Desde hace aproximadamente dos décadas el legendario Clint Eastwood acumula más aplausos como director que como actor, pero eso no le impide de vez en cuando ceder el control de una película a otro cineasta, y centrarse exclusivamente en su actuación. Para bien o para mal ese fue el caso de su nueva cinta, Curvas de la Vida; aunque podríamos decir que el director Robert Lorenz sigue de cerca el estilo sobrio y directo de Eastwood, así como sus habituales temas de dignidad en la edad madura, fortaleza de espíritu y segundas oportunidades. El resultado es sin duda entretenido y hasta gracioso, pero un tanto blando y predecible... como algunas películas dirigidas por Eastwood, así que sus fans no encontrarán demasiada diferencia.
Las "curvas" del título se refieren al deporte del béisbol, donde Gus Lobel (Clint Eastwood) ha trabajado durante varias décadas como "scout", viajando por los Estados Unidos en busca de jugadores jóvenes con suficiente talento para ser reclutados por las "grandes ligas". Desafortunadamente su método tradicional de observación y análisis se ha convertido en un anacronismo, y Gus se siente cada vez más alejado de los jóvenes "scouts" expertos en computadoras y cálculos estadísticos. Para empeorar las cosas está perdiendo la vista, lo cual seguramente llevará a su retiro prematuro; pero antes de que llegue ese momento, su hija Mickey (Amy Adams) decide acompañarlo en un último viaje para buscar a la estrella potencial que salvará al equipo. ¿Podrá el irascible anciano darle una lección a los jóvenes que no respetan el espíritu original del deporte? ¿Y servirá el viaje para resolver los resentimientos de la hija que siempre se sintió abandonada por su severo padre?
En cierto modo Curvas de la Vida toma la actitud opuesta a Moneyball (instinto humano supera la tecnología), pero el libreto de Randy Brown no está realmente interesado en las operaciones secretas del béisbol, sino en presentarnos la evolución emocional de los personajes. No hay nada original en ese desarrollo; como dije antes, los puntos básicos reposan en la reparación de conflictos familiares, redención de ideologías anacrónicas y la dignidad de la edad madura en un mundo tan preocupado por el futuro que no tiene tiempo de mirar al pasado. Pero cuando nos acompañan actores tan creíbles y sinceros como Clint Eastwood, Amy Adams y John Goodman, es muy fácil disculpar los clichés, la manipulación sentimental y las resoluciones excesivamente fáciles y convenientes. Eastwood se limita a repetir el papel de "anciano irritable" que le vimos en Gran Torino... y no tengo objeción al respecto. Le queda bien, aprovecha al máximo su curtido rostro y rugosa voz, y además carga consigo el peso de la experiencia para simular infalibilidad absoluta. Por su parte, Amy Adams encuentra la oportunidad de interpretar un personaje "serio" (usando su voz real, en vez de la chillona versión que emplea en sus cintas familiares), y aunque no le exige mucho, se esfuerza por darle profundidad al previsible papel de hija resentida por el abandono paterno.
El único que desentona un poco es Justin Timberlake como un ex-jugador de béisbol que ahora trabaja como scout para un equipo rival. De hecho, el problema no es realmente con su actuación (que es pasable), sino con su función como pareja potencial de Amy Adams. Entiendo la necesidad del ángulo romántico para redondear el argumento y atraer un público más diverso... pero siento que la película hubiera funcionado igualmente bien sin su presencia, y la adición de un "galán" parece un truco comercial, en vez de ser parte integral de la historia. Afortunadamente no es un problema serio, y por lo tanto no impide darle una modesta recomendación a Curvas de la Vida por tratarse de una inofensiva y amable experiencia que emplea juiciosamente a sus actores, no trata de re-inventar el drama deportivo, ni requiere gran conocimiento del béisbol para disfrutar los giros y "sorpresas" del libreto. Quizás por eso Eastwood decidió contratar a otro director… la trama no ofrece suficientes retos para garantizar su “toque mágico“. Pero bueno, a estas alturas del partido (de béisbol) Clint Eastwood no necesita controversia para sostener sus películas. Para eso ya tiene bastante con sus expresiones políticas.
Calificación: 8
viernes, 30 de noviembre de 2012
martes, 27 de noviembre de 2012
Excision
Creo que uno de los mayores errores cometidos en el cine independiente es la expansión de un cortometraje a largometraje. Parece un paso lógico; el cineasta creó una buena historia en formato corto, y seguramente será mucho mejor si se desarrolla a profundidad, añadiendo nuevas escenas, nuevos personajes, y dándoles la libertad de encontrar su propio ritmo. Sin embargo, el resultado tiende a ser frecuentemente lo opuesto (con algunas honrosas excepciones)... una buena idea estirada más de la cuenta, que no logra "llenar" el tiempo y termina sintiéndose lenta o aburrida. Lamentablemente eso fue lo que ocurrió con la cinta Excision, cuyo concepto básico me pareció interesante, pero mal implementado por falta de un hilo narrativo coherente. Aún así merece una cauta recomendación por las actuaciones del ecléctico elenco, por las grotescas imágenes que nos ofrece, y por el torcido sentido del humor que combina terror con una visión del mundo cruda y honesta. En resumen, una experiencia bizarra e imperfecta para estudiosos del cine “raro“.
La trama de Excision gira en torno a Pauline (AnnaLynne McCord), una joven rebelde y antisocial hasta extremos patológicos. En la escuela es víctima de burlas por su apariencia desaliñada y su incapacidad para hacer amigos. En casa pelea constantemente con su dominante madre Phyllis (Traci Lords), ignora a su sumiso padre Bob (Roger Bart) y solo se lleva bien (a veces) con su hermana menor Grace (Ariel Winter), quien sufre una grave enfermedad degenerativa que podría terminar su vida en poco tiempo. A consecuencia de tantos traumas escolares y domésticos, Pauline tiene grotescas pesadillas o visiones donde imagina abstractos escenarios repletos de sangre y sensualidad, quizás como una catarsis de sus inseguridades en el mundo real. Y aunque Pauline se esfuerza por "encajar" en los nichos sociales de su comunidad, es obvio que se acerca inexorablemente al umbral de la locura, lo cual podría ser peligroso para ella y para quienes la rodean.
Imagino que el director y guionista Richard Bates Jr. quiso hacer un "estudio de carácter" basado en una personalidad al mismo tiempo inocente y repulsiva; algo así como el clásico "monstruo incomprendido" que causa daño sin darse cuenta. Es un enfoque inusual en el horror moderno, y aplaudo que esté manejado con una clínica frialdad que lo hace más trágico y emotivo. Sin embargo, el fracturado flujo narrativo provoca que Excision se sienta lenta y confusa, con arbitrarias escenas donde vemos la gradual desconexión de la realidad que sufre Pauline, pero sin contribuir a una historia concreta. Tal vez el director quiso hacernos partícipes en el caos psicológico de la protagonista; o quizás este fue el resultado de incorporar nuevas escenas como relleno, que además permiten la introducción de "cameos" para darle cierto prestigio a la película (entre ellos, Malcolm McDowell, John Waters, Ray Wise y la otrora ganadora del Óscar Marlee Matlin). Sospecho que son amigos de los productores, o algo así, pues el guión no parece suficientemente bueno para atraerlos en circunstancias normales.
Por suerte Excision revive cada vez que visitamos el abstracto subconsciente de Pauline, donde su apariencia física y actitud cambian por completo. En vez de ser una jovencita torpe y descuidada, se transforma en una seductora mujer enfrascada en perturbadoras orgías de sangre y éxtasis semi-religioso, donde se ve a sí misma como una especie de ángel purificador (o ejecutor) que trasciende todas las limitaciones del mundo terrenal. El cinematógrafo Itay Gross consigue secuencias de horripilante belleza visual e hipnótico efecto visceral que me recordaron el universo de Hellraiser... pero mejor filmado. Sin embargo, por muy pulidas e impactantes que sean estas escenas, también se sienten aisladas de la tenue historia principal, y funcionan más como distracción que como genuino complemento del colapso mental de Pauline. O quizás necesito verla más veces para "entender" su significado... pero no siento mucha inclinación por hacerlo.
Además de los cameos antes mencionados, vale la pena señalar el trabajo de las dos actrices principales. AnnaLynne McCord es más conocida por su papel de niña rica en la serie juvenil 90210, pero dudo que sus fans la reconozcan en esta cinta, llena de acne y sin "glamour" alguno en su ropa o actitud. Es probable que se trate de una estrategia para ganar credibilidad como "actriz seria"; no obstante, hay que reconocer su sólida interpretación como "outsider" incapaz de asimilar su entorno social. En el papel de su madre tenemos a Traci Lords, tristemente famosa por su pasado pornográfico, pero realmente convincente en un rol dramático que requiere genuino talento. Ojalá le ofrezcan más papeles "legítimos", pues creo que los merece. Roger Bart y Ariel Winter como padre y hermana menor (respectivamente) también realizan un buen trabajo, pero generalmente se mantienen como impotentes testigos del conflicto familiar. Entonces, creo que Excision tiene pasajes fascinantes, un buen elenco y un estilo visual que desafía los modestos estándares del horror independiente. Sin embargo le faltó historia para complementar sus imágenes. Fondo para apoyar la forma. Razón para justificar la locura.
Calificación: 7
La trama de Excision gira en torno a Pauline (AnnaLynne McCord), una joven rebelde y antisocial hasta extremos patológicos. En la escuela es víctima de burlas por su apariencia desaliñada y su incapacidad para hacer amigos. En casa pelea constantemente con su dominante madre Phyllis (Traci Lords), ignora a su sumiso padre Bob (Roger Bart) y solo se lleva bien (a veces) con su hermana menor Grace (Ariel Winter), quien sufre una grave enfermedad degenerativa que podría terminar su vida en poco tiempo. A consecuencia de tantos traumas escolares y domésticos, Pauline tiene grotescas pesadillas o visiones donde imagina abstractos escenarios repletos de sangre y sensualidad, quizás como una catarsis de sus inseguridades en el mundo real. Y aunque Pauline se esfuerza por "encajar" en los nichos sociales de su comunidad, es obvio que se acerca inexorablemente al umbral de la locura, lo cual podría ser peligroso para ella y para quienes la rodean.
Imagino que el director y guionista Richard Bates Jr. quiso hacer un "estudio de carácter" basado en una personalidad al mismo tiempo inocente y repulsiva; algo así como el clásico "monstruo incomprendido" que causa daño sin darse cuenta. Es un enfoque inusual en el horror moderno, y aplaudo que esté manejado con una clínica frialdad que lo hace más trágico y emotivo. Sin embargo, el fracturado flujo narrativo provoca que Excision se sienta lenta y confusa, con arbitrarias escenas donde vemos la gradual desconexión de la realidad que sufre Pauline, pero sin contribuir a una historia concreta. Tal vez el director quiso hacernos partícipes en el caos psicológico de la protagonista; o quizás este fue el resultado de incorporar nuevas escenas como relleno, que además permiten la introducción de "cameos" para darle cierto prestigio a la película (entre ellos, Malcolm McDowell, John Waters, Ray Wise y la otrora ganadora del Óscar Marlee Matlin). Sospecho que son amigos de los productores, o algo así, pues el guión no parece suficientemente bueno para atraerlos en circunstancias normales.
Por suerte Excision revive cada vez que visitamos el abstracto subconsciente de Pauline, donde su apariencia física y actitud cambian por completo. En vez de ser una jovencita torpe y descuidada, se transforma en una seductora mujer enfrascada en perturbadoras orgías de sangre y éxtasis semi-religioso, donde se ve a sí misma como una especie de ángel purificador (o ejecutor) que trasciende todas las limitaciones del mundo terrenal. El cinematógrafo Itay Gross consigue secuencias de horripilante belleza visual e hipnótico efecto visceral que me recordaron el universo de Hellraiser... pero mejor filmado. Sin embargo, por muy pulidas e impactantes que sean estas escenas, también se sienten aisladas de la tenue historia principal, y funcionan más como distracción que como genuino complemento del colapso mental de Pauline. O quizás necesito verla más veces para "entender" su significado... pero no siento mucha inclinación por hacerlo.
Además de los cameos antes mencionados, vale la pena señalar el trabajo de las dos actrices principales. AnnaLynne McCord es más conocida por su papel de niña rica en la serie juvenil 90210, pero dudo que sus fans la reconozcan en esta cinta, llena de acne y sin "glamour" alguno en su ropa o actitud. Es probable que se trate de una estrategia para ganar credibilidad como "actriz seria"; no obstante, hay que reconocer su sólida interpretación como "outsider" incapaz de asimilar su entorno social. En el papel de su madre tenemos a Traci Lords, tristemente famosa por su pasado pornográfico, pero realmente convincente en un rol dramático que requiere genuino talento. Ojalá le ofrezcan más papeles "legítimos", pues creo que los merece. Roger Bart y Ariel Winter como padre y hermana menor (respectivamente) también realizan un buen trabajo, pero generalmente se mantienen como impotentes testigos del conflicto familiar. Entonces, creo que Excision tiene pasajes fascinantes, un buen elenco y un estilo visual que desafía los modestos estándares del horror independiente. Sin embargo le faltó historia para complementar sus imágenes. Fondo para apoyar la forma. Razón para justificar la locura.
