Para bien o para mal, The Human Centipede (2009) fue una de esas películas que dividen al público; algunos la denunciaron como una atrocidad repugnante y ofensiva, mientras que otros la aclamaron... básicamente por las mismas razones. Yo me encontré en el segundo grupo, pues aunque no me dejó satisfecho en algunos aspectos, definitivamente admiré la audacia de su premisa, el perverso humor del villano principal (interpretado por un actor con el maravilloso nombre de Dieter Laser), y la mesurada dirección de Tom Six, quien supo obedecer la vieja máxima de "menos es más" y se rehusó a bañarnos en sangre, prefiriendo que el sórdido tono de su creación se filtrara lentamente por nuestras neuronas hasta llegar a los más recónditos sótanos del cerebro, donde el recuerdo de la película se quedó a vivir para siempre. Por eso es natural que la secuela The Human Centipede 2: Full Sequence provoque altas expectativas, e incluso haya sido condenada por los medios de comunicación antes de su estreno, debido a las extremas descripciones de su libreto. Lamentablemente el resultado fue casi lo opuesto de la cinta original: mucha sangre e imágenes de indescriptible depravación... pero muy poca sustancia dramática y aún menos profundidad narrativa.
La trama sigue la patética existencia de Martin (Laurence R. Harvey), un obeso y reprimido guardia de seguridad con una pesadillesca vida doméstica y un empleo mortalmente aburrido. Su única afición consiste en ver una y otra vez la película The Human Centipede (sí, entramos a terreno "meta"), con la cual está completamente obsesionado hasta el punto de planear la creación de su propio "ciempiés humano", siguiendo las "instrucciones" del científico loco que aparece en dicha cinta. Y así vemos cómo Martin captura una por una a las víctimas del atroz experimento y las encierra en una bodega abandonada hasta que tiene el número suficiente de “eslabones” para comenzar su creación. Sin embargo Martin carece de entrenamiento médico e implementos quirúrgicos para realizar la difícil operación... pero bueno, una barra de metal funciona bien como anestésico, y la engrapadora industrial debe servir igual que la sutura, ¿cierto?
Al menos en el aspecto visual el director Tom Six excedió toda expectativa. The Human Centipede 2: Full Sequence es implacablemente excesiva y transgresora, no solo por las grotescas imágenes de tortura y sufrimiento que nos muestra, sino por la genuinamente inhumana crueldad del "villano", el cual está tan desconectado de la realidad que quizás ni siquiera merezca tal calificativo. La frialdad clínica de sus acciones es más perturbadora que la "maldad" artificial de cualquier asesino genérico en el cine de "porno-tortura". Sin embargo Six no logra darle suficiente motivación al protagonista (y mucho menos a las víctimas), de modo que la cinta va cayendo en una tediosa rutina de sangre, sadismo y violencia que gradualmente se convierte en indiferencia. Y, peor aún, nos hace perder esperanza en la eventual llegada de una conclusión satisfactoria, o al menos lógica, que le de sentido a los excesos de la trama. Por otro lado, quizás ese fue el propósito del director... abrumar nuestros sentidos hasta el punto de la insensibilidad, y así evitar que nos decepcione el mediocre desenlace, ambiguo y abierto para simular intención artística... cuando en realidad se siente caprichoso e incompleto.
Hablando de "artístico", al menos diré que me gustó la cinematografía en blanco y negro. Ignoro si Six decidió usar alto contraste monocromático para darle a la cinta un barniz de "cine de arte", o si fue un truco para amenguar el horror de las torturas. Sin embargo no sé qué haya sido peor; creo que hubiera sido agobiante presenciar el arcoiris de fluidos corporales que se vierte en las más grotescas escenas de tortura; pero por otro lado la sangre negra provoca una reacción más profunda... como si las víctimas no fueran humanas, sino monstruos con entrañas que reflejan sus bajos instintos y despiadado comportamiento. También me gustó la valiente actuación de Laurence R. Harvey, absolutamente creíble en todo momento, ya sea como víctima (de su patética vida) o victimario (como asesino de inocentes). Y también aprecio que Tom Six haya encontrado la manera de reciclar el argumento de la primera película, pero dándole un contexto distinto que la hace parecer innovadora y "post-moderna", sin perder esa persistente incomodidad que se queda en la mente varios días después de haberla visto (me tuve que auto-recetar un maratón de Mystery Science Theater 3000 para "limpiar el paladar" mental).
Sobra decir que el director ya prepara la tercera parte, The Human Centipede 3: Final Sequence, así que aún hay tiempo para redimirse por este paso en falso y regresar a la horrible/cómica intensidad de la cinta original; la verdad no sé en qué otra dirección podría llevarse la historia, pero confío en que Six sabe lo que hace. O quizás sea un "one-hit wonder" destinado a un ingrato futuro en el "cine B" directo a DVD. Hablando de lo cual, aclaro que esta crítica se basa exclusivamente en el "director‘s cut". The Human Centipede 2: Full Sequence fue censurada en casi todos los países (y prohibida en algunos), así que me tomó un par de meses encontrar un DVD de dudosa legalidad en eBay con la versión completa; ignoro qué tan censurada esté la edición norteamericana o australiana, pero dudo que hayan "mejorado" la película quitándole las escenas más perturbadoras; en todo caso solo extirparon lo único que la hace notable. Porque, desafortunadamente, ninguna operación quirúrgica podría arreglar esta historia.
Calificación: 6.5
jueves, 30 de agosto de 2012
martes, 28 de agosto de 2012
The Raid: Redemption (Serbuan Maut)
Creo que nunca había visto una película de Indonesia, y quizás haya sido porque la estricta censura y elevados impuestos sobre la industria fílmica de ese país impidieron durante años el desarrollo de obras aptas para distribución internacional; pero afortunadamente las leyes están cambiando, y ahora podremos disfrutar (espero) obras tan entretenidas y bien realizadas como The Raid: Redemption, la cual toma elementos del cine de acción occidental y les da un agradable giro cultural para ofrecernos una historia simple que logra sorprender con su ingeniosa ejecución, elevados niveles de energía y asombrosos despliegues de artes marciales, muy distintas a las que habitualmente encontramos en el cine asiático.
El frenético argumento de The Raid: Redemption sigue un ambicioso operativo policíaco comandado por el veterano Teniente Wahyu (Pierre Gruno), cuyo propósito es recuperar el control de un edificio de departamentos que sirve como base de operaciones para un peligroso criminal llamado Tama (Ray Sahetapy). No solo tiene Tama sus "oficinas" en los pisos altos del edificio, sino que ha rentado la mayor parte de los departamentos a sus esbirros y soldados, de modo que hay casi quince pisos de oponentes por vencer. Algunos de los policías cuestionan la viabilidad del operativo y critican la falta de preparación del equipo, especialmente del joven novato Rama (Iko Uwais); pero las órdenes se han dado, y el bien armado escuadrón de agentes se infiltra por una puerta lateral para no llamar la atención. Desafortunadamente el Teniente Wahyu subestimó la preparación de Tama y sus esbirros, de modo que los policías se ven rápidamente acorralados por el ejército de criminales. ¿Lograrán cumplir su misión de arrestar al "capo" criminal? ¿O siquiera podrán salir con vida del edificio?
La trama es similar a Die Hard, pero en el "comentario del director" que acompaña el DVD, el escocés (?) Gareth Evans menciona que su principal influencia fue John Carpenter, lo cual parece un poco extraño; sin embargo, pensándolo bien, The Raid Redemption tiene muchas similitudes con Assault on Precinct 13 (por no mencionar unos cuantos "homenajes" a Escape From New York), aunque esta vez son los policías quienes invaden el cuartel de los criminales. La premisa incluye un desesperado "estado de sitio", interminables oleadas de anónimos matones, y algunas oportunas revelaciones para incrementar el drama y darles más motivación a los héroes. No obstante, lo que distingue The Raid: Redemption son las constantes peleas, increíblemente brutales y filmadas con una brillante combinación de tomas abiertas y encuadres cerrados con cámara en mano, de modo que podemos apreciar el movimiento de los atletas, y al mismo tiempo "sentir" de cerca los golpes e intensidad del contacto físico. Particularmente notables son las peleas con cuchillos, tan rápidas y violentas que ameritan hacer "rewind" para maravillarnos una y otra vez con la genial coreografía y los efectos especiales que simulan la penetración de los cuchillos y los "sprays" de sangre resultantes (son efectos especiales... ¿cierto?)
Las actuaciones son tan buenas como pueden esperarse en este tipo de películas; es obvio que los actores principales fueron elegidos más por su habilidad atlética que por su talento histriónico, pero aún así realizan un trabajo decente, y lo que no logran expresar por medio de actuación lo compensan con buena presencia escénica y suficiente carisma para hacerlos memorables. Iko Uwais es un perfecto "héroe inesperado", pues su baja estatura y fina complexión nos hacen subestimarlo inicialmente, para luego sorprendernos con su extraordinaria habilidad acrobática. Lo mismo aplica al temible “Perro Loco” (interpretado por Yayan Ruhian), cuya apariencia desaliñada y hasta ridícula ocultan un talento sobrehumano que va acompañado por el clásico "honor del guerrero" que define sus acciones. En otras palabras, es fácil imaginar que se convirtió en criminal no para ganar dinero, sino simplemente para encontrar contrincantes dignos de su atención. En comparación Ray Sahetapy (Tama, el villano principal) se siente un poco plano, y tal vez necesitaba más historia, o algún detalle para humanizarlo y evitar que fuera un simple "mcguffin" humano.
Entonces, The Raid: Redemption (¿de quién fue la "redención" exactamente?) cuenta una historia simple pero funcional, y su atracción reside sin duda en la acción, los "stunts" y la contundente dirección de Gareth Evans. Con eso basta y sobra para darle una entusiasta recomendación, y además estimo que servirá como “carta de presentación” para Uwais, una nueva estrella de las artes marciales en la disciplina "Silat", así como lo hizo Ong Bak hace casi diez años con el Muai Thai. Al parecer el estudio Screen Gems adquirió los derechos de The Raid: Redemption para hacer un re-make norteamericano, lo cual me parece absurdo, pues seguramente perderá su rústico estilo, junto con las pintorescas locaciones y entorno cultural; pero bueno, así se maneja la creatividad en Hollywood. Para el caso estoy mucho más interesado en la recién anunciada secuela The Raid: Retaliation, la cual será dirigida por el mismo Evans y conservará en lo posible al elenco (al menos los que "sobrevivieron"). En mi humilde opinión, esa secuela se acaba de convertir en una de mis películas más esperadas del 2013; y además podría representar la "redención" definitiva del cine indonés.
Calificación: 9
El frenético argumento de The Raid: Redemption sigue un ambicioso operativo policíaco comandado por el veterano Teniente Wahyu (Pierre Gruno), cuyo propósito es recuperar el control de un edificio de departamentos que sirve como base de operaciones para un peligroso criminal llamado Tama (Ray Sahetapy). No solo tiene Tama sus "oficinas" en los pisos altos del edificio, sino que ha rentado la mayor parte de los departamentos a sus esbirros y soldados, de modo que hay casi quince pisos de oponentes por vencer. Algunos de los policías cuestionan la viabilidad del operativo y critican la falta de preparación del equipo, especialmente del joven novato Rama (Iko Uwais); pero las órdenes se han dado, y el bien armado escuadrón de agentes se infiltra por una puerta lateral para no llamar la atención. Desafortunadamente el Teniente Wahyu subestimó la preparación de Tama y sus esbirros, de modo que los policías se ven rápidamente acorralados por el ejército de criminales. ¿Lograrán cumplir su misión de arrestar al "capo" criminal? ¿O siquiera podrán salir con vida del edificio?
