor y su novia, quien afirma escuchar pasos y sonidos extraños durante la noche; entonces, con ayuda de la "web-cam", ambos tratarán de desentrañar el misterio. El último video sigue a un grupo de jóvenes que asiste a una fiesta de Halloween donde se conduce un extraño ritual... ¿será real o una simple atracción de "casa embrujada"? Y finalmente regresamos con los ladrones que encontraron más de lo que esperaban en la casa del coleccionista.
Un problema común en toda antología es la variable calidad de los relatos, y V/H/S no es la excepción; sin embargo ningún segmento me pareció realmente malo (con excepción de la parte de los ladrones, muy desagradable y confusa). Independientemente de su tema, todas las historias comparten suficiente energía y agilidad narrativa para acelerar el ritmo y hacer que cada escena funcione, pues no hay tiempo que perder en relleno o elementos redundantes. Por otro lado, la brevedad de los cortometrajes impide desarrollar adecuadamente los personajes, y algunos se sienten tan genéricos y anónimos que cuesta trabajo distinguir dónde termina una historia y comienza otra; por la misma razón tampoco hay oportunidad de ofrecer explicaciones concretas sobre los horrores que retratan las cámaras. No obstante, decidí interpretar estos “defectos” como parte integral del concepto, e incluso terminé apreciando la ambigüedad de las historias, repletas de sangre y violencia para fácil impacto inmediato, pero con situaciones genuinamente misteriosas y provocativas que nos dejan pensando después de ver la película. Por cierto, mi historia favorita fue la del asesino en el bosque... no es muy lógica, pero me gustó la idea central, así como los imaginativos efectos especiales.
Hablando de lo cual, V/H/S también se distingue por sus notables efectos prácticos y digitales, muy realistas y perfectamente integrados a la estética amateur. Y, claro, tampoco podemos descartar el atractivo del sabor "retro", la sucia textura visual del video análogo y la sensibilidad del clásico horror ochentero (aunque ningún segmento se ubique en aquella década). En resumen, V/H/S merece reconocimiento por encontrar un ángulo fresco en un estilo rancio; pero su principal acierto radica en el ingenio de su narrativa y su respeto por el género de terror, lo cual la convierte en una de las mejores antologías que he visto últimamente (claro que la competencia es bastante magra). De hecho, me gustaría ver una secuela con nuevas historias "reales", y hasta podría convertirse en una divertida franquicia anual, en vista de que Trick ’r Treat no encontró popularidad suficiente para lograrlo. Ah, y no entiendo por qué algunos espectadores se desmayaron durante la exhibición de V/H/S en festivales de cine... ¿habrá sido truco publicitario o genuina reacción al terror? Me pregunto si existirá video casero del evento...
Calificación: 9
domingo, 9 de diciembre de 2012
El Gran Secreto (The Words)
Por la descripción de su argumento pensé que El Gran Secreto sería una especie de thriller literario, en el estilo de The Ghost Writer o The Ninth Gate. Sin embargo se trata de un drama romántico con algunas buenas actuaciones y una ingeniosa estructura que, desafortunadamente, no me pareció muy compatible con su tono e intención. Aún así ofrece suficientes elementos positivos para pasar un rato entretenido; lástima que el supuesto "romance" se sienta tan falso y pre-fabricado.
La trama (al menos una de ellas) comienza con el célebre escritor Clay Hammond (Dennis Quaid) leyendo su nueva novela frente a un auditorio lleno de fans que lo escuchan cautivados. La historia del libro sigue Rory Jensen (Bradley Cooper), un joven escritor que no ha logrado vender su primera novela; afortunadamente tiene el apoyo de su devota esposa Dora (Zoe Saldaña), quien le regala un portafolio "vintage" para que pueda guardar sus documentos. Pero, casualmente, adentro del portafolio está oculto un antiguo manuscrito, en el que un soldado (Ben Barnes) describió sus vivencias en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, donde sostuvo un intenso y trágico romance con una joven mesera francesa. Y así vemos cómo las tres historias se entrelazan en varios niveles, cambiando las vidas de todos los implicados... ya sean reales o ficticios.
La estructura de "muñeca matroska" (una historia dentro de otra historia, dentro de otra historia) me pareció ingeniosa y bien balanceada, combinando contrastes y paralelismos entre las tres narrativas, de modo que se sienten bien integradas a pesar de los distintos períodos históricos y entornos sociales. La dirección mantiene un buen ritmo y nunca nos confunde... excepto cuando los directores dejan ciertas cosas a interpretación del espectador. Las actuaciones del numeroso elenco son bastante aceptables, destacando Dennis Quaid y Jeremy Irons en papeles principales, y John Hannah, J.K. Simmons y Michael McKean en roles secundarios pero significativos. Por su parte, Bradley Cooper y Zoe Saldaña empiezan bien, pero tienden a caer en la exageración, sobre todo cuando tratan de justificar algunas cuestionables decisiones en su relación.
Lo cual nos lleva a mi queja principal sobre El Gran Secreto: las tres historias despiertan cierto interés, pero su brevedad impide el desarrollo creíble del romance (o drama, según sea el caso), de modo que cuesta trabajo compartir las emociones de los personajes; y si a eso añadimos la muy variable química entre los actores, tenemos como resultado actitudes que no siempre respaldan sus supuestos sentimientos (por cierto, mi relato favorito fue el del soldado y la mesera, pues emplea maravillosa fotografía y un ágil lenguaje cinematográfico para expresar todo lo necesario casi sin ayuda de diálogos). Es muy fácil para el guionista escribir: "Fulano y fulana se aman intensamente"; pero no es tan fácil que los actores y el director (o directores, en este caso) nos hagan sentir esa pasión. Esa apariencia superficial de romance podría bastar para complacer al público aficionado a este género (lo cual no tiene nada de malo); sin embargo yo no me cuento entre ellos, y por lo tanto terminé un poco aburrido en vez de inspirado o conmovido.