Calificación: 7
sábado, 24 de noviembre de 2012
La Extraña Vida de Timothy Green (The Odd Life of Timothy Green)
Aunque critico frecuentemente las mercantilistas prácticas del emporio Disney, y la prostitución del legado animado creado por su fundador, la verdad es que me han gustado muchas de sus películas de "acción viva" (entre mis favoritas: Tron, The Watcher in the Woods y Sky High). Por eso tenía cierto interés en La Extraña Vida de Timothy Green, cuyo argumento prometía una dosis de amable "realismo mágico" similar al de obras como Tuck Everlasting y Freaky Friday; y, en todo caso, su destacado elenco parecía suficiente para rescatar la experiencia. En efecto, la cinta cumplió parcialmente esas promesas, pero su excesivo sentimentalismo y afectada narrativa arruinan lo que hubiera sido un sólido melodrama familiar, con iguales dosis de humor y tragedia.
Para empezar, La Extraña Vida de Timothy Green comienza con una situación penosamente inverosímil: la pareja de Jim (Joel Edgerton) y Cindy Green (Jennifer Garner) lleva años intentando tener un hijo, pero descubren que son infértiles, y deciden tomar el camino de la adopción. Así los encontramos frente a la adusta supervisora que conducirá la entrevista para determinar si están capacitados para recibir un niño. Y entonces proceden a contarle (en forma de "flashback") la extraña experiencia que tuvieron cuando encontraron mágicamente un niño en el jardín de su casa, llamado Timothy (CJ Adams), quien llenó el hueco que tenían en el corazón al mismo tiempo que impartió valiosas lecciones sobre el gozo de ser padres... junto con algunos de los dolores.
Además de Joel Edgerton y Jennifer Garner, La Extraña Vida de Timothy Green cuenta con varios talentosos actores de carácter como M. Emmet Walsh, Rosemarie DeWitt, David Morse y Dianne Wiest, para dar credibilidad a algunas escenas bastante forzadas que se desarrollan en la pequeña comunidad de Stanleyville, típicamente pintoresca (como corresponde a una cinta de Disney), pero con algunos problemas del mundo real para darle cierta relevancia social a la historia; por ejemplo, la fábrica de lápices donde trabajan casi todos los habitantes está en problemas económicos, y mucha gente perderá su trabajo si no encuentran pronto una solución. ¿Podrá ayudarlos este extraño niño que no se comporta como los demás? Complementando el aire "mágico" de la historia tenemos sólidos valores de producción, vistosa cinematografía y un diseño de producción que encuentra el punto justo entre realismo y exceso disneyano.
Ojalá tuviera algo más sustancial que decir sobre La Extraña Vida de Timothy Green, pero la experiencia fue tan blanda y olvidable (por no mencionar un poco aburrida) que solo queda darle una tenue recomendación por la calidez de su tono y tal vez por la presencia de sus actores (noten que no estoy diciendo "por sus buenas actuaciones"). Desafortunadamente el director Peter Hedges se esforzó más de la cuenta por hacer una película "tierna", y el resultado se siente empalagoso y artificial, totalmente lo opuesto de lo que debería ser para transmitir la "sabiduría" que predica el argumento. Pero bueno... al menos aprecio la realización de una cinta familiar que no sea un refrito animado por computadora, ni un ruidoso espectáculo de efectos especiales para distraer a los niños. La Extraña Vida de Timothy Green emplea únicamente historia y carácter; y aunque no funcionó muy bien el experimento, respeto que lo hayan intentado.
Calificación: 6.5
Para empezar, La Extraña Vida de Timothy Green comienza con una situación penosamente inverosímil: la pareja de Jim (Joel Edgerton) y Cindy Green (Jennifer Garner) lleva años intentando tener un hijo, pero descubren que son infértiles, y deciden tomar el camino de la adopción. Así los encontramos frente a la adusta supervisora que conducirá la entrevista para determinar si están capacitados para recibir un niño. Y entonces proceden a contarle (en forma de "flashback") la extraña experiencia que tuvieron cuando encontraron mágicamente un niño en el jardín de su casa, llamado Timothy (CJ Adams), quien llenó el hueco que tenían en el corazón al mismo tiempo que impartió valiosas lecciones sobre el gozo de ser padres... junto con algunos de los dolores.
Además de Joel Edgerton y Jennifer Garner, La Extraña Vida de Timothy Green cuenta con varios talentosos actores de carácter como M. Emmet Walsh, Rosemarie DeWitt, David Morse y Dianne Wiest, para dar credibilidad a algunas escenas bastante forzadas que se desarrollan en la pequeña comunidad de Stanleyville, típicamente pintoresca (como corresponde a una cinta de Disney), pero con algunos problemas del mundo real para darle cierta relevancia social a la historia; por ejemplo, la fábrica de lápices donde trabajan casi todos los habitantes está en problemas económicos, y mucha gente perderá su trabajo si no encuentran pronto una solución. ¿Podrá ayudarlos este extraño niño que no se comporta como los demás? Complementando el aire "mágico" de la historia tenemos sólidos valores de producción, vistosa cinematografía y un diseño de producción que encuentra el punto justo entre realismo y exceso disneyano.
Ojalá tuviera algo más sustancial que decir sobre La Extraña Vida de Timothy Green, pero la experiencia fue tan blanda y olvidable (por no mencionar un poco aburrida) que solo queda darle una tenue recomendación por la calidez de su tono y tal vez por la presencia de sus actores (noten que no estoy diciendo "por sus buenas actuaciones"). Desafortunadamente el director Peter Hedges se esforzó más de la cuenta por hacer una película "tierna", y el resultado se siente empalagoso y artificial, totalmente lo opuesto de lo que debería ser para transmitir la "sabiduría" que predica el argumento. Pero bueno... al menos aprecio la realización de una cinta familiar que no sea un refrito animado por computadora, ni un ruidoso espectáculo de efectos especiales para distraer a los niños. La Extraña Vida de Timothy Green emplea únicamente historia y carácter; y aunque no funcionó muy bien el experimento, respeto que lo hayan intentado.
Calificación: 6.5
viernes, 23 de noviembre de 2012
La Entrega Inmediata (Premium Rush)
Los guionistas rara vez alcanzan niveles de "estrella" en Hollywood, pero entre los pocos que lo han logrado sin duda está David Koepp, responsable (al menos parcialmente) por éxitos como Jurassic Park, Mission: Impossible, y Spider-Man. Sin embargo en su faceta como director ha tenido menos suerte, lo cual me inspiró cierta desconfianza hacia su más reciente película, La Entrega Inmediata; afortunadamente esta vez Koepp mantuvo su ambición al mínimo y su agilidad narrativa al máximo, realizando una obra entretenida, emocionante... y con tantos clichés que se vuelve demasiado previsible.
El protagonista es Wilee (Joseph Gordon-Levitt), un experto mensajero en bicicleta que abandonó la carrera de Leyes para pasar sus días arriesgando la vida entre el tráfico de Nueva York, ganando unos cuantos dólares por cada entrega exitosa. Pero, claro, la recompensa real es la sensación de libertad absoluta, y la adrenalina que corre por sus venas mientras evade taxis, peatones, y hasta a la policía, todos los cuales odian a este creciente gremio de amenazas en dos ruedas. Sin embargo, el talento de Wilee se pondrá a prueba cuando acepta un trabajo aparentemente normal que oculta un misterio y atrae la atención de individuos muy peligrosos que no se detendrán ante nada para arrebatar el paquete que prometió entregar antes de las 7:00 PM. Entonces, en contra del reloj y con ayuda de algunos leales amigos, como la tenaz Vanessa (Dania Ramírez), Wilee intentará completar la entrega más peligrosa de su vida.
Con una historia tan simple (básicamente una persecución de noventa minutos), el director tomó la acertada decisión de jugar con “flashbacks” para cambiar la perspectiva de la trama conforme nos enteramos de ciertos detalles antes desconocidos. Adicionalmente Koepp maneja un estilo visual muy atractivo para hacernos partícipes del vértigo y velocidad que experimenta el protagonista en su frenético recorrido. Hay abundantes tomas con cámara subjetiva realizada con impecable precisión técnica (excepto en algunos efectos digitales demasiado obvios); ingeniosas "visualizaciones alternativas" cuando el mensajero decide en una fracción de segundo la ruta que le salvará la vida (y la de otros); y muy útiles vistas aéreas estilo Google Earth para ubicarnos en el mapa de la ciudad y orientarnos sobre la posición del protagonista, sus rivales y su destino. En otras palabras, Koepp echa mano de todos los trucos posibles para distraernos de su plano argumento y excesivo uso de clichés.
Afortunadamente la estrategia funciona mejor de lo que yo esperaba, y aunque La Entrega Inmediata será rápidamente olvidada, no puedo negar que su falta de ambición y sencillez narrativa trabajan a su favor, ofreciendo una experiencia pura y dinámica que toma esas fallas y las convierte en atributos. Desde luego ayuda mucho tener un actor carismático en el papel principal; y no diré que la actuación de Joseph Gordon Levitt sea buena... de hecho, ni siquiera hay mucha "actuación"... pero su habitual intensidad y compostura bastan para darle sustancia a un personaje plano y prefabricado (¡un rebelde que solo obedece sus propias reglas! ¡Y su bicicleta no tiene frenos! A ver si algún día intento eso con el coche). El resto del elenco es aún más desechable... con excepción del villano principal. Michael Shannon ha demostrado notable talento en cintas como Revolutionary Road y Before the Devil Knows You‘re Dead, pero en La Entrega Inmediata exagera tanto que parece una mala broma a costa del espectador. Su villanía es tan cómicamente "extrema" que se convierte simultáneamente en antagonista y "comic relief", lo cual parece una decisión bastante arriesgada. Pero bueno... en vista de que todo lo demás es genérico, terminé aceptándolo como uno de los escasos rasgos originales de la cinta. Además, me hizo reír varias veces, lo cual no pasa seguido con otros villanos.
Entonces, La Entrega Inmediata es prueba fehaciente de que no hace falta ser una gran película para entretener al público y dejarlo satisfecho al salir del cine. Como dije, no es la cinta más memorable, ni incursiona en nuevos terrenos del cine de acción (aunque quizás lo haga para el sub-sub-sub-género del "thriller ciclista", que no veía desde los ochentas), pero su ligereza y energía la hacen una opción bastante recomendable para un fin de semana demasiado apacible, que necesita una inyección de vida. En cuanto a la veracidad del sub-mundo urbano que nos presenta, con mensajeros en bicicleta como modernos "aventureros"... no lo trago. Y supongo que tampoco deben ser TAN destructivos e irresponsables como los pinta la película. Pero ese es exactamente el punto... escapismo divertido e intrascendente que no debe tomarse muy serio. Si esta es la ruta futura de David Koepp, lo felicito; menos nominaciones al Óscar, pero más diversión para todos.
Calificación: 8
El protagonista es Wilee (Joseph Gordon-Levitt), un experto mensajero en bicicleta que abandonó la carrera de Leyes para pasar sus días arriesgando la vida entre el tráfico de Nueva York, ganando unos cuantos dólares por cada entrega exitosa. Pero, claro, la recompensa real es la sensación de libertad absoluta, y la adrenalina que corre por sus venas mientras evade taxis, peatones, y hasta a la policía, todos los cuales odian a este creciente gremio de amenazas en dos ruedas. Sin embargo, el talento de Wilee se pondrá a prueba cuando acepta un trabajo aparentemente normal que oculta un misterio y atrae la atención de individuos muy peligrosos que no se detendrán ante nada para arrebatar el paquete que prometió entregar antes de las 7:00 PM. Entonces, en contra del reloj y con ayuda de algunos leales amigos, como la tenaz Vanessa (Dania Ramírez), Wilee intentará completar la entrega más peligrosa de su vida.
Con una historia tan simple (básicamente una persecución de noventa minutos), el director tomó la acertada decisión de jugar con “flashbacks” para cambiar la perspectiva de la trama conforme nos enteramos de ciertos detalles antes desconocidos. Adicionalmente Koepp maneja un estilo visual muy atractivo para hacernos partícipes del vértigo y velocidad que experimenta el protagonista en su frenético recorrido. Hay abundantes tomas con cámara subjetiva realizada con impecable precisión técnica (excepto en algunos efectos digitales demasiado obvios); ingeniosas "visualizaciones alternativas" cuando el mensajero decide en una fracción de segundo la ruta que le salvará la vida (y la de otros); y muy útiles vistas aéreas estilo Google Earth para ubicarnos en el mapa de la ciudad y orientarnos sobre la posición del protagonista, sus rivales y su destino. En otras palabras, Koepp echa mano de todos los trucos posibles para distraernos de su plano argumento y excesivo uso de clichés.