La trama es similar a Die Hard, pero en el "comentario del director" que acompaña el DVD, el escocés (?) Gareth Evans menciona que su principal influencia fue John Carpenter, lo cual parece un poco extraño; sin embargo, pensándolo bien, The Raid Redemption tiene muchas similitudes con Assault on Precinct 13 (por no mencionar unos cuantos "homenajes" a Escape From New York), aunque esta vez son los policías quienes invaden el cuartel de los criminales. La premisa incluye un desesperado "estado de sitio", interminables oleadas de anónimos matones, y algunas oportunas revelaciones para incrementar el drama y darles más motivación a los héroes. No obstante, lo que distingue The Raid: Redemption son las constantes peleas, increíblemente brutales y filmadas con una brillante combinación de tomas abiertas y encuadres cerrados con cámara en mano, de modo que podemos apreciar el movimiento de los atletas, y al mismo tiempo "sentir" de cerca los golpes e intensidad del contacto físico. Particularmente notables son las peleas con cuchillos, tan rápidas y violentas que ameritan hacer "rewind" para maravillarnos una y otra vez con la genial coreografía y los efectos especiales que simulan la penetración de los cuchillos y los "sprays" de sangre resultantes (son efectos especiales... ¿cierto?)
Las actuaciones son tan buenas como pueden esperarse en este tipo de películas; es obvio que los actores principales fueron elegidos más por su habilidad atlética que por su talento histriónico, pero aún así realizan un trabajo decente, y lo que no logran expresar por medio de actuación lo compensan con buena presencia escénica y suficiente carisma para hacerlos memorables. Iko Uwais es un perfecto "héroe inesperado", pues su baja estatura y fina complexión nos hacen subestimarlo inicialmente, para luego sorprendernos con su extraordinaria habilidad acrobática. Lo mismo aplica al temible “Perro Loco” (interpretado por Yayan Ruhian), cuya apariencia desaliñada y hasta ridícula ocultan un talento sobrehumano que va acompañado por el clásico "honor del guerrero" que define sus acciones. En otras palabras, es fácil imaginar que se convirtió en criminal no para ganar dinero, sino simplemente para encontrar contrincantes dignos de su atención. En comparación Ray Sahetapy (Tama, el villano principal) se siente un poco plano, y tal vez necesitaba más historia, o algún detalle para humanizarlo y evitar que fuera un simple "mcguffin" humano.
Entonces, The Raid: Redemption (¿de quién fue la "redención" exactamente?) cuenta una historia simple pero funcional, y su atracción reside sin duda en la acción, los "stunts" y la contundente dirección de Gareth Evans. Con eso basta y sobra para darle una entusiasta recomendación, y además estimo que servirá como “carta de presentación” para Uwais, una nueva estrella de las artes marciales en la disciplina "Silat", así como lo hizo Ong Bak hace casi diez años con el Muai Thai. Al parecer el estudio Screen Gems adquirió los derechos de The Raid: Redemption para hacer un re-make norteamericano, lo cual me parece absurdo, pues seguramente perderá su rústico estilo, junto con las pintorescas locaciones y entorno cultural; pero bueno, así se maneja la creatividad en Hollywood. Para el caso estoy mucho más interesado en la recién anunciada secuela The Raid: Retaliation, la cual será dirigida por el mismo Evans y conservará en lo posible al elenco (al menos los que "sobrevivieron"). En mi humilde opinión, esa secuela se acaba de convertir en una de mis películas más esperadas del 2013; y además podría representar la "redención" definitiva del cine indonés.
Calificación: 9
domingo, 26 de agosto de 2012
El Dictador (The Dictator)
A mediados de los ochentas se le dio el nombre de "culture jamming" a un difuso movimiento artístico creado en los años cincuentas, el cual consistía en usar los medios de comunicación como "lienzo" para crear expresiones artísticas que satirizaban los mismos medios de comunicación y la sociedad que creía ciegamente en ellos. Ahora, medio siglo después, el "culture jamming" forma parte del entretenimiento popular gracias al Internet y la televisión por cable, siempre hambrientos de material nuevo y provocativo para atraer a un público cada vez más segmentado. Y no puede negarse que el más exitoso exponente de esta disciplina es el comediante Sacha Baron Cohen, quien supo convertir los medios de comunicación en cómplices (voluntarios o no) de su brutal sátira social, primero en su serie televisiva Da Ali G Show y luego en películas como Borat y Brüno. Sin embargo, para bien o para mal, su nueva cinta El Dictador adopta una forma narrativa más convencional donde se combinan arbitrariamente sus acostumbradas observaciones sobre la cultura norteamericana, y los clichés de las comedias contemporáneas. El resultado es bastante irregular, pero quizás hay suficientes risas y comentarios satíricos para disculpar los momentos tediosos o redundantes.
El dictador del título es Aladeen (Sacha Baron Cohen), tiránico gobernante de Wadiya, un país rico en petróleo y pobre en libertad, donde los caprichos de su "líder supremo" son la ley, lo cual presenta problemas cuando el mencionado líder es profundamente estúpido y egoísta (por ejemplo, Aladeen promulgó el uso de la palabra "Aladeen" como reemplazo de palabras que él no puede pronunciar... como "positivo" y "negativo"). El pueblo obviamente odia a Aladeen y hay frecuentes atentados contra su vida; por eso el dictador usa un doble en presentaciones públicas. Pero cuando el doble es asesinado, Aladeen y su Primer Ministro Tamir (Ben Kingsley) se ven obligados a buscar un reemplazo, y así encuentran al inocente Efawadh (Sacha Baron Cohen), cuyo parecido con Aladeen es tan notable que ciertos miembros del gabinete deciden planear un golpe de estado secreto, eliminando al auténtico Aladeen y usando a su doble como títere para firmar un tratado en las Naciones Unidas que les permitirá saquear los recursos del país. Aladeen escapa milagrosamente su ejecución, y termina perdido en las calles de Nueva York, sin recursos y sin su característica barba... ¿Terminará Aladeen sus días como "homeless", o logrará recuperar su legítimo puesto para seguir torturando a los habitantes de Wadiya?
Es mala suerte que El Dictador se haya estrenado en México tan cerca de El Doble del Diablo, pues sus argumentos tienen similitudes (¡e incluso varios chistes idénticos!) que me impidieron reír con las payasadas de Baron Cohen tras haber visto las atrocidades de un dictador real (bueno, el hijo de un dictador). Afortunadamente el asunto del doble pasa a segundo plano cuando Aladeen se pierde en Nueva York... y entonces la película se convierte en una moderna (y más vulgar) versión de Coming to America. Al mismo tiempo la trama pierde impulso y degenera en una serie de viñetas que explotan al máximo el cliché "pez fuera del agua", donde vemos al dictador usando su habitual insensibilidad y arrogancia mientras trata de buscar empleo y encontrar alguien que crea su descabellada (o desbarbada) historia. Algunas de estas viñetas funcionan perfectamente, tanto en el nivel humorístico como en el satírico, señalando algunos ridículos aspectos de la cultura norteamericana y burlándose de los extremos que ha alcanzado la "corrección política". Pero otras escenas se sienten antipáticas y repetitivas, como si el director Larry Charles creyera que se volverán graciosas si las alarga indefinidamente. Pero bueno, como dije al principio, el balance de chistes fallidos y exitosos tiende a quedar del lado Aladeen, así que mi opinión de la película fue generalmente Aladeen (¡Jo, jo, jo! ¡Usé el mismo chiste que la película!)
En este tipo de comedia rijosa y vulgar no hay mucho espacio para apreciar actuaciones o sutilezas artísticas, pero me gustó generalmente el trabajo de Sacha Baron Cohen, así como sus co-estrellas Ben Kingsley (desperdiciado en muy pocas escenas); Jason Mantzoukas en el papel de un ex-patriado del Medio Oriente que reconoce a Aladeen incluso sin barba; y Anna Faris (ahora con pelo oscuro y muy corto) como "hippie" y activista política que dirige las protestas en contra de Aladeen; su previo trabajo en las cintas Scary Movie la prepararon a la perfección para conservar su dignidad hasta en las más vulgares escenas (como cuando le enseña a Aladeen ciertas... técnicas de "auto-completación"). Entonces, quizás bastarían las risas para recomendar El Dictador, pero además hay que tomar en cuenta su sátira social, muy acertada y mordaz aunque no sea tan extrema como la que vimos en Borat. Y supongo que no fue coincidencia que El Dictador se estrena en año de elecciones norteamericanas, pues el gran discurso final de Aladeen no podría ser más obviamente partidista. En resumen, el "culture jamming" ya cambió de nombre y se integró al "mainstream", pero está en buenas manos, incluso cuando toma la forma de una comedia convencional; en este momento histórico de saturación mediática ya es un milagro que aún subsista.
Calificación: 8
El dictador del título es Aladeen (Sacha Baron Cohen), tiránico gobernante de Wadiya, un país rico en petróleo y pobre en libertad, donde los caprichos de su "líder supremo" son la ley, lo cual presenta problemas cuando el mencionado líder es profundamente estúpido y egoísta (por ejemplo, Aladeen promulgó el uso de la palabra "Aladeen" como reemplazo de palabras que él no puede pronunciar... como "positivo" y "negativo"). El pueblo obviamente odia a Aladeen y hay frecuentes atentados contra su vida; por eso el dictador usa un doble en presentaciones públicas. Pero cuando el doble es asesinado, Aladeen y su Primer Ministro Tamir (Ben Kingsley) se ven obligados a buscar un reemplazo, y así encuentran al inocente Efawadh (Sacha Baron Cohen), cuyo parecido con Aladeen es tan notable que ciertos miembros del gabinete deciden planear un golpe de estado secreto, eliminando al auténtico Aladeen y usando a su doble como títere para firmar un tratado en las Naciones Unidas que les permitirá saquear los recursos del país. Aladeen escapa milagrosamente su ejecución, y termina perdido en las calles de Nueva York, sin recursos y sin su característica barba... ¿Terminará Aladeen sus días como "homeless", o logrará recuperar su legítimo puesto para seguir torturando a los habitantes de Wadiya?
Es mala suerte que El Dictador se haya estrenado en México tan cerca de El Doble del Diablo, pues sus argumentos tienen similitudes (¡e incluso varios chistes idénticos!) que me impidieron reír con las payasadas de Baron Cohen tras haber visto las atrocidades de un dictador real (bueno, el hijo de un dictador). Afortunadamente el asunto del doble pasa a segundo plano cuando Aladeen se pierde en Nueva York... y entonces la película se convierte en una moderna (y más vulgar) versión de Coming to America. Al mismo tiempo la trama pierde impulso y degenera en una serie de viñetas que explotan al máximo el cliché "pez fuera del agua", donde vemos al dictador usando su habitual insensibilidad y arrogancia mientras trata de buscar empleo y encontrar alguien que crea su descabellada (o desbarbada) historia. Algunas de estas viñetas funcionan perfectamente, tanto en el nivel humorístico como en el satírico, señalando algunos ridículos aspectos de la cultura norteamericana y burlándose de los extremos que ha alcanzado la "corrección política". Pero otras escenas se sienten antipáticas y repetitivas, como si el director Larry Charles creyera que se volverán graciosas si las alarga indefinidamente. Pero bueno, como dije al principio, el balance de chistes fallidos y exitosos tiende a quedar del lado Aladeen, así que mi opinión de la película fue generalmente Aladeen (¡Jo, jo, jo! ¡Usé el mismo chiste que la película!)