Breve editorial "geek": mientras veía El Gran Secreto se me ocurrió que su inusual estructura sería perfecta para una cinta de terror (quizás una antología al estilo de Creepshow o The Theater Bizarre), pues los contundentes elementos del horror y sus giros sorpresivos no requieren tanto tiempo y detalle para impactar al espectador. En fin... eso es tema para otra ocasión. Regresando a El Gran Secreto, creo que funciona mejor como experimento narrativo que como drama romántico, pero su curioso formato merece el beneficio de la duda, y me inclino a darle una modesta recomendación pues, a fin de cuentas, me gustó más (o me disgustó menos) que otras recientes cintas románticas, como las múltiples adaptaciones de Nicholas Sparks. En resumen: es como ver tres películas por un solo boleto. Parece una buena oferta, siempre y cuando no examinemos de cerca la calidad del producto.
Calificación: 6
La trama (al menos una de ellas) comienza con el célebre escritor Clay Hammond (Dennis Quaid) leyendo su nueva novela frente a un auditorio lleno de fans que lo escuchan cautivados. La historia del libro sigue Rory Jensen (Bradley Cooper), un joven escritor que no ha logrado vender su primera novela; afortunadamente tiene el apoyo de su devota esposa Dora (Zoe Saldaña), quien le regala un portafolio "vintage" para que pueda guardar sus documentos. Pero, casualmente, adentro del portafolio está oculto un antiguo manuscrito, en el que un soldado (Ben Barnes) describió sus vivencias en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, donde sostuvo un intenso y trágico romance con una joven mesera francesa. Y así vemos cómo las tres historias se entrelazan en varios niveles, cambiando las vidas de todos los implicados... ya sean reales o ficticios.
La estructura de "muñeca matroska" (una historia dentro de otra historia, dentro de otra historia) me pareció ingeniosa y bien balanceada, combinando contrastes y paralelismos entre las tres narrativas, de modo que se sienten bien integradas a pesar de los distintos períodos históricos y entornos sociales. La dirección mantiene un buen ritmo y nunca nos confunde... excepto cuando los directores dejan ciertas cosas a interpretación del espectador. Las actuaciones del numeroso elenco son bastante aceptables, destacando Dennis Quaid y Jeremy Irons en papeles principales, y John Hannah, J.K. Simmons y Michael McKean en roles secundarios pero significativos. Por su parte, Bradley Cooper y Zoe Saldaña empiezan bien, pero tienden a caer en la exageración, sobre todo cuando tratan de justificar algunas cuestionables decisiones en su relación.
Lo cual nos lleva a mi queja principal sobre El Gran Secreto: las tres historias despiertan cierto interés, pero su brevedad impide el desarrollo creíble del romance (o drama, según sea el caso), de modo que cuesta trabajo compartir las emociones de los personajes; y si a eso añadimos la muy variable química entre los actores, tenemos como resultado actitudes que no siempre respaldan sus supuestos sentimientos (por cierto, mi relato favorito fue el del soldado y la mesera, pues emplea maravillosa fotografía y un ágil lenguaje cinematográfico para expresar todo lo necesario casi sin ayuda de diálogos). Es muy fácil para el guionista escribir: "Fulano y fulana se aman intensamente"; pero no es tan fácil que los actores y el director (o directores, en este caso) nos hagan sentir esa pasión. Esa apariencia superficial de romance podría bastar para complacer al público aficionado a este género (lo cual no tiene nada de malo); sin embargo yo no me cuento entre ellos, y por lo tanto terminé un poco aburrido en vez de inspirado o conmovido.
Breve editorial "geek": mientras veía El Gran Secreto se me ocurrió que su inusual estructura sería perfecta para una cinta de terror (quizás una antología al estilo de Creepshow o The Theater Bizarre), pues los contundentes elementos del horror y sus giros sorpresivos no requieren tanto tiempo y detalle para impactar al espectador. En fin... eso es tema para otra ocasión. Regresando a El Gran Secreto, creo que funciona mejor como experimento narrativo que como drama romántico, pero su curioso formato merece el beneficio de la duda, y me inclino a darle una modesta recomendación pues, a fin de cuentas, me gustó más (o me disgustó menos) que otras recientes cintas románticas, como las múltiples adaptaciones de Nicholas Sparks. En resumen: es como ver tres películas por un solo boleto. Parece una buena oferta, siempre y cuando no examinemos de cerca la calidad del producto.
Calificación: 6
sábado, 8 de diciembre de 2012
La Posesión de Sally (When the Lights Went Out)
Una familia de clase media se muda a su nueva casa, y durante la primera noche la hija adolescente percibe extraños fenómenos en su habitación. Al día siguiente se lo cuenta a sus padres, pero no le creen. ¿Suena familiar? No sé cuántas películas de terror empiezan prácticamente igual; y aunque la causa de dichos "fenómenos" puede variar, la dinámica siempre es la misma: manifestaciones paranormales, incredulidad de los adultos, visitas del experto... ya conocen la rutina. Por eso es necesaria la adición de un elemento genuinamente original, o al menos diferente, que sirva para validar cualquier cinta basada en esta añeja fórmula. En el caso de La Posesión de Sally, la singularidad radica en su período histórico, además de la consabida frase "basada en hechos reales". Y si bien se queda corta en su "índice de terror", no niego que puede ofrecer un rato de tenso entretenimiento, bastante olvidable pero divertido a pesar de su baja ambición y sus pobres efectos digitales.