Afortunadamente la estrategia funciona mejor de lo que yo esperaba, y aunque La Entrega Inmediata será rápidamente olvidada, no puedo negar que su falta de ambición y sencillez narrativa trabajan a su favor, ofreciendo una experiencia pura y dinámica que toma esas fallas y las convierte en atributos. Desde luego ayuda mucho tener un actor carismático en el papel principal; y no diré que la actuación de Joseph Gordon Levitt sea buena... de hecho, ni siquiera hay mucha "actuación"... pero su habitual intensidad y compostura bastan para darle sustancia a un personaje plano y prefabricado (¡un rebelde que solo obedece sus propias reglas! ¡Y su bicicleta no tiene frenos! A ver si algún día intento eso con el coche). El resto del elenco es aún más desechable... con excepción del villano principal. Michael Shannon ha demostrado notable talento en cintas como Revolutionary Road y Before the Devil Knows You‘re Dead, pero en La Entrega Inmediata exagera tanto que parece una mala broma a costa del espectador. Su villanía es tan cómicamente "extrema" que se convierte simultáneamente en antagonista y "comic relief", lo cual parece una decisión bastante arriesgada. Pero bueno... en vista de que todo lo demás es genérico, terminé aceptándolo como uno de los escasos rasgos originales de la cinta. Además, me hizo reír varias veces, lo cual no pasa seguido con otros villanos.
Entonces, La Entrega Inmediata es prueba fehaciente de que no hace falta ser una gran película para entretener al público y dejarlo satisfecho al salir del cine. Como dije, no es la cinta más memorable, ni incursiona en nuevos terrenos del cine de acción (aunque quizás lo haga para el sub-sub-sub-género del "thriller ciclista", que no veía desde los ochentas), pero su ligereza y energía la hacen una opción bastante recomendable para un fin de semana demasiado apacible, que necesita una inyección de vida. En cuanto a la veracidad del sub-mundo urbano que nos presenta, con mensajeros en bicicleta como modernos "aventureros"... no lo trago. Y supongo que tampoco deben ser TAN destructivos e irresponsables como los pinta la película. Pero ese es exactamente el punto... escapismo divertido e intrascendente que no debe tomarse muy serio. Si esta es la ruta futura de David Koepp, lo felicito; menos nominaciones al Óscar, pero más diversión para todos.
Calificación: 8
jueves, 22 de noviembre de 2012
Bachelorette
Mi primera impresión de Bachelorette fue que intentó ser una imitación barata de la exitosa cinta Bridesmaids, y hasta cierto punto es verdad. El tema es casi el mismo ("damas de honor" planeando la boda de una amiga), hay abundante humor subversivo, e incluso ambas películas comparten una misma actriz secundaria (Rebel Wilson); sin embargo, después de verla, creo que Bachelorette se gana una posición en la "nueva comedia femenina" (por llamarle de algún modo) gracias a la potente mezcla de humor y honestidad que le permite encontrar risas hasta en los más patéticos momentos de sus defectuosos personajes. Habiendo dicho eso, su trama me pareció suficientemente forzada e inverosímil para desmeritar sus esporádicos atributos melodramáticos.
La cinta comienza con la noticia de que Becky (Rebel Wilson) aceptó la propuesta matrimonial de su novio, y ahora necesita que su mejor amiga Regan (Kirsten Dunst) le ayude a organizar la boda. Regan acepta con gusto, pero secretamente se siente molesta al ver que la obesa y ordinaria Becky se va a casar, mientras que ella, más atractiva y sofisticada, no logra encontrar una pareja decente. Y lo mismo les ocurre a sus dos amigas Gena (Lizzy Caplan) y Katie (Isla Fisher). Las tres solían burlarse de Becky en la escuela preparatoria, y ahora sienten que "perdieron" la carrera hacia el altar. Entonces, tras meses de preparación, finalmente llega el día de la boda... y la obligatoria "despedida de soltera", donde todas las emociones, resentimientos y dudas internas de las cuatro amigas llegarán a su punto máximo, poniendo en peligro su felicidad futura.
Como dije al principio, el tema de rivalidades y envidias femeninas parece obvio material humorístico, pero el libreto escrito por la directora Leslye Headland usa la comedia tan solo como un aderezo esporádico, poniendo el énfasis en el drama personal de las amigas, cada una sumergida en su particular infierno personal. Regan tiene novio (o dice tenerlo), pero obviamente hay mucha distancia entre ellos (física y emocional), lo cual contagia de amargura todas sus demás relaciones. Gena vive en un círculo vicioso de alcoholismo y fugaces encuentros sexuales que solo incrementan su frustración y sus deseos de beber. Y Katie está tan acostumbrada a usar su cuerpo como herramienta de avance social que no parece quedar mucho cerebro en su cabeza. Entonces, aunque hay muchas escenas "graciosas" con malos entendidos, vulgaridades y un vestido de novia roto, me atrevo a decir que lo mejor de la película fue la evolución de estos antipáticos personajes hasta llegar al punto de catarsis que revela el origen interno de los problemas que atribuían a circunstancias externas. No es un mensaje nuevo, pero pocas veces lo he visto expresado con esta implacable honestidad.
Para variar, quizás estoy sobre-analizando una simple comedia de bastante mediocre manufactura. Si no fuera así, probablemente estaría echando pestes contra su cruel argumento y los predecibles chistes que tratan de escandalizar pero solo aburren (jo, jo, mujeres hablando de sexo... ¡qué controversial!) No obstante, me pareció detectar algo más profundo en las actuaciones del elenco entero, y preferí enfocarme en ello para rescatar la experiencia. Lizzy Caplan tiene quizás el papel más desgarrador, y me sorprendió su capacidad para expresar inmenso dolor interno detrás de la cínica sonrisa en su rostro. Isla Fisher parece reciclar su típico papel de chica boba, pero añade una pizca de desesperación que nos invita a compadecerla. Y Rebel Wilson trasciende el material gracias a su rango histriónico, incluso en un rol pobremente escrito como chiste viviente. Sin embargo, en mi humilde opinión, Kirsten Dunst se adueña de la película. En muchas ocasiones he alabado su trabajo, pero después de verla desperdiciada en cintas como All Good Things y Melancholia, fue un placer re-descubrirla en una etapa más madura, donde no teme sacrificar su aura angelical para conservar la profunda disfunción del personaje. Ignoro por qué Dunst no trabaja más seguido; y me gustaría pensar que Bachelorette cambiará esa tendencia, pero en verdad lo dudo.
Finalmente me atrevería a decir que, si no tuviera actrices famosas y sin el fantasma de Bridesmaids acechando en cada escena, Bachelorette podría haber sido un semi-éxito "indie" gracias a su insolente tono y su contradictoria, pero interesante, yuxtaposición de humor y tragedia. Lamentablemente la mayor parte de la gente la verá como una comedia fallida (y supongo que hay algo de cierto en ello), así que mi cauta recomendación debe ir acompañada por una advertencia aún mayor: Bachelorette no es una comedia "feel good" para disfrutar con amigos, sino un despiadado estudio de carácter que quizás hace reír de vez en cuando por su audacia y brutalidad; pero, como el tradicional traje de novia, oculta algo más oscuro y perturbador a largo plazo. O al menos así quise interpretarla para no sentir que perdí mi tiempo. Como sea, aprecio todo aquello que refuerza mi decisión de eterna soltería.
Calificación: 7
La cinta comienza con la noticia de que Becky (Rebel Wilson) aceptó la propuesta matrimonial de su novio, y ahora necesita que su mejor amiga Regan (Kirsten Dunst) le ayude a organizar la boda. Regan acepta con gusto, pero secretamente se siente molesta al ver que la obesa y ordinaria Becky se va a casar, mientras que ella, más atractiva y sofisticada, no logra encontrar una pareja decente. Y lo mismo les ocurre a sus dos amigas Gena (Lizzy Caplan) y Katie (Isla Fisher). Las tres solían burlarse de Becky en la escuela preparatoria, y ahora sienten que "perdieron" la carrera hacia el altar. Entonces, tras meses de preparación, finalmente llega el día de la boda... y la obligatoria "despedida de soltera", donde todas las emociones, resentimientos y dudas internas de las cuatro amigas llegarán a su punto máximo, poniendo en peligro su felicidad futura.
Como dije al principio, el tema de rivalidades y envidias femeninas parece obvio material humorístico, pero el libreto escrito por la directora Leslye Headland usa la comedia tan solo como un aderezo esporádico, poniendo el énfasis en el drama personal de las amigas, cada una sumergida en su particular infierno personal. Regan tiene novio (o dice tenerlo), pero obviamente hay mucha distancia entre ellos (física y emocional), lo cual contagia de amargura todas sus demás relaciones. Gena vive en un círculo vicioso de alcoholismo y fugaces encuentros sexuales que solo incrementan su frustración y sus deseos de beber. Y Katie está tan acostumbrada a usar su cuerpo como herramienta de avance social que no parece quedar mucho cerebro en su cabeza. Entonces, aunque hay muchas escenas "graciosas" con malos entendidos, vulgaridades y un vestido de novia roto, me atrevo a decir que lo mejor de la película fue la evolución de estos antipáticos personajes hasta llegar al punto de catarsis que revela el origen interno de los problemas que atribuían a circunstancias externas. No es un mensaje nuevo, pero pocas veces lo he visto expresado con esta implacable honestidad.
Para variar, quizás estoy sobre-analizando una simple comedia de bastante mediocre manufactura. Si no fuera así, probablemente estaría echando pestes contra su cruel argumento y los predecibles chistes que tratan de escandalizar pero solo aburren (jo, jo, mujeres hablando de sexo... ¡qué controversial!) No obstante, me pareció detectar algo más profundo en las actuaciones del elenco entero, y preferí enfocarme en ello para rescatar la experiencia. Lizzy Caplan tiene quizás el papel más desgarrador, y me sorprendió su capacidad para expresar inmenso dolor interno detrás de la cínica sonrisa en su rostro. Isla Fisher parece reciclar su típico papel de chica boba, pero añade una pizca de desesperación que nos invita a compadecerla. Y Rebel Wilson trasciende el material gracias a su rango histriónico, incluso en un rol pobremente escrito como chiste viviente. Sin embargo, en mi humilde opinión, Kirsten Dunst se adueña de la película. En muchas ocasiones he alabado su trabajo, pero después de verla desperdiciada en cintas como All Good Things y Melancholia, fue un placer re-descubrirla en una etapa más madura, donde no teme sacrificar su aura angelical para conservar la profunda disfunción del personaje. Ignoro por qué Dunst no trabaja más seguido; y me gustaría pensar que Bachelorette cambiará esa tendencia, pero en verdad lo dudo.
Finalmente me atrevería a decir que, si no tuviera actrices famosas y sin el fantasma de Bridesmaids acechando en cada escena, Bachelorette podría haber sido un semi-éxito "indie" gracias a su insolente tono y su contradictoria, pero interesante, yuxtaposición de humor y tragedia. Lamentablemente la mayor parte de la gente la verá como una comedia fallida (y supongo que hay algo de cierto en ello), así que mi cauta recomendación debe ir acompañada por una advertencia aún mayor: Bachelorette no es una comedia "feel good" para disfrutar con amigos, sino un despiadado estudio de carácter que quizás hace reír de vez en cuando por su audacia y brutalidad; pero, como el tradicional traje de novia, oculta algo más oscuro y perturbador a largo plazo. O al menos así quise interpretarla para no sentir que perdí mi tiempo. Como sea, aprecio todo aquello que refuerza mi decisión de eterna soltería.
Calificación: 7
martes, 20 de noviembre de 2012
The Hole
Nunca es buena señal cuando una película permanece "enlatada" durante varios años. Lamentablemente ese fue el caso de The Hole, y su ausencia durante tanto tiempo me hizo sospechar que sería una decepción para los fans del director Joe Dante, así como lo fueron las cintas más recientes de otros aclamados directores de los ochentas, como John Carpenter y Wes Craven. Pero por fin, cuatro años después de filmarse, se estrena en DVD... y no resultó tan mala como esperaba. De hecho, conserva el estilo característico de Dante, así como sus habituales temas de aventura juvenil y secretos escondidos tras la fachada del paraíso suburbano (bueno, en este caso un pueblo pequeño). En resumen, un sólido y recomendable esfuerzo a pesar de sus múltiples problemas narrativos.
La trama comienza durante la mudanza de la familia Thompson a su modesta casa en el pequeño pueblo de Bensonville, donde la doctora Susan (Teri Polo) trabajará para el hospital de la localidad. Su hijo adolescente Dane (Chris Massoglia) extraña a sus amigos de Nueva York, pero trata de adaptarse con ayuda de su vivaz hermano menor Lucas (Nathan Gamble). Y, claro, el pueblo no parece tan aburrido cuando Dane conoce a Julie (Haley Bennett), su atractiva vecina. El primer día los niños descubren algo extraño en el sótano de su nueva casa: una compuerta en el suelo, firmemente cerrada con media docena de candados. Hurgando entre las repisas encuentran las llaves, y proceden a abrirla para descubrir... nada. Un agujero oscuro y bastante profundo. Cuando arrojan objetos no se escucha su caída en el fondo, y el descenso experimental de una cámara de video no arroja resultados concluyentes. Entonces los niños y la vecina deciden olvidar el asunto... pero durante los días siguientes empiezan a ocurrir extraños eventos en sus casas. ¿Habrán dejado salir algo del agujero? ¿Y quién lo habrá cerrado originalmente?