En este tipo de comedia rijosa y vulgar no hay mucho espacio para apreciar actuaciones o sutilezas artísticas, pero me gustó generalmente el trabajo de Sacha Baron Cohen, así como sus co-estrellas Ben Kingsley (desperdiciado en muy pocas escenas); Jason Mantzoukas en el papel de un ex-patriado del Medio Oriente que reconoce a Aladeen incluso sin barba; y Anna Faris (ahora con pelo oscuro y muy corto) como "hippie" y activista política que dirige las protestas en contra de Aladeen; su previo trabajo en las cintas Scary Movie la prepararon a la perfección para conservar su dignidad hasta en las más vulgares escenas (como cuando le enseña a Aladeen ciertas... técnicas de "auto-completación"). Entonces, quizás bastarían las risas para recomendar El Dictador, pero además hay que tomar en cuenta su sátira social, muy acertada y mordaz aunque no sea tan extrema como la que vimos en Borat. Y supongo que no fue coincidencia que El Dictador se estrena en año de elecciones norteamericanas, pues el gran discurso final de Aladeen no podría ser más obviamente partidista. En resumen, el "culture jamming" ya cambió de nombre y se integró al "mainstream", pero está en buenas manos, incluso cuando toma la forma de una comedia convencional; en este momento histórico de saturación mediática ya es un milagro que aún subsista.
Calificación: 8
sábado, 25 de agosto de 2012
El Legado Bourne (The Bourne Legacy)
Ya que El Legado Bourne se trata de una secuela/reboot, quizás convenga hacer un breve recuento de la saga que le dio origen. En el año 2002, The Bourne Identity reveló una nueva estética en el cine de acción, más realista y violenta, pero al mismo tiempo cerebral y cargada de intriga para satisfacer al público cansado de los anacrónicos anti-héroes musculosos pero idiotas de los noventas. Las secuelas The Bourne Supremacy (2004) y The Bourne Ultimátum (2007) siguieron una línea similar, aunque complicaron tanto su argumento que, a decir verdad, no podría reconocerlas si las viera de nuevo (cosa que no tengo intención de hacer). Ahora, diez años después de la primera cinta, El Legado Bourne representa un nuevo inicio con un actor distinto, y me dio curiosidad descubrir si repetiría las rutinas de sus predecesoras o encontraría un nuevo camino. La respuesta es: las dos cosas... aunque tal vez sea demasiado temprano para juzgar.
Esta vez el argumento no está basado en las novelas de Robert Ludlum, sino únicamente "inspirado" en ellas: como vimos en la cinta anterior, el proyecto secreto de la CIA para crear súper-agentes fue revelado públicamente por Jason Bourne, lo cual condujo al arresto de los oficiales que trataban de matarlo. Sin embargo Bourne era tan solo un fragmento de la conspiración; y para mantener oculto el resto, el implacable investigador Eric Byer (Edward Norton) recibe la tarea de "limpiar" todos los proyectos secretos asociados al caso Bourne... lo cual incluye matar a los demás agentes que habían recibido mejoras físicas y mentales por medio de medicamentos y manipulación genética. Pero Aaron Cross (Jeremy Renner), uno de esos agentes, logra sobrevivir el atentado contra su vida; y sin saber por qué el gobierno lo está cazando, decide buscar sus propias respuestas. El primer paso de su investigación es hacerle una visita a la Dra. Marta Shearing (Rachel Weisz), quien trabaja en los laboratorios donde se sintetizan los compuestos que Cross debe tomar para mantener su aptitud física y mental. Pero cuando la encuentra se da cuenta de que ella también está marcada para "eliminación", así que deciden huir juntos para llegar al fondo de la situación. Sin embargo Byer no es el tipo de persona que acostumbra dejar cabos sueltos, y por lo tanto usará todos los recursos posibles para eliminar al agente y a la doctora que sabe demasiado.
El director y co-guionista Tony Gilroy sobrecarga la primera hora de la película con abundante palabrería, códigos secretos y "techno-babble" para disimular que El Legado Bourne es un refrito de la primera película (y, para el caso, también de las otras dos). Por más oficiales de alto nivel, intriga política y asesinos gubernamentales que añada a la historia, básicamente tenemos el cliché de "agente perseguido por su propio gobierno", que de algún modo tiene que aliarse con una guapa mujer para poder generar cierta tensión romántica que sirva como respaldo y motivación de las peleas, persecuciones y demás secuencias de acción. Pero bueno... a pesar de su falta de originalidad la receta funciona, e incluye suficientes giros y revelaciones para simular una progresión narrativa dinámica e impredecible, aunque en realidad sea todo lo contrario. También ayuda mucho la participación de excelentes actores en papeles antagónicos, empezando por el genial Edward Norton, uno de los pocos que podría crear un burócrata eficiente y amenazador. El director entiende que un thriller solo es tan bueno como sus villanos, y tuvo la buena idea de apoyar a Norton con actores de carácter de la talla de Donna Murphy, Albert Finney y sobre todo Stacy Keach... no hay nadie mejor para representar el patriotismo fuera de control.
En los papeles protagónicos tenemos al siempre confiable Jeremy Renner como muy decente reemplazo de Matt Damon, mostrando igual credibilidad para los momentos dramáticos y para las obligatorias persecuciones por los techos y callejones de una exótica ciudad (esta vez no es Europa, sino una locación más tropical). Rachel Weisz se siente un poco exagerada como la histérica Dra. Shearing; me gustaría alguna vez encontrar una "damisela en peligro" más ecuánime y centrada que el héroe mismo. Como sea, Weisz gana su sueldo sin pena ni gloria, y tampoco perderá la credibilidad de sus roles "serios" por interpretar el estelar femenino de esta simple cinta de acción. Hablando de lo cual, mi queja principal es con la dirección de Tony Gilroy, quien tiene la pésima costumbre de filmar casi todo en "close-up". En el caso de los diálogos, supongo que quiere registrar cada detalle dramático en el rostro de los actores; pero en el caso de las peleas y persecuciones lo único que logra es confundirnos con tomas borrosas e indefinidas que dan cierta sensación de movimiento, pero desperdician por completo la coreografía de las peleas y el trabajo de los "stunts". Quizás en este caso hubiera sido apropiado un director con más práctica en el género, como Len Wiseman o Louis Leterrier... después de todo, el libreto es tan simple que no necesitaba un "cineasta" dramático, sino tan solo un eficiente artista visual que supiera usar la cámara para lucir las virtudes de la cinta, y no solo para ocultar sus limitaciones.
Sin ser fan de la "saga Bourne", considero que El Legado Bourne fue un reinicio adecuado y debe juzgarse tan solo como “historia de origen“. Pudo ser mejor (con otro director) y quizás necesitará más elementos innovadores si es que quiere prosperar como franquicia independiente; pero al menos introdujo un sólido protagonista, muy buenos "villanos", y una premisa que respeta el espíritu de las novelas al mismo tiempo que forja su propio camino. Por otro lado, su único propósito es explotar el reconocimiento del nombre "Bourne" para sacarnos más dinero, así que la pondré en la categoría de "secuelas innecesarias", lo cual empaña un poco la recomendación que merece por méritos propios. A fin de cuentas, si la franquicia ya no resulta redituable para el estudio 20th Century Fox, podrían continuar la historia sin Renner en cintas directas a DVD con actores más baratos y locaciones menos exóticas. Quizás ese termine siendo el auténtico legado Bourne: un nombre que de un modo u otro seguirá haciendo dinero.
Calificación: 7
Esta vez el argumento no está basado en las novelas de Robert Ludlum, sino únicamente "inspirado" en ellas: como vimos en la cinta anterior, el proyecto secreto de la CIA para crear súper-agentes fue revelado públicamente por Jason Bourne, lo cual condujo al arresto de los oficiales que trataban de matarlo. Sin embargo Bourne era tan solo un fragmento de la conspiración; y para mantener oculto el resto, el implacable investigador Eric Byer (Edward Norton) recibe la tarea de "limpiar" todos los proyectos secretos asociados al caso Bourne... lo cual incluye matar a los demás agentes que habían recibido mejoras físicas y mentales por medio de medicamentos y manipulación genética. Pero Aaron Cross (Jeremy Renner), uno de esos agentes, logra sobrevivir el atentado contra su vida; y sin saber por qué el gobierno lo está cazando, decide buscar sus propias respuestas. El primer paso de su investigación es hacerle una visita a la Dra. Marta Shearing (Rachel Weisz), quien trabaja en los laboratorios donde se sintetizan los compuestos que Cross debe tomar para mantener su aptitud física y mental. Pero cuando la encuentra se da cuenta de que ella también está marcada para "eliminación", así que deciden huir juntos para llegar al fondo de la situación. Sin embargo Byer no es el tipo de persona que acostumbra dejar cabos sueltos, y por lo tanto usará todos los recursos posibles para eliminar al agente y a la doctora que sabe demasiado.
El director y co-guionista Tony Gilroy sobrecarga la primera hora de la película con abundante palabrería, códigos secretos y "techno-babble" para disimular que El Legado Bourne es un refrito de la primera película (y, para el caso, también de las otras dos). Por más oficiales de alto nivel, intriga política y asesinos gubernamentales que añada a la historia, básicamente tenemos el cliché de "agente perseguido por su propio gobierno", que de algún modo tiene que aliarse con una guapa mujer para poder generar cierta tensión romántica que sirva como respaldo y motivación de las peleas, persecuciones y demás secuencias de acción. Pero bueno... a pesar de su falta de originalidad la receta funciona, e incluye suficientes giros y revelaciones para simular una progresión narrativa dinámica e impredecible, aunque en realidad sea todo lo contrario. También ayuda mucho la participación de excelentes actores en papeles antagónicos, empezando por el genial Edward Norton, uno de los pocos que podría crear un burócrata eficiente y amenazador. El director entiende que un thriller solo es tan bueno como sus villanos, y tuvo la buena idea de apoyar a Norton con actores de carácter de la talla de Donna Murphy, Albert Finney y sobre todo Stacy Keach... no hay nadie mejor para representar el patriotismo fuera de control.
En los papeles protagónicos tenemos al siempre confiable Jeremy Renner como muy decente reemplazo de Matt Damon, mostrando igual credibilidad para los momentos dramáticos y para las obligatorias persecuciones por los techos y callejones de una exótica ciudad (esta vez no es Europa, sino una locación más tropical). Rachel Weisz se siente un poco exagerada como la histérica Dra. Shearing; me gustaría alguna vez encontrar una "damisela en peligro" más ecuánime y centrada que el héroe mismo. Como sea, Weisz gana su sueldo sin pena ni gloria, y tampoco perderá la credibilidad de sus roles "serios" por interpretar el estelar femenino de esta simple cinta de acción. Hablando de lo cual, mi queja principal es con la dirección de Tony Gilroy, quien tiene la pésima costumbre de filmar casi todo en "close-up". En el caso de los diálogos, supongo que quiere registrar cada detalle dramático en el rostro de los actores; pero en el caso de las peleas y persecuciones lo único que logra es confundirnos con tomas borrosas e indefinidas que dan cierta sensación de movimiento, pero desperdician por completo la coreografía de las peleas y el trabajo de los "stunts". Quizás en este caso hubiera sido apropiado un director con más práctica en el género, como Len Wiseman o Louis Leterrier... después de todo, el libreto es tan simple que no necesitaba un "cineasta" dramático, sino tan solo un eficiente artista visual que supiera usar la cámara para lucir las virtudes de la cinta, y no solo para ocultar sus limitaciones.
Sin ser fan de la "saga Bourne", considero que El Legado Bourne fue un reinicio adecuado y debe juzgarse tan solo como “historia de origen“. Pudo ser mejor (con otro director) y quizás necesitará más elementos innovadores si es que quiere prosperar como franquicia independiente; pero al menos introdujo un sólido protagonista, muy buenos "villanos", y una premisa que respeta el espíritu de las novelas al mismo tiempo que forja su propio camino. Por otro lado, su único propósito es explotar el reconocimiento del nombre "Bourne" para sacarnos más dinero, así que la pondré en la categoría de "secuelas innecesarias", lo cual empaña un poco la recomendación que merece por méritos propios. A fin de cuentas, si la franquicia ya no resulta redituable para el estudio 20th Century Fox, podrían continuar la historia sin Renner en cintas directas a DVD con actores más baratos y locaciones menos exóticas. Quizás ese termine siendo el auténtico legado Bourne: un nombre que de un modo u otro seguirá haciendo dinero.