La mencionada familia son los Maynard, cuyas experiencias con un "poltergeist" fueron ampliamente reportadas (en la vida real) por los periódicos locales de la provincia británica de Yorkshire a principios de los setentas. Sin embargo, en La Posesión de Sally vemos que el misterioso movimiento de objetos inanimados y los susurros inexplicables fueron tan solo el comienzo de una pesadilla viviente para la joven Sally (Tasha Connor), sus padres Len (Steven Waddington) y Jenny (Kate Ashfield), e incluso para visitantes como Jeanette (Jo Hartley), la mejor amiga de Sally, que por alguna razón se ven amenazados cuando se acercan demasiado a la "casa embrujada", o indagan sobre las posibles causas de las manifestaciones. Entonces, sin dinero para mudarse, los Maynard deciden solicitar ayuda a un sacerdote vecino, aunque esto provocará chismes y comentarios negativos en la pequeña y conservadora comunidad. Y mientras los adultos pelean, Sally logra entablar comunicación con un espíritu que podría ser más peligros de lo que aparenta...
Aprecio que el director Pat Holden haya puesto tanta atención en la fidelidad histórica del período donde ocurrieron estos "hechos reales", vistiendo las escenas con un simpático diseño de producción que resultará muy familiar para quienes crecimos en los años setentas (me gustó el detalle de la imagen latente cuando se apaga la televisión de tubos, pues de niño yo estaba obsesionado con ese fenómeno). Además, el libreto (del mismo Holden) incorpora vagos intentos de comentario social sobre las condiciones económicas en Gran Bretaña durante aquel período, cuando las constantes interrupciones en el servicio eléctrico pusieron en evidencia la pobre infraestructura del país (que aun no lograba recuperarse desde la Segunda Guerra Mundial) y acentuaron las tensiones políticas entre “tories“ y “laborales“. Pero bueno... a fin de cuentas La Posesión de Sally no es un manifiesto político, sino una cinta de terror, así que el subtexto social sirve tan solo como excusa para tener muchas escenas en profunda oscuridad, donde no sabemos de dónde vendrá el siguiente sobresalto.
En ese aspecto la cinta tiene aciertos y fallas por igual. Las actuaciones son bastante buenas, y quizás por eso preferí las primeras escenas, cuando aún no sabemos lo que ocurre y podemos compartir la angustia e inquietud de los personajes. Desafortunadamente al final el director cede a la tentación de llenar la pantalla con baratos efectos digitales para darnos una conclusión vistosa, pero no necesariamente satisfactoria o coherente; lo único que consigue es arruinar la sutil atmósfera de suspenso y terror suburbano que había logrado generar durante la primera hora. Aún así admito que La Posesión de Sally me pareció entretenida y ligeramente superior al promedio del terror independiente, aunque sea tan solo por su manufactura europea y su sobria dirección, muy distinta a las cintas norteamericanas de similar estilo, que prefieren la ruta de la gritería y los aspavientos. Y, bueno, también funciona como interesante punto de partida para explorar este célebre caso "poltergeist", bien documentado y con cierta fama en los archivos de material "forteano". Ignoro si habrá sido cierto o falso, pero estoy seguro de que no tuvo apariciones de humo digital ni “flares” estilo J.J. Abrams.
Calificación: 6.5
La mencionada familia son los Maynard, cuyas experiencias con un "poltergeist" fueron ampliamente reportadas (en la vida real) por los periódicos locales de la provincia británica de Yorkshire a principios de los setentas. Sin embargo, en La Posesión de Sally vemos que el misterioso movimiento de objetos inanimados y los susurros inexplicables fueron tan solo el comienzo de una pesadilla viviente para la joven Sally (Tasha Connor), sus padres Len (Steven Waddington) y Jenny (Kate Ashfield), e incluso para visitantes como Jeanette (Jo Hartley), la mejor amiga de Sally, que por alguna razón se ven amenazados cuando se acercan demasiado a la "casa embrujada", o indagan sobre las posibles causas de las manifestaciones. Entonces, sin dinero para mudarse, los Maynard deciden solicitar ayuda a un sacerdote vecino, aunque esto provocará chismes y comentarios negativos en la pequeña y conservadora comunidad. Y mientras los adultos pelean, Sally logra entablar comunicación con un espíritu que podría ser más peligros de lo que aparenta...
Aprecio que el director Pat Holden haya puesto tanta atención en la fidelidad histórica del período donde ocurrieron estos "hechos reales", vistiendo las escenas con un simpático diseño de producción que resultará muy familiar para quienes crecimos en los años setentas (me gustó el detalle de la imagen latente cuando se apaga la televisión de tubos, pues de niño yo estaba obsesionado con ese fenómeno). Además, el libreto (del mismo Holden) incorpora vagos intentos de comentario social sobre las condiciones económicas en Gran Bretaña durante aquel período, cuando las constantes interrupciones en el servicio eléctrico pusieron en evidencia la pobre infraestructura del país (que aun no lograba recuperarse desde la Segunda Guerra Mundial) y acentuaron las tensiones políticas entre “tories“ y “laborales“. Pero bueno... a fin de cuentas La Posesión de Sally no es un manifiesto político, sino una cinta de terror, así que el subtexto social sirve tan solo como excusa para tener muchas escenas en profunda oscuridad, donde no sabemos de dónde vendrá el siguiente sobresalto.