Joe Dante es un auténtico conocedor del cine clásico de terror, pero su estilo jovial y ligero generalmente lo inclinó al cine familiar, donde tuvo sus mayores éxitos económicos (bajo la producción de Steven Spielberg) en cintas como Gremlins y su secuela, Explorers, e Innerspace. Sin embargo, hasta sus más inocentes obras siempre iban acompañadas por elementos de terror o fantasía que añadían un aire siniestro para acentuar la diversión. The Hole encaja perfectamente en esa descripción, pues si bien pertenece al nicho familiar, no teme crear algunas escenas bastante tenebrosas que podrían impactar al público infantil. Al mismo tiempo, esa ligereza quizás vuelve la película demasiado inocua para los fans del terror "hardcore", lo cual quizás explica la larga demora de su estreno... no es que la película sea mala, sino difícil de "vender" a un público particular.
Pero bueno... ese es problema de los mercadólogos. En lo que respecta a la experiencia, The Hole me pareció muy entretenida, con una historia al mismo tiempo simple y compleja, repleta de misterios sin explicaciones definidas, pero con consecuencias perfectamente claras, casi intuitivas, sobre todo si compartimos por un momento la perspectiva de los jóvenes protagonistas. En cierto modo The Hole podría compararse con la reciente Super 8; sus argumentos son distintos (y desde luego no se comparan los valores de producción), pero ambas ofrecen ese simpático punto de vista pre-adolescente que tan bien manejaba Spielberg en los ochentas, donde los niños eran capaces de enfrentar situaciones que los adultos no entendían, o no querían aceptar. Desafortunadamente el concepto fue mejor que la ejecución. El libreto de Mark L. Smith ofrece una premisa interesante (muy similar a The Gate, por cierto), pero me da la impresión de que no supo a dónde llevarla, y mientras tanto se apilan escenas torpemente planteadas (como la típica visita al anciano excéntrico que quizás sabe más de lo que aparenta) y situaciones tan predecibles que dejan de ser homenajes para convertirse en clichés (la madre trabajadora, siempre tan ocupada que no se da cuenta de lo que ocurre en su propio hogar), rematado por un final que aspira a ser épico y catártico, pero sin alcanzar el volumen emocional necesario. Y no olvidemos los mediocres efectos especiales que desmeritan la visión del director.
A pesar de todo, me gustó The Hole por ese "sabor" ochentero y por las simpáticas actuaciones del elenco juvenil. Bajo la dirección del experto Joe Dante, los actores Chris Massoglia y Nathan Gamble comparten una creíble química fraternal, y el romance con Haley Bennett añade melodrama al terror sin sentirse empalagoso o forzado. Además, como en todas las películas de este director, podemos esperar uno que otro cameo (me dio mucho gusto ver a Dick Miller “en activo“) y traviesas referencias al horror clásico ("Fábrica de Guantes Orlac"... tan ridículo que me hizo reír). Entonces The Hole no fue el "glorioso regreso" de uno de mis directores favoritos, pero al menos demostró que Joe Dante sigue teniendo potencial a los 66 años, siempre y cuando consiga libretos mejor escritos. Y para espectadores casuales sin interés en estas nostalgias, creo que la cinta puede ofrecer un rato de sano horror familiar, quizás no perfecto, pero aún así infinitamente superior a las blandas e irritantes cintas de "susto" que transmiten los canales infantiles alrededor de esta temporada. En lo personal, me dejó con ganas de re-visitar la obra clásica de Dante, sobre todo The Howling, Matinée y la serie televisiva Eerie, Indiana, diseñada para niños, pero no por ello infantil. Ojalá encontráramos más seguido esa descripción.
Calificación: 7.5
La trama comienza durante la mudanza de la familia Thompson a su modesta casa en el pequeño pueblo de Bensonville, donde la doctora Susan (Teri Polo) trabajará para el hospital de la localidad. Su hijo adolescente Dane (Chris Massoglia) extraña a sus amigos de Nueva York, pero trata de adaptarse con ayuda de su vivaz hermano menor Lucas (Nathan Gamble). Y, claro, el pueblo no parece tan aburrido cuando Dane conoce a Julie (Haley Bennett), su atractiva vecina. El primer día los niños descubren algo extraño en el sótano de su nueva casa: una compuerta en el suelo, firmemente cerrada con media docena de candados. Hurgando entre las repisas encuentran las llaves, y proceden a abrirla para descubrir... nada. Un agujero oscuro y bastante profundo. Cuando arrojan objetos no se escucha su caída en el fondo, y el descenso experimental de una cámara de video no arroja resultados concluyentes. Entonces los niños y la vecina deciden olvidar el asunto... pero durante los días siguientes empiezan a ocurrir extraños eventos en sus casas. ¿Habrán dejado salir algo del agujero? ¿Y quién lo habrá cerrado originalmente?
Joe Dante es un auténtico conocedor del cine clásico de terror, pero su estilo jovial y ligero generalmente lo inclinó al cine familiar, donde tuvo sus mayores éxitos económicos (bajo la producción de Steven Spielberg) en cintas como Gremlins y su secuela, Explorers, e Innerspace. Sin embargo, hasta sus más inocentes obras siempre iban acompañadas por elementos de terror o fantasía que añadían un aire siniestro para acentuar la diversión. The Hole encaja perfectamente en esa descripción, pues si bien pertenece al nicho familiar, no teme crear algunas escenas bastante tenebrosas que podrían impactar al público infantil. Al mismo tiempo, esa ligereza quizás vuelve la película demasiado inocua para los fans del terror "hardcore", lo cual quizás explica la larga demora de su estreno... no es que la película sea mala, sino difícil de "vender" a un público particular.
Pero bueno... ese es problema de los mercadólogos. En lo que respecta a la experiencia, The Hole me pareció muy entretenida, con una historia al mismo tiempo simple y compleja, repleta de misterios sin explicaciones definidas, pero con consecuencias perfectamente claras, casi intuitivas, sobre todo si compartimos por un momento la perspectiva de los jóvenes protagonistas. En cierto modo The Hole podría compararse con la reciente Super 8; sus argumentos son distintos (y desde luego no se comparan los valores de producción), pero ambas ofrecen ese simpático punto de vista pre-adolescente que tan bien manejaba Spielberg en los ochentas, donde los niños eran capaces de enfrentar situaciones que los adultos no entendían, o no querían aceptar. Desafortunadamente el concepto fue mejor que la ejecución. El libreto de Mark L. Smith ofrece una premisa interesante (muy similar a The Gate, por cierto), pero me da la impresión de que no supo a dónde llevarla, y mientras tanto se apilan escenas torpemente planteadas (como la típica visita al anciano excéntrico que quizás sabe más de lo que aparenta) y situaciones tan predecibles que dejan de ser homenajes para convertirse en clichés (la madre trabajadora, siempre tan ocupada que no se da cuenta de lo que ocurre en su propio hogar), rematado por un final que aspira a ser épico y catártico, pero sin alcanzar el volumen emocional necesario. Y no olvidemos los mediocres efectos especiales que desmeritan la visión del director.
A pesar de todo, me gustó The Hole por ese "sabor" ochentero y por las simpáticas actuaciones del elenco juvenil. Bajo la dirección del experto Joe Dante, los actores Chris Massoglia y Nathan Gamble comparten una creíble química fraternal, y el romance con Haley Bennett añade melodrama al terror sin sentirse empalagoso o forzado. Además, como en todas las películas de este director, podemos esperar uno que otro cameo (me dio mucho gusto ver a Dick Miller “en activo“) y traviesas referencias al horror clásico ("Fábrica de Guantes Orlac"... tan ridículo que me hizo reír). Entonces The Hole no fue el "glorioso regreso" de uno de mis directores favoritos, pero al menos demostró que Joe Dante sigue teniendo potencial a los 66 años, siempre y cuando consiga libretos mejor escritos. Y para espectadores casuales sin interés en estas nostalgias, creo que la cinta puede ofrecer un rato de sano horror familiar, quizás no perfecto, pero aún así infinitamente superior a las blandas e irritantes cintas de "susto" que transmiten los canales infantiles alrededor de esta temporada. En lo personal, me dejó con ganas de re-visitar la obra clásica de Dante, sobre todo The Howling, Matinée y la serie televisiva Eerie, Indiana, diseñada para niños, pero no por ello infantil. Ojalá encontráramos más seguido esa descripción.
Calificación: 7.5
sábado, 17 de noviembre de 2012
Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2 (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 2)
Ah, por fin. Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2. Qué título tan musical. Nunca pensé que viviría para ver la conclusión de la serie.
Aunque sea inútil, siento la necesidad de repetir mi advertencia habitual: no he leído las novelas de la saga Twilight, ni me interesa leerlas. En mi opinión, cualquier adaptación cinematográfica debería funcionar como película por sí misma, y no ser un simple complemento visual del libro. Pero al mismo tiempo entiendo que los productores de Twilight (y series similares) necesitan complacer a los millones de lectores que esperan encontrar en la pantalla los mismos personajes y escenas de los libros, lo cual puede provocar problemas estructurales y narrativos, como hemos visto a lo largo de cuatro películas. Es un círculo vicioso que afortunadamente está por desaparecer... durante unos meses, en lo que llega la siguiente secuela de The Hunger Games. Ni hablar...
Previamente, en Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 1, vimos cómo el vampiro Edward Cullen (Robert Pattinson) y la adolescente humana Bella Swan (Kristen Stewart) consumaron su matrimonio y tuvieron una hija llamada Renesmee (Mackenzie Foy). Debido a su frágil cuerpo humano, Bella murió durante el cruento parto pero fue resucitada como vampiro por su esposo (por fin hizo algo útil). Y ahora, como parte de la familia Cullen, Bella deberá aprender a usar sus nuevos poderes y a controlar la sed de sangre que la hace un peligro para el resto de sus conocidos... incluyendo su padre Charlie. Sin embargo, hay un problema más grande en el horizonte; el poderoso Clan Volturi, ya de por sí enemistado con la familia Cullen, se entera de la existencia de Renesmee, y asumen erróneamente que se trata de una niña transformada en vampiro por el método tradicional, lo cual viola las leyes más básicas de la comunidad vampírica... y representa la pena de muerte para la familia Cullen. ¿Lograrán Bella y Edward aclarar la confusión y salvar sus vidas? ¿Encontrarán las formas necesarias para hacer el trámite apropiado? ¿O decidirán todo en una gran batalla cinemática? ¡Volturi!
No diré que Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2 sea una buena película, pero al menos representa una considerable mejoría sobre las tres cintas previas, por el simple hecho de que esta vez realmente ocurre algo. El libreto se siente más fluido, mejor estructurado, y hasta posee un cierto impulso dramático para llevarnos lógicamente de una escena a otra. Sí, aún tenemos que soportar muchas tediosas escenas "románticas" y más melodrama inútil entre Jacob, Bella y Edward, pero el conflicto entre clanes toma precedencia y obliga a reducir el relleno tanto como sea posible sin contrariar a los fans de las novelas (supongo). Quisiera atribuirle este renovado brío al director Bill Condon, quien distribuye a lo largo de la película un poco de aquella maniática energía mostrada en la "controversial" escena del nacimiento en Amanecer, Parte 1. No basta para salvar la situación, pero la hace más llevadera y de paso añade un socarrón sentido del humor que aprovechan muy bien algunos de los actores, particularmente Michael Sheen en el papel de Aro, uno de los líderes del Clan Volturi. Su ridículamente exagerada actuación había parecido un mal chiste en las previas películas, pero ahora encaja perfectamente en la desbocada narrativa de Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2.
El resto del elenco mantiene su nivel de actuación normal, pues a estas alturas nadie está interesado en cambiar las bien conocidas rutinas de sus personajes (y me alegra decir que Billy Burke, en el papel de Charlie, el padre de Bella, ya aceptó convertirse en la caricatura de ineptitud paterna que debería haber sido desde el principio). Sin embargo, vale decir que Bella muestra más vida y pasión después de morir, que cuando era una simple adolescente enamorada. Me pregunto si eso forma parte del mensaje religioso de la escritora Stephenie Meyer. Los efectos especiales también se beneficiaron parcialmente con criaturas más realistas (no todas) y una variedad de "poderes vampíricos" que no estarían fuera de lugar en un comic de Marvel (por cierto, me gustaría ver una pelea entre Renesmee y Blade, otro híbrido humano/vampiro). Hablando de peleas, la muy comentada "batalla final" tiene algunos buenos momentos de inesperado impacto y creativa dirección... aunque se ve arruinada por un "twist" hilarante y absolutamente cobarde que desperdicia lo poco que había logrado el director.
A fin de cuentas, lo mejor que puedo decir sobre Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2 es que no fue tan mala o inútil como yo esperaba (al menos hasta ese "twist"). Sigo pensando que la saga completa podría haberse resumido en dos películas, pero bueno... ningún ejecutivo de Hollywood sacrificaría tantos millones de dólares tan solo para contar una historia más ágil y eficiente. Lo único que queda es esperar a que el tiempo y el olvido restauren la fuerza del mito vampírico, corrompido gracias a estos libros y películas que robaron su dignidad en aras del romance adolescente. Descansa en paz, Twilight. Cumpliste tu misión de hacer un mundo más blando e insípido.