Calificación: 7
viernes, 24 de agosto de 2012
Juan de los Muertos (Juan of the Dead)
La única película genuinamente cubana que recuerdo haber visto es Fresa y Chocolate, de 1993, la cual me pareció muy divertida por su humor, y muy interesante por ofrecernos una rara mirada a la sociedad de ese país, atrapada (o protegida, según puntos de vista) en una "burbuja cultural" impuesta por sus gobernantes. Y ahora, veinte años después, nos llega una nueva película cubana, Juan de los Muertos, utilizando el inesperado recurso del cine zombie para contar una historia simple en su forma, pero profunda en sus comentarios sobre Cuba moderna, la idiosincrasia de sus habitantes y su posible futuro. Ojalá más películas de zombies fueran tan ambiciosas y originales.
La mencionada trama sigue los venerables estándares del sub-género zombie: Juan (Alexis Díaz de Villegas) y su mejor amigo Lázaro (Jorge Molina) viven en los márgenes de La Habana, pescando, haciendo negocios (legales o no) donde pueden, y en general tratando de sobrevivir con el menor esfuerzo posible. Sin embargo, cuando la ciudad empieza a infestarse de zombies, Juan tendrá que madurar emocionalmente y aprender a tomar responsabilidad por sus amigos y su familia si es que quiere sobrevivir la situación. Pero antes, no puede dejar de aprovechar la oportunidad económica que le han dado los zombies...
La película con la que mejor podría compararse Juan de los Muertos es la genial Shaun of the Dead, no solo por el asunto de los muertos vivientes sino por ubicar su eje emocional en la evolución de un protagonista que empieza como "loser" y termina como "héroe a la fuerza". Además, Juan de los Muertos también basa su humor en la pintoresca personalidad colectiva de un pueblo, lo cual le da una identidad única para trascender los clichés que necesariamente integran su argumento. En otras palabras, no hay que verla como cualquier otra película de zombies, sino como un raro artefacto cultural que emplea el formato de horror como vehículo de su fascinante mensaje. Y el hecho de que exprese dicho mensaje con amplias dosis de humor solo la hace más divertida y accesible, de modo que podrá satisfacer por igual a "gorehounds", y a seguidores del "cine de arte" en busca del más reciente fenómeno cinematográfico realizado lejos (muy, muy lejos) del imperio hollywoodense.
Como puede suponerse, algunos elementos técnicos de Juan de los Muertos reflejan su carácter independiente; la cinematografía es buena, pero algunos efectos digitales tienen esa apariencia artificial y "des-integrada" de la realidad que con frecuencia encontramos en el cine de bajo presupuesto. Por el lado positivo los efectos prácticos de sangre y prostéticos son muy buenos, aunque no tan frecuentes como me hubiera gustado en una película con TANTOS zombies. Y esa es una de las cosas que más me sorprendió... la escala de Juan de los Muertos y su audaz uso de grandes multitudes (cierto, algunas son digitales) para mostrar el caos urbano de La Habana durante la epidemia zombificante. Hablando de lo cual, no hay que esperar muchas explicaciones sobre el origen de los muertos vivientes... a menos que consideremos como "explicación" los noticieros televisivos que parecen dirigir la culpa a cierto país imperialista que insiste en meter las narices en asuntos ajenos.
Pero bueno, como dije antes, lo importante es el comentario social, la amable crítica política (irreverente pero no inflamatoria) y el excelente trabajo de los actores, tan naturales que parecería que el director Alejandro Brugés simplemente reclutó ciudadanos comunes para dar vida a los pintorescos personajes. Alexis Díaz de Villegas es la obvia piedra puntal del elenco, y hace absolutamente creíble su evolución dramática, gracias en parte a que el libreto no deja que su cambio de actitud altere su auténtica personalidad; lo mismo aplica al simpático Jorge Molina en el papel del mejor amigo Lázaro (buen nombre para un personaje en una cinta de zombies), y a Jazz Vilá como "La China", cuya apariencia afeminada oculta un individuo ingenioso y más valiente que los vecinos que lo miran con desprecio. Si tuviera quejas de Juan de los Muertos sería que pierde energía durante su parte media, y los chistes no siempre funcionan por ser demasiado obvios o repetitivos. Entonces, no sé si pondría Juan de los Muertos en el distinguido nicho de obras maestras zombies, pero sin duda merece un lugar en la historia del cine político por todo lo que transmite su divertido argumento, y por ofrecernos calidad narrativa, humor e interesantes ideas a pesar de los obstáculos que encontró su producción. Es raro encontrar uno de estos "milagros cinematográficos", y por lo tanto merecen nuestro apoyo para que vuelvan a repetirse. Siempre y cuando lo permitan los disidentes imperialistas...
Calificación: 8.5
La mencionada trama sigue los venerables estándares del sub-género zombie: Juan (Alexis Díaz de Villegas) y su mejor amigo Lázaro (Jorge Molina) viven en los márgenes de La Habana, pescando, haciendo negocios (legales o no) donde pueden, y en general tratando de sobrevivir con el menor esfuerzo posible. Sin embargo, cuando la ciudad empieza a infestarse de zombies, Juan tendrá que madurar emocionalmente y aprender a tomar responsabilidad por sus amigos y su familia si es que quiere sobrevivir la situación. Pero antes, no puede dejar de aprovechar la oportunidad económica que le han dado los zombies...
La película con la que mejor podría compararse Juan de los Muertos es la genial Shaun of the Dead, no solo por el asunto de los muertos vivientes sino por ubicar su eje emocional en la evolución de un protagonista que empieza como "loser" y termina como "héroe a la fuerza". Además, Juan de los Muertos también basa su humor en la pintoresca personalidad colectiva de un pueblo, lo cual le da una identidad única para trascender los clichés que necesariamente integran su argumento. En otras palabras, no hay que verla como cualquier otra película de zombies, sino como un raro artefacto cultural que emplea el formato de horror como vehículo de su fascinante mensaje. Y el hecho de que exprese dicho mensaje con amplias dosis de humor solo la hace más divertida y accesible, de modo que podrá satisfacer por igual a "gorehounds", y a seguidores del "cine de arte" en busca del más reciente fenómeno cinematográfico realizado lejos (muy, muy lejos) del imperio hollywoodense.
Como puede suponerse, algunos elementos técnicos de Juan de los Muertos reflejan su carácter independiente; la cinematografía es buena, pero algunos efectos digitales tienen esa apariencia artificial y "des-integrada" de la realidad que con frecuencia encontramos en el cine de bajo presupuesto. Por el lado positivo los efectos prácticos de sangre y prostéticos son muy buenos, aunque no tan frecuentes como me hubiera gustado en una película con TANTOS zombies. Y esa es una de las cosas que más me sorprendió... la escala de Juan de los Muertos y su audaz uso de grandes multitudes (cierto, algunas son digitales) para mostrar el caos urbano de La Habana durante la epidemia zombificante. Hablando de lo cual, no hay que esperar muchas explicaciones sobre el origen de los muertos vivientes... a menos que consideremos como "explicación" los noticieros televisivos que parecen dirigir la culpa a cierto país imperialista que insiste en meter las narices en asuntos ajenos.
Pero bueno, como dije antes, lo importante es el comentario social, la amable crítica política (irreverente pero no inflamatoria) y el excelente trabajo de los actores, tan naturales que parecería que el director Alejandro Brugés simplemente reclutó ciudadanos comunes para dar vida a los pintorescos personajes. Alexis Díaz de Villegas es la obvia piedra puntal del elenco, y hace absolutamente creíble su evolución dramática, gracias en parte a que el libreto no deja que su cambio de actitud altere su auténtica personalidad; lo mismo aplica al simpático Jorge Molina en el papel del mejor amigo Lázaro (buen nombre para un personaje en una cinta de zombies), y a Jazz Vilá como "La China", cuya apariencia afeminada oculta un individuo ingenioso y más valiente que los vecinos que lo miran con desprecio. Si tuviera quejas de Juan de los Muertos sería que pierde energía durante su parte media, y los chistes no siempre funcionan por ser demasiado obvios o repetitivos. Entonces, no sé si pondría Juan de los Muertos en el distinguido nicho de obras maestras zombies, pero sin duda merece un lugar en la historia del cine político por todo lo que transmite su divertido argumento, y por ofrecernos calidad narrativa, humor e interesantes ideas a pesar de los obstáculos que encontró su producción. Es raro encontrar uno de estos "milagros cinematográficos", y por lo tanto merecen nuestro apoyo para que vuelvan a repetirse. Siempre y cuando lo permitan los disidentes imperialistas...
Calificación: 8.5
jueves, 23 de agosto de 2012
Cine Clásico: The Boogens (1981)
A pesar de sus orígenes ochenteros la película The Boogens no es muy conocida, y rara vez se menciona entre las clásicas de aquella época. Por eso me dio mucho gusto su reciente lanzamiento en Blu-Ray, restaurada y con un "comentario del director" superficial, pero de cualquier forma informativo (sobre todo tratándose de una obra semi-perdida). Y si bien la cinta no me pareció tan buena como yo recordaba, definitivamente tiene puntos de interés tanto para el estudioso del terror como para audiencias casuales en busca de una modesta historia de monstruos que hace adecuado uso de los clichés comunes en las "creature features" de la misma década.
The Boogens comienza con un prólogo que narra el descubrimiento de un rico filón de plata en las montañas Rocallosas a fines del siglo diecinueve. La súbita riqueza del subsuelo atrajo nuevas industrias, promovió el crecimiento económico de la región, y contribuyó al establecimiento de una pequeña ciudad llamada Silver City. Sin embargo la prosperidad duró apenas un par de décadas, pues los frecuentes accidentes y muertes misteriosas en las entrañas de la mina acarrearon su clausura, y Silver City se convirtió en un pueblo fantasma de la noche a la mañana. Ochenta años después, un nuevo equipo de mineros se dispone a explorar la mina para evaluar la posibilidad de re-abrirla, pero encuentran varios derrumbes que impiden el paso; la mejor solución, desde luego, es dinamitar los bloqueos... y entonces, sin darse cuenta, los mineros liberan algo que ahora acecha a los habitantes del pueblo y se mueve silenciosamente bajo sus pies. ¿Cuántos lograrán sobrevivir la amenaza de los "Boogens"?
El principal problema de The Boogens es la frustrante lentitud de su primera mitad. Los protagonistas son cuatro jóvenes (dos hombres y dos mujeres), cuyos blandos romances y flojo humor ocupan cuarenta y cinco minutos de inofensivo relleno, donde solo de vez en cuando tenemos atisbos a la criatura (o criaturas) en busca de víctimas tras su largo encierro en la mina. Al menos las cabriolas de un perrito poodle llamado "Tiger" (increíblemente bien amaestrado) arrancan algunas sonrisas y hacen más llevaderas estas parsimoniosas escenas iniciales. Pero cuando finalmente comienzan los ataques y se revela la amenaza subterránea, la cinta cobra vida, adoptando un tono más sombrío que complementa la atmósfera del pueblo semi-desierto y permite el libre flujo de sangre con ayuda de algunos eficientes efectos prácticos para ilustrar las muertes provocadas por el monstruo. El director James L. Conway (quizás más conocido por Hangar 18) tiene un estilo natural y hasta prosaico; pero en cierto modo ese sutil enfoque contribuye al suspenso de la cinta, gracias a que no anuncia los sobresaltos, ni garantiza un final feliz.