En ese aspecto la cinta tiene aciertos y fallas por igual. Las actuaciones son bastante buenas, y quizás por eso preferí las primeras escenas, cuando aún no sabemos lo que ocurre y podemos compartir la angustia e inquietud de los personajes. Desafortunadamente al final el director cede a la tentación de llenar la pantalla con baratos efectos digitales para darnos una conclusión vistosa, pero no necesariamente satisfactoria o coherente; lo único que consigue es arruinar la sutil atmósfera de suspenso y terror suburbano que había logrado generar durante la primera hora. Aún así admito que La Posesión de Sally me pareció entretenida y ligeramente superior al promedio del terror independiente, aunque sea tan solo por su manufactura europea y su sobria dirección, muy distinta a las cintas norteamericanas de similar estilo, que prefieren la ruta de la gritería y los aspavientos. Y, bueno, también funciona como interesante punto de partida para explorar este célebre caso "poltergeist", bien documentado y con cierta fama en los archivos de material "forteano". Ignoro si habrá sido cierto o falso, pero estoy seguro de que no tuvo apariciones de humo digital ni “flares” estilo J.J. Abrams.
Calificación: 6.5
viernes, 7 de diciembre de 2012
Moonrise Kingdom
Nota: Se estrenó esta excelente película en México, y publico de nuevo la crítica para comodidad de los lectores.
A primera vista las películas del director Wes Anderson parecen caprichosas fábulas sobre personajes excéntricos enfrascados en absurdas actividades muy lejanas al comportamiento "normal". Pero creo que a lo largo de los años, en obras como Rushmore, The Royal Tenenbaums y The Life Aquatic with Steve Zissou, Anderson ha estado experimentando con diversas porciones de realidad y fantasía, hasta llegar a la deliciosa receta que ahora podemos disfrutar en su más reciente cinta, Moonrise Kingdom. De hecho, creo que Anderson nunca había capturado con tal destreza el contraste entre realidad emocional y un entorno fantástico (con la posible excepción de Fantastic Mr. Fox), donde nunca se descuida la sinceridad de la historia, ni se traiciona la humanidad de los personajes.
El micro-universo insular donde se desarrolla Moonrise Kingdom es tan estilizado que podría confundirse con las miniaturas de Fantastic Mr. Fox; pero en esta ocasión no seguiremos las aventuras de animales antropomórficos, sino de los habitantes de una pequeña isla en el noroeste de los Estados Unidos, llamada New Penzance, que en el año 1965 aún mantiene los pintorescos paisajes y placidas costumbres de una comunidad rural. Los protagonistas son los niños Sam (Jared Gilman) y Suzy (Kara Hayward); él es un experto "boy scout" (bueno, “khaki scout”) ansioso por abandonar su tropa, pues sufre constantes burlas de sus compañeros a pesar de la buena voluntad de Ward (Edward Norton), su líder scout. Por su parte, Suzy vive con sus padres y hermanos en una mansión al otro lado de la isla, donde tampoco encaja debido a sus extraños gustos y mal carácter. Hace un año Sam y Suzy se conocieron casualmente y empezaron una amistad por correspondencia, que eventualmente se transformó en un plan de fuga. Entonces, al principio de la película los encontramos en el punto de reunión secreto donde comenzará su viaje en busca de un lugar donde puedan vivir lejos de las críticas y regaños de los demás. Pero no será tan fácil, pues su ausencia provoca una frenética búsqueda organizada por el Capitán Sharp (Bruce Willis), jefe de policía local con más compasión que talento. ¿Lograrán encontrar a los niños antes de que llegue una fuerte tormenta que pondrá en peligro sus vidas?
Admito que no siempre trago el estilo de Wes Anderson, especialmente cuando sacrifica congruencia a cambio de ese bizarro humor que no genera risas, sino confusión y ceños fruncidos (The Royal Tenenbaums es un ejemplo perfecto), o cuando intencionalmente crea historias sin pies ni cabeza, esperando que la extravagancia de los personajes baste para mantener nuestra atención (como hizo en The Darjeeling Limited). Sin embargo, cuando encuentra el correcto balance de elementos, puede crear experiencias cinematográficas memorables, que ejemplifican el progreso de su madurez artística y su evolución narrativa. O al menos así quiero interpretar la transición del cinismo y amargura de Rushmore, a la calidez y (¿me atrevo a decirlo?) ternura de Moonrise Kingdom. Otro acierto en esta última fue desviar la atención de los típicos personajes "raros", manteniéndolos en la periferia para contribuir a la atmósfera humorística, pero sin dejar que su peculiar "sabor" cómico contamine la dinámica entre los inocentes protagonistas. Como siempre, la selección de actores fue perfecta, incluyendo algunos tradicionales colaboradores de Anderson, como Bill Murray y Jason Schwartzman, junto con nuevas adiciones como Bruce Willis, Frances McDormand y Edward Norton, que se integran perfectamente al estilo del director, extraños por fuera pero creíbles y entrañables por dentro.