Calificación: 6.5
Aunque sea inútil, siento la necesidad de repetir mi advertencia habitual: no he leído las novelas de la saga Twilight, ni me interesa leerlas. En mi opinión, cualquier adaptación cinematográfica debería funcionar como película por sí misma, y no ser un simple complemento visual del libro. Pero al mismo tiempo entiendo que los productores de Twilight (y series similares) necesitan complacer a los millones de lectores que esperan encontrar en la pantalla los mismos personajes y escenas de los libros, lo cual puede provocar problemas estructurales y narrativos, como hemos visto a lo largo de cuatro películas. Es un círculo vicioso que afortunadamente está por desaparecer... durante unos meses, en lo que llega la siguiente secuela de The Hunger Games. Ni hablar...
Previamente, en Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 1, vimos cómo el vampiro Edward Cullen (Robert Pattinson) y la adolescente humana Bella Swan (Kristen Stewart) consumaron su matrimonio y tuvieron una hija llamada Renesmee (Mackenzie Foy). Debido a su frágil cuerpo humano, Bella murió durante el cruento parto pero fue resucitada como vampiro por su esposo (por fin hizo algo útil). Y ahora, como parte de la familia Cullen, Bella deberá aprender a usar sus nuevos poderes y a controlar la sed de sangre que la hace un peligro para el resto de sus conocidos... incluyendo su padre Charlie. Sin embargo, hay un problema más grande en el horizonte; el poderoso Clan Volturi, ya de por sí enemistado con la familia Cullen, se entera de la existencia de Renesmee, y asumen erróneamente que se trata de una niña transformada en vampiro por el método tradicional, lo cual viola las leyes más básicas de la comunidad vampírica... y representa la pena de muerte para la familia Cullen. ¿Lograrán Bella y Edward aclarar la confusión y salvar sus vidas? ¿Encontrarán las formas necesarias para hacer el trámite apropiado? ¿O decidirán todo en una gran batalla cinemática? ¡Volturi!
No diré que Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2 sea una buena película, pero al menos representa una considerable mejoría sobre las tres cintas previas, por el simple hecho de que esta vez realmente ocurre algo. El libreto se siente más fluido, mejor estructurado, y hasta posee un cierto impulso dramático para llevarnos lógicamente de una escena a otra. Sí, aún tenemos que soportar muchas tediosas escenas "románticas" y más melodrama inútil entre Jacob, Bella y Edward, pero el conflicto entre clanes toma precedencia y obliga a reducir el relleno tanto como sea posible sin contrariar a los fans de las novelas (supongo). Quisiera atribuirle este renovado brío al director Bill Condon, quien distribuye a lo largo de la película un poco de aquella maniática energía mostrada en la "controversial" escena del nacimiento en Amanecer, Parte 1. No basta para salvar la situación, pero la hace más llevadera y de paso añade un socarrón sentido del humor que aprovechan muy bien algunos de los actores, particularmente Michael Sheen en el papel de Aro, uno de los líderes del Clan Volturi. Su ridículamente exagerada actuación había parecido un mal chiste en las previas películas, pero ahora encaja perfectamente en la desbocada narrativa de Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2.
El resto del elenco mantiene su nivel de actuación normal, pues a estas alturas nadie está interesado en cambiar las bien conocidas rutinas de sus personajes (y me alegra decir que Billy Burke, en el papel de Charlie, el padre de Bella, ya aceptó convertirse en la caricatura de ineptitud paterna que debería haber sido desde el principio). Sin embargo, vale decir que Bella muestra más vida y pasión después de morir, que cuando era una simple adolescente enamorada. Me pregunto si eso forma parte del mensaje religioso de la escritora Stephenie Meyer. Los efectos especiales también se beneficiaron parcialmente con criaturas más realistas (no todas) y una variedad de "poderes vampíricos" que no estarían fuera de lugar en un comic de Marvel (por cierto, me gustaría ver una pelea entre Renesmee y Blade, otro híbrido humano/vampiro). Hablando de peleas, la muy comentada "batalla final" tiene algunos buenos momentos de inesperado impacto y creativa dirección... aunque se ve arruinada por un "twist" hilarante y absolutamente cobarde que desperdicia lo poco que había logrado el director.
A fin de cuentas, lo mejor que puedo decir sobre Crepúsculo, La Saga: Amanecer, Parte 2 es que no fue tan mala o inútil como yo esperaba (al menos hasta ese "twist"). Sigo pensando que la saga completa podría haberse resumido en dos películas, pero bueno... ningún ejecutivo de Hollywood sacrificaría tantos millones de dólares tan solo para contar una historia más ágil y eficiente. Lo único que queda es esperar a que el tiempo y el olvido restauren la fuerza del mito vampírico, corrompido gracias a estos libros y películas que robaron su dignidad en aras del romance adolescente. Descansa en paz, Twilight. Cumpliste tu misión de hacer un mundo más blando e insípido.
Calificación: 6.5
viernes, 16 de noviembre de 2012
The Bay
A nadie deberá sorprender el estreno de otro pseudo-documental de terror (esta vez en Video On Demand); sin embargo no puedo negar que The Bay despertó mi curiosidad cuando me enteré de que está dirigida por un renombrado cineasta, e incluso me dio esperanza de que la cinta alcanzaría un nivel (narrativo, visual o de simple entretenimiento) superior a las habitualmente tediosas producciones semi-amateur que inundan este sub-género. Y en muchos aspectos The Bay cumplió esa expectativa, pues aunque no será considerada un clásico, sin duda cumple su misión de perturbar al espectador usando las herramientas del "video casero", junto con algunos conceptos tomados de la realidad que resultan más terroríficos que cualquier previsible ficción.
El cineasta en cuestión es el respetado director Barry Levinson, responsable por reconocidas joyas como Diner, Good Morning Vietnam y Wag the Dog... aunque también ha realizado chascos como Sphere y Envy. The Bay representa su primera película de terror, y me alegra decir que eligió un tema fascinante y una estructura muy apropiada para desarrollarlo. El pueblo de Claridge, en la costa este de los Estados Unidos, se prepara para los festejos del Día de la Independencia, que usualmente atrae multitudes de turistas listos para disfrutar los deportes acuáticos, las comidas campestres y la animada vida nocturna... aunque este año la celebración podría arruinarse por culpa de un par de oceanógrafos que encontraron evidencia de contaminación en el agua de la bahía. Sin embargo el alcalde demuestra que son rumores infundados, y entonces vemos cómo transcurre el día por medio de fragmentos de video extraídos de distintas fuentes, como cámaras de seguridad, video-llamadas en teléfonos móviles, conversaciones en Skype, y los comentarios de la joven reportera Donna Thompson (Kether Donohue), quien está muy entusiasmada por su primer trabajo frente a la cámara. Pero lo que comienza como un trivial reportaje se transforma en la crónica de una tragedia que cambiará para siempre el rostro del pueblo. Mientras tanto, en alta mar, la pareja de Sam (Christopher Denham) y Stephanie (Kristen Connolly) navega rumbo a la fatídica bahía, preguntándose por qué no han recibido mensajes de los familiares que supuestamente los esperan ahí...
Por lo general los pseudo documentales del tipo "jóvenes explorando edificio embrujado" buscan ponernos al lado de los personajes para (supuestamente) compartir su terror de manera íntima y directa. The Bay adopta esa estrategia en algunos momentos pero, a diferencia de aquellos directores semi-amateur, Levinson sabe que no puede sostener la película entera con mera gritería, discusiones y rostros aterrados. Por eso complementa la experiencia con múltiples puntos de vista, explorando diversos aspectos de la tragedia para tejer una red admirablemente consistente de causas y efectos. Así tenemos los videos caseros de turistas gozosos sufriendo ocasionales síntomas de malestares sin importancia. Luego vemos las cámaras de seguridad del hospital local, donde empiezan a llegar pacientes con inusuales laceraciones en la piel. Cuando las cosas empeoran, presenciamos las periódicas conversaciones vía Skype entre un abrumado médico del pueblo y los oficiales del CDC (Centro de Control de Enfermedades), tratando de determinar lo que está ocurriendo. Y, para mantener un hilo narrativo unificado, vemos los cada vez más histéricos testimonios de la joven reportera enfrentando una situación que jamás esperó encontrar en su primer día frente a la cámara.
No quiero revelar la amenaza que acecha al pueblo de Claridge, pues me gustó el manejo del suspenso y la gradual revelación de pistas, a veces obvias, a veces contradictorias, que nos mantienen intrigados hasta llegar a la sorpresiva respuesta, simultáneamente prosaica por su simple naturaleza, y perturbadora por estar tan cerca de la realidad ecológica que enfrenta el planeta. Claro, el guión de Michael Wallach toma bastantes libertades creativas para exagerar los efectos del fenómeno y la velocidad de incubación, pero aún así nos pondrá a pensar la siguiente vez que visitemos la playa. En lo referente a la ejecución técnica, aplaudo el uso justificado de múltiples texturas y fuentes de video, pues no solo apoyan el concepto "verité", sino que ofrecen una agradable variedad cromática, muy distinta al monótono video verdoso empleado en tantas otras películas. Las actuaciones son tan naturales como requiere la premisa, y el uso de actores casi desconocidos preserva la ilusión de realidad y la espontaneidad de sus reacciones (la única actriz que reconocí fue Kristen Connolly, la "chica final" en la excelente The Cabin in the Woods). La edición, desde luego, es un aspecto primordial para el estilo documental, y Aaron Yanes realiza un excelente trabajo al lograr que tantos fragmentos de video se integren perfectamente en un relato claro, económico y muy emocionante.
Tampoco podemos descartar el mensaje de este interesante "eco-thriller", que afortunadamente no es demasiado didáctico ni moralizante. Simplemente plantea de manera elocuente las reacciones de la naturaleza ante la influencia humana, y aunque existe un cierto tono político en su actitud "anti-corporativa", Levinson generalmente se mantiene imparcial, dando al espectador la libertad de sacar las conclusiones que más se ajusten a su ideología. Entonces, puedo recomendar The Bay como una de las mejores cintas en formato "pseudo documental"; como un sólido thriller con acentos de terror; y como una fascinante (aunque muy exagerada) especulación sobre la interacción humana con fenómenos naturales fuera de nuestro control. No es el tipo de película que uno esperaría de un cineasta consagrado como Barry Levinson, pero definitivamente me dio gusto encontrarlo validando el menospreciado cine de terror con su presencia y su talento. Veremos si otros colegas se atreven a seguir su ejemplo, y si logran hacerlo con igual destreza y seguridad. Aunque no sé si estamos listos para ver Saw VIII dirigida por Francis Coppola.
Calificación: 8.5
El cineasta en cuestión es el respetado director Barry Levinson, responsable por reconocidas joyas como Diner, Good Morning Vietnam y Wag the Dog... aunque también ha realizado chascos como Sphere y Envy. The Bay representa su primera película de terror, y me alegra decir que eligió un tema fascinante y una estructura muy apropiada para desarrollarlo. El pueblo de Claridge, en la costa este de los Estados Unidos, se prepara para los festejos del Día de la Independencia, que usualmente atrae multitudes de turistas listos para disfrutar los deportes acuáticos, las comidas campestres y la animada vida nocturna... aunque este año la celebración podría arruinarse por culpa de un par de oceanógrafos que encontraron evidencia de contaminación en el agua de la bahía. Sin embargo el alcalde demuestra que son rumores infundados, y entonces vemos cómo transcurre el día por medio de fragmentos de video extraídos de distintas fuentes, como cámaras de seguridad, video-llamadas en teléfonos móviles, conversaciones en Skype, y los comentarios de la joven reportera Donna Thompson (Kether Donohue), quien está muy entusiasmada por su primer trabajo frente a la cámara. Pero lo que comienza como un trivial reportaje se transforma en la crónica de una tragedia que cambiará para siempre el rostro del pueblo. Mientras tanto, en alta mar, la pareja de Sam (Christopher Denham) y Stephanie (Kristen Connolly) navega rumbo a la fatídica bahía, preguntándose por qué no han recibido mensajes de los familiares que supuestamente los esperan ahí...
Por lo general los pseudo documentales del tipo "jóvenes explorando edificio embrujado" buscan ponernos al lado de los personajes para (supuestamente) compartir su terror de manera íntima y directa. The Bay adopta esa estrategia en algunos momentos pero, a diferencia de aquellos directores semi-amateur, Levinson sabe que no puede sostener la película entera con mera gritería, discusiones y rostros aterrados. Por eso complementa la experiencia con múltiples puntos de vista, explorando diversos aspectos de la tragedia para tejer una red admirablemente consistente de causas y efectos. Así tenemos los videos caseros de turistas gozosos sufriendo ocasionales síntomas de malestares sin importancia. Luego vemos las cámaras de seguridad del hospital local, donde empiezan a llegar pacientes con inusuales laceraciones en la piel. Cuando las cosas empeoran, presenciamos las periódicas conversaciones vía Skype entre un abrumado médico del pueblo y los oficiales del CDC (Centro de Control de Enfermedades), tratando de determinar lo que está ocurriendo. Y, para mantener un hilo narrativo unificado, vemos los cada vez más histéricos testimonios de la joven reportera enfrentando una situación que jamás esperó encontrar en su primer día frente a la cámara.