Los actores tienen talento igual o superior al estándar del horror ochentero. La ausencia de "estrellas" dificulta predecir los sobrevivientes (aunque no sea una cinta "slasher" sabemos que habrá una chica final), y el uso de extras locales y mineros reales contribuye a la textura semi-realista de la cinta (qué diferencia con el "casting" moderno, donde hasta los extras parecen supermodelos). También merece mención la excelente música incidental de Bob Summers, obviamente inspirada en las cintas "terror nuclear" de los años cincuentas (me gustó tanto como la de Them!). Sin embargo, The Boogens se quedó corta en los aspectos creativos, y aunque sea razonablemente entretenida, no podría asignarle el calificativo de "joya olvidada", especialmente si la comparamos con otras obras de similar tema y muy superior calidad (o al menos más imaginación) como The Deadly Spawn, The Kindred y Forbidden World. Aún así fue un placer verla de nuevo después de tantos años (aunque dudo que haya justificado los 20 dólares del Blu-Ray), y sin duda es precursora de otras reliquias perdidas que por fin serán descubiertas por las nuevas generaciones (aunque sea irónicamente)… o al menos por viejos como yo. En resumen, The Boogens necesitaba un mejor monstruo, mayor escala, o una mitología más interesante para garantizar su posición en el salón de la fama ochentero; sin embargo a veces no hace falta tanto para pasar una divertida velada de nostálgico horror "kitsch". Después de tanta basura moderna directa a DVD, se aprecian más estos anacrónicos placeres.
Calificación: 7.5
The Boogens comienza con un prólogo que narra el descubrimiento de un rico filón de plata en las montañas Rocallosas a fines del siglo diecinueve. La súbita riqueza del subsuelo atrajo nuevas industrias, promovió el crecimiento económico de la región, y contribuyó al establecimiento de una pequeña ciudad llamada Silver City. Sin embargo la prosperidad duró apenas un par de décadas, pues los frecuentes accidentes y muertes misteriosas en las entrañas de la mina acarrearon su clausura, y Silver City se convirtió en un pueblo fantasma de la noche a la mañana. Ochenta años después, un nuevo equipo de mineros se dispone a explorar la mina para evaluar la posibilidad de re-abrirla, pero encuentran varios derrumbes que impiden el paso; la mejor solución, desde luego, es dinamitar los bloqueos... y entonces, sin darse cuenta, los mineros liberan algo que ahora acecha a los habitantes del pueblo y se mueve silenciosamente bajo sus pies. ¿Cuántos lograrán sobrevivir la amenaza de los "Boogens"?
El principal problema de The Boogens es la frustrante lentitud de su primera mitad. Los protagonistas son cuatro jóvenes (dos hombres y dos mujeres), cuyos blandos romances y flojo humor ocupan cuarenta y cinco minutos de inofensivo relleno, donde solo de vez en cuando tenemos atisbos a la criatura (o criaturas) en busca de víctimas tras su largo encierro en la mina. Al menos las cabriolas de un perrito poodle llamado "Tiger" (increíblemente bien amaestrado) arrancan algunas sonrisas y hacen más llevaderas estas parsimoniosas escenas iniciales. Pero cuando finalmente comienzan los ataques y se revela la amenaza subterránea, la cinta cobra vida, adoptando un tono más sombrío que complementa la atmósfera del pueblo semi-desierto y permite el libre flujo de sangre con ayuda de algunos eficientes efectos prácticos para ilustrar las muertes provocadas por el monstruo. El director James L. Conway (quizás más conocido por Hangar 18) tiene un estilo natural y hasta prosaico; pero en cierto modo ese sutil enfoque contribuye al suspenso de la cinta, gracias a que no anuncia los sobresaltos, ni garantiza un final feliz.
Los actores tienen talento igual o superior al estándar del horror ochentero. La ausencia de "estrellas" dificulta predecir los sobrevivientes (aunque no sea una cinta "slasher" sabemos que habrá una chica final), y el uso de extras locales y mineros reales contribuye a la textura semi-realista de la cinta (qué diferencia con el "casting" moderno, donde hasta los extras parecen supermodelos). También merece mención la excelente música incidental de Bob Summers, obviamente inspirada en las cintas "terror nuclear" de los años cincuentas (me gustó tanto como la de Them!). Sin embargo, The Boogens se quedó corta en los aspectos creativos, y aunque sea razonablemente entretenida, no podría asignarle el calificativo de "joya olvidada", especialmente si la comparamos con otras obras de similar tema y muy superior calidad (o al menos más imaginación) como The Deadly Spawn, The Kindred y Forbidden World. Aún así fue un placer verla de nuevo después de tantos años (aunque dudo que haya justificado los 20 dólares del Blu-Ray), y sin duda es precursora de otras reliquias perdidas que por fin serán descubiertas por las nuevas generaciones (aunque sea irónicamente)… o al menos por viejos como yo. En resumen, The Boogens necesitaba un mejor monstruo, mayor escala, o una mitología más interesante para garantizar su posición en el salón de la fama ochentero; sin embargo a veces no hace falta tanto para pasar una divertida velada de nostálgico horror "kitsch". Después de tanta basura moderna directa a DVD, se aprecian más estos anacrónicos placeres.
Calificación: 7.5
miércoles, 22 de agosto de 2012
Iron Sky
Dudo mucho que el siguiente gran paso del cine sea la imagen 4K proyectada a 48 c.p.s. (por mucho que insista Peter Jackson); tampoco lo será el avance en cámaras digitales de bajo costo; y mucho menos lo será el perfeccionamiento de la fotografía y proyección tridimensional. No, el siguiente gran paso no estará en los aspectos técnicos del cine, sino en un replanteamiento de los esquemas económicos y creativos que hoy sustentan a la industria entera. La proliferación del "crowdsourcing" y "crowdfunding" está demostrando que (para bien o para mal), el Internet pone el poder en manos de la gente común. En el pasado la contribución de los fans estaba limitada a "series web" como The Guild y Pioneer One; pero últimamente hemos encontrado películas "de verdad" financiadas con donativos públicos (como The Tunnel) o por medio de Kickstarter (como la excelente Absentia), así como obras realizadas en colaboración creativa con su público meta... lo cual nos lleva a la co-producción finlandesa-alemana-australiana Iron Sky. Cierto, quizás esta "colaboración creativa" aún necesita madurar y refinarse bastante, pero por lo pronto esta película sirve como innegable evidencia de que es posible crear cine con buen contenido e impecable manufactura sin interferencia de estudios anticuados ni ejecutivos entrometidos.
La trama de Iron Sky se desarrolla en el año 2018. La Presidenta de los Estados Unidos (Sarah Pal..., perdón, Stephanie Paul) está preocupada porque su bajo "rating" en las encuestas podría arruinar sus esperanzas de re-elección, así que necesita una estrategia de relaciones públicas que la ponga al frente de la carrera electoral. Como parte de dicha estrategia la NASA envía un vehículo a la Luna por primera vez en casi cincuenta años, tripulado por el modelo masculino James Washington (Christopher Kirby), cuya función es hacer la misión más "fotogénica" e interesante para el público. Sin embargo, para su enorme sorpresa, lo que descubren en la Luna es una inmensa base militar nazi, construida a fines de la Segunda Guerra Mundial como refugio de la "elite" tras la caída del Tercer Reich. Durante medio siglo el nuevo Führer Wolfgang Kortzfleisch (Udo Kier) planeó la conquista de la Tierra con ayuda de su jefe científico, el Doctor Richter (Tilo Prückner), pero carecían de tecnología suficientemente avanzada para controlar su inmensa nave de ataque; sin embargo el teléfono móvil de Washington tiene el procesador más poderoso que Richter ha visto y de inmediato lo confisca para preparar la invasión. Entonces, cuando llega la primera avanzada nazi a Nueva York, la Presidenta se da cuenta de que acaba de encontrar al enemigo perfecto para iniciar una guerra que seguramente restaurará su imagen patriótica ante los ciudadanos norteamericanos...
Tan solo el concepto de "nazis en la Luna" hubiera bastado para hacer una divertida película de ciencia ficción "retro"; pero el director Timo Vuorensola buscó algo más relevante, y tomó la ruta de la sátira política para denunciar el extremismo ideológico de algunos gobernantes (o aspirantes a gobernantes) que explotan el racismo e intolerancia de la gente para su beneficio personal, en vez de promover el bien común. Entiendo el punto de este mensaje, y sin duda ofrece muchas válidas (y muy graciosas) observaciones... pero honestamente me pareció demasiado pesado y hasta innecesario, pues muchas veces termina obstruyendo los más interesantes y creativos aspectos de "historia alternativa" que ofrece el libreto. La experiencia me hizo recordar la cinta Black Dynamite... es totalmente distinta a Iron Sky en tema y estilo, pero ambas se apoyaron excesivamente en la sátira, cuando sus elementos narrativos "puros" hubieran bastado para hacer muy decentes y entretenidas películas. Pero bueno, el tema político es tan subjetivo como la comedia misma, así que no descartaré la posibilidad de que el balance de Iron Sky sea mejor recibido por otras personas.
En lo que respecta a la ciencia ficción, la cinta propone ideas interesantes como respaldo de imágenes genuinamente impresionantes. La supuesta existencia de "ovnis nazis" ha sido uno de los tópicos más controversiales y provocativos en la "ufología" contemporánea, y aunque carece de sustento histórico me parece un fascinante punto de partida para elaborar el excéntrico e imaginativo argumento de Iron Sky. En particular me gustó la sub-trama de la maestra Renate Richter (interpretada por Julia Dietze), quien forma parte de la nueva generación de "nazis" educados desde niños bajo los preceptos de esta doctrina, y que por lo tanto no tienen malicia alguna cuando hablan de "pureza racial" o cuando se asombran por la existencia de un hombre negro. No sé si habrá sido accidente, pero me pareció una brillante subversión (o refutación, según como se vea) de los temas fascistas que empleaba la ciencia ficción de los años cincuentas, la cual a su vez inspira muchos de sus conceptos visuales y pseudo-científicos de esta película. Y, hablando de visuales, definitivamente merecen aplauso los efectos especiales, cuya elevada calidad desafía el reducido presupuesto de la cinta. Quizás no estén al nivel de The Avengers o Transformers, pero muestran claramente el potencial de estudios pequeños con las herramientas y talento necesarios para competir con el "establishment" de Hollywood sin sacrificar la escala del proyecto o el realismo de las imágenes. Ojalá sirva de inspiración para una nueva generación de cineastas "DIY" (Hágalo Usted Mismo); los efectos no salvan las películas, pero siempre ayudan a hacerlas más atractivas.
Entonces, puedo recomendar con entusiasmo Iron Sky pues, aunque no tragué por completo su mensaje político, tiene abundantes aspectos positivos que tienden a reducir la pesadez de su discurso ideológico (no me malinterpreten... estoy de acuerdo con el mensaje político; el problema fue que, en mi humilde opinión, debió ser más sutil para no diluir ni enviciar los fantásticos conceptos de ciencia ficción que lo sustentan). Además, es una de las mejores películas (hasta el momento) creada con influencia directa de sus fans, y establece un elevado estándar que tendrán que alcanzar (o superar) las futuras producciones realizadas bajo este mismo sistema (como la próxima Space Command, de Marc Zicree). Siendo realistas, no creo que realmente vayan a desaparecer los estudios; pero me da mucho gusto tener una alternativa que, sin ser perfecta, combina la visión de cineastas y aficionados para mejorar nuestra experiencia en el cine. O en nuestra conexión neural a Internet. Ese es el "gran paso" que realmente estoy esperando.
Calificación: 8.5
La trama de Iron Sky se desarrolla en el año 2018. La Presidenta de los Estados Unidos (Sarah Pal..., perdón, Stephanie Paul) está preocupada porque su bajo "rating" en las encuestas podría arruinar sus esperanzas de re-elección, así que necesita una estrategia de relaciones públicas que la ponga al frente de la carrera electoral. Como parte de dicha estrategia la NASA envía un vehículo a la Luna por primera vez en casi cincuenta años, tripulado por el modelo masculino James Washington (Christopher Kirby), cuya función es hacer la misión más "fotogénica" e interesante para el público. Sin embargo, para su enorme sorpresa, lo que descubren en la Luna es una inmensa base militar nazi, construida a fines de la Segunda Guerra Mundial como refugio de la "elite" tras la caída del Tercer Reich. Durante medio siglo el nuevo Führer Wolfgang Kortzfleisch (Udo Kier) planeó la conquista de la Tierra con ayuda de su jefe científico, el Doctor Richter (Tilo Prückner), pero carecían de tecnología suficientemente avanzada para controlar su inmensa nave de ataque; sin embargo el teléfono móvil de Washington tiene el procesador más poderoso que Richter ha visto y de inmediato lo confisca para preparar la invasión. Entonces, cuando llega la primera avanzada nazi a Nueva York, la Presidenta se da cuenta de que acaba de encontrar al enemigo perfecto para iniciar una guerra que seguramente restaurará su imagen patriótica ante los ciudadanos norteamericanos...