Sin embargo, la película entera depende de los jóvenes protagonistas, y Anderson tuvo suerte de encontrar actores ideales, capaces de afrontar por igual el drama, la comedia, y algunas difíciles escenas de "despertar romántico" que conservan la inocencia de la niñez sin ignorar la proximidad de las hormonas adolescentes. Jared Gilman y Kara Hayward poseen una gravedad especial, cuya inteligencia y melancolía les da una sensibilidad adulta, mientras los adultos de la historia se comportan como niños. Ambos saben que su viaje a la libertad está condenado al fracaso, pero aún así deben intentarlo... y es esa inflexible convicción lo que nos mantiene en suspenso durante la película entera, lamentando los obstáculos que encuentra la pareja y disfrutando sus efímeros triunfos. Y, claro, la simple fuga de dos niños termina adquiriendo un aire épico gracias a la pureza de su misión, y al subtexto bíblico del Diluvio, presentado de manera literal, metafórica y hasta teatral. Rara vez he encontrado la fórmula de "coming of age" con tantos niveles y complejidades narrativas. La única mancha en la experiencia fue... ¿por qué Anderson insiste en matar perros (simuladamente, desde luego)? ¿Realmente lo encuentra gracioso? Yo no.
Los aspectos técnicos de la película son sobresalientes, y ameritarían párrafos enteros por sí mismos. La cinematografía de Robert D. Yeoman es artificialmente colorida en interiores y orgánicamente natural en exteriores, para acentuar la diferencia entre los mundos de Suzy y Sam; incluso se filmó en "súper 16mm" para obtener un grano y textura consistentes con el período histórico de los años sesentas. La banda sonora de Alexandre Desplat no solo adorna las escenas, sino se convierte en parte de la narrativa con algunas ingeniosas lecciones musicales. Y, claro, el diseño de producción de Adam Stockhausen parece salir de las novelas juveniles que Suzy lee obsesivamente. En resumen, un paquete casi perfecto de drama, humor y nostalgia por el despertar a la adolescencia, magníficamente realizado por un cineasta en la cima de su oficio (con la colaboración creativa del co-guionista Roman Coppola... ¿cuándo va a dirigir de nuevo? Los fans de CQ seguimos esperando). El mejor halago que puedo hacerle a Moonrise Kingdom es recomendarla para los detractores de Wes Anderson. Es una cinta muy divertida, accesible y emotiva... y no hace falta un alto grado de cinismo para disfrutarla. Aunque podría ayudar una cierta tolerancia al "argot" de los sesentas. ¡Jiminy Cricket!
Calificación: 9.5
A primera vista las películas del director Wes Anderson parecen caprichosas fábulas sobre personajes excéntricos enfrascados en absurdas actividades muy lejanas al comportamiento "normal". Pero creo que a lo largo de los años, en obras como Rushmore, The Royal Tenenbaums y The Life Aquatic with Steve Zissou, Anderson ha estado experimentando con diversas porciones de realidad y fantasía, hasta llegar a la deliciosa receta que ahora podemos disfrutar en su más reciente cinta, Moonrise Kingdom. De hecho, creo que Anderson nunca había capturado con tal destreza el contraste entre realidad emocional y un entorno fantástico (con la posible excepción de Fantastic Mr. Fox), donde nunca se descuida la sinceridad de la historia, ni se traiciona la humanidad de los personajes.
El micro-universo insular donde se desarrolla Moonrise Kingdom es tan estilizado que podría confundirse con las miniaturas de Fantastic Mr. Fox; pero en esta ocasión no seguiremos las aventuras de animales antropomórficos, sino de los habitantes de una pequeña isla en el noroeste de los Estados Unidos, llamada New Penzance, que en el año 1965 aún mantiene los pintorescos paisajes y placidas costumbres de una comunidad rural. Los protagonistas son los niños Sam (Jared Gilman) y Suzy (Kara Hayward); él es un experto "boy scout" (bueno, “khaki scout”) ansioso por abandonar su tropa, pues sufre constantes burlas de sus compañeros a pesar de la buena voluntad de Ward (Edward Norton), su líder scout. Por su parte, Suzy vive con sus padres y hermanos en una mansión al otro lado de la isla, donde tampoco encaja debido a sus extraños gustos y mal carácter. Hace un año Sam y Suzy se conocieron casualmente y empezaron una amistad por correspondencia, que eventualmente se transformó en un plan de fuga. Entonces, al principio de la película los encontramos en el punto de reunión secreto donde comenzará su viaje en busca de un lugar donde puedan vivir lejos de las críticas y regaños de los demás. Pero no será tan fácil, pues su ausencia provoca una frenética búsqueda organizada por el Capitán Sharp (Bruce Willis), jefe de policía local con más compasión que talento. ¿Lograrán encontrar a los niños antes de que llegue una fuerte tormenta que pondrá en peligro sus vidas?
Admito que no siempre trago el estilo de Wes Anderson, especialmente cuando sacrifica congruencia a cambio de ese bizarro humor que no genera risas, sino confusión y ceños fruncidos (The Royal Tenenbaums es un ejemplo perfecto), o cuando intencionalmente crea historias sin pies ni cabeza, esperando que la extravagancia de los personajes baste para mantener nuestra atención (como hizo en The Darjeeling Limited). Sin embargo, cuando encuentra el correcto balance de elementos, puede crear experiencias cinematográficas memorables, que ejemplifican el progreso de su madurez artística y su evolución narrativa. O al menos así quiero interpretar la transición del cinismo y amargura de Rushmore, a la calidez y (¿me atrevo a decirlo?) ternura de Moonrise Kingdom. Otro acierto en esta última fue desviar la atención de los típicos personajes "raros", manteniéndolos en la periferia para contribuir a la atmósfera humorística, pero sin dejar que su peculiar "sabor" cómico contamine la dinámica entre los inocentes protagonistas. Como siempre, la selección de actores fue perfecta, incluyendo algunos tradicionales colaboradores de Anderson, como Bill Murray y Jason Schwartzman, junto con nuevas adiciones como Bruce Willis, Frances McDormand y Edward Norton, que se integran perfectamente al estilo del director, extraños por fuera pero creíbles y entrañables por dentro.