No quiero revelar la amenaza que acecha al pueblo de Claridge, pues me gustó el manejo del suspenso y la gradual revelación de pistas, a veces obvias, a veces contradictorias, que nos mantienen intrigados hasta llegar a la sorpresiva respuesta, simultáneamente prosaica por su simple naturaleza, y perturbadora por estar tan cerca de la realidad ecológica que enfrenta el planeta. Claro, el guión de Michael Wallach toma bastantes libertades creativas para exagerar los efectos del fenómeno y la velocidad de incubación, pero aún así nos pondrá a pensar la siguiente vez que visitemos la playa. En lo referente a la ejecución técnica, aplaudo el uso justificado de múltiples texturas y fuentes de video, pues no solo apoyan el concepto "verité", sino que ofrecen una agradable variedad cromática, muy distinta al monótono video verdoso empleado en tantas otras películas. Las actuaciones son tan naturales como requiere la premisa, y el uso de actores casi desconocidos preserva la ilusión de realidad y la espontaneidad de sus reacciones (la única actriz que reconocí fue Kristen Connolly, la "chica final" en la excelente The Cabin in the Woods). La edición, desde luego, es un aspecto primordial para el estilo documental, y Aaron Yanes realiza un excelente trabajo al lograr que tantos fragmentos de video se integren perfectamente en un relato claro, económico y muy emocionante.
Tampoco podemos descartar el mensaje de este interesante "eco-thriller", que afortunadamente no es demasiado didáctico ni moralizante. Simplemente plantea de manera elocuente las reacciones de la naturaleza ante la influencia humana, y aunque existe un cierto tono político en su actitud "anti-corporativa", Levinson generalmente se mantiene imparcial, dando al espectador la libertad de sacar las conclusiones que más se ajusten a su ideología. Entonces, puedo recomendar The Bay como una de las mejores cintas en formato "pseudo documental"; como un sólido thriller con acentos de terror; y como una fascinante (aunque muy exagerada) especulación sobre la interacción humana con fenómenos naturales fuera de nuestro control. No es el tipo de película que uno esperaría de un cineasta consagrado como Barry Levinson, pero definitivamente me dio gusto encontrarlo validando el menospreciado cine de terror con su presencia y su talento. Veremos si otros colegas se atreven a seguir su ejemplo, y si logran hacerlo con igual destreza y seguridad. Aunque no sé si estamos listos para ver Saw VIII dirigida por Francis Coppola.
Calificación: 8.5
miércoles, 14 de noviembre de 2012
Wrong Turn 5: Bloodlines
La original Wrong Turn, del 2003, me pareció una sólida re-invención del "horror rural" establecido en los setentas por cintas como The Texas Chain Saw Massacre y The Hills Have Eyes; pero nunca hubiera imaginado que se convertiría en una semi-exitosa franquicia con cuatro secuelas directas a DVD, y con una alineación de villanos destinados a tomar un lugar modesto (muy, muy modesto) en la galería de célebres monstruos cinematográficos. Pero aquí estamos, casi diez años después, viendo Wrong Turn 5: Bloodlines y confiando en que continúe la buena tendencia de Wrong Turn 4: Bloody Beginnings... O temiendo que regrese a la aburrida mediocridad de Wrong Turn 3: Left for Dead. El resultado, desde luego, fue peor de lo que esperaba.
El principio no es tan malo, pues juega con nuestras expectativas al establecer traviesamente el típico escenario del género: una pareja de campistas se "divierte" en mitad del bosque, mientras se acercan varios fulanos armados con hachas y machetes... pero todo resulta ser una broma. Así conocemos al grupo de estudiantes universitarios que viajan rumbo a la ciudad de Fairlake, en el estado norteamericano de Virginia, para asistir al festival "Mountain Man", una mezcla de Burning Man y Coachella donde miles de jóvenes (traducción: alrededor de cincuenta) se divierten con música, alcohol, drogas y disfraces convenientemente similares a los del trío de hermanos caníbales que acechan en los alrededores del pueblo. Pero... ¡un momento! Esta vez los caníbales no están trabajando solos, pues por alguna razón aceptan las órdenes de un despiadado individuo llamado Maynard (Doug Bradley), quien tiene planes muy especiales para ese fin de semana...
La premisa de esta saga nunca fue particularmente interesante u original (un trío de deformes hermanos caníbales matando turistas que invaden su territorio), pero en la cinta original y un par de secuelas se manejó con suficiente ingenio para ofrecer una sólida dosis de repulsivo horror visceral que no insultaba (demasiado) la inteligencia del espectador. Lamentablemente parece que en esta quinta película se esfumó la ambición del director de cabecera Declan O'Brien, quien se limita a llenar noventa minutos con rampante estupidez e incoherencias narrativas; pero, eso sí, suficiente sangre para satisfacer a los menos exigentes fans del "gore". Al principio parecería que el asunto del festival musical pretende ampliar la trama y darle a los caníbales un enorme grupo de víctimas potenciales... sin embargo O'Brien abandona el concepto después de veinte minutos, centrando la atención en media docena de personajes genéricos y tan aburridos que ni siquiera vale la pena mencionar sus nombres. Los "miles" de jóvenes que llenaban las calles se evaporan sin explicación alguna y Fairlake se convierte en un pueblo fantasma, por cierto nada convincente. Los escenarios de cartón parecen un mal chiste... una parodia del género. Pero no... desafortunadamente ese es el nivel de calidad que ofrece la película entera.
Lo único parcialmente rescatable son las grotescas y crueles torturas que los caníbales inflingen en sus víctimas antes de matarlas. El director y guionista trata de imprimir cierta creatividad en escenas como la decapitación con podadora de césped, la extracción ocular improvisada, y la crucifixión eléctrica; sin embargo ninguno de estos "kills" tiene mucho sentido en el contexto de la película. ¿Por qué gastan los caníbales tanto tiempo y esfuerzo preparando ejecuciones tan exóticas, cuando previamente se estableció que solo matan para comer? ¿Se debe a la nueva influencia de su "amo" Maynard? No sabría decirles... el libreto nunca explica satisfactoriamente este cambio de conducta, y solo queda pensar que Declan O'Brien quiso llevar la franquicia "al siguiente nivel", pero careció de la imaginación, recursos y justificación para lograrlo. Pero bueno... los efectos prácticos de látex y sangre artificial son apropiadamente "jugosos" y en algunas ocasiones genuinamente asquerosos, así que al menos algo hicieron bien.
En cuanto a los actores, entre menos se diga, mejor. El único "nombre" en el elenco es Doug Bradley (más conocido como "Pinhead" en Hellraiser - otra franquicia que va de mal en peor), pero ni siquiera supieron aprovechar su genuino talento histriónico, pues pasa la mayor parte de Wrong Turn 5: Bloodlines encerrado en una celda y amenazando a la Sheriff Angela (Camilla Arfwedson) con la inminente llegada de "sus muchachos". Y quizás Arfwedson también merece mención por mantener un aire de profesionalismo y credibilidad en su interpretación de policía enérgica y segura de sus decisiones... aunque casi siempre estén equivocadas. Con todo y sus altibajos, la franquicia de Wrong Turn muestra sorprendente longevidad, y no creo que este chasco impida la realización de futuras secuelas; solo queda esperar que los productores reemplacen al "director de cabecera" que obviamente ya hizo todo lo posible con la fórmula. Es hora de invitar nuevo talento para ver si se puede rescatar la saga o si conviene dejarla descansar durante unos años antes del obligatorio re-make. Entonces, solo recomendaría Wrong Turn 5: Bloodlines para completistas y fans irredentos del "gore". Para el resto de la gente recomiendo buscar mejores y más originales cintas de terror independiente como The Pact y The Loved Ones; o Piranha 3DD si lo que buscan es simplemente chatarra entretenida. No tiene nada de malo aceptar de vez en cuando ese antojo...
Calificación: 6
El principio no es tan malo, pues juega con nuestras expectativas al establecer traviesamente el típico escenario del género: una pareja de campistas se "divierte" en mitad del bosque, mientras se acercan varios fulanos armados con hachas y machetes... pero todo resulta ser una broma. Así conocemos al grupo de estudiantes universitarios que viajan rumbo a la ciudad de Fairlake, en el estado norteamericano de Virginia, para asistir al festival "Mountain Man", una mezcla de Burning Man y Coachella donde miles de jóvenes (traducción: alrededor de cincuenta) se divierten con música, alcohol, drogas y disfraces convenientemente similares a los del trío de hermanos caníbales que acechan en los alrededores del pueblo. Pero... ¡un momento! Esta vez los caníbales no están trabajando solos, pues por alguna razón aceptan las órdenes de un despiadado individuo llamado Maynard (Doug Bradley), quien tiene planes muy especiales para ese fin de semana...
La premisa de esta saga nunca fue particularmente interesante u original (un trío de deformes hermanos caníbales matando turistas que invaden su territorio), pero en la cinta original y un par de secuelas se manejó con suficiente ingenio para ofrecer una sólida dosis de repulsivo horror visceral que no insultaba (demasiado) la inteligencia del espectador. Lamentablemente parece que en esta quinta película se esfumó la ambición del director de cabecera Declan O'Brien, quien se limita a llenar noventa minutos con rampante estupidez e incoherencias narrativas; pero, eso sí, suficiente sangre para satisfacer a los menos exigentes fans del "gore". Al principio parecería que el asunto del festival musical pretende ampliar la trama y darle a los caníbales un enorme grupo de víctimas potenciales... sin embargo O'Brien abandona el concepto después de veinte minutos, centrando la atención en media docena de personajes genéricos y tan aburridos que ni siquiera vale la pena mencionar sus nombres. Los "miles" de jóvenes que llenaban las calles se evaporan sin explicación alguna y Fairlake se convierte en un pueblo fantasma, por cierto nada convincente. Los escenarios de cartón parecen un mal chiste... una parodia del género. Pero no... desafortunadamente ese es el nivel de calidad que ofrece la película entera.
Lo único parcialmente rescatable son las grotescas y crueles torturas que los caníbales inflingen en sus víctimas antes de matarlas. El director y guionista trata de imprimir cierta creatividad en escenas como la decapitación con podadora de césped, la extracción ocular improvisada, y la crucifixión eléctrica; sin embargo ninguno de estos "kills" tiene mucho sentido en el contexto de la película. ¿Por qué gastan los caníbales tanto tiempo y esfuerzo preparando ejecuciones tan exóticas, cuando previamente se estableció que solo matan para comer? ¿Se debe a la nueva influencia de su "amo" Maynard? No sabría decirles... el libreto nunca explica satisfactoriamente este cambio de conducta, y solo queda pensar que Declan O'Brien quiso llevar la franquicia "al siguiente nivel", pero careció de la imaginación, recursos y justificación para lograrlo. Pero bueno... los efectos prácticos de látex y sangre artificial son apropiadamente "jugosos" y en algunas ocasiones genuinamente asquerosos, así que al menos algo hicieron bien.
En cuanto a los actores, entre menos se diga, mejor. El único "nombre" en el elenco es Doug Bradley (más conocido como "Pinhead" en Hellraiser - otra franquicia que va de mal en peor), pero ni siquiera supieron aprovechar su genuino talento histriónico, pues pasa la mayor parte de Wrong Turn 5: Bloodlines encerrado en una celda y amenazando a la Sheriff Angela (Camilla Arfwedson) con la inminente llegada de "sus muchachos". Y quizás Arfwedson también merece mención por mantener un aire de profesionalismo y credibilidad en su interpretación de policía enérgica y segura de sus decisiones... aunque casi siempre estén equivocadas. Con todo y sus altibajos, la franquicia de Wrong Turn muestra sorprendente longevidad, y no creo que este chasco impida la realización de futuras secuelas; solo queda esperar que los productores reemplacen al "director de cabecera" que obviamente ya hizo todo lo posible con la fórmula. Es hora de invitar nuevo talento para ver si se puede rescatar la saga o si conviene dejarla descansar durante unos años antes del obligatorio re-make. Entonces, solo recomendaría Wrong Turn 5: Bloodlines para completistas y fans irredentos del "gore". Para el resto de la gente recomiendo buscar mejores y más originales cintas de terror independiente como The Pact y The Loved Ones; o Piranha 3DD si lo que buscan es simplemente chatarra entretenida. No tiene nada de malo aceptar de vez en cuando ese antojo...
Calificación: 6
lunes, 12 de noviembre de 2012
No quiero pensar mal de los distribuidores cinematográficos de mi país (es broma, sí quiero), pero la habitual escasez de películas sudamericanas en cines de México me hace sospechar que el estreno de la cinta chilena No se debe únicamente a la presencia de un actor mexicano en el papel principal. Dejaré que el lector saque sus propias conclusiones; pero, cualquiera que haya sido la razón, me alegra mucho de que podamos verla en la pantalla grande, pues No se trata de una excelente obra que nos ilustra sobre un importante pasaje en la historia de Chile, y además examina fenómenos culturales que afectan al resto del mundo, hoy más que hace veinticinco años.