Tan solo el concepto de "nazis en la Luna" hubiera bastado para hacer una divertida película de ciencia ficción "retro"; pero el director Timo Vuorensola buscó algo más relevante, y tomó la ruta de la sátira política para denunciar el extremismo ideológico de algunos gobernantes (o aspirantes a gobernantes) que explotan el racismo e intolerancia de la gente para su beneficio personal, en vez de promover el bien común. Entiendo el punto de este mensaje, y sin duda ofrece muchas válidas (y muy graciosas) observaciones... pero honestamente me pareció demasiado pesado y hasta innecesario, pues muchas veces termina obstruyendo los más interesantes y creativos aspectos de "historia alternativa" que ofrece el libreto. La experiencia me hizo recordar la cinta Black Dynamite... es totalmente distinta a Iron Sky en tema y estilo, pero ambas se apoyaron excesivamente en la sátira, cuando sus elementos narrativos "puros" hubieran bastado para hacer muy decentes y entretenidas películas. Pero bueno, el tema político es tan subjetivo como la comedia misma, así que no descartaré la posibilidad de que el balance de Iron Sky sea mejor recibido por otras personas.
En lo que respecta a la ciencia ficción, la cinta propone ideas interesantes como respaldo de imágenes genuinamente impresionantes. La supuesta existencia de "ovnis nazis" ha sido uno de los tópicos más controversiales y provocativos en la "ufología" contemporánea, y aunque carece de sustento histórico me parece un fascinante punto de partida para elaborar el excéntrico e imaginativo argumento de Iron Sky. En particular me gustó la sub-trama de la maestra Renate Richter (interpretada por Julia Dietze), quien forma parte de la nueva generación de "nazis" educados desde niños bajo los preceptos de esta doctrina, y que por lo tanto no tienen malicia alguna cuando hablan de "pureza racial" o cuando se asombran por la existencia de un hombre negro. No sé si habrá sido accidente, pero me pareció una brillante subversión (o refutación, según como se vea) de los temas fascistas que empleaba la ciencia ficción de los años cincuentas, la cual a su vez inspira muchos de sus conceptos visuales y pseudo-científicos de esta película. Y, hablando de visuales, definitivamente merecen aplauso los efectos especiales, cuya elevada calidad desafía el reducido presupuesto de la cinta. Quizás no estén al nivel de The Avengers o Transformers, pero muestran claramente el potencial de estudios pequeños con las herramientas y talento necesarios para competir con el "establishment" de Hollywood sin sacrificar la escala del proyecto o el realismo de las imágenes. Ojalá sirva de inspiración para una nueva generación de cineastas "DIY" (Hágalo Usted Mismo); los efectos no salvan las películas, pero siempre ayudan a hacerlas más atractivas.
Entonces, puedo recomendar con entusiasmo Iron Sky pues, aunque no tragué por completo su mensaje político, tiene abundantes aspectos positivos que tienden a reducir la pesadez de su discurso ideológico (no me malinterpreten... estoy de acuerdo con el mensaje político; el problema fue que, en mi humilde opinión, debió ser más sutil para no diluir ni enviciar los fantásticos conceptos de ciencia ficción que lo sustentan). Además, es una de las mejores películas (hasta el momento) creada con influencia directa de sus fans, y establece un elevado estándar que tendrán que alcanzar (o superar) las futuras producciones realizadas bajo este mismo sistema (como la próxima Space Command, de Marc Zicree). Siendo realistas, no creo que realmente vayan a desaparecer los estudios; pero me da mucho gusto tener una alternativa que, sin ser perfecta, combina la visión de cineastas y aficionados para mejorar nuestra experiencia en el cine. O en nuestra conexión neural a Internet. Ese es el "gran paso" que realmente estoy esperando.
Calificación: 8.5
domingo, 19 de agosto de 2012
Los Indestructibles 2 (The Expendables 2)
La película The Expendables (del 2010) me pareció mejor en concepto que en ejecución. Claro, tenía algunas notables secuencias de acción, espectaculares explosiones y efectos especiales con delicioso sabor "retro", pero su argumento carecía de cohesión y parecía armado con escenas filmadas al azar, según la disponibilidad de su ilustre elenco. No obstante, sirvió como un raro artefacto de apoteótica nostalgia al reunir en una sola película a las más grandes estrellas del cine de acción ochentero, junto con algunas figuras contemporáneas para balancear el atractivo de la película. Ahora, con la segunda parte Los Indestructibles 2 (bonita traducción al español, que contradice exactamente la intención del título original), el productor/actor/co-escritor/chef Sylvester Stallone rectifica algunos de esos problemas y, aunque sigue teniendo agujeros e inconsistencias editoriales, la experiencia es mucho más consistente y divertida... por no mencionar que hay mayor oportunidad de lucir a las mencionadas estrellas, y de invitar nuevos amigos a la fiesta...
La cinta comienza con una impresionante mirada al más reciente "trabajo" de Barney Ross (Sylvester Stallone) y su equipo de mercenarios, para demostrar que siguen tan eficientes y violentos como simpre. Posteriormente Ross tiene un improvisado encuentro con el enigmático Church (Bruce Willis), quien amenaza con encarcelarlos por los eventos que vimos en la primera película; su única salvación es aceptar una misión aparentemente sencilla: escoltar y proteger a una experta en seguridad llamada Maggie Chan (Nan Yu) durante la búsqueda de un importante artefacto que iba a bordo de un avión derribado sobre territorio chino. Ross se ve obligado a aceptar el trabajo y parte en su desvencijado avión hacia China en compañía de su mejor amigo Lee (Jason Statham), el violento e inestable Gunner (Dolph Lundgren), los locuaces Hale Ceasar (Terry Crews) y Toll Road (Randy Couture), la taciturna Maggie, y Billy the Kid (Liam Hemsworth), un joven francotirador recién integrado al equipo. Desafortunadamente no son los únicos que buscan el avión derribado; y cuando Ross y sus mercenarios enfrentan al maniático Vilain (Jean-Claude van Damme) y su cartel de asesinos, se dan cuenta de que no solo están en juego sus vidas (y su reputación), sino la seguridad del mundo entero...
El primer gran acierto de Sylvester Stallone en Los Indestructibles 2 fue contratar a un director de verdad. No lo digo como insulto hacia Stallone; obviamente tiene talento, e incluso lo vimos en plena forma como director de acción en la cuarta parte de Rambo. Sin embargo la adición de Simon West (Con Air, The Mechanic) fortaleció la organización de la producción, así como la coherencia de la historia. Como dije antes, siguen existiendo algunos saltos lógicos y momentos forzados (sí, para introducir más estrellas de acción), pero hay una mejoría considerable en lo que respecta a la integridad narrativa de la película. La dirección de West hace que "peguen" mejor las escenas, acentúa el suspenso de las batallas, e incluso alcanza niveles emocionales que rara vez encontramos en una cinta de este estilo. Por el lado de los actores, encontré mucho mejor química entre Stallone, Statham y el resto del equipo. Dolph Lundgren sigue siendo "comic relief" y enfrenta sus escenas con apropiado humor (aunque faltó una escena a solas con Van Damme... hubiera sido una excelente promoción de la próxima Universal Soldier); Nan Yu (más conocida en China por sus roles dramáticos) añade un "toque femenino" (pero no delicado) al equipo, y Liam Hemsworth es una excelente adición como novato mercenario aún indeciso sobre el azaroso oficio que eligió. Bruce Willis y Arnold Scharzenegger tiene papeles un poco más significativos que en la primera película, pero no pasan de ser figuras secundarias más valiosas por su importancia cultural (y "one-liners") que por su utilidad en la trama. Y, finalmente, Jean Claude van Damme encarna con entusiasmo al típico villano ochentero: arrogante, afectado... y mal actor (quizás esto último fue accidental, pero le sienta bien al personaje). Ah, y para fans de Jet Li... mala suerte; apenas sale cinco minutos y tiene que irse rápidamente a filmar comerciales, o algo así.
La acción de Los Indestructibles 2 es apropiadamente violenta, exagerada y sangrienta. Fue un placer encontrar chorros de sangre, decapitaciones, y demás despliegues de efectos especiales que han brillado por su ausencia en el cine de acción producido en años recientes, casi siempre condenado al blando "PG-13" por razones comerciales (no digo que Battleship o Snow White and the Huntsman hubieran mejorado mucho con la adición de "headshots" y explosiones arteriales, pero al menos parecerían más impactantes). Hablando de lo cual, otra "estrella" que regresó en esta secuela fue la escopeta automática AA-12, con su inolvidable y ensordecedor sonido. En fin... prefiero dejar corta esta crítica para no arruinar los mejores momentos de Los Indestructibles 2. Baste decir que me pareció muy superior a la original, y aunque la historia sigue siendo hueca y desechable (¿mencioné los múltiples agujeros y escenas forzadas?), cumple su labor como justificación de brutales peleas, delirantes persecuciones y ridículos "stunts" absolutamente inverosímiles pero muy entretenidos. Me alegra decir que Stallone encontró otra franquicia con enorme potencial, y casi no hay límite para el número de actores que podría introducir en el futuro como complemento de su "equipo base". Por lo pronto voy a sugerir para The Expendables 3 a Olivier Gruner, Sigourney Weaver y Bruce Campbell. Bueno, y también a Steven Seagal... si encuentran un antídoto contra su ego. Ahí tienen su próxima misión.
Calificación: 8.5
La cinta comienza con una impresionante mirada al más reciente "trabajo" de Barney Ross (Sylvester Stallone) y su equipo de mercenarios, para demostrar que siguen tan eficientes y violentos como simpre. Posteriormente Ross tiene un improvisado encuentro con el enigmático Church (Bruce Willis), quien amenaza con encarcelarlos por los eventos que vimos en la primera película; su única salvación es aceptar una misión aparentemente sencilla: escoltar y proteger a una experta en seguridad llamada Maggie Chan (Nan Yu) durante la búsqueda de un importante artefacto que iba a bordo de un avión derribado sobre territorio chino. Ross se ve obligado a aceptar el trabajo y parte en su desvencijado avión hacia China en compañía de su mejor amigo Lee (Jason Statham), el violento e inestable Gunner (Dolph Lundgren), los locuaces Hale Ceasar (Terry Crews) y Toll Road (Randy Couture), la taciturna Maggie, y Billy the Kid (Liam Hemsworth), un joven francotirador recién integrado al equipo. Desafortunadamente no son los únicos que buscan el avión derribado; y cuando Ross y sus mercenarios enfrentan al maniático Vilain (Jean-Claude van Damme) y su cartel de asesinos, se dan cuenta de que no solo están en juego sus vidas (y su reputación), sino la seguridad del mundo entero...