Sin embargo, la película entera depende de los jóvenes protagonistas, y Anderson tuvo suerte de encontrar actores ideales, capaces de afrontar por igual el drama, la comedia, y algunas difíciles escenas de "despertar romántico" que conservan la inocencia de la niñez sin ignorar la proximidad de las hormonas adolescentes. Jared Gilman y Kara Hayward poseen una gravedad especial, cuya inteligencia y melancolía les da una sensibilidad adulta, mientras los adultos de la historia se comportan como niños. Ambos saben que su viaje a la libertad está condenado al fracaso, pero aún así deben intentarlo... y es esa inflexible convicción lo que nos mantiene en suspenso durante la película entera, lamentando los obstáculos que encuentra la pareja y disfrutando sus efímeros triunfos. Y, claro, la simple fuga de dos niños termina adquiriendo un aire épico gracias a la pureza de su misión, y al subtexto bíblico del Diluvio, presentado de manera literal, metafórica y hasta teatral. Rara vez he encontrado la fórmula de "coming of age" con tantos niveles y complejidades narrativas. La única mancha en la experiencia fue... ¿por qué Anderson insiste en matar perros (simuladamente, desde luego)? ¿Realmente lo encuentra gracioso? Yo no.
Los aspectos técnicos de la película son sobresalientes, y ameritarían párrafos enteros por sí mismos. La cinematografía de Robert D. Yeoman es artificialmente colorida en interiores y orgánicamente natural en exteriores, para acentuar la diferencia entre los mundos de Suzy y Sam; incluso se filmó en "súper 16mm" para obtener un grano y textura consistentes con el período histórico de los años sesentas. La banda sonora de Alexandre Desplat no solo adorna las escenas, sino se convierte en parte de la narrativa con algunas ingeniosas lecciones musicales. Y, claro, el diseño de producción de Adam Stockhausen parece salir de las novelas juveniles que Suzy lee obsesivamente. En resumen, un paquete casi perfecto de drama, humor y nostalgia por el despertar a la adolescencia, magníficamente realizado por un cineasta en la cima de su oficio (con la colaboración creativa del co-guionista Roman Coppola... ¿cuándo va a dirigir de nuevo? Los fans de CQ seguimos esperando). El mejor halago que puedo hacerle a Moonrise Kingdom es recomendarla para los detractores de Wes Anderson. Es una cinta muy divertida, accesible y emotiva... y no hace falta un alto grado de cinismo para disfrutarla. Aunque podría ayudar una cierta tolerancia al "argot" de los sesentas. ¡Jiminy Cricket!
Calificación: 9.5
jueves, 6 de diciembre de 2012
Chained
La directora Jennifer Chambers Lynch, hija del legendario David Lynch, ha tenido una filmografía interesante y bastante ecléctica, aunque desafortunadamente sufrió un enorme tropiezo en el 2010 con la cinta Hisss, una tediosa y ridícula "creature feature" realizada al estilo de Bollywood, que parecía suficientemente mala para aniquilar la carrera de cualquier cineasta. Afortunadamente no ocurrió así, y ahora tenemos oportunidad de ver Chained, la más reciente cinta de Chambers Lynch, con la cual no solo se redime (parcialmente), sino que renueva mi interés por sus obras futuras.
La publicidad de Chained (empezando por esa genérica portada del DVD) sugiere otra entrada en el exhausto sub-género de la "porno-tortura", y quizás hay algo de cierto en ello; sin embargo, el ingenioso libreto de Damian O’Donnell encuentra una perspectiva provocativa y original que trasciende los clichés. El maniático en turno es Bob (Vincent D'Onofrio), un perverso chofer que usa su taxi para secuestrar mujeres y llevarlas a su remota casa de campo, donde las mata y las entierra en su sótano. Pero cuando secuestra a Sarah (Julia Ormond) junto con su pequeño hijo Tim (Evan Bird), Bob decide perdonar la vida del niño, le pone el nombre de "Rabbit", y lo adopta como esclavo encadenado a la pared, a quien suelta ocasionalmente para que ayude a limpiar los rastros de sangre o para encargarse de otros deberes domésticos. Y así pasan varios años, hasta que Rabbit (ahora interpretado por Eamon Farren) se convierte en un adolescente dócil y reprimido, con un malsano interés en los libros de anatomía que encuentra en la casa. Entonces, cuando Bob ofrece a Rabbit la opción de matar a una víctima, el joven deberá decidir si realmente quiere continuar la "misión" de su captor.
Aunque Chained cuenta con todos los elementos obligatorios del cine "gore", el énfasis de la historia no está en los asesinatos ni en la sangre (la cual no fluye tanto como yo esperaba), sino en la torcida relación entre amo y esclavo, que nos ofrece un interesante contraste entre la motivación de sus respectivas acciones. Por medio de "flashbacks" nos enteramos gradualmente de la horrible infancia que sufrió Bob, lo cual hasta cierto punto "justifica" narrativamente sus tendencias asesinas y su despectiva visión de las mujeres. Por su parte Rabbit tiene una infancia aún más terrible, forzado a trabajar en una inmunda atmósfera de violencia y amenazas... y sin embargo su naturaleza es totalmente distinta, aunque susceptible a manipulación en las condiciones correctas. No estoy seguro si esa habrá sido la intención original de la directora, pero me pareció un fascinante cuestionamiento de los clichés asociados con el asesino serial, ya sea como villano cinematográfico o como moderno monstruo social.