El monosilábico título de "No" se refiere a la campaña publicitaria organizada en Chile en 1988 para apoyar un plebiscito que determinará el futuro político del país. Los que voten "Sí", confirmarán al dictador Augusto Pinochet como gobernante durante ocho años más; los que voten "No", pedirán elecciones libres para encontrar un nuevo líder. La película se centra en René Saavedra (Gael García Bernal), el joven publicista encargado de crear la campaña de oposición en un entorno social inestable y hasta peligroso para "disidentes" que contradigan los intereses de los gobernantes. Y aunque la ruta más obvia para convencer a la ciudadanía sería señalar las atrocidades cometidas por el gobierno y la larga lista de violaciones a los derechos humanos, René tiene una idea audaz y diferente, que podría darle un giro positivo a la contienda... o extinguir el incipiente proceso democrático.
Conocía de antemano el argumento general de No, y por lo tanto esperaba algo más solemne y opresivo (quizás como la cinta argentina La Historia Oficial). Sin embargo, para mi sorpresa, el director Pablo Larraín decidió ofrecernos un enfoque muy distinto (tal como hizo Saavedra), con mucho humor y un tono ligero que hace accesible la historia, pero sin sacrificar la gravedad del tema ni subestimar la importancia de los hechos que retrata. Para obtener este delicado balance el director emplea un estilo visual que emula el video de los ochentas, dándole a la cinta el dinamismo e impacto de un documental cuyas crudas (pero perfectamente planeadas) escenas nos ubican física y emocionalmente al lado de los participantes en este momento histórico. Al principio me confundió un poco esta textura visual, pues dificulta la distinción entre escenas "reales", y fragmentos de material documental que acompaña la narrativa. Pero el guión está tan bien escrito que después de unos minutos se vuelve irrelevante el origen de las tomas... a fin de cuentas todo se funde en una historia fluida y fascinante.
Lo cual desde luego incluye a los actores. Curiosamente vi esta película el mismo fin de semana que Argo (otro thriller político ubicado en los ochentas), y me gustó más la transformación de los actores en No. O quizás fue el asunto del video... como sea, Gael García Bernal, Alfredo Castro, Antonia Zegers y el resto del elenco no parecen estar disfrazados, sino simplemente pertenecen en los ochentas, completando así la ilusión de realismo y credibilidad que desafía las expectativas del medio mismo. Habiendo dicho eso, la floritura visual a veces distrae un poco de la trama y se siente un poco afectada cuando no “conecta“ con el argumento; por otro lado, podría tomarse como una traviesa usurpación de las armas publicitarias que Saavedra blandió para combatir al enemigo común. Lo cual me lleva a la mejor parte de No... sus agudas observaciones sobre la manipulación de masas, y la cínica decisión de emplear las mismas técnicas mercadológicas que se usan en publicidad comercial, para determinar el futuro de un país. Obviamente no es un tema original, pero la cinta lo presenta con inusitada contundencia, doblemente efectiva por evadir lecciones moralizantes o posturas excesivamente didácticas.
Confieso que no conozco suficiente sobre la cultura chilena para evaluar la veracidad histórica de la película, o distinguir detalles que sin duda serán evidentes para los espectadores de ese país. ¿Qué tan acertado es el acento de García Bernal? A mi me pareció convincente, pero no podría asegurar que se adhiere a la realidad. ¿Y qué hay de la decisión de emplear a un famoso actor mexicano en un rol íntimamente chileno? Honestamente no sabría cómo responder. Por otro lado, la experiencia de No me pareció tan entretenida, profunda y satisfactoria que tampoco encuentro razón para tantos cuestionamientos. Se trata de una excelente cinta, y sinceramente espero que tenga el éxito económico necesario para promover más cine sudamericano de calidad en salas del resto del mundo (al menos de México). Para empezar... ¿dónde está la cinta de terror Baby Shower? Llevo bastante tiempo esperándola. Claro, no será muy política ni controversial, pero tiene muchos fans y me gustaría unirme a ellos...
Calificación: 9
El monosilábico título de "No" se refiere a la campaña publicitaria organizada en Chile en 1988 para apoyar un plebiscito que determinará el futuro político del país. Los que voten "Sí", confirmarán al dictador Augusto Pinochet como gobernante durante ocho años más; los que voten "No", pedirán elecciones libres para encontrar un nuevo líder. La película se centra en René Saavedra (Gael García Bernal), el joven publicista encargado de crear la campaña de oposición en un entorno social inestable y hasta peligroso para "disidentes" que contradigan los intereses de los gobernantes. Y aunque la ruta más obvia para convencer a la ciudadanía sería señalar las atrocidades cometidas por el gobierno y la larga lista de violaciones a los derechos humanos, René tiene una idea audaz y diferente, que podría darle un giro positivo a la contienda... o extinguir el incipiente proceso democrático.
Conocía de antemano el argumento general de No, y por lo tanto esperaba algo más solemne y opresivo (quizás como la cinta argentina La Historia Oficial). Sin embargo, para mi sorpresa, el director Pablo Larraín decidió ofrecernos un enfoque muy distinto (tal como hizo Saavedra), con mucho humor y un tono ligero que hace accesible la historia, pero sin sacrificar la gravedad del tema ni subestimar la importancia de los hechos que retrata. Para obtener este delicado balance el director emplea un estilo visual que emula el video de los ochentas, dándole a la cinta el dinamismo e impacto de un documental cuyas crudas (pero perfectamente planeadas) escenas nos ubican física y emocionalmente al lado de los participantes en este momento histórico. Al principio me confundió un poco esta textura visual, pues dificulta la distinción entre escenas "reales", y fragmentos de material documental que acompaña la narrativa. Pero el guión está tan bien escrito que después de unos minutos se vuelve irrelevante el origen de las tomas... a fin de cuentas todo se funde en una historia fluida y fascinante.
Lo cual desde luego incluye a los actores. Curiosamente vi esta película el mismo fin de semana que Argo (otro thriller político ubicado en los ochentas), y me gustó más la transformación de los actores en No. O quizás fue el asunto del video... como sea, Gael García Bernal, Alfredo Castro, Antonia Zegers y el resto del elenco no parecen estar disfrazados, sino simplemente pertenecen en los ochentas, completando así la ilusión de realismo y credibilidad que desafía las expectativas del medio mismo. Habiendo dicho eso, la floritura visual a veces distrae un poco de la trama y se siente un poco afectada cuando no “conecta“ con el argumento; por otro lado, podría tomarse como una traviesa usurpación de las armas publicitarias que Saavedra blandió para combatir al enemigo común. Lo cual me lleva a la mejor parte de No... sus agudas observaciones sobre la manipulación de masas, y la cínica decisión de emplear las mismas técnicas mercadológicas que se usan en publicidad comercial, para determinar el futuro de un país. Obviamente no es un tema original, pero la cinta lo presenta con inusitada contundencia, doblemente efectiva por evadir lecciones moralizantes o posturas excesivamente didácticas.
Confieso que no conozco suficiente sobre la cultura chilena para evaluar la veracidad histórica de la película, o distinguir detalles que sin duda serán evidentes para los espectadores de ese país. ¿Qué tan acertado es el acento de García Bernal? A mi me pareció convincente, pero no podría asegurar que se adhiere a la realidad. ¿Y qué hay de la decisión de emplear a un famoso actor mexicano en un rol íntimamente chileno? Honestamente no sabría cómo responder. Por otro lado, la experiencia de No me pareció tan entretenida, profunda y satisfactoria que tampoco encuentro razón para tantos cuestionamientos. Se trata de una excelente cinta, y sinceramente espero que tenga el éxito económico necesario para promover más cine sudamericano de calidad en salas del resto del mundo (al menos de México). Para empezar... ¿dónde está la cinta de terror Baby Shower? Llevo bastante tiempo esperándola. Claro, no será muy política ni controversial, pero tiene muchos fans y me gustaría unirme a ellos...
Calificación: 9
domingo, 11 de noviembre de 2012
Más Profundo que el Infierno (Urban Explorer)
El sub-género del "terror subterráneo" tiende a ser bastante repetitivo, pero puede alcanzar elevados niveles de tenso entretenimiento cuando está en manos de un cineasta con suficiente talento para combinar las sombras y claustrofobia del subsuelo con una amenaza creíble y memorable. Entre las mejores exponentes de esta corriente podría señalar The Descent, The Midnight Meat Train y Marebito; y en el extremo opuesto de la escala tenemos cintas como Más Profundo que el Infierno, cuya marginalmente interesante premisa se ve arruinada por un villano ridículo, personajes antipáticos, y un hueco argumento que pretende "transgredir" pero solo consigue hastiar.
El título original de esta producción alemana es “Urban Explorer“ (Explorador Urbano), lo cual describe la rama de "turismo extremo" especializada en visitar áreas ocultas de una ciudad, en este caso los túneles que se extienden bajo el suelo de Berlín, sellados desde hace décadas. Los protagonistas son cuatro jóvenes turistas europeos que contratan los servicios de un guía llamado Kris (Max Riemelt), quien tiene años de experiencia en estas expediciones ilegales. El "tour" es bastante caro (por no mencionar difícil y arriesgado), pero Kris les asegura que vale la pena, pues solo él conoce la ruta secreta que conduce a los niveles más profundos, donde podrán encontrar lo que todo joven quiere ver: graffiti de la Segunda Guerra Mundial (¡quién podría resistirse!) La entrada a los túneles se encuentra en el sótano de un club (todas las películas de horror europeas requieren por ley una escena en un “rave” con música pulsante y luces cegadoras), y si todo sale bien, el grupo regresará a tiempo para bailar un rato cuando concluya su aventura. Sobra decir que la "aventura" comienza mal y empeora rápidamente; primero encuentran criminales con dudosas intenciones; luego ocurre un accidente, y los jóvenes terminan separándose. Pero la auténtica amenaza está en los túneles más profundos, de donde no todos saldrán con vida...
Si la trama suena familiar es porque combina libremente elementos de muchas cintas recientes: tenemos turismo extremo (Chernobyl Diaries); "raves" en las catacumbas (Catacombs, Underground); personajes extraviados en el subsuelo (Intermedio, Caved In, The Devil‘s Tomb); y la guarida de algo o alguien que ha vivido aislado del mundo exterior durante años (The Tunnel, Creep), alimentándose de... bueno, la cinta es bastante predecible, pero será mejor abstenerme de revelar el origen de la amenaza, para preservar el más tenue elemento de suspenso en caso de que alguien decida ver este narcótico cinematográfico (en vez de algo más interesante, como The Descent o incluso su secuela). En otras palabras, no hay nada original en Más Profundo que el Infierno, y si a eso añadimos las malas actuaciones del genérico elenco, trucos baratos de edición y sonido para acentuar el "terror", y uno de los "héroes" más patéticamente ineptos en la historia del cine, tenemos como resultado una experiencia tediosa y hasta irritante, que emplea gritos, crueldad y "gore" como reemplazo de una historia decente o personajes bien construidos.
Hablando del "gore", hay un par de escenas bien realizadas donde fluye bastante sangre, aproximando la cinta al terreno de la "porno-tortura"; los efectos prácticos son bastante buenos, pero no lo suficiente para compensar los demás problemas de la cinta, así que no esperen mucho. Otro posible elemento positivo es el final fatalista que sorprende un poco por desviarse de los clichés del terror... aunque parece un truco de último momento, y no una parte integral del argumento. En fin... no sé si existan aficionados tan entusiastas del "terror subterráneo" que no quieran perderse una sola película de este estilo; en ese caso, solo a ellos podría recomendarles Más Profundo que el Infierno, pues no aporta nada nuevo al sub-género ni resulta particularmente entretenida o terrorífica. En el mejor de los casos podría servir como herramienta didáctica para evitar que la gente se meta a los túneles o catacumbas en busca de "raves" y aventura. Dicen que está lleno de C.H.U.D.s y lagartos allá abajo...
Calificación: 6
El título original de esta producción alemana es “Urban Explorer“ (Explorador Urbano), lo cual describe la rama de "turismo extremo" especializada en visitar áreas ocultas de una ciudad, en este caso los túneles que se extienden bajo el suelo de Berlín, sellados desde hace décadas. Los protagonistas son cuatro jóvenes turistas europeos que contratan los servicios de un guía llamado Kris (Max Riemelt), quien tiene años de experiencia en estas expediciones ilegales. El "tour" es bastante caro (por no mencionar difícil y arriesgado), pero Kris les asegura que vale la pena, pues solo él conoce la ruta secreta que conduce a los niveles más profundos, donde podrán encontrar lo que todo joven quiere ver: graffiti de la Segunda Guerra Mundial (¡quién podría resistirse!) La entrada a los túneles se encuentra en el sótano de un club (todas las películas de horror europeas requieren por ley una escena en un “rave” con música pulsante y luces cegadoras), y si todo sale bien, el grupo regresará a tiempo para bailar un rato cuando concluya su aventura. Sobra decir que la "aventura" comienza mal y empeora rápidamente; primero encuentran criminales con dudosas intenciones; luego ocurre un accidente, y los jóvenes terminan separándose. Pero la auténtica amenaza está en los túneles más profundos, de donde no todos saldrán con vida...