El primer gran acierto de Sylvester Stallone en Los Indestructibles 2 fue contratar a un director de verdad. No lo digo como insulto hacia Stallone; obviamente tiene talento, e incluso lo vimos en plena forma como director de acción en la cuarta parte de Rambo. Sin embargo la adición de Simon West (Con Air, The Mechanic) fortaleció la organización de la producción, así como la coherencia de la historia. Como dije antes, siguen existiendo algunos saltos lógicos y momentos forzados (sí, para introducir más estrellas de acción), pero hay una mejoría considerable en lo que respecta a la integridad narrativa de la película. La dirección de West hace que "peguen" mejor las escenas, acentúa el suspenso de las batallas, e incluso alcanza niveles emocionales que rara vez encontramos en una cinta de este estilo. Por el lado de los actores, encontré mucho mejor química entre Stallone, Statham y el resto del equipo. Dolph Lundgren sigue siendo "comic relief" y enfrenta sus escenas con apropiado humor (aunque faltó una escena a solas con Van Damme... hubiera sido una excelente promoción de la próxima Universal Soldier); Nan Yu (más conocida en China por sus roles dramáticos) añade un "toque femenino" (pero no delicado) al equipo, y Liam Hemsworth es una excelente adición como novato mercenario aún indeciso sobre el azaroso oficio que eligió. Bruce Willis y Arnold Scharzenegger tiene papeles un poco más significativos que en la primera película, pero no pasan de ser figuras secundarias más valiosas por su importancia cultural (y "one-liners") que por su utilidad en la trama. Y, finalmente, Jean Claude van Damme encarna con entusiasmo al típico villano ochentero: arrogante, afectado... y mal actor (quizás esto último fue accidental, pero le sienta bien al personaje). Ah, y para fans de Jet Li... mala suerte; apenas sale cinco minutos y tiene que irse rápidamente a filmar comerciales, o algo así.
La acción de Los Indestructibles 2 es apropiadamente violenta, exagerada y sangrienta. Fue un placer encontrar chorros de sangre, decapitaciones, y demás despliegues de efectos especiales que han brillado por su ausencia en el cine de acción producido en años recientes, casi siempre condenado al blando "PG-13" por razones comerciales (no digo que Battleship o Snow White and the Huntsman hubieran mejorado mucho con la adición de "headshots" y explosiones arteriales, pero al menos parecerían más impactantes). Hablando de lo cual, otra "estrella" que regresó en esta secuela fue la escopeta automática AA-12, con su inolvidable y ensordecedor sonido. En fin... prefiero dejar corta esta crítica para no arruinar los mejores momentos de Los Indestructibles 2. Baste decir que me pareció muy superior a la original, y aunque la historia sigue siendo hueca y desechable (¿mencioné los múltiples agujeros y escenas forzadas?), cumple su labor como justificación de brutales peleas, delirantes persecuciones y ridículos "stunts" absolutamente inverosímiles pero muy entretenidos. Me alegra decir que Stallone encontró otra franquicia con enorme potencial, y casi no hay límite para el número de actores que podría introducir en el futuro como complemento de su "equipo base". Por lo pronto voy a sugerir para The Expendables 3 a Olivier Gruner, Sigourney Weaver y Bruce Campbell. Bueno, y también a Steven Seagal... si encuentran un antídoto contra su ego. Ahí tienen su próxima misión.
Calificación: 8.5
sábado, 18 de agosto de 2012
La Era del Rock (Rock of Ages)
El musical Rock of Ages está teóricamente diseñado para atraer a la gente de mi generación, que crecimos con el rock ochentero de bandas como Poison, Journey y Bon Jovi. Sin embargo esta obra nunca llamó mi atención porque parece un producto artificial y demasiado homogeneizado que emplea las notas y letras, pero no el espíritu, de la música que supuestamente celebra. En otras palabras, es otro blando y mercantilista "homenaje" similar a Mamma Mia!, pero con más "actitud". Y ahora, la película La Era del Rock lleva el musical a la pantalla grande con ayuda de un impresionante elenco de estrellas (así como prometedores novatos) para ampliar el atractivo de la historia y extender el alcance de su anzuelo nostálgico. Supongo que el truco funcionará para cierta parte del público, pero en lo personal me pareció una película deshonesta, pobremente estructurada y, sobre todo, aburrida.
Sabía desde el principio que no podría ser muy exigente con la trama. Como muchos otros musicales, La Era del Rock se fundamenta en una premisa trillada y superficial cuya única función es servir como excusa para meter tantas canciones como sea posible en dos horas de la película. Y, en ese aspecto, cumple razonablemente bien su misión. Dicha "trama" se ubica en la década de los ochentas, y comienza con la llegada de la inocente joven Sherrie Christian (Julianne Hough) a la ciudad de Los Ángeles, lista para convertirse en "estrella" por cualquier medio necesario. Tras algunas dificultades (como el robo de sus preciados discos de rock - sí, discos de acetato), Sherrie conoce a Drew (Diego Boneta), empleado del famosísimo bar Bourbon, donde se forjaron las carreras de muchos titanes musicales, incluyendo Stacee Jaxx (Tom Cruise), la más grande estrella de rock en el mundo entero. Sherrie consigue trabajo como mesera en el bar, y así se entera de que los dueños Dennis (Alec Baldwin) y Lonny (Russell Brand) se encuentran al borde de la bancarrota, y están contando con una "tocada" de Jaxx para rescatar el bar de la ruina. Al mismo tiempo, Sherrie y Drew tratan de iniciar una carrera musical que podría llevarlos al éxito o separarlos para siempre. Pero el problema más grande será Patricia Whitmore (Catherine Zeta-Jones), la esposa de un político con la inflexible misión de cerrar el Bourbon y prohibir toda expresión del rock, por considerarlo moralmente dañino y vulgar. ¿Triunfarán los burócratas y sus opresivos planes, o serán vencidos por la fuerza del amor y del rock?
Como dije, no hay un ápice de originalidad en La Era del Rock; su argumento es un pastiche de clichés que vienen usándose desde el cine sobre “delincuentes juveniles” de los años cincuentas; la inclusión de un romance homosexual podrá parecer innovadora, pero es un transparente truco para congraciarse con el público contemporáneo y dudo que pueda tomarse en serio... sobre todo por la obvia falta de química entre los "amantes". Por lo tanto, la película triunfará o fracasará en virtud de sus números musicales, y los sentimientos de nostalgia que logren despertar entre el público. Desafortunadamente los "mash-ups" estilo Glee y los "covers" de canciones de rock ochentero se sienten fuera de lugar en boca de actores con voces razonablemente buenas, pero no siempre apropiadas para el género musical que pretenden abordar. ¿Y cuál es ese género? La película no pierde oportunidad de satirizar los arquetipos del “hair rock”, pero cambia de rumbo erráticamente para recetarnos melosas versiones de Waiting for a Girl Like You, More Than Words o similares cuando lo requieren las escenas románticas; en fin, para ser justos la obra musical se llama "Rock of Ages" y no "Heavy Metal of Ages", así que puedo disculpar el uso de canciones bastante "fresas" porque a fin de cuentas encajan en la trama y sirven como diálogo de los personajes, expresando adecuadamente sus sentimientos y las circunstancias que los rodean. Éste es el aspecto más subjetivo de la cinta, y probablemente deleitará a algunos mientras aburre a otros (como yo).
Las actuaciones son generalmente buenas, no por su realismo sino por el obvio entusiasmo que el elenco vierte en personajes sacados directamente de las fantasías rockeras de todo adolescente (o adulto inmaduro). Alec Baldwin y Russell Brand consiguen algunas risas como "comic relief" y se nota que se divierten con el período histórico (y el pelo largo). Catherine Zeta-Jones añade suficiente veneno a su cruzada anti-rock (obviamente inspirada en Tipper Gore), y Tom Cruise encuentra un buen balance entre sátira y homenaje de aquellas leyendas del rock que parecen vivir en otro planeta, totalmente separadas de la realidad cotidiana. Creo que mi personaje favorito fue Paul Giamatti como el típico ejecutivo mentiroso y más interesado en el dinero que en la música de sus clientes. Lamentablemente los protagonistas Julianne Hough y Diego Boneta resultan demasiado blandos para creer su "actitud" rebelde, por no mencionar que sus voces de ardilla (en el caso de Hough) y rutinas románticas del Disney Channel no logran encajar en esta supuesta celebración de los valores y espíritu del rock. Entonces, quizás no me gustó personalmente, pero entiendo el atractivo nostálgico que puede ejercer la música de La Era del Rock, así como su inofensivo mensaje de inconformismo y superación personal; por eso podría recomendarla para fans de Mamma Mia!, Hairspray y similares obras musicales; y también para entusiastas del rock ochentero que no se ofendan escuchando versiones diluidas y sobre-producidas de los himnos de su juventud. Sin embargo, para disfrutar auténticos homenajes al rock y reírse con mejores sátiras de la industria discográfica siempre habrá películas más recomendables como School of Rock, Phantom of the Paradise o Almost Famous. Vamos, hasta Bandslam parecería más "legítima" como cine rockero...
Calificación: 6.5
Sabía desde el principio que no podría ser muy exigente con la trama. Como muchos otros musicales, La Era del Rock se fundamenta en una premisa trillada y superficial cuya única función es servir como excusa para meter tantas canciones como sea posible en dos horas de la película. Y, en ese aspecto, cumple razonablemente bien su misión. Dicha "trama" se ubica en la década de los ochentas, y comienza con la llegada de la inocente joven Sherrie Christian (Julianne Hough) a la ciudad de Los Ángeles, lista para convertirse en "estrella" por cualquier medio necesario. Tras algunas dificultades (como el robo de sus preciados discos de rock - sí, discos de acetato), Sherrie conoce a Drew (Diego Boneta), empleado del famosísimo bar Bourbon, donde se forjaron las carreras de muchos titanes musicales, incluyendo Stacee Jaxx (Tom Cruise), la más grande estrella de rock en el mundo entero. Sherrie consigue trabajo como mesera en el bar, y así se entera de que los dueños Dennis (Alec Baldwin) y Lonny (Russell Brand) se encuentran al borde de la bancarrota, y están contando con una "tocada" de Jaxx para rescatar el bar de la ruina. Al mismo tiempo, Sherrie y Drew tratan de iniciar una carrera musical que podría llevarlos al éxito o separarlos para siempre. Pero el problema más grande será Patricia Whitmore (Catherine Zeta-Jones), la esposa de un político con la inflexible misión de cerrar el Bourbon y prohibir toda expresión del rock, por considerarlo moralmente dañino y vulgar. ¿Triunfarán los burócratas y sus opresivos planes, o serán vencidos por la fuerza del amor y del rock?
Como dije, no hay un ápice de originalidad en La Era del Rock; su argumento es un pastiche de clichés que vienen usándose desde el cine sobre “delincuentes juveniles” de los años cincuentas; la inclusión de un romance homosexual podrá parecer innovadora, pero es un transparente truco para congraciarse con el público contemporáneo y dudo que pueda tomarse en serio... sobre todo por la obvia falta de química entre los "amantes". Por lo tanto, la película triunfará o fracasará en virtud de sus números musicales, y los sentimientos de nostalgia que logren despertar entre el público. Desafortunadamente los "mash-ups" estilo Glee y los "covers" de canciones de rock ochentero se sienten fuera de lugar en boca de actores con voces razonablemente buenas, pero no siempre apropiadas para el género musical que pretenden abordar. ¿Y cuál es ese género? La película no pierde oportunidad de satirizar los arquetipos del “hair rock”, pero cambia de rumbo erráticamente para recetarnos melosas versiones de Waiting for a Girl Like You, More Than Words o similares cuando lo requieren las escenas románticas; en fin, para ser justos la obra musical se llama "Rock of Ages" y no "Heavy Metal of Ages", así que puedo disculpar el uso de canciones bastante "fresas" porque a fin de cuentas encajan en la trama y sirven como diálogo de los personajes, expresando adecuadamente sus sentimientos y las circunstancias que los rodean. Éste es el aspecto más subjetivo de la cinta, y probablemente deleitará a algunos mientras aburre a otros (como yo).