Por eso me decepcionó un poco que la actuación de Eamon Farren (en el papel de Rabbit) se sienta tan blanda y anónima. Pudo ser una decisión creativa intencional para acentuar la horrible situación del niño y la gradual erosión de su personalidad, pero siento que un actor con más carácter o energía hubiera logrado alcanzar los niveles emocionales que requiere una historia tan intensa. O quizás el problema fue el contraste entre este joven actor y el veterano Vincent D'Onofrio, más conocido por sus roles "serios", pero obviamente aficionado al género fantástico. Su interpretación del solitario taxista asesino es muy efectiva y hasta perturbadora por todos los detalles que incorpora, desde su afectada dicción hasta el desgano de sus crímenes, como si matar mujeres ya se hubiera convertido en una rutina aburrida que no le proporciona el mismo placer de antaño.
Como dije, Chained resultó mejor de lo que esperaba, y aplaudo su artera "de-construcción" de la porno-tortura, así como la sobriedad de la dirección, la consistencia del libreto (aunque el "twist" del final me pareció un poco forzado), y el trabajo de Vincent D'Onofrio, tan confiable y creíble como siempre. Desde hace mucho quedó demostrado que Jennifer Chambers Lynch no está tratando de imitar a su padre, pero siento que aún no encuentra su auténtica identidad como cineasta, ni el nicho creativo donde se siente cómoda y confiada. Aún así creo que Chained es un paso en la dirección correcta, y prometo dejar de mencionar Hisss en conversaciones de "cosas malas que les pasan a buenos directores" (conversaciones imaginarias, desde luego). No me dejó totalmente satisfecho como cinta de terror, pero puedo recomendarla y esperaré con interés las futuras cintas de esta directora. Ojalá permanezca en el cine fantástico (porque desafortunadamente no tenemos suficientes voces femeninas en este misógino género) pero tampoco me disgustaría verla en un proyecto totalmente opuesto, como una cinta infantil o una comedia romántica. Pero no más Bollywood, por favor.
Calificación: 7.5
La publicidad de Chained (empezando por esa genérica portada del DVD) sugiere otra entrada en el exhausto sub-género de la "porno-tortura", y quizás hay algo de cierto en ello; sin embargo, el ingenioso libreto de Damian O’Donnell encuentra una perspectiva provocativa y original que trasciende los clichés. El maniático en turno es Bob (Vincent D'Onofrio), un perverso chofer que usa su taxi para secuestrar mujeres y llevarlas a su remota casa de campo, donde las mata y las entierra en su sótano. Pero cuando secuestra a Sarah (Julia Ormond) junto con su pequeño hijo Tim (Evan Bird), Bob decide perdonar la vida del niño, le pone el nombre de "Rabbit", y lo adopta como esclavo encadenado a la pared, a quien suelta ocasionalmente para que ayude a limpiar los rastros de sangre o para encargarse de otros deberes domésticos. Y así pasan varios años, hasta que Rabbit (ahora interpretado por Eamon Farren) se convierte en un adolescente dócil y reprimido, con un malsano interés en los libros de anatomía que encuentra en la casa. Entonces, cuando Bob ofrece a Rabbit la opción de matar a una víctima, el joven deberá decidir si realmente quiere continuar la "misión" de su captor.
Aunque Chained cuenta con todos los elementos obligatorios del cine "gore", el énfasis de la historia no está en los asesinatos ni en la sangre (la cual no fluye tanto como yo esperaba), sino en la torcida relación entre amo y esclavo, que nos ofrece un interesante contraste entre la motivación de sus respectivas acciones. Por medio de "flashbacks" nos enteramos gradualmente de la horrible infancia que sufrió Bob, lo cual hasta cierto punto "justifica" narrativamente sus tendencias asesinas y su despectiva visión de las mujeres. Por su parte Rabbit tiene una infancia aún más terrible, forzado a trabajar en una inmunda atmósfera de violencia y amenazas... y sin embargo su naturaleza es totalmente distinta, aunque susceptible a manipulación en las condiciones correctas. No estoy seguro si esa habrá sido la intención original de la directora, pero me pareció un fascinante cuestionamiento de los clichés asociados con el asesino serial, ya sea como villano cinematográfico o como moderno monstruo social.
Por eso me decepcionó un poco que la actuación de Eamon Farren (en el papel de Rabbit) se sienta tan blanda y anónima. Pudo ser una decisión creativa intencional para acentuar la horrible situación del niño y la gradual erosión de su personalidad, pero siento que un actor con más carácter o energía hubiera logrado alcanzar los niveles emocionales que requiere una historia tan intensa. O quizás el problema fue el contraste entre este joven actor y el veterano Vincent D'Onofrio, más conocido por sus roles "serios", pero obviamente aficionado al género fantástico. Su interpretación del solitario taxista asesino es muy efectiva y hasta perturbadora por todos los detalles que incorpora, desde su afectada dicción hasta el desgano de sus crímenes, como si matar mujeres ya se hubiera convertido en una rutina aburrida que no le proporciona el mismo placer de antaño.