Si la trama suena familiar es porque combina libremente elementos de muchas cintas recientes: tenemos turismo extremo (Chernobyl Diaries); "raves" en las catacumbas (Catacombs, Underground); personajes extraviados en el subsuelo (Intermedio, Caved In, The Devil‘s Tomb); y la guarida de algo o alguien que ha vivido aislado del mundo exterior durante años (The Tunnel, Creep), alimentándose de... bueno, la cinta es bastante predecible, pero será mejor abstenerme de revelar el origen de la amenaza, para preservar el más tenue elemento de suspenso en caso de que alguien decida ver este narcótico cinematográfico (en vez de algo más interesante, como The Descent o incluso su secuela). En otras palabras, no hay nada original en Más Profundo que el Infierno, y si a eso añadimos las malas actuaciones del genérico elenco, trucos baratos de edición y sonido para acentuar el "terror", y uno de los "héroes" más patéticamente ineptos en la historia del cine, tenemos como resultado una experiencia tediosa y hasta irritante, que emplea gritos, crueldad y "gore" como reemplazo de una historia decente o personajes bien construidos.
Hablando del "gore", hay un par de escenas bien realizadas donde fluye bastante sangre, aproximando la cinta al terreno de la "porno-tortura"; los efectos prácticos son bastante buenos, pero no lo suficiente para compensar los demás problemas de la cinta, así que no esperen mucho. Otro posible elemento positivo es el final fatalista que sorprende un poco por desviarse de los clichés del terror... aunque parece un truco de último momento, y no una parte integral del argumento. En fin... no sé si existan aficionados tan entusiastas del "terror subterráneo" que no quieran perderse una sola película de este estilo; en ese caso, solo a ellos podría recomendarles Más Profundo que el Infierno, pues no aporta nada nuevo al sub-género ni resulta particularmente entretenida o terrorífica. En el mejor de los casos podría servir como herramienta didáctica para evitar que la gente se meta a los túneles o catacumbas en busca de "raves" y aventura. Dicen que está lleno de C.H.U.D.s y lagartos allá abajo...
Calificación: 6
sábado, 10 de noviembre de 2012
Argo
Recuerdo haber escuchado en mi niñez numerosas noticias sobre los "rehenes en Irán", el Ayatollah Khomeini y el Sha (Sah) de Irán. Hasta muchos años después me enteré a grandes rasgos de los eventos que transcurrieron en la embajada norteamericana de aquel país a fines de los años setentas y principios de los ochentas. Sin embargo una parte importante de ese capítulo histórico se mantuvo en secreto hasta 1997, y cuando finalmente se reveló, resultó ser un fascinante relato de espionaje, intriga internacional y ofuscación gubernamental. Esa es la historia que nos cuenta Argo y, bajo la dirección de Ben Affleck, se convierte en una cinta épica en sus connotaciones políticas, pero íntima en sus detalles humanos. Y además hace algunas divertidas observaciones sobre la industria del cine y el género de la ciencia ficción.
Los mencionados rehenes son los 52 trabajadores, diplomáticos y guardias de la embajada norteamericana en Irán que fue capturada por militantes islámicos en noviembre de 1979, como represalia al asilo político que el gobierno de los Estados Unidos extendió al odiado "Sha" de Irán cuando fue derrocado por el Ayatollah Khomeini. Pero seis empleados del consulado lograron escapar y se refugiaron en la residencia del embajador de Canadá (Victor Garber), donde cada día que pasa incrementa el riesgo de ser descubiertos. Mientras tanto, en los Estados Unidos, la Secretaría de Estado busca desesperadamente una estrategia política o militar que le permita extraer a esos seis ciudadanos norteamericanos antes de que sean capturados y probablemente ejecutados como espías enemigos. Entonces el auxiliar de la CIA Tony Méndez (Ben Affleck) propone una idea "tan descaballada que podría funcionar": con su amigo John Chambers (John Goodman), experto en efectos especiales y con muchos contactos en Hollywood, fingirán ser productores de una película canadiense de ciencia ficción titulada "Argo", que usará escenarios del Medio Oriente para representar un lejano planeta. Así Méndez podrá viajar a Irán con la excusa de "buscar locaciones", llevando en secreto papeles falsos para que los seis fugitivos puedan escapar adoptando la identidad de técnicos canadienses trabajando en la película. Sin embargo el gobierno de Irán sabe que algunas personas escaparon de la embajada, y los buscan desesperadamente. ¿Logrará Méndez cumplir su misión? ¿O al menos saldrá con vida de un país que odia con pasión a los norteamericanos?
Si alguien me hubiera dicho en 1998: "Ese pésimo actor de Phantoms va a dirigir una de las mejores películas del año 2012", probablemente me hubiera reído mientras me ponía los audífonos de mi DiscMan® y sacaba la antena de mi teléfono Star*TAC para reportar a este hipotético maniático, que obviamente estaba "alucinando barato" (como decíamos en aquella patética era prehistórica). Pero bueno... llegamos al 2012 y aquella (falsa) predicción se volvió realidad... Ben Affleck realizó un excelente trabajo como director de la cinta Argo. Claro que no debería sorprendernos, pues sus dos previas obras demostraron creciente talento y ambición dramática, de modo que ahora lo encontramos más maduro como artista y con la seguridad de un cineasta experimentado, a pesar de su relativamente corta carrera en ese oficio. Como actor quizás no ha mejorado mucho, pero al menos encontró el papel perfecto para aprovechar su inexpresivo rostro e imperceptibles reacciones. Los exabruptos emocionales se los deja al muy competente elenco secundario, y ni siquiera hace falta exagerarlos para mantenernos en tensión durante las dos horas de la película.
Aprovechando el período histórico, Affleck y el director de fotografía Rodrigo Prieto gozan recreando las imágenes, modas y atmósfera de los tempranos ochentas, pero cuidando que la forma nunca obstruya el fondo. Lo mismo ocurre con la banda sonora, compuesta por memorables canciones que no solo nos ubican en la época, sino que acentúan (o a veces contrastan) el suspenso de esta verídica historia de espías, carente de balazos y explosiones, pero rebosante de personajes interesantes y los clásicos conflictos morales que forman el núcleo narrativo de los mejores relatos políticos. Ben Affleck hace un decente trabajo como el exhausto experto en extracciones constantemente luchando entre su conciencia y las órdenes de sus superiores. Bryan Cranston se encarga de la parte pasional, peleando contra la indecisión burocrática que pone vagas ideas de "seguridad nacional" por encima de las vidas de sus ciudadanos. Y, por el lado más ligero, John Goodman, Alan Arkin y Richard Kind se divierten como "magnates" de Hollywood negociando la filmación de una inexistente película de cuestionable calidad, pero indiscutible utilidad como pantalla de la audaz operación de rescate. Imagino que Affleck, como veterano en ambos lados de la cámara, debe haber disfrutado bastante esta pequeña sátira de la industria cinematográfica, donde el talento genuino rara vez se valora tanto como las conexiones y los "deals".
Mis únicas quejas sobre Argo giran en torno al libreto. Por el momento prefiero no meterme a Wikipedia para confirmar la veracidad de los hechos retratados (ya lo haré más adelante, cuando se haya diluido mi entusiasmo); de cualquier modo hay demasiadas escenas que se sienten falsas y burdamente manipuladas para incrementar el suspenso, que ya de por sí es bastante bueno y no necesitaba trucos para mejorarse artificialmente. Al mismo tiempo entiendo que algunos aspectos de la historia pueden parecer secos o confusos (quizás hubiera convenido incorporar más explicaciones sobre el clima político en los Estados Unidos y la “crisis petrolera“), así que puedo disculpar la intrusión de estos momentos más hollywoodenses para apretar las tuercas de la narrativa y orientarnos sobre todo lo que estaba en juego, no solo a nivel personal, sino en el contexto de la turbulenta política exterior del Medio Oriente, que hasta la fecha sigue ocupando los noticieros. Entonces, recomiendo con entusiasmo Argo y aplaudo la notable evolución de Ben Affleck como director; ¿quién lo hubiera imaginado? Y, hablando de imaginación, me pregunto cuántas historias "secretas" se revelarán en 20 años sobre los conflictos actuales. Sin duda hay material suficiente para mantener ocupado a Hollywood durante décadas.
Calificación: 9
Los mencionados rehenes son los 52 trabajadores, diplomáticos y guardias de la embajada norteamericana en Irán que fue capturada por militantes islámicos en noviembre de 1979, como represalia al asilo político que el gobierno de los Estados Unidos extendió al odiado "Sha" de Irán cuando fue derrocado por el Ayatollah Khomeini. Pero seis empleados del consulado lograron escapar y se refugiaron en la residencia del embajador de Canadá (Victor Garber), donde cada día que pasa incrementa el riesgo de ser descubiertos. Mientras tanto, en los Estados Unidos, la Secretaría de Estado busca desesperadamente una estrategia política o militar que le permita extraer a esos seis ciudadanos norteamericanos antes de que sean capturados y probablemente ejecutados como espías enemigos. Entonces el auxiliar de la CIA Tony Méndez (Ben Affleck) propone una idea "tan descaballada que podría funcionar": con su amigo John Chambers (John Goodman), experto en efectos especiales y con muchos contactos en Hollywood, fingirán ser productores de una película canadiense de ciencia ficción titulada "Argo", que usará escenarios del Medio Oriente para representar un lejano planeta. Así Méndez podrá viajar a Irán con la excusa de "buscar locaciones", llevando en secreto papeles falsos para que los seis fugitivos puedan escapar adoptando la identidad de técnicos canadienses trabajando en la película. Sin embargo el gobierno de Irán sabe que algunas personas escaparon de la embajada, y los buscan desesperadamente. ¿Logrará Méndez cumplir su misión? ¿O al menos saldrá con vida de un país que odia con pasión a los norteamericanos?
Si alguien me hubiera dicho en 1998: "Ese pésimo actor de Phantoms va a dirigir una de las mejores películas del año 2012", probablemente me hubiera reído mientras me ponía los audífonos de mi DiscMan® y sacaba la antena de mi teléfono Star*TAC para reportar a este hipotético maniático, que obviamente estaba "alucinando barato" (como decíamos en aquella patética era prehistórica). Pero bueno... llegamos al 2012 y aquella (falsa) predicción se volvió realidad... Ben Affleck realizó un excelente trabajo como director de la cinta Argo. Claro que no debería sorprendernos, pues sus dos previas obras demostraron creciente talento y ambición dramática, de modo que ahora lo encontramos más maduro como artista y con la seguridad de un cineasta experimentado, a pesar de su relativamente corta carrera en ese oficio. Como actor quizás no ha mejorado mucho, pero al menos encontró el papel perfecto para aprovechar su inexpresivo rostro e imperceptibles reacciones. Los exabruptos emocionales se los deja al muy competente elenco secundario, y ni siquiera hace falta exagerarlos para mantenernos en tensión durante las dos horas de la película.
Aprovechando el período histórico, Affleck y el director de fotografía Rodrigo Prieto gozan recreando las imágenes, modas y atmósfera de los tempranos ochentas, pero cuidando que la forma nunca obstruya el fondo. Lo mismo ocurre con la banda sonora, compuesta por memorables canciones que no solo nos ubican en la época, sino que acentúan (o a veces contrastan) el suspenso de esta verídica historia de espías, carente de balazos y explosiones, pero rebosante de personajes interesantes y los clásicos conflictos morales que forman el núcleo narrativo de los mejores relatos políticos. Ben Affleck hace un decente trabajo como el exhausto experto en extracciones constantemente luchando entre su conciencia y las órdenes de sus superiores. Bryan Cranston se encarga de la parte pasional, peleando contra la indecisión burocrática que pone vagas ideas de "seguridad nacional" por encima de las vidas de sus ciudadanos. Y, por el lado más ligero, John Goodman, Alan Arkin y Richard Kind se divierten como "magnates" de Hollywood negociando la filmación de una inexistente película de cuestionable calidad, pero indiscutible utilidad como pantalla de la audaz operación de rescate. Imagino que Affleck, como veterano en ambos lados de la cámara, debe haber disfrutado bastante esta pequeña sátira de la industria cinematográfica, donde el talento genuino rara vez se valora tanto como las conexiones y los "deals".
Mis únicas quejas sobre Argo giran en torno al libreto. Por el momento prefiero no meterme a Wikipedia para confirmar la veracidad de los hechos retratados (ya lo haré más adelante, cuando se haya diluido mi entusiasmo); de cualquier modo hay demasiadas escenas que se sienten falsas y burdamente manipuladas para incrementar el suspenso, que ya de por sí es bastante bueno y no necesitaba trucos para mejorarse artificialmente. Al mismo tiempo entiendo que algunos aspectos de la historia pueden parecer secos o confusos (quizás hubiera convenido incorporar más explicaciones sobre el clima político en los Estados Unidos y la “crisis petrolera“), así que puedo disculpar la intrusión de estos momentos más hollywoodenses para apretar las tuercas de la narrativa y orientarnos sobre todo lo que estaba en juego, no solo a nivel personal, sino en el contexto de la turbulenta política exterior del Medio Oriente, que hasta la fecha sigue ocupando los noticieros. Entonces, recomiendo con entusiasmo Argo y aplaudo la notable evolución de Ben Affleck como director; ¿quién lo hubiera imaginado? Y, hablando de imaginación, me pregunto cuántas historias "secretas" se revelarán en 20 años sobre los conflictos actuales. Sin duda hay material suficiente para mantener ocupado a Hollywood durante décadas.
Calificación: 9