Las actuaciones son generalmente buenas, no por su realismo sino por el obvio entusiasmo que el elenco vierte en personajes sacados directamente de las fantasías rockeras de todo adolescente (o adulto inmaduro). Alec Baldwin y Russell Brand consiguen algunas risas como "comic relief" y se nota que se divierten con el período histórico (y el pelo largo). Catherine Zeta-Jones añade suficiente veneno a su cruzada anti-rock (obviamente inspirada en Tipper Gore), y Tom Cruise encuentra un buen balance entre sátira y homenaje de aquellas leyendas del rock que parecen vivir en otro planeta, totalmente separadas de la realidad cotidiana. Creo que mi personaje favorito fue Paul Giamatti como el típico ejecutivo mentiroso y más interesado en el dinero que en la música de sus clientes. Lamentablemente los protagonistas Julianne Hough y Diego Boneta resultan demasiado blandos para creer su "actitud" rebelde, por no mencionar que sus voces de ardilla (en el caso de Hough) y rutinas románticas del Disney Channel no logran encajar en esta supuesta celebración de los valores y espíritu del rock. Entonces, quizás no me gustó personalmente, pero entiendo el atractivo nostálgico que puede ejercer la música de La Era del Rock, así como su inofensivo mensaje de inconformismo y superación personal; por eso podría recomendarla para fans de Mamma Mia!, Hairspray y similares obras musicales; y también para entusiastas del rock ochentero que no se ofendan escuchando versiones diluidas y sobre-producidas de los himnos de su juventud. Sin embargo, para disfrutar auténticos homenajes al rock y reírse con mejores sátiras de la industria discográfica siempre habrá películas más recomendables como School of Rock, Phantom of the Paradise o Almost Famous. Vamos, hasta Bandslam parecería más "legítima" como cine rockero...
Calificación: 6.5
viernes, 17 de agosto de 2012
Cortes Rápidos: The Awakening, Piranhaconda, Hisss
Despertar de los Muertos (The Awakening)
(Crítica añeja para película recién estrenada en México).
Me atraía tanto la premisa de The Awakening que decidí arriesgarme a pedir el DVD a Amazon Reino Unido, luego de esperar inútilmente durante varios meses su estreno en Región 1 (y ni hablar de Región 4). Lamentablemente mi entusiasmo no estuvo justificado, pues a pesar de tener un sólido comienzo y una excelente actriz principal, The Awakening pierde rápidamente su camino y termina en una incoherente colección de "flashbacks" que intentan darle profundidad emocional a la película, y solo consiguen aburrirnos con sus pretensiones narrativas. La mencionada premisa se ubica en el año 1921, cuando Inglaterra apenas se recuperaba de la Primera Guerra Mundial, y las sesiones espiritistas ganaban popularidad entre los miembros de la alta sociedad. Pero la inteligente escritora Florence Cathcart (Rebecca Hall) no cree en esas patrañas, y se ha hecho famosa en Londres por desenmascarar supuestos "mediums" que exprimen dinero de sus clientes con trucos baratos para simular la presencia de fantasmas y espíritus. La fama de esta pragmática "caza-fantasmas" llegó a oídos de Robert Mallory, profesor de una exclusiva academia para niños, y la invita a pasar unos días en la institución para investigar la reciente muerte de un alumno, aparentemente ocasionada por un "fantasma" cuya imagen ha aparecido en algunas viejas fotografías. Florence descarta de inmediato al fantasma como un mero truco, pero acepta el reto. Y lo que descubre en la antigua escuela la hará dudar no solo del método científico, sino de su pasado mismo...
Entre lo mucho que me gustó de The Awakening está la ambientación de principios del siglo veinte; los detalles de diseño se sienten reales, el estilo de la dirección se mantiene tranquilo y moderado, y la cinematografía conjura una atmósfera de melancolía que acentúa el abatimiento de la protagonista, cansada de desenmascarar impostores paranormales, pero al mismo tiempo deseosa de encontrar un nexo con el "más allá" por razones personales. Hablando de lo cual, Rebecca Hall fue una elección ideal para interpretar a Florence. Además de su impecable actuación, su rostro expresa al mismo tiempo la inteligencia de una investigadora fiel a sus principios, y la sensibilidad de una mujer con una tragedia en su pasado, que quizás se refugió en la ciencia para ganar una nueva perspectiva sobre los caprichos del destino. Sin embargo el libreto da un giro fundamental durante la segunda mitad de la película, y lo que parecía ser una ingeniosa historia de fantasmas se convierte en un pseudo-análisis psicológico que traiciona las expectativas del espectador y arruina lo que el director Nick Murphy había logrado hasta ese momento. Si tan solo hubiera sido un clásico "I see dead people" quizás hubiera tolerado ese cambio, pero desafortunadamente los giros y revelaciones se van acumulando hasta perder todo sentido y credibilidad. Entonces, para no darle muchas vueltas, The Awakening fue una gran decepción, y si bien tiene elementos sobresalientes, la experiencia general fue demasiado frustrante para recomendarla. En resumen: veinte euros desperdiciados que pude haber gastado en otra cosa; aunque seguramente hubiera sido otra B-Movie.
Calificación: 5
Piranhaconda
Es simple sentido común: después de Sharktopus, el siguiente paso lógico para el productor Roger Corman sería realizar Piranhaconda, donde otro híbrido mutante persigue turistas en hermosas locaciones hawaianas. Sospecho que el gobierno de Hawai ofrece jugosos descuentos fiscales para atraer producciones del "continente"... y, claro, de paso los actores y equipo técnico puede disfrutar unas vacaciones pagadas en el paraíso. Pero bueno, regresando al punto, Piranhaconda comienza con el descubrimiento a orillas de un lago (el mismo que vimos en Supergator) de un enorme nido con huevos de reptil, que el Profesor Lovegrove (Michael Madsen) identifica como una especie desconocida... quizás algún tipo de mutación evolutiva. Su teoría se ve confirmada de inmediato, cuando una inmensa serpiente con cabeza vagamente similar a una piraña devora a sus asistentes. Pero antes de que Lovegrove pueda regresar a la civilización para reportar su descubrimiento, es secuestrado por una pandilla de criminales que tienen su guarida en una fábrica abandonada (la misma que vimos al final de Dinocroc Vs. Supergator). Mientras tanto, en otro punto de la isla, se filma una película de terror de bajo presupuesto con muchas chicas en bikini y un apuesto "doble" que está enamorado de la "script girl". Y, por si hacían falta más bikinis, también tenemos una pareja de recién casados que buscan una playa privada para continuar su luna de miel. ¿Cuántos de estos personajes terminarán entre los dientes de la temible pirañaconda? ¿Y cuánto tiempo pasará antes de que empecemos a usar el control remoto para adelantar hasta las partes sangrientas?
Soy admirador de Roger Corman desde niño, cuando veía su nombre en casi todas las películas que devoraba en televisión, desde las adaptaciones de Edgar Allan Poe estelarizadas por Vincent Price, hasta las baratas "creature features" de los viernes en la noche (y a veces sábados en la mañana), donde algún insecto gigante invadía un pueblo, y solo el "nerd" (científico) local lograba salvar la vida de la damisela en peligro. Desde luego Corman tiene ahora más de ochenta años, y dudo mucho que siga produciendo en persona. Pero me gustaría pensar que aún supervisa algunos aspectos de las películas que llevan su nombre; sin embargo, el torpe libreto y tedioso ritmo de Piranhaconda parece indicar lo contrario. Bajo la dirección del veterano Jim Wynorski, la cinta jamás genera emoción o suspenso, y ni siquiera desarrolla una historia concreta. Simplemente es un desfile de viñetas donde vemos a los personajes siendo devorados por el monstruo, huyendo del monstruo, o discutiendo sobre la mejor manera de combatir al monstruo. Hasta la ridícula Sharktopus tenía una estructura narrativa más clara y concisa. Y bueno, ni hablemos de Supergator... parece Inception si la comparamos con la perezosa mediocridad de Piranhaconda. Pero, eso sí, Wynorski cuida mucho que en casi todas las escenas haya una chica en bikini, preferentemente con las proporciones corporales que tanto le gustan. Hablando de plástico, los efectos especiales son de calidad media dentro de los parámetros del cine B. El monstruo digital está razonablemente bien hecho y me gustó su integración a los escenarios reales. Lamentablemente el "gore" es casi inexistente, pues las víctimas desaparecen en una nube roja cada vez que ataca el monstruo, como si su mordida fuera tan violenta que los pulveriza instantáneamente. Solo hay una o dos instancias de "gore" práctico, así que no esperen mucho en ese aspecto. De los actores conviene hablar poco; las chicas son atractivas y el héroe logra cierto humor por debajo de su adusta valentía; los demás son anónimos e intrascendentes, como corresponde a toda víctima desechable. Entonces, me duele decir que Piranhaconda no ofrece el entretenimiento o risas que su nombre sugiere, así que no puedo recomendarla; y de paso reduciré mis expectativas hacia futuras películas con títulos igualmente "creativos"… por cierto, ya viene Arachnoquake.
Calificación: 5
Hisss
La directora Jennifer Chambers Lynch es más conocida por ser hija del aclamado David Lynch, pero creo que ha ganado por derecho propio el título de cineasta gracias a películas como Boxing Helena y Surveillance. No son perfectas, pero tienen puntos positivos y además demuestran que Lynch posee una "voz" personal que no imita el estilo de su famoso padre. Por eso me interesaba ver su nueva obra, Hisss, una excéntrica cinta de terror realizada en el estilo de "Bollywood" (sí, con todo y números bailables), basada en la leyenda india de la Nagi, legendaria serpiente capaz de tomar forma humana para ayudar a sus devotos o impartir venganza en quienes despierten su ira. Hisss comienza con la captura de una enorme cobra que servirá como señuelo para atraer a la Nagi; el millonario norteamericano George States (Jeff Doucette) planea atraparla para extraer un elíxir mágico que lo curará de la grave enfermedad que lo está matando. Y, efectivamente, la Nagi se convierte en una atractiva mujer (Mallika Sherawat) que empieza a seguir la pista de la cobra secuestrada, pues se trata de su pareja; pero en el camino empieza a matar hombres que acostumbran maltratar mujeres. Los extraños asesinatos despiertan la curiosidad del Inspector Gupta (Irrfan Khan), quien a su vez tiene problemas maritales con su esposa infértil Maya (Divya Dutta). Sobra decir que eventualmente todos estos personajes tendrán una violenta confrontación, pero no antes de aburrirnos con hora y media de incomprensible melodrama, horribles efectos digitales y un poco de "gore" más o menos competente.
Si algo me gustó en Hisss (además de su guapa actriz principal) fue el desfile de exóticas locaciones, que van desde la densa selva india hasta los pintorescos mercados de Mumbai, repletos de coloridos productos y eclécticos vendedores (sin olvidar los barrios bajos, donde la calle también funciona como baño público y cada puerta parece ocultar un horripilante drama familiar). Además, como dije antes, hay un par de escenas sangrientas bien realizadas por el norteamericano Robert Kurtzman, quien también diseñó las metamorfosis prácticas de la Nagi (aunque las transformaciones digitales fueron menos afortunadas). El problema es que Hisss parece haberse filmado sin guión, improvisando escenas arbitrarias de inescrutable significado y aburrido desarrollo que, en el mejor de los casos, solo sirven como relleno para incrementar la duración de la cinta hasta llegar a la hora y media. He visto poco cine de Bollywood, pero en general creo que sus películas tienen DEMASIADA historia, y no acostumbran desperdiciar el tiempo en lerdas secuencias mudas que no contribuyen al argumento. Desafortunadamente eso es lo que ocurre en Hisss, cuya amorfa estructura me recordó el más mediocre "cine B" norteamericano (por ejemplo, las obras del estudio The Asylym). Y mejor ni hablar de las actuaciones, aunque es difícil culpar a los actores cuando ni la directora misma parece saber hacia dónde se dirige la trama. Entonces, no recomiendo Hisss ni como película de terror ni como curiosidad cinematográfica, y no me extrañaría que terminara descarrilando la carrera de Jennifer Chambers Lynch. Francamente creo que es capaz de hacer cosas mejores, y aprecio que trate de abrirse camino por sí sola en el competitivo mundo del cine… pero quizás no estaría de más pedirle un consejo o dos a su talentoso padre.
Calificación: 4