Como dije, Chained resultó mejor de lo que esperaba, y aplaudo su artera "de-construcción" de la porno-tortura, así como la sobriedad de la dirección, la consistencia del libreto (aunque el "twist" del final me pareció un poco forzado), y el trabajo de Vincent D'Onofrio, tan confiable y creíble como siempre. Desde hace mucho quedó demostrado que Jennifer Chambers Lynch no está tratando de imitar a su padre, pero siento que aún no encuentra su auténtica identidad como cineasta, ni el nicho creativo donde se siente cómoda y confiada. Aún así creo que Chained es un paso en la dirección correcta, y prometo dejar de mencionar Hisss en conversaciones de "cosas malas que les pasan a buenos directores" (conversaciones imaginarias, desde luego). No me dejó totalmente satisfecho como cinta de terror, pero puedo recomendarla y esperaré con interés las futuras cintas de esta directora. Ojalá permanezca en el cine fantástico (porque desafortunadamente no tenemos suficientes voces femeninas en este misógino género) pero tampoco me disgustaría verla en un proyecto totalmente opuesto, como una cinta infantil o una comedia romántica. Pero no más Bollywood, por favor.
Calificación: 7.5
domingo, 2 de diciembre de 2012
Magic Mike
El epónimo Magic Mike (Channing Tatum) es un "bailarín exótico" que trabaja de noche deleitando a cientos de mujeres con sus sensuales rutinas en un club administrado por el excéntrico Dallas (Matthew McConaughey). Pero durante el día es un astuto empresario con grandes planes para la fortuna que está ganando en billetes arrugados. Entre sus múltiples negocios tiene un pequeño equipo de construcción, y ahí es donde conoce a Adam (Alex Pettyfer), un atractivo adolescente con cuerpo de atleta pero sin rumbo o ambición en la vida. Entonces, casi sin darse cuenta, Mike lo introduce al mundo del baile, y a través de sus ojos vamos conociendo las interioridades de ese curioso negocio, mientras pasa de inseguro novato a estrella arrogante que quizás no sabe distinguir la línea entre su oficio y su vida real. Mientras tanto Mike trata de establecer su futuro lejos de los escenarios, aunque la naturaleza de su trabajo hace casi imposible que la gente "normal" lo tome en serio.
Supuestamente basada en las experiencias reales del actor Channing Tatum, Magic Mike funciona mejor como lección didáctica que desmitifica el estigma del "strip tease" masculino, presentándolo como un trabajo inusual en su forma, pero típico en sus retos y oportunidades. Claro, no mucha gente gana dinero sacudiendo la pelvis enfrente de "cougars" histéricas, pero el entrenamiento, dedicación y disciplina son tan esenciales para el éxito como en cualquier otra ocupación. En otras palabras, no todo es músculos, "body oil" o tener el disfraz apropiado para cada ocasión. Y, claro, Steven Soderbergh no escatima el número de rutinas y bailes que presenciamos, ya sean con Tatum, con su protegido interpretado por Alex Pettyfer, o con Matthew McConaughey mismo, cuya exuberante personalidad parece perfecta para el espectáculo, ya sea como divertido maestro de ceremonias o como bailarín que toma muy en serio su misión de "cumplir las fantasías de mujeres atrapadas en matrimonios infelices".
Desafortunadamente Magic Mike no me pareció tan entretenida como simple relato de "lucha por el éxito". Me gusta que Soderbergh haya mantenido un tono sobrio y realista, evitando el "kitsch" de la mencionada Showgirls o el forzado melodrama de Burlesque; pero, a fin de cuentas, la historia de Mike y Adam no es tan interesante una vez que la separamos de su inusual entorno. Peor aún, la mayor parte de los personajes tienden a ser insípidos e inexpresivos, con pocos atributos (psicológicos) que los hagan memorables o fascinantes. Las únicas excepciones quizás sean McConaughey y Cody Horn en el papel de Brooke, hermana sobre-protectora de Adam, que desconfía inmediatamente del fulano que reclutó a su hermano para desnudarse en público. No son actuaciones particularmente notables, pero al menos muestran más energía y profundidad que las de los protagonistas. Por otro lado (¿cómo diré esto sin dar la impresión equivocada?) me gustó el desempeño físico de Channing Tatum, quien realiza algunas rutinas realmente atléticas sin beneficio de dobles o trucos de cámara (creo). Y sin duda aprecié el estilo visual de Soderbergh, usando sus acostumbrados filtros de color para complementar un lenguaje cinematográfico frío y distante (literalmente), casi exento de close-ups excepto cuando hacen falta para acentuar las emociones.
Entonces, el tema me pareció más interesante que la trama; y siento que dos horas fue demasiado para contar una historia tan simple y monótona. Sin embargo el trabajo de Steven Soderbergh siempre vale la pena, así que debo darle una modesta recomendación a Magic Mike por su loable intención y logros artísticos, aunque fracase parcialmente como mero entretenimiento. Habiendo dicho eso, sé que el punto clave para atraer al público no será la profundidad narrativa ni la integridad dramática, sino el más obvio "atractivo visual", que sin duda es abundante. Cada quién sabrá lo que busca, y están en su perfecto derecho. Por mi parte, quiero ver qué otra rama del "cine B" abordará Soderbergh en su siguiente "capricho creativo". ¿Estará muy lejos una cinta "slasher"? Espero que no; francamente prefiero un asesino enmascarado que un trasero aceitado.
Calificación: 6.5